Medicina, derecho, contaduría. Hace no tanto tiempo, cuando un niño cursaba sus primeros años escolares ya tenía una idea aproximada de lo que seguiría en la universidad. Las opciones eran más bien acotadas. El mercado laboral era predecible. Hoy el panorama no puede ser más distinto: incierto e inestable.
Por caso, un informe de la consultora argentina Scoop Consulting determinó que el 65% de los menores que empezaron la escuela primaria en las últimas semanas dedicarán su carrera profesional a puestos de trabajo que no existen en la actualidad. El desafío es concreto: ¿cómo preparar a un niño para un futuro incierto?
«Lo único predecible es que todo va a ser impredecible», dijo a Infobae Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting y autor de El futuro del trabajo y el trabajo del futuro. «El cambio cada vez es más veloz y tiene ciclos de innovación cada vez más cortos, lo cual implica estar permanentemente en estado de alerta. Se debe incorporar el músculo de la agilidad», agregó.
En la misma línea, el año pasado el portal norteamericano de búsquedas laborales Glassdoor elaboró una lista con los 25 empleos más prometedores para 2016. Los primeros cinco fueron: 1) Analista de datos 2) Gestor de impuestos 3) Arquitecto en soluciones 4) Director de proyectos 5) Desarrollador móvil. La conclusión es obvia: tecnología e innovación. Las dos ramas que más crecen. Sin embargo, de acá a diez años, el mercado laboral puede ser otro.
Menos de una década antes era inimaginable pensar en ciertas profesiones que hoy son indispensables. Los community managers, por ejemplo: los imprescindibles gestores de marcas para empresas y celebrities en las redes sociales. Los expertos en Big Data y Data Scientist, dos de los puestos más solicitados del momento, eran solo dos palabras raras hace un puñado de años. La evolución laboral, se espera, será aún más profunda en el futuro inmediato.
De acuerdo a Melamed, es difícil prever cuáles serán los trabajos más solicitados, pero «es sencillo imaginar la caída de aquellos repetitivos y de menor valor agregado». En ellos, el robot -la inteligencia artificial- reemplazará al ser humano.
¿Es posible saber qué habilidades se requerirán? «Por un lado, está la habilidad dura. Ciencia, tecnología, ingeniería e informática. Por otro lado, las habilidades blandas: la inteligencia emocional, la creatividad, la innovación, la influencia, el liderazgo, la comunicación. Ambas se complementan y potencian. Una sola sin la otra pierde potencia y energía. Lo que más se va a necesitar es la capacidad de aprender a aprender«, detalló Melamed.
Para María Cortelezzi, directora ejecutiva de Educar 2050, la tecnología ya está en las escuelas argentinas, pero se requiere aclarar su incorporación. «Uno de los grandes desafíos es capacitar a los docentes que trabajan desde antes de la irrupción de la tecnología. Enseñarles cómo encarar una clase con las nuevas posibilidades que hay hoy», señaló a Infobae.
Por ello, desde Educar 2050, llevan adelante «Directores líderes» en conjunto con la Universidad de San Andrés. El programa busca proporcionar herramientas de innovación en el aula. «Se debe problematizar la educación que tenemos hoy y así prepararse para un futuro incierto. Además de las habilidades cognitivas -las tradicionales- tenemos que educar a nuestros alumnos en habilidades blandas: competencias socio-emocionales, intrapersonales e interpersonales», puntualizó.
Según Cortelezzi, «muchos piensan que ya se enseña todo esto». Los valores, el respeto, la perseverancia, el compañerismo se intentan inculcar desde el comienzo mismo de la escolaridad. Lo que falta ahora, dice, es profundizar y sistematizar.
Fuente: infobae.com
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