Nouriel Roubini: Advierte una posible tormenta global
junio 24, 2012 · Imprimir este artículo
Es mejor cerrar las escotillas ante una tormenta global
Por Nouriel Roubini
NUEVA YORK – Parece ser que oscuras y amenazantes nubes financieras y económicas avanzan desde todas direcciones: la eurozona, Estados Unidos, China y otras áreas. De hecho, es posible que la economía mundial en 2013 resulte ser un ambiente en el que sea muy difícil encontrar abrigo.
La crisis de la eurozona se agrava: el euro es aún muy fuerte, una carga frontal de austeridad fiscal profundiza la recesión en muchos países y la contracción del crédito en la periferia y los altos precios del crudo socavan la recuperación. El sistema bancario se está balcanizando, a medida que se cortan el crédito transfronterizo e interbancario. La fuga de capitales podría convertirse en una corrida bancaria en la periferia si Grecia sale sin orden del euro.
Las tensiones fiscales y de la deuda soberana empeoran a medida que los diferenciales de las tasas de interés para España e Italia regresan a sus insostenibles niveles máximos. Puede que la eurozona precise no sólo de un rescate bancario internacional, sino también de un rescate soberano pleno en un momento en que los «muros de protección» internacionales y de la eurozona son insuficientes para la tarea de respaldar a España e Italia.
El desempeño de Estados Unidos se debilita, con un crecimiento en el primer trimestre de 1,9%, muy por debajo del potencial. Es probable que persista el estancamiento político sobre el ajuste fiscal, con independencia de si es Barack Obama o Mitt Romney quien gane las elecciones presidenciales de noviembre.
En el Este, el insostenible modelo de crecimiento de China podría estar en aprietos en 2013, a medida que siga el descalabro de las inversiones y las reformas destinadas a impulsar el consumo prueben ser pocas y tardías. Nuevos dirigentes chinos deben acelerar las reformas estructurales para reducir el ahorro nacional y aumentar la participación del consumo en el PBI.
La desaceleración económica en Estados Unidos, la eurozona y China ya supone un lastre enorme para el crecimiento en otros mercados emergentes. Además, la falta de reformas estructurales en los emergentes, junto con sus pasos hacia un mayor nivel de capitalismo de estado, obstaculiza el crecimiento y reducirá su capacidad de recuperación.
En Oriente Medio, las tensiones latentes entre Israel y Estados Unidos, por un lado, e Irán, por el otro, sobre la proliferación nuclear podrían llegar a un punto de ebullición en 2013.
Los mercados de acciones caen por todas partes; los costos de financiamiento suben para los bonos soberanos de países endeudados, el racionamiento del crédito socava las empresas pequeñas y medianas, y la caída de los precios de las materias primas reduce los ingresos de los países exportadores. La creciente aversión al riesgo lleva a los agentes económicos a adoptar una actitud de espera que, en parte, hace que la desaceleración se convierta en una profecía autocumplida.
En comparación con 2008-2009, cuando las autoridades gozaban de un amplio margen de maniobra, las autoridades monetarias y fiscales se quedan sin munición. La política monetaria está limitada por la proximidad a la tasa de interés cero y las reiteradas rondas de flexibilización cuantitativa. Las economías y los mercados ya no se enfrentan a problemas de liquidez, sino a crisis de crédito e insolvencia. Mientras, los déficits presupuestarios y de deuda pública en la mayoría de las economías avanzadas limitan gravemente la posibilidad de aplicar más estímulos fiscales.
El uso de los tipos de cambio para impulsar las exportaciones netas es un juego de suma cero en momentos en que el desapalancamiento privado y público suprime la demanda interna en los países con déficit de cuenta corriente, y los problemas estructurales tienen el mismo efecto en los países con superávit. Después de todo, una moneda más débil y una mejor balanza comercial en algunos países implican una moneda más fuerte y una balanza comercial más débil en otros.
Mientras tanto, la capacidad de respaldar, garantizar y rescatar a los bancos y otras instituciones financieras está limitada por el sistema político y la incapacidad de las naciones casi insolventes para absorber las pérdidas de sus sistemas bancarios. El riesgo soberano se está convirtiendo en riesgo bancario. Muchos países se deshacen de una parte de su deuda pública a través del balance de los bancos, especialmente en la eurozona.
Para evitar un desenlace desordenado en la eurozona, la austeridad fiscal debería ser más gradual, un pacto de crecimiento tendría que complementar el escenario fiscal de la UE, y se debería implementar una unión fiscal con mutualización de la deuda (eurobonos). Además, se debería ir hacia una unión bancaria total.
Por desgracia, Alemania se resiste a todas estas medidas, ya que no quiere más riesgos para sus contribuyentes.
Y, si bien puede que la nube sobre la eurozona sea la más grande a punto de estallar, no es la única amenaza a la economía mundial. Cierren las escotillas.
Fuente: La Nación, 24/06/12.
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