Timba financiera: ¿mito o realidad?
agosto 11, 2017 · Imprimir este artículo
Timba financiera: ¿mito o realidad?
Nunca estuvo tan presente como ahora entre los argentinos el debate sobre el Mercado de Capitales (vulgarmente conocido como la Renta Financiera). A la poca cultura y educación en materia de Mercado que nos caracteriza, se van sumando las declaraciones de algunos candidatos políticos que, haciendo gala de un oportunismo de campaña, reviven mitos y leyendas que sólo son sostenidas en suelo argento.
Lo penoso de esas frases cliché es que penetran fácilmente en la población convirtiéndolas casi en tautologías. Sin ir más lejos, según una encuesta que realicé a 256 alumnos de las Facultades Ciencias Económicas y de Derecho de la UBA, el 60% tiene una visión negativa o no sabe cómo funciona el Mercado de Capitales, ya que consideran que fomenta la especulación y sirve para que la gente apueste.
¿En qué se basan para sostener dicha posición? ¿Saben el significado de lo que están diciendo? Para descubrir «la verdad de la milanesa», empecemos por analizar el término “timba” para demostrar que no corresponde a la actividad en cuestión. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra timba como “partida de juego al azar”. A su vez, considera a “juego de azar” como “juego cuyo resultado no depende de la habilidad o destreza de los jugadores, sino exclusivamente de la suerte. Por ejemplo: la lotería”.
De lo que no hay dudas es que las variaciones de precios no son azarosas. Nadie puede saber o predecir con exactitud y durante un tiempo ilimitado los valores que tomarán los distintos activos, pero eso no quiere decir que estos se establezcan por azar, entendiéndolo como “casualidad o fortuito”. Dichos valores se establecen por la causalidad de todos los ahorristas que compran y venden. Cada persona que ejecute una orden estableciendo una cantidad y un precio determinado está dejando su “huella” en dicho activo, provocando en ese momento que el mismo aumente de valor, disminuya o se mantenga invariable.
Para ejemplificar esto, pondré como ejemplo la ruleta, la cual sí puede ser considerada juego de azar. El número que saldrá es independiente de las apuestas que realicen los participantes. Por más de que todos escojan el Negro, o todos el Rojo, o que se distribuyan en un 50% y 50% no tendrán influencia sobre el número que saldrá, ahora sí, por azar. Lo mismo que sucede con la ruleta, ocurre con la lotería, ya mencionado por la Real Academia Española.
Finalmente, es penoso que candidatos a puestos legislativos no conozcan las leyes del país. ¿Por qué digo esto? Por que se puede justificar la falacia de la «timba» a través de las leyes del territorio argentino. En la Ley 21.341 “Poder Judicial – Incompatibilidades y prohibiciones para magistrados judiciales y funcionarios y empleados del Ministerio Público” establece en su artículo 1º: “Es incompatible la magistratura judicial con toda actividad política, con el ejercicio del comercio, con la realización de cualquier actividad profesional […]. A los jueces de la Nación les está prohibido practicar juegos de azar, concurrir habitualmente a lugares destinados a ellos o ejecutar actos que comprometan la dignidad del cargo.”
Es necesario entonces preguntarse si un juez de la Nación puede comprar acciones en la Bolsa para saber si la Ley argentina lo considera o no juego de azar. La respuesta es que sí, el hecho de que un juez opere en la Bolsa no dispara la incompatibilidad por practicar juegos de azar, dejando en claro que, tampoco, la ley argentina considera la operatoria en Bolsa como timba.
Pasemos ahora a ver cómo, lejos de verse perjudicadas las empresas mediante la participación del Mercado de Capitales, las mismas son favorecidas y qué incidencia tiene esto en la pobreza y crecimiento de una sociedad.
El Mercado de Capitales juega un rol trascendental en la economía de cualquier país. Mediante la emisión de acciones (capital) y bonos (deuda) en el Mercado de Capitales, el Estado y las empresas pueden obtener los fondos necesarios para realizar inversiones y financiarse a tasas más baratas. Se observa entonces la relación de complementariedad y no de competencia que existe entre el Mercado de Capitales y la Economía Real.
Un mercado de capitales ineficiente genera ineficiencias en el resto de la economía. Por ende, al no existir la posibilidad de que las empresas accedan al mismo, ya sea por su escaso tamaño, poca participación de agentes o falta de políticas que lo fomenten, se encarece el costo de capital de ellas, trasladándose el problema hacia toda la cadena de valor. Esto le hace perder competitividad al país por el encarecimiento de sus productos y la falta de grandes inversiones.
Como vemos, aquellos países que tienen desarrollado un gran Mercado de Capitales (valor de las empresas en la Bolsa sobre el PBI) son los que más créditos otorgan al sector privado, es decir, a las empresas. El tamaño del Mercado argentino es tan sólo del 11,65% de su PBI, valor que lo coloca entre los Mercados más chicos del mundo. El aumento del mismo se traduciría en más créditos otorgados a las PyMEs, más inversiones y por ende más puestos de trabajo.
Toda potencia mundial tiene un gran Mercado de Capitales financiando el desarrollo de la economía real (Estados Unidos, Singapore, Suiza, Canadá, Australia, Francia, China y Japón, entre otros). Para lograr una tasa de crecimiento de la economía que sea sostenible en el tiempo, es necesario llevar adelante proyectos de inversión de mediano y largo plazo que requieren enormes montos de financiamiento.
Ahora bien, ¿qué relación hay entre el tamaño del Mercado de un país y su pobreza? ¿Ayuda éste a la disminución de la precariedad de un país?
Los datos son contundentes. Existe una clara correlación negativa entre ambas variables. Esto quiere decir que cuanto más chico es el Mercado de un país, hay más pobreza.
Para medir la desigualdad se tomó el Coeficiente de Gini que funciona como una medida de la desigualdad de ingresos de una economía, siendo 1 la mayor desigualdad y 0 la ausencia de la misma. En este caso la correlación es nula, observando que existe un elevado índice en la mayoría de los países. La desigualdad es sin lugar a dudas un problema a nivel mundial y no por casualidad la obra de Thomas Piketty que trata el problema en el siglo XXI ha sido un best seller.
Si bien es cierto que el tamaño del Mercado de una economía no es el único factor que influye sobre las variables previamente analizadas, es un sector clave con gran incidencia. Un buen ejemplo de las bondades del Mercado de Capitales es el caso de China. El país asiático logró disminuir la pobreza desde un 80% en 1980 hasta el 6,1% de la actualidad mediante el desarrollo de un gran Mercado de Capitales y la adopción de políticas capitalistas. De hecho, el presidente del Banco Central hace poco dijo que espera que «los ciudadanos inviertan más en acciones para que las empresas se financien sin endeudamiento». Algo que hubiera sido imposible y antagónico con las antiguas políticas socialistas del gigante asiático.
¿Por qué entonces se estigmatiza al Mercado como una timba? Si realmente fuera perjudicial para una economía, ¿por qué los países más ricos y con menos pobreza fomentan un gran Mercado de Capitales? ¿No será tan solo una chicana política que se arraigó en la sociedad y tomó una desmerecida imagen? Ojalá podamos madurar en materia financiera y entender que la necesidad de un gran Mercado financiando a la economía real trasciende a la ideología política.
Fuente: cartafinanciera.com, 02/08/17.
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