El dinero no es neutral

julio 24, 2024

La falacia de la neutralidad del dinero

Por Manuel Llamas.

Los monetaristas han fracasado una vez más. La mayoría de los economistas de hoy en día, incluidos aquellos que se autodenominan falazmente liberales, desconocen el origen de la actual crisis económica (2008) y, por lo tanto, aún más su posible solución. El error radica en una teoría equivocada acerca de la auténtica relación existente entre el capital y la economía real.

El dinero no es neutral y, como consecuencia, su manipulación arbitraria por parte de los reguladores estatales (banca central) acaba mostrando sus terribles efectos tarde o temprano, tal y como acontece en la actualidad. Lo paradójico es que dicho problema ya fue diseccionado en profundidad a la luz del análisis teórico desarrollado por el principal valedor de la Escuela Austríaca de Economía, Ludwig von Mises. Sin embargo, pese al certero diagnóstico aplicado en este ámbito, la política monetaria vigente sigue bebiendo de los criterios dictados por la Escuela de Chicago, persistiendo en los mismos errores de base cometidos en el pasado.

De ahí precisamente la importancia de revivir las enseñanzas derivadas del debate teórico mantenido a lo largo de las últimas décadas por ambas corrientes acerca de la denominada «hipótesis de la neutralidad del dinero». Lo importante aquí es que un cambio en la comprensión de este fenómeno, es decir, que el dinero no es neutral a largo plazo, modificaría de forma sustancial los cimientos sobre los que se sustenta la política monetaria vigente a nivel mundial.

Los monetaristas construyen toda su teoría sobre hipotéticos modelos de equilibrio que nunca acontecen en la vida real. Su concepción cuantitativa del dinero afirma que un incremento de la oferta monetaria tan sólo se materializa en un incremento de los precios, de tal forma que sus posibles efectos adversos sobre la producción, el consumo o el empleo (variables de la economía real) siempre quedarán neutralizados a largo plazo.

Así, por ejemplo, David Hume asegura que no importa la cantidad de dinero en circulación que exista en un determinado país. Ya sea, mayor o menor, bastará para facilitar su función esencial, el intercambio de bienes. Así, si durante la noche se duplicara la cantidad de dinero que posee cada individuo, al día siguiente no habría ni más prestamistas ni variación alguna en el interés a aplicar. Es decir, a largo plazo, tal variación no modificaría en absoluto ni la actividad productiva ni la velocidad de la circulación monetaria. Según Hume, tan sólo se doblaría el nivel general de precios.

Es decir, la expansión monetaria traería como resultado una particular transición de un estado de equilibrio inicial (punto de partida) a otro estado de equilibrio a largo plazo, en donde el único efecto permanente sería un aumento correlativo de los precios.

Irving Fisher, por su parte, reconoce que puede provocar un incremento transitorio de los márgenes de ganancia de determinados productores, ya que ese dinero creado ex novo impulsa la demanda de determinados bienes y, como consecuencia, estimula una mayor oferta de esos productos. Sin embargo, la flexibilidad del mercado logra corregir a corto plazo los beneficios inflados, dando fin a la fase del boom.

De este modo, Fisher concluía que la causa de los ciclos debíamos buscarla en el aumento de la oferta monetaria no anticipada por los agentes económicos. Por ello, su diagnóstico consistía en aplicar una política monetaria que tuviera como principal objetivo mantener una inflación estable. Justifica, pues, la existencia de la banca central (planificación monetaria) y el seguimiento de un indicador que, en realidad, es muy incompleto (el índice de precios de consumo o cesta básica de la compra), para controlar los efectos de la expansión monetaria.

Por su parte, Milton Friedman, autor de referencia para los pseudoliberales del pasado siglo, llega a una conclusión similar. Los cambios monetarios afectan a la producción, pero a corto plazo (entre 5 y 10 años), mientras que dicha expansión fiduciaria se traduce en un aumento de precios a largo (décadas). De hecho, admite que las variaciones amplias en la cantidad de dinero disponible son desestabilizadoras y deben evitarse. Sin embargo, aboga por establecer una política monetaria automática: que la cantidad de dinero crezca a una tasa estable anual para impulsar el crecimiento económico. Es decir, nuevamente, intervención monetaria a través de los bancos centrales.

Todo este edificio teórico se ha derrumbado, y lo triste es que los monetaristas parecen no darse cuenta. Y eso que la solución fue explicada por Mises hace décadas en su obra Teoría del dinero y del crédito (1912). El dinero nunca puede ser neutral por definición y naturaleza. Existe y, por lo tanto, está sometido a la valoración subjetiva de los individuos. Es decir, no es algo objetivo y cuantificable.

Así, la variación en el volumen de dinero, por fuerza, distorsiona el precio relativo de los bienes. Y ello por la simple razón de que el precio de los productos nunca aumenta de forma homogénea y agregada, sino todo lo contrario. El dinero ex novo lo recibe en primer lugar un número limitado de agentes, que demandan ciertos bienes y que, por extensión, modifican la estructura de precios relativos.

Los precios nunca cambian por igual, al mismo tiempo y en la misma dirección, tal y como expone el análisis microeconómico e individualista de la economía frente a la teoría cuantitativa o agregada de la Escuela de Chicago. Y es que, los precios relativos determinan el volumen y la dirección de la producción, por lo que cualquier cambio en la cantidad de dinero acaba afectando de una u otra forma a la estructura productiva.

Esta cuestión se clarifica aún más al concluir que, aunque todo el mundo se levantara un día con x unidades más de dinero, cada individuo valorará de forma diferente (subjetiva) cada unidad adicional del mismo. De ahí que resulte falso que una duplicación del dinero en circulación reduzca a la mitad el poder adquisitivo del mismo. «Todo aumento de la oferta monetaria provocará efectos sobre la demanda y, por lo tanto, un aumento desigual en los precios de los bienes. No todas las mercancías serán demandadas en igual cantidad, ni las más intensamente demandadas serán afectadas en el mismo grado«.

La manipulación arbitraria de tipos efectuada por los bancos centrales es la principal responsable de los auges y depresiones de la actividad económica. ¿Por qué? El proceso de producción tiene lugar en un marco de tiempo, en donde los empresarios efectúan sus inversiones guiados por dos elementos clave (precios y tipo de interés) para asignar los recursos de la forma más eficiente posible en las distintas etapas del proceso.

La inyección fiduciaria o la expansión del crédito, por fuerza, distorsiona ambas señales, y conduce a los agentes económicos a efectuar malas inversiones. Y es que sin tal intervención pública sobre los tipos de interés algunos procesos nunca se habrían emprendido. Es decir, tan sólo resultan rentables con tipos de interés artificialmente bajos. Además, alargan artificialmente la estructura productiva, y los agentes tienden a sobreinvertir en la producción de bienes de capital en detrimento de bienes de consumo.

El problema es que, tarde o temprano, esta situación se hace insostenible cuando aparece el «riesgo inflacionario». Es entonces cuando la autoridad política no puede mantener por más tiempo el interés bajo, saltando a la luz el volumen de malas inversiones efectuadas. Como resultado, los efectos de la fase expansiva se invierten y surge la recesión, el desempleo, la deflación, la restricción del crédito y la caída del consumo, entre otros. La crisis es inevitable. Tan sólo cabe prevenirla impidiendo el aumento de la oferta de dinero.

Mises demuestra que el dinero no es neutral ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. El aumento de la oferta monetaria distorsiona por fuerza los precios relativos de los bienes y modifica la estructura productiva. ¿La solución? Abolir el sistema de banca central, abogar por la banca libre sujeta al patrón oro y aplicar un coeficiente de caja del 100%.

Como observarán, ninguna de estas medidas está encima de la mesa de los líderes gubernamentales, al menos, por el momento. Más bien, todo lo contrario. Asistimos a un nuevo auge del fracasado keynesianismo económico, lo que demuestra que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra (crack del 29). Y tres (crisis del petróleo de los 70) y cuatro (crisis de los 90 en EEUU) y cinco (la burbuja de las punto com) y seis (recesión tras los atentados del 11 de Septiembre)… ¿Y siete?

Fuente: juandemariana.org, 28/11/08.

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Nociones básicas de economía

enero 16, 2024

Por Eusebio Alonso.

La economía se define como el conjunto de actividades concernientes a la producción, distribución, comercio y consumo de bienes y servicios por parte de los diferentes agentes económicos. En un sentido amplio, la economía se refiere a la organización del uso de recursos escasos usados para satisfacer la necesidades individuales y colectivas de la población.

El estudio de la economía se basa en tres conceptos básicos como son: la escasez, la elección y el costo de oportunidad.

La escasez presenta una situación en la que nuestros deseos son mayores que los recursos disponibles para saciarlos. El concepto de escasez establece que la sociedad no dispone de los suficientes recursos para producir todos los bienes y servicios que la población pudiera desear. Por ejemplo, cuando oímos en las noticias que nuevas oleadas de inmigrantes irregulares asaltan nuestras fronteras, convendría saber que aceptar a esa inmigración va a requerir detraer recursos, para su atención y para combatir la delincuencia que conlleva, de otras necesidades sociales a las que previamente estaban destinados, o contraer nuevas partidas de deuda pública que alguna generación tendrá que pagar.

La elección busca casar la satisfacción de deseos ilimitados con recursos que son limitados. La escasez impide ahorrar y gastar dinero al mismo tiempo. La escasez obliga a la sociedad a determinar cómo usar los recursos limitados de que dispone.

Cuando se toma una decisión se incurre, consciente o inconscientemente, en un costo: lo que venimos a llamar el costo de oportunidad. Los economistas lo definen como la oportunidad más valorada que se pierde cuando se realiza una elección. En otras palabras, el costo de oportunidad mide la oportunidad perdida. Por ejemplo, el coste de oportunidad de dedicar un terreno a construir un parque podría ser el de no dedicar ese terreno a la construcción de vivienda social.

Modelos económicos

Las naciones se rigen por uno de dos modelos económicos fundamentales: el modelo de libre mercado y el de economía planificada.

El modelo capitalista, o de libre mercado, es propio de las democracias consolidadas de tipo liberal. Establece que el Estado se preocupa de ocuparse solo de aquellas cosas relevantes de interés social que la iniciativa privada no es capaz de atender o en las que ésta no encuentra adecuada rentabilidad. Al tener el Estado una dimensión pequeña, los impuestos requeridos son bajos. Los partidarios de este modelo consideran que el mejor lugar para que esté el dinero es el bolsillo de la gente que lo ha ganado. Las características más relevantes de este modelo son:

  • Prevalece la defensa de la libertad sobre la igualdad. Algunos paises retornan a sus ciudadanos mediante cheque escolar y sanitario su contribución a la Sanidad y la Educación si estos deciden usar colegios y hospitales privados.
  • Se fomenta el marco de competencia y se protege la propiedad privada incluso aquella referida a los medios de producción.
  • El mercado es el que se autorregula a través la ley de la oferta y la demanda. Esta autorregulación es fruto de la libre competencia y de la cooperación por interés mutuo.

Modelo de economía planificada o modelo marxista. Es propio de las dictaduras de izquierda. En este modelo es el Estado el que dirige la economía con el propósito de combatir la desigualdad, en lugar de dejar la economía en manos de la libre iniciativa privada. El Estado elige las prioridades y se ocupa de todo. Para ello requiere disponer de mucho dinero. Marx lo dejaba claro en su libro de “El Capital”: “A cada cual según su necesidad y de cada cual según su capacidad”. Son características de este modelo:

  • Rechazo de la propiedad privada. Los bienes de producción pertenecen al Estado.
  • Prevalece el concepto de igualdad sobre el de libertad. Recordemos, por ejemplo, el lema “Educación pública de todos y para todos” que saca a pasear la izquierda con frecuencia, mientras que sus propios lideres, haciendo un ejercicio de cinismo descarado, llevan a sus hijos a colegios privados y hacen uso de la Sanidad privada.
  • Desaparecen las clases sociales.
  • El Estado lo decide todo, sin que el ciudadano pueda intervenir en el destino de los impuestos que paga ni el los objetivos económicos del país.
  • No se incentiva el esfuerzo que el ciudadano pueda realizar.

En los Estados modernos con algún rasgo democrático, la economía planificada ha desaparecido en buena medida, consecuencia de los múltiples fracasos acumulados por este modelo que han sido responsables, entre otras desgracias, de grandes hambrunas en la China de Mao y la Rusia de Stalin. Si embargo, los partidos de izquierda cuando llegan al poder, por muy socialdemócratas que quieran declararse, no son capaces de renunciar, en la medida de lo que se les permita, a algunos rasgos del modelo marxista. Entre estos rasgos destacan el sobredimensionar el coste requerido por el Estado para su funcionamiento, coste financiado por elevados impuestos y el aumento de la deuda pública, y la restricción de la iniciativa privada y de la libertad ciudadana con leyes intervencionistas.

Conceptos económicos de interés

El Estado es el máximo responsable de la economía de un país. Para tener una visión, aunque sea superficial, de los aspectos económicos más relevantes, resulta conveniente revisar algunos conceptos. Me limitaré a hablar de aquellos que para mí son los más importantes por la medida en que afectan a la población:

Presión Fiscal

La presión fiscal, que se mide en términos relativos al PIB, supera en España el 42%, estando por encima del promedio europeo. Siendo la proporción recaudatoria procedente de los impuestos a empresas del 32,5%, que resulta superior en 9 puntos a la media europea. Consecuencia de esta presión fiscal, la mayoría de los ciudadanos ceden la mitad de su salario anual a las arcas del Estado. Esto relega a nuestro país al puesto 34 de 38 en el Índice de Competitividad Fiscal. Si relativizamos la presión fiscal a la renta per cápita, resulta que el esfuerzo fiscal en España es un 52% mayor que el realizado por la media europea.

Inflación

La inflación es un fenómeno monetario cuya responsabilidad final es del Estado, ya que sólo él es el responsable del dinero que hay en circulación. Los políticos acusan de la subida de precios a los empresarios y a los líderes de países extranjeros, aunque eso no justifica la subida de precios de todos los productos. Cuando el dinero aumenta más que la producción de un país, entonces aumenta la tasa de inflación. La producción está siempre limitada en su crecimiento por los recursos físicos y humanos disponibles. Una tasa de inflación descontrolada puede destruir una sociedad como lo vemos en paises ricos en recursos, como Argentina, que ha estado demasiado tiempo gobernada de forma autodestructiva.

La inflación mide la pérdida de valor adquisitivo del dinero, o lo que es lo mismo, el aumento generalizado del precio de los bienes. Ésta produce un empobrecimiento en la población y desalienta el ahorro y la inversión. El efecto sobre la inflación de la dependencia energética y alimentaria suele ser consecuencia, como ocurre en España, de la aplicación de políticas ideológicas que lastran la economía. Es por esta razón que se define el término de inflación subyacente para excluir, por conveniencia, la influencia de la energía y los alimentos frescos en el cálculo. La inflación acumulada en España desde 2019 hasta la actualidad ha sido del 16%. El cálculo de la inflación se hace comparando el IPC (Índice de Precios al Consumo) de los meses de diciembre de años consecutivos. Esta forma de cálculo es tan sólo aproximada, ya que no toma en consideración todos los bienes y servicios, sino tan solo aquellos que el gobierno quiere incluir para el cálculo del IPC. Este método de cálculo de la inflación, sometido a la discrecionalidad del gobierno, puede resultar en buena medida engañoso.

El salario mínimo

Es de todos sabido que el salario mínimo establece la mínima cantidad de dinero que un trabajador puede exigir por sus servicios en una jornada laboral completa de 8 horas. Normalmente se alcanza por un acuerdo entre patronal y sindicatos. No obstante, a veces el gobierno interviene en la búsqueda de este acuerdo como un actor más con una intencionalidad electoralista y la búsqueda de un aumento de sus ingresos como resultado del aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social y de la liquidez que empuja el consumo y, consecuentemente, su recaudación a través de los impuestos. El establecimiento de un salario mínimo correcto tiene gran transcendencia en la economía de un país. Un valor excesivo supone un desajuste entre ingresos y precios que se suele saldar con el cierre de pequeñas y medianas empresas, la eliminación de puestos de trabajo y la contracción de la oferta de empleo. Por otra parte, es un factor que desincentiva el esfuerzo y la motivación laboral.

La deuda pública

La deuda pública es la deuda que un Estado soberano acumula a lo largo del tiempo como resultado del déficit presupuestario producido ejercicio tras ejercicio. El déficit de un ejercicio es el exceso entre lo que se gasta el Estado y lo que ingresa. La deuda pública acumulada en España es, en la actualidad, de 1.572.000 millones de €. Un 30% más de la que teníamos hace 5 años cuando llegó al gobierno Pedro Sánchez. El pago de los intereses de la deuda supone ya un 3% de los presupuestos del Estado. Cantidad que sigue subiendo año tras año. Aun siendo penoso el panorama, lo más preocupante es que la deuda que se adquiere no se usa para crear riqueza, deuda denominada auto amortizable, sino para hacer frente a los gastos corrientes. Lo que supone un claro escenario de bancarrota. Si conseguimos vender deuda es porque Europa nos la compra a cambio de ceder progresivamente nuestra soberanía.  Por otra parte, a medida que crece la deuda pública también crece la prima de riesgo que influye en el tipo de interés que el mercado aplica a la compra de nueva deuda.

Ley de Presupuestos

La ley más importante que se aprueba cada año es la ley de presupuestos que establece que cantidad se va a dedicar el siguiente año a satisfacer las necesidades del país de acuerdo con los intereses del gobierno. Dependiendo del tipo de Estado, o más precisamente, del tipo de gobierno del ejecutivo, estos requerirán más recursos si el gobierno tiene un perfil de izquierdas, o menos si el perfil es de derechas. Desgraciadamente, no siempre los gobiernos de izquierda buscan compensar desigualdades con la ley de presupuestos, que es lo que cabría esperar según el marketing que nos venden. En no pocas ocasiones, como ocurre en la actualidad, lo que buscan es pagar apoyos de gobernabilidad con el dinero de todos los españoles.

Supervisión del Gasto Público

Una de las preocupaciones de cualquier país sensato es determinar la eficiencia del gasto del dinero público. Es decir, no solo es importante que existan partidas presupuestarias adecuadamente dimensionadas para atender las necesidades de la sociedad, sino que también es necesario medir la eficiencia del gasto realizado. Es decir, qué porcentaje de ese gasto se aprovecha realmente y cómo satisface éste las necesidades a las que iba destinado. Para realizar esta función tenemos en España el denominado Tribunal de Cuentas cuyo propósito es la fiscalización, mediante auditorías, del gasto del sector público.

Sin embargo, en un país como el nuestro que se jacta de la falta de independencia de poderes, no resulta sorprendente que también el Tribunal de Cuentas esté sometido al poder político. De esta manera, las alertas, cuando las hay, ya que tan solo se monitoriza una muestra del gasto realizado, no tienen ninguna transcendencia relevante para el que haya cometido una infracción. Como ejemplo baste un botón, ya que recientemente el Tribunal de Cuentas ha declarado que no es capaz de identificar a qué se han destinado los fondos europeos, cerca de 40.000 millones de € recibidos hasta la fecha, destinados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Lo peor es que esta obscenidad no tenga mayor recorrido y no se exija responsabilidad a los encargados de gestionar este dinero ni a los que tienen obligación de supervisar el gasto. ¿Y qué hace la oposición? Nada. Fiel reflejo, con toda probabilidad, de una ineptitud cómplice.

Los cuatro modos de gastar el dinero según Milton Friedman

Milton Friedman, premio Nobel de Economía en 1976 describía las 4 formas de gastar el dinero en función de la procedencia de éste y el destino que se le iba a dar. Estas formas son las siguientes:

Gastar el dinero propio en uno mismo. En estas circunstancias se busca maximizar la calidad de lo que se obtiene a cambio. Se intenta que el gasto sea eficiente, optimizando el cociente beneficio/coste. Es lógico, conociendo que el dinero es de uno y se gasta en beneficio propio.

Gastar el dinero propio en otros. Cuando esto ocurre, se pierde interés en la calidad del producto adquirido y la prioridad está en reducir el coste todo lo que sea posible.

Gastar dinero de otros en uno mismo. En este supuesto el objetivo perseguido es el de buscar maximizar el beneficio sin importar el coste ya que el dinero que se pone en juego no es nuestro.

Gastar dinero ajeno en otras personas. En este último supuesto no existe preocupación ni por el coste ni por la calidad de lo que se obtiene a cambio. En consecuencia, el resultado es deficiente y el coste es alto.

De los 4 supuestos anteriores, es fácil concluir que el Estado se mueve principalmente en el cuarto supuesto (no hay preocupación por el coste ni por la calidad de lo que se adquiere a cambio). Esto resulta evidente dado que el Estado recauda dinero mediante impuestos, o se endeuda, para hacer frente a los gastos de cada ejercicio. Además, determinados partidos políticos cuando alcanzan el poder, especialmente los de la izquierda, se mueven también en el tercer supuesto porque necesitan dedicar parte de los presupuestos a mantener, de manera permanente, sus chiringuitos ideológicos, con objeto de financiar el voto cautivo de determinados colectivos y dar salida lucrativa a los políticos de su cuerda que han dejado de estar en primera línea (buscan maximizar su beneficio sin importar el coste que ello tenga). Como resultado de lo expuesto, el sector público es un pésimo administrador de los recursos económicos. La moraleja de todo esto es que deberíamos ser críticos con los modelos que justifiquen un Estado costoso porque es el que da cabida a un mayor número de excesos. Nos guste más o menos, tenemos que reconocer que quien crea riqueza es la iniciativa privada que resulta mucho más favorecida por el modelo de libre mercado.

En los últimos años se viene creando más empleo público que privado en España. Este empleo lo absorbe la Administración del Estado, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Sanidad y la Educación públicas. Por otra parte, la empresa pública, tras el desmantelamiento del INI por el gobierno de Felipe González, es al día de hoy casi inexistente. Tenemos el doble de funcionarios que Alemania con la mitad de la población sin que por ello mejore apreciablemente nuestra posición en la lista de calidad de la enseñanza del Foro Económico Mundial, ni las listas de espera sanitarias. Otro tanto ocurre con el número desmedido de personas que viven exclusivamente de la política. Estos claros desajustes son consecuencia, principalmente, del enorme coste redundante que supone el Estado de las Autonomías. Estas cifras comparativas ponen de manifiesto por sí solas la notable ineficiencia del sector público en España y la tendencia catastrófica que sigue nuestra Economía.

Nos convendría recordar la famosa frase del ya mencionado Milton Friedman: «La sociedad que aspira a la igualdad antes que a la libertad, terminará sin igualdad y sin libertad», cosa que ya nos ha demostrado profusamente la historia. Si así lo entendemos, podremos evitar seguir siendo víctimas de una ingenuidad que sigue dando excesiva cobertura al extraordinario negocio de unos cuantos caraduras.

Fuente: adelanteespana.com, 16/01/24


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La Regla 80/20 de Pareto

enero 2, 2024

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

Nuestra vida laboral, profesional y de negocios, a menudo nos enfrenta a desafíos complejos en la búsqueda constante de la eficiencia. En nuestro auxilio viene la Regla 80/20 de Wilfredo Pareto, un principio fascinante que ha demostrado su relevancia a lo largo del tiempo. Veamos quién era Pareto, qué dice su Regla 80/20 y cómo aplicarla para mejorar nuestras actividades económicas y profesionales.

Vilfredo Pareto: Un visionario de la Economía

Vilfredo Pareto, nacido en 1848 en París y criado en Italia, no solo fue un economista sobresaliente, sino también un polímata cuyas contribuciones se extendieron a la sociología y la filosofía. Su educación en ingeniería le otorgó una perspectiva única, y sus estudios en economía lo llevaron a profundizar en la distribución de la riqueza y la estructura social.

Pareto dedicó gran parte de su vida al análisis de patrones observables en diversos fenómenos, pero fue su trabajo en la distribución de la riqueza lo que lo condujo a una de sus conclusiones más notables. Observó que en Italia, alrededor del 80% de la tierra estaba en manos del 20% de la población. Este hallazgo se expandió a otros campos y dio origen a la Ley de Pareto, más conocida como la Regla 80/20.

Vilfredo Pareto (1848-1923)

La Regla 80/20: Más que una fórmula, una observación aguda

La Regla 80/20, en esencia, postula que aproximadamente el 80% de los resultados provienen del 20% de los esfuerzos. Aunque puede sonar como una fórmula matemática, es importante destacar que la Regla 80/20 es fundamentalmente empírica. Es el resultado de la observación cuidadosa de Pareto sobre diversos fenómenos sociales y económicos.

Esta naturaleza empírica significa que la Regla 80/20 no es una regla rígida y aplicable en todos los casos, sino más bien un principio general que destaca la desigualdad en la contribución de diferentes factores. Este enfoque observacional la convierte en una herramienta poderosa para analizar situaciones concretas y adaptar estrategias en consecuencia.

Aplicaciones de la Regla 80/20 en la Economía y los Negocios

1. Empresas y Producción:

Para ilustrar la aplicación de la Regla 80/20 en el ámbito empresarial, consideremos una empresa de software. Es probable que el 20% de las funciones de su producto generen el 80% de la satisfacción del cliente. Al comprender este principio, la empresa puede dirigir sus esfuerzos de desarrollo hacia la mejora continua de estas funciones clave, optimizando así la calidad general del producto.

2. Ventas y Clientes:

Siguiendo con el ejemplo de ventas, el 20% de los productos o servicios puede estar contribuyendo significativamente al 80% de los ingresos. Al identificar estos elementos, las estrategias de marketing y ventas pueden personalizarse para resaltar estos productos estrella, aumentando así la rentabilidad.

3. Vida Profesional y Tiempo:

En nuestra vida profesional, la aplicación de la Regla 80/20 puede ser reveladora. Identificar el 20% de las tareas que generan el 80% de los resultados nos permite concentrarnos en lo verdaderamente esencial, optimizando así nuestro tiempo y esfuerzo.

Opiniones que respaldan la sabiduría de Pareto

Para respaldar la aplicabilidad de la Regla 80/20, podemos recurrir a la sabiduría de líderes empresariales reconocidos. El magnate de los negocios, Warren Buffett, ha destacado la importancia de identificar y enfocarse en las actividades clave que generan resultados significativos. Buffett afirma: “La diferencia entre las personas de éxito y las personas realmente exitosas es que las personas realmente exitosas dicen no a casi todo.”

Además, Steve Jobs, el cofundador de Apple, respaldó la filosofía de Pareto en términos de simplicidad y enfoque al afirmar: “La innovación es decir ‘no’ a mil cosas.” Ambas citas subrayan la esencia de la Regla 80/20, que es la focalización en lo esencial para alcanzar resultados extraordinarios.

Perspectivas y reflexiones ampliadas

Al verificar la aplicabilidad de la Regla 80/20, podemos explorar aún más la riqueza de ejemplos históricos. Un análisis detallado de las inversiones de éxito, como las de Warren Buffett, revela que un pequeño porcentaje de decisiones de inversión suele generar la mayoría de los rendimientos. Esta consistencia a lo largo del tiempo avala la tesis de Pareto sobre la desigualdad en la contribución de diferentes factores.

La Regla 80/20, al ser empírica, también destaca la importancia de la adaptabilidad en la toma de decisiones. En un mundo dinámico y cambiante, las estrategias basadas en la observación y la flexibilidad tienen más probabilidades de éxito que enfoques rígidos y estáticos.

El poder de la simplificación y la focalización

Para profundizar en la importancia de la simplificación y la focalización, consideremos el caso de una cadena de restaurantes. A través del análisis de datos, es posible descubrir que el 20% del menú puede estar generando el 80% de los pedidos. Al simplificar el menú y centrarse en los platos más populares, el restaurante puede mejorar la eficiencia en la cocina, reducir costos y aumentar la satisfacción del cliente.

Otro ejemplo práctico se puede encontrar en el ámbito de la gestión del tiempo. Identificar el 20% de las tareas diarias que generan el 80% de los resultados permite a los profesionales priorizar de manera efectiva, liberando tiempo para actividades estratégicas y creativas que impulsan el crecimiento.

Cerrando el círculo: Potenciando nuestra vida con la Regla 80/20

Al abrazar la Regla 80/20, no solo ganamos eficiencia en nuestras actividades económicas y profesionales, sino que también liberamos un recurso invaluable: el tiempo. La capacidad de identificar y centrarse en lo esencial no solo mejora los resultados, sino que también nutre la creatividad y la innovación.

En la encrucijada de decisiones diarias, recordemos la sabiduría de Pareto: un enfoque estratégico en el 20% que realmente importa puede desencadenar el 80% de nuestros éxitos. Al aplicar esta regla en nuestra vida, no solo mejoramos nuestro desempeño, sino que también avanzamos hacia un futuro más eficiente y exitoso.

En última instancia, la Regla 80/20 nos insta a ser selectivos y enfocarnos en lo que realmente importa. Al adoptar este principio, no solo comprendemos la esencia de la eficiencia económica, sino que también desbloqueamos un camino hacia el crecimiento personal y profesional sostenible. La vida es un rompecabezas complejo, pero con la Regla 80/20, podemos enfocarnos en las piezas más importantes y, así, construir un cuadro más claro y exitoso. La simplicidad y la focalización no solo son virtudes; son la brújula que guía hacia el éxito sostenido.

Fuente: Ediciones EP, 02/01/24.


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Distributismo: La búsqueda de una economía equitativa a lo largo de la historia

diciembre 12, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el universo de las teorías económicas que han marcado la historia, el Distributismo se destaca como una propuesta única y profundamente arraigada en la enseñanza social de la Iglesia Católica. Esta corriente, promovida principalmente por los pensadores Gilbert Keith Chesterton y Hilaire Belloc, encuentra sus raíces en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, publicada en 1891. A través de los años, el Distributismo ha evolucionado y se ha nutrido de las reflexiones posteriores, especialmente en la encíclica Quadragesimo Anno de 1931, dictada por el Papa Pío XI.

El Fundamento Histórico del Distributismo: Rerum Novarum y Quadragesimo Anno

“La propiedad individual debe ser honrada como sagrada y respetada como inviolable.”

Papa León XIII. Rerum Novarum.

La encíclica Rerum Novarum abordó la cuestión social y económica de su tiempo, planteando la necesidad de equilibrar los derechos de los trabajadores y la propiedad privada. El Papa León XIII abogó por una distribución justa de la riqueza y reconoció el valor del trabajo como medio para el desarrollo humano. Este mensaje impactó en los pensadores del momento, dando lugar al surgimiento del Distributismo como una alternativa a las corrientes económicas dominantes.

Pío XI, en su encíclica Quadragesimo Anno, avanzó en la reflexión sobre el orden económico y social. Introdujo el Principio de Subsidiariedad, un concepto fundamental en el Distributismo. Este principio sostiene que las funciones sociales deben ser llevadas a cabo por la instancia más cercana al individuo, evitando la intervención estatal innecesaria y fomentando la autonomía y responsabilidad local.

Según Pío XI: “La justicia exige que cada cual tenga lo suyo, y que a nadie se le impida disponer libremente de su propiedad.” (Quadragesimo Anno).

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El Distributismo y la Distribución Justa de la Riqueza

El Distributismo aboga por una distribución más equitativa de la propiedad y la riqueza. Se basa en la creencia de que una distribución más amplia de la propiedad productiva contribuye a una sociedad más justa y equilibrada. Esto contrasta con sistemas donde la propiedad y el poder se concentran en manos de unos pocos.

G. K. Chesterton expresó: “El Distributismo es la idea de que la propiedad es la única libertad que queda.” (The Outline of Sanity).

Uno de los beneficios clave que promueve el Distributismo es la prevención de la excesiva concentración de poder. Al evitar la formación de monopolios y oligopolios, se fomenta la competencia, lo que beneficia tanto a los consumidores como a los emprendedores. Una economía con una distribución más equitativa del capital propicia un entorno donde las pequeñas empresas pueden prosperar, estimulando la innovación y la diversificación.

H. Belloc y G. K. Chesterton

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Ser Dueño de uno mismo: El Empresario Distributista

“La propiedad local es el fundamento de la libertad individual.”

Hilaire Belloc. El estado servil.

El Distributismo defiende la idea de que cada persona debería ser dueña de su propio negocio. Al ser propietario de los medios de producción, se fomenta la autonomía y la responsabilidad individual. Esto no solo beneficia al individuo, sino que también contribuye positivamente a la sociedad al fortalecer la red de pequeñas empresas locales.

“No se concibe una sociedad capitalista en la que la mayoría no tienen nada y solo haya dos o tres que tengan capital -dice Chesterton-. Igual que no se concibe una comunidad de hombres casados donde todos sean solteros menos dos o tres que tienen un harén en su casa”.

La propiedad descentralizada no solo tiene beneficios económicos, sino que también tiene un impacto profundo en la dignidad humana. El trabajo se convierte en una expresión de la libertad responsable y en un medio para el desarrollo personal. La conexión directa entre el esfuerzo individual y los frutos del trabajo refuerza la noción de que cada persona contribuye de manera única al bien común.

La Dignidad del Trabajo y la Libertad Responsable

“El trabajo es el único medio real para la independencia.”

G. K. Chesterton. Ortodoxia.

El Distributismo sostiene que el trabajo es más que un medio para obtener ingresos; es un elemento vital para la dignidad humana y la realización personal. A través del trabajo, el individuo contribuye al progreso de la sociedad y experimenta una conexión directa entre esfuerzo y recompensa. Este vínculo fortalece la autonomía y la responsabilidad individual, elementos fundamentales para el bienestar de la sociedad.

La libertad responsable, concepto enraizado en la enseñanza social católica, implica que la libertad individual está intrínsecamente ligada a la responsabilidad hacia los demás y hacia la sociedad en su conjunto. En el contexto del Distributismo, esta libertad se manifiesta a través de la propiedad y gestión descentralizadas, permitiendo que cada individuo participe activamente en el desarrollo económico.

Perspectivas Económicas: El Papel del Estado y la Importancia del árbitro

Aunque el Distributismo destaca la importancia de la propiedad descentralizada, no aboga por la eliminación total del Estado. Más bien, sostiene que el Estado tiene un papel crucial como árbitro para garantizar la igualdad ante la ley y el acceso equitativo a las oportunidades. Este equilibrio entre la propiedad individual y la intervención estatal busca prevenir abusos y garantizar un entorno donde todos los ciudadanos tengan la posibilidad de prosperar.

Milton Friedman, un gran defensor del libre mercado, señaló: “El gobierno tiene tres funciones principales. Debe proveer la defensa contra las fuerzas externas, mantener el orden interno y establecer un marco para la ejecución de contratos y la resolución de disputas.” (Capitalismo y libertad).

Economistas notables, incluso aquellos que defienden el libre mercado, reconocen la necesidad de una intervención gubernamental para mantener la equidad. El reconocido economista alemán Konrad Adenauer aseveró: “La economía de mercado no significa ‘dejar hacer’, sino ‘hacer hacer’.” (Aspects of the Question of the Social Market Economy). Esta perspectiva coincide con la premisa del Distributismo de equilibrar la propiedad descentralizada con la intervención estatal necesaria para garantizar la justicia social.

Lecciones de la Historia y el camino a seguir

La historia económica ofrece lecciones valiosas sobre las consecuencias de la concentración extrema de poder y riqueza. El Distributismo, arraigado en las enseñanzas de la Iglesia Católica y enriquecido por la reflexión de pensadores como Chesterton, Belloc y Pío XI, ofrece una perspectiva valiosa para abordar los desafíos económicos contemporáneos. Aprender de la historia implica reconocer la importancia de una distribución justa de la riqueza y la propiedad, no solo como un medio para un desarrollo económico sostenible, sino como un camino hacia una sociedad donde la dignidad humana y la libertad responsable sean verdaderamente respetadas y promovidas.

Fuente: Ediciones EP, 12/12/23.

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El rol del Estado como garante de la legalidad y equidad en el mundo financiero

noviembre 6, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el tumultuoso mundo financiero del siglo XIX, marcado por la ausencia de legislación y escasez de controles, Arthur Conan Doyle nos brindó un vívido retrato en su relato El oficinista del corredor de Bolsa. En esta historia, se pinta un panorama de corrupción desenfrenada, donde el cumplimiento de la ley y la equidad eran meras quimeras. No obstante, este atrapante relato policial, del genial Sherlock Holmes, no solo nos recuerda la fragilidad del sistema financiero en ausencia de regulaciones estatales, sino que también nos insta a reflexionar sobre la trascendental importancia del Estado en la actualidad como garante de la legalidad, transparencia y equidad en el mundo económico.

Holmes y Watson en el final del relato

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La Ley como columna vertebral del sistema financiero

La historia nos enseña que la ley es el cimiento sobre el cual se erige cualquier sistema financiero funcional y confiable. Sin un marco jurídico sólido, la confianza en las instituciones y en los mercados se resquebraja. Como afirma el economista John Maynard Keynes, “las leyes económicas son siempre fundamentales y necesarias para garantizar la estabilidad y la prosperidad de una nación”.

Un ejemplo palpable de la importancia de la legislación financiera lo encontramos en la Gran Depresión de 1929, cuando la ausencia de regulaciones efectivas permitió que se gestara la mayor crisis económica del siglo XX. Fue a raíz de este cataclismo financiero que se forjaron regulaciones como la Ley Glass-Steagall en Estados Unidos, que separó las actividades bancarias de inversión, y la creación de la Comisión de Bolsa y Valores (Securities and Exchange Commission,SEC), encargada de supervisar y regular el mercado de valores.

Transparencia: La luz que disipa las sombras de la corrupción

La transparencia es un pilar esencial para asegurar la integridad y confiabilidad de los mercados financieros. Cuando las operaciones se realizan a la vista de todos, se minimizan los espacios para prácticas poco éticas o ilegales. Como bien expone la política alemana Ángela Merkel, “la transparencia no es una opción, es una necesidad en los negocios y en las finanzas”.

Un caso paradigmático de la importancia de la transparencia lo vemos en el escándalo de Enron en 2001, donde la ocultación de deudas y la manipulación de estados financieros -contabilidad creativa mediante- llevaron a la quiebra a una de las mayores corporaciones del mundo, causando un enorme perjuicio a millones de accionistas de la compañía y otros terceros involucrados. Este incidente y otros escándalos financieros como Tyco International, WorldCom y Peregrine Systems condujeron a la promulgación de la Ley Sarbanes-Oxley, que estableció estándares más estrictos de transparencia y responsabilidad corporativa, a fin de evitar fraudes y riesgo de bancarrota, protegiendo al inversor en valores.

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Equidad: El pilar de una economía inclusiva

La equidad es el motor que impulsa una economía sana y próspera. Cuando las oportunidades y los recursos están al alcance de todos, se fomenta el crecimiento sostenible y se construye una sociedad más justa. Como señala la economista Esther Duflo, “la equidad no es solo una cuestión de justicia, es una estrategia económica inteligente”.

Un ejemplo contemporáneo de la búsqueda de la equidad en el mundo financiero es la creciente atención hacia la inclusión financiera. Países y organismos internacionales están promoviendo políticas que faciliten el acceso a servicios financieros a sectores tradicionalmente excluidos, como las mujeres y los pequeños empresarios. Esto no solo impulsa el desarrollo económico, sino que también fortalece la cohesión social.

El Legado de Emile Zola: El Dinero, como espejo de la realidad

Emile Zola, en su novela El Dinero, nos sumerge en el turbio mundo de las finanzas del siglo XIX, revelando la cruda realidad de la especulación desenfrenada y las manipulaciones en los mercados. Esta obra, aunque ficticia, refleja la voracidad de un sistema desprovisto de regulaciones y controles efectivos; la importancia del tema nos llevó a tratarlo en un artículo anterior.

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El rol ineludible del Estado en el siglo XXI

En la actualidad, más que nunca, el rol del Estado como garante de la legalidad, transparencia y equidad en el mundo financiero se erige como una necesidad imperante. Las lecciones del pasado nos advierten sobre los peligros de dejar a los mercados desregulados y sin supervisión. Es responsabilidad de los gobiernos establecer marcos jurídicos robustos, promover la transparencia en las operaciones y asegurar que los beneficios del crecimiento económico alcancen a toda la sociedad.

En un contexto globalizado e interconectado, la estabilidad financiera de un país tiene repercusiones en el ámbito internacional. Por tanto, la labor del Estado trasciende las fronteras nacionales y se convierte en un pilar fundamental para el funcionamiento armonioso de la economía global.

El legado de corrupción y caos del siglo XIX, plasmado en obras como El oficinista del corredor de Bolsa y El Dinero, nos recuerda la importancia vital del Estado como árbitro en el mundo financiero. La legalidad, transparencia y equidad son los cimientos sobre los cuales se construye una economía sólida y próspera. Es deber de la sociedad y los gobiernos velar por que estas premisas sean respetadas y promovidas en todos los rincones del mundo. La historia nos enseña que no podemos permitirnos repetir los errores del pasado, y que la protección del sistema financiero es una responsabilidad que recae en todos nosotros.

Fuente: Ediciones EP, 06/11/23.

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Delitos Financieros

«El mundo de las finanzas de finales del siglo XIX era muy corrupto. Al menos una de cada seis emsiones de acciones era fraudulenta y los estafadores desaparecían con el dinero de los inversores. El mundo bancario estaba tan viciado como el de las acciones: 242 de los 291 bancos que se fundaron entre 1844 y 1868 quebraron, con frecuencia por fraude. Cuando el City of Glasgow Bank quebró en 1878, se supo que la dirección había prestado millones a amigos y familiares sin avales, y maquillando la contabilidad para ocultarlo. Pero la policía no solía investigar lo que hoy llamamos ‘delitos de guante blanco’, y se concentraba en los delincuentes de la clase trabajadora. El nivel de latrocinio y corrupción en el mundo empresarial era tal que Beddington (personaje del cuento El oficinista…), disfrazado de empleado, ni siquiera habría tenido que asesinar al guardia ni llevarse los bonos en el maletín. Cada día enormes sumas de dinero desaparecían entre las escurridizas manos de sus ‘legítimos’ empleados.»

Nota alusiva al Relato ‘El oficinista del corredor de bolsa’, en El Libro de Sherlock Holmes. Londres: DK, 2016.


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La Regresión a la Media y la Ley de los Grandes Números: Su Impacto en las Finanzas y la Gestión del Riesgo

octubre 13, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el complejo universo de las finanzas e inversiones, comprender las sutilezas estadísticas es crucial para tomar decisiones acertadas. Dos conceptos fundamentales que destacan en este panorama son la Regresión a la Media y la Ley de los Grandes Números, principios respaldados por la experiencia de matemáticos, expertos y empresarios de renombre. Reflexionaremos más a fondo en estos conceptos y su aplicación en finanzas, inversión y, crucialmente, en la Gestión del Riesgo y los Seguros, resaltando así la importancia de la Protección Financiera en la vida de todo empresario o inversor.

Regresión a la Media

La Regresión a la Media, propuesta por el visionario Francis Galton, nos recuerda que los resultados extremos tienden a equilibrarse con el tiempo. Esto tiene una aplicación vital en la Gestión del Riesgo y los Seguros. En palabras de Nassim Taleb, el reconocido autor de El Cisne Negro: “La Regresión a la Media es el alma de la gestión del riesgo.”

Supongamos un empresario que dirige una cadena de restaurantes. Después de un año excepcionalmente rentable, es sabio no asumir que este nivel de ganancias continuará indefinidamente. La Regresión a la Media sugiere que es más probable que las ganancias se estabilicen o disminuyan en el próximo período contable. Aquí, la Protección Financiera, en forma de reservas o seguros empresariales, puede ser la diferencia entre la continuidad del negocio y la crisis financiera ante una caída inesperada en las ganancias.

“Entender la Regresión a la Media es crucial para gestionar el riesgo. Es la base de cualquier sistema de seguro o protección financiera” nos recuerda el matemático y bróker de inversionesNassim Taleb.

Ley de los Grandes Números

La Ley de los Grandes Números ─formulada por el genial matemático suizo Jakob Bernoulli, en su obra Ars Conjectandi del siglo XVIII─ establece que a medida que se realizan un número creciente de experimentos o eventos independientes, la media de los resultados se aproximará al valor esperado o teórico. Esta ley es esencial para comprender cómo los resultados a corto plazo pueden variar significativamente de las tendencias a largo plazo.

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Imaginemos un fondo de inversión que invierte en una amplia variedad de activos. Durante un trimestre, algunos activos pueden experimentar pérdidas, pero la cartera en su conjunto tiene una tendencia positiva. La Ley de los Grandes Números nos asegura que, a medida que se acumulan más trimestres, la rentabilidad promedio de la cartera se aproximará a la expectativa teórica.

El meollo de la cuestión se sintetiza en la siguiente afirmación de Jakob Bernoulli: “La aritmética de los acontecimientos inciertos es tan exacta como la de la certeza.”

La Ley de los Grandes Números es también el pilar de la industria de los Seguros. A medida que la cartera de asegurados se amplía, las compañías aseguradoras pueden prever con mayor precisión los eventos y establecer primas adecuadas.

Consideremos una compañía de seguros de salud. Al tener un gran número de asegurados, la compañía puede prever con alta certeza la cantidad de reclamaciones médicas que recibirán en un periodo determinado. Esto les permite fijar primas que cubran los costos, generando así beneficios tanto para la compañía como para los asegurados.

La certeza que nos brinda esta ley es refrendada por Warren Buffett, cuando dice: “La Ley de los Grandes Números es el fundamento de la industria de seguros. Nos permite entender y gestionar el riesgo.”

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Aplicaciones en el Mundo de las Inversiones

Estos conceptos tienen un impacto sustancial en las decisiones de inversión y gestión de carteras:

  • Selección de Activos: La Regresión a la Media advierte a los inversores sobre la posible reversión de tendencias extremas en el corto plazo.
  • Diversificación y Gestión del Riesgo: La Ley de los Grandes Números respalda la estrategia de diversificación como una forma efectiva de mitigar el riesgo.
  • Planificación a Largo Plazo: Ambos conceptos son esenciales para la toma de decisiones a largo plazo, permitiendo a los inversores evitar reacciones impulsivas a fluctuaciones temporales.

Especulación y Protección Financiera

Los especuladores exitosos, como George Soros, reconocen la importancia de la Protección Financiera. Soros, famoso por su papel en la caída de la libra esterlina en 1992, no solo especuló, sino que también utilizó estrategias de protección para mitigar el riesgo asociado con sus posiciones.

Imaginemos a un inversor que ha identificado una oportunidad de inversión en una nueva empresa tecnológica. Si bien está entusiasmado con el potencial de crecimiento, también es consciente de los riesgos inherentes a las startups. Aquí, la adopción de estrategias de Protección Financiera, como la diversificación de la cartera, puede ser crucial para mitigar el riesgo asociado con este tipo de inversiones más volátiles.

Siempre debemos recordar la recomendación de Nassim Taleb: “La Protección Financiera no es solo una estrategia, es una filosofía de vida. Permite a los inversores prosperar en la incertidumbre.”

Regresión a la Media y Ley de los Grandes Números como bases del éxito

La combinación de la Regresión a la Media y la Ley de los Grandes Números forma la base de decisiones financieras informadas y la gestión eficaz del riesgo. En un mundo mundo Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo, la Protección Financiera se convierte en una herramienta invaluable para asegurar la continuidad y el éxito en cualquier empresa o cartera de inversión. Como afirmó Warren Buffett, “la inversión exitosa es sobre la gestión del riesgo, no su eliminación.”

Al comprender y aplicar estos fundamentales conceptos, los empresarios, los inversores, los gestores de riesgos y las personas en general pueden desempeñarse con confianza en el cambiante escenario financiero, construyendo un futuro económico de mayor estabilidad y prosperidad.

Fuente: Ediciones EP, octubre 2023.

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New York Stock Exchange (NYSE)

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Desentrañando el Conflicto de Agencia: Los aportes del Distributismo

octubre 12, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el entramado complejo de las relaciones económicas, surge el Conflicto de Agencia como un fenómeno determinante. Este concepto denota la disparidad de intereses entre quienes toman decisiones en una organización y aquellos que tienen un interés financiero en ella. Esta discrepancia puede minar la efectividad y la eficiencia de una entidad, ya sea una corporación, una cooperativa o una organización sin fines de lucro. Intentaremos explorar el Conflicto de Agencia y sus implicaciones, desglosando sus ramificaciones en diversas estructuras organizativas. Y luego, para solucionar este dilema, apelaremos a una alternativa arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia Católica: el Distributismo. Este paradigma busca suavizar las asperezas del Capitalismo desenfrenado. A través de las perspicaces reflexiones de G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, ahondaremos en cómo el Distributismo constituye una respuesta concreta al Conflicto de Agencia.

El Conflicto de Agencia: Desentrañando sus Matices

El Conflicto de Agencia radica en la discrepancia entre los intereses de los dueños de una organización y los individuos que están encargados de tomar decisiones en su nombre. Los accionistas, quienes buscan maximizar su inversión, pueden ver sus intereses en contraposición a los de los gerentes, quienes pueden estar más inclinados a buscar su propio beneficio a corto plazo. Este desencuentro puede ser particularmente evidente en empresas donde los ejecutivos, al no ser propietarios, pueden tener incentivos para maximizar sus propios beneficios, a menudo a expensas de los accionistas.

Un ejemplo simple de Conflicto de Agencia es el caso de un dueño de una pequeña tienda de comestibles que contrata a un gerente para que administre el negocio en su ausencia. El dueño quiere maximizar las ganancias y la eficiencia, mientras que el gerente puede tener incentivos personales diferentes, como obtener un salario alto o tener un horario más flexible. Si el gerente prioriza sus intereses sobre los del dueño, esto podría generar un conflicto de intereses y afectar el rendimiento y la rentabilidad de la tienda.

El Impacto del Conflicto de Agencia en Diferentes Contextos

Empresas y Sociedades Anónimas: Estas entidades son el caldo de cultivo perfecto para el Conflicto de Agencia. Los accionistas, al no tener un control directo en la gestión, pueden sentirse frustrados si los gerentes no actúan en su interés. Un caso paradigmático es el de la empresa Enron en la década de 1990, donde los directivos llevaron a cabo prácticas fraudulentas que llevaron al colapso de la compañía.

Cooperativas: Aunque las cooperativas están diseñadas para alinear los intereses de los miembros y los gestores, no están exentas de este conflicto. Por ejemplo, en una cooperativa agrícola, los líderes podrían estar tentados a tomar decisiones que favorezcan a un grupo selecto de miembros en detrimento del bienestar de la comunidad en su conjunto.

ONGs: Si bien no persiguen fines lucrativos, las ONGs tampoco están inmunes al Conflicto de Agencia. Los líderes y directivos pueden estar tentados a priorizar la expansión y visibilidad de la organización sobre la efectividad en la entrega de servicios o ayuda.

Distributismo: Una Alternativa Arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia

A finales del siglo XIX, el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum («De las cosas nuevas» o «De los cambios políticos», es la trigésimo octava encíclica del papa León XIII y la primera encíclica social de la Iglesia católica), sentando los cimientos del Distributismo. Esta doctrina promueve la distribución equitativa de la propiedad y la riqueza, en contraposición a la concentración excesiva en manos de unos pocos.

La encíclica afirma que “Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada”. Posteriormente, en 1931, el Papa Pio XI expandió estos principios en su encíclica Quadragesimo Anno.

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El Legado Intelectual de Chesterton y Belloc

G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, dos mentes agudas de su tiempo, abrazaron con fervor la causa del Distributismo. Belloc argumentaba que la propiedad de la tierra debería estar dispersa entre la mayor cantidad posible de propietarios, evitando así la opresión y la desigualdad. Chesterton, por su parte, defendía la propiedad descentralizada como medio para preservar la libertad y la dignidad humana. Chesterton expresó este principio de manera clara y contundente: “La propiedad privada es la ley natural del hombre”. También sintetizó el significado del distributismo al afirmar: “Demasiado capitalismo no quiere decir muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas”.

Chesterton y Belloc.

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Cómo el Distributismo aligera el Conflicto de Agencia

El Distributismo presenta una solución palpable al Conflicto de Agencia al propiciar una estructura económica en la que la propiedad y el control están dispersos entre una amplia base de individuos y familias. Esto fomenta la participación activa y la responsabilidad de los propietarios en la toma de decisiones, reduciendo así el riesgo de intereses divergentes (el concepto: “Atendido por sus propios Dueños”). Un ejemplo ilustrativo es el caso de las cooperativas agrícolas en Emilia-Romaña, Italia, donde la propiedad y gestión colectiva han demostrado ser altamente efectivas para impulsar el desarrollo sostenible y la prosperidad local.

El Rol del Estado como Árbitro: Balanceando la Ecología Económica

Friedrich von Hayek, el destacado economista, sostuvo con perspicacia: “El gobierno tiene la responsabilidad de garantizar un marco legal y económico en el que los individuos puedan prosperar, pero no de dictar resultados específicos”. Este principio condensa la esencia de la Economía de mercado, donde el Estado actúa como árbitro para garantizar la justicia y la equidad, sin coartar la iniciativa individual.

Las funciones principales del Estado deben ser mantener la unión nacional, la paz, el orden, la justicia, la defensa común, el bienestar general y la protección de la libertad de todos los habitantes.

Un Llamado a la Reflexión y la Acción

Al rememorar las lecciones forjadas en el crisol del tiempo, nos vemos compelidos a actuar. No como espectadores pasivos, sino como agentes del cambio. El Conflicto de Agencia no es un destino ineludible, sino un reto que puede ser superado con determinación y sabiduría. A medida que escribimos el próximo capítulo de nuestra historia económica, es imperativo recordar que las lecciones del pasado son faros que nos guían hacia un futuro más equitativo y sostenible para todos. En las palabras del filósofo Albert Schweitzer, “el propósito de la vida es servir, mostrar compasión y hacer la diferencia en la vida de los demás”. Esto, en última instancia, es el núcleo del Distributismo y la clave para mitigar el Conflicto de Agencia en nuestra sociedad. En este camino hacia una economía más equitativa, cada uno de nosotros tiene un papel fundamental que desempeñar, y es nuestro deber colectivo llevar adelante esta transformación hacia un futuro más justo y equitativo.

El Conflicto de Agencia y la propuesta del Distributismo nos instan a reflexionar sobre el tipo de sociedad que deseamos construir. Nos desafían a considerar cómo podemos equilibrar la búsqueda legítima del beneficio individual con la responsabilidad social y el bienestar común. Este equilibrio no es una quimera inalcanzable, sino una meta a la que podemos aspirar colectivamente.

Es crucial reconocer que el camino hacia una economía más distributiva no está exento de desafíos y obstáculos. Requiere una colaboración comprometida entre distintos actores: gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en su conjunto. En este proceso, el Estado emerge como un árbitro indispensable, garantizando que las reglas del juego sean justas y equitativas para todos los ciudadanos.

Al mirar hacia el futuro, es esencial recordar que no se trata simplemente de cambiar las estructuras económicas, sino también de fomentar un cambio cultural y de valores. Requiere una transformación en la manera en que concebimos el éxito, valorando no solo la acumulación de riqueza individual, sino también el bienestar colectivo y el respeto por la dignidad de cada individuo.

La lección que nos brinda esta reflexión sobre el Conflicto de Agencia y el Distributismo es que tenemos la capacidad y la responsabilidad de dar forma a nuestra economía y sociedad. No somos meros espectadores de fuerzas incontrolables, sino agentes activos del cambio. Podemos aprender de la historia y utilizar ese conocimiento para construir un futuro más equitativo y sostenible.

En palabras del filósofo Edmund Burke, “la sociedad es un contrato eterno entre el pasado, el presente y el futuro”. Este contrato implica una responsabilidad hacia aquellos que nos precedieron, hacia nuestros contemporáneos y hacia las generaciones venideras. Es nuestra tarea honrar este contrato, buscando siempre el bien común y la justicia en nuestras acciones y decisiones.

El paradigma del Distributismo nos recuerda que la economía no es un fin en sí misma, sino un medio para el bienestar y la realización de las personas. Nos desafía a buscar un equilibrio armonioso entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva. Si tomamos este desafío en serio y trabajamos juntos en pos de un futuro más justo y equitativo, estaremos escribiendo un capítulo significativo en la historia de la humanidad.

Fuente: Ediciones EP, 07/10/23.

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Especulación Financiera: Lecciones de la historia para el presente

octubre 6, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

La especulación financiera, esa práctica que puede catapultar a fortunas o llevar a la ruina, ha sido una constante en la economía a lo largo de los siglos. Desde los bulliciosos mercados de Ámsterdam en el siglo XVII hasta los modernos rascacielos de Wall Street en la actualidad, la especulación ha sido un fenómeno definitorio de los mercados financieros. A continuación, ahondaremos en este concepto, analizando su utilidad, sus riesgos, los casos emblemáticos que han dejado huella en la historia económica y las enseñanzas que podemos extraer de ellos.

La Manía de los Tulipanes: Ámsterdam, siglo XVII

En el siglo XVII, Ámsterdam era el epicentro del comercio global y los tulipanes, recién introducidos en Europa, se convirtieron en el símbolo del lujo y la exuberancia. Los precios de los bulbos de tulipán subieron a niveles exorbitantes, alimentando la codicia y la especulación. Como señala Edward Chancellor en su obra, Sálvese quien pueda. Una historia de la especulación financiera, «los bulbos se convirtieron en un símbolo de estatus, y el comercio de tulipanes se asemejaba más a una forma de juego de azar que a una inversión racional». El furor por los tulipanes llegó a todas las clases sociales, los ricos para poseerlos y admirarlos, los comerciantes y especuladores para comerciar y conseguir enormes beneficios. Finalmente, en 1637, la burbuja estalló, dejando a los especuladores empobrecidos y marcando un hito en la historia financiera.

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La Compañía de los Mares del Sur: Londres, siglo XVIII

A mediados del siglo XVIII, la Compañía de los Mares del Sur atrajo a inversores con la promesa de riquezas provenientes del comercio con las colonias sudamericanas. La fiebre especulativa alcanzó su punto máximo cuando las acciones de la compañía se dispararon a niveles astronómicos. Sin embargo, esta euforia fue efímera y, como el famoso estadista británico Sir Robert Walpole advirtió, «todos pueden ganar dinero cuando el precio de las acciones sube; la habilidad consiste en retirarse antes de que todo colapse». El colapso de la compañía y la posterior crisis financiera enseñaron la importancia de la prudencia y la evaluación de riesgos en el mundo de las finanzas. «Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes«, se lamentaba Isaac Newton al observar que sus ahorros se habían esfumado por causa de esta burbuja.

La Manía Ferroviaria: Gran Bretaña, década de 1840

En la década de 1840, el boom de los ferrocarriles en Gran Bretaña –el símil de nuestra actual internet– atrapó la fiebre especulativa de la época. Se construyeron líneas férreas a un ritmo frenético, con inversores ansiosos por participar en lo que parecía un negocio seguro. Sin embargo, como advirtió el empresario George Hudson –el rey del ferrocarril–, «los inversores deben recordar que un tren puede ir a cualquier parte, pero también puede descarrilarse». Muchos de estos proyectos resultaron ser inviables, dejando a los inversores con enormes pérdidas y subrayando la importancia de la diligencia debida en la toma de decisiones financieras.

Estacion de ferrocarril de Euston, Londres, 1837.

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Michael Robert Milken y los Bonos Basura: Década de 1980

En la década de 1980, Michael Robert Milken emergió como una figura central en el mundo de las finanzas, popularizando los ‘bonos basura’ (bonos con mala calificación crediticia) y revolucionando el mercado de deuda corporativa. Como el mismo Milken afirmó, «los bonos basura no son basura si el emisor paga». Sin embargo, su legado está manchado por acusaciones de prácticas ilegales y escándalos financieros. En 1990, M. R. Milken fue condenado a diez años de cárcel por impulsar un método fraudulento de financiación corporativa. El caso Milken ilustra la delgada línea entre la innovación financiera y el abuso, y la necesidad de una supervisión efectiva en los mercados.

Michael Milken, el rey de los Junk bonds.

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Baburu Keikila: La Burbuja Bursátil e Inmobiliaria de Japón (1986-1991)

En el Japón de finales de los años 80, la economía estaba en pleno auge, y los precios de los activos alcanzaron niveles estratosféricos. Como el economista John Kenneth Galbraith advirtió, «las burbujas siempre son acompañadas por el deseo de obtener algo por nada». Durante el boom especulativo, Tokio se convirtió en la Bolsa más grande del mundo y la de Osaka relegó a la de Londres al cuarto lugar. La burbuja, alimentada por una euforia colectiva, finalmente estalló, dejando una economía desolada y marcando una década de estancamiento económico conocida como la ‘Década Perdida’. Este episodio sirve como un recordatorio contundente de los peligros de la sobrevaloración y la importancia de la estabilidad a largo plazo sobre las ganancias a corto plazo.

La Crisis Subprime de 2008

La crisis financiera de 2008 es una de las páginas más oscuras en la historia económica moderna, un recordatorio vívido de los peligros inherentes a la especulación descontrolada. Como el economista Joseph Stiglitz advirtió en aquel momento, «las burbujas siempre son peligrosas y la complacencia es el enemigo». Todo comenzó con el auge de los préstamos hipotecarios de alto riesgo en los Estados Unidos. Instituciones financieras, motivadas por las ganancias rápidas, otorgaron préstamos a prestatarios con historiales crediticios precarios. Esto condujo a la creación de complejos productos financieros como los CDO (Obligaciones de Deuda Colateralizada), que agrupaban estos préstamos y los vendían a inversores globales.

El economista Nouriel Roubini señaló con claridad que «la fragilidad del sistema financiero global estaba enraizada en la falta de supervisión y regulación efectivas». Además, la creencia generalizada en la estabilidad del mercado inmobiliario exacerbó la complacencia de los inversores y prestamistas. En 2007, los impagos de los prestatarios subprime desencadenaron una cascada de eventos que llevaron al colapso de gigantes financieros como el banco de inversión Lehman Brothers en 2008. Esta crisis se extendió rápidamente por todo el sistema financiero, lo que resultó en una profunda recesión global.

Según el economista Paul Krugman, «fue un recordatorio doloroso de que los mercados no siempre se autorregulan y que la intervención del gobierno es esencial para prevenir excesos». Innumerable cantidad de personas perdieron sus empleos, hogares y ahorros, dejando una cicatriz duradera en la economía mundial. La burbuja subprime de 2008 es una cruda advertencia de los peligros de la especulación sin fundamentos sólidos y de la importancia de la supervisión y regulación efectiva en los mercados financieros. Como el economista Robert Shiller enfatizó, «la historia nos dice que las burbujas siempre han existido, pero también nos dice que podemos aprender de ellas».

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Lecciones del Pasado para el Presente

La historia de la especulación financiera está llena de altibajos, con episodios de auge y colapso que han dejado una marca indeleble en la economía global. Estos casos emblemáticos ilustran los riesgos de la exuberancia irracional y la importancia de una regulación adecuada para mantener la integridad de los mercados.

La especulación puede ser una herramienta valiosa para fomentar la innovación y el crecimiento económico, pero el pasado pone en evidencia la necesidad de una regulación diligente y una supervisión efectiva para evitar excesos y abusos.

En última instancia, la especulación financiera es una fuerza poderosa que debe ser manejada con precaución y responsabilidad. La historia nos brinda lecciones claras sobre los peligros de la euforia irracional y la importancia de mantener una perspectiva a largo plazo. A medida que enfrentamos los desafíos económicos del presente, es crucial recordar estas lecciones y aplicarlas en la toma de decisiones financieras para construir un futuro más estable y sostenible.

Fuente: Ediciones EP, 06/10/23.

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El Sesgo del Superviviente: La sutil trampa de la experiencia

septiembre 25, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el vasto océano de la economía y las finanzas, una lección esencial nos llega de la mano del matemático Abraham Wald, quien desafió la lógica convencional y arrojó luz sobre un fenómeno intrigante: el Sesgo del Superviviente. Esta peculiar criatura conceptual, posteriormente popularizada por Nassim Taleb, se erige como una brújula ineludible para aquellos que desean surcar las agitadas aguas de la toma de decisiones económicas.

Wald, con su mente aguda y su devoción a los números, plantó la semilla del Sesgo del Superviviente al demostrar que centrarse exclusivamente en los casos de éxito o supervivencia puede llevar a conclusiones equivocadas. Es como si miráramos un campo de batalla y solo prestáramos atención a los soldados que regresaron, sin considerar a los caídos.

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Un paseo por el mercado bursátil: La danza del sesgo

Este fenómeno se manifiesta de manera vívida en el mundo de las inversiones. Tomemos, por ejemplo, el auge de las empresas tecnológicas en las últimas décadas. Los titulares celebran a los magnates que han acumulado fortunas colosales. Sin embargo, el Sesgo del Superviviente nos hace olvidar que tras cada Google, Facebook o Amazon, existen innumerables startups que se hundieron en el abismo del fracaso.

Es como si un observador desde el futuro destacara el éxito deslumbrante de ciertas criptomonedas, omitiendo el ocaso de las que se desvanecieron en la penumbra del anonimato. En este juego, el azar cumple su papel, a menudo subestimado. ¿Qué determina si una startup despega o se estrella? ¿Qué factores divinos intervienen para que una inversión florezca en vez de flaquear?

El teatro de lo inesperado: El factor azar

El azar, ese componente indomable de la ecuación, se encuentra intrínsecamente ligado al Sesgo del Superviviente. Imaginemos a un trader que juzga su habilidad en base a un período de éxito, sin considerar que la misma estrategia podría haberse desplomado en circunstancias ligeramente distintas. Es como si el viento cambiara de dirección y el marinero atribuyera su destreza a la elección acertada de la vela.

Como el propio Taleb señala, «subestimamos sistemáticamente el rol del azar en los resultados». Esta falta de aprecio por la volatilidad inherente a los mercados puede llevar a decisiones económicas desacertadas y a una confianza excesiva en nuestras habilidades predictivas.

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El juego de los sobrevivientes: Lecciones cotidianas

El Sesgo del Superviviente no es un fenómeno relegado a las altas finanzas. Se entrelaza en el tejido mismo de nuestra existencia diaria. Considere el mundo del emprendimiento: los medios tienden a glorificar a los empresarios exitosos, relegando a un segundo plano a aquellos cuyos sueños se desmoronaron como castillos de arena ante la marea.

El Sesgo también se insinúa en la vida personal. ¿Cuántas veces recordamos las victorias y no los fracasos en el ámbito doméstico? Esta distorsión puede llevarnos a creer que el éxito es más predecible y controlable de lo que realmente es, al subestimar el factor del azar.

La voz de los sabios: Reflexiones de figuras eminentes

Personalidades famosas y renombradas no son inmunes a los encantos del Sesgo del Superviviente. Warren Buffett, el oráculo de Omaha, ha señalado con sagacidad: «El ánimo festivo que prevalece en la Bolsa a menudo induce a los inversores a olvidar la muerte».

Por su parte, Winston Churchill, ese titán de la historia del siglo XX, reconocía la falacia del Sesgo cuando afirmaba: «El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el valor de continuar». Su historia personal era una muestra viva de ello.

El renombrado psicólogo y premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, en su libro Pensar rápido, pensar despacio, destaca la propensión humana a dar un peso desproporcionado a las experiencias que han perdurado, a menudo olvidando las voces silenciosas de aquellos que no lograron destacar.

Navegando en aguas claras: Aplicaciones prácticas

Ante esta marea de perspicacia, ¿cómo podemos usar el Sesgo del Superviviente a nuestro favor? En primer lugar, debemos aprender a escuchar el susurro de los naufragios olvidados, entendiendo que el éxito no es garantía de inmunidad contra el fracaso futuro.

En segundo lugar, debemos acariciar el timón del azar, reconocer su presencia y ajustar nuestras velas con humildad. No podemos controlar el viento, pero podemos aprender a navegar con él.

En última instancia, el Sesgo del Superviviente es un faro que ilumina las trampas de la experiencia selectiva. Nos insta a no confiarnos en las hazañas de los supervivientes, sino a mirar más allá y aprender de aquellos que yacen en el fondo del océano.

En el juego de la economía y los negocios, el Sesgo del Superviviente es la carta escondida en nuestro mazo. Ignorarlo sería como pretender que el mar no esconde sus secretos bajo la superficie tranquila. Apreciar su presencia nos convierte en capitanes más sabios y nos guía a través de las aguas desconocidas hacia el éxito duradero.

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Navegando más allá del Sesgo del Superviviente

En el imprevisible mar de la economía y las decisiones financieras, el Sesgo del Superviviente es la sirena que nos advierte de las trampas de la experiencia selectiva. Nos enseña a no confiarnos ciegamente en los relatos de éxito, sino a escuchar atentamente las lecciones de los naufragios olvidados.

Al reconocer el papel del azar y abrazar la humildad, nos convertimos en capitanes más sabios de nuestras propias travesías económicas. Aprendemos a ajustar las velas, a navegar con el viento en lugar de resistirlo.

Recordemos siempre que el éxito no es una garantía de invulnerabilidad y a menudo puede llevar a engaños. Encontrar la verdad en las sombras del fracaso es un arte que solo los más perspicaces saben dominar.

Así, con la brújula del Sesgo del Superviviente en mano, podemos mirar hacia adelante con confianza y sabiduría. El futuro no es solo un reflejo del pasado, sino una oportunidad para escribir nuevas historias, tejidas con la tela de la experiencia completa.

Que cada decisión, cada inversión, sea guiada por la luz de la sabiduría que emana de los naufragios y los triunfos por igual. En este enfoque, encontraremos no solo éxito, sino una travesía significativa y enriquecedora en el vasto océano de la economía y de nuestra propia vida.

Fuente: Ediciones EP, 25/09/23.

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Inflación e Hiperinflación: El flagelo económico que amenaza a las naciones

septiembre 21, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

La inflación, ese fenómeno económico omnipresente y muchas veces soslayado, ha sido objeto de análisis y debate por parte de destacados economistas a lo largo de la historia. Personalidades como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Milton Friedman dejaron huellas imborrables en la comprensión de este concepto y sus devastadores efectos cuando se origina en la emisión de dinero sin respaldo.

Tres perspectivas iluminadoras

Ludwig von Mises, uno de los pilares de la escuela austríaca de economía, definió la inflación como «la expansión del suministro de dinero sin un aumento correspondiente en la demanda de dinero». Desde esta perspectiva, la inflación es esencialmente un desequilibrio entre la cantidad de dinero en circulación y la demanda real del mismo.

Friedrich von Hayek, otro renombrado economista austríaco, subrayó la importancia de la estabilidad monetaria como un pilar esencial para el funcionamiento eficiente de una economía. Para él, la inflación es un síntoma de una mala gestión monetaria que distorsiona las señales de mercado y socava la confianza de los agentes económicos.

Por último, Milton Friedman, un defensor de la política monetaria pragmática, argumentó que la inflación es «siempre y en todas partes un fenómeno monetario». En otras palabras, Friedman enfatizó que la emisión excesiva de dinero por parte de las autoridades monetarias es la causa principal de la inflación.

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Lecciones de la Historia: La devastación de la inflación

La historia económica está repleta de ejemplos que ilustran los perjuicios de la inflación. Uno de los casos más notorios es el de la República de Weimar en la década de 1920. Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, se vio sumida en una hiperinflación que destruyó el valor del marco alemán a una velocidad vertiginosa. En noviembre de 1923, un dólar estadounidense llegó a valer 4.2 billones de marcos alemanes (4.200.000.000.000). La gente llevaba carros llenos de dinero para comprar un pan.

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En América Latina, la inflación crónica ha sido un flagelo recurrente. Argentina, en particular, ha experimentado largos ciclos de inflación a lo largo de su historia económica. En tres ocasiones el país sufrió una hiperinflación que fulminó el valor de la moneda: el primero fue el “Rodrigazo” en 1975, seguido por la hiperinflación de 1989 bajo la presidencia de Raúl Alfonsín y, finalmente, la tercera hiperinflación en 1990 durante el gobierno de Carlos Menem.

Hiperinflación: Cuando la moneda se desmorona

La hiperinflación es la pesadilla suprema de la inflación descontrolada. Si bien no existe una definición universalmente aceptada de cuándo se cruza la línea que separa la inflación de la hiperinflación, suele considerarse que esta última ocurre cuando la tasa de inflación mensual supera el 50% o cuando los precios se duplican en un período de menos de un mes.

La hiperinflación es un fenómeno extremadamente peligroso, ya que destruye la confianza en la moneda de manera casi instantánea. La gente pierde toda fe en el valor del dinero y busca desesperadamente gastarlo o invertirlo en activos reales, como bienes raíces o bienes duraderos. En este punto, la caída de la demanda de dinero desencadena un ciclo destructivo en el que la cantidad de dinero en circulación aumenta exponencialmente, lo que a su vez aumenta la inflación y provoca una espiral fuera de control.

Crisis Políticas como catalizadores de la hiperinflación

La hiperinflación rara vez es un fenómeno aislado. A menudo, está vinculada a crisis políticas y sociales que desencadenan un colapso de la confianza en las instituciones gubernamentales. Cuando los líderes políticos recurren a la emisión desenfrenada de dinero para financiar sus gastos o para pagar deudas insostenibles, la población percibe una falta de responsabilidad fiscal y pierde la fe en la moneda.

Un ejemplo impactante de esto es el caso de Zimbabwe a principios de la década de 2000. La hiperinflación alcanzó proporciones astronómicas, y los billetes de banco se volvieron prácticamente inútiles. Esta crisis económica fue resultado de políticas irresponsables y de una desconfianza generalizada en el gobierno, lo que condujo a una rápida caída en la demanda de dinero y al colapso de la moneda local.

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La Destrucción del Valor de la Moneda: Más allá de los números

La destrucción del valor de la moneda es mucho más que una cifra en un gráfico. Detrás de cada punto porcentual de inflación hay historias de personas que luchan para mantener su nivel de vida, ahorrar para el futuro, comprar bienes básicos o simplemente sobrevivir. La inflación erosiona el poder adquisitivo de los ciudadanos de manera constante y silenciosa, socavando su bienestar y calidad de vida.

Un ejemplo ilustrativo es el de Venezuela en los últimos años. El país sudamericano ha experimentado una hiperinflación devastadora que ha dejado a la población en una lucha diaria por la supervivencia. Los precios de los alimentos y medicamentos aumentan de manera exponencial, mientras que los salarios se vuelven casi irrelevantes. La destrucción del valor de la moneda ha llevado a una crisis humanitaria y una diáspora sin precedentes.

Éxodo masivo de venezolanos por causa de la crisis económica

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La Esperanza en la disciplina y la educación

Ante la amenaza constante de la inflación y la posibilidad siempre latente de la hiperinflación, es imperativo que las sociedades y sus líderes políticos tomen medidas responsables. La disciplina fiscal y la gestión monetaria son esenciales para prevenir la inflación descontrolada. Aquí juega un rol clave la independencia política del Banco Central, en su papel de custodio del valor de la moneda.

La educación económica también desempeña un papel crucial. La comprensión pública de los peligros de la inflación y la importancia de una moneda estable puede ayudar a fortalecer la resistencia contra políticas imprudentes.

En resumen, la inflación y, en particular, la hiperinflación, son fuerzas destructivas que amenazan la estabilidad económica, social y política. Aprender de la historia y reconocer los signos de peligro resulta esencial. Es responsabilidad de todos nosotros, como ciudadanos informados, exigir responsabilidad fiscal.

Fuente: Ediciones EP, 21/09/23.

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