El Legado de Gary Becker

mayo 8, 2014

Gary Becker, un Premio Nobel que aplicó la economía al comportamiento humano.
Por Brenda Cronin.

Gary Becker, Premio Nobel y académico de la Universidad de Chicago ganó su reconocimiento por haber ampliado el ámbito de la economía más allá de los enfoques tradicionales para establecer conexiones entre sociología, criminología y demografía, falleció el sábado (03/05/14) a los 83 años.

Becker fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1992 por sus trabajos sobre la economía de la conducta humana en los que estudió por qué y cómo las personas toman decisiones en entornos sociales y al margen del mundo de los negocios.

Fue uno de los primeros en su campo en centrarse en cuestiones tales como la discriminación, la familia, el delito y las elecciones personales. También fue pionero del concepto de «capital humano» y en el análisis de los costos y beneficios de las inversiones destinadas a mejorar la vida.

El trabajo a veces polarizante de Becker ha girado en torno a la noción de que los seres humanos podrían tener algo que decir sobre las decisiones importantes en sus vidas. Fue un crítico del campo conocido como la economía del comportamiento, para la cual la conducta humana es irracional. Estudió costos y beneficios para aquellos que llevan una vida en el delito; otra de sus preocupaciones era saber si alguien podría mejorar su suerte mediante la inversión en educación.

«Su impacto se extendió más allá de la economía», dijo Justin Wolfers, profesor de la Universidad de Michigan e integrante del centro de estudios Brookings Institution. «Mi opinión personal es que fue el científico social más importante de la segunda mitad del siglo XX».

En el discurso que dio al recibir el Nobel, Becker describió la complejidad de cómo los humanos toman sus decisiones: «Junto con otros, he tratado de llevar a los economistas más allá de supuestos estrechos sobre el interés propio. El comportamiento es impulsado por un conjunto mucho más rico de valores y preferencias».

Aunque conservador, Becker tomó a menudo posiciones que iban en contra de la de muchos en el Partido Republicano.

En dos entradas recientes en su blog, que compartió con el jurista y colega en Chicago Richard Posner, argumentaba en favor de la apertura de las relaciones comerciales plenas con Cuba y así como por la despenalización del uso de marihuana. En enero, escribió que los avances en áreas como el desarrollo de la energía y la medicina continuarán impulsando el crecimiento económico de EE.UU.

En 1967, Becker ganó la medalla John Bates Clark, otorgada por la Asociación Económica Estadounidense al investigador menor de 40 años más promisorio en ese campo.

Becker, que nació en Pennsylvania y creció en Brooklyn, era un protegido del también Premio Nobel Milton Friedman, fundador de la escuela económica de la Universidad de Chicago.

Becker fue «gran parte del corazón intelectual y el alma de la tradición de Chicago», dijo Wolfers. «Él fue de la siguiente generación en la tradición de Chicago después de Friedman».

Los altibajos de la economía de EE.UU. hicieron poco para sacudir la fe de Becker en el libre mercado.

Los mercados «no hicieron un buen trabajo» antes de la crisis financiera de 2008, dijo más tarde en una entrevista con la revista New Yorker. Aun así dijo que seguía adhiriéndose al «primer principio de la escuela económica de Chicago de que los mercados libres en general hacen un buen trabajo».

El anuncio de la Universidad de Chicago sobre el deceso del académico señaló que «la economía invadió todos los aspectos de la vida de Becker —incluso su matrimonio con Guity Nashat Becker, historiadora de la Universidad de Illinois en Chicago». La pareja se conoció mientras regateaban «sobre el precio de un juego de comedor Becker había publicitado», explicó la universidad. Se casaron en 1980.

Becker, quien más tarde en su carrera recordó su perseverancia a pesar de las reacciones en ocasiones dudosas ante sus investigaciones, fue siempre «empujando los límites de lo que el análisis económico puede hacer», dijo Wolfers.

Becker dijo que se sintió atraído a la profesión después de tomar su primer curso de economía como estudiante en la Universidad de Princeton, y que «se sintió atraído en gran medida por el rigor matemático de una materia que se ocupa de la organización social».

La temprana fusión que Becker hizo de economía y sociología fue novedosa en su momento. Durante años, como escribió en su breve biografía para el Premio Nobel, «mi tipo de trabajo fue ignorado o fuertemente rechazado por la mayoría de los principales economistas. Me consideraban un extraño y no un verdadero economista».

Becker también fue mentor de numerosos economistas, entre ellos Kevin Murphy, profesor de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.

Murphy compartió durante años la enseñanza de un curso con Becker y colaboró con este en sus investigaciones. El domingo Murphy recordó a Becker como un erudito que «reconoció el poder de la economía como motor de análisis —un conjunto de herramientas que pueden ser usadas para estudiar y explicar el comportamiento humano y el mundo que nos rodea».

Fuente: The Wall Street Journal, 05/05/14.

Gary Becker

Gary Becker

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Artículo relacionado: https://www.economiapersonal.com.ar/2013/04/05/cuanto-pesan-las-mujeres-en-la-economia/

Gary Becker

Gary Stanley Becker (Pottsville, Pensilvania, 2 de diciembre de 1930 – Chicago, Illinois, 3 de mayo de 2014)1 fue un economista estadounidense y profesor de la Universidad de Chicago.

Recibió el Premio Nobel de Economía en 1992 por ampliar el dominio del análisis microeconómico a un mayor rango de comportamientos humanos fuera del mercado. Fue un destacado representante del liberalismo económico.

Biografía

Becker comenzó sus estudios universitarios en la Universidad de Princeton y los terminó en la de Universidad de Chicago, con profesores como Milton Friedman y Theodore Schultz.

Partiendo de su «enfoque económico», Becker afirmó que los individuos actúan de manera racional. Investigó este supuesto en cuatro áreas de análisis: capital humano, criminalidad, discriminaciones por sexo o raza y comportamiento de las familias. Para Becker, la familia era una fábrica de bienes domésticos (comida, alojamiento) producidos con tiempo y bienes de mercado. El precio de éstos tiene dos componentes: los precios de mercado y el coste de oportunidad del tiempo. Si la renta de la familia aumenta, resulta antieconómico mantener a un miembro de la familia trabajando en la casa.

Una de sus últimas propuestas era vender el derecho a inmigrar subastando cierta cantidad de visas o permisos de trabajo, es decir, que las personas migrantes paguen por tener acceso al mercado de trabajo.

Entre sus principales obras destacan: Economía de la discriminación (1957), El capital humano (1964) y Tratado sobre la familia (1981).

Falleció el 3 de mayo de 2014 en Chicago a los 83 años tras una larga enfermedad.

Obras

The economics of discrimination. University of Chicago Press. 1971. ISBN 9780226041162.

Human capital. University of Chicago Press. 1993. ISBN 9780226041209.

A treatise on the family. Harvard University Press. 1991. ISBN 9780674906983.

Ediciones en español

Tratado sobre la familia. Alianza Editorial. 1987. ISBN 978-84-206-2491-4.

El capital humano. Alianza Editorial. 1983. ISBN 978-84-206-8063-7.

Bibliografía

Aranzadi del Cerro, Javier. Liberalismo contra liberalismo: análisis teórico de las obras de Ludwig von Mises y Gary Becker. Unión Editorial. ISBN 978-84-7209-339-3.

Fuente: Wikipedia, 2014.

Gary Becker

Gary Becker

Cuánto pesan las mujeres en la economía

abril 5, 2013

Cuánto pesan las mujeres en la economía
Por David Wessel

Para los que no han visto a Sheryl Sandberg, la directora de operaciones de Facebook, en una reciente portada de la revista Time, la tesis de su libro Lean In (algo así como «Involúcrese») es la siguiente: hemos educado bien a una generación de mujeres, pero muy pocas llegan a la cúspide ejecutiva. Eso en parte se debe a barreras sociales y a la persistencia de sesgos sutiles, pero también al comportamiento de las mujeres.

Sandberg argumenta que, entre otras cosas, esto es económicamente contraproducente. «Si recurriéramos a todo el conjunto de recursos humanos y talento, nuestro desempeño colectivo mejoraría», asegura.

Esa parte de su manifiesto suena interesante pero, ¿es verdad?

Una forma de averiguarlo es ver cuánto hemos progresado. En 1960, cerca de 95% de los médicos y abogados de Estados Unidos eran hombres blancos. Para fines de la década pasada, representaban aproximadamente dos tercios. En diferentes grados, lo mismo puede decirse de otras profesiones altamente cualificadas.

La economía de EE.UU. ha hecho grandes avances desde 1960, pese a recientes tropiezos. Los ingresos per cápita se han casi triplicado.

Economistas de la Universidad de Stanford y la Universidad de Chicago se preguntaron cuánto de ese crecimiento provino de la incorporación al mercado laboral de las mujeres y los afroamericanos, que previamente habían estado excluidos del sistema educativo o de determinadas profesiones.

La respuesta: mucho.

Calculan que desde 1960 hasta 2008, entre 15% y 20% del crecimiento en la productividad, o la producción por hora de trabajo, vino de la eliminación de barreras que impedían que mujeres blancas y afroamericanos de ambos sexos alcanzaran su potencial.

«En los años 60, había un gran número de mujeres y afroamericanos que tenían el talento para ser médicos, abogados y gerentes muy exitosos y productivos», señala Chad Jones, uno de los economistas de Stanford. «Con el tiempo, esto ha cambiado. La constante mejora en la distribución de talento se tradujo en una productividad sustancial».

Eso es convincente. Las barreras que bloquearon a las mujeres perjudicaron la economía entera.

Han pasado muchas cosas desde los 60, dice Claudia Goldin, una historiadora económica de Harvard. «Es impresionante». Más de 57% de las licenciaturas obtenidas en 2011 fueron por mujeres, según el Departamento de Educación de EE.UU. El caso es el mismo para 51% de los doctorados, 48% de los títulos en medicina, 47% de los de derecho y 45% de las maestrías en administración de empresas.

Sin embargo, apenas 14% de los presidentes ejecutivos de la lista de las 500 mayores empresas de EE.UU. que compila la revista Fortune son mujeres.

Sandberg se pregunta por qué. «Es hora de que encaremos el hecho de que nuestra revolución se ha estancado», escribe.

«Sheryl está diciendo que las mujeres no se están permitiendo, por alguna razón, llegar a la cima», dice Goldin.

La receta de Sandberg para las mujeres que quieren cambiar eso es la siguiente: 1) Siéntese a la mesa. Vale tanto como cualquier otra persona presente. 2) No restrinja sus aspiraciones profesionales porque anticipe tener hijos. En sus palabras: «No se vaya antes de irse». 3) Encuentre una pareja que quiera para usted lo que usted quiere, tal como hizo Sandberg en su segundo intento.

Son consejos sabios.

Pero no nos dice cuánto impulso ganaría la economía estadounidense si consiguiéramos hacer realidad la versión del nirvana de Sandberg en que «las mujeres dirigirían la mitad de nuestros países y empresas y los hombres se ocuparían de la mitad de nuestros hogares».

Mientras las parejas sigan tomando decisiones que lleven a que uno de ellos, en palabras de Sandberg, «renuncie» a sus prometedoras carreras en vez de «involucrarse», los dólares y centavos del Producto Interno Bruto de EE.UU. se verán reducidos.

Por supuesto que eso no significa que el país salga perdiendo. Invertir en los niños no produce resultados inmediatos en el PIB, pero sin duda genera sus frutos, tanto en satisfacción como prosperidad futura.

Gary Becker, premio Nobel de economía que lideró el estudio de la economía de la discriminación, asegura: «Muchas barreras (a mujeres y afroamericanos) han sido eliminadas. Todo eso es bueno». Pero, añade, «está mucho menos claro que lo que vemos ahora sea resultado de dichas barreras artificiales. Volver a casa para cuidar a los niños cuando el padre no lo hace, ¿es eso una pérdida de tiempo para una mujer? No hay evidencia que lo demuestre».

Sin embargo, los cálculos de Jones y el resto de su equipo sugieren que aún hay un largo camino por recorrer. Sigue habiendo obstáculos que desmantelar, ya sean sociales o psicológicos.

«Apenas hemos llegado a la mitad del camino», dice Jones. «La productividad podría ser entre 9% y 15% más alta, si se eliminaran todas las barreras».

Un gran avance.

Fuente: The Wall Street Journal, 03/04/13.