El populismo de la Corte Suprema

septiembre 1, 2016

El colegio de abogados cuestionó al tribunal

argentinaA través de un comunicado, el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires se manifestó en contra del fallo de la Corte Suprema por las tarifas del gas.

El Colegio enumera una serie de razones jurídicas que explican la discrepancia con el máximo tribunal. Como puntos centrales se encuentran la obligatoriedad de las audiencias y el costo del servicios.

«No existe disposición legal alguna que obligue a convocar a una audiencia pública para la fijación del precio del gas. La producción de gas no es un servicio público y no está regida por la ley 24.076, que regula solamente los servicios públicos de transporte y distribución de gas natural», explica el texto.

Además, hace referencia a la fijación de las tarifas, las que, de acuerdo con el directorio, deberán pactarse en función de los costos de producción y no de la capacidad de pago de los usuarios. «Se alienta el errado criterio de que las compañías prestadoras de servicios públicos sólo deben percibir las tarifas que los usuarios pueden pagar, sin relación alguna con los costos de generación del recurso.»

Asimismo, apoyan la argumentación a favor del Gobierno en la ley de emergencia económica, «que se encuentra plenamente vigente, habiendo sido prorrogada hasta 2017» y que permite al Ministerio de Energía y Minería «fijar tarifas provisorias en el marco de los acuerdos transitorios ya celebrados con las licenciatarias a cuenta de la revisión tarifaria integral».

Fuente: La Nación, 01/09/16.

Corte suprema 2016 Rosatti Maqueda Highton Lorenzetti

Horacio Rosatti, Carlos Maqueda, Elena Highton y Ricardo Lorenzetti.

.

.

El ambicioso plan del Gobierno detrás de la tortura a Fayt

mayo 10, 2015

El ambicioso plan del Gobierno detrás de la tortura a Fayt

Por Joaquín Morales Solá.

El caso Fayt develó uno de los proyectos más ambiciosos del cristinismo, pero también reveló hasta dónde está dispuesto a llegar para lograr sus propósitos. Hasta la tortura psicológica de un hombre anciano. Perseguido, acosado y humillado, Fayt, que tiene 97 años, es sometido a niveles excesivos de un estrés inútil. Su vida podría correr peligro. Ayer, el juez Fayt habló por radio, obligado por el Gobierno a demostrar que está vivo, que piensa y puede expresarse. ¿Qué es eso si no un degradante tormento? Con los rasgos habituales de cierto progresismo (la humanidad es bella, pero el ser humano más cercano merece ser maltratado), el cristinismo está dispuesto a remover a Fayt como quien elimina un obstáculo despreciable. Fayt es la llave que mantiene activa la Corte Suprema de Justicia.

Cristina Kirchner ordenó esa operación y ella la monitorea personalmente. ¿Alguna duda? Ninguna después de que Hebe de Bonafini montara su habitual show estalinista de juicios populares, esta vez contra Fayt. Bonafini suele ayudar de esa manera a las soluciones que necesita el kirchnerismo.

También el protagonismo permanente en el caso de Aníbal Fernández o de Carlos Kunkel le pone el sello de autenticidad presidencial a la operación. O la designación de una diputada de La Cámpora, el reservorio del cristinismo más puro, al frente de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados. No hay dudas: el operativo de acoso y derribo de Fayt está dirigido por la Presidenta.

Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte, se equivocó cuando deslizó que estaba dispuesto a renunciar por cansancio moral. Esa debilidad anímica duró pocas horas, hasta que lo hicieron comprender que no podía rendirse ante algunos voceros oficiales. Lorenzetti modificó su decisión luego de una larga conversación con otro juez de la Corte, Juan Carlos Maqueda. La eventual renuncia de Lorenzetti habría dejado más solo a Fayt, que tiene una especial confianza en el presidente de la Corte. Lorenzetti es el enemigo actual más detestado por el cristinismo, pero el objetivo final es la renuncia de Fayt, no la de Lorenzetti. El presidente de la Corte habría seguido siendo juez del tribunal, aún si hubiera renunciado como titular del cuerpo. Es el integrante más joven de la Corte.

El cristinismo dispara a veces contra el espejo. La mayor objeción que hicieron a Fayt es que habría firmado en su casa el acta del acuerdo que reeligió a Lorenzetti como presidente por tres años más. Es una práctica habitual entre los jueces de la Corte. No obstante, si se aplicara el rígido criterio cristinista al Estado en general, todos los decretos de necesidad y urgencia de Néstor y Cristina Kirchner serían nulos. El artículo 99, inciso «c», de la Constitución, que regula las atribuciones del Poder Ejecutivo, señala que ese poder «no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable emitir disposiciones de carácter legislativo».

cfk va a la guerraPor eso, fija también las estrictas condiciones que deben respetarse para los decretos de necesidad y urgencia, posibles sólo en «circunstancias excepcionales». Los decretos de necesidad y urgencia tienen tanto poder como las leyes que sanciona el Congreso. Esos decretos, dice textualmente la Constitución, «serán decididos en acuerdo general de ministros, que deberán refrendarlo conjuntamente con el jefe de Gabinete». «El jefe de Gabinete personalmente y dentro de los diez días someterá la medida, concluye, a consideración de la Comisión Bicameral Permanente del Congreso». La Constitución estipula, incluso, los asuntos en los que no podrán usarse esos decretos, como las cuestiones electorales o de partidos políticos. Dice «en acuerdo general» y no «con» el acuerdo general de los ministros. Es decir, en reunión de todo el gabinete. El espíritu de los constituyentes de 1994 fue recrear en el Ejecutivo un debate sobre esos decretos parecido al que son sometidas las leyes en el Congreso. Es la única decisión del Poder Ejecutivo que la Constitución somete al acuerdo general de ministros.

Ninguno de los dos Kirchner reunió jamás al gabinete de ministros, los dos firmaron muchos decretos de necesidad y urgencia, y ningún jefe de Gabinete llevó personalmente esos decretos al Congreso. Los ministros de los Kirchner firmaron, y firman, esos decretos en sus despachos o en sus casas y no saben, la mayoría de las veces, qué están firmando. Es Cristina Kirchner, y no Fayt, la que viola explícitamente la Constitución con la firma de los documentos más importante del Gobierno.

¿Por qué Fayt? Porque es un hombre viejo al que pueden golpear con saña, pero hay otra razón. La renuncia de Fayt dejaría a la Corte con tres miembros de los cinco que la componen: Lorenzetti, Maqueda y Elena Highton de Nolasco. Todas las decisiones de la Corte deberían ser, en ese caso, por unanimidad. Tres son la mayoría de cinco. No se podría armar una mayoría de dos a uno, por ejemplo, porque el número de la Corte es más amplio que el de tres. Si se fuera Fayt, la Corte quedaría paralizada en los temas en que no hubiera unanimidad o debería convocar como conjueces a presidentes de las Cámaras Federales. Mientras esté Fayt, en cambio, la Corte puede decidir por tres votos a uno. En los pocos casos que se han dado hasta ahora, la mayoría de tres la integra Fayt junto con Lorenzetti y Maqueda. La minoría es el voto de Highton de Nolasco. Esa jueza se ofendió cuando propusieron a Roberto Carlés como miembro del tribunal; no puede concebir que el Gobierno haya pretendido colocar a ese jurista sin antecedentes ni experiencia en el máximo tribunal de justicia del país, que ella integra.

Sin embargo, Highton es una mujer emocionalmente cercana a los intereses del Gobierno. Suele sentir también una identificación de género con la Presidenta, a la que considera una mujer luchadora y sola. Reconquistarla es el propósito siguiente del cristinismo si pudiera derrocar antes a Fayt. En muchos temas altamente sensibles para el Gobierno no pueden descartarse finales de dos a uno en las votaciones de la Corte.

¿Hay temas sensibles por venir? Los hay. La cautelar que protege al Grupo Clarín de las tropelías de Martín Sabbatella, decidida por un juez de primera instancia y ratificada por una Cámara, acaba de ingresar a la Corte. La competencia por la investigación de lavado de dinero en empresas de la familia presidencial podría llegar también a la Corte. Sucedería si la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia y la Cámara Federal de la Capital emitieran decisiones contradictorias sobre dónde debe hacerse la investigación, que hoy lleva el juez Claudio Bonadío en la Capital. El caso iría primero a la Cámara de Casación y terminaría irremediablemente en la Corte Suprema, que es la que fija la competencia definitiva de los jueces.

También está en la Corte la decisión de un juez que frenó la designación masiva y arbitraria de fiscales por parte de Alejandra Gils Carbó. El dictamen de ese juez fue respaldado por una Cámara Federal. Casación podría resolver en los próximos días sobre la constitucionalidad del tratado con Irán. Según la información que trasciende, Casación suscribiría la definición de inconstitucional de ese tratado que decidieron un juez de primera instancia y una Cámara Federal. Después de que se expida Casación, el caso caerá en manos de la Corte Suprema. Sería improbable que la Corte modificara tres fallos anteriores que habrían declarado inconstitucional el tratado con Irán. Es improbable, vale aclarar, en una Corte con Fayt como juez.

En varios de esos expedientes, en efecto, puede adelantarse el voto a favor del Gobierno de Highton de Nolasco y el voto contrario de Fayt. Muchos de esos casos podrían resolverse en los próximos meses, antes o después de las elecciones presidenciales.

Sólo observando el papel actual de Fayt en la Corte y los temas que deberá tratar ese tribunal explican la ofensiva contra un magistrado anciano, frágil y lúcido. Un juez vale o no vale por sus sentencias. ¿Qué dictamen de Fayt podría catalogarse de disparatado, desubicado o erróneo? Ninguno. Sucede que la sola presencia de Fayt amenaza con desmontar parte de la panoplia kirchnerista. Pasa sólo eso. Es disparatado, en cambio, que Cristina Kirchner haya hecho redactar un proyecto para ampliar la Corte de cinco a nueve miembros, cuando fue ella la que bajó el número a cinco por respeto a la cantidad histórica de miembros del tribunal. El nuevo proyecto ya está escrito. Es el regreso audaz al menemismo y sus peores prácticas, la hipocresía de criticar lo que se remeda, el descenso de la gloria en alpargatas.

Fuente: La Nación, 10/05/15.

 

.

La Corte Suprema preocupa a Cristina Kirchner

abril 16, 2015

La Corte desvela a la Presidenta

Por Carlos Pagni.

CFK presaHay un rasgo constitutivo del kirchnerismo: su relación con el tiempo. Como toda variante populista, sacraliza el presente e ignora lo que está por venir. La predilección por el consumo en detrimento del ahorro, o el menosprecio por la inversión en favor del gasto, son sólo algunas manifestaciones de esa escala de valores. Hay un campo, sin embargo, en el que esta regla no se verifica: la política judicial. La prevención frente a lo que pueda ocurrir en los tribunales inspira en Cristina Kirchner una inesperada obsesión frente al mañana. Es una inquietud que desborda la función pública y se infiltra en el terreno familiar. Ella teme que Máximo, su hijo, atraviese alguna desagradable peripecia por las investigaciones sobre la desprolija economía familiar. Es imposible entender la conducta del Gobierno si se deja de lado esta preocupación: su hiperactividad institucional es un intento desesperado por modelar el futuro.

En esta batalla por la seguridad jurídica del propio clan, la Presidenta sufrió anteayer una derrota. En cinco líneas, los ministros de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Juan Carlos Maqueda, rechazaron el recurso extraordinario que había planteado el ex juez Juan José Galeano para que no se reabriera una causa en la que había sido sobreseído por el ex juez Gabriel Cavallo. A Galeano se lo había acusado de pagar 400.000 dólares a Carlos Telleldín, para que modifique una declaración sobre el destino de la camioneta que se habría utilizado para la voladura de la AMIA. Galeano será juzgado de nuevo.

Con su pronunciamiento, la Corte tomó posición en un debate con consecuencias inquietantes. Convalidó la doctrina de la cosa juzgada fraudulenta o írrita. Esa teoría sostiene que los procesos penales que se declararon concluidos pueden reabrirse si se demuestra que el juez no tuvo voluntad o fue impedido de investigar. En el contexto actual, la discusión abre interrogantes muy concretos. Por ejemplo, ¿la señora de Kirchner podría ser enjuiciada de nuevo por enriquecimiento ilícito? Ella, igual que su esposo, fue absuelta por Norberto Oyarbide de ese delito. Ambos habían sido acusados porque, entre 2003 y 2009, multiplicaron su patrimonio en un 572 por ciento. Sin embargo, Oyarbide cerró la causa con extraordinaria rapidez, considerando la opinión del cuerpo contable de la Corte y de un perito ofrecido por los Kirchner: su propio contador.

El juez Julián Ercolini también había sobreseído a los Kirchner por la misma falta. El fiscal, Eduardo Taiano, no apeló el pronunciamiento porque, según trascendió, habrían secuestrado a su hijo para que no lo hiciera. Hay más ejemplos: Claudio Bonadio sobreseyó a los secretarios privados de la Presidenta, que se enriquecieron más de 60 veces en sólo cinco años. Y el fiscal Guillermo Marijuan no pidió que se revise la sentencia.

Es comprensible que alguien tan acostumbrado a la clemencia como Cristina Kirchner, ante la primera pregunta incómoda, denuncie la formación de un partido judicial. Ayer, los camaristas Martín Irurzun, Horacio Cattani y Eduardo Farah confirmaron el procesamiento de los fiscales Carlos Gonella y Omar Orsi, acusados de proteger a Lázaro Báez, presunto testaferro de la familia presidencial a quien se investiga por la sospecha de lavado de dinero. Gonella y Orsi pertenecen a Justicia Legítima, la agrupación de miembros del Poder Judicial adictos al Poder Ejecutivo.

El cambio de vida de los funcionarios ha sido tan asombroso que modificó su noción de precios y valores. Sin ir más lejos, la señora de Kirchner se vanaglorió anteayer de que la tarjeta Argenta, con la que su gobierno subsidia el consumo popular, incluya a una de las peleterías más lujosas de Buenos Aires, Charles Calfún, de la que ella misma es desde hace años apreciadísima clienta. Estos desatinos estimulan a quienes pretenden que se revisen las fuentes de tanta prosperidad individual. Pero esa aspiración opaca causas más relevantes: ¿podría revertirse en el futuro la decisión del juez Daniel Rafecas, convalidada por los camaristas Eduardo Freiler y Jorge Ballestero, de no investigar la denuncia por encubrimiento de los criminales de la AMIA, que formuló contra Cristina Kirchner el fiscal Alberto Nisman? Es una incógnita prematura. Hay que esperar a que se pronuncie el fiscal de Casación Javier de Luca, a quien llegará la apelación de su colega Germán Moldes. Según Moldes, la Cámara demoró el envío para que el caso le tocara a De Luca, otro militante de Justicia Legítima. Moldes, y tal vez los camaristas, presumen que De Luca es otro Gonella.

La doctrina de la cosa juzgada írrita ha sido muy debatida en los últimos meses. Una de las razones fue la publicación del libro del penalista Federico Morgenstern, Cosa juzgada fraudulenta. Morgenstern defiende la posibilidad de que se vuelva a tratar un expediente cuando se demuestra que fue cerrado al cabo de un «juicio farsesco».

La sanción del nuevo Código de Procedimientos agitó más la discusión. El kirchnerismo logró que se establezca, en el artículo 5, que sólo se puede revisar una sentencia definitiva si es a favor del condenado. Durante el tratamiento parlamentario de la reforma, Juan Martín Mena, entonces subsecretario de Política Criminal y ahora de la ex SIDE, defendió la cláusula porque «es muy peligroso que los procesos terminados puedan reabrirse». En cambio, el camarista de Casación Mariano Borinsky apuntó que la advertencia es redundante, porque el Código actual ya la garantiza. Según Borinsky, el artículo induce a una mala interpretación: que no pueda juzgarse por segunda vez un caso que fue saldado mediante un fraude. El senador Ernesto Sanz y las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso se alinearon con esta posición.

Los juristas cercanos al Gobierno creen que sólo debería aceptarse el criterio de la cosa juzgada fraudulenta en causas de derechos humanos. Morgenstern los objeta recordando que la Corte Interamericana ordenó que se vuelva a investigar el asesinato del policía Jorge Gutiérrez, que perseguía a los delincuentes de la «aduana paralela». El CELS, una organización kirchnerista, abogó por reabrir la causa, basándose, entre otras razones, en un peritaje de Alejandro Rua, entusiasta defensor de funcionarios.

De cinco a nueve

El riesgo que supone la tesis habilitada por la Corte agrega urgencia a la principal gestión que Carlos Zannini lleva a cabo en estos días: la ampliación del número de miembros de la Corte, de cinco a nueve. Aníbal Fernández dijo que no se estaba considerando esa posibilidad. Hizo bien. La divulgación prematura frustraría la iniciativa.

Zannini pretende abrir la discusión después de octubre, cuando se sepa quién será el próximo presidente. Presume que el nuevo mandatario estará interesado en contar con juristas de confianza en el máximo tribunal. Por lo tanto, convalidaría una ley para cambiar la composición. El segundo paso sería pactar la designación de los nuevos magistrados. Zannini calcula que, presionando más a Carlos Fayt, se podrían poner sobre la mesa seis butacas.

El modo de repartirlas es todavía brumoso. El kirchnerismo pretende dos lugares. El peronismo federal, otros dos. Es un actor clave: Zannini negocia que ese bloque habilite los dos tercios necesarios para las designaciones. Cree que una forma de sumarlo es garantizar a Adolfo Rodríguez Saá una sentencia favorable a San Luis en la querella por la coparticipación. Las otras dos posiciones serían ofrecidas a quien gane las elecciones.

El kirchnerismo no consiguió ayer el número para designar a Roberto Carlés en la Corte. Pero tampoco retiró el pliego. Tal vez pretenda relanzarlo en octubre. Carlés sigue siendo promovido como «el juez del Papa». La caracterización se debe a un malentendido. Este abogado se acercó a Jorge Bergoglio de la mano de una amiga común, la fallecida Alicia Oliveira. Francisco vio con buenos ojos a Carlés. Pero todo cambió cuando advirtió que, como buen discípulo de Raúl Zaffaroni, el abogado estaba a favor de la despenalización del aborto. Pícaros, los kirchneristas insisten: «A Carlés lo mandaron desde Roma».

El verdadero candidato de la Casa Rosada para ocupar la Corte es otro: el propio Zannini. Originalidad cero. En Santa Cruz, este cordobés empezó siendo ministro de Kirchner y, en 1999, fue transferido al Superior Tribunal, donde ejerció la presidencia.

El Gobierno espera que la jugada de Zannini, hoy observada como un asalto a la Justicia para garantizar la impunidad de la Presidenta y su familia, sea vista en octubre como un pacto de gobernabilidad con el luminoso líder que emerja de las urnas.

Siempre habrá otro modo de analizar los hechos. Por ejemplo, el 22 de noviembre de 2006, la entonces senadora Cristina Kirchner se quejó de que el Poder Judicial se hubiera administrado siempre «con un toma y daca». Estaba defendiendo en el recinto de la Cámara alta su proyecto de reducción del número de miembros de la Corte, de 9 a 5. Esa noche prometió: «Se cierra un ciclo para este gobierno y para los que vengan, de cómo se deben manejar las instituciones». En esa época todavía no pensaba en el futuro.

Fuente: La Nación, 16/04/15.

cfk y nk corruptos 01

 

los impuestos empobrecen

 

 

.