El 71% de los millennials espera seguir trabajando en su vejez para mantener su calidad de vida
Un nuevo estudio realizado a nivel internacional revela cuáles son las expectativas de esta generación durante su carrera. Se sienten inseguros financieramente y buscan los consejos de sus empleadores.
Los millennials tienen un alto nivel de confianza (83%) en la capacidad de su empleador para brindar buenos consejos financieros.
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Actualmente, los millennials son el mayor segmento de la fuerza laboral y vivirán más, trabajarán más tiempo y cambiarán de trabajo con mayor frecuencia que las generaciones anteriores. Según datos de Universum Global, en el año 2020 los millennials representarán el 50% de la fuerza laboral.
Un nuevo estudio titulado «Healthy, Wealthy & Work-Wise: Los nuevos imperativos para la seguridad financiera» realizado en 12 países por Mercer, consultora global líder en recursos humanos, señala que un 71% de los millennials -una tasa mayor que cualquier otro segmento- espera trabajar después de jubilarse. Sin embargo, la mayoría tiene expectativas más bajas con respecto a las pensiones provistas por el gobierno que las personas mayores.
Inversamente, como todavía están en las primeras etapas de sus carreras, son también los más estresados por las finanzas entre todos los grupos etarios encuestados. No resulta sorprendente que, como nativos digitales, sean los más interesados en herramientas en línea y aplicaciones móviles.
Actualmente, los millennials son el mayor segmento de la fuerza laboral.
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Sin embargo, quizás inesperadamente, los millennials tienen un alto nivel de confianza (83%) en la capacidad de su empleador para brindar buenos consejos financieros. Además, los empleadores que ofrecen mejores beneficios de inversión y/o ahorro tienen un impacto positivo entre este grupo etario, lo que resulta en una mayor satisfacción laboral así como en un mayor compromiso y lealtad con la empresa.
Los adultos más jóvenes están sintiendo el estrés de esta incertidumbre: soo una cuarta parte de los jóvenes de 18 a 24 años se sienten financieramente seguros, en comparación con el 55% de los mayores de 65 años. No es de sorprender entonces que los millennials busquen asesoría sólida para el ahorro y estén dispuestos a confiar en sus empleadores y en las herramientas en línea como guía.
Además, el 82% de los millennials encuestados expresó que ahorraría más si supiera más sobre el impacto de esos ahorros en la vejez, según reveló el estudio, que se realizó en 12 países, 7 regiones y contó con la participación de 7.000 adultos mayores de 18 años y 600 líderes en toma de decisiones tanto del sector público como privado.
El ahorro de la mano de la tecnología
El futuro de la seguridad financiera es digital. Herramientas en línea fáciles de usar y efectivas son vitales para ayudar a las personas de todas las edades, especialmente al mayor segmento de la fuerza laboral: los millennials. Son la generación menos segura financieramente en el trabajo y el 80% está dispuesto a utilizar herramientas en línea para ayudar a rastrear y administrar sus datos financieros, de salud y personales, siempre y cuando las herramientas sean fáciles de usar y sus datos estén seguros.
Algunos recursos, sin embargo, no generan el mismo nivel de interés: el 52% de todos los adultos no se siente cómodo con asesores robóticos que brinden asesoría automatizada y la mitad siente lo mismo respecto de los centros de llamadas con asesores financieros, lo que indica que las personas quieren ser tratadas individualmente con orientación y asesoramiento, y no quieren que se les diga qué hacer.
De un modo crítico, las aplicaciones y las herramientas en línea deben ser seguras y fáciles de usar. Aun cuando los grupos más jóvenes están mucho más dispuestos que los mayores a dejar que las aplicaciones contengan datos personales, desconfían más de los resultados y les preocupa la posibilidad de perder datos.
Para aprovechar la tecnología, las herramientas digitales (así como los planes y beneficios) no deben ser iguales para todos y deben ser más que información y modelado básico. La tecnología debe utilizar datos para hacer ofertas más personalizadas y relevantes para los individuos e incluir la capacidad de hacer transacciones en tiempo real.
La industria de la aptitud financiera puede seguir el ejemplo de la revolución tecnológica de la industria del acondicionamiento físico para involucrar a las personas en el ahorro a largo plazo. Al igual que el ejercicio, ahorrar puede ser doloroso. Las personas disfrutan más consumiendo ahora que planificando para más adelante, y trabajar con productos relacionados con el ahorro o planificadores financieros puede ser complicado, confuso y requerir mucho tiempo. Además, es potencialmente riesgoso.
Para transformar el ahorro en una experiencia atractiva para el consumidor en lugar de una experiencia de servicios financieros, debe presentarse no como algo difícil y desagradable, sino como alcanzable e interesante a través de un lenguaje simplificado, herramientas útiles y la capacidad de seguir los avances en tiempo real.
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Si bien la industria de los servicios financieros debe ayudar a liderar dicha revolución, los empleadores tienen un papel fundamental que desempeñar. Tienen una larga historia y capacidad para brindar productos y servicios seleccionados a sus empleados, así como un interés particular en aliviar las preocupaciones financieras de sus empleados con el fin de obtener significativas mejoras en la productividad. Asimismo, los gobiernos deben ayudar a impulsar la revolución ampliando la cobertura de pensiones y el acceso a productos y programas de ahorro.
La dinámica y la importancia de los pilares del ahorro para la jubilación deben cambiar para reflejar diferentes sistemas sociales y experiencias laborales. La seguridad financiera no debería ser solo del dominio de quienes tienen acceso a los programas de sus empleadores, de un género sobre otro o de las generaciones mayores en detrimento de las que les siguen. Las empresas públicas y privadas deben unir fuerzas para garantizar que la seguridad financiera esté disponible para todos.
Un mayor conocimiento financiero por sí solo rara vez se traduce en acción; lo que estimula la acción es dar a las personas acceso a herramientas inteligentes, opciones predeterminadas y orientación que puedan ayudarlos a alcanzar el éxito.
Nómades laborales: cambiar de trabajo, el hábito millennial
Privilegian experiencias nuevas y la flexibilidad; rechazan la rutina.
Por Fernando J. de Aróstegui.
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Aspira a ser algún día «su propia jefa»; rechaza la rutina y proyectar su carrera laboral a largo plazo. Además, exige que su empleo cumpla una función social positiva y privilegia la empatía con sus jefes y compañeros. No teme cambiar de empleo hasta encontrar uno que se ajuste a sus expectativas, aunque sospecha que «el trabajo definitivo» -que dure hasta la edad de jubilación- no aparecerá nunca. Ni le interesa.
Lejos de ser excepcional, el caso de Rosario Pereda, de 25 años, abogada, expresa la cultura de los millennials, o generación Y, nacidos entre 1980 y 1999. Ellos están modificando muchos valores tradicionales del mercado laboral, como incorporarse a una compañía importante que garantice estabilidad y permita «hacer carrera», y contribuyendo a cambiar los modelos de organización verticalistas, según coinciden especialistas, investigaciones y estudios elaborados por consultoras. «Se prevé que alguien que inicia hoy su vida laboral tendrá en promedio unos siete trabajos a lo largo de su carrera», afirma Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting, especialista en recursos humanos.
Para Melamed, los jóvenes profesionales buscan cada seis meses una experiencia nueva que los motive y los entusiasme, «y si la empresa no se la provee, se van».
A pesar de su corta edad, Rosario Pereda ya sumó muchas experiencias laborales: a los 21 años ingresó en un estudio mediano de abogados, luego pasó a uno más chico, después escribió artículos para una editorial especializada en derecho, más tarde transitó por el mundo académico dictando clases de derecho de familia y como ayudante de un taller de escritura, hasta que por fin ingresó al Poder Judicial, donde ya pasó por dos fueros, el civil y el penal.
Ella siente que cada cambio le permitió ajustar mejor sus aspiraciones con respecto a la oferta del mercado laboral y la ayudó a precisar hacia dónde dirigir su carrera.
Renunció a su primer trabajo a los 23 años porque sintió que se «estaba estancando», una frase que repiten muchos millennials al describir los riesgos de permanecer varios años en un mismo empleo. Su paso por el mundo académico le dejó algo muy claro: «La docencia no es para mí». Y, tras siete meses de actuación en el fuero penal del Poder Judicial, comprobó que esa especialidad no le interesaba.
Alertadas por la alta rotación, cada vez más empresas buscan retener y atraer talentos con «propuestas de valor» para los empleados. El 47% de las empresas argentinas consultadas en un relevamiento presentado este mes por Pricewaterhouse Coopers (PwC), una de las consultoras más importantes del mundo, dijo trabajar especialmente en el desarrollo de estrategias con este fin.
Sucede que mientras tradicionalmente la pertenencia a una empresa con una «marca importante» era suficiente para motivar a los empleados, hoy los jóvenes exigen más, como recibir estímulos constantes, participar en la toma de decisiones a través de la inclusión en grupos interjerárquicos, una relación de empatía con los compañeros y jefes y reconocimiento público de sus logros.
«Algunos de los antiguos incentivos, como tener una oficina propia, ya no significan nada para los jóvenes, que prefieren trabajar todos juntos en una gran mesa», ilustró Daniel Iriarte, director asociado de Glue Executive Search, consultora especialista en recursos humanos.
Según explicó Melamed, los millennials buscan sumar «experiencias diferentes» a lo largo de su vida. Y cuando una empresa no logra ofrecer nuevos desafíos, los jóvenes intentan cambiar de trabajo.
«El costo de perder un talento equivale de seis a 24 sueldos mensuales», sostuvo María Fernanda Álvarez Apa, gerente de People & Change de PwC Argentina. Según explicó, a un empleado nuevo suele tomarle unos seis meses aprender los procedimientos para ejecutar sus tareas, pero con frecuencia algún tiempo después de cumplido ese plazo renuncia. Luego la empresa debe empezar otra búsqueda y aguardar la nueva adaptación.
«Se calcula que hoy un joven de 25 años puede permanecer entre dos y tres años en un trabajo antes de cambiar», afirma Andrés Mascó, head hunter de MR Partners, consultora en recursos humanos.
Rodrigo Canessa, ingeniero industrial, no les teme a los cambios: ya pasó por ocho empresas, muchas de ellas de primer nivel: «No me da miedo cambiar porque sé que tengo una gran facilidad para incorporarme a nuevos grupos». Agregó que a la hora de elegir un empleo evalúa sobre todo tres factores: la proyección que el cargo pueda ofrecerle, la posibilidad de participar en las mesas chicas de toma de decisiones y un reconocimiento salarial justo.
«Si veo que como mucho en dos años el puesto no tiene una clara proyección, me voy», añadió Canessa. Cada uno de sus ocho cambios, además, significó un salto salarial. Actualmente trabaja para el gobierno nacional en el Puerto de Buenos Aires.
Aunque muchas empresas se esfuerzan por seducir a los empleados jóvenes con incentivos de distinto tipo, a veces ni siquiera eso es suficiente. Juan Paladini, de 31 años, licenciado en Administración de Empresas, contó que dejó su trabajo en una empresa líder en servicios tecnológicos a pesar de que tenía la posibilidad de trabajar dos días a la semana desde su casa, sus jefes eran flexibles y de que logró ascensos rápidamente (dos veces fue incluido en el «top 5» de los empleados mejor ranqueados). La razón: a los seis meses de ingresar en esa compañía sintió que «la curva de aprendizaje se había agotado» y decidió buscar otra cosa.
«Cada cambio de trabajo fue como patear el tablero», dijo Paladini, que se fue corriendo de un área técnica y analítica -el análisis de fusiones y adquisiciones de empresas- a otra mucho más «relacional»: ahora trabaja seleccionando personal para empresas en la consultora de reclutamiento Michael Page. «Por primera vez estoy donde quería», celebra.
«Los currículums de los jóvenes son cada vez más abultados debido a la suma de experiencias», admitió a LA NACION el gerente de recursos humanos de una importante empresa multinacional.
Otra de las principales causas que explican la alta rotación laboral es la tendencia creciente al emprendedorismo: ser su propio jefe. Para 2030, se calcula que el 66% de la población mundial será su propia empleadora, según datos presentados en julio en el Congreso de Educación y Desarrollo Económico por su presidente, Juan María Segura.
Así imagina su futuro Magdalena Dodds, licenciada en Enfermería, que con 30 años acumula cinco experiencias laborales en su rubro: «Me gustaría crear una pequeña empresa con algunos socios para enseñar primeros auxilios en colegios, barrios cerrados y grupos de madres». Hoy trabaja seis horas diarias en relación de dependencia, pero dice que a su propio proyecto estaría dispuesta a dedicarle mucho más tiempo.
«Antes se valoraban más la antigüedad y la fortaleza de las compañías. Pero esos valores van quedando desplazados por otros, como la transparencia, la responsabilidad social empresaria y la calidad del vínculo con los compañeros», dijo Alejandro Mascó, head hunter de MR Partners. Añadió que la generación Y no negocia con los jefes y rechaza a quienes no demuestran creatividad y flexibilidad. «El modelo de líder omnipotente e intransigente ya resulta inviable», precisó.
Magdalena Dodds también menciona ese factor. La falta de empatía con su jefa y con el equipo de trabajo terminó por convencerla de dejar su puesto en una empresa multinacional de la industria farmacéutica.
Varios especialistas coincidieron en que esta cultura de cambio vertiginoso es propia de la era digital; manda la instantaneidad. «A un millennial le resulta difícil fijarse objetivos a cinco años. Cuando piensan a futuro, lo hacen con plazos mucho más cortos», opinó el gerente de operaciones de una empresa química multinacional. Melamed, en tanto, señaló que se trata de una generación que sube una foto a Facebook y «a los dos minutos ya espera recibir una catarata de likes».
Para Carlos F. De Angelis, sociólogo y profesor de opinión pública, la economía vira de la «cinta de montaje chaplinesca» al «proyecto», forma productiva de colaboración de carácter efímero. «La modalidad anterior, de trabajo de por vida y forma de ingreso basada en el salario, tenía incorporada la idea de la estabilidad, mientras que la nueva incorpora otras tensiones y formas de competencia que tienen como aspecto paradójico el fin del tiempo libre y la caída de la frontera entre espacio laboral y de ocio», concluyó De Angelis.
Casos como el de José Auletta, que desde 1938 trabaja en una escribanía, son propios de una época que parece haberse ido para siempre.
El fenónemo en números
7 Trabajos
En promedio, es lo que se estima tendrá a lo largo de su carrera un joven de la Generación Y, nacidos entre 1980 y 1999.
66 por ciento
De la población mundial será su propia empleadora para 2030, según anticipan especialistas en trabajo.