Sobre la economía socialista

septiembre 19, 2024

Una guía para principiantes sobre la economía socialista

Marian L. Tupy explica las principales razones por las cuáles la economía socialista fracasa: bloqueo del sistema de precios, incentivos perversos, entre otras.

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En estos últimos años me ha tocado hacer varias presentaciones a alumnos de colegios y universidades sobre la importancia de la libertad económica y de la amenaza persistente que representa el socialismo —como se puede observar, por ejemplo, en el reciente colapso económico de Venezuela. Un problema que he encontrado es que los jóvenes, hoy en día, no tienen una memoria personal sobre lo que fue la Guerra Fría, ni mucho menos un entendimiento de lo que fue la organización social y económica del bloque soviético, aspectos que no son priorizados o son ignorados por los programas educativos estadounidenses. Por esta razón he escrito una guía básica de la economía socialista, basada en mi propia experiencia creciendo en un país bajo un régimen comunista. Espero que este ensayo —tal vez un poco más largo— sea leído por muchos “millennials”, quienes frecuentemente son atraídos hacia ideas fracasadas de tiempos pasados.

Como un niño, creciendo en la Checoslovaquia comunista, por muchos años, pasaba caminando por un edificio en construcción que tenía como destino transformarse en un centro de salud o una clínica. La construcción de este edificio pequeño con forma de cuadrado era muy lenta y bien descuidada. Partes de la estructura se caían a pedazos incluso mientras el resto del edificio seguía construyéndose.

Recientemente volví a Eslovaquia. Un día, mientras manejaba a través de la capital, Bratislava, pude notar que un nuevo barrio se había desarrollado sobre una colina en la que dos años atrás no existía nada. Este enorme desarrollo de casas modernas y hermosas contaba con excelentes calles y un gran supermercado. Este nuevo barrio proveía hogares, privacidad y seguridad a cientos de familias.

¿Cómo puede ser posible para una empresa privada, planificar, construir y vender un vecindario completo en menos de dos años pero para un planificador central comunista imposible construir un edificio pequeño en casi una década?

Una parte importante de la respuesta yace en los “incentivos”. La empresa que construyó este vecindario en Eslovaquia no lo hizo por amor a la humanidad. Esta compañía desarrolló el proyecto, porque sus dueños (accionistas o inversores) buscaban obtener utilidades. Tal como lo expresó en 1776 Adam Smith, el padre fundador de la economía, “No es por la bondad del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.

En un mercado que funciona de forma normal, es raro encontrar sólo una empresa que provea un tipo de producto o servicio. Las personas que compraron casas en el barrio que mencioné anteriormente, no estaban forzadas ni obligadas a hacerlo. Podrían haber comprados otras casas hechas por otros constructores en otras partes de la ciudad y probablemente a precios distintos. La competencia, en otras palabras, fuerza a los inversores (los capitalistas) a ofrecer productos mejores a precios más competitivos —un proceso que nos beneficia a todos.

Los comunistas se oponían tanto al lucro como a la competencia. Ellos veían al lucro como innecesario e inmoral. Desde su perspectiva, los capitalistas no trabajaban en un sentido convencional. El verdadero trabajo de construir puentes y de trabajar la tierra era hecho exclusivamente por los trabajadores. Los capitalistas simplemente se metían al bolsillo los excedentes de la compañía una vez que a los trabajadores se les había pagado el salario. En otras palabras, los comunistas creían que la clase capitalista explotaba a la clase trabajadora —y eso era incompatible con su objetivo de una sociedad igualitaria y sin clases.

Pero los capitalistas no son ni inmorales ni innecesarios. Por ejemplo, los capitalistas muchas veces invierten en nuevas tecnologías. Empresas que han revolucionado nuestras vidas como Apple o Microsoft, recibieron su financiamiento inicial de inversores privados. Dado que es su propio dinero el que está en juego, los capitalistas tienden a hacer un mejor trabajo en identificar las buenas oportunidades de inversión que el que hacen los burócratas del Estado. Es por esta razón que las economías capitalistas, y no las comunistas, son líderes en innovación y progreso tecnológico.

Más aún, invirtiendo en nuevas tecnologías y creando nuevas empresas, los capitalistas son capaces de proveer a los consumidores con una variedad abrumadora de productos y servicios, de crear empleo para miles de millones de personas y de contribuir con billones de dólares (“trillions” en inglés) al ingreso fiscal. Por supuesto que toda inversión involucra un nivel de riesgo. Los capitalistas solo cosechan grandes beneficios cuando invierten sabiamente. Cuando hacen malas inversiones, los capitalistas muchas veces deben enfrentarse a la ruina financiera.

Desafortunadamente, los comunistas no compartían la visión anterior y prohibieron la inversión privada, la propiedad privada, la toma de riesgos y el lucro. Todas las empresas privadas grandes que están en manos de privados, como las fábricas de zapatos y las siderurgias fueron nacionalizadas. La gran mayoría de pequeñas y medianas empresas, como almacenes de alimentos y granjas familiares fueron también expropiadas por el Estado. Sus dueños, rara vez recibieron compensación alguna. Todos se transformaron en trabajadores y todos trabajaban para el Estado.

Para prevenir nuevas desigualdades de ingreso y que se formen nuevas clases sociales, todos fueron pagados más o menos de la misma manera. Esto resultó ser un gran problema. Como las personas no podían ganar más cuando se esforzaban más en el trabajo, no se esforzaban más. Los comunistas trataron de motivar o incentivar a la fuerza laboral a través de la propaganda. Afiches y posters de trabajadores fuertes y determinados eran instalados por todas partes dentro del Imperio Soviético. Películas sobre los abnegados trabajadores de las minas y las granjas se proyectaban para inculcar a la población el fervor socialista.

La propaganda por sí sola no era capaz de aumentar la productividad de los trabajadores comunistas a los niveles del mundo occidental. Para incentivar a la fuerza de trabajo, los regímenes comunistas hicieron uso del terror. Los trabajadores que eran sorprendidos vagando en el trabajo muchas veces eran denunciados por sabotaje y eran fusilados. Comúnmente eran enviados a los Gulag —un sistema de campos de trabajo forzado. Algunas veces, las autoridades arrestaban y castigaban a personas inocentes a propósito. El terror arbitrario, los comunistas creían, harían que los trabajadores sean más productivos.

Al final, decenas de millones de personas en la Unión Soviética, China, Camboya y otros países comunistas fueron enviados a campos de concentración. Las condiciones de vida y de trabajo en estos campos de concentración eran inhumanas y millones de personas perdieron su vida en ellos. Mi tío abuelo, quien fue acusado y condenado por ser partidario de la oposición democrática y clandestina en la Checoslovaquia comunista, fue enviado a trabajar en las minas de uranio para proveer al programa soviético de armas nucleares. Trabajando sin protección alguna contra la radiación, murió de cáncer.

Para fines de los ochenta, los regímenes comunistas habían perdido gran parte de su fervor revolucionario. El terror y el miedo venían en declive y la productividad se desplomaba aún más. Así fue que hacia finales de los ochenta, un trabajador industrial promedio de Europa Occidental era casi ocho veces más productivo que su par polaco. En otras palabras, con el mismo tiempo y con los mismos recursos que un trabajador polaco producía $1 en valor de productos, su contraparte de Europa Occidental era capaz de producir $8 en valor de productos.

Conforme reemplazaron el fin de lucro con la propaganda y el terror, también reemplazaron la competencia con la producción monopolística. Bajo el capitalismo, las empresas compiten para atraer clientes bajando los precios y mejorando la calidad. Así es como un joven hoy puede elegir entre jeans hechos por Diesel, Guess, Calvin Klein, Levi´s, entre muchos otros.

Los comunistas pensaban que dicha competencia era tanto innecesaria como irracional. En su lugar, los países comunistas solían tener un productor monopólico de autos, zapatos, lavadoras, etc. Pero los problemas surgieron rápidamente. Dado que en los países comunistas los productores no tenían que competir contra alguien, no tenían ningún incentivo para mejorar sus productos. Compare, por ejemplo, el BMW 850 que se fabricaba en Alemania Occidental en 1989 con el Trabant que era fabricado en Alemania Oriental en el mismo año.

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Los fabricantes comunistas eran protegidos de competir localmente debido a que tenían un monopolio. También eran protegidos de la competencia extranjera mediante prohibitivamente altos aranceles e incluso la prohibición total de importaciones. Dicho de otra forma, los fabricantes tenían una base “cautiva” de consumidores. El fabricante de los autos Trabant no tenía que preocuparse de perder clientes, dado que los clientes no tenían a quién más comprarle automóviles.

Además, los trabajadores de la planta de autos Trabant recibían una remuneración fija e invariable, sin importar la cantidad de autos que produjeran. Como resultado, producían menos autos de los que se necesitaban. Las personas en Alemania Oriental debían esperar años, incluso décadas, antes de poder comprar un automóvil. De hecho, la escasez de la gran mayoría de productos de consumo, desde productos importantes como automóviles hasta los mundanos como el azúcar, era ubícua. Hacer fila se volvió parte del diario vivir.

oferta y demanda precioEn el capitalismo, la escasez se regula a través de los movimientos de los precios. Algunos precios, como por ejemplo el de las monedas que se transan globalmente, cambian virtualmente cada segundo. Otros precios cambian más lentamente. Si existe escasez de frutillas, por ejemplo, su precio aumentará. Como resultado, menos personas podrán comprar frutillas. De esta manera, las personas que valoran más las frutillas y están dispuestas a pagar el precio más alto siempre podrán obtenerlas.

El movimiento de los precios comunica información muy importante a los capitalistas. Los capitalistas invierten su dinero en aquellas oportunidades de negocios que son más rentables. Si el precio de algo está subiendo, quiere decir que no se está produciendo de eso lo suficiente. Los inversionistas se precipitan invirtiendo capital nuevo, esperando obtener ganancias. La producción aumenta. Así la economía en general tiende a un “equilibrio” o a un punto en el que el capital es distribuido en forma bastante aproximada a donde éste se necesita.

Los precios son una fuente de información fundamental, pero, ¿de dónde vienen? En una economía capitalista o de libre mercado, nadie establece o fija los precios. Estos surgen de manera “espontánea” en el mercado. Cada vez que compro una taza de café cuando voy al trabajo, por ejemplo, estoy incrementalmente subiendo el precio del grano de café. Cada vez que dejo de comprar mi taza de café, porque voy atrasado al trabajo, le bajo el precio en una cantidad pequeñísima. Si todos dejáramos de tomar café al mismo tiempo, el precio colapsaría.

Los comunistas prohibieron el lucro, los capitalistas, la competencia, el libre comercio y mucha de la propiedad privada (si no toda)  —todo lo cual es necesario para que los precios precisos puedan surgir. Al contrario, decenas de millones de precios para productos desde tractores hasta un pedazo de pan eran fijados anualmente (o cada ciertos años) por burócratas del Estado. Dado que no podían predecir con precisión cuanto pan se debía producir (la oferta) ni tampoco cuanto pan se iba a consumir (la demanda), estos burócratas casi siempre se equivocaban en fijar los precios.

La fijación de precios asociada con la baja productividad hacían que la escasez fuera peor. Si el precio de la harina se fijaba muy alto, las panaderías harían muy poco pan y así el pan desaparecería de las tiendas rápidamente. Si el precio de la harina se fijaba muy bajo, se haría demasiado pan y gran parte de este terminaría echándose a perder. Dicho de otra forma, las economías comunistas eran muy ineficientes.

Para complicar aún más las cosas, los comunistas algunas veces fijaban mal los precios a propósito. El precio de la carne, por ejemplo, se mantenía bajo año tras año solamente por consideraciones políticas. Los precios bajos creaban una ilusión de que los productos eran asequibles. En viajes al exterior, usualmente los oficiales comunistas se llenaban la boca diciendo que los trabajadores en el Imperio Soviético podían comprar más carne y otros productos alimenticios que sus contrapartes occidentales. La realidad era que las tiendas generalmente estaban vacías. Como consecuencia, el dinero tenía un uso limitado. Para poder sortear la escasez, muchas personas en países comunistas recurrieron al trueque de bienes y favores (servicios).

Bajo el comunismo, el Estado era dueño de todos los medios de producción, como las fábricas, las tiendas y las granjas. Para poder tener algo con que hacer trueque primero se debía “robar” al Estado. Un carnicero, por ejemplo, robaba carne y la cambiaba por verduras que el verdulero había también robado. El proceso era ineficiente, pero también corrompía la moral. Mentir y robar se volvieron algo normal y la confianza entre las personas se deterioró. Lejos de motivar la hermandad entre las personas, el comunismo hizo que las personas sospecharan unas de otras y fuesen más resentidas.

Desde luego que no todos fueron afectados de la misma forma por la escasez. Los oficiales del gobierno y sus familias generalmente evitaban las dificultades diarias que el resto vivía, ya que tenían acceso a tiendas, colegios y hospitales especiales. El comunismo comenzó como un movimiento que buscaba mayor igualdad. En realidad, fue un retorno al feudalismo. Como las sociedades feudales, las sociedades comunistas tenían una aristocracia compuesta por los miembros del Partido. Como las sociedades feudales, las sociedades comunistas tenían una población de sirvientes prácticamente sin derechos y con muy poca posibilidad de movilidad social. Tal como las sociedades feudales, éstas se mantenían a través de la fuerza bruta.

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Muchas veces me preguntan cómo estas sociedades lograron mantenerse por tanto tiempo si eran tan ineficientes. Parte de la respuesta se debe a la fuerza bruta con la cual los comunistas se mantenían en el poder. También se explica por el surgimiento de contrabandistas que hicieron que la economía pudiera fluir un poco mejor. Por ejemplo, cuando a una fábrica comunista de zapatos se le acababa el pegamento, el gerente de la fábrica llamaba a su “contacto clandestino” del mercado negro. Este contacto lograba contrabandear de una fábrica de pegamento o del extranjero el pegamento. El contrabando era ilegal, evidentemente, pero muchas veces era mejor (o más eficiente) que tratar con la burocracia gubernamental, lo que podría haber tomado años. Por lo tanto, la longevidad del comunismo se debió, en parte, al surgimiento de un pseudo mercado de bienes y favores (servicios).

—Este artículo fue publicado originalmente en CapX (EE.UU.) el 16 de septiembre de 2016.

Fuente: elcato.org


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El Oráculo de Omaha y su legado de un billón de dólares

agosto 30, 2024

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

Hoy, 30 de agosto de 2024, Warren Buffett celebra su 94º cumpleaños con un logro histórico: su emblemática compañía, Berkshire Hathaway, ha alcanzado la asombrosa cifra de un billón de dólares  (U$S 1.000.000.000.000) en capitalización bursátil. Este hito, inédito para una empresa estadounidense no tecnológica, resalta la genialidad de Buffett como inversor y su habilidad para navegar los mercados financieros a lo largo de varias décadas. La noticia llega en un momento en que el «Oráculo de Omaha» ha tomado la decisión estratégica de reducir a la mitad su participación en Apple y continuar disminuyendo su inversión en Bank of America, mostrando una vez más su capacidad para adaptarse a las cambiantes dinámicas del mercado.

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Un viaje desde Omaha al pináculo de las finanzas

Nacido en 1930 en Omaha, Nebraska, Warren Buffett mostró desde joven un agudo sentido para los negocios. A los 11 años, compró sus primeras acciones, y desde entonces, su interés por el mercado bursátil no ha dejado de crecer. Tras graduarse de la Universidad de Nebraska, Buffett continuó su formación en la Escuela de Negocios de Columbia, donde fue alumno del legendario inversor Benjamin Graham, autor de El inversor inteligente. Graham, conocido como el padre del «value investing» (inversión en valor), se convirtió en el mentor de Buffett y moldeó su enfoque hacia la inversión, que se centraría en adquirir acciones de empresas infravaloradas con el potencial de generar rendimientos a largo plazo.

En 1965, Buffett adquirió Berkshire Hathaway, una entonces moribunda empresa textil, que utilizó como vehículo de inversión para construir un imperio financiero. Bajo su liderazgo, Berkshire Hathaway se transformó en un conglomerado multinacional con participaciones en sectores que van desde seguros y servicios financieros hasta energía, transporte, y bienes de consumo. La filosofía de inversión de Buffett, basada en la paciencia, el análisis riguroso y la aversión a las deudas, lo ha convertido en uno de los hombres más ricos del mundo, y a Berkshire Hathaway en un símbolo de estabilidad y crecimiento en el volátil mundo financiero. Algunas de las propiedades de Berkshire Hathaway son la aseguradora Geico, la compañía ferroviaria BNSF Railway, el fabricante de ropa deportiva Brooks Running, el negocio de intermediación inmobiliaria HomeServices, el fabricante de caravanas Forest River, la productora de materiales de construcción Clayton Homes, el distribuidor mayorista McLane y negocio de comercio minorista. Y entre las inversiones, se encuentran las importantes participaciones accionarias en: Apple, Coca-Cola, Bank of America, Citigroup, American Express, las petroleras Chevron y Occidental Petroleum, las compañías The Kraft Heinz, Moody’s, Chubb Limited, Davita, entre otras. Además, ha entrado en el mayor minorista especializado en belleza en EEUU (Ulta Beauty) y en el proveedor de la industria aeroespacial y de defensa Heico.

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La magia del largo plazo y la inversión pasiva

Uno de los principios fundamentales que han guiado a Buffett a lo largo de su carrera es la creencia en la inversión a largo plazo. A diferencia de los especuladores que buscan beneficios rápidos, Buffett siempre ha defendido la importancia de comprar acciones de empresas sólidas con la intención de mantenerlas durante años, o incluso décadas. Esta estrategia no solo reduce el impacto de la volatilidad del mercado, sino que también permite a los inversores beneficiarse del poder del interés compuesto, que a lo largo del tiempo, puede generar rendimientos extraordinarios.

Además, Buffett es un firme defensor de la inversión pasiva. Ha sido un crítico abierto de los gestores de fondos activos, señalando que la mayoría no logra superar consistentemente al mercado después de deducir las comisiones. En su lugar, ha recomendado a los inversores comunes que opten por fondos indexados o ETFs (fondos cotizados en bolsa) de bajo costo, que replican el rendimiento de un índice bursátil como el S&P 500. Este enfoque permite a los inversores beneficiarse del crecimiento general del mercado sin asumir los riesgos asociados con la selección de acciones individuales.

Los mutual funds, que son fondos de inversión colectiva administrados profesionalmente, también han sido promovidos por Buffett para aquellos que prefieren un enfoque más diversificado. Estos fondos permiten a los inversores acceder a una cartera diversificada de activos, reduciendo el riesgo asociado con la exposición a un solo valor o sector.

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El mercado de valores: el corazón del capitalismo

El mercado de valores desempeña un papel central en la economía capitalista, sirviendo como el medio principal a través del cual las empresas recaudan capital para financiar sus operaciones y expansión. Al emitir acciones, las empresas pueden atraer inversiones de una amplia base de accionistas, quienes a cambio reciben una participación en los beneficios futuros de la empresa.

Este flujo constante de capital es esencial para el crecimiento económico, ya que permite a las empresas innovar, crear empleos y generar riqueza. Sin embargo, el mercado de valores también es un reflejo de las fuerzas económicas subyacentes y puede ser extremadamente volátil. A lo largo de la historia, hemos visto cómo los mercados pueden pasar de períodos de exuberancia irracional a crisis devastadoras, como la burbuja de las puntocom en los años 2000 o la crisis financiera global de 2008.

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Las lecciones de las Crisis bursátiles

Las crisis bursátiles, como la Gran Depresión de 1929, la burbuja de las puntocom y la crisis de 2008, han dejado lecciones cruciales para inversores y reguladores por igual. Estas crisis suelen ser el resultado de burbujas especulativas, donde los precios de los activos se inflan a niveles insostenibles debido a la euforia del mercado. Eventualmente, estas burbujas estallan, causando pérdidas masivas y recesiones económicas.

Buffett ha sido testigo de varias de estas crisis a lo largo de su carrera, y su enfoque conservador le ha permitido no solo sobrevivir, sino prosperar en tiempos de turbulencia. Su consejo de «ser temeroso cuando otros son codiciosos y ser codicioso cuando otros son temerosos» ha demostrado ser una estrategia eficaz para evitar las trampas del comportamiento de manada que a menudo exacerba las crisis financieras.

El impacto de los cracks bursátiles

Los efectos de los cracks bursátiles van más allá del mercado de valores. Pueden desencadenar recesiones económicas, aumentar el desempleo y destruir el ahorro de millones de personas. Sin embargo, también pueden ofrecer oportunidades para aquellos que están preparados y tienen una estrategia a largo plazo.

Por ejemplo, tras la crisis financiera de 2008, aquellos inversores que mantuvieron la calma y continuaron invirtiendo en el mercado fueron recompensados con un fuerte crecimiento en la década siguiente. Este es un testimonio del poder de la paciencia y la resiliencia en la inversión.

Un llamado a la acción

El éxito de Warren Buffett es un recordatorio poderoso de que en el mundo de las inversiones, el tiempo es uno de los aliados más valiosos. A medida que celebramos su 94º cumpleaños y el logro de un billón de dólares de capitalización para Berkshire Hathaway, es importante reflexionar sobre las lecciones que podemos aprender de su vida y carrera.

Para aquellos que buscan mejorar su economía personal, el primer paso es educarse y desarrollar una comprensión sólida de cómo funcionan los mercados financieros. Ya sea a través de la inversión en acciones individuales, fondos indexados, mutual funds o anualidades, la clave es comenzar lo antes posible y mantener una perspectiva a largo plazo.

En un mundo donde las crisis financieras y las burbujas especulativas son inevitables, aquellos que adoptan un enfoque disciplinado y basado en principios sólidos como los de Buffett, estarán mejor preparados para navegar las aguas turbulentas y aprovechar las oportunidades que surgen en los momentos de incertidumbre.

En última instancia, el legado de Warren Buffett no es solo el de un gran inversor, sino el de un hombre que ha demostrado que el éxito financiero es accesible para aquellos que están dispuestos a aprender, a ser pacientes y a actuar con sabiduría. Como él mismo ha dicho, «El mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor momento es ahora». No hay mejor momento que el presente para tomar el control de tu futuro financiero y comenzar a construir tu propio legado.

Fuente: Ediciones EP, 30/08/24.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla


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Inflación: El enemigo silencioso que erosiona economías y sociedades

agosto 12, 2024

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

La inflación, un término que resuena constantemente en los debates económicos, ha sido un fenómeno recurrente en la historia financiera mundial. Este concepto, ampliamente estudiado y debatido por economistas de renombre como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Milton Friedman, es a menudo malinterpretado como un mero aumento de precios. Sin embargo, su raíz es mucho más profunda y está intrínsecamente ligada a la emisión descontrolada de dinero sin respaldo, lo que convierte a la inflación en un enemigo silencioso de la economía.

La Visión de Mises, Hayek y Friedman

Ludwig von Mises, uno de los economistas más influyentes de la Escuela Austriaca, definió la inflación como un proceso mediante el cual se incrementa la cantidad de dinero en circulación sin un respaldo real en bienes y servicios. Según Mises, este exceso de dinero frente a la oferta de bienes y servicios inevitablemente lleva a un aumento generalizado de los precios. Para Mises, la inflación no era solo una cuestión de precios más altos, sino un desequilibrio económico que distorsiona la estructura de producción y distribución de recursos.

Friedrich von Hayek, discípulo de Mises, amplió esta visión señalando que la inflación, al alterar las señales de precios en la economía, conduce a una mala asignación de recursos. Según Hayek, cuando los precios suben debido a la inflación, los empresarios reciben señales falsas que los inducen a invertir en proyectos no sostenibles a largo plazo, creando burbujas económicas que eventualmente estallan, causando recesiones y crisis.

Milton Friedman, un destacado economista monetarista, sintetizó estas ideas en su famosa afirmación: “La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”. Para Friedman, la inflación surge cuando la cantidad de dinero en la economía crece más rápido que la producción de bienes y servicios. Es decir, cuando los gobiernos emiten más dinero del que la economía puede respaldar con su producción real, los precios suben inevitablemente.

Mises, Hayek y Friedman

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Emisión monetaria sin respaldo: La raíz del problema

La emisión de dinero sin respaldo, es decir, sin un aumento correspondiente en la producción de bienes y servicios, es la causa fundamental de la inflación. Este tipo de política monetaria expansiva suele implementarse en tiempos de crisis económicas, cuando los gobiernos buscan financiar sus gastos a través de la impresión de dinero. Sin embargo, esta solución temporal puede convertirse en una trampa mortal para la economía a largo plazo.

Un ejemplo histórico claro de los efectos devastadores de la inflación es la hiperinflación que sufrió Alemania en la década de 1920, conocida como la República de Weimar (1918-1933). Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania enfrentó una deuda externa inmensa y optó por imprimir grandes cantidades de dinero para pagar sus obligaciones. El resultado fue una espiral inflacionaria que destruyó el valor del marco alemán. En 1923, los precios se duplicaban cada pocos días, lo que llevó a la población a utilizar billetes de banco como papel tapiz o combustible, ya que habían perdido prácticamente todo su valor.

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Inflación e Hiperinflación: Una distinción crucial

La inflación se convierte en hiperinflación cuando los aumentos de precios superan el 50% mensual (parámetro arbitrario). Este fenómeno no es solo un aumento rápido de precios, sino una señal de la pérdida total de confianza en la moneda. La hiperinflación es un claro indicio de que la demanda de dinero ha caído drásticamente; es decir, la población ya no desea mantener su riqueza en la moneda local, anticipando que su valor seguirá erosionándose.

La hiperinflación es más que una crisis económica; es una crisis de confianza. Cuando los ciudadanos y las empresas pierden la fe en la estabilidad de la moneda, buscan desesperadamente convertir su dinero en bienes, divisas extranjeras o cualquier otro activo que conserve valor. Este pánico generalizado agrava la inflación, convirtiendo lo que inicialmente era una presión económica en un colapso total del sistema financiero.

Un ejemplo contemporáneo de hiperinflación es el caso de Venezuela. A mediados de la década de 2010, el otrora rico país sudamericano experimentó un colapso económico que llevó a una hiperinflación que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), alcanzó un asombroso 1.000.000% anual en 2018. Esta crisis fue catalizada por el desgobierno socialista, la caída de los precios del petróleo, la mala gestión económica y la emisión masiva de dinero por parte del gobierno para cubrir déficits fiscales, lo que destruyó el valor del bolívar venezolano y empujó a millones de venezolanos a la pobreza extrema.

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La influencia de las crisis políticas

Las crisis políticas a menudo actúan como catalizadores de la hiperinflación. En muchos casos, los gobiernos enfrentan presiones para financiar guerras, programas sociales insostenibles o simplemente para mantenerse en el poder. Cuando estas presiones se combinan con una economía débil, el resultado es la adopción de políticas monetarias irresponsables que llevan a una pérdida masiva de confianza en la moneda.

La hiperinflación en Zimbabue durante la década de 2000 es otro ejemplo emblemático. Bajo el régimen del dictador Robert Mugabe, la economía de Zimbabue colapsó debido a la corrupción, la expropiación de tierras y la mala gestión económica. Para financiar el déficit, el gobierno imprimió cantidades masivas de dólares zimbabuenses, lo que llevó a una inflación que alcanzó cifras inimaginables: en noviembre de 2008, la tasa de inflación mensual llegó a 79.600.000.000%. La moneda se volvió tan inútil que la gente recurría al trueque para sobrevivir.

Robert Mugabe fue destituido en 2017 como presidente de Zimbabwe. Murió en 2019 a los 95 años. 

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La destrucción del valor de la moneda

La inflación y la hiperinflación destruyen el valor de la moneda, lo que tiene consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad. Cuando el dinero pierde su poder adquisitivo, los ahorros de toda una vida pueden evaporarse en cuestión de meses o días. Las pensiones, salarios y otros ingresos fijos se vuelven insuficientes para cubrir las necesidades básicas, lo que lleva a un aumento de la pobreza y la desigualdad.

Además, la destrucción del valor de la moneda desincentiva la inversión y el ahorro. En un entorno inflacionario, las empresas son reacias a invertir a largo plazo, ya que la incertidumbre económica y la inestabilidad de precios dificultan la planificación. Esto, a su vez, frena el crecimiento económico y perpetúa el ciclo de pobreza y estancamiento.

Cómo poner fin al flagelo de la inflación

Terminar con la inflación y la hiperinflación requiere políticas monetarias responsables y una gestión económica prudente. La disciplina fiscal es esencial: los gobiernos deben evitar la tentación de financiar déficits a través de la emisión de dinero. En lugar de imprimir dinero, los gobiernos deben buscar fuentes de ingresos sostenibles y recortar gastos innecesarios.

Además, es crucial fortalecer la independencia de los bancos centrales para que puedan tomar decisiones monetarias sin interferencias políticas. La adopción de políticas de metas de inflación, donde los bancos centrales se comprometen a mantener baja la inflación dentro de un rango específico, ha demostrado ser eficaz en muchas economías desarrolladas.

Los ciudadanos también tienen un papel importante en la lucha contra la inflación. Deben estar informados y exigir transparencia y responsabilidad a sus gobiernos en la gestión de la política monetaria. La educación financiera es clave para comprender los riesgos de la inflación y cómo proteger el poder adquisitivo a lo largo del tiempo.

En última instancia, la estabilidad económica es fundamental para el bienestar de una sociedad. La inflación no es solo un problema económico; es un fenómeno que puede socavar la cohesión social y desestabilizar naciones enteras. Por ello, es imperativo que tanto los gobiernos como los ciudadanos trabajen juntos para evitar caer en la trampa de la inflación descontrolada.

Fuente: Ediciones EP, 12/08/24.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla


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El dinero no es neutral

julio 24, 2024

La falacia de la neutralidad del dinero

Por Manuel Llamas.

Los monetaristas han fracasado una vez más. La mayoría de los economistas de hoy en día, incluidos aquellos que se autodenominan falazmente liberales, desconocen el origen de la actual crisis económica (2008) y, por lo tanto, aún más su posible solución. El error radica en una teoría equivocada acerca de la auténtica relación existente entre el capital y la economía real.

El dinero no es neutral y, como consecuencia, su manipulación arbitraria por parte de los reguladores estatales (banca central) acaba mostrando sus terribles efectos tarde o temprano, tal y como acontece en la actualidad. Lo paradójico es que dicho problema ya fue diseccionado en profundidad a la luz del análisis teórico desarrollado por el principal valedor de la Escuela Austríaca de Economía, Ludwig von Mises. Sin embargo, pese al certero diagnóstico aplicado en este ámbito, la política monetaria vigente sigue bebiendo de los criterios dictados por la Escuela de Chicago, persistiendo en los mismos errores de base cometidos en el pasado.

De ahí precisamente la importancia de revivir las enseñanzas derivadas del debate teórico mantenido a lo largo de las últimas décadas por ambas corrientes acerca de la denominada «hipótesis de la neutralidad del dinero». Lo importante aquí es que un cambio en la comprensión de este fenómeno, es decir, que el dinero no es neutral a largo plazo, modificaría de forma sustancial los cimientos sobre los que se sustenta la política monetaria vigente a nivel mundial.

Los monetaristas construyen toda su teoría sobre hipotéticos modelos de equilibrio que nunca acontecen en la vida real. Su concepción cuantitativa del dinero afirma que un incremento de la oferta monetaria tan sólo se materializa en un incremento de los precios, de tal forma que sus posibles efectos adversos sobre la producción, el consumo o el empleo (variables de la economía real) siempre quedarán neutralizados a largo plazo.

Así, por ejemplo, David Hume asegura que no importa la cantidad de dinero en circulación que exista en un determinado país. Ya sea, mayor o menor, bastará para facilitar su función esencial, el intercambio de bienes. Así, si durante la noche se duplicara la cantidad de dinero que posee cada individuo, al día siguiente no habría ni más prestamistas ni variación alguna en el interés a aplicar. Es decir, a largo plazo, tal variación no modificaría en absoluto ni la actividad productiva ni la velocidad de la circulación monetaria. Según Hume, tan sólo se doblaría el nivel general de precios.

Es decir, la expansión monetaria traería como resultado una particular transición de un estado de equilibrio inicial (punto de partida) a otro estado de equilibrio a largo plazo, en donde el único efecto permanente sería un aumento correlativo de los precios.

Irving Fisher, por su parte, reconoce que puede provocar un incremento transitorio de los márgenes de ganancia de determinados productores, ya que ese dinero creado ex novo impulsa la demanda de determinados bienes y, como consecuencia, estimula una mayor oferta de esos productos. Sin embargo, la flexibilidad del mercado logra corregir a corto plazo los beneficios inflados, dando fin a la fase del boom.

De este modo, Fisher concluía que la causa de los ciclos debíamos buscarla en el aumento de la oferta monetaria no anticipada por los agentes económicos. Por ello, su diagnóstico consistía en aplicar una política monetaria que tuviera como principal objetivo mantener una inflación estable. Justifica, pues, la existencia de la banca central (planificación monetaria) y el seguimiento de un indicador que, en realidad, es muy incompleto (el índice de precios de consumo o cesta básica de la compra), para controlar los efectos de la expansión monetaria.

Por su parte, Milton Friedman, autor de referencia para los pseudoliberales del pasado siglo, llega a una conclusión similar. Los cambios monetarios afectan a la producción, pero a corto plazo (entre 5 y 10 años), mientras que dicha expansión fiduciaria se traduce en un aumento de precios a largo (décadas). De hecho, admite que las variaciones amplias en la cantidad de dinero disponible son desestabilizadoras y deben evitarse. Sin embargo, aboga por establecer una política monetaria automática: que la cantidad de dinero crezca a una tasa estable anual para impulsar el crecimiento económico. Es decir, nuevamente, intervención monetaria a través de los bancos centrales.

Todo este edificio teórico se ha derrumbado, y lo triste es que los monetaristas parecen no darse cuenta. Y eso que la solución fue explicada por Mises hace décadas en su obra Teoría del dinero y del crédito (1912). El dinero nunca puede ser neutral por definición y naturaleza. Existe y, por lo tanto, está sometido a la valoración subjetiva de los individuos. Es decir, no es algo objetivo y cuantificable.

Así, la variación en el volumen de dinero, por fuerza, distorsiona el precio relativo de los bienes. Y ello por la simple razón de que el precio de los productos nunca aumenta de forma homogénea y agregada, sino todo lo contrario. El dinero ex novo lo recibe en primer lugar un número limitado de agentes, que demandan ciertos bienes y que, por extensión, modifican la estructura de precios relativos.

Los precios nunca cambian por igual, al mismo tiempo y en la misma dirección, tal y como expone el análisis microeconómico e individualista de la economía frente a la teoría cuantitativa o agregada de la Escuela de Chicago. Y es que, los precios relativos determinan el volumen y la dirección de la producción, por lo que cualquier cambio en la cantidad de dinero acaba afectando de una u otra forma a la estructura productiva.

Esta cuestión se clarifica aún más al concluir que, aunque todo el mundo se levantara un día con x unidades más de dinero, cada individuo valorará de forma diferente (subjetiva) cada unidad adicional del mismo. De ahí que resulte falso que una duplicación del dinero en circulación reduzca a la mitad el poder adquisitivo del mismo. «Todo aumento de la oferta monetaria provocará efectos sobre la demanda y, por lo tanto, un aumento desigual en los precios de los bienes. No todas las mercancías serán demandadas en igual cantidad, ni las más intensamente demandadas serán afectadas en el mismo grado«.

La manipulación arbitraria de tipos efectuada por los bancos centrales es la principal responsable de los auges y depresiones de la actividad económica. ¿Por qué? El proceso de producción tiene lugar en un marco de tiempo, en donde los empresarios efectúan sus inversiones guiados por dos elementos clave (precios y tipo de interés) para asignar los recursos de la forma más eficiente posible en las distintas etapas del proceso.

La inyección fiduciaria o la expansión del crédito, por fuerza, distorsiona ambas señales, y conduce a los agentes económicos a efectuar malas inversiones. Y es que sin tal intervención pública sobre los tipos de interés algunos procesos nunca se habrían emprendido. Es decir, tan sólo resultan rentables con tipos de interés artificialmente bajos. Además, alargan artificialmente la estructura productiva, y los agentes tienden a sobreinvertir en la producción de bienes de capital en detrimento de bienes de consumo.

El problema es que, tarde o temprano, esta situación se hace insostenible cuando aparece el «riesgo inflacionario». Es entonces cuando la autoridad política no puede mantener por más tiempo el interés bajo, saltando a la luz el volumen de malas inversiones efectuadas. Como resultado, los efectos de la fase expansiva se invierten y surge la recesión, el desempleo, la deflación, la restricción del crédito y la caída del consumo, entre otros. La crisis es inevitable. Tan sólo cabe prevenirla impidiendo el aumento de la oferta de dinero.

Mises demuestra que el dinero no es neutral ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. El aumento de la oferta monetaria distorsiona por fuerza los precios relativos de los bienes y modifica la estructura productiva. ¿La solución? Abolir el sistema de banca central, abogar por la banca libre sujeta al patrón oro y aplicar un coeficiente de caja del 100%.

Como observarán, ninguna de estas medidas está encima de la mesa de los líderes gubernamentales, al menos, por el momento. Más bien, todo lo contrario. Asistimos a un nuevo auge del fracasado keynesianismo económico, lo que demuestra que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra (crack del 29). Y tres (crisis del petróleo de los 70) y cuatro (crisis de los 90 en EEUU) y cinco (la burbuja de las punto com) y seis (recesión tras los atentados del 11 de Septiembre)… ¿Y siete?

Fuente: juandemariana.org, 28/11/08.

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Nociones básicas de economía

enero 16, 2024

Por Eusebio Alonso.

La economía se define como el conjunto de actividades concernientes a la producción, distribución, comercio y consumo de bienes y servicios por parte de los diferentes agentes económicos. En un sentido amplio, la economía se refiere a la organización del uso de recursos escasos usados para satisfacer la necesidades individuales y colectivas de la población.

El estudio de la economía se basa en tres conceptos básicos como son: la escasez, la elección y el costo de oportunidad.

La escasez presenta una situación en la que nuestros deseos son mayores que los recursos disponibles para saciarlos. El concepto de escasez establece que la sociedad no dispone de los suficientes recursos para producir todos los bienes y servicios que la población pudiera desear. Por ejemplo, cuando oímos en las noticias que nuevas oleadas de inmigrantes irregulares asaltan nuestras fronteras, convendría saber que aceptar a esa inmigración va a requerir detraer recursos, para su atención y para combatir la delincuencia que conlleva, de otras necesidades sociales a las que previamente estaban destinados, o contraer nuevas partidas de deuda pública que alguna generación tendrá que pagar.

La elección busca casar la satisfacción de deseos ilimitados con recursos que son limitados. La escasez impide ahorrar y gastar dinero al mismo tiempo. La escasez obliga a la sociedad a determinar cómo usar los recursos limitados de que dispone.

Cuando se toma una decisión se incurre, consciente o inconscientemente, en un costo: lo que venimos a llamar el costo de oportunidad. Los economistas lo definen como la oportunidad más valorada que se pierde cuando se realiza una elección. En otras palabras, el costo de oportunidad mide la oportunidad perdida. Por ejemplo, el coste de oportunidad de dedicar un terreno a construir un parque podría ser el de no dedicar ese terreno a la construcción de vivienda social.

Modelos económicos

Las naciones se rigen por uno de dos modelos económicos fundamentales: el modelo de libre mercado y el de economía planificada.

El modelo capitalista, o de libre mercado, es propio de las democracias consolidadas de tipo liberal. Establece que el Estado se preocupa de ocuparse solo de aquellas cosas relevantes de interés social que la iniciativa privada no es capaz de atender o en las que ésta no encuentra adecuada rentabilidad. Al tener el Estado una dimensión pequeña, los impuestos requeridos son bajos. Los partidarios de este modelo consideran que el mejor lugar para que esté el dinero es el bolsillo de la gente que lo ha ganado. Las características más relevantes de este modelo son:

  • Prevalece la defensa de la libertad sobre la igualdad. Algunos paises retornan a sus ciudadanos mediante cheque escolar y sanitario su contribución a la Sanidad y la Educación si estos deciden usar colegios y hospitales privados.
  • Se fomenta el marco de competencia y se protege la propiedad privada incluso aquella referida a los medios de producción.
  • El mercado es el que se autorregula a través la ley de la oferta y la demanda. Esta autorregulación es fruto de la libre competencia y de la cooperación por interés mutuo.

Modelo de economía planificada o modelo marxista. Es propio de las dictaduras de izquierda. En este modelo es el Estado el que dirige la economía con el propósito de combatir la desigualdad, en lugar de dejar la economía en manos de la libre iniciativa privada. El Estado elige las prioridades y se ocupa de todo. Para ello requiere disponer de mucho dinero. Marx lo dejaba claro en su libro de “El Capital”: “A cada cual según su necesidad y de cada cual según su capacidad”. Son características de este modelo:

  • Rechazo de la propiedad privada. Los bienes de producción pertenecen al Estado.
  • Prevalece el concepto de igualdad sobre el de libertad. Recordemos, por ejemplo, el lema “Educación pública de todos y para todos” que saca a pasear la izquierda con frecuencia, mientras que sus propios lideres, haciendo un ejercicio de cinismo descarado, llevan a sus hijos a colegios privados y hacen uso de la Sanidad privada.
  • Desaparecen las clases sociales.
  • El Estado lo decide todo, sin que el ciudadano pueda intervenir en el destino de los impuestos que paga ni el los objetivos económicos del país.
  • No se incentiva el esfuerzo que el ciudadano pueda realizar.

En los Estados modernos con algún rasgo democrático, la economía planificada ha desaparecido en buena medida, consecuencia de los múltiples fracasos acumulados por este modelo que han sido responsables, entre otras desgracias, de grandes hambrunas en la China de Mao y la Rusia de Stalin. Si embargo, los partidos de izquierda cuando llegan al poder, por muy socialdemócratas que quieran declararse, no son capaces de renunciar, en la medida de lo que se les permita, a algunos rasgos del modelo marxista. Entre estos rasgos destacan el sobredimensionar el coste requerido por el Estado para su funcionamiento, coste financiado por elevados impuestos y el aumento de la deuda pública, y la restricción de la iniciativa privada y de la libertad ciudadana con leyes intervencionistas.

Conceptos económicos de interés

El Estado es el máximo responsable de la economía de un país. Para tener una visión, aunque sea superficial, de los aspectos económicos más relevantes, resulta conveniente revisar algunos conceptos. Me limitaré a hablar de aquellos que para mí son los más importantes por la medida en que afectan a la población:

Presión Fiscal

La presión fiscal, que se mide en términos relativos al PIB, supera en España el 42%, estando por encima del promedio europeo. Siendo la proporción recaudatoria procedente de los impuestos a empresas del 32,5%, que resulta superior en 9 puntos a la media europea. Consecuencia de esta presión fiscal, la mayoría de los ciudadanos ceden la mitad de su salario anual a las arcas del Estado. Esto relega a nuestro país al puesto 34 de 38 en el Índice de Competitividad Fiscal. Si relativizamos la presión fiscal a la renta per cápita, resulta que el esfuerzo fiscal en España es un 52% mayor que el realizado por la media europea.

Inflación

La inflación es un fenómeno monetario cuya responsabilidad final es del Estado, ya que sólo él es el responsable del dinero que hay en circulación. Los políticos acusan de la subida de precios a los empresarios y a los líderes de países extranjeros, aunque eso no justifica la subida de precios de todos los productos. Cuando el dinero aumenta más que la producción de un país, entonces aumenta la tasa de inflación. La producción está siempre limitada en su crecimiento por los recursos físicos y humanos disponibles. Una tasa de inflación descontrolada puede destruir una sociedad como lo vemos en paises ricos en recursos, como Argentina, que ha estado demasiado tiempo gobernada de forma autodestructiva.

La inflación mide la pérdida de valor adquisitivo del dinero, o lo que es lo mismo, el aumento generalizado del precio de los bienes. Ésta produce un empobrecimiento en la población y desalienta el ahorro y la inversión. El efecto sobre la inflación de la dependencia energética y alimentaria suele ser consecuencia, como ocurre en España, de la aplicación de políticas ideológicas que lastran la economía. Es por esta razón que se define el término de inflación subyacente para excluir, por conveniencia, la influencia de la energía y los alimentos frescos en el cálculo. La inflación acumulada en España desde 2019 hasta la actualidad ha sido del 16%. El cálculo de la inflación se hace comparando el IPC (Índice de Precios al Consumo) de los meses de diciembre de años consecutivos. Esta forma de cálculo es tan sólo aproximada, ya que no toma en consideración todos los bienes y servicios, sino tan solo aquellos que el gobierno quiere incluir para el cálculo del IPC. Este método de cálculo de la inflación, sometido a la discrecionalidad del gobierno, puede resultar en buena medida engañoso.

El salario mínimo

Es de todos sabido que el salario mínimo establece la mínima cantidad de dinero que un trabajador puede exigir por sus servicios en una jornada laboral completa de 8 horas. Normalmente se alcanza por un acuerdo entre patronal y sindicatos. No obstante, a veces el gobierno interviene en la búsqueda de este acuerdo como un actor más con una intencionalidad electoralista y la búsqueda de un aumento de sus ingresos como resultado del aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social y de la liquidez que empuja el consumo y, consecuentemente, su recaudación a través de los impuestos. El establecimiento de un salario mínimo correcto tiene gran transcendencia en la economía de un país. Un valor excesivo supone un desajuste entre ingresos y precios que se suele saldar con el cierre de pequeñas y medianas empresas, la eliminación de puestos de trabajo y la contracción de la oferta de empleo. Por otra parte, es un factor que desincentiva el esfuerzo y la motivación laboral.

La deuda pública

La deuda pública es la deuda que un Estado soberano acumula a lo largo del tiempo como resultado del déficit presupuestario producido ejercicio tras ejercicio. El déficit de un ejercicio es el exceso entre lo que se gasta el Estado y lo que ingresa. La deuda pública acumulada en España es, en la actualidad, de 1.572.000 millones de €. Un 30% más de la que teníamos hace 5 años cuando llegó al gobierno Pedro Sánchez. El pago de los intereses de la deuda supone ya un 3% de los presupuestos del Estado. Cantidad que sigue subiendo año tras año. Aun siendo penoso el panorama, lo más preocupante es que la deuda que se adquiere no se usa para crear riqueza, deuda denominada auto amortizable, sino para hacer frente a los gastos corrientes. Lo que supone un claro escenario de bancarrota. Si conseguimos vender deuda es porque Europa nos la compra a cambio de ceder progresivamente nuestra soberanía.  Por otra parte, a medida que crece la deuda pública también crece la prima de riesgo que influye en el tipo de interés que el mercado aplica a la compra de nueva deuda.

Ley de Presupuestos

La ley más importante que se aprueba cada año es la ley de presupuestos que establece que cantidad se va a dedicar el siguiente año a satisfacer las necesidades del país de acuerdo con los intereses del gobierno. Dependiendo del tipo de Estado, o más precisamente, del tipo de gobierno del ejecutivo, estos requerirán más recursos si el gobierno tiene un perfil de izquierdas, o menos si el perfil es de derechas. Desgraciadamente, no siempre los gobiernos de izquierda buscan compensar desigualdades con la ley de presupuestos, que es lo que cabría esperar según el marketing que nos venden. En no pocas ocasiones, como ocurre en la actualidad, lo que buscan es pagar apoyos de gobernabilidad con el dinero de todos los españoles.

Supervisión del Gasto Público

Una de las preocupaciones de cualquier país sensato es determinar la eficiencia del gasto del dinero público. Es decir, no solo es importante que existan partidas presupuestarias adecuadamente dimensionadas para atender las necesidades de la sociedad, sino que también es necesario medir la eficiencia del gasto realizado. Es decir, qué porcentaje de ese gasto se aprovecha realmente y cómo satisface éste las necesidades a las que iba destinado. Para realizar esta función tenemos en España el denominado Tribunal de Cuentas cuyo propósito es la fiscalización, mediante auditorías, del gasto del sector público.

Sin embargo, en un país como el nuestro que se jacta de la falta de independencia de poderes, no resulta sorprendente que también el Tribunal de Cuentas esté sometido al poder político. De esta manera, las alertas, cuando las hay, ya que tan solo se monitoriza una muestra del gasto realizado, no tienen ninguna transcendencia relevante para el que haya cometido una infracción. Como ejemplo baste un botón, ya que recientemente el Tribunal de Cuentas ha declarado que no es capaz de identificar a qué se han destinado los fondos europeos, cerca de 40.000 millones de € recibidos hasta la fecha, destinados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Lo peor es que esta obscenidad no tenga mayor recorrido y no se exija responsabilidad a los encargados de gestionar este dinero ni a los que tienen obligación de supervisar el gasto. ¿Y qué hace la oposición? Nada. Fiel reflejo, con toda probabilidad, de una ineptitud cómplice.

Los cuatro modos de gastar el dinero según Milton Friedman

Milton Friedman, premio Nobel de Economía en 1976 describía las 4 formas de gastar el dinero en función de la procedencia de éste y el destino que se le iba a dar. Estas formas son las siguientes:

Gastar el dinero propio en uno mismo. En estas circunstancias se busca maximizar la calidad de lo que se obtiene a cambio. Se intenta que el gasto sea eficiente, optimizando el cociente beneficio/coste. Es lógico, conociendo que el dinero es de uno y se gasta en beneficio propio.

Gastar el dinero propio en otros. Cuando esto ocurre, se pierde interés en la calidad del producto adquirido y la prioridad está en reducir el coste todo lo que sea posible.

Gastar dinero de otros en uno mismo. En este supuesto el objetivo perseguido es el de buscar maximizar el beneficio sin importar el coste ya que el dinero que se pone en juego no es nuestro.

Gastar dinero ajeno en otras personas. En este último supuesto no existe preocupación ni por el coste ni por la calidad de lo que se obtiene a cambio. En consecuencia, el resultado es deficiente y el coste es alto.

De los 4 supuestos anteriores, es fácil concluir que el Estado se mueve principalmente en el cuarto supuesto (no hay preocupación por el coste ni por la calidad de lo que se adquiere a cambio). Esto resulta evidente dado que el Estado recauda dinero mediante impuestos, o se endeuda, para hacer frente a los gastos de cada ejercicio. Además, determinados partidos políticos cuando alcanzan el poder, especialmente los de la izquierda, se mueven también en el tercer supuesto porque necesitan dedicar parte de los presupuestos a mantener, de manera permanente, sus chiringuitos ideológicos, con objeto de financiar el voto cautivo de determinados colectivos y dar salida lucrativa a los políticos de su cuerda que han dejado de estar en primera línea (buscan maximizar su beneficio sin importar el coste que ello tenga). Como resultado de lo expuesto, el sector público es un pésimo administrador de los recursos económicos. La moraleja de todo esto es que deberíamos ser críticos con los modelos que justifiquen un Estado costoso porque es el que da cabida a un mayor número de excesos. Nos guste más o menos, tenemos que reconocer que quien crea riqueza es la iniciativa privada que resulta mucho más favorecida por el modelo de libre mercado.

En los últimos años se viene creando más empleo público que privado en España. Este empleo lo absorbe la Administración del Estado, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Sanidad y la Educación públicas. Por otra parte, la empresa pública, tras el desmantelamiento del INI por el gobierno de Felipe González, es al día de hoy casi inexistente. Tenemos el doble de funcionarios que Alemania con la mitad de la población sin que por ello mejore apreciablemente nuestra posición en la lista de calidad de la enseñanza del Foro Económico Mundial, ni las listas de espera sanitarias. Otro tanto ocurre con el número desmedido de personas que viven exclusivamente de la política. Estos claros desajustes son consecuencia, principalmente, del enorme coste redundante que supone el Estado de las Autonomías. Estas cifras comparativas ponen de manifiesto por sí solas la notable ineficiencia del sector público en España y la tendencia catastrófica que sigue nuestra Economía.

Nos convendría recordar la famosa frase del ya mencionado Milton Friedman: «La sociedad que aspira a la igualdad antes que a la libertad, terminará sin igualdad y sin libertad», cosa que ya nos ha demostrado profusamente la historia. Si así lo entendemos, podremos evitar seguir siendo víctimas de una ingenuidad que sigue dando excesiva cobertura al extraordinario negocio de unos cuantos caraduras.

Fuente: adelanteespana.com, 16/01/24


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La Regla 80/20 de Pareto

enero 2, 2024

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

Nuestra vida laboral, profesional y de negocios, a menudo nos enfrenta a desafíos complejos en la búsqueda constante de la eficiencia. En nuestro auxilio viene la Regla 80/20 de Wilfredo Pareto, un principio fascinante que ha demostrado su relevancia a lo largo del tiempo. Veamos quién era Pareto, qué dice su Regla 80/20 y cómo aplicarla para mejorar nuestras actividades económicas y profesionales.

Vilfredo Pareto: Un visionario de la Economía

Vilfredo Pareto, nacido en 1848 en París y criado en Italia, no solo fue un economista sobresaliente, sino también un polímata cuyas contribuciones se extendieron a la sociología y la filosofía. Su educación en ingeniería le otorgó una perspectiva única, y sus estudios en economía lo llevaron a profundizar en la distribución de la riqueza y la estructura social.

Pareto dedicó gran parte de su vida al análisis de patrones observables en diversos fenómenos, pero fue su trabajo en la distribución de la riqueza lo que lo condujo a una de sus conclusiones más notables. Observó que en Italia, alrededor del 80% de la tierra estaba en manos del 20% de la población. Este hallazgo se expandió a otros campos y dio origen a la Ley de Pareto, más conocida como la Regla 80/20.

Vilfredo Pareto (1848-1923)

La Regla 80/20: Más que una fórmula, una observación aguda

La Regla 80/20, en esencia, postula que aproximadamente el 80% de los resultados provienen del 20% de los esfuerzos. Aunque puede sonar como una fórmula matemática, es importante destacar que la Regla 80/20 es fundamentalmente empírica. Es el resultado de la observación cuidadosa de Pareto sobre diversos fenómenos sociales y económicos.

Esta naturaleza empírica significa que la Regla 80/20 no es una regla rígida y aplicable en todos los casos, sino más bien un principio general que destaca la desigualdad en la contribución de diferentes factores. Este enfoque observacional la convierte en una herramienta poderosa para analizar situaciones concretas y adaptar estrategias en consecuencia.

Aplicaciones de la Regla 80/20 en la Economía y los Negocios

1. Empresas y Producción:

Para ilustrar la aplicación de la Regla 80/20 en el ámbito empresarial, consideremos una empresa de software. Es probable que el 20% de las funciones de su producto generen el 80% de la satisfacción del cliente. Al comprender este principio, la empresa puede dirigir sus esfuerzos de desarrollo hacia la mejora continua de estas funciones clave, optimizando así la calidad general del producto.

2. Ventas y Clientes:

Siguiendo con el ejemplo de ventas, el 20% de los productos o servicios puede estar contribuyendo significativamente al 80% de los ingresos. Al identificar estos elementos, las estrategias de marketing y ventas pueden personalizarse para resaltar estos productos estrella, aumentando así la rentabilidad.

3. Vida Profesional y Tiempo:

En nuestra vida profesional, la aplicación de la Regla 80/20 puede ser reveladora. Identificar el 20% de las tareas que generan el 80% de los resultados nos permite concentrarnos en lo verdaderamente esencial, optimizando así nuestro tiempo y esfuerzo.

Opiniones que respaldan la sabiduría de Pareto

Para respaldar la aplicabilidad de la Regla 80/20, podemos recurrir a la sabiduría de líderes empresariales reconocidos. El magnate de los negocios, Warren Buffett, ha destacado la importancia de identificar y enfocarse en las actividades clave que generan resultados significativos. Buffett afirma: “La diferencia entre las personas de éxito y las personas realmente exitosas es que las personas realmente exitosas dicen no a casi todo.”

Además, Steve Jobs, el cofundador de Apple, respaldó la filosofía de Pareto en términos de simplicidad y enfoque al afirmar: “La innovación es decir ‘no’ a mil cosas.” Ambas citas subrayan la esencia de la Regla 80/20, que es la focalización en lo esencial para alcanzar resultados extraordinarios.

Perspectivas y reflexiones ampliadas

Al verificar la aplicabilidad de la Regla 80/20, podemos explorar aún más la riqueza de ejemplos históricos. Un análisis detallado de las inversiones de éxito, como las de Warren Buffett, revela que un pequeño porcentaje de decisiones de inversión suele generar la mayoría de los rendimientos. Esta consistencia a lo largo del tiempo avala la tesis de Pareto sobre la desigualdad en la contribución de diferentes factores.

La Regla 80/20, al ser empírica, también destaca la importancia de la adaptabilidad en la toma de decisiones. En un mundo dinámico y cambiante, las estrategias basadas en la observación y la flexibilidad tienen más probabilidades de éxito que enfoques rígidos y estáticos.

El poder de la simplificación y la focalización

Para profundizar en la importancia de la simplificación y la focalización, consideremos el caso de una cadena de restaurantes. A través del análisis de datos, es posible descubrir que el 20% del menú puede estar generando el 80% de los pedidos. Al simplificar el menú y centrarse en los platos más populares, el restaurante puede mejorar la eficiencia en la cocina, reducir costos y aumentar la satisfacción del cliente.

Otro ejemplo práctico se puede encontrar en el ámbito de la gestión del tiempo. Identificar el 20% de las tareas diarias que generan el 80% de los resultados permite a los profesionales priorizar de manera efectiva, liberando tiempo para actividades estratégicas y creativas que impulsan el crecimiento.

Cerrando el círculo: Potenciando nuestra vida con la Regla 80/20

Al abrazar la Regla 80/20, no solo ganamos eficiencia en nuestras actividades económicas y profesionales, sino que también liberamos un recurso invaluable: el tiempo. La capacidad de identificar y centrarse en lo esencial no solo mejora los resultados, sino que también nutre la creatividad y la innovación.

En la encrucijada de decisiones diarias, recordemos la sabiduría de Pareto: un enfoque estratégico en el 20% que realmente importa puede desencadenar el 80% de nuestros éxitos. Al aplicar esta regla en nuestra vida, no solo mejoramos nuestro desempeño, sino que también avanzamos hacia un futuro más eficiente y exitoso.

En última instancia, la Regla 80/20 nos insta a ser selectivos y enfocarnos en lo que realmente importa. Al adoptar este principio, no solo comprendemos la esencia de la eficiencia económica, sino que también desbloqueamos un camino hacia el crecimiento personal y profesional sostenible. La vida es un rompecabezas complejo, pero con la Regla 80/20, podemos enfocarnos en las piezas más importantes y, así, construir un cuadro más claro y exitoso. La simplicidad y la focalización no solo son virtudes; son la brújula que guía hacia el éxito sostenido.

Fuente: Ediciones EP, 02/01/24.


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Distributismo: La búsqueda de una economía equitativa a lo largo de la historia

diciembre 12, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el universo de las teorías económicas que han marcado la historia, el Distributismo se destaca como una propuesta única y profundamente arraigada en la enseñanza social de la Iglesia Católica. Esta corriente, promovida principalmente por los pensadores Gilbert Keith Chesterton y Hilaire Belloc, encuentra sus raíces en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, publicada en 1891. A través de los años, el Distributismo ha evolucionado y se ha nutrido de las reflexiones posteriores, especialmente en la encíclica Quadragesimo Anno de 1931, dictada por el Papa Pío XI.

El Fundamento Histórico del Distributismo: Rerum Novarum y Quadragesimo Anno

“La propiedad individual debe ser honrada como sagrada y respetada como inviolable.”

Papa León XIII. Rerum Novarum.

La encíclica Rerum Novarum abordó la cuestión social y económica de su tiempo, planteando la necesidad de equilibrar los derechos de los trabajadores y la propiedad privada. El Papa León XIII abogó por una distribución justa de la riqueza y reconoció el valor del trabajo como medio para el desarrollo humano. Este mensaje impactó en los pensadores del momento, dando lugar al surgimiento del Distributismo como una alternativa a las corrientes económicas dominantes.

Pío XI, en su encíclica Quadragesimo Anno, avanzó en la reflexión sobre el orden económico y social. Introdujo el Principio de Subsidiariedad, un concepto fundamental en el Distributismo. Este principio sostiene que las funciones sociales deben ser llevadas a cabo por la instancia más cercana al individuo, evitando la intervención estatal innecesaria y fomentando la autonomía y responsabilidad local.

Según Pío XI: “La justicia exige que cada cual tenga lo suyo, y que a nadie se le impida disponer libremente de su propiedad.” (Quadragesimo Anno).

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El Distributismo y la Distribución Justa de la Riqueza

El Distributismo aboga por una distribución más equitativa de la propiedad y la riqueza. Se basa en la creencia de que una distribución más amplia de la propiedad productiva contribuye a una sociedad más justa y equilibrada. Esto contrasta con sistemas donde la propiedad y el poder se concentran en manos de unos pocos.

G. K. Chesterton expresó: “El Distributismo es la idea de que la propiedad es la única libertad que queda.” (The Outline of Sanity).

Uno de los beneficios clave que promueve el Distributismo es la prevención de la excesiva concentración de poder. Al evitar la formación de monopolios y oligopolios, se fomenta la competencia, lo que beneficia tanto a los consumidores como a los emprendedores. Una economía con una distribución más equitativa del capital propicia un entorno donde las pequeñas empresas pueden prosperar, estimulando la innovación y la diversificación.

H. Belloc y G. K. Chesterton

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Ser Dueño de uno mismo: El Empresario Distributista

“La propiedad local es el fundamento de la libertad individual.”

Hilaire Belloc. El estado servil.

El Distributismo defiende la idea de que cada persona debería ser dueña de su propio negocio. Al ser propietario de los medios de producción, se fomenta la autonomía y la responsabilidad individual. Esto no solo beneficia al individuo, sino que también contribuye positivamente a la sociedad al fortalecer la red de pequeñas empresas locales.

“No se concibe una sociedad capitalista en la que la mayoría no tienen nada y solo haya dos o tres que tengan capital -dice Chesterton-. Igual que no se concibe una comunidad de hombres casados donde todos sean solteros menos dos o tres que tienen un harén en su casa”.

La propiedad descentralizada no solo tiene beneficios económicos, sino que también tiene un impacto profundo en la dignidad humana. El trabajo se convierte en una expresión de la libertad responsable y en un medio para el desarrollo personal. La conexión directa entre el esfuerzo individual y los frutos del trabajo refuerza la noción de que cada persona contribuye de manera única al bien común.

La Dignidad del Trabajo y la Libertad Responsable

“El trabajo es el único medio real para la independencia.”

G. K. Chesterton. Ortodoxia.

El Distributismo sostiene que el trabajo es más que un medio para obtener ingresos; es un elemento vital para la dignidad humana y la realización personal. A través del trabajo, el individuo contribuye al progreso de la sociedad y experimenta una conexión directa entre esfuerzo y recompensa. Este vínculo fortalece la autonomía y la responsabilidad individual, elementos fundamentales para el bienestar de la sociedad.

La libertad responsable, concepto enraizado en la enseñanza social católica, implica que la libertad individual está intrínsecamente ligada a la responsabilidad hacia los demás y hacia la sociedad en su conjunto. En el contexto del Distributismo, esta libertad se manifiesta a través de la propiedad y gestión descentralizadas, permitiendo que cada individuo participe activamente en el desarrollo económico.

Perspectivas Económicas: El Papel del Estado y la Importancia del árbitro

Aunque el Distributismo destaca la importancia de la propiedad descentralizada, no aboga por la eliminación total del Estado. Más bien, sostiene que el Estado tiene un papel crucial como árbitro para garantizar la igualdad ante la ley y el acceso equitativo a las oportunidades. Este equilibrio entre la propiedad individual y la intervención estatal busca prevenir abusos y garantizar un entorno donde todos los ciudadanos tengan la posibilidad de prosperar.

Milton Friedman, un gran defensor del libre mercado, señaló: “El gobierno tiene tres funciones principales. Debe proveer la defensa contra las fuerzas externas, mantener el orden interno y establecer un marco para la ejecución de contratos y la resolución de disputas.” (Capitalismo y libertad).

Economistas notables, incluso aquellos que defienden el libre mercado, reconocen la necesidad de una intervención gubernamental para mantener la equidad. El reconocido economista alemán Konrad Adenauer aseveró: “La economía de mercado no significa ‘dejar hacer’, sino ‘hacer hacer’.” (Aspects of the Question of the Social Market Economy). Esta perspectiva coincide con la premisa del Distributismo de equilibrar la propiedad descentralizada con la intervención estatal necesaria para garantizar la justicia social.

Lecciones de la Historia y el camino a seguir

La historia económica ofrece lecciones valiosas sobre las consecuencias de la concentración extrema de poder y riqueza. El Distributismo, arraigado en las enseñanzas de la Iglesia Católica y enriquecido por la reflexión de pensadores como Chesterton, Belloc y Pío XI, ofrece una perspectiva valiosa para abordar los desafíos económicos contemporáneos. Aprender de la historia implica reconocer la importancia de una distribución justa de la riqueza y la propiedad, no solo como un medio para un desarrollo económico sostenible, sino como un camino hacia una sociedad donde la dignidad humana y la libertad responsable sean verdaderamente respetadas y promovidas.

Fuente: Ediciones EP, 12/12/23.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla


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Desentrañando el Conflicto de Agencia: Los aportes del Distributismo

El rol del Estado como garante de la legalidad y equidad en el mundo financiero

Una alternativa: El Distributismo


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El rol del Estado como garante de la legalidad y equidad en el mundo financiero

noviembre 6, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el tumultuoso mundo financiero del siglo XIX, marcado por la ausencia de legislación y escasez de controles, Arthur Conan Doyle nos brindó un vívido retrato en su relato El oficinista del corredor de Bolsa. En esta historia, se pinta un panorama de corrupción desenfrenada, donde el cumplimiento de la ley y la equidad eran meras quimeras. No obstante, este atrapante relato policial, del genial Sherlock Holmes, no solo nos recuerda la fragilidad del sistema financiero en ausencia de regulaciones estatales, sino que también nos insta a reflexionar sobre la trascendental importancia del Estado en la actualidad como garante de la legalidad, transparencia y equidad en el mundo económico.

Holmes y Watson en el final del relato

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La Ley como columna vertebral del sistema financiero

La historia nos enseña que la ley es el cimiento sobre el cual se erige cualquier sistema financiero funcional y confiable. Sin un marco jurídico sólido, la confianza en las instituciones y en los mercados se resquebraja. Como afirma el economista John Maynard Keynes, “las leyes económicas son siempre fundamentales y necesarias para garantizar la estabilidad y la prosperidad de una nación”.

Un ejemplo palpable de la importancia de la legislación financiera lo encontramos en la Gran Depresión de 1929, cuando la ausencia de regulaciones efectivas permitió que se gestara la mayor crisis económica del siglo XX. Fue a raíz de este cataclismo financiero que se forjaron regulaciones como la Ley Glass-Steagall en Estados Unidos, que separó las actividades bancarias de inversión, y la creación de la Comisión de Bolsa y Valores (Securities and Exchange Commission,SEC), encargada de supervisar y regular el mercado de valores.

Transparencia: La luz que disipa las sombras de la corrupción

La transparencia es un pilar esencial para asegurar la integridad y confiabilidad de los mercados financieros. Cuando las operaciones se realizan a la vista de todos, se minimizan los espacios para prácticas poco éticas o ilegales. Como bien expone la política alemana Ángela Merkel, “la transparencia no es una opción, es una necesidad en los negocios y en las finanzas”.

Un caso paradigmático de la importancia de la transparencia lo vemos en el escándalo de Enron en 2001, donde la ocultación de deudas y la manipulación de estados financieros -contabilidad creativa mediante- llevaron a la quiebra a una de las mayores corporaciones del mundo, causando un enorme perjuicio a millones de accionistas de la compañía y otros terceros involucrados. Este incidente y otros escándalos financieros como Tyco International, WorldCom y Peregrine Systems condujeron a la promulgación de la Ley Sarbanes-Oxley, que estableció estándares más estrictos de transparencia y responsabilidad corporativa, a fin de evitar fraudes y riesgo de bancarrota, protegiendo al inversor en valores.

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Equidad: El pilar de una economía inclusiva

La equidad es el motor que impulsa una economía sana y próspera. Cuando las oportunidades y los recursos están al alcance de todos, se fomenta el crecimiento sostenible y se construye una sociedad más justa. Como señala la economista Esther Duflo, “la equidad no es solo una cuestión de justicia, es una estrategia económica inteligente”.

Un ejemplo contemporáneo de la búsqueda de la equidad en el mundo financiero es la creciente atención hacia la inclusión financiera. Países y organismos internacionales están promoviendo políticas que faciliten el acceso a servicios financieros a sectores tradicionalmente excluidos, como las mujeres y los pequeños empresarios. Esto no solo impulsa el desarrollo económico, sino que también fortalece la cohesión social.

El Legado de Emile Zola: El Dinero, como espejo de la realidad

Emile Zola, en su novela El Dinero, nos sumerge en el turbio mundo de las finanzas del siglo XIX, revelando la cruda realidad de la especulación desenfrenada y las manipulaciones en los mercados. Esta obra, aunque ficticia, refleja la voracidad de un sistema desprovisto de regulaciones y controles efectivos; la importancia del tema nos llevó a tratarlo en un artículo anterior.

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El rol ineludible del Estado en el siglo XXI

En la actualidad, más que nunca, el rol del Estado como garante de la legalidad, transparencia y equidad en el mundo financiero se erige como una necesidad imperante. Las lecciones del pasado nos advierten sobre los peligros de dejar a los mercados desregulados y sin supervisión. Es responsabilidad de los gobiernos establecer marcos jurídicos robustos, promover la transparencia en las operaciones y asegurar que los beneficios del crecimiento económico alcancen a toda la sociedad.

En un contexto globalizado e interconectado, la estabilidad financiera de un país tiene repercusiones en el ámbito internacional. Por tanto, la labor del Estado trasciende las fronteras nacionales y se convierte en un pilar fundamental para el funcionamiento armonioso de la economía global.

El legado de corrupción y caos del siglo XIX, plasmado en obras como El oficinista del corredor de Bolsa y El Dinero, nos recuerda la importancia vital del Estado como árbitro en el mundo financiero. La legalidad, transparencia y equidad son los cimientos sobre los cuales se construye una economía sólida y próspera. Es deber de la sociedad y los gobiernos velar por que estas premisas sean respetadas y promovidas en todos los rincones del mundo. La historia nos enseña que no podemos permitirnos repetir los errores del pasado, y que la protección del sistema financiero es una responsabilidad que recae en todos nosotros.

Fuente: Ediciones EP, 06/11/23.

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Delitos Financieros

«El mundo de las finanzas de finales del siglo XIX era muy corrupto. Al menos una de cada seis emsiones de acciones era fraudulenta y los estafadores desaparecían con el dinero de los inversores. El mundo bancario estaba tan viciado como el de las acciones: 242 de los 291 bancos que se fundaron entre 1844 y 1868 quebraron, con frecuencia por fraude. Cuando el City of Glasgow Bank quebró en 1878, se supo que la dirección había prestado millones a amigos y familiares sin avales, y maquillando la contabilidad para ocultarlo. Pero la policía no solía investigar lo que hoy llamamos ‘delitos de guante blanco’, y se concentraba en los delincuentes de la clase trabajadora. El nivel de latrocinio y corrupción en el mundo empresarial era tal que Beddington (personaje del cuento El oficinista…), disfrazado de empleado, ni siquiera habría tenido que asesinar al guardia ni llevarse los bonos en el maletín. Cada día enormes sumas de dinero desaparecían entre las escurridizas manos de sus ‘legítimos’ empleados.»

Nota alusiva al Relato ‘El oficinista del corredor de bolsa’, en El Libro de Sherlock Holmes. Londres: DK, 2016.


Más información:

El Dinero de Émile Zola: Un Retrato intemporal de la Avaricia y la Ambición

Burbujas financieras: Orígenes, evolución y lecciones para inversores prudentes

La Compañía del Misisipi y la Revolución francesa

Una historia de la especulación financiera

Desentrañando el Conflicto de Agencia: Los aportes del Distributismo

Distributismo: La búsqueda de una economía equitativa a lo largo de la historia

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La Regresión a la Media y la Ley de los Grandes Números: Su Impacto en las Finanzas y la Gestión del Riesgo

octubre 13, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el complejo universo de las finanzas e inversiones, comprender las sutilezas estadísticas es crucial para tomar decisiones acertadas. Dos conceptos fundamentales que destacan en este panorama son la Regresión a la Media y la Ley de los Grandes Números, principios respaldados por la experiencia de matemáticos, expertos y empresarios de renombre. Reflexionaremos más a fondo en estos conceptos y su aplicación en finanzas, inversión y, crucialmente, en la Gestión del Riesgo y los Seguros, resaltando así la importancia de la Protección Financiera en la vida de todo empresario o inversor.

Regresión a la Media

La Regresión a la Media, propuesta por el visionario Francis Galton, nos recuerda que los resultados extremos tienden a equilibrarse con el tiempo. Esto tiene una aplicación vital en la Gestión del Riesgo y los Seguros. En palabras de Nassim Taleb, el reconocido autor de El Cisne Negro: “La Regresión a la Media es el alma de la gestión del riesgo.”

Supongamos un empresario que dirige una cadena de restaurantes. Después de un año excepcionalmente rentable, es sabio no asumir que este nivel de ganancias continuará indefinidamente. La Regresión a la Media sugiere que es más probable que las ganancias se estabilicen o disminuyan en el próximo período contable. Aquí, la Protección Financiera, en forma de reservas o seguros empresariales, puede ser la diferencia entre la continuidad del negocio y la crisis financiera ante una caída inesperada en las ganancias.

“Entender la Regresión a la Media es crucial para gestionar el riesgo. Es la base de cualquier sistema de seguro o protección financiera” nos recuerda el matemático y bróker de inversionesNassim Taleb.

Ley de los Grandes Números

La Ley de los Grandes Números ─formulada por el genial matemático suizo Jakob Bernoulli, en su obra Ars Conjectandi del siglo XVIII─ establece que a medida que se realizan un número creciente de experimentos o eventos independientes, la media de los resultados se aproximará al valor esperado o teórico. Esta ley es esencial para comprender cómo los resultados a corto plazo pueden variar significativamente de las tendencias a largo plazo.

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Imaginemos un fondo de inversión que invierte en una amplia variedad de activos. Durante un trimestre, algunos activos pueden experimentar pérdidas, pero la cartera en su conjunto tiene una tendencia positiva. La Ley de los Grandes Números nos asegura que, a medida que se acumulan más trimestres, la rentabilidad promedio de la cartera se aproximará a la expectativa teórica.

El meollo de la cuestión se sintetiza en la siguiente afirmación de Jakob Bernoulli: “La aritmética de los acontecimientos inciertos es tan exacta como la de la certeza.”

La Ley de los Grandes Números es también el pilar de la industria de los Seguros. A medida que la cartera de asegurados se amplía, las compañías aseguradoras pueden prever con mayor precisión los eventos y establecer primas adecuadas.

Consideremos una compañía de seguros de salud. Al tener un gran número de asegurados, la compañía puede prever con alta certeza la cantidad de reclamaciones médicas que recibirán en un periodo determinado. Esto les permite fijar primas que cubran los costos, generando así beneficios tanto para la compañía como para los asegurados.

La certeza que nos brinda esta ley es refrendada por Warren Buffett, cuando dice: “La Ley de los Grandes Números es el fundamento de la industria de seguros. Nos permite entender y gestionar el riesgo.”

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Aplicaciones en el Mundo de las Inversiones

Estos conceptos tienen un impacto sustancial en las decisiones de inversión y gestión de carteras:

  • Selección de Activos: La Regresión a la Media advierte a los inversores sobre la posible reversión de tendencias extremas en el corto plazo.
  • Diversificación y Gestión del Riesgo: La Ley de los Grandes Números respalda la estrategia de diversificación como una forma efectiva de mitigar el riesgo.
  • Planificación a Largo Plazo: Ambos conceptos son esenciales para la toma de decisiones a largo plazo, permitiendo a los inversores evitar reacciones impulsivas a fluctuaciones temporales.

Especulación y Protección Financiera

Los especuladores exitosos, como George Soros, reconocen la importancia de la Protección Financiera. Soros, famoso por su papel en la caída de la libra esterlina en 1992, no solo especuló, sino que también utilizó estrategias de protección para mitigar el riesgo asociado con sus posiciones.

Imaginemos a un inversor que ha identificado una oportunidad de inversión en una nueva empresa tecnológica. Si bien está entusiasmado con el potencial de crecimiento, también es consciente de los riesgos inherentes a las startups. Aquí, la adopción de estrategias de Protección Financiera, como la diversificación de la cartera, puede ser crucial para mitigar el riesgo asociado con este tipo de inversiones más volátiles.

Siempre debemos recordar la recomendación de Nassim Taleb: “La Protección Financiera no es solo una estrategia, es una filosofía de vida. Permite a los inversores prosperar en la incertidumbre.”

Regresión a la Media y Ley de los Grandes Números como bases del éxito

La combinación de la Regresión a la Media y la Ley de los Grandes Números forma la base de decisiones financieras informadas y la gestión eficaz del riesgo. En un mundo mundo Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo, la Protección Financiera se convierte en una herramienta invaluable para asegurar la continuidad y el éxito en cualquier empresa o cartera de inversión. Como afirmó Warren Buffett, “la inversión exitosa es sobre la gestión del riesgo, no su eliminación.”

Al comprender y aplicar estos fundamentales conceptos, los empresarios, los inversores, los gestores de riesgos y las personas en general pueden desempeñarse con confianza en el cambiante escenario financiero, construyendo un futuro económico de mayor estabilidad y prosperidad.

Fuente: Ediciones EP, octubre 2023.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla

New York Stock Exchange (NYSE)

Más información:

Medidas de Tendencia Central en el Mundo Financiero

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Desentrañando el Conflicto de Agencia: Los aportes del Distributismo

octubre 12, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el entramado complejo de las relaciones económicas, surge el Conflicto de Agencia como un fenómeno determinante. Este concepto denota la disparidad de intereses entre quienes toman decisiones en una organización y aquellos que tienen un interés financiero en ella. Esta discrepancia puede minar la efectividad y la eficiencia de una entidad, ya sea una corporación, una cooperativa o una organización sin fines de lucro. Intentaremos explorar el Conflicto de Agencia y sus implicaciones, desglosando sus ramificaciones en diversas estructuras organizativas. Y luego, para solucionar este dilema, apelaremos a una alternativa arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia Católica: el Distributismo. Este paradigma busca suavizar las asperezas del Capitalismo desenfrenado. A través de las perspicaces reflexiones de G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, ahondaremos en cómo el Distributismo constituye una respuesta concreta al Conflicto de Agencia.

El Conflicto de Agencia: Desentrañando sus Matices

El Conflicto de Agencia radica en la discrepancia entre los intereses de los dueños de una organización y los individuos que están encargados de tomar decisiones en su nombre. Los accionistas, quienes buscan maximizar su inversión, pueden ver sus intereses en contraposición a los de los gerentes, quienes pueden estar más inclinados a buscar su propio beneficio a corto plazo. Este desencuentro puede ser particularmente evidente en empresas donde los ejecutivos, al no ser propietarios, pueden tener incentivos para maximizar sus propios beneficios, a menudo a expensas de los accionistas.

Un ejemplo simple de Conflicto de Agencia es el caso de un dueño de una pequeña tienda de comestibles que contrata a un gerente para que administre el negocio en su ausencia. El dueño quiere maximizar las ganancias y la eficiencia, mientras que el gerente puede tener incentivos personales diferentes, como obtener un salario alto o tener un horario más flexible. Si el gerente prioriza sus intereses sobre los del dueño, esto podría generar un conflicto de intereses y afectar el rendimiento y la rentabilidad de la tienda.

El Impacto del Conflicto de Agencia en Diferentes Contextos

Empresas y Sociedades Anónimas: Estas entidades son el caldo de cultivo perfecto para el Conflicto de Agencia. Los accionistas, al no tener un control directo en la gestión, pueden sentirse frustrados si los gerentes no actúan en su interés. Un caso paradigmático es el de la empresa Enron en la década de 1990, donde los directivos llevaron a cabo prácticas fraudulentas que llevaron al colapso de la compañía.

Cooperativas: Aunque las cooperativas están diseñadas para alinear los intereses de los miembros y los gestores, no están exentas de este conflicto. Por ejemplo, en una cooperativa agrícola, los líderes podrían estar tentados a tomar decisiones que favorezcan a un grupo selecto de miembros en detrimento del bienestar de la comunidad en su conjunto.

ONGs: Si bien no persiguen fines lucrativos, las ONGs tampoco están inmunes al Conflicto de Agencia. Los líderes y directivos pueden estar tentados a priorizar la expansión y visibilidad de la organización sobre la efectividad en la entrega de servicios o ayuda.

Distributismo: Una Alternativa Arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia

A finales del siglo XIX, el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum («De las cosas nuevas» o «De los cambios políticos», es la trigésimo octava encíclica del papa León XIII y la primera encíclica social de la Iglesia católica), sentando los cimientos del Distributismo. Esta doctrina promueve la distribución equitativa de la propiedad y la riqueza, en contraposición a la concentración excesiva en manos de unos pocos.

La encíclica afirma que “Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada”. Posteriormente, en 1931, el Papa Pio XI expandió estos principios en su encíclica Quadragesimo Anno.

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El Legado Intelectual de Chesterton y Belloc

G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, dos mentes agudas de su tiempo, abrazaron con fervor la causa del Distributismo. Belloc argumentaba que la propiedad de la tierra debería estar dispersa entre la mayor cantidad posible de propietarios, evitando así la opresión y la desigualdad. Chesterton, por su parte, defendía la propiedad descentralizada como medio para preservar la libertad y la dignidad humana. Chesterton expresó este principio de manera clara y contundente: “La propiedad privada es la ley natural del hombre”. También sintetizó el significado del distributismo al afirmar: “Demasiado capitalismo no quiere decir muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas”.

Chesterton y Belloc.

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Cómo el Distributismo aligera el Conflicto de Agencia

El Distributismo presenta una solución palpable al Conflicto de Agencia al propiciar una estructura económica en la que la propiedad y el control están dispersos entre una amplia base de individuos y familias. Esto fomenta la participación activa y la responsabilidad de los propietarios en la toma de decisiones, reduciendo así el riesgo de intereses divergentes (el concepto: “Atendido por sus propios Dueños”). Un ejemplo ilustrativo es el caso de las cooperativas agrícolas en Emilia-Romaña, Italia, donde la propiedad y gestión colectiva han demostrado ser altamente efectivas para impulsar el desarrollo sostenible y la prosperidad local.

El Rol del Estado como Árbitro: Balanceando la Ecología Económica

Friedrich von Hayek, el destacado economista, sostuvo con perspicacia: “El gobierno tiene la responsabilidad de garantizar un marco legal y económico en el que los individuos puedan prosperar, pero no de dictar resultados específicos”. Este principio condensa la esencia de la Economía de mercado, donde el Estado actúa como árbitro para garantizar la justicia y la equidad, sin coartar la iniciativa individual.

Las funciones principales del Estado deben ser mantener la unión nacional, la paz, el orden, la justicia, la defensa común, el bienestar general y la protección de la libertad de todos los habitantes.

Un Llamado a la Reflexión y la Acción

Al rememorar las lecciones forjadas en el crisol del tiempo, nos vemos compelidos a actuar. No como espectadores pasivos, sino como agentes del cambio. El Conflicto de Agencia no es un destino ineludible, sino un reto que puede ser superado con determinación y sabiduría. A medida que escribimos el próximo capítulo de nuestra historia económica, es imperativo recordar que las lecciones del pasado son faros que nos guían hacia un futuro más equitativo y sostenible para todos. En las palabras del filósofo Albert Schweitzer, “el propósito de la vida es servir, mostrar compasión y hacer la diferencia en la vida de los demás”. Esto, en última instancia, es el núcleo del Distributismo y la clave para mitigar el Conflicto de Agencia en nuestra sociedad. En este camino hacia una economía más equitativa, cada uno de nosotros tiene un papel fundamental que desempeñar, y es nuestro deber colectivo llevar adelante esta transformación hacia un futuro más justo y equitativo.

El Conflicto de Agencia y la propuesta del Distributismo nos instan a reflexionar sobre el tipo de sociedad que deseamos construir. Nos desafían a considerar cómo podemos equilibrar la búsqueda legítima del beneficio individual con la responsabilidad social y el bienestar común. Este equilibrio no es una quimera inalcanzable, sino una meta a la que podemos aspirar colectivamente.

Es crucial reconocer que el camino hacia una economía más distributiva no está exento de desafíos y obstáculos. Requiere una colaboración comprometida entre distintos actores: gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en su conjunto. En este proceso, el Estado emerge como un árbitro indispensable, garantizando que las reglas del juego sean justas y equitativas para todos los ciudadanos.

Al mirar hacia el futuro, es esencial recordar que no se trata simplemente de cambiar las estructuras económicas, sino también de fomentar un cambio cultural y de valores. Requiere una transformación en la manera en que concebimos el éxito, valorando no solo la acumulación de riqueza individual, sino también el bienestar colectivo y el respeto por la dignidad de cada individuo.

La lección que nos brinda esta reflexión sobre el Conflicto de Agencia y el Distributismo es que tenemos la capacidad y la responsabilidad de dar forma a nuestra economía y sociedad. No somos meros espectadores de fuerzas incontrolables, sino agentes activos del cambio. Podemos aprender de la historia y utilizar ese conocimiento para construir un futuro más equitativo y sostenible.

En palabras del filósofo Edmund Burke, “la sociedad es un contrato eterno entre el pasado, el presente y el futuro”. Este contrato implica una responsabilidad hacia aquellos que nos precedieron, hacia nuestros contemporáneos y hacia las generaciones venideras. Es nuestra tarea honrar este contrato, buscando siempre el bien común y la justicia en nuestras acciones y decisiones.

El paradigma del Distributismo nos recuerda que la economía no es un fin en sí misma, sino un medio para el bienestar y la realización de las personas. Nos desafía a buscar un equilibrio armonioso entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva. Si tomamos este desafío en serio y trabajamos juntos en pos de un futuro más justo y equitativo, estaremos escribiendo un capítulo significativo en la historia de la humanidad.

Fuente: Ediciones EP, 07/10/23.

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Más información:

Una alternativa: El Distributismo

Distributismo: La búsqueda de una economía equitativa a lo largo de la historia



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