La población del mundo envejece

septiembre 5, 2024

Para el 2050 la población mundial empezará a decrecer y a envejecer peligrosamente

Por Steven W. Mosher.

El mundo se está quedando sin niños. Las tasas de natalidad caen en picada.  Comenzó en la Europa de la posguerra y en las décadas posteriores se ha extendido a todos los rincones del planeta.

Muchas naciones ya están sintiendo esta espiral de muerte, y cada año se llenan más ataúdes que cunas.

Sólo el año pasado, Japón perdió casi un millón de personas, mientras que Polonia perdió 130.000.

Sin embargo, la historia más dramática es la de China, hogar de una sexta parte de la población mundial.

La devastación que ha causado durante décadas la política de un solo hijo ha llevado a una decadencia absoluta a esa nación que durante siglos fue la más poblada del mundo.

China finalmente admitió que su población estaba disminuyendo, pero muchos demógrafos creemos que en realidad las cifras han estado decreciendo durante casi una década.

La cifra oficial de población del gobierno chino de 1.440 millones también exagera enormemente las cifras reales:  algunos analistas dicen que tienen una sobreestimación de 130 millones de personas.

India ya superó a China en población y sigue creciendo, pero no por mucho tiempo.

El gobierno de India informó en 2021 que cada mujer en ese país tiene un promedio de solo dos hijos en toda su edad reproductiva, muy por debajo de los 2,25 necesarios para sostener la población actual.

La misma historia se está repitiendo en todo el mundo: las tasas de natalidad en Iberoamérica, Oriente Medio e incluso África no sólo están cayendo, sino que se están desplomando.

La tasa global de fecundidad actual de las mujeres tunecinas, por ejemplo, se estima en 1,93.

El resultado de todos estos vientres vacíos es que la humanidad acaba de alcanzar un hito importante, pero ciertamente no es uno que debamos celebrar.

Por primera vez en los 60.000 años en que los seres humanos habitan el planeta, no estamos teniendo suficientes bebés para reemplazarnos. No es de extrañar que Donald Trump haya sugerido proporcionar FIV gratuita a todos los estadounidenses “porque necesitamos más bebés”, afirmó en Michigan.

La población seguirá creciendo hasta mediados de siglo debido a que la expectativa de vida es cada vez más larga. Pero cuando este impulso demográfico termine (y terminará), alcanzaremos un segundo hito sombrío en la trayectoria descendente de la humanidad:

Por primera vez desde la Peste Negra de la Edad Media, el número de personas en el mundo disminuirá.

La peste bubónica del siglo XIV fue la peor pandemia de la historia de la humanidad. Acabó  con  la mitad de la población de Europa y quizás con un tercio de la población de Oriente Medio.

Pero mientras esta plaga llenaba fosas comunes, los sobrevivientes seguían llenando cunas. Y como la tasa de natalidad se mantuvo alta, le tomó aproximadamente un siglo, pero la población mundial se recuperó.

Esta vez, puede que no seamos tan afortunados. Todos los factores que influyen en la fertilidad, desde las tasas de matrimonio hasta la urbanización y los niveles de educación, están haciendo que los nacimientos disminuyan.

Ahora bien, quizás no haya sabido hasta ahora acerca de la escasez de nacimientos actual.

Y esto es porque agencias internacionales poderosas como el Fondo de Población de las Naciones Unidas o el Banco Mundial han hecho todo lo posible para mantenerlo fuera del alcance de la opinión pública.

Es más, a estas agencias, creadas durante el auge de la histeria sobre la “superpoblación” en los años 1960, les gusta sobreestimar los nacimientos en un país y aumentar las cifras de población en otro.

Por ejemplo, la ONU, en su informe anual Perspectivas de Población Mundial, afirma que el año pasado nacieron 705.000 bebés en Colombia, cuando el propio gobierno del país estima la cifra en sólo 510.000.

Y esta diferencia no podría considerarse un error de redondeo.

Tampoco lo es la afirmación de la ONU de que las mujeres de India siguen teniendo un promedio de 2,25 hijos, lo que desafía las propias estadísticas publicadas del país, que muestran que ahora esa cifra está por debajo de los 2,0.

Toda esta manipulación de cifras permite a la ONU afirmar que la tasa de fertilidad total mundial el año pasado fue de 2,25, todavía por encima del nivel de reemplazo.

Incluso se equivoca respecto de la tasa de reemplazo de fertilidad, que dice que es de 2,1 hijos por mujer.

Esto es erróneo porque en muchos países el aborto por selección de sexo distorsiona fuertemente la proporción de sexos a favor de los niños.

Para compensar las decenas de millones de niñas no nacidas que faltan en China, India y otros países asiáticos, esos países necesitan entre 2,2 y 2,3 niños en promedio.

La ONU exagera las cifras humanas por la misma razón que la administración Biden-Harris exagera las cifras de empleo: para obtener ganancias financieras y supervivencia política.

Hay miles de millones de dólares en juego para esas agencias internacionales cuya financiación se alimenta del oscuro temor al aumento del número de seres humanos.

El movimiento de control de la población no tiene intención de irse en silencio a la tumba, aunque sigue cavando la de la humanidad, y por eso alimenta este miedo irracional e infundado.

No es cierto que la población mundial esté creciendo de forma explosiva. Lo cierto es que está a punto de colapsar. Por eso es hora de poner fin a la guerra contra la población.

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Steven Mosher es presidente de Population Research Institute y autor de  “Population Control: Real Costs , Illusory Benefits”

(*) Publicado originalmente en inglés en el New York Post, Agosto 31.

Fuente: adelanteespana.com, 05/09/24


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¿Hay que promover la Eutanasia?

diciembre 21, 2022

El peligro de la elasticidad de la demanda de eutanasia

Imagen de El peligro de la elasticidad de la demanda de eutanasia

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Uno de los aspectos más preocupantes de la eutanasia es que la demanda de “muerte digna” no es plana. O sea, no es que haya un porcentaje de la población, pongamos que el 0,01%, que sufre muchísimo por lo que sea y quiere morirse y algo hay que hacer, acertado o no, para solucionar el problema de ese 0,01% de la población que no quiere vivir.

Obviamente una primera discusión ya sería si a ese 0,01% de la población hay que ayudarle a morir o más bien a dejar de sufrir o incluso ayudarle a darle un sentido a su sufrimiento. No obstante, siendo ese un asunto clave, otro aspecto verdaderamente preocupante es la elasticidad de la demanda de eutanasia, la demanda de muerte.

Cuando una sociedad establece que la vida de una persona mayor, un tetrapléjico, un ciego, una violada o cualquier otra que reclame la eutanasia es indigna, no sólo abre un cauce para eliminar a ese porcentaje de mayores, tetrapléjicos, ciegos o violadas que quieren morirse. De algún modo lo que se está diciendo al justificar la eutanasia de estas personas alegando que su vida es indigna, es indicar a todos los mayores, todos los ciegos, todos los tetrapléjicos o todas las violadas que no quieren morirse que su vida también es indigna. Si la vida de tal persona es indigna por estar en tal o cual situación y tú estás en la misma situación, tu vida también es indigna.

¡Deberían aplicar la eutanasia a Christine Lagarde!

Esta sensación queda bastante ratificada cuando, por ejemplo, alguien ve que cuando intenta suicidarse una persona joven, sana, que puede subirse ella sola a una azotea y lanzarse al vacío, sin embargo tratamos de impedirlo. Pero si una persona está postrada y no puede matarse por sí misma, entonces hay que ayudarla. Es decir, impedimos que se mate al que puede matarse sólo y ayudamos a matarse al que no puede hacerlo. Parece todo bastante paradójico. En realidad, si aprobamos la eutanasia habría que cuestionarse el sentido de que el 112 atienda llamadas advirtiendo de que hay una persona subida a una azotea con la aparente intención de lanzarse al vacío. El 112 debería dejar al suicida en paz, en todo caso limitarse a despejar la zona de impacto o incluso ayudarle a lanzarse, pero para ser coherentes nunca impedírselo.

Llegados a este punto hay que preguntarse qué es lo que hace que una persona quiera dejar de vivir por considerar que su vida no es digna. En este sentido hay que pensar que podemos tener a dos personas en silla de ruedas, por ejemplo, una de las cuales quiere morir y otra seguir viviendo. ¿Cuál de las dos tiene razón? Desde luego nadie podría decir que la vida del que está en silla de ruedas es objetivamente indigna e insoportable si otra persona en la misma situación no quiere morir, por no mencionar que puede ser más feliz que una persona capaz de correr una maratón. Muchas personas que podrían correr una maratón están deprimidas y muchas personas en silla de ruedas no. El caso entonces es que la persona que quiere morir por estar en una silla de ruedas no es porque objetivamente su vida sea indigna e insufrible, sino porque subjetivamente esa persona lo considera así, pero podría pensar todo lo contrario, y que piense eso no tiene nada que ver con estar en silla de ruedas.

Bajar el precio de la vida mata

En el hecho de que una persona llegue a pensar que su vida no tiene sentido, que es una carga y que sería mejor su muerte que su vida, seguramente hay una parte de conclusión inducida. Cuando hablamos de facilitar la muerte a los que la desean pensamos en mayores, enfermos, personas solitarias, personas con un trauma… a todos estos hay que ayudarles a morir por compasión, porque somos personas progresistas y maravillosas. Ayudarles a vivir sería por lo visto propio de personas reaccionarias y malvadas. Pero volviendo al fondo de la cuestión, ¿por qué las personas que en una sociedad llegan a considerar que su vida no es digna son los débiles? ¿Es inocente de ese pensamiento la sociedad en la cual las personas débiles llegan a esa conclusión? ¿Hasta qué punto el tipo de sociedad que estamos creando está llevando a la gente con menos likes a pensar que su vida es indigna? ¿Y si lo que es una mierda es ese tipo de sociedad y no la vida de las personas que llegan a desear su muerte en esa mierda de sociedad?

En el caso de los niños que sufren, ¿cómo se decidirá su eliminación? Desde luego los padres no serán quienes decidan. Primero porque el padre podría decir una cosa y la madre otra. Segundo porque este gobierno ya ha dejado claro que los hijos no son de los padres, luego es el gobierno quien debe decidir las cuestiones fundamentales sobre los hijos.

Retomando el hilo inicial, la eutanasia no es un problema que consiste en un porcentaje o un perfil de personas que se soluciona eliminando sólo a esas personas, cosa que ya de por sí suena bastante espantosa. En cuanto aceptamos el concepto de la eliminación de los imperfectos abrimos una grieta que no puede sino crecer y crecer. A fin de cuenta el grupo “gente con problemas” incluye al 100% de la humanidad, muchos de ellos graves en algún punto crítico de su vida. El grupo “me quiero morir” dentro del grupo “gente con problemas”,  será un grupo creciente en la medida en que los miembros de una sociedad tengan menos tolerancia al sufrimiento y en la medida en que una sociedad que abraza la eutanasia lanza el mensaje de que la vida de los que sufren es indigna, no merece la pena y deben morir para no ser una carga.

La paradoja final es que la clientela que en mayor medida seguramente va a nutrir el grupo de demandantes de la eutanasia va a provenir de eso que algunas fuerzas política vienen denominando “los de abajo”: los enfermos, los débiles, los sufrientes, los fracasados, los pobres, los desamparados, los enfermos, los viejos, los inadaptados, los raros… La ironía es que las fuerzas que decían que venían a defender a los de abajo son las que está propugnando la ley para facilitar la eliminación de los de más abajo del todo. Salvo que entendamos que lo de acabar con la pobreza, con el sufrimiento y con el dolor era literalmente cierto, pero era esto.

Fuente: navarraconfidencial.com, 12/02/20.

Stop euthanasia. Word cloud illustration in shape of hand print showing protest.

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