El plan de paz de Trump para Gaza
octubre 2, 2025
Por Adalberto Agozino.
Donald Trump ha vuelto a situar a Medio Oriente en el centro del tablero internacional con la presentación de un plan de paz de veinte puntos para Gaza.

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Este lunes 29/09/25 acompañado por Benjamín Netanyahu en la Casa Blanca, el presidente estadounidense planteó una hoja de ruta que, de aceptarse, supondría el fin de la guerra que desde 2023 devasta la Franja y abriría paso a una etapa de transición bajo tutela internacional.
El plan, sin embargo, ha sido recibido con lecturas opuestas. Mientras Israel y gran parte del mundo árabe lo avalan, Hamás se encuentra ante un dilema existencial: aceptar un desarme que significaría su disolución política o rechazar la propuesta y exponerse a una ofensiva militar sin precedentes.
Un marco de veinte puntos
El proyecto contempla un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes israelíes y de prisioneros palestinos, la retirada gradual del ejército israelí, la entrada masiva de ayuda humanitaria y la creación de una “Junta de Paz” encabezada por el propio Trump y en la que participaría Tony Blair, además de expertos internacionales y palestinos no vinculados a milicias.
El texto exige la desmilitarización total de Hamás y la destrucción de su infraestructura bélica. En paralelo, una Fuerza Internacional de Estabilización, integrada por países árabes y apoyada por EE. UU., asumiría la seguridad en el territorio y entrenaría a un nuevo cuerpo policial palestino.
Aunque el plan menciona la “posibilidad futura” de un Estado palestino, evita comprometer un calendario, dejando la cuestión en suspenso. Ese silencio es, para muchos, su mayor debilidad.

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Los aspectos positivos del plan
El mayor logro de la iniciativa reside en su capacidad de generar un consenso regional inédito. Qatar, Egipto, Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Turquía han mostrado su apoyo al plan, aislando políticamente a Hamás y empujándolo a negociar. También la Autoridad Palestina ha expresado disposición a participar en la reconstrucción, aunque con reservas.
En el terreno, la propuesta ofrece una perspectiva inmediata de alivio humanitario: el desbloqueo de la Franja, el envío masivo de medicinas, alimentos y agua, y el inicio de un plan de reconstrucción económica supervisado por la ONU. Para los más de 1,5 millones de gazatíes desplazados, agotados tras dos años de guerra, el plan representa la única esperanza de frenar la catástrofe.
Además, el acuerdo permitiría recuperar a los rehenes aún en poder de Hamás, un reclamo prioritario para la sociedad israelí.
Los aspectos negativos: protectorado y rendición
El plan también acumula críticas severas. Organizaciones palestinas y voces de la sociedad civil lo califican de “rendición impuesta” que excluye a los propios palestinos de decidir su futuro. El diseño de una Gaza administrada por una Junta de Paz liderada por Trump se interpreta como un modelo paternalista, o incluso neocolonial.
Otro punto controvertido es el desarme obligatorio de Hamás. Para el movimiento islamista, renunciar a sus armas equivale a disolverse. La Yihad Islámica Palestina ya ha rechazado de plano el plan, y sectores duros de Hamás advierten que aceptarlo sería suicida.
También en Israel hay divisiones. Netanyahu apoya el plan, pero enfrenta la oposición de sus socios de ultraderecha, que lo acusan de “fracaso diplomático”. Para ellos, el fin de la guerra limitaría sus aspiraciones de recuperar Gaza por la fuerza y pondría en riesgo la coalición de gobierno.
Por último, la ausencia de un horizonte claro para un Estado palestino mantiene abierta la herida histórica del conflicto.

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Cómo interpretan el plan los actores involucrados
–Estados Unidos
Para Trump, el plan representa un triunfo personal y diplomático. El presidente lo calificó de “uno de los días más grandes de la civilización”, presentándose no solo como mediador, sino como garante y protagonista directo del proceso. Washington interpreta el acuerdo como un “punto de no retorno” en el que Hamás debe elegir entre desarmarse o desaparecer. La administración republicana subraya, además, que el plan podría consolidar los Acuerdos de Abraham de 2020 y extender la normalización entre Israel y el mundo árabe.
Para el presidente Donad Trump, en lo personal, lograr un alto alfuego duradero en Gaza lo acercaría a su objetivo de obtener el Premio Nobel de la Paz, equiparándose con su rival demócrata Barack Obama, y le dejaría las manos libres para su segundo obtetivo: imponer la paz entre Ucrania y Rusia.
–Israel
Netanyahu respalda públicamente el plan porque cumple con los objetivos militares: debilitar a Hamás, liberar a los rehenes y asegurar que Gaza no vuelva a ser una amenaza. Pero en el interior de su gobierno la propuesta provoca fisuras. Los socios de ultraderecha acusan al primer ministro de “claudicar” y advierten que aceptar el plan podría significar el final de la coalición. Netanyahu, pragmático, mantiene un doble discurso: apoya el texto ante la comunidad internacional, pero insinúa ante sus aliados que Israel mantendrá presencia militar en partes de Gaza, incluso si el plan avanza.
–Hamás
El grupo islamista percibe el plan como una “rendición impuesta”. Sus líderes rechazan de plano la exigencia de desarme y ven con recelo la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización, que consideran una nueva forma de ocupación. Al mismo tiempo, Hamás afronta divisiones internas: mientras la facción política en Doha evalúa un sí condicionado, los mandos militares dentro de Gaza insisten en continuar la resistencia armada. Para la milicia, entregar de golpe a todos los rehenes supondría quedarse sin su última carta de negociación
–La Autoridad Palestina (ANP)
La dirigencia de Fatah en Cisjordania celebra los esfuerzos diplomáticos de Washington, pero denuncia que el plan legitima la exclusión de los palestinos de la toma de decisiones. Mahmoud Abbas ha mostrado disposición a participar en la reconstrucción de Gaza, aunque dirigentes de su círculo advierten que el esquema podría fracturar aún más la unidad nacional palestina.
–El club de los mediadores árabes (Qatar, Egipto, Turquía)
Estos países han desempeñado un papel esencial. Qatar y Egipto presionan a Hamás para aceptar la iniciativa, conscientes de que un rechazo podría desencadenar una ofensiva israelí devastadora. Turquía, tradicional aliada del grupo islamista, intenta suavizar las condiciones del plan, pero también se muestra pragmática: prefiere un acuerdo imperfecto antes que un Gaza arrasada. Para el bloque árabe, el plan supone la oportunidad de estabilizar la región y evitar un desbordamiento del conflicto.
–La Liga Árabe
La organización panárabe está dividida. Algunos Estados lo consideran un punto de partida positivo, mientras que otros lo tachan de “suicida” por las exigencias de desarme inmediato y la indefinición sobre la retirada israelí. El secretario adjunto Hosam Zaki alertó de que el texto contiene cláusulas “inaceptables” y que la falta de concreción deja a los palestinos en una situación vulnerable.
–Europa y la ONU
La Unión Europea ha recibido el plan con cautela, valorando la apertura humanitaria pero recordando que la solución debe incluir el derecho de autodeterminación palestino. Naciones Unidas lo interpreta como una oportunidad para abrir un corredor humanitario estable, aunque advierte de que la “Junta de Paz” no puede sustituir la voluntad soberana de los palestinos.
–La sociedad civil en Gaza
Los testimonios recogidos en medios internacionales revelan una postura ambivalente. Muchos gazatíes desconfían de Trump y de Israel, pero al mismo tiempo confiesan que apoyarían “cualquier plan que acabe con la guerra”. Exhaustos y devastados, priorizan el alto el fuego inmediato por encima de la arquitectura política que pueda surgir después.
Tres escenarios posibles
- Aceptación condicionada de Hamás
Hamás, bajo presión de Qatar, Egipto y Turquía, podría aceptar el plan con reservas, exigiendo garantías sobre la retirada total de Israel y revisiones en las cláusulas sobre desarme y gobernanza. Sería el escenario más estable a corto plazo, aunque con enormes dificultades de implementación y tensiones internas dentro del movimiento palestino.
- Rechazo y escalada militar
Si Hamás opta por rechazar la propuesta, Trump ya ha dado “luz verde” a Israel para intensificar la ofensiva. Este escenario conduciría a una guerra total en Gaza, con un saldo devastador en vidas humanas y el riesgo de una crisis regional mayor. Netanyahu, respaldado por Washington, podría buscar la destrucción definitiva de Hamás.
- Aceptación parcial y bloqueo político
Una tercera opción sería un sí ambiguo por parte de Hamás, que aceptase el alto el fuego y la liberación de rehenes, pero dilatase su desarme y su salida del poder. Esto permitiría un alivio inmediato de la situación humanitaria, pero mantendría un conflicto latente. El resultado sería una Gaza fragmentada, bajo control parcial de fuerzas internacionales, con una paz frágil y susceptible de romperse en cualquier momento.
Entre la esperanza y el abismo
El plan de Trump para Gaza no garantiza la paz, pero redefine los términos del conflicto. Por primera vez en dos décadas, la comunidad internacional y gran parte del mundo árabe se alinean en torno a una propuesta que podría acabar con la guerra. Pero esa misma unidad deja a Hamás en la encrucijada: aceptar una desmovilización que amenaza su existencia, o arrastrar a Gaza a un desenlace aún más sangriento.
El reloj corre. Trump ha dado apenas “tres o cuatro días” para una respuesta. En Oriente Próximo, como tantas veces, la paz depende de una delgada línea entre la diplomacia y la guerra.
Fuente: alternativepressagency.com, 02/10/25
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La guerra olvidada entre drusos y beduinos que sacude el sur de Siria
julio 18, 2025
Por Adalberto Agozino.
La región de Sweida, en el sur de Siria, ha vuelto a convertirse en un escenario de guerra abierta. En apenas cinco días, más de 350 personas han muerto en los enfrentamientos entre milicias drusas y tribus beduinas sunitas, en un conflicto que mezcla tensiones religiosas, rivalidades territoriales y los intereses cruzados de potencias regionales. El nuevo gobierno sirio, liderado por el excomandante islamista Ahmad al-Sharaa, se ve atrapado en un fuego cruzado que amenaza con fracturar aún más a un país que apenas empieza a emerger del caos tras casi tres lustros de guerra civil.

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Israel, que se adjudica el rol de protector de la minoría drusa —presente también en los Altos del Golán, ocupados por el Estado judío desde 1967—, ha intervenido directamente con bombardeos sobre Damasco. Mientras tanto, las tropas sirias se han replegado de Sweida por orden expresa de Estados Unidos, que lidera una mediación diplomática junto con Turquía y los países árabes.
Una chispa en un polvorín
El conflicto estalló el domingo pasado tras el secuestro de un verdulero druso en un control instalado por beduinos. Las represalias no tardaron en llegar. Grupos armados drusos respondieron con ataques y secuestros. Las fuerzas gubernamentales, desplegadas días después, fueron acusadas de tomar partido por los beduinos. El resultado fue devastador: según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), entre las víctimas hay al menos 55 civiles, 79 combatientes drusos, 189 militares y 18 milicianos beduinos. Algunas muertes se produjeron por ejecuciones sumarias cometidas por soldados del régimen, según denuncias recogidas por ONG locales.
“Nuestro pueblo está siendo exterminado”, clamó uno de los líderes espirituales drusos en un llamado desesperado al presidente de EE. UU., al primer ministro israelí y a la comunidad internacional. En Sweida, el horror se propagó rápidamente: vídeos de saqueos, casas quemadas y hombres drusos humillados se viralizaron por las redes, mientras decenas de cuerpos se acumulaban en las calles.
Israel como garante de los drusos
La respuesta israelí fue fulminante. En una operación quirúrgica, sus aviones atacaron el cuartel general del Ejército sirio en Damasco y otras instalaciones militares. El ministro de Defensa, Israel Katz, justificó los bombardeos como una medida de protección a los drusos y advirtió: “Las advertencias han terminado. Ahora vienen los golpes dolorosos”.
El mensaje fue claro. Netanyahu no está dispuesto a permitir la presencia de tropas hostiles cerca de los Altos del Golán, una meseta estratégica cuya soberanía Israel se atribuyó unilateralmente en 1981. La conexión con la comunidad drusa —presente tanto en Israel como en Siria y Líbano— añade una dimensión sentimental a la cuestión: “Israel no abandonará a los drusos en Siria”, reiteró Katz.
El Estado judío, que durante años ha mantenido una política ambigua de intervención limitada en Siria, parece haber dado un giro. Desde la caída del régimen de Bashar al-Asad en diciembre de 2024, Israel ha intensificado su ofensiva aérea contra posiciones del nuevo gobierno sirio, al que considera un régimen islamista radical. El hecho de que Al-Sharaa, presidente interino, haya sido miembro de Al Qaeda y combatiente del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) alimenta esa narrativa.
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Minorías en jaque
En el centro del conflicto están los drusos, una minoría religiosa surgida del islam chií en el siglo XI, cuya doctrina incorpora elementos del neoplatonismo y el gnosticismo. Practican la monogamia, creen en la reencarnación y no aceptan conversiones. Viven repartidos en Siria, Líbano, Israel y Jordania, y se organizan en torno a jeques y estructuras comunitarias cerradas.
En Siria, donde viven la mitad de los drusos que existen en el mundo, representan cerca del 3% de la población y se concentran principalmente en la provincia de Sweida. Durante el régimen de los Asad gozaron de cierta protección institucional, pero tras la caída del dictador, su posición se ha vuelto extremadamente precaria. El nuevo gobierno prometió respeto a las minorías, pero solo uno de sus 23 ministros es druso. Las comunidades locales denuncian exclusión, violencia sectaria y marginación.
Los beduinos, en cambio, son en su mayoría sunitas, con una larga tradición nómada en las regiones desérticas del sur. Durante la guerra civil siria se alinearon con los grupos rebeldes que combatieron al régimen. En el nuevo escenario post-Asad, han estrechado vínculos con el gobierno interino, lo que los ha convertido en aliados incómodos para la población drusa.
Un acuerdo inestable
Tras la presión internacional, el presidente Al-Sharaa anunció la retirada del Ejército de Sweida y transfirió el control de la seguridad a las “facciones locales y jeques sabios” drusos. En un discurso televisado, justificó la decisión como una medida para evitar una guerra con Israel: “Teníamos dos opciones: guerra abierta a costa de nuestro pueblo, o dar una oportunidad a la razón”.
Estados Unidos celebró el acuerdo. El secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que se habían alcanzado “pasos específicos para restaurar la calma”. Turquía y países árabes participaron en la mediación, aunque aún se desconocen los términos exactos del pacto.
¿Y ahora qué?
El alto el fuego es frágil. Las tensiones siguen vivas en el terreno y los desplazamientos masivos han comenzado. Israel ha levantado un muro adicional en Majdal Shams, en los Altos del Golán, para evitar nuevos cruces de población drusa desde Siria. Durante la noche del miércoles, decenas de familias atravesaban llorando la frontera para reencontrarse tras años de separación forzada por la guerra.
Israel utiliza la protección de los drusos como estrategia para frenar la influencia de grupos islamistas cerca de sus fronteras y reafirmar su control sobre el Golán.
El presidente sirio interino enfrenta un escenario complejo: reconstruir el país, reconciliar facciones armadas, garantizar la seguridad y evitar que Israel consolide un corredor militar en el sur. Pero la confianza de las minorías en su liderazgo es escasa. La reciente masacre en Latakia contra la secta alauita, las tensiones con los kurdos en el noreste y el escaso pluralismo del nuevo gobierno no ayudan a reducir el escepticismo.
La ONU ha convocado una reunión urgente del Consejo de Seguridad para abordar la crisis. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con inquietud cómo Siria, una vez más, se asoma al abismo.
Fuente: alternativepressagency.com, 17/07/25
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Hamás: la simbología del terror
marzo 13, 2025
Por Alejandro Cassaglia. Analista internacional, experto en Terrorismo.
Desde el ataque del 7 de octubre de 2023, Hamás ha desplegado una brutalidad sin precedentes, utilizando el terror no solo como un arma de guerra, sino como un mensaje simbólico para el mundo. Mientras muchos gobiernos y organismos internacionales evitan una condena clara, la realidad de estos crímenes sigue revelando el verdadero rostro del terrorismo
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Desde el 7 de octubre de 2023, no dejamos de asombrarnos de la barbarie que ha cometido, y sigue cometiendo el grupo terrorista Hamás, a través de su brazo armado, las llamadas Brigadas Al Qasam, en los días posteriores al ataque en territorio de Estado de Israel, como durante el actual proceso de alto el fuego, y la consecuente entrega de rehenes vivos, como así también cadáveres en los últimos días.
Muchos Estados, como también los organismos internacionales, con las Naciones Unidas a la cabeza, y otras Organizaciones No Gubernamentales, no se expresan al respecto, y hacen de cuenta que nada ha ocurrido, mirando a un costado, y apoyando de manera tácita, y a veces expresa otros, a Hamas detrás de la denominación palestinos, como si todos los palestinos fueran miembros de Hamas.
Pero me quiero detener en detalles que no suelen visibilizarse de manera clara, y es en la simbología del terror que emplean estos criminales contra los civiles, con la consecuente afectación de la psiquis, no solo de las víctimas directas, sino de las víctimas indirectas que somos todos los que observamos sus acciones.
El primer análisis nos lleva a ese ataque que todos vimos aterrados, en territorio israelí. Demostrar toda su capacidad de daño y mostrándolo al mundo a través de los propios teléfonos celulares de sus víctimas. Esa imagen intenta mostrar al mundo que ni todo el poderío militar, en este caso de Israel, “no te puede defender ante nosotros, te vamos a exterminar de la forma más cruel, y ante los ojos de tu familia, tus hijos, tus vecinos”.
Luego de ocurrida la invasión y masacre, intentaron manipular a todos los musulmanes del mundo al afirmar que “no se trataba de un conflicto por tierras, sino que era un conflicto religioso”, afortunadamente ese germen no prosperó y los países islámicos no se expresaron a su favor.
Ahora analicemos toda la operación de intercambio de rehenes, personas inocentes a las cuales se le violaron todos los derechos humanos, por terroristas palestinos encarcelados y condenados por atentados y operaciones contra los ciudadanos israelíes. En la mayoría de los casos, tipos condenados a varias cadenas perpetuas. Algunos de a decenas. Y detrás de esto se esconde una simbología macabra, que es que los rehenes además de ser víctimas de su salvajismo, son considerados “cosas” por ellos, moneda de cambio para liberar a sus adeptos. Es decir, quiero mostrar al mundo que “si no te mato, no te decapito, no te martirizo, es porque sos una cosa que me permite intercambiarte por un compañero de andadas”. Dejando en claro, que todos los terroristas intercambiados y libertados, no se insertarán en la sociedad como buenos ciudadanos, sino que volverán a las filas del Hamás para seguir haciendo su falsa yihad.
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Otro capítulo aparte es el estado de salud de los rehenes. Si analizamos las fotos de los secuestrados antes y después de su cautiverio, podemos ver el desmejoramiento evidentemente en su salud. Y eso también tiene un viso de simbolismo. Es igual a cuando el Estado Islámico en sus ejecuciones por decapitación, mostraba a la víctima con su traje naranja con vestigios de suciedad, vómitos, defecaciones y otras yerbas, para evidenciar el sufrimiento de estos durante su cautividad, como señal de que, si vas en contra de ellos, “sufrirás hasta tu muerte”. Además de obligárselos a portar carteles con frases amenazantes en idioma árabe, y someterlos a las demostraciones de odio de la multitud y el maltrato de sus captores antes las cámaras.
Finalmente, en estos últimos días, hemos visto demostraciones tremendas. La primera es la entrega de los cadáveres de los niños de la familia Bibas. Creo yo, el máximo de salvajismo que hemos visto, algo que ni el ISIS había realizado pese a su crueldad. Ni habar cuando pudimos acceder al resultado de las necropsias de los menores, que su propio padre dejó que se divulgaran para que el mundo pudiera tener dimensión de la atrocidad de Hamás, que no pienso reproducir en esta nota por respeto al descanso eterno de los niños. Y el otro detalle brutal fue la entrega de otro cadáver de una mujer, en lugar de los restos de la mamá de los pequeños. Eso no fue casual, ni un error de los terroristas. Todo fue calculado y con la intención de socavar en la psiquis de las víctimas, que repito no son solos los cautivos y asesinados, sino todos los que nos somos “ellos”. Prolongando el sufrimiento unas horas más. Todo parte de sus planes canallescos.
Incluso llegaron a imitar a la manipulación psicológica de sus víctimas, al igual que hacía el ISIS, cuando sometía a los que iban a ser decapitados, a repetidos ensayos, con la intención de que no se resistieran a la real ejecución, para mostrar al mundo que nadie puede resistirse al brazo de su “justicia” de terror. Bueno, Hamás copió ese modelo cuando llevaron a dos rehenes y los obligaron a “pasear” en auto por las inmediaciones del lugar de liberación, con una especie de sometimiento psicológico de estas dos personas, para que asistan a una especie de circo romano que ellos montaban con mujeres y niños gritando y exaltados como si se tratara de un triunfo deportivo. Hasta se vio a una mujer en un éxtasis de placer con el hecho de que los niños Bibas habían ingresado vivos a la Franja de Gaza y ahora se los llevaban muertos. Imaginemos, una mujer, que seguramente será madre, pero tiene el cerebro tan lavado y lleno de odio, que festejaba esta situación.
El último punto de análisis y en el cual hicieron gala de sus expresiones de simbología en su propaganda yihadista, fue la entrega de los últimos rehenes. Donde a uno de ellos, preparado previamente, lo mostraron sonriente como si hubiera estado feliz de estar prisionero durante tanto tiempo. Además, le hicieron besar la vincha verde de Hamás, dando a entender que ellos deben ser adorados, amados y respetados, y por último besarle la cabeza a otro de sus captores, en señal de demostración de amor a sus ideales de terror. Nada fue casual. Todo fue ensayado previamente, y obligando a las víctimas a semejante treatralización de sadismo.
Por todo esto, me cuesta entender a quienes no condenan estas atrocidades e incluso respaldan a Hamás.
Fuente: newstad.com.ar, 26/02/25
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El impacto devastador de la inflación en la economía: Lecciones de Argentina, Israel y Alemania
septiembre 13, 2023
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
En el complejo escenario económico global, la inflación emerge como la Hidra de Lerna, un monstruo de múltiples cabezas, capaz de desencadenar estragos en cualquier país. Este insidioso fenómeno, si se le permite crecer de manera persistente, puede generar consecuencias nefastas que trascienden los balances financieros para adentrarse en el tejido social y político. Ejemplos como Argentina, Israel y Alemania ofrecen lecciones dolorosas sobre los riesgos de una inflación descontrolada.
El espejismo de la prosperidad efímera
La inflación, ese incremento generalizado y sostenido de los precios, puede inicialmente parecer un signo de prosperidad económica. Los salarios suben y el consumo parece florecer. No obstante, esta ilusión de riqueza es tan fugaz como una burbuja de jabón en un día ventoso. La realidad es que una inflación creciente erosiona el poder adquisitivo de la población, reduciendo la capacidad de ahorro y la inversión a largo plazo.
Argentina: Un paradigma de inflación persistente
Argentina, en los siglos XX y XXI, se ha convertido en un caso paradigmático de inflación crónica. A pesar de breves episodios de estabilidad económica, la sombra de la inflación siempre se cierne sobre la otrora próspera nación sudamericana. Economistas austríacos, como Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek, advirtieron sobre los peligros de una expansión descontrolada de la oferta monetaria, señalando que esta práctica conducía inevitablemente a una depreciación del valor de la moneda.
La falta de responsabilidad fiscal, combinada con políticas monetarias laxas, ha llevado a la emisión de moneda sin respaldo real, un síntoma claro de los abusos demagógicos de los políticos. Esto desencadena un círculo vicioso: el exceso de moneda en circulación genera una mayor demanda de bienes y servicios, lo que a su vez aumenta los precios. Los salarios, a pesar de los incrementos nominales, no logran mantener el paso, y la población se ve atrapada en una espiral inflacionaria. “Los salarios suben por la escalera, los precios por el ascensor.”
Israel: Lecciones de estabilidad y resiliencia
Por otro lado, Israel ofrece una lección valiosa sobre la importancia de políticas monetarias prudentes y una gestión fiscal responsable. En la década de 1980, el pequeño país de Medio Oriente enfrentó una inflación galopante que alcanzó cifras astronómicas. Sin embargo, la determinación del gobierno y la implementación de medidas drásticas, incluyendo la introducción de una nueva moneda y muy estrictas políticas monetarias, permitieron a Israel salir de la vorágine inflacionaria y establecer una economía más sólida.
Los economistas austríacos argumentan que esta experiencia valida su teoría sobre la necesidad de una moneda estable y una política monetaria enfocada en la preservación del valor del dinero. Además, resaltan la trascendental importancia de un marco institucional que limite el poder de los políticos para manipular la economía con propósitos cortoplacistas.
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Alemania: La espantosa sombra de la hiperinflación
Quizás el caso más dramático de inflación descontrolada sea el de la Alemania de la República de Weimar en la década de 1920. La hiperinflación que asoló el país tras la Primera Guerra Mundial llevó a una devaluación tan exorbitante que el dinero se volvió casi irrelevante. Los billetes perdieron su valor de manera tan rápida que las personas se veían obligadas a gastarlos casi de inmediato, antes de que se depreciasen aún más. De hecho los billetes comenzaron a imprimirse sin número de serie para evitar demoras.
Este episodio extremo de inflación no solo destruyó los ahorros de la población, sino que provocó una disolución social palpable. La confianza en las instituciones se desmoronó y la estabilidad política se vio gravemente comprometida. Este sombrío capítulo de la historia económica alemana subraya los peligros reales de permitir que la inflación se desboque, al provocar el caldo de cultivo para el surgimiento del régimen criminal nazi.
La urgencia de una política económica responsable
En tiempos de incertidumbre económica, las lecciones que nos ofrecen Argentina, Israel y Alemania son vitales. La inflación, lejos de ser una mera cifra en un gráfico, tiene el potencial de transformarse en una fuerza desestabilizadora que socava los cimientos de una sociedad. Los economistas austríacos, con su enfoque en la necesidad de una moneda respaldada por activos reales y políticas fiscales responsables, nos recuerdan la importancia de mantener la disciplina en tiempos de bonanza y crisis por igual.
En última instancia, la lucha contra la inflación no es solo una cuestión económica, sino una cuestión de preservación del orden social y político. Los riesgos de una inflación descontrolada son demasiado grandes como para ignorarlos. Es responsabilidad de los líderes políticos y económicos aprender de la historia y actuar con prudencia y determinación para evitar que el monstruo de la inflación desate su furia sobre la economía y la sociedad.
En las inmortales palabras de Milton Friedman, premio Nobel de Economía: «La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario». Esta cita resume de manera elocuente la raíz del problema y la importancia de una gestión monetaria responsable. En un mundo donde la confianza en la estabilidad de la moneda es esencial, no podemos permitirnos ignorar las lecciones del pasado. La inflación, si se deja sin control, no solo amenaza los cimientos económicos, sino que socava la confianza y la cohesión de una sociedad. Es tiempo de actuar con sabiduría y visión a largo plazo para evitar que el espectro de la inflación destruya nuestro presente y nos aceche en el futuro.
Fuente: Ediciones EP, 13/09/23.
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