Chips más rápidos, computadoras más rápidas, teléfonos más rápidos, noticias más rápidas, comida más rápida, ciclos más rápidos de productos, transacciones más rápidas, cuerpos más rápidos, cerebros más rápidos, vidas más rápidas. Ritalin, Adderall. Lo más rápido siempre es mejor, o al menos eso es lo que nos dicen.
Pero entre más rápido corremos, nos quedamos más atrasados. ¿Cómo podemos romper con este ciclo frenético? A continuación, cinco tips.
1. Lea un libro verdaderamente largo y exigente.
Mucha gente hoy en día está leyendo y escribiendo más que nunca antes pero están leyendo y escribiendo de manera distinta: corto, rápido y al grano. Leer libros serios toma tiempo, y desarrolla virtudes sumamente necesarias, pero subvaloradas en nuestro mundo conectado. Reflexión, concentración, paciencia, y sensibilidad a la oscuridad, sutileza y complejidad. No lea libros de transcendencia en una pantalla: la palabra luce distinta en la página impresa. El libro físico le da a las obras el peso, la textura, y el olor que se pierden en la pantalla. Evite apresurarse, saltarse pasajes y leer por encima. Lea lentamente, después de vuelta a la página para releer lo que acaba de leer. Haga una pausa para subrayar líneas y doblar las esquinas de páginas memorables. Mantenga un cuaderno de papel en donde pueda documentar sus pensamientos y preguntas. Cuando finalmente termine el libro, envíe una carta escrita a mano a un amigo con el que no ha estado en contacto por mucho tiempo sobre lo que el libro significa para usted.
2. Resístase a la nueva cosa nueva
Las miles de personas acampan y se forman en filas durante días afuera de las tiendas de Apple han sido estafadas a pensar que lo nuevo es siempre mejor. El iPhone había sido lanzado justo antes de que Obama fue elegido presidente, y ha habido un modelo nuevo en cada año de su gobierno. El truco de la venta es crear un deseo en donde no hay una necesidad. Lo que se promociona como innovación es realmente una estrategia para expandir el mercado acelerando la fabricación de productos. Antes de que trabaje más horas para ganar suficiente dinero para comprar la nueva cosa nueva, pregúntese a sí mismo, ¿esto mejorará mi vida o será solo otra cosa que me obligue a hacer lo que realmente no quiero hacer?
El libro de Mark C. Taylor “Límites de velocidad: a donde se ha ido el tiempo y por qué nos queda tan poco”
3. Reserve tiempo cada semana para sentarse solo en silencio y reflexionar.
Oscar Wilde en una ocasión observó, “No hacer nada es un trabajo muy difícil”, especialmente para los adictos a la velocidad. La reflexión importante debe hacerse a solas en silencio, sin las distracciones incesantes de nuestro mundo ruidoso. Pero el silencio se ha vuelto tan inusual como la oscuridad. ¿Cuándo fue la última vez que el silencio lo rodeó o se encontró en una sala completamente oscura con todos los dispositivos electrónicos desconectados y sin luces rojas, verdes, anaranjadas o azules parpadeando? Quítese los audífonos, apague su teléfono y monitores. Simplemente siéntese y piense. No importa en donde empiece: podría ser un evento trivial del día anterior, un problema que ha estado evitando, una idea que no ha tenido tiempo de profundizar. Deje que su mente vuele libremente y lo llevará a lugares que nunca antes se ha imaginado.
4. Pode su propio césped.
Nunca confíe en alguien que no poda su propio césped. Rodeados de monitores y viviendo en burbujas, hemos olvidados los placeres del trabajo físico y hemos perdido el contacto con el mundo material y natural. La diversión se ha convertido en trabajo, y el ejercicio se ha convertido en una obsesión. Una sesión de ejercicio de siete minutos, una hora en la cinta rodadora, o correr bajo cronometro mientras escucha su iPod no es un descanso de un ritmo de vida frenético sino una prolongación del mismo. Abandone su mundo virtual y tómese un tiempo para regresar a la tierra. Ensúciese las manos, cargue piedras pesadas, cuide flores hermosas, descubra el placer en el trabajo físico. La tierra tiene un ritmo propio que no se puede apresurar, y cuando pierde el contacto con la tierra, pierde nuestra humanidad. Si se detiene durante suficiente tiempo para cultivar la reflexión cultivando la tierra, el eje de la realidad a veces se mueve, aunque sea ligeramente.
5. Intente imaginar su último acto.
Cuando enfrente una decisión importante, intente imaginar cómo será vista esa decisión cuando reflexione sobre la misma cerca del final de su vida. Los valores cambian con la edad. Si hace una pausa lo suficientemente larga para reflexionar, descubrirá que lo que parece importante durante la mañana y el mediodía de la vida a menudo parece ser una distracción sin sentido a medida que se acerca la noche. ¿Por qué andaba tan apresurado? ¿De qué se trataba toda esa prisa? ¿Por qué estaba indispuesto a detenerse y permanecer? ¿Si el tiempo es la cosa más preciada que tiene, por qué permite que tanto del mismo se escape?
Mark C. Taylor es el director de la facultad de religión de la Universidad de Columbia y autor de “Speed Limits: Where Time Went and Why We Have so Little Left” (Algo así como “Límites de velocidad: a donde se ha ido el tiempo y por qué nos queda tan poco”). El libro no ha sido traducido al español.
Fuente: The Wall Street Journal
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