El impacto de internet en el mundo de las Finanzas
febrero 3, 2016 · Imprimir este artículo
El modelo Uber se contagia a las finanzas
Imagine que desea comprar una casa. Un agente de bienes raíces puede mostrarle varios lugares, una forma de hacer las cosas muy ligada al siglo XX. También podría ir al siglo XXI y acudir a Internet para investigar precios, propiedades disponibles y hacer algunos tours virtuales.
A la hora de comprar, sin embargo, es probable que no tenga más remedio que recurrir a los procedimientos creados durante la era de sus abuelos. Tendrá que reunir una serie de documentos financieros y presentarlos a un agente de préstamos de un banco, quien demorará semanas en decidir el monto y la tasa del crédito hipotecario y ofrecerle un estrecho menú de opciones costosas.
Imagine, en cambio, una interfaz de Internet sencilla que pueda generar un puntaje de crédito a su medida tomando en cuenta su potencial de ingresos basado en su educación y lugar de residencia. Lo conectaría a entidades de préstamos como bancos, cooperativas de crédito o grupos de individuos dispuestos a prestarle a una tasa de interés negociada y plazos acordados. Podría probar el mercado, combinar distintas opciones de financiamiento y orquestar un crédito hipotecario a su medida, todo en cuestión de horas.
No hemos llegado ahí, pero lo podríamos hacer pronto. Durante la próxima década, los modos tradicionales que caracterizaron a la banca y la inversión en el siglo XX darán paso a algo muy distinto. Estamos a las puertas de la “uberización” de las finanzas, que generará una multiplicidad de oportunidades acompañadas de un rango de nuevos riesgos.
La omnipresente compañía para reservar taxis utiliza un dispositivo sencillo, el smartphone, para conectar a personas que quieren ir de un lugar a otro con gente que los quiere trasladar. Uber es un intermediario tecnológico que está volviendo obsoletos a los intermediarios. Las finanzas son unos de los sectores más intermediados del planeta y eso es, precisamente, lo que está por cambiar. La uberización también implica el uso de enormes cantidades de datos para hacer factibles tales conexiones.
La tecnología es una de las fuentes del cambio, al igual que la legislación. En Estados Unidos, la ley JOBS de 2012 contiene estipulaciones aparentemente inocuas que facilitan que startups recauden fondos de inversionistas que antes eran considerados demasiado pobres para incursionar en estas actividades. A finales de octubre, la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. dio el visto bueno final a las normas, que entrarán en efecto a comienzos del próximo año. El resultado es que cualquier empresa con una idea podrá solicitar y levantar hasta un máximo de US$1 millón sin tener que cumplir onerosas exigencias regulatorias y de divulgación de información.
¿Qué cara tiene el futuro? La banca minorista es el área del sector financiero que ha atravesado grandes cambios durante la última década. Los cajeros humanos son escasos y muchos clientes usan sus smartphones para hacer pagos y depósitos. Negociar acciones en línea es mucho más fácil.
Sin embargo, servicios básicos como otorgar crédito, recaudar capital e invertir a nombre de clientes siguen dependiendo de que una firma haga el papel de intermediario. Muchas startups ya han sido lanzadas y las firmas de capital riesgo financian nuevos actores todos los días. Aquí ofrecemos un vistazo de los cambios que se avecinan.
Un préstamo, por favor
El cambio más inmediato será una explosión de los préstamos entre particulares, o sea sin tener que pasar por un intermediario. Así como Uber nos devuelve a un mundo en el que cualquier individuo al volante puede llevar a una persona que hace dedo, el peer-to peer lending es nuevo y, al mismo tiempo, viejo. Antes de que se formara un robusto sistema de banca comercial y minorista, había gente dispuesta a prestar dinero y gente que quería pedirlo. Sin embargo, la actual ola de servicios entre pares lleva el concepto a un ámbito virtual en el que los grupos de pequeños prestamistas se combinan en Internet para conceder múltiples préstamos pequeños. Lo pueden hacer sin la fricción, el costo y los altos escollos regulatorios propios de la banca tradicional.
Ya hay varias empresas haciendo esto, como Lending Club y Prosper, pero la mayoría ya cumplieron una década, es decir son ancianos para los estándares de la tecnología. Con menos de US$7.000 millones en préstamos en 2014, son actores diminutos en el universo del crédito. Ahora, sin embargo, el sector crece en forma explosiva. PricewaterhouseCoopers estima que el negocio podría ascender a US$150.000 millones para 2025.
El aspecto negativo es que los intereses son más altos que los que cobra la banca tradicional y a veces se ubican muy por encima de 10%. El aspecto positivo es que quienes necesitan sumas modestas (uno de los sitios web fija un tope de US$35.000) pueden obtener fácilmente fondos de inversionistas particulares en busca de mayores retornos. Es una propuesta atractiva para los prestamistas porque les permite dividir su capital en muchos más préstamos, lo que reduce el riesgo.
Las opciones empiezan a proliferar. Los capitalistas de riesgo creen que los créditos no tradicionales serán un mercado enorme, en especial para los miembros de la Generación del Milenio, que en todas las encuestas sacan a relucir su desconfianza y desprecio hacia los bancos tradicionales. Empresas nuevas como SoFi (que ha recaudado más de US$1.000 millones) se abocan a los préstamos individuales a costos más bajos y a los créditos estudiantiles, ayudando a las personas a refinanciar sus préstamos. SoFi también incursiona en la refinanciación de hipotecas, otra área donde los bancos tradicionales y el gobierno han sido perezosos, por decirlo de una manera cortés.
Viene lento, pero viene
Otorgar préstamos a las empresas sigue siendo un pilar de las finanzas. No obstante, los estándares de crédito, a juzgar por las encuestas que realiza la Reserva Federal de EE.UU. entre los agentes de préstamos, son mucho más estrictos que antes de la crisis financiera de 2008-2009. Puede ser prudente, pero es un balde de agua fría sobre la creación de empresas. EE.UU. ocupa el duodécimo lugar en el mundo en materia de formación de negocios, según Gallup, y hoy se crean muchas menos empresas que en los años 70, cuando la población era considerablemente menor.
Los préstamos a las grandes compañías han aumentado en los últimos 10 años, pero los otorgados a pequeñas empresas se han contraído, desde más de US$700.000 millones en 2008 a menos de US$600.000 millones en la actualidad, según la Small Business Administration, el organismo gubernamental encargado de apoyar a las pequeñas empresas en EE.UU. El ecosistema de capital de riesgo de Silicon Valley aporta sin duda capital a los soñadores, pero excluye a muchas clases de compañías, en especial las que no son digitales.
Todo esto explica por qué las nuevas firmas de financiamiento también se han beneficiado de la ley JOBS. Kickstarter es la más conocida, seguida por Indiegogo. Estas plataformas de crowdfunding, o financiación en masa, permiten que prácticamente cualquier persona anuncie una idea y solicite dinero, a menudo montos de US$1.000 o menos. Ningún banco importante ni compañía establecida de capital de riesgo prestaría cantidades tan modestas. Los gastos generales en los que tendrían que incurrir para revisar las solicitudes y supervisar los pagos les provocarían fuertes pérdidas en inversiones tan reducidas.
Sin embargo, los nuevos sitios de crowdfunding eliminan tales capas y, al menos por ahora, enfrentan pocos obstáculos regulatorios o escrutinio de sus actividades. Es el Wild West de la recaudación de fondos. Uno de los éxitos más recientes es el de Oculus Rift, un fabricante de dispositivos de realidad virtual que levantó US$2,4 millones en Kickstarter y un poco más de un año después fue adquirida por Facebook en más de US$2.000 millones.
¿Cuál es la gran complicación? Un aporte de Kickstarter es una donación. Cuando las personas financian proyectos en el sitio, lo hacen por pasión hacia el producto, sin la esperanza de obtener un retorno financiero a cambio.
La próxima oleada de crowdfunding, mediante sitios como SeedInvest y Fundable, ofrecerá una participación en el capital de la empresa a quienes decidan llevarse la mano al bolsillo. Este nuevo modelo podría trastornar el insular mundo del capital de riesgo y los créditos a empresas y, al mismo tiempo, proveer nuevas oportunidades para los pequeños inversionistas. En cuanto a un posible innovador, si puede publicar una idea en Internet, recaudar millones de dólares para financiarla y, lo más importante, decidir qué porcentaje del capital accionario ceder y a qué valuación, ¿por qué tiene que pasar por todos los trámites necesarios para obtener un préstamo comercial o visitar las firmas de capital de riesgo de Silicon Valley?
Es probable que el resultado sea miles de millones de dólares en capital fresco que pueden impulsar las buenas ideas, al igual que las malas. La perspectiva de nuevas fuentes no convencionales de financiación ya ha producido comparaciones con 1999, cuando millones de inversionistas particulares se sumaron a la fiebre de las salidas a bolsa para luego ver cómo las acciones de empresas como Pets.com perdían todo su valor. Estos riesgos son reales, pero habrá mucho más dinero en circulación.
¿Qué es un corredor?
El modelo tradicional de compra y venta de acciones, gestión de un portafolio y administración de activos para la jubilación era pagarle a otra persona para que se hiciera cargo. El próximo modelo será utilizar la tecnología de Internet para hacerlo por cuenta propia o en conjunto con expertos en línea.
Una de las áreas más candentes de la recaudación de fondos en el ámbito financiero son las empresas de gestión de patrimonio que ofrecen un rango de servicios en la web. Hoy, sus activos son muy reducidos y no superan los US$20.000 millones. No obstante, han captado atención y financiamiento porque también amenazan con trastocar los modelos tradicionales.
Betterment, Wealthfront, Personal Capital y otros “asesores robots”, aunque siguen siendo marginales en términos de activos, han sacudido el mercado de la administración de patrimonio. Especialmente en el caso de las cuentas más pequeñas, ofrecen asignación básica de recursos y servicios de inversión por una fracción de las tarifas que cobran las firmas tradicionales. Colosos de fondos como Vanguard y corredoras en línea como Schwab también han desarrollado y lanzado servicios digitales de asesoría.
También hay que tener en cuenta el ascenso de los fondos que cotizan en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés), que amenazan el dominio de los fondos gestionados en forma activa, en particular los que cobran tarifas altas para conseguir los mismos retornos que un índice de referencia. Más de 1.500 fondos que cotizan en EE.UU. representan activos del orden de los US$2 billones.
La forma en que se venden las acciones y los bonos cambiará. El modelo del siglo XX ya ha dado paso al mundo de la web de ETrade y Schwab, aunque esos modelos también son amenazados. Las nuevas firmas digitales pueden ofrecer fracciones de acciones y bonos. El corretaje de bonos, en particular, sigue siendo controlado por un reducido grupo de operadores que cobran honorarios altos y divulgan poca información, fieles a la tradición de Wall Street.
Quienes derivan sus ganancias de facilitar transacciones sencillas sienten una presión cada vez mayor para competir cuando muchas de esas transacciones se pueden hacer a un costo casi nulo. Los bancos de inversión tradicionales ya han visto cómo las ganancias procedentes de sus mesas de negociaciones se han derrumbado. El negocio de renta fija de Goldman Sachs cayó 33% interanual el último trimestre, y a sus rivales no les fue mucho mejor.
Lo que viene es peor para estas empresas. Si ofrecen un servicio que no es fácilmente automatizado, pueden prosperar. De lo contrario, tienen que tener mucho cuidado. ¿Por qué pagarle a un corredor una suculenta comisión si la misma compra se puede hacer en Internet por centavos? ¿Por qué pagarle a un asesor humano que no hace más que una asignación sencilla de activos? ¿Por qué pagar por un fondo mutuo administrado en forma activa si sólo ofrece la misma rentabilidad que un índice de referencia?
Acciones para todos
Durante los últimos 150 años, todas las burbujas que se han reventado en el mercado bursátil han sido seguidas por un largo período de repliegue. Las personas pierden dinero a raudales y evitan exponerse a pérdidas futuras. Fue lo que pasó después de la Gran Depresión de los años 30 y después de 1999 y ha vuelto a ocurrir tras la crisis financiera de 2008. Los mercados de acciones han subido desde marzo de 2009, pero los inversionistas minoristas se han mantenido al margen.
Pero, ¿qué pasaría si la tendencia de compra de acciones que se avecina no se limita a negociar desde una cuenta propia, sino como una forma de afiliación a ciertas marcas? ¿Qué ocurriría si su tarjeta de fidelización de Starbucks no sólo incluyera un café gratis después de 10 compras, sino también una acción de Starbucks después de un centenar? ¿Y si el fabricante de ese dispositivo que todo el mundo quiere tener, el GoPro del futuro, pudiera ofrecer sus acciones directamente a sus ávidos usuarios en lugar de tener que depender de los bancos de inversión para distribuir sus acciones?
Varias startups de Silicon Valley ya están abordando el problema. Loyal3 trata de conectar a las empresas que abren su capital con los clientes leales que quieren comprar acciones a partir de la salida a bolsa, mientras que EquityZen y otras firmas hacen lo propio en el caso de las compañías de capital cerrado. La idea de vender acciones directamente a los clientes es antigua, pero esta nueva camada de empresas la vuelve mucho más fácil, con tan sólo oprimir un botón, y barata. Si estas formas innovadoras de comprar y distribuir acciones despegan, la posesión de acciones podría ser un fenómeno mucho más universal.
Proveer servicios financieros a los menos pudientes o quienes no tienen acceso a la banca es otra área que está atrayendo inversión y actividad. ZestFinance, fundada por ex ejecutivos de Google y con las arcas llenas gracias al capital de riesgo, usa la analítica de datos para compensar los riesgos inherentes. Es sólo una de numerosas iniciativas de este tipo, que prometen ofrecer acceso al capital a todas las clases, no solamente la clase media y la clase alta.
Resulta fácil, por cierto, proyectar un nuevo mundo de dinero en movimiento con todos los beneficios que acarrea. Estas innovaciones son casi en su totalidad productos de los últimos cinco años, es decir después de la crisis financiera. Su atractivo puede disminuir si surge una nueva crisis. Una institución grande puede sobrevivir una mala inversión, pero una persona de pocos recursos no sorteará con tanta facilidad la pérdida total de un préstamo peer-to-peer.
Más allá de los riesgos, sin embargo, la uberización de las finanzas no es un fenómeno pasajero ni un ardid. Muchas de las startups de hoy pueden desaparecer, como lo hacen la mayoría de las nuevas empresas, pero la propagación y democratización del capital, así como la proliferación y el análisis de datos, son tendencias irresistibles. Ofrecerán nuevas oportunidades a millones de personas, empresarios e inversionistas por igual. También liberará una vasta cantidad de dinero, energía y talento. Ante esta realidad, sólo nos cabe decir: bienvenido sea.
—Karabell es director de estrategia global de Envestnet, una firma de servicios financieros, y autor del libro ‘The Leading Indicators: A Short History of the Numbers that Rule Our World’ (algo así como Los indicadores líderes: una breve historia de los números que rigen nuestro mundo).
Fuente: The Wall Street Journal, 22/11/15.
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