El Impuesto a las Ganancias es un robo

junio 14, 2014 · Imprimir este artículo

Impuesto al salario y voracidad fiscal extrema

El perdurable y confiscatorio impuesto a las ganancias provoca enormes
inequidades como resultado de una gestión estatal ineficiente y manipuladora

La voracidad fiscal que corre detrás de un gasto público desbordado se manifiesta hoy muy crudamente en el impuesto a las ganancias. Lo perciben no sólo las empresas impedidas de hacer ajuste por inflación de sus balances, sino también los asalariados que, en número cada vez mayor, superan el mínimo no imponible. El gobierno nacional no sólo falseó la medición de la inflación durante siete años, sino que ignoró sus propios índices en la necesaria actualización de los parámetros y las escalas aplicables para la determinación del impuesto. En todo caso, lo ha hecho tardíamente y en forma muy insuficiente. Además, todavía no ha tenido en cuenta que con una inflación que supera el 35 por ciento anual, las utilidades de las sociedades medidas en sus balances pueden ser inexistentes y el gravamen que se pague sobre ellas implica la cesión al fisco de una parte del capital.

La legislación dictada en la convertibilidad, aún vigente, impide los ajustes automáticos. Por ese motivo, mediante una ley de 2011, el Congreso Nacional facultó al Poder Ejecutivo a aumentar los montos establecidos en el artículo 23 de la ley del impuesto a las ganancias. Ya a fines de 2009 se había derogado la famosa «tablita de Machinea», que imponía deducciones decrecientes del impuesto a las ganancias en función de niveles de ingreso. Las escalas habían sido superadas por la realidad y agravaban la incidencia sobre los trabajadores. La evidencia de un proceso inflacionario y el retraso del mínimo no imponible motivaron la delegación de la mencionada ley 26,731, que luego el Poder Ejecutivo no utilizó como era debido.

En las últimas semanas, fracasaron sucesivos intentos de legisladores nacionales de la oposición de avanzar con un reclamo al gobierno nacional para que modifique el confiscatorio impuesto a las ganancias. Fue el kirchnerismo el que sistemáticamente impidió que se concretara cualquier tipo de sesión para debatir una reforma tributaria y elevar el mínimo no imponible de ganancias.

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Como se sabe, a fin de este mes los asalariados recibirán medio aguinaldo junto con su sueldo. Un trabajador casado, con dos hijos y un haber mensual bruto de 16.000 pesos, sufrirá una retención por el impuesto a las ganancias de 940 pesos. El fisco se llevará el 14% de su medio aguinaldo. Si el sueldo fuera de 25.000 pesos, la retención sería del 58%. Sorpresas tan injustas como éstas pueden surgir, para algunos, en un mes en que se realizan horas extras o se recibe una bonificación.

Para otros, esto ya ha pasado a ser una triste constante que se repite mes tras mes. En muchos casos se ha dado la paradoja de que no conviene lograr remuneraciones extraordinarias y tampoco un ascenso. Muchos hoy se preguntan si trabajan para alimentar a su familia o a un Estado deficiente y elefantiásico que tampoco logra satisfacer sus necesidades de seguridad, educación, salud o vivienda.

Tradicionalmente, muchos trabajadores destinaban el sueldo anual complementario a la compra de bienes durables, a refacciones en las viviendas o simplemente al ahorro, entre otros destinos. Hoy, la inflación que el Gobierno pretende ocultar, sumada a la falta de actualización de las escalas, diluirá una parte importante del ingreso que, en muchos casos, sólo les hubiera permitido ponerse al día con las deudas contraídas porque el sueldo no permite llegar mínimamente a fin de mes.

El impuesto a las ganancias deriva del impuesto a los réditos, creado en 1934 como un recurso transitorio y extraordinario para superar una estrechez presupuestaria. Su supuesta transitoriedad trocó en permanencia y la alícuota aplicada creció consistentemente. Nunca fue imaginado como un impuesto al salario, aunque posteriormente y en los hechos ese tipo de ingreso fue abarcado por la llamada cuarta categoría. La denominación posterior de impuesto «a las ganancias» intentó respetar el propósito de sólo gravar rentas del capital o utilidades empresarias. Este propósito queda absolutamente desvirtuado cuando el gravamen recae en sueldos que apenas son suficientes para una vida decorosa de un trabajador.

Fuente: La Nación, 14/06/14. Editorial.

Comentarios

Una Respuesta para “El Impuesto a las Ganancias es un robo”

  1. La Economía y los Impuestos : Economía Personal on agosto 19th, 2014 16:19

    […] El Impuesto a las Ganancias es un robo […]

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