¿Un tampón inteligente? Cuando la Tecnología va demasiado lejos…
junio 1, 2016 · Imprimir este artículo
¿Un tampón inteligente? Internet de todas las cosas debe ser detenido
Les propongo un juego: adivinen cuál de los siguientes productos está conectado a un teléfono inteligente:
A) Una botella que monitorea cuánta agua toma
B) Un tazón que monitorea cuánta agua toma su perro
C) Un paraguas que le recuerda no olvidarlo cuando cambia de habitación
D) Un tampón que le recuerda cuándo debe cambiarlo.
Esta era una pregunta capciosa. Los cuatro objetos “inteligentes” ya han sido anunciados por distintas startups o ya están disponibles.
La tecnología ha hecho nuestras vidas más fáciles y ha resuelto algunos problemas increíbles. Pero, ¿es realmente necesaria una bandeja conectada a internet que le recuerde cuándo comprar más huevos? Por favor…
Existe un subconjunto de startups que están inventando “el primer [insertar cualquier sustantivo aquí] conectado del mundo”, que creen que todo funciona mejor con Bluetooth.
Culpe a la caída del precio de los componentes, la popularidad de los sitios de crowdfunding o al dinero que inunda a la industria de la tecnología. Si un objeto tiene espacio para un chip y una pila, algún emprendedor está tratando de insertarlos y de reemplazar el sentido común con una notificación. El tope de esta moda se alcanzó recientemente cuando la startup MyFlow anunció el tampón inteligente.
En la vida hay problemas grandes y problemas pequeños. Un frasco de pastillas para personas mayores conectado a internet o un estuche EpiPen que envía una alerta cuando el usuario entra en shock anafiláctico pueden salvar vidas. Un termostato conectado puede ahorrar dinero. Un timbre puede proporcionar tranquilidad. Pero muchos de los nuevos productos tienen como objetivo resolver problemas que no son realmente tales.
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“Acordarse de usar hilo dental es difícil”, es la primero que escuchamos al mirar el video de comercialización de un producto.
La ironía es aún mayor: en lugar de resolver los dilemas de la vida cotidiana, estas invenciones crean más problemas. He estado probando muchos productos que simplemente no funcionan como habían prometido. Es hora de que los compradores potenciales sean más críticos con el “internet de todas las cosas”. Hasta que el hardware mejore y las ideas se vuelvan más prácticas, es importante que el comprador tenga cuidado con lo que le ofrecen.
A mi bandeja de huevos no le gusta mi red de Wi-Fi. Esto puede sonar como si estuviera diciendo tonterías, pero lo digo en serio. Me tomó 15 minutos conectar mi Egg Minder de Quirky (precio: US$15) con la aplicación que cuenta cuántos huevos faltan en la bandeja. Sin embargo, cuando usé unos huevos para preparar el desayuno, uno de ellos permaneció virtualmente presente en la aplicación.
Acompañé mi delicioso desayuno con medio litro de agua. Pero mi botella de agua Hidrate Spark no lo registró. ¡Qué pérdida de hidratación! Más tarde, durante mi clase de spinning, mi sostén inteligente OMSignal registró solamente la mitad de mi entrenamiento de 45 minutos. Debido a que mi brasier “inteligente” no se ajusta perfectamente a mi cuerpo, los sensores de la tela no siempre registraron mi ritmo cardíaco.
La mayoría de las empresas explicó las razones de estos fallos técnicos, y dijo que a pesar de tener sólo un puñado de empleados y una financiación relativamente limitada, estaban trabajando para solucionarlos. ¿Lo conseguirán? Difícil saberlo.
En nuestras pruebas de productos, mi colega Geoffrey Fowler y yo nos encontramos con estos problemas una y otra vez.
Y todavía no he mencionado el exceso de notificaciones. Al igual que el cepillo de dientes y tenedor conectados, me tomó tiempo acostumbrarme a que mi teléfono me grite que debo beber agua cada pocas horas. Si voy de la sala al dormitorio, mi teléfono empieza a sonar para advertirme que he olvidado mi paraguas inteligente Davek Alert de US$125 en la sala.
Estas notificaciones son un subproducto de la falta de inteligencia real. Un sistema verdaderamente inteligente debería poder detectar la ubicación exacta del usuario, el clima, tal vez incluso su cronograma personal, en lugar de simplemente volverse loco cuando el teléfono pierde la señal del paraguas. Tal vez una compañía como Google pueda llegar a crear un paraguas inteligente de última generación, pero es improbable que un pequeño productor de paraguas de lujo como Davek lo logre.
¿Por qué intentarlo entonces? ¿Se trata simplemente de agregar tecnología sólo porque se puede? “Usted no compraría un BMW por la cámara trasera”, dice el presidente ejecutivo de Davek, Dave Kahng. “La tecnología está ahí si usted desea utilizarla para hacer el seguimiento de uno de los mejores paraguas del mundo”.
Tiene razón en una cosa: es un gran paraguas. Su versión inteligente debería ser tan buena, si no mejor, que la original. Pero lo mismo no puede decirse de la maleta Raden (US$295). Es elegante y tiene una balanza incorporada que está muy bien, pero su batería ocupa tanto espacio que usted tiene que dejar un par de zapatos en casa. La compañía planea lanzar pronto una maleta más grande.
La versión inteligente de un producto debería ser mejor que la mera combinación del producto tradicional y una aplicación no conectada. Considere el ejemplo del tampón MyFlow. Su objetivo es minimizar las filtraciones durante la menstruación y el riesgo de síndrome de shock tóxico, una enfermedad que puede ser causada por tener un tampón puesto durante demasiado tiempo.
Esos son problemas reales para las mujeres, pero ¿realmente necesitamos adherir un aparato Bluetooth a nuestro cuerpo para estar actualizadas minuto a minuto sobre la marcha del flujo menstrual? Hay gran cantidad de aplicaciones enfocadas en recordarle a uno cosas e incluso hay una especializada en tampones, la confiable Tampon Timer app. También tenemos esa pequeña pieza de tecnología que ha existido desde el principio de los tiempos: las sensaciones humanas.
Los fundadores de MyFlow dicen que esas aplicaciones están bien para aquellas mujeres con ciclos predecibles, pero no dicen qué detalles exactos hacen que el tampón inteligente sea mejor.
No me malinterpreten: todavía necesitamos innovación en los objetos cotidianos. La caneca de basura BrunoSmart es un gran ejemplo. Usted barre la basura hacia la parte inferior del recipiente y éste la aspira y la mete en una bolsa. Si realmente funciona como dice que lo hace, los fabricantes de aspiradoras deben estar muy celosos.
Algunos creadores de productos inteligentes están empezando a dejar de lado la integración con los teléfonos inteligentes. Por ejemplo, el fabricante de licuadoras de alta tecnología Juicero. “Decidimos que encender y apagar la licuadora con el teléfono no era necesario”, dice el presidente ejecutivo de la firma, Doug Evans. Por supuesto, él todavía piensa que es necesario construir una máquina para hacer jugos de US$700 que no va a funcionar si su conexión Wi-Fi está caída. Repito: Sin Wi-Fi no hay jugo.
El Wi-Fi, entre otras cosas, ayuda a la máquina a saber cómo producir mejor el jugo dependiendo de los ingredientes, explicó Evans.
Pero tal vez nunca he estado más equivocada. Tal vez estos productos conectados hacen avanzar el progreso y la innovación de la humanidad. Genevieve Bell, una futurista y antropóloga de Intel, ciertamente me abrió los ojos al respecto.
Bell me recordó que hace poco más de un siglo, los científicos y las empresas comenzaban a preguntarse qué pasaría si los artículos de uso diario —el horno, la nevera, el tendedero de ropa— se conectaban a la electricidad o si directamente eran reemplazados por una opción eléctrica.
“Al igual que algunos de los experimentos de hace 100 años, algunos [productos inteligentes] van a ser inesperadamente interesantes. Algunos serán un gran éxito y cambiarán todo”, dice ella. “También habrá muchos experimentos, como hubo entonces, en los que nos preguntamos el por qué se fabricaron. Estoy segura que en la década de los 20 y los 30 [la gente] también debe haberse sentido abrumada” por las novedades.
Visto con esos ojos, es increíble estar viviendo en una época de tanta experimentación, donde todos los días podemos ser testigos de la evolución de cosas que se transforman —y proporcionan valor— en una computadora conectada. Pero no dejemos que estos inventos nos roben nuestra propia capacidad para recordar eventos y asuntos personales.
Después de todo, ¿No debería usted saber cualquier cosa que su inodoro conectado con Bluetooth quisiera recordarle?
Fuente: The Wall Street Journal, 31/05/16.
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