Los próximos desafíos de la UE son geopolíticos

julio 23, 2014 · Imprimir este artículo

Los próximos desafíos de la UE son geopolíticos.
Por Simon Nixon.

union-europea-logo-01Hasta hace poco, los mayores riesgos para la estabilidad europea eran internos. La crisis de deuda de la eurozona generó tales tensiones entre los miembros y dentro de los países de la región que en algunas ocasiones parecía que iban a provocar graves conflictos sociales e incluso la escisión de la región de moneda única.

Esos riesgos no han desaparecido, como quedó claro en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, en las que los partidos euroescépticos lograron grandes avances. Pero pese a ello, la probabilidad de que las condiciones económicas internas provoquen una consecuencia extrema para la eurozona ha disminuido considerablemente desde 2012.

En lugar de eso, las amenazas más urgentes para la estabilidad europea son ahora externas.

El derribo del vuelo 17 de Malaysia Airlines con 298 personas a bordo ha agravado drásticamente el conflicto entre el Gobierno de Ucrania y los separatistas prorrusos en la región ucraniana de Donetsk, en la frontera entre ambos países. Si se demuestra la participación de Rusia en el derribo del avión, probablemente será imposible evitar que Europa reaccione imponiendo nuevas sanciones más duras.

Por otro lado, la UE se enfrenta a una enorme inestabilidad en la frontera sur de Siria, en Israel y los territorios palestinos, Egipto y Libia. Los líderes europeos también han estado muy pendientes de las recientes tensiones políticas en Turquía.

No es de extrañar que los inversionistas han considerado estos riesgos geopolíticos la segunda mayor amenaza para la estabilidad financiera de Reino Unido, después del derrumbe del mercado inmobiliario, en una reciente encuesta elaborada por el Banco de Inglaterra.

En cambio, hay pocas señales de este nerviosismo por los riesgos geopolíticos en los mercados financieros. Los mercados apenas se movieron tras el siniestro del vuelo 17. Las condiciones financieras en pocas ocasiones han sido más boyantes. El Banco de Inglaterra afirma que a corto plazo, los niveles de volatilidad están en niveles equivalentes o inferiores a los de antes de la crisis en los mercados de renta variable, divisas y de tipos de interés. Los diferenciales entre los bonos corporativos y los bonos estatales se han ajustado a niveles poco por encima de los de 2003-06.

¿Están siendo los mercados complacientes? A corto plazo, puede que no. Existen dos vías de contagio.

La primera es directamente a través del comercio. Pero estos vínculos son de sobra conocidos y las compañías e inversionistas europeos han adoptado medidas para limitar su exposición a Rusia y a otras zonas en conflicto. El crecimiento económico de Alemania se ha ralentizado como consecuencia del impacto de las sanciones contra Rusia. La promesa de la UE de aplicar nuevas sanciones tras el derribo del avión de Malaysia Airlines dañará claramente el crecimiento de los países más directamente expuestos al comercio con Rusia, como Alemania y Reino Unido, aunque no es probable que hagan descarrilar la incipiente recuperación europea.

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La segunda vía de posible contagio es a través de los mercados financieros. El riesgo de convulsión en un mercado ha aumentado por las reformas del sector bancario tras la crisis, que han reducido considerablemente la liquidez de los mercados financieros.

Los reguladores afirman que el sistema financiero central es ahora más resistente a los impactos y que ahora existen mejores instrumentos para ofrecer liquidez de emergencia. Pero estas herramientas no han sido probadas y no se pueden descartar fuertes caídas de los precios de los activos en respuesta a golpe. Sin embargo, no es probable que se produzca una crisis, y tampoco hay certeza de cómo debería el mercado descontar este riesgo.

No obstante, aunque puede que los riesgos a corto plazo de inestabilidad geopolítica en las fronteras europeas sean manejables, los desafíos a largo plazo son grandes. Las violentas revueltas en los países al sur y el este del Mediterráneo ya están provocando una crisis de refugiados en todo el sur de Europa. En Grecia e Italia en particular, el problema de hacer frente a la enorme entrada de inmigrantes es un asunto político polémico.

Gracias al principio de libre circulación de personas en la UE, las fronteras de los países de la periferia de la UE son las fronteras de la propia UE. Esto significa que las tensiones en la periferia se contagian rápidamente al centro, a medida que los inmigrantes avanzan hacia los países del norte, mucho más ricos, lo que alimenta a los partidos de derechas y euroescépticos.

Hasta hace poco, la UE era capaz de estabilizar sus fronteras ofreciendo la posibilidad de convertirse en miembro o de tener acceso privilegiado al mercado a varios países, como Turquía, Ucrania, Armenia, Georgia, Moldavia y Serbia.

Pero los temores por las consecuencias de esta libre circulación de personas por la UE y la crisis de Ucrania han demostrado que la UE ha alcanzado los límites de esta postura.

El presidente entrante de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo la semana pasada que no se admitirán nuevos miembros en la UE durante los próximos cinco años. En cambio, la UE trata de encontrar una solución alternativa para que los vecinos del este y del sur puedan coexistir en armonía.

Sin embargo, es improbable que el poder blando estabilice las fronteras de la UE.

Con el tiempo, estos riesgos políticos podrían representar una amenaza tan grave como la crisis el euro para la cohesión y la estabilidad financiera de Europa. Y, al igual que sucedió con la crisis del euro, la solución podría residir en una mayor integración. Pero el hecho de que la integración sea necesaria no hace que sea más fácil de lograr.
Fuente: The Wall Street Journal, 22/07/14.

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