Stiuso, una cuña entre Cristina y Scioli

octubre 12, 2015 · Imprimir este artículo

Stiuso, otra cuña entre Cristina y su candidato

Por Carlos Pagni.

Daniel Scioli ha hecho una apuesta clarísima: alcanzar la presidencia con los votos que le ofrece el kirchnerismo. Es decir, no exponerse a un conflicto con Cristina Kirchner complaciendo al electorado que lo acompañaría a cambio de alguna disidencia. Pero esa disciplina sirve de poco. El oficialismo se va resquebrajando no debido a las declaraciones conceptuales, sino a sórdidos enfrentamientos de intereses.

Cristina Kirchner y Daniel Scioli

Cristina Kirchner y Daniel Scioli

En las últimas horas se desató uno nuevo. Cristina Kirchner se enteró de que, mientras clama por la aparición del espía Antonio Stiuso, su candidato, Scioli, propuso al Senado bonaerense que apruebe el pliego de Jorge Víctor Sappia Dussaut como juez del Tribunal en lo Criminal Nº 1 de San Isidro. El abogado Sappia Dussaut comparte su estudio porteño, en San Martín 617, 4º «F», con Santiago Blanco Bermúdez, el defensor de Stiuso.

Era natural que la Presidenta montara en cólera. El viernes se enteró de que, en vez de solicitar cédulas azules a Interpol, hubiera sido mejor consultar a Scioli sobre el paradero de Stiuso. Sappia, le explicaron, es uno de los patrocinantes del agente de inteligencia jubilado.

Los amigos de Sappia aseguran que hubo un malentendido. Que dejó de ser socio de Blanco Bermúdez hace años. Justo cuando su amigo comenzó a encargarse de los pleitos de la ex SIDE.

Sin embargo, admiten que conviven en el mismo escritorio. Ese dato alcanza para desatar las suspicacias de la señora de Kirchner. Sobre todo cuando le explican que el lugar es bastante pequeño -un recibidor, dos despachos mínimos y una sala-; que desde que Stiuso cayó en desgracia se convirtió en una oficina impenetrable, y que ese cliente jamás permitiría que donde se discuten sus problemas y estrategias haya alguien ajeno a su confianza. Además, le explican, «Sappia suele ufanarse de que trabaja para Stiuso».

Tal vez sea un alarde imaginario. Pero estos detalles reactivan un viejo desvelo de la señora de Kirchner: ¿de qué habló Scioli con su antiguo espía y flamante demonio durante aquella visita a la ex SIDE días antes de que Stiuso fuera defenestrado?

La Presidenta está empeñada en que Stiuso, de quien ella y su esposo recibieron tan eficaces como tenebrosas prestaciones, sea imputado como instigador del supuesto suicidio del fiscal Alberto Nisman. El mismo destino prevé para Alberto Mazzino, el último funcionario de la ex SIDE con el que habló Nisman, durante 10 minutos, el día antes de morir.

Ahora se sabe, por una declaración del fiscal Carlos Stornelli, que después de esa charla Mazzino se comunicó con Fernando Pocino, otro director de Inteligencia que prestó servicios invalorables para el kirchnerismo. Curioso: el fiscal que ofreció colaboración a Nisman en la hora de mayor enfrentamiento con el Gobierno hablaba al mismo tiempo con un alto funcionario de la SIDE.

La Presidenta se convenció de que la maquinaria política montada sobre el espionaje comenzó a funcionar en su contra con las pesquisas de Hotesur. Sospecha que gran parte de la información que hoy complican a ella y a su hijo fue filtrada por Stiuso. Son trivialidades que no sirven como excusas. Aun para sus colaboradores más cercanos la contabilidad de Hotesur es un desaguisado que ningún abogado puede redimir. Por eso el único recurso es cambiar de juez.

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¿Logrará la señora de Kirchner involucrar a Stiuso y a Mazzino en la muerte de Nisman? La fiscal Viviana Fein -a cargo de la investigación- tiene previsto tomarse licencia por vacaciones la primera quincena de noviembre. ¿Hará conocer antes su dictamen? Había prometido hacerlo después de los comicios. Como si el Código de Procedimientos tuviera incorporado el Código Electoral. Raro país.

Sappia es el más significativo de los 119 candidatos a cubrir vacantes en la justicia bonaerense que Scioli envió al Senado. Esas designaciones desatan otro conflicto, ya no con la Presidenta, sino con Aníbal Fernández. El jefe de Gabinete pretende ser el próximo gobernador y no concibe que Stiuso le gane la pulseada judicial desde su condominio de Miami. Fernández no intervino en la propuesta. Sobre todo porque el encargado de confeccionar la lista fue uno de sus peores enemigos: Ricardo Casal.

Casal es el principal gestor de Scioli en la Justicia. Fue quien se encargó de que el juez Pablo Raele cerrara la causa por enriquecimiento ilícito que mortificaba al gobernador sin siquiera un peritaje. No tuvo el mismo éxito en impedir el juicio político del fiscal Julio Novo, acusado de proteger redes de narcotraficantes. Novo suele oficiar de cocinero en las comidas con políticos que Casal sirve en su domicilio.

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El ministro tampoco consiguió trasladar a los tribunales de La Plata otro expediente que inquieta al candidato del Frente para la Victoria: el de la urbanización Colony Park, que se tramita en el juzgado federal de San Isidro. Allí la responsable es Sandra Arroyo Salgado, la ex mujer de Nisman. Aníbal Fernández responsabiliza a Casal por la denuncia del presidiario Martín Lanatta, quien lo identificó como «la Morsa». Una pesadilla que aún no ha terminado.

Scioli y Casal tienen un argumento defensivo: su designación en masa es el resultado de antiguos concursos y beneficia, casi en su totalidad, a abogados que ya trabajan en el Poder Judicial. No convencen a Fernández. Sobre todo si Scioli avanza con su última iniciativa: descentralizar la Cámara de Casación Penal de la provincia fijando sedes en La Plata, San Martín, Mar del Plata y Mercedes, y designar a los nuevos camaristas. En esta batalla el jefe de Gabinete pretende neutralizar a Javier «el Pollo» Mariani, consejero de la Magistratura bonaerense y antiguo gerente de Stiuso en el departamento judicial de San Martín. La Cámara de Casación es el máximo tribunal penal de la provincia. Una pieza crucial en cualquier política de seguridad.

La rivalidad de Scioli con Fernández se proyecta sobre la campaña. Muchos intendentes son inducidos a organizar el corte de boleta contra el jefe de Gabinete. La pista más clara la ofreció Jésica Cirio cuando declaró: «Para intendente lo votaré a Martín [Insaurralde, su esposo]; para presidente, a Daniel Scioli; por lo demás, corté y volveré a cortar boleta». Fue en vano que Insaurralde enviara la desgrabación de la entrevista a Fernández con el rutinario «la sacaron de contexto». La primera dama de Lomas de Zamora cantó su voto horas después de recorrer con Scioli Villa Fiorito. Fernández está convencido de que hubo un pacto contra él. Hace bien.

No es la única discordia. Scioli acaba de anunciar que, si gana, su ministro de Planificación será Diego Bossio, uno de sus más generosos benefactores. Otro enemigo de Fernández. Bossio intentó postularse a la gobernación. Pero enseguida se dio un baño de humildad. Fue cuando, según él comentó ante sus amigos, Fernández le vaticinó: «Si insistís, vas preso». Una versión que llegó a oídos de Scioli es que la advertencia estuvo referida al plan Procrear de Quilmes. Y que fue más contundente.

Es posible que la nominación virtual de Bossio responda a otro criterio. Hoy el mejor antecedente para progresar en el entorno de Scioli es estar enemistado con La Cámpora. En Santa Cruz, donde Máximo Kirchner se postula para una diputación, no hay un solo afiche del gobernador de Buenos Aires. El bachiller Kirchner tiene indicios de un pacto entre Scioli y Eduardo Costa, el candidato a gobernador radical, aliado de Mauricio Macri y Sergio Massa.

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Hay más disparos desde el círculo del hijo de la Presidenta. Así como ella y Aníbal Fernández castigaron a Juan Manuel Urtubey por promover el endeudamiento, Axel Kicillof reprochó a Mario Blejer recomendar un acuerdo con los holdouts. El mercado financiero da por segura una reunión de Blejer, que es asesor de Scioli, con Jay Newman, mano derecha de Paul Singer. Blejer lo desmiente. Y el kirchnerismo no le cree.

De todos modos, la aproximación a los holdouts no es lo que más irrita a Kicillof. La raíz del fastidio hay que buscarla en la Universidad de Buenos Aires, donde el titular de Economía tiene su lugar en el mundo. Allí, el principal rival de Kicillof es el rector Alberto Barbieri, a quien Scioli postuló como eventual ministro de Educación. Barbieri, halagado, comenzó a adelantar su propuesta académica. Entregará un diploma de Profesor Honorario Post Mórtem a la familia de Aníbal Troilo, para conmemorar el centenario del nacimiento del inolvidable «Pichuco». Un anticipo de la ola qualunquista que cubrirá al país si gana Scioli.

La subordinación discursiva no alcanza para eximir a Scioli de un conflicto corrosivo con Cristina Kirchner. Ella y su hijo ya reclamaron que, en caso de que él llegue al poder, la presidencia de la Cámara de Diputados quede en manos de La Cámpora; tal vez de «Wado» De Pedro. Desde las entrañas del oficialismo un dirigente lanzó este vaticinio apocalíptico frente a esta alternativa: «Con Zannini en la vicepresidencia y alguien de La Cámpora al frente de Diputados, Scioli no controlará la línea sucesoria. Es posible, por lo tanto, que su hipotética presidencia esté agotada de antemano».

Fuente: La Nación, 12/10/15.

 

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