Ministro de Economía: una cosa es el cargo y otra, la función

abril 7, 2013 · Imprimir este artículo

Ministro de Economía: una cosa es el cargo y otra, la función
Por Juan Carlos de Pablo

A su regreso de Roma, la presidenta de la Nación reunió al vicepresidente, al ministro de Economía, al viceministro, a la presidenta del Banco Central, al secretario de Comercio y al jefe de la AFIP, a raíz del fuerte aumento del precio del dólar en el segmento azul del mercado de cambios. En ese encuentro, seis funcionarios actuaron como si fueran pares. Las medidas dispuestas buscan más la efectividad inmediata, planteada por quien formalmente es un subordinado, que la solución duradera.

Al respecto entrevisté al japonés Korekiyo Takahashi (1854-1936), quien a partir de 1913 ocupó carteras ministeriales en siete oportunidades. Los economistas Enrique Low Murtra, Rosa Luxemburgo, Ernst Lluch i Martín, Walter Rathenau, Pellegrini Luigi Edoardo Rossi y Ezio Tarantelli murieron asesinados, pero Takahashi es el único que lo fue por ser ministro de Economía (lo mataron los militares, porque al diagnosticar que la economía japonesa se había recuperado, intentó ajustar el gasto público con una reducción del gasto militar).

-Hay países que tienen ministro de Economía, otros que no (Estados Unidos, por ejemplo). ¿Cuán esencial es el cargo de titular del equipo económico?

Distingamos entre cargo y función. A fines de mayo de 1971, Aldo Ferrer dejó de ser ministro de Economía de la Nación, porque el gobierno presidido por Alejandro Agustín Lanusse suprimió el cargo. Ferrer se fue a su casa, pero alguien ejerció la función que cumplía: básicamente, coordinar las diferentes porciones de la política económica. Que en Estados Unidos nadie sea ministro de Economía no quiere decir que quien preside el sistema de la Reserva Federal no coordine sus acciones con el jefe de la Tesorería. En una palabra: el cargo puede existir o no, la función es indispensable.

-En la Argentina pasamos del superministro de Economía al no ministro.

-Efectivamente. Aunque tuvieron menos poder que el que se les atribuye, Adalbert Krieger Vasena, José Ber Gelbard, José Alfredo Martínez de Hoz, Juan Vital Sourrouille y Domingo Felipe Cavallo contaron con un buen margen de maniobra. Siempre exagerados, desde que en noviembre de 2005 Roberto Lavagna dejó el ministerio nos fuimos al otro extremo: nadie mira al Palacio de Hacienda para saber qué va a ocurrir con la política económica.

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-Si la política económica forma parte de la política, el presidente de la Nación tiene mucho que decir.

De acuerdo, pero no pasemos de una punta a la otra. Federico Pinedo solía distinguir entre el ministro-secretario y el ministro-consejero. El primero sólo se ocupa de su área específica; el segundo, acompaña además al presidente en la conducción general del gobierno. El estilo, claro, lo pone el presidente, no sus ministros. Cada uno de los ocho ministros del presidente Marcelo Torcuato de Alvear podría haberlo reemplazado; ¿de cuál de los actuales se podría decir lo mismo?

-En la Argentina de 2013, en materia económica, no sólo hay un problema con el «quién es quién» dentro del equipo económico, sino también un problema de falta de credibilidad.

-Es importante identificar en qué nivel del gobierno se ubica la duda. Cuando la falta de credibilidad se refiere al ministro de Economía, se soluciona con un cambio ministerial; cuando se refiere al gobierno en su conjunto, recién se soluciona cuando el gobierno actual completa el período, pierde la elección y es reemplazado por otro; mientras que cuando se refiere al país como una totalidad, sólo queda migrar. Muchos argentinos no migran pero fugan capital, lo cual implica que no tienen problemas de credibilidad con respecto a las libertades individuales, pero sí con respecto a la propiedad de sus ahorros.

-¿Está diciendo que el nombramiento de un superministro, aquí y ahora, no solucionaría el problema de falta de credibilidad?

-Solucionaría algunos problemas, al introducir congruencia entre la velocidad con la cual se emite, gasta el Estado, se devalúa y se pretende que aumenten los precios y los salarios; pero difícilmente elimine las dudas que derivan de lo que ocurrió a partir de 2003.

-Señor, muchas gracias.

La Nación, 07/04/13.

Juan Carlos de Pablo

Juan Carlos de Pablo

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