El Brexit complicó a los bancos británicos
julio 11, 2016 · Imprimir este artículo
Lo que se dice en Wall Street: El ‘brexit’ acorraló a los bancos británicos
Los bancos británicos tienen ante sí dos caminos potenciales tras el referéndum del 23 de junio: uno tiene mala pinta, pero el otro se ve aún peor y los precios de las acciones se han desmoronado aunque hasta ahora los inversionistas apuestan por la opción menos mala.
La primera de las sendas sólo contempla un empeoramiento de las condiciones actuales: menor crecimiento y menores tasas de interés durante más tiempo. Para los bancos, esto significa menos préstamos nuevos, una reducción de los márgenes del crédito y cierto aumento de los cargos por morosidad, que rondan mínimos récord. Este es el camino por el que ya transitan los bancos y es probable que el Banco de Inglaterra baje las tasas de interés a un nivel cercano a cero antes de que finalice el tercer trimestre.
La segunda senda se materializaría si los inversionistas extranjeros se mostraran menos dispuestos a financiar el persistente déficit por cuenta corriente británico comprando deuda soberana, deuda bancaria y otros productos del país. Eso supondría mayores descensos de la renta variable centrada en el Reino Unido y de los precios de los inmuebles, además de mayores costos de financiación para los bancos y las empresas.
La decisión la semana pasada del banco central de Reino Unido de relajar los requisitos de capital de los bancos —eliminando el llamado colchón contracíclico— es indicativa de sus temores respecto a esta segunda senda. Da a las entidades más margen para soportar pérdidas y aumentar los riesgos sin recortar la concesión de crédito, como suele ocurrir en épocas de crisis.
Con una sincronización perfecta, las propiedades comerciales británicas ya muestran las tensiones de la drástica desaceleración de la inversión extranjera. El dinero de fuera ha financiado 45% de las operaciones realizadas en este sector desde 2009, pero las operaciones respaldadas por extranjeros se redujeron 50% en el primer trimestre de 2016 respecto al último de 2015, indicó el Banco de Inglaterra la semana pasada. Se han bloqueado los fondos inmobiliarios de un grupo de firmas durante la semana después de que los inversionistas minoristas británicos se agolparan para intentar salir de ellos.
Los grandes bancos británicos han reducido los créditos que otorgan al sector a cerca de la mitad desde la crisis financiera, aunque la cantidad sigue siendo sustancial: de media sus exposiciones ascienden a más de la mitad de sus fondos propios totales. Sin embargo, las entidades más pequeñas han acumulado y dado préstamos a clientes con menos capital y a eso se debe en parte que sus acciones se estén viendo más castigadas.
Es cierto que los riesgos en las propiedades comerciales están aumentando, lo cual tiene un efecto de retroalimentación en la economía de las pymes. Tres cuartas partes de estas firmas utilizan sus propiedades como aval de los préstamos que piden. Cuanto menos dinero estén dispuestos a prestar los bancos con este aval, más les costará a las empresas conseguir un crédito.
La gran duda ahora mismo es si los inversionistas extranjeros comenzarán a retirarse también de otras exposiciones en el Reino Unido. No parece que eso esté pasando aún. Si miramos los costos de financiación de los bancos, la rentabilidad adicional que deben pagar por la deuda estatal ha aumentado desde el referéndum, pero el descenso de los rendimientos de los gilts (gilt-edged security) lo ha compensado con creces y los costos totales de financiación son bajos. Las caídas de los precios de las acciones de entre 20% y 30% hasta ahora implican una desaceleración de las ganancias y una reducción de las valoraciones, pero no la salida de extranjeros del país.
Si los inversionistas extranjeros pierden la fe en la dirección política y económica del Reino Unido, no sólo aumentarán las rentabilidades de la deuda bancaria, sino que el Banco de Inglaterra podría tener que comenzar a subir las tasas para defender a la libra. Y esa es la mayor amenaza para la banca británica.
Fuente: The Wall Street Journal, 10/07/16.
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