En Economía, lo que vale es conocer la realidad

septiembre 7, 2023 · Imprimir este artículo

A la hora de aplicar políticas, lo que vale es conocer la realidad

Por Juan Carlos de Pablo.

Paul Robin Krugman visitó nuestro país invitado por el gobierno nacional. ¿Cuál Krugman, el autor de valiosos trabajos técnicos, replanteando la teoría real del comercio internacional, por los cuales en 2008 merecidamente recibió el premio Nobel en economía; o el filoso -y exagerado- analista económico que publica columnas en The New York Times, referidas a Estados Unidos y a Europa? Sorprendió a las autoridades argentinas, y a quienes acompañan intelectualmente al «modelo», cuando habló de heterodoxia y ortodoxia.

Para saber más sobre esto entrevisté al indonesio Nitisastro Widjojo (1927-2012), quien entre 1973 y 1983 fue ministro de Economía de su país, y lideró la «mafia de Berkeley», como se denominaba al conjunto de graduados en dicha universidad, que habían ingresado en el gobierno. Según Peter Mc Cawley, «fue uno de los más conocidos y respetados hacedores de políticas públicas durante tres décadas, tanto en su país como cuando presidió delegaciones de Indonesia ante organismos internacionales».

Nitisastro Widjojo

-Dada su experiencia gubernamental; ¿qué importancia tienen la ortodoxia y la heterodoxiaen el diseño y la implementación de una política económica?

¡Dios salve a un país cuyo ministro de Economía es incondicionalmente heterodoxo, o incondicionalmente ortodoxo! Quien tiene a su cargo la política económica de un país tiene que conocer a fondo la micro y la macroeconomía, la teoría de las finanzas públicas, la teoría monetaria, la del comercio internacional, la del crecimiento, historia económica, etc. Además de lo cual tiene que saber escuchar, haber «caminado» por la calle, visitado fábricas, campos y oficinas públicas, saber tomar decisiones bajo enorme presión, etc.

-¿Cómo puede alguien ser heterodoxo en 2004 y ortodoxo en 2014?

-Precisamente, porque cambiaron las circunstancias. El equipo económico argentino lee mal lo que hizo Benjamin Shalom Bernanke, en Estados Unidos, durante el último trimestre de 2008. Hoy no lo repetiría, no porque tomó un curso de ortodoxia, sino porque cambió la realidad. En la Argentina de 2014, el presidente del Banco Central tiene que ser mucho más ortodoxo que quien ocupó el cargo en 2004, porque entonces estábamos recomponiendo la demanda de dinero y ahora estamos huyendo de la moneda local.

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-Pero hay economistas fanáticos de Hayek o de Friedman, y otros entusiastas de Keynes o de Kalecki.

-Dejemos de lado las simpatías y antipatías personales. En el plano profesional lo que importa es saber qué dijo cada uno de ellos, y en qué circunstancias, para adaptarlo a la realidad actual. Es exactamente lo que acaba de hacer Krugman en Argentina. Todo ministro de Economía enfrenta problemas, y entre otras cosas se apoya en la teoría relevante.

-¿En qué medida los economistas son cómplices de las políticas económicas que se adoptan en base a sus recomendaciones?

-Pregunta difícil de contestar, porque con frecuencia quienes tienen a su cargo las políticas económicas, racionalizan las medidas adoptadas buscando respaldo en gente prestigiosa. Alfredo Gómez Morales lo dijo explícitamente: «El keynesianismo daba el apoyo teórico-económico, con su gran prestigio, para las realizaciones no sólo del peronismo; porque antes comenzaron las Juntas de Granos y Carnes, etc., es decir, los controles, protecciones, en fin, el incremento en la intervención del Estado que es propio del keynesianismo… El prestigio generalizado de que gozaba avaló, de algún modo, nuestra política».

-De manera que John Maynard Keynes no fue responsable de las políticas económicas ensayadas en su nombre.

-Ciertamente que no de las exageraciones. De cualquier manera, las propuestas de política económica, como los medicamentos, deberían venir acompañadas de un cartel en el cual, en letras mayúsculas y bajo el título «Advertencia», se aclare en qué circunstancias hay que aplicarlas, con qué dosis y cuáles son las principales contraindicaciones. Y en ningún caso aplaudir a rabiar, porque esto confunde, más que ayuda, al equipo económico de turno.

-Don Nitisastro, muchasgracias.

Fuente: La Nación, 30/11/14.

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