Szewach opina sobre el Cacerolazo

septiembre 17, 2012 · Imprimir este artículo

Marcha

Por Enrique Szewach

 

Mucho se ha dicho ya sobre la importante marcha del jueves pasado y mucho se dirá. No creo que pueda agregar demasiado.

Sólo permítanme incorporar algo de aritmética y algo de economía.

La elección presidencial del 2011 dejó dividido al electorado en casi dos mitades, ligeramente a favor del oficialismo.

La diferencia central es que, mientras una mitad, y algo más, quedó concentrada en torno de la Presidenta Cristina y sus circunstanciales socios, la otra, se presenta atomizada en varios candidatos opositores.

No debería extrañar, entonces, que, cuando surgen convocatorias que unen a los opositores, ya sea porque no las impulsa ninguno en particular, o porque los impulsan todos, dichas convocatorias sean relativamente exitosas.

Ahora bien, desde octubre de 2011 para aquí, el contexto económico social del país empeoró.

Primero, por cuestiones que el gobierno no controla, la sequía y la consecuente menor producción de soja, o Brasil.

Segundo, porque el populismo, que es una enfermedad “por acumulación”, parecida al tabaquismo, o al alcoholismo, empezó a desplegar, ya sin disimulo, sus síntomas más negativos.

Comenzaron a notarse las consecuencias sobre el ahorro y la inversión de la fuerte salida de capitales de los últimos años, impulsada por la combinación de rentabilidades en pesos decreciente o negativa, y el clima antinegocios local.

También se manifestaron plenamente, los costos de impulsar al máximo el consumo mediante la destrucción de los mercados de la energía y los agropecuarios “no soja”,  afectando también la inversión y el saldo comercial externo, por las menores exportaciones y la necesidad de importar combustibles y energía.

Se vieron más claramente (influidas por la devaluación de las monedas de la región y la crisis europea, es cierto), los problemas de rentabilidad empresaria industrial y de las economías regionales, por el intento de sostener artificialmente la variación del tipo de cambio por encima de la tasa de aumento de los costos internos.

Mientras que la presión tributaria tanto formal, vía mayores alícuotas impositivas, de Nación y Provincias, y persecución directa de la AFIP, como informal, vía impuesto inflacionario cobrado por el Banco Central, explotó, intentando financiar un gasto público récord, ineficiente y manejado en forma opaca y centralizada.

Como ya comentara la semana pasada, esta “mala praxis” populista, obligó  a más mala praxis.

Lectura recomendada:  Las negociaciones paritarias, el costo laboral y los salarios

Racionando importaciones, para cuidar los dólares, (lo que implicó caída de nivel de actividad y desplome de la poca inversión que quedaba);  y pesificando forzadamente las transacciones y el ahorro, para que la emisión de pesos del Banco Central, no se tradujera en mayor demanda de divisas. (Lo que dio lugar a brecha cambiaria, mercados informales, intentos por limitar consumos en moneda extranjera con tarjetas de crédito, reducción drástica de transacciones inmobiliarias, etc.).

El “agregado” de todo lo expuesto, fue una economía frenada, trabada, con caída de los ingresos reales, y del empleo informal.

Volviendo a la aritmética previa, y teniendo en cuenta que tampoco mejoraron los otros temas que preocupan: inseguridad, servicios de transporte, educación, salud, etc., no sería de extrañar que esas “cuasi mitades” en que se dividió el electorado hacia finales del 2011, hoy esté ligeramente inclinada hacia la oposición.

Con este panorama, a mi juicio, el gobierno “da por perdida” a la mitad que no lo votó en el 2011 y, en todo caso, se concentrará en conservar a los que sí la votaron.

Por lo tanto, tiene apostadas las fichas a que  los extraordinarios precios de la soja (por la sequía en el hemisferio norte), sean acompañados por una buena cosecha (si el clima local ayuda), de manera permitir más importaciones y mayor nivel de actividad. (Manteniendo y/o profundizando las restricciones actuales a la dolarización) y a que Brasil crezca más.

En ese sentido, el anuncio de la Reserva Federal de emitir dólares comprando deuda hipotecaria, con un horizonte de tasas bajas for ever, va en el sentido de hacer más probable ese escenario de “algo mejor” –siempre dependiendo del clima-.

¿Es ese “algo mejor”, suficiente para conservar los votos del 2011 o parecido?.

Por ahora, no lo sabemos.

Pero el gobierno no va a cambiar, porque considera “perdida” a la mitad que no lo vota y un cambio podría poner en riesgo los votos que ya tiene.

Mensaje para los opositores, ojo que Facebook y Twitter no pueden ser candidatos.
Fuente: Perfil, 16/09/12.
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Más información en: www.szewachnomics.com.ar

 

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