La educación para ejecutivos del siglo XXI

noviembre 5, 2016 · Imprimir este artículo

Más allá del MBA: cómo se está reconvirtiendo la educación para los ejecutivos

El formato insignia de capacacitación empresaria está en crisis y enfrenta una competenciade opciones de aprendizaje menos convencionales en un mundo corporativo en el que las carreras de estudio se acortan y la vida laboral tiende a alargarse.

Por Sebastián Campanario.
Hay dos noticias para dar con respecto al futuro de la educación ejecutiva: una buena y una mala. La buena es que la velocidad de cambio en la economía es tan alta que los conocimientos caducan cada vez más rápido, con lo cual la demanda para actualizar y reinventar carreras profesionales aumentará. Y esto abrirá una era de aprendizaje permanente, más allá de la clásica maestría al terminar la facultad, con más trabajo que nunca para el sector de la educación focalizado en empresas y profesionales. La mala noticia es que a las universidades y casas de estudio tradicionales les está costando captar esta nueva demanda, que comienza a buscar opciones de aprendizaje menos convencionales, más allá del MBA («Master in Business Administration», en su sigla en inglés).
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educación para ejecutivos«Estamos viviendo cambios importantes en las empresas y en la forma de relacionarse de los ejecutivos. Las carreras se acortan para mucha gente, al tiempo que la vida laboral tiende a alargarse«, explica Fernando Zerboni, profesor de la Udesa y experto en innovación y estrategia, «la capacitación ejecutiva está forzada a realizar modificaciones drásticas en este contexto. El MBA, el formato insignia, tendrá que evolucionar en su esquema básico y en su metodología de enseñanza; pero también en sus contenidos».

En la actualidad, un programa de educación ejecutiva con más de un año ya luce viejo. Tecnologías exponenciales como la inteligencia artificial o la biología computacional, que están experimentando una revolución sin precedentes en 2016, con impacto alto en casi todos los sectores de la economía, debieran estar incorporadas en la curricula de cualquier programa ejecutivo, y eso no sucede -salvo excepciones- porque hay pocos expertos en el tema, y los que hay tienen un altísimo costo de oportunidad como para dar clases.

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Para Andrés Hatum, profesor de la UTDT y especialista en creatividad y Recursos Humanos, «esto no significa que el tema educación ejecutiva desaparezca, pero sí requiere una mirada más dinámica a futuro». Hatum señala que «están sufriendo una crisis en el mundo los programas MBA’s de tiempo completo. En Estados Unidos el MBA sigue siendo el título con más graduados por año (189.000 es el último dato que da la revista The Economist). Pero bajan en popularidad, ya que la gente cada vez más prefiere seguir trabajando y no abandonar su ocupación para realizar el master

Tradicionalmente, los posgrados en negocios fueron utilizados por graduados para «hackear» la carrera profesional y acceder, luego de un programa intensivo y concentrado, a un escalón de mayores ingresos: la expectativa de salto en el sueldo de quienes se embarcan en este tipo de proyectos ronda el 80%. Pero también según The Economist, una «inflación de MBA’s» (la cantidad de titulados desde la década del 70 se multiplicó por siete) está haciendo que las empresas ya no los valoren como antes, y que este ciclo ya no sea visto como un sello de calidad para ingresar a puestos ejecutivos. Nada muy distinto a lo que sucede con toda la educación formal: el mes pasado, por primera vez el MIT aceptó a una alumna asiática sin el secundario completo, porque le interesó su perfil de programadora descollante.

La nueva demanda

Matías Hilaire es un emprendedor y CEO de The Appmaster, una firma de desarrollo de software. Si a Hilaire, que también es músico, le preguntan dónde aprendió las lecciones más valiosas para sus proyectos empresarios, no duda en mencionar sus viajes o su estadía de tres meses en el monasterio de Taizé, en Francia, donde colaboró con refugiados de guerras civiles en Asia, Africa y Latinoamérica. «Nada de lo que haya aprendido en una clase», dice Hilaire, que tomó clases de negocio un año en Barcelona, «se compara con las experiencias que uno cosecha cuando se sumerge en otro entorno cultural y aprende a escuchar con una mente abierta».

Pablo Lorenzo, director de la agencia Palo e impulsor de proyectos como Tea Connection y Green Eat, entre otros, opina en forma parecida. Más allá de los clásicos MBAs, Lorenzo está en búsqueda de experiencias de aprendizaje más cortas, intensas, con retrolalimentación inmediata con el trabajo y la vida cotidiana, con un buen equilibrio entre la «maestría» y los saberes de corto plazo, diversas y sorprendentes (la rutina es el enemigo número uno: como dice el tecnólogo ruso Andrei Vazhnov, la sorpresa es la clave del aprendizaje), y el aprovechamiento intensivo de tecnología y técnicas de productividad personal.

Lorenzo es un fanático de los programas de HyperIsland, la meca de la innovación digital sueca, y trae en cada semestre a distintos maestros de este centro para dar que den clases en la Argentina (a mediados de este mes será la próxima master class). «Ellos estimulan a que empieces a trabajar el cambio desde mañana, y eso me parece lo más valioso», cuenta Lorenzo.

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En la misma linea, Marcelo Montefiore, CEO de Global Mind, una agencia de innovación y creatividad digital, revisa periódicamente sus hábitos para seguir aprendiendo por caminos no convencionales. Meses atrás se armó un viaje de exploración a medida por Siicon Valley, y la semana pasada, cuando conversó con LA NACION subrayaba en su Kindle los párrafos más interesantes del libro «Fisica para futuros presidentes» (una suerte de Física para principiantes). «Descubrí que resaltar en Kindle y luego imprimir los párrafos salientes es la mejor forma de fijar conceptos», dice Montefiore, que es licenciado en Economía de la UBA, fanático de la economía del comportamiento y que en el pasado dio clases en la carcel de Devoto.

Escalabilidad personalizada

Los programas estandarizados (con contenidos iguales para todos los alumnos) cargan desde su origen con una debilidad importante: así cómo Montefiore fue descubriendo por prueba y error cuál es su método más efectivo para aprender, todos reaccionamos de manera distinta a diferentes técnica de enseñanza: algunas personas son más visuales, toleran mejor o peor las clases online o simplemente se sorprenden o sienten mayos curiosidad por contenidos que no son los mismos.

Esta barrera, que exige para ser salvada una educación uno a uno, parecía hasta hace poco tiempo insuperable por antieconómica. Pero este panorama podría cambiar, sostiene Ignacio Puig Moreno, uno de los socios de Acamica, un emprendimiento de enseñanza online. Puig Moreno menciona el caso de K-Newton entre lo más interesante que está ocurriendo en el campo de la «educación futurista»: esta firma trabaja en algoritmos, con inteligencia artificial y lenguaje natural, que apuntan a optimizar la relación con cada alumno.

El sistema va aprendiendo si su alumno de «buho» o «alondra» (si aprende mejor a la mañana o a la noche), o si es más visual para incorporar conocimientos. Un sintetizador de voz revolucionario como Wavenet, que apareció dos meses atrás, hace que hoy ya sea técnicamente posible despachar un programa entero de contenidos contados por la voz de aquel familiar admirado que a los seis años nos enseñó el sistema solar o los dinosaurios, o de nuestra maestra o maestro preferido de la primaria o la secundaria, ese que nos cambió la visión del mundo y que nos inspiraba una confianza infinita. WaveNet sólo necesita unos pocos minutos de la persona elegida para sintetizar el resto sin que se pueda detectar si habla un humano o un programa. Con la inteligencia artificial, la «personalización escalable» deja de ser un oximoron desde el punto de vista económico.

Paradójicamente, este avance del protagonismo de la tecnología se da en un contexto donde el relacionamiento, los contactos y el trabajo en equipo pasan a ser imperativos de la educación ejecutiva, más importantes inclusive que los contenidos en sí. «Los ejes de los futuros MBA’s -si es que se siguen llamando así- serán del desarrollo del pensamiento y la capacidad de relacionarse con otras personas y entender el entorno, dejando en un segundo plano a temas herramentales como las finanzas, el marketing o la contabilidad».

Con este concepto en mente, el emprendedor Carlos Miceli lanzó su «Escuela de Nuevos Aliados», un curso virtual y en tiempo real para «curiosos de América latina que quieran desarrollar sus alianzas y atraer nuevas oportunidades». La propuesta tuvo una demanda varias veces superior a la oferta, al igual que sucede con el curso de «emprendedorismo sin verso» que dirige Emiliano Chamorro en el Instituto Baikal o «El mundo de las Ideas» que armaron Melina Furman y Gerry Garbulsky. Garbulsky, principal mentor de TEDxRioDeLaPlata, encaró este año un podcast, «Aprender de grandes», con contenidos y técnicas de aprendizaje para seguir nutriéndose de conocimientos más allá de la educación formal, que tuvo récord de audiencia para este formato en 2016, lo que da la pauta de lo caliente que está la agenda del aprendizaje permanente en un mundo en pleno cambio.

Inflación en las aulas

Masificación

La multiplicación de titulados hizo que este tipo de estudios sean menos valorados por las empresas

Renovación constante

El desarrollo tecnológico hace que la actualización de los programas debe ser constante

Oferta ampliada

Los MBA deben competir contra otras propuestas de aprendizaje más cortas

Uno a uno

El desarrolllo de la enseñanza onlime le dio un nuevo impulso a los sistemas más personalizados de educación

Adión a la estandarización

Los programas estandarizados son cada vez menos buscados

Fuente: La Nación, 02/11/16.


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