Theranos, un fraude de diez mil millones de dólares

febrero 4, 2019

El fraude de los diez mil millones de dólares: Elizabeth Holmes, Theranos y el futuro de la biotecnología

El fraude de los diez mil millones de dólares: Elizabeth Holmes, Theranos y el futuro de la biotecnología

Por Javier Jiménez.

En menos de un año, Elizabeth Holmes ha pasado de ser la nueva ‘Steve Jobs’, la mil millonaria «hecha-a-sí-misma» más joven del mundo y un ejemplo para todas las niñas del planeta a ser sencillamente un fraude. Esta es su historia.

Una historia que comienza en 2003 cuando una chica de 19 años decide dejar la Universidad de Stanford (donde había empezado a estudiar ingeniería química) para, animada por su profesor, crear una empresa con la que desarrollar una idea: la idea de los diez mil millones de dólares.

Una gota de sangre

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La idea era sencilla pero revolucionaria: crear un dispositivo manual que permitiera hacer análisis de sangre en tiempo real. Digo que era revolucionaria porque los análisis de sangre son, incluso hoy en día en pleno boom de la neuroimagen y la medicina nuclear, «las gafas más potentes de la medicina». La industria del análisis de sangre es una de las industrias clave de la medicina contemporánea y alguien con la capacidad para cambiarla valía su precio en oro.

Una década después, Fortune valoraría Theranos (una fusión entre ‘therapy’ – terapia – y ‘diagnosis’ – diagnóstico) en más de 9000 mil millones de dólares y Forbes diría que Holmes, con el 50% de las acciones, era «la mil millonaria hecha-a-sí-misma más joven del mundo«. Pero no nos adelantemos.

Al principio, fue el miedo a las agujas

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Holmes no era una joven cualquiera. Si hemos de hacer caso a su currículum, pasó la mayor parte de su adolescencia en China y antes de Theranos ya había creado una compañía de software que operaba en todo el sudeste asiático. Trabajó en un laboratorio de Singapur donde ayudó a desarrollar un ‘chip de ADN’ o microarray (una especie de microlaboratorio del tamaño de un chip) para detectar el SARS. El virus del SARS (síndrome respiratorio agudo grave) acababa de aparecer en Cantón en 2002 y se había expandido por buena parte de Asia arrastrando una tasa de mortalidad de casi el 20%.

Allí fue cuando, Holmes lo vio claro. No es que tuviera mucha idea sobre biología cuando comenzó las prácticas en aquel laboratorio pero en seguida se percató de que aquellas tecnologías tenían un potencial enorme. Su miedo por las agujas hizo el resto.

Desde aquel día de 2003 hasta hoy, Theranos ha cambiado mucho. Lo que parecía una empresa de software (el core del proyecto inicial tal como aparece en los primeros proyectos era fundamentalmente el software) se convirtió en una extensa red de punto de extracción y laboratorios. Todo con el sello de la empresa: lo que algunos llamarían ‘discreción’ y otros, directamente ‘secretismo’.

«La cultura de la compañía es que la confidencialidad es la esencia de su existencia«, dijo Holmes en una ocasión. Hoy sabemos por qué, pero durante muchos años lo cierto es que nadie se extrañó. En un mercado sanitario cuyo gasto parecía no tener fin, la biotecnología era un sector en auge y mantener en secreto una tecnología millonaria podía ser clave en el éxito de la compañía.

Y les funcionó. Durante la primera década de existencia, la promesa de integración nanobiotecnológica de Theranos levantó millones de dólares con bastante discreción. Para hacernos una idea de esto, basta con señalar que en el mundo startupil de Palo Alto lleno de congresos, actos y presentaciones, su primera declaración pública de importancia fue en marzo de 2009.

Una empresa que puede cambiar todo el sistema de salud

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Ese fue el comienzo del éxito. En julio de 2010, Theranos notificó a la Securities and Exchange Commision (algo así como la Comisión Nacional del Mercado de Valores americana) que había conseguido 45 millones de dólares en financiación.

Una vez hechos los deberes financieros, Holmes se volcó en atraer prestigio político y empresarial. En julio de 2013, Theranos fichó a Richard M. Konacevich, antiguo director ejecutivo de Wells Fargo (el cuarto banco más grande de Estados Unidos) que se sumaba a personajes como Henry Kissinger en su consejo de administración. Dos meses después, la compañía firma el mayor acuerdo comercial de su historia. Con Walgreens, que con 8177 establecimientos, es la segunda cadena de farmacias más grande de EEUU. Los directivos de Walgreens se dieron cuenta de que permitir a sus clientes hacerse análisis de sangre en sus propias tiendas podía ser un negocio tremendamente rentable y arrancaron con 40 establecimientos en Arizona.

Pero eso no era nada. 2014 fue el año clave de Theranos y de Elizabeth Holmes. Hasta 2013, la compañía había sido relativamente discreta. Pero en 2014, todas los grandes medios americanos empezaron a hablar de «la gran promesa biotecnológica». La TEDMED, la conferencia TED dedicada a la salud, la invitó a dar una conferencia. Theranos tenía 400 millones de fondos y la valoración se acercaba a los 9.000 millones de dólares. Para el doctor Delos M. Cosgrove, presidente de la Clínica Clevelan, Theranos tenía el potencial de darle la vuelta a todo el sector.

Algo huele a podrido en Palo Alto

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En febrero de 2015, un editorial del Journal of the American Medical Association escrito por John Ioannidis (profesor de Stanford y uno de los mayores expertos en la calidad de la evidencia científica) criticó duramente a Theranos por llevar más de una década «cambiando totalmente el sistema de salud» sin publicar ni un solo artículo en alguna revista biomédica.

En lo que algunos interpretan como una respuesta, unos meses después, Theranos envió uno de sus tests (para detectar una infección de herpes simple) ante la FDA; ésta lo aprueba. Lo que parecía un éxito enrome, fue el principio del fin. El Wall Street Journal comenzó a investigar y descubrió que pese a que la compañía comercializaba decenas de tests, hasta ese momento ningún otro había sido aprobado por las autoridades.

El reportaje, escrito por John Carreyrouvio la luz en octubre de 2015. Para ese momento, las dudas sobre la gran promesa de la biotecnología se acumulaban. La FDA no tardó ni 24 horas en suspender temporalmente la actividad de Theranos.

Desde ese momento, los informes se fueron sucediendo: el 25 de enero de este año salió uno del centro de gestión de Medicaid y Medicare (los dos grandes programas de cobertura sanitaria del país); el 31 de mayo, uno del regulador federal; el 18 de abril, de la fiscalía general. Todos fueron negativos. No sólo la mayoría de sus tests eran poco fiables y válidos; sino que los que sí funcionaban se hacían con tecnología comprada a Siemens. Una vez roto el secretismo, la revolución de Theranos no era mucho más que una pantomima muy bien ejecutada.

La semana pasada, el 7 de julio para ser exactos, se anunció una sanción de más de 10.000 dólares al día, se revocó la certificación de sus laboratorios y se inhabilitó a Elizabeth Holmes para tener o dirigir un laboratorio durante los próximos dos años.

La chica de los diez mil millones de dólares se había quedado en nada.

Más allá de Theranos

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En realidad, la historia de Holmes y su empresa refleja una de las grandes tensiones que el desarrollo tecnológico está originando: los tiempos y las lógicas del venture capital no son los tiempos y las lógicas de la investigación básica.

Es más, el sistema está lleno de incentivos perversos que no sólo afectan a la tecnología y a la sociedad, sino también a ideas tan aparentemente sencillas como la verdad y la mentira. Holmes y Theranos son un ejemplo perfecto de los riesgos que la transformación del mundo puede ocasionar. Pero también constituye un enorme estudio de caso sobre el que reflexionar y trabajar para aspirar a un mejor futuro biotecnológico.

Fuente: xataka.com, 14/07/16.

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Este es el final de Theranos: la firma biotecnológica tras «el fraude de los diez mil millones de dólares» se disolverá

Este es el final de Theranos: la firma biotecnológica tras "el fraude de los diez mil millones de dólares" se disolverá
Elizabeth Holmes

Por Toni Castillo.

La biotecnológica que prometía revolucionar los análisis de sangre con un prometedor y tecnológico sistema, Theranos, llega a su fin. Menos de un año tardó su fundadora, Elizabeth Holmes, en pasar de ser considerada la nueva estrella de Silicon Valley a ser calificada de un gran fraude.

Esta compañía ha notificado a sus accionista que se disolverá pronto, según asegura The Wall Street Journal. En un correo electrónico, Theranos explica que planea pasar los próximos meses pagando a los acreedores con los activos que le queden a la compañía.Theranos pone punto y final a su fraudulenta historia con su disolución

Esta disolución se produce tres meses después de que su responsable, la otrora admirada Elizabeth Holmes, fuera acusada por fiscales federales estadounidenses de perpetrar un fraude multimillonario. Habría engañado, presuntamente, a inversores, médicos y pacientes.

En el mensaje remitido a los financiadores de la startup médica, su director general, David Taylor, señaló que la compañía había dedicado sus últimos esfuerzos en encontrar un comprador, pero no fue posible. Es por eso que ahora Theranos pone punto y final a su fraudulenta historia.

De valorarse en más 9.000 millones de dólares a disolverse

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Theranos tenía como objetivo revolucionar el cuidado de la salud revolucionando, a su vez, los siempre necesarios análisis de sangre. ¿Cómo? Permitiendo realizar los estudios de nuestro tejido conectivo líquido en tiempo real mediante un dispositivo y una gota de sangre.

La iniciativa logró despertar el interés de numerosos inversores, entre ellos encontrábamos personajes de tanto renombre como Rupert Murdoch o Larry Ellison, y captar en su día decenas de millones. Además, llegó a valorarse por más de 9.000 millones de dólares.

Forbes añadiría que Elizabeth Holmes, con la mitad de las acciones, era «la mil millonaria hecha-a-sí-misma más joven del mundo».Lograron grandes acuerdos empresariales como el que rubricó con Walgreens, la segunda cadena de farmacias más grande de Estados Unidos

La fundadora de Theranos, tras conseguir financiación se dedicó a rodearse de prestigio político y empresarial, logró grandes acuerdos empresariales como el que rubricó con Walgreens, la segunda cadena de farmacias más grande de Estados Unidos. Poco más tarde, Holmes se convirtió en «la gran promesa biotecnológica», su presencia en conferencias se hizo habitual y la empresa acumulaba 400 millones en fondos. Y no era para menos, porque verdaderamente se creía que podía revolucionar el sector.

Sin embargo, un editorial del Journal of the American Medical Association publicado en 2015 criticó que pese a la década de historia de la compañía no habían publicado ni un solo artículo en revista biomédica alguna. Theranos, meses después, logró que uno de sus tests fuese aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos​​ de Estados Unidos, la FDA, y ese fue el principio del fin.

A partir de ahí se sucedieron las sospechas. Una investigación de Wall Street Journal puso de relieve en 2015 que, pese a comercializar decenas de test, solamente uno había sido aprobado. A partir de ahí la FDA suspendió temporalmente la actividad de Theranos y se inició un goteo de informes negativos sobre su situación, la poca fiabilidad y validez de sus análisis, así como la tecnología que estaba tras los que sí funcionaban, que era de Siemens y no de la empresa.La FDA suspendió temporalmente la actividad de Theranos y se inició un goteo de informes negativos sobre su actividad

Finalmente, durante el verano de 2016, se anunció una sanción de más de 10.000 dólares al día, se revocó la certificación de los laboratorios de Theranos y se inhabilitó a Elizabeth Holmes para la posesión o dirección de un laboratorio durante dos años. En marzo de este año, a juicio de la Comisión Norteamericana de la Bolsa y los Valores, la SEC, esta empresa es un fraude de más de 700 millones de dólares.

Elizabeth Holmes y Ramesh Balwani, su exdirector de operaciones, han sido acusados por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos de dos cargos de conspiración para cometer fraude electrónico y nueve cargos de fraude electrónico. De ser condenados, ambos se enfrentan a un máximo de 20 años de prisión y una multa de 250.000 dólares por cada uno de los delitos imputados. La de Theranos era una muerte anunciada.

Fuente: xataka.com, 05/09/18.

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