China banderaCuando a comienzos de este mes China presentó la tabulación de su crecimiento del primer trimestre del año, el número final 7% —el peor porcentaje en seis años— alimentó los temores de una profundización de la desaceleración económica.

También renovó las dudas sobre la confiabilidad de las estadísticas chinas.

“Crecimiento probablemente exagerado”, dijo un informe de Citibank, concluyendo que el crecimiento trimestral real podría estar por debajo de 6% interanual, dependiendo de los factores ponderados. Otras firmas de investigación dan números mucho más bajos: Capital Economics, 4,9%; The Conference Board China Center, 4%, y Lombard Street Research, 3,8%.

Durante años, el esfuerzo para discernir la verdadera tasa de crecimiento de China ha mantenido a muchos economistas clavados a sus calculadoras, y por buenas razones.

Una trabajadora de la fábrica del grupo textil Tanglong en la provincia de Hebei, China. Zhu Xudong/Xinhua/Zuma Press

En primer lugar, son mediciones sospechosamente estables y no revelan ninguna de las sacudidas observadas en EE.UU. u otras economías. La metodología a menudo parece incoherente o contradictoria. Además, nadie sabe cómo hace China para calcular la inflación cuando tabula su producto interno bruto.

En segundo lugar, las cifras del PIB chino parecen estar en conflicto con otros datos considerados más difíciles de manipular. Los economistas señalan, por ejemplo, la discrepancia entre el crecimiento del PIB y la producción industrial —a menudo vista como una indicación del crecimiento—, que aumentó 5,6% interanual en marzo, su nivel más bajo desde finales de 2008.

Además, las mediciones recientes arrojan valores débiles para el consumo de electricidad, inversión, ganancias industriales, producción manufacturera e inversión de bienes raíces, entre otros índices.

Esta disección de las cifras oficiales del crecimiento chino recibió el respaldo indirecto del ministro Li Keqiang. En 2007, como jefe del Partido Comunista de la provincia nororiental de Liaoning, Li criticó las cifras oficiales del PIB como “hechas por el hombre y por lo tanto poco fiables”, según un memo del embajador de Estados Unidos en ese momento, que luego fue difundido por WikiLeaks.

De acuerdo con el memo —que ha inspirado distintas versiones de instituciones financieras— el ministro dijo que la producción eléctrica, el transporte de carga ferroviarios y los préstamos bancarios le parecían datos más confiables.

China no es el único país emergente con estadísticas cuestionables. Pero Beijing ha estado bajo un escrutinio particular debido al tamaño y la importancia de su economía, y el hambre del resto del mundo por un crecimiento real.

También hay sospechas de que, a diferencia de los problemas de recolección de datos comunes en la India y otros países en desarrollo, las deficiencias de las estadísticas chinas supondrían una deliberada manipulación.

La mayoría de los economistas dicen que la Oficina Nacional de Estadísticas de China se ha vuelto más profesional en los últimos años, teniendo en cuenta su escaso peso burocrático y sus limitaciones de presupuesto.

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A medida que la economía china se aleja de su foco tradicional en la industria pesada, la Oficina de Estadísticas ha tenido dificultades para reflejar correctamente la contribución de los servicios y el consumo al crecimiento por sobre la producción, dicen algunos economistas. También ha tratado de depender menos de datos proporcionados por funcionarios locales que tienen un interés por inflar las cifras del crecimiento para asegurarse un ascenso.

“La exageración local no es un problema tan grande como lo supo ser, aunque supongo que no está erradicada”, dijo Nicholas Lardy, investigador principal del Peterson Institute for International Economics.

La Oficina de Estadísticas tampoco facilita las cosas. No explica su metodología ni los supuestos de la inflación, y muchos de sus cálculos son difíciles de reproducir, según economistas.

Tanto dicha repartición como la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma —la principal agencia de planificación económica de China— se negaron a responder preguntas.

“Nadie sabe” cómo obtiene la agencia las cifras del PIB, dijo Carsten Holz, profesor de economía de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong y autor de un trabajo sobre la calidad de las estadísticas del PIB chino. Holz habla de una “atroz falta de transparencia”.

Las sospechas se centran en dos puntos principales: qué tan deliberada es la manipulación, y si los líderes chinos tiene un segundo juego de libros que les permita saber lo que está pasando “realmente”.

China tiene un incentivo en ambos sentidos. Debido a que es un régimen de partido único, el crecimiento económico tiene una relevancia enorme como medio de prevenir la inestabilidad social y garantizar la continuidad del partido en el poder. Al mismo tiempo, el gobierno necesita tener información precisa para planificar y canalizar subsidios a los grupos que podrían alimentar la disidencia.

No hay evidencia de que el Partido Comunista tenga un conjunto separado de libros, dijo Harry X. Wu, profesor de la Universidad Hitotsubashi de Japón y asesor especial del Conference Board.

La pregunta sobre la manipulación es más difícil de evaluar, dicen los economistas. En un estudio de 2013 que comparó las cifras del PIB chino con una serie de datos internos y de otros países, el Banco de la Reserva Federal de San Francisco llegó a la conclusión de que el crecimiento real se correspondía en líneas generales con las cifras oficiales.

En última instancia, dijo Holz, la agencia de estadísticas de China está en manos de cuadros del partido, que no tendrían problema en retocar las cifras de crecimiento para llegar al políticamente deseable 7%.

“Yo no tomaría muy en serio la cifra de 7%”, dijo Holz.

Otros creen que el número está mucho más lejos.

“Me dan risa las estimaciones oficiales de crecimiento del 7% del PIB en el primer trimestre. Creo que eso es completamente equivocado”, dijo Wu.