Con la agricultura es casi imposible precisar cuándo termina algo viejo y comienza algo nuevo. Biología, clima y mercados son variables que interactúan y se modifican. Sin embargo, es saludable hacer una pausa y proyectar lo que ocurrirá en el próximo ciclo agrícola. Así puede considerarse la jornada de lanzamiento de la campaña gruesa 2017/18 que organizó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires el miércoles pasado.
El primer dato que impacta es que el volumen de la cosecha de los seis principales cultivos decrecerá en 1,2 millones de toneladas respecto del ciclo 2016/17, en tanto que el área tendría una reducción de 500.000 hectáreas, según estimaron los especialistas de la Bolsa de Cereales. Esto se debe a una combinación de caída de precios y situación climática. Según explicó Esteban Copati, jefe de Estimaciones Agrícolas de la entidad, el número podría revertirse si mejoran las condiciones del tiempo para el momento de la siembra de maíz tardío. Así se incorporarían unas 400.000 hectáreas, que llevarían el área total a 32,8 millones de hectáreas y la cosecha a 125,1 millones de toneladas.
La peor performance se la lleva la soja. Para la Bolsa porteña, el área sembrada sería un 1,1 millón de hectáreas menor que la campaña 2016/17. Los especialistas explicaron que eso se debe a las inundaciones y a la expansión del trigo, el maíz y el girasol. A simple vista este dato podría ser considerado como positivo ya que se incrementa la diversificación de cultivos y se mejora los esquemas de rotación.
Sin embargo, hay pies de barro en esa ventaja. Sobre la soja pesa la mayor presión impositiva de todos los cultivos al mantenerse los derechos de exportación. En la próxima campaña comenzará la reducción de las retenciones en medio punto porcentual a partir de enero de 2018. En el horizonte del gradualismo, a fines de 2019, quedarán en 18%, tres puntos porcentuales más que lo prometido en la campaña de 2015 por el actual oficialismo.
«La decisión del gobierno argentino de reducir los derechos de exportación a partir del año próximo es una medida que lleva a los productores a retraer sus ventas», dijo Bill George, economista del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) durante la jornada. «Esta posibilidad es un factor que limitará las reducciones de niveles de precios», de la oleaginosa en los mercado internacionales, añadió el experto del USDA. En el exterior ya entienden las extravagancias argentinas.
El Gobierno prometió que el próximo año impulsará una reforma tributaria, pero no dijo nada todavía públicamente si pondrá sobre la mesa la discusión sobre los derechos de exportación a la soja. Ya comenzó a recibir trabajos con propuestas para llevar adelante un esquema de pago a cuenta. También comenzó a analizarse tangencialmente la cuestión a raíz de la polémica por los aranceles diferenciales entre las alícuotas al poroto de soja y al biodiésel. Nada de esto se parece a una discusión profunda y abierta, decisiva para la política agropecuaria.
El presidente de la Bolsa de Cereales, Raúl Cavallo, aunque no mencionó las retenciones, dijo que el agro enfrenta una «pesada carga tributaria» y llamó a impulsar la «simplificación burocrática». El Gobierno coincide con estos conceptos.
El economista jefe de la entidad, Ramiro Costa, lo definió en otros términos: «Ésta es la campaña de la sintonía fina, donde se juega la competitividad», y añadió que si se superan «los cuellos de botella de tecnología, en acceso a mercados, en gestión de riesgos y en infraestructura que condicionan las estimaciones, el potencial es muy grande, y el desafío aún mayor». Cavallo, además, llamó a profundizar los planes de infraestructura que está llevando adelante el Gobierno.
Por otra parte, frente a un escenario de incertidumbre, sonó atendible la recomendación del subsecretario de Mercados Agropecuarios del Ministerio de Agroindustria, Jesús Silveyra, quien llamó a «quintuplicar» el uso de los mercados de futuros de granos. «El productor los usa poco», dijo.
La reciente unión de las plataformas del Matba y del Rofex, así como el lanzamiento del contrato de futuros para el ganado, son iniciativas que facilitan la gestión comercial de las empresas agropecuarias.
Silveyra también advirtió sobre los problemas crecientes de pérdida de calidad de soja y el aumento de residuos de plaguicidas e insecticidas en los embarques de la oleaginosa. «Nos puede traer problemas si no se corrige», señaló. Más tareas para la «sintonía fina».
Décima suba consecutiva para la soja anticipa más exportaciones
La tonelada para entregar en noviembre alcanzó los USD 381 en Chicago, su precio más alto desde marzo. El maíz trepa 33% en 2017.
Por Juan Gasalla.
La novedad más relevante para la economía argentina en las últimas semanas no fue el precio del dólar, sino otra de alta incidencia en el PBI y el potencial exportador: la notable racha alcista del precio de los granos y derivados industriales.
Los contratos de sojaalcanzaron este lunes su décima jornada de alza para la posición con entrega en noviembre, la de mayor volumen y actual referencia en el mercado de Chicago. Las posiciones al contado, con entrega inmediata suman su onceava rueda alcista. Así, la tonelada de la oleaginosa se negocia a USD 381, un 13,8% más que los USD 335,10 del 23 de junio pasado, y en su cotización más alta desde el 1° de marzo.
El maíz suma su séptima rueda seguida en alza, en las que avanzó 9,4%, hasta los USD 161,96 por tonelada para los contratos a diciembre. Alternando alzas y bajas, la mejora para el trigo fue de 17,9% desde el pasado 27 de junio, hasta los USD 201,87 por tonelada. El precio del trigo cristaliza una excepcional mejora de 33% respecto del 30 de diciembre de 2016.
Argentina es líder mundial en exportaciones de aceites y harinas de soja, cuyos montos comercializados son mucho más importantes que los de los granos sin procesar.
El aceite de soja para entregar en diciembre se opera en EEUU a USD 731,91 por tonelada, un 5,3% más que el 27 de junio último. En tanto, la tonelada de harina sube hasta los USD 371,60 por tonelada, con una ganancia de 14,2% en ocho ruedas consecutivas en alza.
La economía argentina, en lento proceso de recuperación, no había tenido este año buenas señales desde el exterior. Mientras que el PBI de Brasil, principal socio comercial, no exhibió síntomas de crecimiento, las cotizaciones del agro, cuyos productos representan casi la mitad de las exportaciones totales de Argentina, mostraron cierta debilidad en el segundo trimestre del año.
Consecuencia de esto es el déficit comercial que acumula la Argentina en 2017. En el primer semestre del año la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron liquidaciones por ventas al exterior de USD 11.378,5 millones unos USD 1.900 millones o 14,3% menos que los USD 13.280,9 millones del mismo lapso del año pasado. Esa caída en ventas explica en la práctica el rojo de la balanza comercial: durante el período comprendido entre los meses de enero y mayo acumuló un saldo negativo de USD 1.863 millones, contra un resultado positivo de USD 515 millones de igual período de 2016.
Boom de la soja dispara exportaciones de EEUU y Brasil
Por Tatiana Freitas y Jeff Wilson.
The Washington Post.
Parece que al mundo nunca nunca le alcanza la soja.
Las exportaciones de Estados Unidos y Brasil, los mayores productores del mundo, están en su punto más alto en esta época del año, y a juzgar por la demanda también superarán los pronósticos oficiales para la temporada. Las abundantes cosechas dejaron los inventarios en sus máximos históricos, y los precios comenzaron a recuperarse después de que el mes pasado registrara el más más bajo en un año.
Esto se debe a que los suministros baratos satisfacen la demanda voraz de alimentos para ganado hechos de soja y aceite de soja para cocinar, especialmente en Asia.
«La demanda es simplemente muy buena», dijo Dale Durchholz, analista de mercado de AgriVisor, con sede en Illinois. «La economía mundial está mejorando y, a medida que los salarios mejoran, los consumidores quieren más carne, lácteos y huevos. Los comerciantes (traders) subestimaron la demanda y se concentraron en la gran oferta».
En el primer trimestre, China, el mayor comprador, impulsó las importaciones de soja en un 20% más con respecto al año anterior, y el ritmo de producción es el doble de lo que era en 2010, según datos oficiales. El país tiene la mayor cantidad de cerdos del mundo y está utilizando más alimentos de soja después de que el gobierno impuso restricciones a las importaciones de una alternativa de maíz.
«China no quiere quedarse sin soja», dijo Pedro Dejneka, socio de MD Commodities, con sede en Chicago, que también tiene oficinas en Brasil. Dejneka dijo que las importaciones de China podrían llegar a 91 millones de toneladas métricas en el año fiscal que termina el 30 de septiembre, superando pronósticos del Departamento de Agricultura de EE.UU. que pronosticaban un récord de 88 millones. El año anterior las importaciones habían sido de 83,2 millones de toneladas métricas.
Las exportaciones de los EE.UU., el principal productor, han alcanzado el ritmo más alto en dos décadas, en una época del año en que los envíos suelen disminuir. La soja inspeccionada para exportación subió a 521.218 toneladas en la semana que terminó el 27 de abril, un 62% más que el año anterior y la mayor cantidad registrada en ese período desde 1997, según datos del gobierno.
Desde que comenzó la cosecha el 1º de septiembre, los envíos están 15% por encima del récord del año pasado, lo cual indica que el pronóstico del Departamento de Agricultura, de 55,1 millones de toneladas para la temporada completa, podría ser bajo. Pero China no es el único responsable. También aumentaron sus compras Indonesia, Tailandia, Pakistán, Corea del Sur, Bangladesh, Taiwán, Malasia, Vietnam, Egipto, los Países Bajos e incluso Canadá y México.
Este año se prevé que el mayor exportador sea Brasil. En los primeros cuatro meses de 2017, las exportaciones aumentaron a 27,7 millones de toneladas, un 17% más que el año anterior según el grupo de exportadores Anec. China representó 21,6 millones del total, un incremento de 18 por ciento.
«La demanda mundial de soja fue sorprendente en los últimos meses», y las expectativas para el año se están revisando porque «las importaciones chinas siguen siendo muy fuertes», dijo Vinicius Ito, analista de Ecom Trading en Nueva York.
Esto no significa que el superávit mundial esté por acabar. Los agricultores de Estados Unidos y Brasil, que juntos representan dos tercios de la producción mundial, tuvieron las cosechas más abundantes de su historia y el Departamento de Agricultura de EE.UU. pronosticó el mes pasado que las existencias mundiales subirán un 13% esta temporada: otro récord. Sólo en Estados Unidos, los inventarios se duplicarán para alcanzar su nivel más alto en 10 años.
El mes pasado la preocupación por el gran tamaño de las cosechas envió los precios de referencia a USD 9,2975 el bushel, el más bajo en un año. Pero todo ese suministro barato ha estimulado la compra, provocando una tendencia a la alza.
Sin embargo, muchos productores brasileños exportan menos debido a que los precios en reales son mucho más bajos que hace un año, lo que significa un aumento de los inventarios nacionales y menos competencia para los exportadores estadounidenses.
Hasta el 28 de abril, sólo el 51% de la cosecha brasileña había sido vendida, la menor cantidad en siete años y muy por debajo del promedio de cinco años (64%) para esa fecha, según Celeres, consultora de Uberlandia.
En Mato Grosso, el principal estado productor de Brasil, los agricultores están recibiendo unos 58 reales (USD 18,20) por un saco de 60 kilos cuyo costo de producción es de cerca de 55 reales, según Tarso Veloso, analista de Chicago AgResource Co.
«Tenemos una cosecha enorme, pero esta temporada definitivamente será menos lucrativa que la pasada», dijo Bartolomeu Pereira, un productor del estado de Goiás. «Los agricultores esperan precios gratificantes».
Los estadounidenses suelen cosechar de septiembre a noviembre y dominan el mercado de exportación hasta que comienzan a llegar los suministros brasileños más baratos, entre marzo y mayo. Pero este año los envíos estadounidenses han permanecido fuertes por un periodo mayor.
Cuesta más transportar soja desde Brasil hacia Asia y Europa que desde el Golfo de los Estados Unidos y los puertos del Noroeste. Un fortalecimiento del real frente al dólar también ha desalentado parte de las ventas brasileñas, y ha hecho más competitivas las reservas de Estados Unidos.
«Si nada cambia, es probable que los agricultores brasileños sigan acaparando la soja», dijo Lucas Brunetti, analista de Pine Research en San Paulo. Esto significaría menos exportaciones e inventarios más grandes de lo esperado, lo cual «bajaría los precios en Brasil la próxima temporada», dijo.
Roger Clemens: «En el futuro habrá menos diversidad de alimentos».
Por Nora Bär.
Lo acompañan una cordialidad y una disposición al diálogo que desconciertan. Y, sin embargo, en un tono perfectamente amistoso, el profesor Roger Clemens, nutricionista, toxicólogo y especialista en tecnología de alimentos de la Universidad de California del Sur avalado por más de cuarenta años de experiencia, no se priva de desafiar prejuicios muy difundidos. Invitado a Buenos Aires como orador de las jornadas Bioeconomía 2014, organizadas por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en el Tattersall de Palermo, dijo, por ejemplo, que los alimentos orgánicos no son mejores que los producidos industrialmente, que los organismos modificados genéticamente están sometidos a los mismos sistemas de control que los medicamentos y que la humanidad deberá combinar mejores métodos de selección de cultivos, biotecnología, acuacultura y enfoques alternativos (como los cultivos subterráneos, la producción de carne en el laboratorio o la prolongación de la vida útil de los productos) para satisfacer la demanda de alimentos de una población que, según las proyecciones, superará los 9000 millones de personas en las próximas décadas.
«En los próximos veinte años debemos prepararnos para esto -dice Clemens-. No es una opción, es una obligación. Debemos analizar cómo administramos nuestro ambiente, cómo manejamos el agua, la tierra y la energía. Esos elementos son críticos. Necesitamos que personas con la experiencia necesaria se reúnan para resolver el problema global de producir alimentos saludables, accesibles y sostenibles.»
-¿Será por medio de la biotecnología? ¿Es segura?
-En los Estados Unidos, ya hay más de 200 medicamentos en el mercado producidos por ADN recombinante. Seguramente la más notoria es la insulina, que necesitan los diabéticos. Lo que poca gente sabe es que la seguridad de la biotecnología en la industria de los alimentos es la misma que se exige a los medicamentos. Por otra parte, la biotecnología nos ha dado un conocimiento de los genes de las plantas y de las personas. Estamos empezando a entender las variaciones de la genética vegetal. Entonces, la pregunta es: ¿podemos usar la tradicional selección de cultivos y no sólo biotecnología para asegurarnos de que estamos haciendo las plantas correctas, para obtener las características deseadas? Analizar la hibridación podría llevar años. Y no los tenemos. Así que si entendemos la genética de las plantas, cómo interactúan con el ambiente… creo que podemos hacer una gran diferencia. De modo que lo que va a hacer la diferencia es una combinación de ambos métodos.
-Mientras crece la producción de alimentos gracias a una variedad de nuevos métodos, también lo hacen los movimientos contra la manipulación de la naturaleza. ¿Cómo se explica?
-Personalmente, pienso que en parte esto ocurre por un miedo innato hacia lo desconocido. La gente se enfrenta a tanta incertidumbre, por ejemplo, a través de las redes sociales, que está temerosa. ¿No es interesante que el consumidor actual acepte avances en todas las tecnologías que afectan nuestra vida, desde mejores telas hasta mejores comunicaciones, transportes o fármacos, pero cuando se trata de los alimentos dice: «No te metas con mi comida»? Debemos comunicar lo que sabemos y lo que no sabemos de manera honesta.
-¿Es mejor la comida orgánica?
-La respuesta es: no. Escribí una presentación sobre esto no hace mucho. Si usted se fija en los datos, la respuesta es no. Ahora, si su pregunta fuera: ¿a veces es mejor? Le contestaría: «Sí, a veces es mejor». Pero depende de muchas variables: de la tierra, de los cultivos, de las condiciones climáticas, de las semillas… De modo que incluso en el mismo campo hay variaciones naturales. Pero en muchos casos una manzana convencional y otra orgánica son prácticamente indistinguibles. Sólo esa confusión sobre los beneficios de los alimentos orgánicos hizo sostenible ese mercado.
-Muchos están contra los alimentos genéticamente modificados porque se cultivan con pesticidas y éstos afectan a los pueblos cercanos. Incluso, pruebas en pobladores detectaron rastros de varios pesticidas en su sangre. ¿Es posible evitar esa contaminación?
-Esa preocupación se vincula tanto con la salud humana como con el ambiente. Volvamos a la granja orgánica: en nuestro programa nacional [de los Estados Unidos] está permitido usar pesticidas sintéticos y naturales. Bruce Ames, de la Universidad de California en Berkeley, el padre de la evaluación de pesticidas, decía que el 99% de los pesticidas vienen de la naturaleza. Probablemente el 1% procede de las probetas de los científicos, pero nadie habla del 99% restante. En el cultivo orgánico se permite usar ambos: pesticidas y herbicidas producidos por el ser humano y naturales. Si uno hiciera el mismo análisis en busca de pesticidas naturales, también los encontraría, porque las plantas los producen. El tema es que, como sucede en la nutrición, todo depende de la dosis. Tenemos que consumir cierta cantidad de hierro y de proteína para mantenernos saludables. Si no recibimos lo suficiente, estamos malnutridos, y si comemos de más, podemos enfermar. Hay una ventana estrecha que llamamos «salud». Lo mismo es cierto de los pesticidas. Hay una dosis que, si es muy alta, es dañina para nuestra salud y otra que no tiene ningún impacto. Tenemos que poner las cosas en una apropiada perspectiva.
-¿Cómo se imagina nuestro menú del futuro? ¿Serán nuestros alimentos muy diferentes de los actuales?
-Tendrán que serlo. En este momento estamos en un curso de colisión. Muchos quieren diferentes variedades de alimentos, pero no podemos cultivarlas. No habrá diez diferentes tipos de tomates, tal vez sólo tres: los más prolíficos, nutritivos y estables para el transporte. La ciencia ya ensaya nuevas tecnologías para producir carne en el laboratorio y vegetales por acuacultura. Además, tendremos que ser más responsables: hacer mejores elecciones para comer menos.
Fuente: La Nación, 11/06/14.
Esto nos recuerda a:
Soylent Green
Cuando el destino nos alcance (título original en inglés: Soylent Green) es una película estadounidense de 1973, dirigida por Richard Fleischer, protagonizada por Charlton Heston, Edward G. Robinson y Leigh Taylor-Young en los papeles principales y basada en la novela ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! (1966), de Harry Harrison.
Trama
En el año 2022, en un futuro distópico, la ciudad de Nueva York está habitada por más de 40 millones de personas, físicamente separados en una pequeña élite que mantiene el control político y económico, con acceso a ciertos lujos como verduras y carne, y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas, y dos variedades de un producto comestible: soylent rojo y soylent amarillo, que son la única fuente de alimentación, ya que la producción de alimentos naturales se ha extinguido por el efecto invernadero. La compañía Soylent es una empresa que fabrica y provee alimentos procesados de concentrados vegetales (cuya base principal es la Soja). Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado, basado en plancton, según la publicidad de la empresa.
Robert Thorn (Charlton Heston) es un policía de la ciudad, vive con su amigo «Sol» Roth (Edward G. Robinson), un anciano ex profesor que sólo rememora el pasado, cuando el planeta era más habitable y existía suficiente alimento para todos. Sin embargo, Thorn, que ha vivido casi toda su vida en la catástrofe ecológica, no se muestra interesado en estas historias, las cuales encuentra difíciles de creer.
Thorn se ve involucrado en la investigación del asesinato de uno de los principales accionistas de la compañía Soylent, William R. Simonson (Joseph Cotten), que ha sido encontrado muerto en su departamento. Decide hacer una visita al lugar y encuentra el cadáver en un charco de sangre, con múltiples golpes en la cabeza. Recorre el lugar y se encuentra con cosas que nunca había visto antes, como un refrigerador con alimentos; licores, una ducha con agua caliente y jabón, y una biblioteca. Más tarde llegan la concubina de Simonson, Shirl (Leigh Taylor-Young), hermosa joven de 21 años, llamada eufemísticamente parte del mobiliario, y el guardaespaldas de Simonson, Tab Fielding (Chuck Connors). Al ser interrogado, Fielding dice que Simonson le había ordenado acompañar a Shirl de compras, y que por esa razón no estaba en el departamento en el momento del asesinato. Thorn los deja ir, para luego recoger algo de comida y un par de libros, antes de regresar a su propio departamento.
Sol Roth decide dar fin a su vida en un sitio llamado El Hogar, el cual recrea el mundo como era en su época de juventud, mientras agoniza, y sólo acierta a decirle a Thorn que siga su cuerpo como pista antes de desaparecer. El seguimiento de su cadáver ofrece a Thorn el destino real de todos los cuerpos humanos, que no es otro que acabar procesados como Soylent verde para ser parte de dicho preparado alimenticio. El final de la película sólo evidencia esa situación sin poder ofrecer ninguna solución a lo que ya se ha generado.
Contexto histórico
Durante la guerra fría y con el auge del comunismo en los países asiáticos, en la década de 1960 y hasta 1980 se extendió en Estados Unidos la obsesión por el peligro de un crecimiento amenazador de la población en esos países y en general la amenaza de la sobrepoblación. Tanto el libro Make Room! Make Room!, de Harry Harrison, como la película Soylent Green son creaciones de ficción construidas sobre este fenómeno.
Impacto en la cultura popular
El Soylent Green se menciona en varias series de televisión, tanto para conseguir un efecto dramático como cómico. Por ejemplo, en la serie de dibujos animados Futurama, ambientada en el año 3000, se hace referencia en varios capítulos a diversos productos alimenticios a base de «soylent», como la «soylent cola», (cuyo sabor, según Leela, «depende de la persona») y en el capítulo «Un cocinero con un 30% de hierro», en la competición entre Elzar y Bender, el Soylent Green es el alimento base para todos los platos. Según el locutor, el Soylent Green es «el alimento básico de la cocina de gourmet». También existen referencias a esta película en otra serie de Matt Groening, Los Simpson, como por ejemplo en el capítulo Bart to the Future, donde Homer ofrece a Bart un bocadillo Soylent Green y Ralph Wiggum pregunta «¿no están hechos con humanos?» o en el episodio Itchy & Scratchy: The Movie, en el cual Homer Simpson dice: «Mmmm… soylent green», además del episodio en el que el abuelo Simpson intenta suicidarse en el Die-Pod, donde se parodia la muerte del detective que descubre el secreto del Soylent. En uno de los capítulos de la serie Tropiezos estelares hay también una pequeña reseña sobre el Soylent green.
El Listo, personaje protagonista del cómic homónimo de Xavier Ágeda hace mención al soylent green en la viñeta 842 titulada «Cuando el destino nos alcance» publicada en http://listocomics.com/.
En el juego Xenogears, de PSX, se menciona el Soylent green.
La canción Soylent Green de Wumpscut (Music for a Slauthering Tribe 2) hace referencia al Soylent green como carne humana.
En la serie de tv Millennium, el personaje principal Frank Black, para acceder a su computadora, tiene que pronunciar la frase: «Las galletas verdes son de humano.»
En el videojuego Left 4 Dead 2, en la campaña «Defunción», al terminar la campaña y marcharse del lugar, en uno de los diálogos Zoey dice: «Adiós, el Soylent Verde está hecho de humanos.»
En el apocalíptico cortometraje español Fuego en los radios de Cinesín, el anunciante patrocinador es Soylent Green.
La canción ‘Chiron Beta Prime’ de Jonathan Coulton se hace referencia al Soylent verde, como ingrediente para una tarta.
La canción Soylent Green de Iced Earth.
En la película El Atlas de las Nubes, un personaje hace referencia a que el Soylent Green está hecho de humanos.
Fuente: Wikipedia, 2014.
Soylent Green, 1973 (INTRO)
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¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!
¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! (en inglés, Make Room! Make Room!) es una novela de ciencia ficción de 1966 escrita por Harry Harrison que explora las consecuencias sociales del crecimiento irrefrenado de la población1
Contexto histórico
En Estados Unidos durante la década de 1960 y hasta 1980 se extendió la obsesión -motivada por la guerra fría y el auge del comunismo en países asiáticos como China- por el peligro de un crecimiento amenazador de la población en esos países y en general la amenaza de la sobrepoblación. Tanto el libro Make Room! Make Room! de Harry Harrison como la película Soylent Green son creaciones de ficción construidas sobre este fenómeno. El libro de 1968 de entomólogo estadounidense Paul R. Ehrlich, The Population Bomb, también hay que situarla en ese contexto pero, a diferencia de las obras de ficción, el libro de Ehrlich La bomba poblacional aspiraba a ser una obra científica2
Película sobre la novela: Soylent Green
La novela fue la base del argumento de la película de ciencia ficción Cuando el destino nos alcance (1973), aunque la película cambió bastante la trama y el tema e introdujo el canibalismo como una solución para alimentar a la población.
La gran cosecha de China presiona el mercado internacional de granos.
Por Isabella Steger.
Un campesino airea trigo recién cosechado cerca de la ciudad de Yuncheng. Xinhua/Zuma Press
China ha pasado de vivir períodos de escasez y hambrunas hace sólo unas décadas a una productividad agrícola que es celebrada como un éxito por el gigante asiático.
Este año, mientras los agricultores se preparan para comenzar sus cosechas, el país se encamina a su decimoprimer año consecutivo de abundancia de granos. Sin embargo, la producción es demasiado alta incluso para el país más poblado del mundo, lo que ha desbordado los depósitos y plantea un dilema para las autoridades.
Estimaciones de medios estatales indican que el gobierno tendrá una reserva de 150 millones de toneladas de granos que incluyen tres de los cultivos más importantes de China: arroz, trigo y maíz. La cifra duplica los 75 millones de toneladas del año pasado y aumenta la sobreabundancia de commodities agrícolas que está socavando los precios.
«Los funcionarios chinos siempre hablan de tener una gran cosecha», dice Fred Gale, economista del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). «Eso suena como algo bueno, ya que se han preocupado porque la oferta siga el ritmo de la demanda. Pero ahora, China parece estar teniendo problemas con excedentes de la mayoría de sus commodities».
La abundancia de granos es motivo de elogio en el país. Sin embargo, China está gastando mucho más de lo necesario para alimentar a sus habitantes y se verá obligada a vender sus excedentes en un mercado global que ya sufre de un exceso de oferta.
La situación ha dejado expuesto el ineficiente y costoso programa de subsidios del gobierno diseñado para mantener altos los ingresos de los agricultores. Beijing intenta encontrar la fórmula para proteger a sus residentes rurales al tiempo que reduce la producción de estas materias primas perecederas con el fin de ahorrar dinero y evitar que haya excedentes de suministros.
La sobreabundancia de China no podría haber llegado en un peor momento para los agricultores estadounidenses de maíz, que tendrían una cosecha récord de 14.000 millones de bushels (más de 355 millones de toneladas) según el USDA. Los futuros de maíz han caído 15% este año tras derrumbarse 40% el año pasado, y la negativa de China a comprar maíz estadounidense ejercerá una mayor presión sobre los precios, afirma Jason Britt, presidente de la corredora Central States Commodities Inc. «(La falta de compras de) China ha sido un factor que ha contribuido a los precios bajos», dice. «Ahora, la tarea del mercado es bajar a un nivel donde encontremos demanda».
El tamaño preciso y los costos del programa de subsidios son difíciles de determinar. Datos oficiales muestran que China compra un tercio de la producción de maíz, mientras que estimaciones de medios estatales señalan que el gobierno gastó US$36.000 millones en los últimos dos años para realizar adquisiciones cuando los precios del mercado tocaron fondo.
«Las reservas son absolutamente gigantescas, muy por encima de cualquier cosa que se pueda justificar con un fundamento comercial», dice Thomas Pugh, economista de Capital Economics en Londres. «Esos son bienes perecederos, así que empezarán a deteriorarse». Pugh calcula que China posee alrededor de 40% de las reservas de maíz del mundo. El país planea construir instalaciones de almacenamiento para guardar 50 millones de toneladas más de granos para 2015, según medios estatales.
Cerca de 70% del consumo de maíz de China se destina a la alimentación de ganado, conforme aumenta el apetito de los chinos por carne, y el resto es procesado en jarabe o almidón.
El problema es particularmente agudo este año, debido a un auge de la producción también en EE.UU. y un desplome de los precios allí a cerca de mínimos de cuatro años, mientras que las cotizaciones en China han permanecido elevadas debido a los subsidios. Eso crea un incentivo para que los operadores chinos importen maíz, lo que eleva aún más el inventario de China, apunta Jikun Huang, director del Centro de Política Agrícola China, una entidad estatal en Beijing.
El maíz en la Bolsa de Commodities de Dalian se negocia a casi el triple del precio de los futuros en la Chicago Board of Trade.
Este año, China ha tratado de limitar las importaciones de maíz estadounidense, atribuyendo su decisión a la presencia de organismos genéticamente modificados (OGM). No obstante, Huang señala que los operadores le han encontrado la vuelta al importar otros sustitutos de pienso como cebada y sorgo.
No es fácil para China deshacerse de estas enormes reservas y el gobierno ha indicado que está al tanto del problema de la falta de silos.
«En el pasado, nos hemos enfocado en aumentar la producción y la calidad del grano (…) ahora necesitamos reformas para comprar, vender y almacenar mejor, y así contribuir a la seguridad nacional», dijo el primer ministro, Li Keqiang, según el sitio web de la Administración Estatal de Granos.
«Es increíble que China pueda pasar por alto los OGM cuando las reservas son bajas, pero cuando tratan de proteger a sus agricultores o tienen un excedente, pueden encontrar cualquier excusa. Son barreras comerciales, simplemente llamémoslas por lo que son», dice Britt.
En enero, el gobierno indicó que empezaría programas de prueba para el algodón y la soja —dos cultivos con menor importancia estratégica— para acabar con la acumulación de reservas e implementaría un sistema de precios objetivo, para que estén más determinados por el mercado.
«El gobierno se mueve en la dirección correcta, paso por paso», afirma Cherry Zhang, analista de maíz de Shanghai JC Intelligence Co. «Pero mucho depende de cómo resulten en la práctica los cambios para el algodón y la soja«.
—Tony Dreibus contribuyó a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 28/08/14.