El Rosedal de Buenos Aires en su mejor momento
noviembre 29, 2017 · Imprimir este artículo
El Rosedal de Buenos Aires, con el brillo de siempre y en su mejor momento
Mientras todos ponemos el foco en el jacarandá, el parque estrella de la ciudad está en una época de gloria que vale una visita.
Por Sonia Berjman.
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El Rosedal porteño se concretó una veintena de años después del inicio de la construcción del primero de este tipo creado por Jules Gravereaux y el gran paisajista Edouard André en L’Haÿ les Roses (Val de Marne, en las afueras de París). Las «modas de moda» se replicaban rápidamente en estos rincones sudamericanos.
Fue el Intendente Joaquín de Anchorena su promotor y el Director de Paseos de entonces, Ing. Agr. Benito Javier Carrasco, su realizador. Se construyó en escasos cinco meses y medio. Carrasco, discípulo de Carlos Thays, planteó una composición simétrica en forma de amplio abanico, con un fuerte eje central que vincula dos accesos: uno desde el mismo parque y otro desde la Avenida Infanta Isabel a través de un puente. Definió su estilo como regular moderno -era básicamente una vuelta al geometrismo del jardín francés clásico del siglo XVIII, actitud en boga en Francia a principios del siglo XX-.
Incluyó diversos elementos: una pérgola costeando el lago con escalinatas distribuidas sistemáticamente, un templete en la parte opuesta y sobre el eje de la avenida central al Norte, un puente dando acceso desde la Avenida Infanta Isabel. Otros mil detalles (algunos hoy perdidos) completaban la obra: un embarcadero de madera, dos piletas con juegos de agua, dos vasos con pedestal con cabezas de leones, cuatro jarrones artísticos, el grupo en mármol «La Primavera» de Drivier, veinticuatro columnas de hierro formando pequeñas pérgolas.
Considerado un paseo recreativo y científico a la vez, la sorprendente colección de Carrasco constaba de 1.189 variedades de rosas (14.650 rosales), incluyendo las últimas novedades obtenidas por los hibridadores europeos, catalogadas alfabética y numéricamente, cada planta con su nombre en tubitos de vidrio.
Hoy, el Rosedal se percibe como una unidad, sin embargo, fue el resultado de un proceso que duró 15 años en el que podemos diferenciar tres sectores:
1914, roseraie o Rosedal propiamente dicho de estilo geométrico francés de Benito Carrasco.
1920, un jardín de estilo español, diseñado por el Ing. Agr. Eugenio Carrasco (quien sucedió en el cargo de Director de Paseos a su hermano Benito entre 1918 y 1922) que funcionaba como entrada hacia el Rosedal desde el parque. Hoy, ya perdido su carácter estilístico, es el lugar del Jardín de los Poetas.
1929, el paseo adquirió su fisonomía definitiva con la incorporación del Patio-Glorieta Andaluz en el sitio ocupado hasta ese momento por el Pabellón de los Lagos. Regalado a Buenos Aires por el Ayuntamiento de Sevilla y diseñado por el arquitecto sevillano Juan Talavera fue rodeado por jardines obra de Carlos León Thays (h), quien también fue Director de Paseos de Buenos Aires entre 1922 y 1946.
Los jardines son obras de arte vivas a las que se deben cuidar tenazmente. Sin embargo, nuestro Rosedal fue varias veces abandonado y cayó en ruina, por lo que en 1996 se realizó una primera reparación, a cargo del estudio de arquitectura SEPRA y el aporte la Fundación YPF. En 2008 se llevó a cabo una segunda restauración integral de todos sus elementos: vegetales, arquitectónicos, escultóricos y de infraestructura. Los trabajos estuvieron a cargo de un equipo interdisciplinario entre cuyos especialistas se contaron: Marcelo Magadán, Valentina Casucci, Elena Charola, María del Carmen Magaz, Gustavo Nízzero, Andrea Caula, Roxana Di Bello y yo misma, con la coordinación de Carolina Llosa de Sturla en representación de la misma Fundación que asumió los costos económicos.
Actualmente El Rosedal es gestionado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, siguiendo un protocolo de mantenimiento elaborado por el equipo de restauración mencionado.
Nuestro Rosedal ha recibido el Garden Excellence Award (2012) otorgado por la World Federation of Rose Societies que también ha premiado nuestro libro sobre el mismo con el Literary Award al mejor libro de rosedales en el mismo año.
Cuando se inauguró, fue la primera rosaleda del mundo abierta al público a toda hora y sin rejas. Los lamentables actos de vandalismo que ocurren actualmente han obligado a su enrejado y a contar con un horario de visita.
Fuente: La Nación, 29/11/17.
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