Populismo, el paso previo a la Tiranía

octubre 1, 2023

El populismo es el germen de la tiranía

Por Roberto Cachanosky.

populismo

Para el populista es importante destruir el concepto de gobierno limitado e instalar la idea que el voto mayoritario da derecho a violar los derechos individuales de sectores minoritarios

Voy a empezar esta nota con una frase que va a escandalizar a más de uno: el endiosamiento del voto ha destruido la república y los derechos individuales, llevando a los países a la pobreza y la tiranía.

¿Por qué semejante frase? Es que los políticos, periodistas e “intelectuales” de izquierda han tomado el cuidado de resaltar la palabra democracia y ponerla por encima de la república. Al mismo tiempo, para ellos democracia significa que el que más votos tiene recibe el poder para hacer lo que quiere. Recuerdo a Cristina Fernández de Kirchner diciendo en 2008, cuando se produjo la crisis con el campo, que a pesar de tener el 45% de los votos, iba a mandar el proyecto de la 125 al Congreso como si su decisión fuera un favor que su graciosa majestad le otorgaba a los plebeyos en vez de un mandato constitucional.

populismoComo he dicho en otras oportunidades, la democracia se ha transformado en una competencia populista, es decir, teniendo en cuenta que el poder se consigue no por la fuerza de las armas como hacían los antiguos reyes, sino por la cantidad de votos, el truco para ganar la competencia populista consiste en obtener la mayor cantidad de votos. Para eso lo primero que hacen los populistas es dividir a la sociedad (lo que hoy se conoce como grieta) y convencen a la gente que unos son pobres porque otros son ricos, por lo tanto, si lo votan al político populista, él hará justicia quitándole a los ricos para darle a los pobres.

En términos económicos el político populista trata de maximizar la cantidad de votos que va a recibir con un costo menor de los votos que va a perder por prometer aumentarle la carga tributaria a un sector reducido de la sociedad. Esquilman a un 20% de los votantes para repartir el fruto del robo legalizado entre el 80% de los que reciben los recursos del robo legalizado.

La cuenta que hacen es: ¿cuánto me cuesta en pérdida de votos aumentarle la carga tributaria a un sector de la población y cuántos votos gano repartiendo el dinero ajeno? ¿A qué sector de la población puedo expoliar perdiendo pocos votos para financiar mi política populista y repartir ese dinero ajeno entre una mayoría amplia?

Por eso es importante para el populista destruir el concepto de gobierno limitado e instalar la idea que el voto mayoritario da derecho a violar los derechos individuales de sectores minoritarios. Si tengo más votos no tengo límites, y si el Congreso o el Judicial me ponen límites entonces los otros poderes se están levantando contra la voluntad popular que es “sagrada”.

La realidad es que en una república la voluntad popular no es sagrada. Una mayoría circunstancial no tiene derecho a violar los derechos individuales de una minoría, por más minoritaria que sea esa minoría. En una sociedad libre, el voto solo sirve para elegir a un administrador que temporariamente manejará la cosa pública pero con poderes limitados, entendiendo por poderes limitados que el monopolio de la fuerza que se le otorga no puede ser utilizado para violar los derechos a la vida, la libertad y la propiedad. Por eso los populistas son enemigos de una sociedad libre. Porque el poder limitado les impediría explotar a un sector de la sociedad en beneficio de un grupo más amplio que le aporte un mayor caudal de votos. Lo primero que tiene que hacer el populista es romper el concepto de límite al gobierno para poder usar el monopolio de la fuerza y violar derechos individuales expoliando a aquellos que le van a financiar su permanencia en el poder, que no son otros que los contribuyentes. El primer paso es generar lo que hoy se llama grieta: decir que determinado sector de la sociedad (el sector al que se lo va a explotar impositivamente) es el culpable de que otros sean pobres. Con eso se crea el clima para iniciar la expoliación y justificar el uso del monopolio de la fuerza para violar los derechos de terceros. Una vez abierta la puerta que permite usar el monopolio de la fuerza para violar los derechos individuales en nombre del bien común, ya no hay límites para el populista que termina transformándose en tirano. Al comienzo la gente lo aplaude, pero a medida que van desapareciendo las inversiones, cae la producción, escasean los bienes y servicios a los que puede acceder la población y aumentan sus precios por el déficit fiscal debido mayor gasto público producto de la redistribución del ingreso, entonces el populista redobla sus críticas a los supuestos conspiradores y aumenta el enfrentamiento. El camino que elige es decir que las cosas andan mal porque hay sectores que conspiran contra el modelo. Sectores ocultos que busca perjudicar a pueblo trabajador. Con esto justifican el aumento del uso de la fuerza para violar los derechos individuales, incrementan la presión impositiva, estableciendo controles, regulaciones, etc. El estado va adquiriendo un mayor control sobre la vida de los habitantes para, supuestamente, defenderlos de los enemigos.

Como el sector expoliado se va achicando porque huyen las inversiones, para sostenerse en el poder, el populista tiene que aplicar impuestos a sectores que antes no pagaban. Va ampliando el campo de expoliación impositiva hasta que llega un punto en que buena parte de la población siente el efecto del populismo y el balance de votos ganados y votos perdidos empieza a diluirse.

Cuando la crisis económica llega a límites insospechados y la gente ya no tolera más la situación puede ser tarde y queda presa del populista que se transformó en tirano. Pasó con el Perón de los 40 y 50, con Chávez y Maduro y aquí no ocurrió porque la gente reaccionó a tiempo y le puso un límite al vamos por todo que no era otra cosa que establecer una tiranía. El tirano, que empieza como un simple populista, nunca anticipa su objetivo final de tiranía. No lo hizo Fidel Castro, ni Perón, ni Chávez, ni tantos otros tiranos.

Lo cierto es que ese populismo inofensivo va avanzando hasta generar pobreza, violar crecientemente los derechos individuales y finalizar destruyendo el sistema republicano para establecer una tiranía. El ejemplo chavista con Maduro ahora a la cabeza es el ejemplo categórico al respecto.

En síntesis, a la tiranía se llega con un primer paso: cuando el político enfrenta a un sector de la sociedad con otro sector de la sociedad. Acusa a unos de ser responsables de la pobreza de los otros. El segundo paso es poner la mayoría de los votos por encima de los derechos individuales. El que más votos tiene puede hacer lo que quiere. Es como si la sociedad eligiera a sus propios tiranos. El tercer paso es expoliar a determinados sectores productivos para financiar la “compra” votos vía el gasto público. Y el último paso es llevar al extremo la violación de los derechos de los derechos individuales. Para eso tiene que destruir la república y establecer una tiranía. Y de las tiranías solo se sale cuando los pueblos se levantan contra el tirano.

Fuente: economiaparatodos.net


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Hay que seguir las enseñanzas de Alberdi

septiembre 20, 2017

Hay que dejar de lado la marchita y empezar a seguir a Alberdi

Por Roberto Cachanosky.

La marchita logró el objetivo de combatir el capital y con eso consiguió consolidar la pobreza y la desocupación en Argentina

argentinaTodos sabemos que este esquema donde unos pocos mantienen a muchos sin producir, no es viable en el mediano plazo. Olvidemos el tema de los jubilados que cobran en base a los impuestos que pagamos los que estamos en actividad y lo que aportan las empresas, más los impuestos que toma la ANSES de la recaudación general. Tenemos entonces que todos los años se incorporan al mercado laboral 250.000 jóvenes que terminan sus estudios. Además hay que traspasar aproximadamente 2 millones de personas del sector público nacional, provincial y municipal al sector privado y lograr que los que viven de planes sociales empiecen a trabajar.

Queda claro que necesitamos un tsunami de inversiones, tal vez del 30% de PBI para bajar la tasa de desocupación, absorber a empleados del sector público, piqueteros y jóvenes que se incorporan anualmente al mercado laboral. ¿Es posible alcanzar esa tasa de inversión? Es perfectamente posible. Irlanda tiene una tasa de inversión del 30% del PBI. Australia ronda ese número aunque en 2016 estuvo en el 26% del PBI. Chile se mueve entre un piso del 20% y un techo del 28%. Perú se mueve entre pisos del 20% y techos del 26%. Nosotros estamos, desde hace décadas con tasas que tienen como techo el 20% del PBI. Y no tomo China porque está en tasas de inversión del 48% del PBI, tasas que hoy veo complicado alcanzar para nuestro caso.

Pero si observamos la tasa de inversión en nuestro período de auge económico, desde la consolidación nacional en 1880 hasta la Gran Guerra en 1914, podemos observar que la tasa de inversión oscilaba entre un piso del 20% y un techo del 30% del PBI con picos del 40% y más también.

Gráfico 1

Luego de la depresión de 1930, cuando ya entramos en políticas más intervencionistas y una economía más cerrada, la tasa de inversión se estancó en la banda del 10 al 20 por ciento del PBI. En un breve período de la década del 60 empieza a moverse por encima del 20% anual hasta mediados de los 70 y luego de la crisis de 1982 nunca logró superar cómodamente el 20%.

Tal vez este gráfico nos muestre por qué tenemos pobreza, indigencia y desocupación. La tasa de inversión ha sido muy baja desde la década del 40 como para generar más puestos de trabajo, mejorar la productividad de la economía e incrementar los ingresos reales.

¿Por qué a fines del siglo XIX y principios del XX tuvimos tan alta tasa de inversión y luego se desplomó? Porque abandonamos los principios de la constitución de 1853/60 y entramos en el populismo fascista del peronismo donde había que redistribuir el ingreso. Los empresarios eran malos que explotaban a los trabajadores y había que confiscarles parte de sus activos y de sus ingresos. Esta cultura peronista continuó con gobiernos militares y radicales y se consiguió el objetivo buscado en la marchita: combatiendo al capital nos quedamos sin inversiones. La decadencia tenía que producirse inevitablemente y se produjo.

¿Podemos volver a las tasas de inversión de fines del siglo XIX y a las que actualmente tienen Australia, Irlanda, Perú o Chile? Sí, pero vamos a tener que mostrar que dejamos de ser un país de loquitos que cada tanto confisca los ahorros, declara el default y cosas por el estilo. Eso significa recuperar la confianza. Para recupera la confianza el primer paso consiste en que la dirigencia política cambie su discurso de quitarles a unos para darle a otros porque lo único que van a conseguir es espantar inversiones. Si Cambiemos sigue con este discurso de estar contentos porque tiene más planes sociales que el kirchnerismo, vamos por mal camino. El discurso tiene que ser totalmente diferente, volviendo a premiar la cultura del trabajo, el esfuerzo personal y la capacidad de innovación de las personas.

Juan Bautista AlberdiLa marchita logró el objetivo de combatir el capital y con eso consiguió consolidar la pobreza y la desocupación en Argentina. Por lo tanto, nuestros políticos tendrán que citar menos a Perón y empezar a leer más a Juan Bautista Alberdi, el que inspiró nuestra Constitución de 1853/60 que nos llevó a la prosperidad. Insisto, hay que dejar de lado la marchita y empezar a seguir a Alberdi que nos llevará a buen puerto.

Fuente: economiaparatodos.net, 19/09/17.


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El cepo es hijo del populismo

agosto 20, 2015

El cepo es hijo del populismo

Por Roberto Cachanosky.

El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, afirmó que si se eliminaran todas las regulaciones cambiarias habría una gran devaluación. En rigor, su afirmación no tiene como contrapartida una explicación que la justifique dado que solo señala que habría más demanda de dólares que oferta y, por lo tanto, subiría el tipo de cambio. Solo formula la afirmación. No la demuestra.

argentina país bananeroSi dejamos de lado las poco serias teorías conspirativas para explicar la suba del tipo de cambio, Vanoli no hizo otra cosa que reconocer dos cosas: a) que la gente huye de la moneda que emite la institución que él mismo preside, con lo cual está reconociendo su fracaso como presidente del BCRA de proveerle al mercado una moneda sólida y b) también reconoce que existe retraso cambiario. ¿Cuál sería la razón para que la demanda de dólares sea mayor a la oferta si el actual nivel del tipo de cambio fuera de equilibrio? En otras palabras, al formular semejante afirmación está reconociendo que hay retraso cambiario y que solo puede sostenerse con regulaciones, y que la institución que él preside ha fracasado en proveer al mercado de una moneda sana.

Pero veamos quiénes ofrecen dólares y quiénes demandan dólares en el mercado. Los que ofrecen dólares son los exportadores que venden sus divisas al mercado interno para hacerse de los pesos para realizar los pagos correspondientes. Por otro lado, demandan dólares los que necesitan importar. Si, como sostiene el Gobierno, este es un tipo de cambio de equilibrio, no habría motivos para esperar que aumenten las importaciones y caigan las exportaciones como viene ocurriendo hace rato en con las exportaciones en nuestro país, incluso desde antes de las devaluaciones en Brasil y China. En otros términos, si el tipo de cambio oficial es de equilibrio, no tendría por qué afectar el flujo de comercio exterior. Y, en todo caso, ante las devaluaciones del real y el yuan, el mercado ajustaría el tipo de cambio en la misma magnitud si es que las devaluaciones en ambos países afectasen los flujos de comercio exterior. Salvo que pretendan derogar la ley de la oferta y la demanda, el menor ingreso de divisas por exportaciones y la mayor demanda por importaciones harían subir el tipo de cambio hasta el nivel de equilibrio. Y solo habría una gran devaluación, como dice Vanoli, si el tipo de cambio oficial está muy retrasado artificialmente por las regulaciones impuestas por la desconfianza que genera el Gobierno con sus medidas y por la mala calidad de peso que emite el BCRA.

El Gobierno está reconociendo que hay retraso cambiario y que sólo puede sostenerse con regulaciones, y que la institución que Vanoli preside ha fracasado en proveer al mercado de una moneda sana.

Pero también ingresan dólares por inversión directa en los países que respetan los derechos de propiedad y se fugan capitales en los países que no respetan los derechos de propiedad y generan desconfianza con sus políticas económicas. Esto es lo que ha ocurrido bajo el gobierno kirchnerista. Hubo fuga de capitales por desconfianza y refugio en el dólar por la baja calidad de la moneda que emite el BCRA. Si se elimina el cepo en un contexto en el que se presente un plan económico consistente que libere la capacidad de innovación de la gente, equilibrio fiscal, disciplina monetaria, respeto por los derechos de propiedad, un ministro de economía que inspire confianza por su trayectoria y por su discurso coherente y creíble y un presidente del BCRA que también inspire confianza en la moneda que emite dicha institución, entonces, de haber un retraso en el tipo de cambio real, la suba se amortiguaría notablemente con el ingreso de capitales que produciría un gobierno creíble.

En rigor, algo que no va a reconocer Vanoli, es que es este gobierno el que no puede levantar el cepo porque el cepo fue puesto para contrarrestar la desconfianza que generan las arbitrariedades del kirchnerismo. El cepo no es otra cosa que el tratar de generar confianza a los palazos. Creen que la Gendarmería, la policía y la AFIP controlando el mercado de cambios sustituyen la falta de confianza que generan las políticas económicas consistentes y con reglas de juego previsibles.

El problema de Vanoli es que imagina que todo estalla si se levanta el cepo bajo el contexto del descalabro económico que produjo el kirchnerismo y la ausencia de respeto a la propiedad privada del populismo imperante. En definitiva, Vanoli tiene razón que todo estalla si se elimina el cepo bajo estas condiciones económicas e institucionales del kirchnerismo, pero no hay razón para pensar que todo estalle con un gobierno serio.

En síntesis, el cepo es hijo del populismo k. La eliminación del cepo sin estallido será hija de un gobierno serio que sepulte el populismo.

Fuente: lanacion.com.ar – 20/08/15.

 

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El Estatismo Populista

julio 27, 2015

El estatismo que hundió a Argentina en la decadencia y la corrupción

Por Roberto Cachanosky.
El estatismo que hundió a Argentina en la decadencia y la corrupción

Es muy fácil jugar al empresario con el dinero del contribuyente y decir que la empresa puede ser rentable

Todo parece indicar que las privatizaciones se han transformado en una mala palabra. Es casi un sacrilegio hablar de privatizar Aerolíneas Argentinas, el sistema jubilatorio o el fútbol para todos. Es como si hubiese una carrera populista por ver quien ofrece más estatismo, el mismo estatismo que hundió la economía argentina en la decadencia y la corrupción.

argentina país bananeroTodos parecen haber olvidado, o no vivieron, lo que fue el período en que los teléfonos, sistema energético o autopistas estaban en manos del estado. Podían pasar 30 o 40 años desde el momento en que uno pedía una línea telefónica hasta que se la instalaban, si tenía suerte. La sección cartas de lectores de los diarios estaba llena de cartas de gente que se quejaba porque hacía años que no le funcionaba el teléfono y la empresa estatal ENTEL nunca se lo arreglaba o cartas de quienes reclamaban que hacía muchos años que había pedido una línea telefónica y seguía esperando.

Una vez que uno tenía la suerte de disponía una línea telefónica, tenía que tener una segunda suerte: que funcionara la línea a la que llamaba. Recuerdo que allá por los 80, época de Alfonsín ya, vivía frente al hipódromo de San Isidro en un departamento que tenía teléfono. Todo un lujo en esos años. Bien, sistemáticamente todos los fines de semana, especialmente los domingos, me quedaba sin tono. Un día la línea había quedado ligada, es decir, podía escuchar qué hablaban, y escuché que me afanaban la línea para hacer apuestas clandestinas por las carreras de caballos del hipódromo.

Tal era la locura del mal funcionamiento de ENTEL, que los departamentos que se publicaban para vender aclaraban en el aviso si tenía teléfono o no. El mismo departamento con teléfono y sin teléfono tenía una diferencia de precio de U$S 3.000, con lo cual uno puede concluir que el precio de una línea de teléfono en el mercado era de U$S 3.000.

Los más jóvenes tienen que saber que Alfonsín, como gran avance de estrategia comercial, lanzó el plan Megatel. El plan Megatel era una especie de plan cerrado en el cual la gente iba pagando la cuota y en determinado momento le instalaban la línea, previa coima al instalador  que siempre encontraba un problema para poder instalarlo. Así que la gente, después tanto esperar, le pedía que no se fuera. Le daba la coima y milagrosamente la traba técnica para instalar la línea desaparecía. En definitiva, el plan Megatel no era otra cosa que el cliente pagando para darle capital de trabajo a ENTEL, que además de ser ineficiente, tenía enormes pérdidas y estaba sobredimensionada en personal.

Los ejemplos pueden seguir con el puerto de Buenos Aires que fue declarado puerto sucio por las demoras que había para que entraran los barcos a cargar y descargar mercadería. Eso quiere decir que para venir a la Argentina, una empresa naviera cobraba más caro que a otro destino el flete correspondiente.

El sistema energético se caía a pedazos como ahora gracias al milagro del modelo. Ir a Mar del Plata por la ruta 2 insumía, en plena temporada de verano, no menos de 8 horas de viaje con un altísimo riesgo de accidente. No existía la autopista Buenos Aires-La Plata y la ahora autovía 2. Era una ruta angosta, peligrosa y repleta de autos, camiones y micros. YPF tenía alrededor de 45.000 empleados y gigantescas pérdidas operativas. Era el milagro de la única empresa petrolera en el mundo que tenía pérdidas. Cuando se la privatizó se quedó con solo 5.000 empleados, comenzó a producir más y tuvo ganancias.

La cantidad de ejemplos que pueden darse sobre lo terrorífico que fueron las empresas estatales para el país por ser grandes bolsones de corrupción, ineficiencia y pérdidas que tenía que pagar el contribuyente, puede ser interminable.

Si uno observa lo que pasa actualmente, hemos vuelto a esos nefastos años. Por ejemplo, en esos años de empresas estatales, la gente paga una parte de la factura de luz en el banco y la otra parte vía impuestos o el impuesto inflacionario, porque las pérdidas de las empresas estatales se financiaban con aportes del tesoro, el que también tenía déficit y, por lo tanto, recurría al impuesto inflacionario para cubrir las pérdidas. De nuevo, una parte de la cuenta se pagaba en el banco y la otra vía el impuesto inflacionario: ¡igual que hoy! Hoy días las empresas privadas, con los precios controlados, tienen pérdidas que son cubiertas por el estado, el que a su vez recurre al Banco Central para que le financie el déficit fiscal vía emisión monetaria bajo mediante diferentes artilugios contables.

Uno puede discutir los marcos regulatorios de las privatizaciones de los 90, pero lo que no puede negar es que las privatizaciones, además de ser una necesidad para alcanzar mejores servicios y eficiencia, también constituían un instrumento de estabilización económica o, si se prefiere, un instrumento para luchar contra la inflación. ¿Por qué? Porque al privatizarse esas empresas, el tesoro redujo sus erogaciones generadas para sostener las pérdidas de las empresas estatales y se necesitó menos emisión monetaria para cubrir el déficit fiscal. Que luego se haya disparado el gasto público por el objetivo de Menem de buscar su reelección, no quiere decir que antes no se lograra eliminar el déficit fiscal.

El segundo motivo fue la venta de las empresas del estado permitió reducir la deuda pública porque los que compraban las empresas podían hacerlo pagando con bonos que eran parte de la deuda. Es decir, el estado entregaba empresas descapitalizadas, ineficientes y corruptas a cambio de deuda que tenía que pagar el estado.

Siempre se dijo que las privatizaciones significaron vender las joyas de la abuela. Puede ser que fueran de la abuela, pero no eran joyas, justamente.

Ya sé que es políticamente incorrecto decir que había que privatizar, pero yo no me caracterizo por ser políticamente correcto ni me interesa serlo. ¿Dónde está escrito que los votos solo se ganan mintiendo y defendiendo lo indefendible?

Veamos ahora el tema desde otro ángulo. ¿Por qué las empresas estatales no son eficientes? En primer lugar porque suelen responder más a las necesidades políticas del gobierno de turno que a las necesidades de los consumidores.

Pero hay otro punto que no es menor, el estado no tiene recursos propios para fundar una empresa estatal. Esos recursos solo puede obtenerlos de los bolsillos de los contribuyentes. Lo que hace el burócrata que se cree un iluminado, es jugar a ser empresario con los recursos del contribuyente. Le quitan dinero por la fuerza al contribuyente para crear una empresa estatal. La pregunta es: ¿quién dijo que el burócrata asigna mejor los recursos que el que los genera? Es decir, ¿por qué el burócrata va a saber mejor que Ud. dónde asignar sus ingresos?

En segundo lugar, si la actividad que va a hacer la empresa estatal es rentable, quiere decir que perfectamente el sector privado puede proveer ese bien o servicio. Finalmente el empresario está siempre a la búsqueda de utilidades porque esa es su función primordial. Ganarse el favor del consumidor y generar utilidades con esa actividad. De manera que no hace falta que el estado le meta la mano en el bolsillo a la gente para que un grupo de burócratas jueguen al empresario.

Si por alguna razón el estado decide subsidiar alguna parte del transporte o lo que sea, no hace falta crear una empresa estatal. Solo hace falta llamar a licitación al sector privado para ver quién está dispuesto a hacer esa actividad licitando el menor subsidio a recibir del estado.

Finalmente vayamos al debate de hoy en día. Se dice que el problema de Aerolíneas no es si está en manos del estado o del sector privado, sino cómo se gerencia. En definitiva, lo que se propone es despedir a un Recalde inepto y prometen poner otro “Recalde” pero eficiente. Me parece muy flojo el argumento pero sí estoy dispuesto a tomarlo con dos condiciones:

1)   Que Aerolíneas Argentinas tenga que competir con el sector privado. Es decir, una política de cielos abiertos donde no haya restricciones para que el sector privado tenga nuevas rutas.

2)   Ya que los políticos y directores de esas empresas dicen que es un problema de manejarla con eficiencia, entonces que dejen Aerolíneas en manos del estado pero el presidente de la Nación, el presidente de la Aerolíneas Argentinas y todo su directorio pongan como garantía sus bienes personales como una propiedad con un valor no menor a los U$S 100.000.

Porque es muy fácil jugar al empresario con el dinero del contribuyente y decir que la empresa puede ser rentable. Si tan seguros están, que pongan sobre la mesa su garantía. Si hay pérdidas pierden la garantía y los contribuyentes tendrán que financiar la otra parte de las pérdidas. Pero terminemos con esta historia de decir que se puede administrar sin pérdidas una empresa estatal y luego transferirle al sufrido contribuyente los disparates que hacen los burócratas de turno.

En síntesis, en la cancha se ven los pingos. Si tan seguro están de hacer rentable una empresa estatal, que por lo menos jueguen parte de su patrimonio, como lo hace cualquier empresario.

Quiero ver cuántos quedan a la hora de formalizar su garantía.

Fuente: Economía para Todos, 27/07/15.

 

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El engaño Kirchnerista

junio 17, 2015

Tergiversar el sentido de las palabras para violar derechos

Por Roberto Cachanosky.

Acá hay un actuar tiránico y por lo tanto ilegal del gobierno para preservar su propio pellejo

La semana pasada Kicillof reveló el inicio de un operativo de fiscalización para profundizar los controles en materia de Prevención de Lavado de activos, intermediación financiera y cambiaria ilegal. Según dijo el ministro, es un operativo conjunto con el Banco Central de la República Argentina, la Comisión Nacional de Valores, la Unidad de Información Financiera y la Procuradoría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC).

argentina país bananeroargentina país bananeroEn la conferencia de prensa, Kicillof afirmó que “se puede comunicar, preservando datos sustanciales para la investigación, que se han encontrado severas violaciones de las regulaciones vigentes”.

Y, finalmente, para impresionar, informó que: “se ha encontrado una suma de dinero que ronda el millón de pesos y no pudo ser justificada por ninguna de las entidades, como así también inconsistencias contables y tickets con operaciones cambiarias ilegales”.

Cuando uno lee todo esto parce que estuviéramos en manos de los héroes que luchan contra la corrupción y el terrorismo, pero realmente han dado vuelta de tal manera el sentido de las palabras que lo que parece ser una acción de gobierno en protección de los individuos, no es otra cosa que un ataque a la libertad de las personas y además causa carcajadas escuchar al ministro decir que encontraron 1 millones de pesos que no puede ser justificado su origen. Está hablando de 1 millón de pesos que al tipo de cambio verdadero, el conocido como blue, es equivalente a U$S 78.000, algo así como un departamento de 2 ambientes bien ubicado. Mientras nos comunican que descubrieron un sospecho movimiento de fondos equivalente a un departamento de un ambiente, en el sur, en un caso solo, encuentran $ 50 millones que le facturaron a Lázaro Báez en forma sospechosa para la justicia. Tienen el descaro de espantarse por $ 1 millón sospechoso y en un solo caso cercano al gobierno hay $ 50 millones y, en todo caso, los U$S 800.000 de la famosa valija de Antonini Wilson son 10 veces más que el sospechoso millón de pesos que denuncia Kicillof.

En segundo lugar, que el BCRA haga inspecciones para ver la transparencia de las operaciones del sector privado mueve a risa. Su propio balance es un desastre, dibujan las reservas mediante artilugios contables, inventan utilidades para financiar al tesoro y, encima, ni siquiera puede ofrecer una moneda que la gente quiera tener. El peso solo sirve para hacer transacciones de corto plazo pero no es moneda porque no sirve como reserva de valor.

En una parte del comunicado, Kicillof dice que investigan casos de intermediación cambiaria ilegal. Esta parte es particularmente interesante. ¿Qué tiene de ilegal, riesgoso, peligroso o amenazante que una persona que vendió el fruto de su trabajo entregue los pesos que se ganó trabajando a cambio de dólares que tiene otra persona que también se los ganó trabajando honestamente? Solo en las mentes fascistas puede caber la idea que el estado tiene que autorizar que una persona le entregue a otra pesos a cambio de dólares.

Deliberadamente se ha instalado la idea que no aceptar los pesos depreciados de mala calidad que emite el BCRA es una traición a la patria y querer dólares es un acto destituyente que conspira contra la estabilidad del modelo y la democracia. Lo que quiere el gobierno es obligar a la gente a tener solo pesos, no poder refugiarse en el dólar, y de esa manera cobrarle el salvaje impuesto inflacionario. Todo el verso del patriotismo y el lavado de dinero son solo para justificar la violación al derecho individual a realizar libremente transacciones que están garantizadas por la Constitución Nacional. Acá no se está regulando las transacciones de bombas atómicas o neutrónicas. Solo el intercambio de unos papelitos verdes por otros que no sirven para nada llamados pesos. No tienen nada de riesgoso para el país que la gente prefiera os tener dólares a pesos, pero si es riesgoso para que pueda sobrevivir el modelo populista del gobierno. Si la gente pudiera comprar libremente dólares, todas las mentiras del relato caerían en un minuto como un castillo de naipes. Por algo CF no dijo que iba a imponer un cepo cambiario durante la campaña electoral de 2011. Si hubiese anunciado que iba a poner un cepo perdía las elecciones.

Por supuesto que mueve a risa, por no decir al espanto, que uno de los gobiernos de la historia argentina más sospechado de corrupción, salga a argumentar que controla el mercado de cambios para evitar actos ilícitos.

No menos delirante es que el argumento para coartar las libertades individuales, sostenga el ministro que esta investigación es para preservar las normas de prevención de lavado de activos y financiamiento del terrorismo. Un gobierno que tiene legiones de ex terroristas que en el pasado quisieron tomar el poder por las armas para hacer de la Argentina una Cuba al punto de bañar la Argentina de sangre, habla de luchar contra el terrorismo. Esa frase es de terror.

Cuando Kicillof dice que se han encontrado severas violaciones de las regulaciones vigentes, la realidad es que las regulaciones vigentes son el delito porque violan el derecho a trabajar libremente. Es el gobierno, con sus regulaciones, el que comete el delito, no el que intercambia dólares por pesos.

Mi intención en esta nota es solamente resaltar como el gobierno intenta tergiversar el sentido de las palabras para que los que es derecho de  los habitantes se convierta en un delito y lo que es un delito sea un derecho del gobierno para controlar a los habitantes. Como en las películas de suspenso, el que es el delincuente termina siendo el que parecía inocente.

En definitiva, acá no hay una investigación para salvaguardar el bienestar de la población. Acá hay un actuar tiránico y por lo tanto ilegal del gobierno para preservar su propio pellejo y que la economía no salte por los aires antes de las elecciones. Todo el resto es parte del relato.

Fuente: Economía para Todos, 14/06/15.

Tergiversar el sentido de las palabras para violar derechos

 

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Los economistas y la política

mayo 4, 2015

Los economistas y la política

Por Roberto Cachanosky.

Bajo el argumento de políticamente imposible, los economistas terminan armando planes económicos explosivos.

En su libro El Economista y La Política, William Hutt analiza cuál es la función de los economistas que participan de la política. Resulta bastante claro que, muchas veces, los economistas terminan formulando propuestas económicas que se acomodan a los deseos de los políticos. Normalmente este comportamiento obedece a que los políticos suelen decir que tal o cual medida económica es políticamente inviable. Ante esta afirmación los economistas suelen acomodar la medida económica al gusto del político para hacerla políticamente viable, por más que la corrección sea una gigantesca payasada.

Dice Hutt en una parte de su libro que muchas veces los economistas terminan asesorando a los políticos para que éstos terminen actuando como si no hubiesen sido asesorados por economistas. En otras palabras, si el economista acepta las llamadas restricciones políticas, lo más probable es que el político haga lo que le parece y como si nunca hubiese consultado a un economista.

Es fácil para nosotros, los economistas, criticar a los políticos por ineptos, pero la realidad es que dentro del gremio ha habido cada economista en la función pública que mejor perderlo que encontrarlo. Ya sea por blandos, por baja capacidad profesional o solo por permanecer cerca del poder, muchos colegas han sido responsables de la decadencia económica argentina.

Más de una vez algún economista ha aceptado la restricción de lo “políticamente inviable” y terminaron creyendo que podían sustituir una medida de reforma estructural con algún artificio financiero, monetario o cambiario. En la década del 80 terminamos en la hiperinflación porque creyeron que los artificios financieros del Banco Central, manejando el endeudamiento, la tasa de interés y el tipo de cambio era un sustituto de la baja del gasto público para equilibrar las cuentas del estado. El resultado fue que el 6 de febrero de 1989 el BCRA se quedó sin reservas, dejó de vender dólares para sostener artificialmente bajo el tipo de cambio, llevándonos de cabeza a la hiperinflación.

Durante el gobierno de De la Rúa se creyó que el endeudamiento como el blindaje y el megacanje eran sustitutos de las reformas estructurales, en particular la baja del gasto público. Lo echaron a Ricardo López Murphy por proponer una baja del gasto de U$S 3.000 millones porque era políticamente inviable y a los pocos meses, más precisamente en julio de 2001, terminaron bajando las jubilaciones y los sueldos de los empleados públicos bajo el nombre de la política de déficit fiscal cero. Pero la diferencia entre lo que proponía Ricardo López Murphy y lo que se hizo en julio de 2001 es que López Murphy proponía una reforma del estructural del estado que permitiera bajar el gasto para equilibrar en forma ordenada las cuentas del sector público, en tanto que el déficit cero no implicaba una reforma estructural del sector público sino una baja horizontal para equilibrar las cuentas, es decir sin establecer prioridades en el gasto para dejar de gastar en lo que no era función esencial del estado y así disminuir las erogaciones.

El dato relevante es que por no hacer oportunamente las reformas estructurales de fondo por considerarlas políticamente inviables, primero se terminó en un recorte del gasto desordenado pero que tampoco alcanzó y finalmente llegó Duhalde bajando el gasto público de la manera más torpe, generándole un alto sufrimiento a la población con la devaluación y la llamarada inflacionaria correspondiente para licuar el gasto público. En otros términos, lo políticamente inviable que proponía Ricardo López Murphy era menos cruento, más equitativo y menos doloroso para la población que el zafarrancho que terminó haciendo Duhalde con la devaluación.

¿Puede uno afirmar que es políticamente más viable hacer el zafarrancho que hizo Duhalde, que bajar ordenadamente el gasto público? Posiblemente así sea. En Argentina los políticos parecen no hacer las cosas por las buenas sino por las malas.

Planteo este punto porque todos sabemos que el kirchnerismo deja un fenomenal problema económico y, particularmente, un gasto público récord con una presión impositiva que asfixia a la gente. Estos dos problemas habrá que enfrentarlos por las buenas por las malas. Por las buenas es ir preparando desde ahora un claro plan de reducción del gasto y de la carga tributaria y no esperar que el estado se quede sin financiamiento y volvamos a utilizar la vieja receta de licuar el gasto público con una llamarada inflacionaria. Receta que no sirve porque la llamarada inflacionaria no elimina el gasto inútil. El despilfarro en ñoquis, fútbol para todos y demás delirios no desaparece, solo se lo licua pero sigue vivo. En cambio, una baja del gasto público que lleve a una reforma estructural fortalece las funciones propias del estado (seguridad, justicia, etc.) y elimina aquellas que no son función del estado. No solo hay que buscar el equilibrio fiscal. También hay que lograr la eficiencia en el gasto. No gastar en cualquier estupidez que le pase por la cabeza al populista de turno.

Justamente el desafío del próximo ministro de economía, si es que no es k y quieren recuperar la economía argentina, consiste, en parte, en convencer a los políticos que lo que ellos consideran políticamente inviable es viable y menos doloroso, y lo que ellos consideran políticamente viable termina siendo una gran perjuicio para la sociedad.

Si el kirchnerismo llega a su fin de ciclo, el gran desafío del equipo económico que asumirá el desastre que dejarán los k será convencer a la dirigencia política que es mejor hacer las reformas y los recortes de gasto en forma ordenada y con criterios de prioridad que recurrir a la vulgar licuación del gasto que no resuelve nada de fondo y, como monstruo de mil cabezas, cada tanto reaparece conduciéndonos a una nueva crisis inflacionaria, pérdidas patrimoniales y sufrimientos en la población.

En definitiva, esperemos que los economistas, en el futuro, no asesoren a los políticos para que actúen como si nunca hubiesen sido asesorados por los economistas. Por una vez en la vida hagamos las cosas bien, educando, sobre todo, a los políticos, para que entiendan que, lo que ellos consideran políticamente inviable, termina siendo no solo políticamente viable, sino también la mejor opción para la población.

Fuente: Economía para Todos, 03/05/15.

William H. Hutt

William H. HuttWilliam [Harold] Hutt (3 août 1899- 19 juin 1988 à Irving) était un économiste britannique et ancien membre de la Société du Mont-Pèlerin. Il naît à Londres d’un père typographe et étudie à la London School of Economics à partir de 1919. Jusqu’en 1928, il suit de manière informelle les cours de la LSE. Cette année-là, il rejoint l’université de Cape Town où il enseignera toute sa vie.

Il était le défenseur de l’économie de marché et s’est opposé à l’interventionnisme des politiques keynesiennes. Il a également montré les déficiences des pratiques syndicales et a inventé le terme de souveraineté du consommateur. Enseignant en Afrique du Sud, il s’est révolté contre le racisme imposé par des lois étatistes.
Source: Wikiberal, 2015.

 

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Argentina sin Libertad

marzo 27, 2015

El kirchnerismo borró de la memoria cómo es vivir en libertad

Por Roberto Cachanosky.

El kirchnerismo borró de la memoria cómo es vivir en libertad

El debate sobre si es posible eliminar el cepo refleja que el kirchnerismo borró de la memoria de la gente cómo es vivir y trabajar en libertad

Tantos años de intervencionismo han generado tal grado de distorsión en la forma de pensar de la gente que hasta la propuesta económica más sencilla produce pánico en la gente.

A raíz de las declaraciones de Mauricio Macri de levantar el cepo cambiario hubo una catarata de tuits sobre el tema. Mi visión es que no solo se puede levantar el cepo sino que es necesario eliminarlo para poder crecer. Pero dicho esto de eliminar el cepo, inmediatamente surgían los que decían si había que devaluar. Mi visión es que no hay que devaluar porque ello implica llevar el tipo de cambio de un determinado nivel a otro que se supone de equilibrio. La realidad es que nadie tiene ese número mágico de equilibrio, por lo tanto la solución es dejar flotar libremente el tipo de cambio, lo que se llama una flotación limpia. Si esa flotación limpia se hace bajo un contexto de disciplina fiscal, es decir sin déficit, que lleva a la disciplina monetaria y, además, es implementando por un ministro de economía que genere confianza y sepa comunicarle a la gente el rumbo económico que se ha adoptado, no veo razón por la cual tenga que producirse una corrida cambiaria y financiera que haga estallar el país.

Distinto es si se elimina el cepo al estilo Duhalde 2002 con su devaluación sin un plan económico detrás. Lo único que hizo Duhalde fue devaluar, crear un fenomenal caos económico e institucional y licuar el gasto público con la llamarada inflacionaria y cambiaria que produjo. Me parece que en la memoria de la gente quedó grabada esa traumática experiencia y por eso, hasta colegas economistas, ven la salida del cepo como algo muy difícil de implemenar.

argentina bandera con bananasSí creo que, aún con la confianza que pueda generarse, llevar a cabo las reformas estructurales llevará tiempo y, por lo tanto, el tipo de cambio tenderá a subir, tal vez hasta niveles cercanos al blue actual para luego bajar en la medida que se avance en la reformas estructurales y vayan ingresando capitales en el sector real de la economía. Queda claro que no es con una devaluación que se logra competitividad, sino con reformas estructurales. Los países que tienen economías sólidas y calidad institucional tienen monedas fuertes. Monedas que son respetadas en el mundo. Monedas de las que la gente no sale huyendo sino que las utiliza como refugio de valor. Monedas que permiten ahorrar y, por lo tanto, ofrecer crédito para la inversión y el consumo. Monedas que permitan hacer cálculo económico a la hora de evaluar una inversión. Como se ve, tener una moneda sólida no es contrario al crecimiento, por el contario, es condición necesaria para el crecimiento.

argentina-en-crisisLas monedas que se devalúan permanentemente son las que pertenecen a países con desórdenes económicos en lo fiscal y monetario. El ahorro brilla por su ausencia y, en consecuencia, el crédito no existe. Los eternos devaluadores son los que no se animan a poner orden fiscal por el lado del gasto y optan por licuarlo transitoriamente con una llamarada inflacionaria y cambiaria al estilo Duhalde.

Otra de las preguntas que me formulaban por Twitter era: si el BCRA no interviene en el mercado de cambios, ¿quién le venderá dólares a los importadores? Tanto nos acostumbramos a que nos dirijan la vida que no nos damos cuenta que en un mercado libre una persona le puede vender dólares a otra. El importador le puede comprar dólares al exportador, y el exportador querrá vender dólares para hacer sus pagos en pesos en el mercado interno.

Algún colega economista ha afirmado que solo se podrá salir del cepo cambiario si hay confianza en diciembre. No comparto en absoluto esa propuesta. Salir del cepo habrá que salir sí o sí. Mientras exista el cepo no habrá forma de generar ingreso de divisas. Nadie entra a la cárcel, cierra la puerta con llave y luego la tira bien lejos. Nadie comete esa locura. En todo caso el cepo no es otra cosa que un parche a la desconfianza que ha generado siempre este gobierno, pero el parche no resuelve el problema. Simplemente lo tapa, en el mejor de los casos o lo termina agravando como es el caso del cepo. Quiso evitar la sangría de pérdida de reservas que tenía el Central por la desconfianza que generaba el gobierno que terminó creando tal restricción de reservas, al punto de aplicarse a la compra de insumos agravando la recesión.

Para el próximo gobierno, eliminar el cepo va a ser tan importante como en su momento era eliminar el corralito, obviamente era importante eliminar el corralito en forma bien hecha, no como lo hicieron. Pero para comparar solo digo que el cepo es tan letal a la economía como el corralito.

Lo relevante es que en el futuro la gente empiece a darse cuenta que se puede vivir en libertad y hacer transacciones sin las regulaciones del estado. Que, por el contrario, las regulaciones traban la economía, la hacen ineficiente, le quitan competitividad y malgastan la energía de la gente que tiene que estar volcada a producir eficientemente.

Me parece que el kirchnerismo se encargó de borrar de la memoria de la gente cómo era comprar y vender divisas libremente o intercambiar bienes y servicios sin que intervenga el secretario de comercio. En definitiva, el kirchnerismo se encargó de borrar de la mente de la gente cómo es vivir y producir en libertad.

Fuente: Economía para Todos, 22/03/15.

 

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Los impuestos en la década robada

diciembre 3, 2014

IMPUESTOS, LÁZARO Y LA CÁMPORA
03/dic/2014

Los k encontraron en Keynes la excusa ideal para transformar el país en una gran villa miseria.

Por: Roberto Cachanosky

La semana pasada, Cristina Fernández afirmó que no se podían bajar los impuestos, ya sea subiendo el mínimo no imponible ni disminuyendo las retenciones al agro, porque hacían falta para financiar la obra pública y los planes sociales. La realidad es que no se sabe muy bien de qué obra públicas habla porque el sistema energético está colapsado, las rutas son un peligro, los ferrocarriles un atentado para la vida de la gente, los hospitales una lágrima y el listado sigue. Por el lado de los planes sociales, si luego de más de 10 años el estado necesita seguir manteniendo a los NI NI, la AUH y el resto de los 58 programas “sociales” que se manejan a nivel nacional, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la presidente está reconociendo implícitamente el fracaso de esta década dilapidada, porque la gente, luego de 10 años, no puede vivir del fruto de su trabajo sino que tiene que ser mantenida con el fruto del trabajo ajeno.

Un solo dato, entre 2002 y 2013 los ingresos tributarios a nivel nacional se incrementaron el 1.500% contra una inflación del orden del 500%, es decir, en términos reales la carga tributaria aumentó el 1.000 % aproximadamente. Ahora bien, esta feroz carga tributaria no afecta solamente a los productores de soja o las empresas en general. Esta fenomenal carga impositiva también impacta en el bolsillo de la gente que trabaja en relación de dependencia que no tiene sueldos gigantescos. Por eso la protesta de los sindicatos y el pedido de hasta los sindicatos afines al gobierno para que la gente no pague el impuesto a las ganancias sobre el aguinaldo a fin de año. Es que los aumentos nominales de salarios que recibe la gente son para compensar parte de la inflación. Como a esos aumentos el estado los considera mejoras salariales, terminan haciendo una carnicería impositiva, porque cobra más impuestos sobre salarios que están cayendo en términos reales.

Pero supongamos que no hay inflación y el gobierno aumenta la carga tributaria como la aumentó en todos estos años. Es falso que el aumento del gasto público genere un incremento del nivel de actividad como pretendió justificar Kicillof ante el desborde del déficit fiscal o como dice CF para sostener la obra pública y los planes sociales que, en rigor, no son otra cosa que clientelismo político. Todo el dinero que se le quita al sector privado vía impuestos es menos capacidad de consumo que tiene el sector privado, o menor capacidad de ahorro que luego se traduce en menos crédito para el consumo y la inversión, porque aunque al gobierno no le guste, el crédito no se imprime. Se genera vía el ahorro que no es otra cosa que sacrificar consumo presente por consumo futuro.

Si el aumento del gasto público, que en la era k ha sido fenomenal, se financia con más carga tributaria, no aumenta la demanda global, como dicen los keynesianos. La demanda total es la misma, lo que cambia es quién consume. En el modelo k, con esta presión impositiva, el cajero del banco, el empleado de comercio, el camionero, etc. consumen menos por los impuestos que pagan pero consumen más los que reciben esos impuestos bajo la forma de programas sociales u obras públicas, es decir, puede consumir el militante de La Campora que consiguió un cargo público y puede consumir más Lázaro Báez o el que sea que reciba el dinero del contrato estatal. ¿Se entiende?

El problema adicional es que no solo no aumenta el nivel de actividad global con el mayor gasto público y la más elevada presión impositiva, sino que, además, los recursos están pésimamente asignados. La economía genera cada vez menos bienes físicos para ser consumidos (litros de leche, toneladas de carne, kilos de pan, etc.) pero con más gente consumiendo. No es que la plata no alcance, como comúnmente se dice, sino que los bienes no alcanzan para todos. Billetes de papel sobran. Lo que no sobra es pan, carne, trigo, leche, etc. porque el estado frena el proceso productivo. Lo desestimula con la carga impositiva. Espanta las inversiones con sus regulaciones, impuestos y arbitrariedades. Esto hace que, al no haber inversiones, no pueda crecer la capacidad de producción y falten bienes. Cada vez hay menos gente produciendo y más consumiendo sin producir.

Ahora, si el gobierno financia el aumento del gasto público con emisión monetaria, entonces liquida a la gente con el impuesto inflacionario. Lo dramático de la situación actual es que el gobierno está masacrando a la gente con el impuesto inflacionario y con los impuestos. Por es bueno recordar que la gente no solo paga el impuesto a las ganancias. También paga otros impuestos como el IVA, bienes personales, etc. más los impuestos provinciales y las tasas municipales.

La otra opción es financiar el aumento del gasto colocando bonos que compren los ahorristas japoneses, italianos, ingleses, alemanes o norteamericanos. En ese caso, en el corto plazo, el estado puede gastar más sin quitarle poder de compra al contribuyente, pero en el largo plazo habrá que pagar esa deuda más los intereses y es ahí cuando cae la demanda de la gente. Eso ya lo hicieron este gobierno y los anteriores embocaron a los alemanes, japoneses, ingleses, norteamericanos, etc.

Y, finalmente, queda la deuda interna para financiar el aumento del gasto. Esto quiere decir que el estado sale a pedir prestado al mercado y desplaza al sector privado del mercado crediticio, sea para inversión o consumo, con lo cual contrae la demanda.

En definitiva, acá no hay magia. No es que el gasto público produzca la multiplicación de los peces y permita que la gente acceda a más bienes y servicios por arte de magia. El gasto público k en particular es un fenomenal despilfarro de recursos generador de vagos, corruptos y vivos que van a cantar que dan la vida por el modelo pero a cambio se llevan sus buenos sueldos por no hacer nada útil. Si a esto le agregamos los oscuros negocios de la obra pública, un fenomenal agujero por el cual se van miles de millones de dólares, no es que no se pueda bajar los impuestos por los planes sociales y la obra pública. No se pueden bajar los impuestos porque se acaban los recursos para el clientelismo político, los vivos de La Campora y la corrupción. Además de ser científicamente incorrecto afirmar que el aumento del gasto público genera más actividad, lo concreto es que los k encontraron en Keynes la excusa ideal para transformar el país en una gran villa miseria y, de paso, dar lugar a los casos de corrupción más resonantes de la historia argentina. Todo en nombre del gasto público.

Fuente: ECONOMIA PARA TODOS.

El ajuste K

noviembre 4, 2014

No era un problema de estilo, era una forma de gobierno

Por  Roberto Cachanosky.

Agredir, buscar enemigos permanentemente, acusar, perseguir y denostar al que piensa diferente no era un problema de “estilo”

CFK dedo levantadoEn uno de sus típicos discursos en que puede hilar las palabras pero no las ideas, CF acaba de afirmar que tiene miedo (¿?) de que los que dicen que hay una crisis económica, quieran instalar esa idea para luego hacer el ajuste y destruir todos los “logros de la década ganada”. En otras palabras, si como dice CF no hay tal crisis, pero la gente compra el argumento de los economistas, los opositores y medios no afines al gobierno sobre la existencia de una supuesta crisis, quiere decir que para ella la gente es estúpida, porque le va bien pero empieza creer que le va mal solo porque los medios dicen que le va mal descreyendo de su palabra y la de sus funcionarios.

En realidad CF ya está aplicando un feroz ajuste en la economía. El ajuste lo aplica sobre el sector privado que soporta una carga tributaria asfixiante, tiene su actividad económica paralizada y comienza a despedir personal. Tal es el grado de destrucción del aparato productivo que Argentina, famosa en el mundo por su carne y el trigo, tiene paralizados los frigoríficos y la producción de trigo no es negocio. Hasta la soja empieza a perder atractivo en las regiones más alejadas del puerto y con menores rindes. El kirchnerismo ha logrado tal grado de destrucción económica que si la actividad ganadera y triguera no es negocio, es como decir que en Suiza ya no es negocio la actividad bancaria o que la industria americana del cine está quebrada. Han llegado a niveles de destrucción insospechados.

¿Por qué esta masiva destrucción económica? Porque en su populismo para obtener poder político, necesitaron que el sector productivo de la economía mantuviera a una cantidad creciente de improductivos. Los improductivos pasaron a ser “beneficiarios” de los llamados planes sociales y puestos públicos a nivel nacional, provincial y municipal, con lo cual en su carrera por acumular poder, que requería de populismo creciente, destruyeron a los que les financiaban el populismo. Ni siquiera tuvieron la inteligencia de dosificar la explotación de los sectores productivos para financiar a los improductivos de manera de sostener más su modelo de acumulación de poder.

Cuando CF dice que quiere instalarse la idea que hay una crisis para luego justificar el ajuste, en realidad parece estar abriendo el paraguas por si le toca a ella hacer el ajuste del sector público, en cierta forma lo está haciendo generando la caída de los ingresos reales de jubilados y empleados estatales, tratar de desligarse de lo que ocurra cuando deje el poder en 2015.

Si le tocara a ella, argumentaría que la culpa es de una inexistente crisis económica mundial, de los fondos buitres, de Griesa, de Obama y de toda la galaxia si es necesario seguir buscando culpables. Pero tal vez no se anime a hacer el ajuste del sector público y le deje el problema al gobierno que viene. Al menos esa parece ser la estrategia siempre y cuando la realidad económica lo permita.

Todo el juego del gobierno se limita a sostener el populismo para irse con algún porcentaje razonable de apoyo de los sectores que viven a costa del resto. Lograr sembrar la mayor cantidad de bombas posibles para que el estallido económico sea gigante para el próximo gobierno y, desde afuera, con el dedito acusador, afirmar: con nosotros estas cosas no pasaban, para ser recordada como la benefactora de todos.

Aquellos analistas políticos y periodistas que, en el apogeo del kirchnerismo, hablaban de nuevo paradigma económico y que lo que molestaba de Néstor Kirchner era el estilo, parece que empezaron a darse cuenta que no había tal nuevo paradigma económico porque estábamos frente a una burda política populista que tuvo la suerte de la santa soja y que tampoco era un problema de estilo la forma de hablar, sino una forma de gobernar. Agredir, buscar enemigos permanentemente, acusar, perseguir y denostar al que piensa diferente no era un problema de “estilo” como decían algunos periodistas, era un problema de estrategia política que llevaba a la persecución, incluso se llegó al punto de perseguir a aquellos que hablaban de “estilo”.

Tal vez no se hubiese impedido el destrozo que pretendían hacer, pero si empresarios que hacían “buenos negocios”, periodistas que hablaban de “estilo”, analista políticos que se preguntaban si no estábamos frente a un nuevo paradigma económico, si todos ellos hubiesen reaccionado a tiempo, tal vez no hubiésemos llegado tan lejos en la destrucción del país.

El mal ya está hecho, solo queda pensar hacia el futuro y tratar de minimizar los daños que pueden hacer de aquí hasta el fin de su mandato, cualquiera sea la fecha.

Mi impresión es que la destrucción es tan grande que el próximo gobierno podrá sentirse satisfecho si logra dos objetivos básicos. Por un lado empezar a poner la economía en movimiento y por otro lado, en forma simultánea, impulsar con toda firmeza un Núremberg de la corrupción y el abuso de poder de los funcionarios públicos. ¿Por qué es fundamental este último punto? Porque hace a la calidad institucional del país. Tiene que quedar sentado que ya no se puede pasar por la función pública, hacer cualquier estropicio, abusar del poder y llenarse los bolsillos con corrupción sin que pase nada. Si no se sanciona severamente todo esto el país no puede tener futuro porque la señal será que las reglas que imperan en la Argentina son las de la impunidad, con lo cual, las inversiones que pueden llegar a venir son las ligadas a la corrupción que se respalden en la impunidad. Y la impunidad implica falta de reglas de juego claras y transparentes. Para reconstruir la Argentina hace falta terminar con la impunidad.

Y, en segundo lugar, poner la economía en funcionamiento, implica eliminar todas las regulaciones que hoy asfixian la capacidad de innovación y de producción, poner orden fiscal para poder tener disciplina monetaria y así bajar la inflación.

Solamente logrando estos dos objetivos se habrá avanzado mucho, porque al terminar con la impunidad ya no vendrá otro político a hacer cualquier disparate para llevar adelante su aventura populista. Que destrozar un país tenga un costo para el que lo haga, es un paso institucional fundamental. Si a esto le agregamos un cierto orden económico, podemos empezar a pensar en reformas económicas más profundas, como pueden ser la reforma del sistema tributario, la legislación laboral y tantos otros temas aún pendientes.

Pero insisto, todo este relato oficial y mentira descarada para tapar no solo el destrozo económico sino también la corrupción no puede pasar a la historia como un problema de “estilo”. La reconstrucción de la Argentina pasa, inevitablemente, por sancionar estos comportamientos. Esto es lo que estoy esperando escuchar de la oposición y en un futuro cercano verlo hecho realidad.

Fuente: Economía Para Todos, 02/11/14.

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Argentina: El dólar oficial es ilegal

octubre 14, 2014

El dólar oficial es el ilegal.

Por Roberto Cachanosky.

Todo sistema autocrático tiende a desvirtuar el sentido de las palabras, las vacía de contenido o les otorga un sentido inverso al que realmente tienen.

Varios funcionarios del gobierno, incluyendo a la presidente, suelen afirmar que el llamado dólar blue es ilegal. Otros, como Vanoli, con más grado de obsecuencia hacia la presidente y flamante presidente del BCRA, un tiempo atrás sostuvo que dar el valor del blue es como “publicar el precio de la cocaína”. Lo curioso es que algún funcionario del gobierno acaba de afirmar que habría que permitir el consumo libre de drogas pero al mismo tiempo informar su precio sería un delito. Un mercado poco transparente el de la droga que proponen funcionarios k. En definitiva, han llegado a tal grado de locura en la defensa de un modelo que se derrumba como castillo de naipes que, a esta altura del partido, pueden llegar a ocurrir las contradicciones más insólitas.

cepo cambiario ilegalAhora bien, más allá del relato oficial que, como todo sistema autocrático, tiende a desvirtuar el sentido de las palabras, las vacía de contenido o les otorga un sentido inverso al que realmente tienen, en rigor es el dólar oficial el ilegal y el blue es el legal, entendiendo por legal aquellos actos que se ajustan al estado de derecho, es decir, a que el Estado uno use el monopolio de la fuerza para violar el derecho de terceros.

La razón por la cual el dólar oficial es el ilegal tiene que ver con la violación al derecho de propiedad por parte del Estado. O, si se prefiere, hay una confiscación de la propiedad privada sin indemnización previa.

En rigor la moneda no es otra cosa que un medio de intercambio. Si bien en sus orígenes la moneda era una mercadería como cualquier otra, al punto que se usaron el oro, la plata, el bronce, el cuero, los granos de café, etc. como medios de intercambio, hoy día la moneda es puro papel moneda.

Pero el punto central es que la moneda vino a facilitar el intercambio reemplazando el trueque. Yo vendo mis servicios de economista por dinero y con ese dinero le compro el pan, la carne, la ropa, etc. a cualquier persona. En el caso del trueque tendría que encontrar a algún panadero que quisiera tomar clases de economía para intercambiar su pan por mis clases de economía.

Como justamente el dinero vino a reemplazar el trueque, se facilitaron y agilizaron las transacciones. Ahora, pensemos un segundo en el trueque e supongamos que 4 toneladas de trigo equivalen 2 cabezas de ganado. Supongamos ahora que un productor local de trigo le cambia a un vecino uruguayo 4 toneladas de trigo por 2 cabezas de ganado. El productor argentino entrega el trigo y recibe las dos cabezas de ganado. El tipo de cambio oficial viene a confiscar parte de esas dos cabezas de ganado. Supongamos que el blue cotiza al doble que el oficial, si no existiera la moneda es como si el estado confiscara el 50% de la carne que recibe el exportador de trigo. Es decir, que el estado se quedara con 1 cabeza de ganado que por derecho le pertenece al productor de trigo.

Si se piensa el tipo de cambio oficial no como una moneda sino como mercaderías que se entregan a cambio de mercaderías, es decir analizamos el tema desde el ángulo del trueque, podemos ver claramente que el estado, sin ley que lo autorice, en forma arbitraria y sin ningún tipo de respaldo jurídico, utiliza el monopolio de la fuerza para confiscarle al productor una parte de su riqueza. Por eso, el dólar oficial es ilegal, porque le permite al estado confiscar sin ley aprobada por el Congreso ni indemnización previa. En otros términos, el dólar oficial es inconstitucional, viola el derecho de propiedad y constituye un robo liso y llano del fruto del trabajo de la gente, con lo cual no pueden interpretarse como políticas económicas erradas, sino que son  un abuso de poder para violar derechos individuales. Sencillamente el tipo de cambio oficial es un delito que comenten las autoridades contra quienes producen.

Para ponerlo de forma más sencilla, cuándo alguien exporta el fruto de su trabajo, ¿los dólares que reciben son del productor o del estado? Claramente que son del productor y el estado solo puede apropiarse de esos dólares actuando como un ladrón, pero amparándose en un simulacro de legalidad que denomina tipo de cambio oficial.

1984 George Orwell 01Por el contrario, la compra venta de dólares blue, que el gobierno denomina ilegal, es totalmente legítima. Quién tiene pesos no comete ningún delito al comprar dólares a un precio diferente al que se le ocurre al gobierno. Lo que pasa es que nos han metido en la cabeza que el estado tiene derecho a fijar el tipo de cambio y que el que no obedece es un delincuente. Una persona produce un bien, le entregan pesos por ese bien que vende y con esos pesos compra dólares. ¿Cuál es el delito? ¿Acaso los pesos que recibe el productor no son la contrapartida del fruto su trabajo? ¿Con qué derecho el estado se mete con el fruto del trabajo de la gente y le prohíbe comprar dólares porque se le da la gana o porque quiere defender el fruto de su trabajo? Por eso decía al comienzo de esta nota que los sistemas autocráticos deliberadamente distorsionan el sentido de las palabras. Lo que constituye un delito, que es lo que hacen los funcionarios públicos, pasa a ser legal en las autocracias, y lo que es legal en una democracia republicana pasa a ser un delito que cometen los ciudadanos.

Esa tergiversación del sentido de las palabras es deliberada. El autócrata tiene que construir un nuevo idioma por el cual todos los ciudadanos pasan a ser sospechosos o delincuentes por actos que son auténticamente legítimos en una democracia republicana. Pero el autócrata, para justificar el abuso en el monopolio de la fuerza que le fue delegado, da vuelta los conceptos para justificar sus actos. [ Ver: George Orwell, 1984 y Argentina 2012 ]
En definitiva, en los sistemas autocráticos o con fuertes tendencias al autoritarismo son los actos de los gobernantes los ilegítimos. Los que constituyen delitos contra las personas, contra su propiedad, su libertad, etc. Y los actos de los ciudadanos que tratan de defenderse de esos delitos del estado, que éste pretende catalogarlos de delitos, son absolutamente legítimos. Tan legítimos que por eso sostengo que el dólar oficial es ilegal y el blue es legal.

Fuente: Economía para Todos, 12/10/14.

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Comentario de Gustavo Ibáñez Padilla:
Más allá de las opiniones y consideraciones sobre si existe o no el “cepo cambiario” y si es o no efectivo, debemos recordar que se trata de una medida absolutamente autoritaria, que cercena las libertades individuales y que es contraria a la Constitución Nacional. Por tal motivo, todos aquellos funcionarios que la propician, la aplican y la fomentan mediante la creación adicional de medidas reglamentarias y resoluciones administrativas incurren en diversos delitos, entre los cuales podemos mencionar el mal desempeño de la función pública y el abuso de autoridad. Que Dios y la Patria se lo demanden.

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