El ruido es una falla en el juicio humano muy difícil de detectar
enero 17, 2022
Daniel Kahneman sobre el «ruido»: es una falla en el juicio humano más difícil de detectar que los prejuicios o el sesgo cognitivo
«Ruido» es el nombre del último trabajo de Daniel Kahneman, premio Nobel por su trabajo pionero con su colega psicólogo israelí Amos Tversky sobre cómo los sesgos cognitivos moldean el juicio. Su trabajo, que comenzó a fines de la década de 1960, sentó las bases para el nuevo campo de la economía del comportamiento, que desafió la ortodoxia económica de que las decisiones son racionales.
Por Ben Newell.
Imagine a dos médicos a los que se les presenta información idéntica sobre el mismo paciente con diagnósticos muy diferentes. Ahora imagine que la razón de la diferencia es que los médicos han hecho su diagnóstico por la mañana o por la tarde, o al principio o al final de la semana.
Esto es «ruido», la razón por la que los juicios humanos que deberían ser idénticos varían. Daniel Kahneman, uno de los psicólogos más conocidos del mundo y ganador del Premio Nobel de Economía en 2002, aborda el fenómeno en su último libro, Noise: A Flaw in Human Judgment.
Kahneman ganó su Premio Nobel por su trabajo pionero —con su colega psicólogo israelí Amos Tversky— sobre cómo los sesgos cognitivos moldean el juicio. Su trabajo, que comenzó a fines de la década de 1960, sentó las bases para el nuevo campo de la economía del comportamiento, que desafió la ortodoxia económica de que las decisiones son racionales.
El libro anterior de Kahneman, Thinking, Fast and Slow (Pensar, rápido y lento), publicado en 2011, atrajo gran parte de este trabajo a la atención de una audiencia más amplia y consolidó su reputación como una figura fundamental en la comprensión del comportamiento humano.
En Ruido, escrito junto a Olivier Sibony y Cass Sunstein, explora un fenómeno diferente al sesgo cognitivo.
El sesgo es un proceso psicológico y se puede detectar en el juicio individual, me explicó el genial de 87 años cuando lo entrevisté (vía video) para el Centro de Ideas de la UNSW. «Pero no podemos identificar el ruido en un juicio en particular». En cambio, debemos mirar conjuntos de juicios para identificar el ruido.
El ruido es un concepto estadístico
El nuevo libro de Kahneman presenta varios casos convincentes de los negocios, la medicina y la justicia penal en los que los juicios parecen variar sin una «buena» razón.
Un ejemplo es el análisis de huellas dactilares, en el que el mismo analista hace diferentes juicios sobre la misma impresión en diferentes momentos. Si el analista solo tiene la huella digital para mirar, y no tiene otra información sobre el caso, y decide que en una ocasión es una coincidencia y en otra no es concluyente, eso es ruido.
Si, por otro lado, el analista cambia de opinión debido a información adicional (por ejemplo, se le dice que la evidencia balística sugiere una conclusión diferente), eso es sesgo.
Ambos son un problema, dice Kahneman. Pero debido a que el ruido solo se puede identificar en las estadísticas, es más difícil pensar en él y, por lo tanto, tiende a pasar desapercibido.
Ruido en los juicios del sistema
El libro de Kahneman analiza muchos tipos diferentes de ruido, pero la discusión más significativa se relaciona con el ruido del sistema: la variabilidad en las decisiones que surgen en sistemas destinados a producir juicios uniformes.
Hay muchas situaciones en las que la diversidad de opiniones no es muy deseable. «El ruido es la variabilidad donde no lo quieres», dijo Kahneman.
Piense en el sistema judicial que produce sentencias o en el sistema de suscripción para establecer las primas de seguros. Estos sistemas están destinados a hablar con «una sola voz». Queremos que las sentencias judiciales reflejen el crimen, no el juez que escucha el caso. Queremos que dos suscriptores con exactamente la misma información calculen primas iguales o similares.
El desafío, entonces, es identificar la variabilidad no deseada y luego hacer algo para mitigarla.
El problema de la intuición
Sobre esto, el libro ofrece una idea clave que puede aplicar a su propia toma de decisiones: resista la “intuición prematura”, la sensación de que “sabe” algo cuando si no está seguro de por qué lo sabe.
En algunos casos, la intuición es muy útil para tomar decisiones instantáneas. En otras situaciones, menos críticas en el tiempo, Kahneman dice que los juicios basados en sentimientos intuitivos deben ser disciplinados y retrasados.
Actúe sobre la base de la intuición solo después de haber hecho una consideración equilibrada y cuidadosa de la evidencia, aconsejó. En la medida de lo posible, recopile esa evidencia de diversas fuentes y de personas que hayan hecho su propio juicio independiente de la evidencia.
Sin esto, dijo Kahneman, el ruido se puede amplificar fácilmente.
Pasando a la inteligencia artificial
Una respuesta a la prevalencia del ruido en los juicios es recurrir a las máquinas y dejar que las computadoras decidan.
Kahneman aún no es un entusiasta. Él cree que la inteligencia artificial va a «producir grandes problemas para la humanidad en las próximas décadas» y no está preparada para muchos de los dominios en los que se requiere juicio.
Sin embargo, a largo plazo, ve un mundo en el que es posible que “no necesitemos personas” para tomar muchas decisiones. Una vez que sea posible estructurar los problemas de manera regular y acumular suficientes datos sobre esos problemas, los jueces humanos podrían volverse superfluos.
Hasta entonces, queda mucho por hacer para reducir el error humano mejorando el juicio humano, en lugar de eliminarlo subcontratando las decisiones a las máquinas.
Conocer el ruido (y los prejuicios) ayudará con ese objetivo.
Ben Newell es profesor de psicología de la Universidad de New South Wales en Australia. Una grabación de la conversación completa de Daniel Kahneman con Newell está disponible en el sitio web del Centro de Ideas de la UNSW.
© The Conversation. Republicado con permiso.
Fuente: redaccion.com.ar, 08/06/21.
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Los remordimientos por haberse perdido el mercado alcista
marzo 18, 2014
Recientes ganancias y pérdidas alteran nuestra evaluación del Riesgo. <>
Los remordimientos por haberse perdido el mercado alcista.
Por Jason Zweig.
Podría haber sido.
Estas palabras no son sólo las más tristes para los amantes, como escribió el poeta John Greenleaf Whittier, sino también para los inversionistas.
El dolor de haberse perdido las ganancias del mercado bursátil estadounidense, cuyo valor se ha triplicado desde marzo de 2009, es casi insoportable para muchos inversionistas que han estado mirando desde afuera, dicen asesores financieros.
Algunos de los que se retiraron de la renta variable hace cinco años ahora no dejan de pensar en lo ricos que serían si hubieran mantenido sus inversiones, mientras que otros se deprimen al escuchar a amigos alardear de sus grandes retornos.
Al psicólogo Daniel Kahneman, quien ganó el premio Nobel de Economía en 2002, le gusta decir que una de las claves de invertir con éxito es anticipar debidamente su arrepentimiento.
Aprender de los lamentos de otros podría ayudarlo a minimizar sus angustias más adelante, si entiende cómo reformular sus arrepentimientos y hacer cambios graduales en su plan de inversión que podrían evitar que actúe de manera apresurada.
Jim MacKay, de MacKay Financial Planning, dice que dos parejas que son nuevos clientes de su firma retiraron casi todo su dinero de acciones estadounidenses a fines de 2008 y principios de 2009 y lo han mantenido en efectivo.
Tras el alza de 32% de la bolsa estadounidense el año pasado, cuenta MacKay, estas parejas no podían creer lo que habían hecho y le pidieron que reasignara de una al menos la mitad de su dinero a acciones.
Varios asesores financieros me contaron de clientes que les pidieron transferir todo o casi todo su dinero a acciones. En general, los que más perdieron en 2008 y 2009 —y que rogaron por retirarse completamente del mercado bursátil— ahora son los más ansiosos por regresar.
«Algunos inversionistas tienen un deseo abrumador y contraproducente de ajustar su asignación de activos basado en recientes resultados», afirma Frank Armstrong, presidente de Investor Solutions, una firma de asesoría financiera de Miami. «Mientras que los mercados son razonablemente eficientes, muchos inversionistas son irremediablemente ineficientes».
Los retornos recientes pueden distorsionar su comportamiento por varias razones. Si se ha beneficiado del alza bursátil, podría sentir que puede darse el lujo de asumir riesgos adicionales con las ganancias obtenidas, tal y como lo hacen los apostadores en los casinos después de obtener un gran premio. Asimismo, si se perdió una gran oportunidad, podría desesperadamente tratar de por lo menos alcanzar al nivel de riqueza que habría tenido si se hubiera quedado en la bolsa.
Recientes ganancias y pérdidas cambian la manera en que el cerebro humano evalúa el riesgo, según un estudio que será publicado en la revista de psicología Journal of Economic Behavior & Organization. Las personas son casi 20% más propensas a asumir un riesgo después de haber tenido una ganancia o una pérdida que tras registrar un resultado neutro, indica el estudio.
¿Cómo puede controlar mejor los remordimientos de una inversión?
Primero, haga lo que recomienda Eric Johnson, psicólogo y director del Centro de Ciencias de la Decisión de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia: «reformulación terapéutica», o ver la misma evidencia desde un ángulo distinto.
Si se está arrancando los pelos porque retiró parte de sus inversiones en acciones, concéntrese en el hecho de que no se salió por completo. En lugar de lamentar cuánto habrían subido sus retornos en los últimos cinco años si no hubiera reducido su exposición a la bolsa en 2008 y 2009, deténgase a calcular qué tan más bajo habría sido su desempeño si hubiera vendido todo.
Si siente que debe comprar más acciones para nivelarse, hágalo de manera gradual durante el próximo año o dos en apuestas mensuales iguales, sugiere MacKay. Esto es especialmente importante si toma en cuenta que las acciones estadounidenses cayeron 57% entre 2007 y 2009.
Al regresar de forma gradual, tendrá menos remordimientos si la bolsa se vuelve a derrumbar.
Fuente: The Wall Street Journal, 18/03/14.
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Daniel Kahneman
Daniel Kahneman es un psicólogo de nacionalidades estadounidense e israelí, nacido en Tel Aviv en 1934. En 2002, conjuntamente con Vernon Smith, le fue concedido el «Premio Nobel» de Economía por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre. Es llamativo que Kahneman ganara el Premio Nobel de Economía siendo psicólogo de profesión, aunque erróneamente en algunas fuentes se le cita como economista.
La principal contribución de Kahneman a la ciencia económica consiste en el desarrollo, junto a Amos Tversky, de la denominada teoría de las perspectivas (prospect theory), según la cual los individuos toman decisiones, en entornos de incertidumbre, que se apartan de los principios básicos de la probabilidad. A este tipo de decisiones lo denominaron atajos heurísticos.
Una de las manifestaciones de los atajos heurísticos es la aversión a la pérdida. De este modo, un individuo prefiere no perder 100 dólares antes que ganar 100 dólares, lo cual supone una asimetría en la toma de decisiones.
La importancia de las investigaciones de Kahneman radican en su utilidad para modelar comportamientos no racionales, que se apartan de la concepción neoclásica del homo economicus y se aproximan a la teoría keynesiana y algunas teorías del ciclo económico.
Fuente: Wikipedia, 2014.