La política del ocultamiento

diciembre 17, 2014 · Imprimir este artículo

La Presidenta y la política del ocultamiento

Editorial del diario La Nación, 17/12/14.

Pese a que Cristina Kirchner afirmó que no tenía «nada que ocultar», hay innumerables ejemplos de que su gobierno hace todo lo contrario

cfk caricatura 01La presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezó el sábado pasado el acto por el aniversario de la recuperación de la democracia con un discurso plagado de expresiones desafortunadas. Su ataque contra quienes denominó «los sicarios mediáticos y sus secuaces judiciales» constituyó una demostración más del desprecio que tiene la primera mandataria por la libertad de prensa y por los jueces que actúen con independencia del poder político.

Sin embargo, hubo una frase presidencial que no provocó menos sorpresa. Se produjo cuando la jefa del Estado indicó que no iba a dejarse extorsionar por nadie, ya que no tenía «nada que ocultar». Pidió también a sus seguidores y a los dirigentes de su grupo político que no se la postulara a nada, como para que nadie pensara que pudiera estar buscando fueros especiales para gozar de inmunidad cuando concluya su período presidencial, en diciembre de 2015.

No puede menos que llamar poderosamente la atención que Cristina Kirchner afirme que no tiene nada que ocultar, cuando pocas semanas atrás la Secretaría General de la Presidencia, a cargo por entonces de Oscar Parrilli -quien acaba de ser nombrado como titular de la Secretaría de Inteligencia-, le negó al sitio de Internet no partidario chequeado.com una copia del diploma de abogada de la presidenta de la Nación. Esta solicitud, formulada sobre la base de la figura de acceso a la información pública, surgió ante versiones según las cuales la titular del Poder Ejecutivo nunca se habría recibido de abogada.

Equivocadamente, la Secretaría General justificó la no entrega de la documentación pedida por considerarla «información referida a datos personales», cuando en un anterior pronunciamiento de la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación señaló que sólo se puede exceptuar la entrega de información pública si ésta se refiere a «datos personales de carácter sensible», es decir, que revelen «origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la salud o a la vida sexual». De ninguna manera un diploma universitario se encuadra en estos parámetros considerados sensibles.

La Presidenta dice que no tiene nada que ocultar. Sin embargo, dos años atrás, al contestar una pregunta de estudiantes de la prestigiosa Universidad de Georgetown acerca de su abultado crecimiento patrimonial, esgrimió que tal enriquecimiento obedecía a que siempre fue una «exitosa abogada». Sin duda, mintió y ocultó las verdaderas razones del aumento de su fortuna familiar y personal, ya que el mayor incremento de ésta, según se desprende de sus declaraciones juradas anuales, se produjo mientras el matrimonio Kirchner ocupaba la función pública y, fundamentalmente, de la mano de tan pingües como oscuros negocios vinculados con hoteles y con la adquisición de terrenos fiscales de Santa Cruz a precios irrisorios.

Si la primera mandataria no tiene nada que ocultar, cabría preguntarse por qué, hasta hoy, no se conocen la ruta y el destino precisos de los aproximadamente 500 millones de dólares que, durante la gestión de su esposo como gobernador de Santa Cruz, fueron enviados al exterior.

También, por qué ha buscado tender un manto de impunidad sobre las maniobras del vicepresidente Amado Boudou para entregar la imprenta Ciccone a un grupo empresarial formado por amigos sospechados de ser sus testaferros, al extremo de impulsar una ley para nacionalizar esa compañía y así borrar cualquier rastro de corrupción pública.

Si estuviéramos ante un gobierno que no tiene efectivamente nada que ocultar, sobran preguntas acerca de las razones por las cuales la empresa YPF, con participación estatal mayoritaria, firmó un convenio con Chevron para la explotación de yacimientos en Vaca Muerta cuyas cláusulas permanecen en secreto.

Del mismo modo, la Presidenta debería explicar por qué el Gobierno mantiene en secreto documentos anexos del acuerdo por el cual el Estado argentino le concedió a China unas 200 hectáreas en la provincia de Neuquén, por cincuenta años, para el desarrollo de una estación espacial de exploración lunar.

Finalmente, hay que preguntarse por qué, si no hay nada que ocultar, el gobierno nacional se ha pasado los últimos ocho años encubriendo, mediante arteras manipulaciones estadísticas, la inflación real y los verdaderos porcentajes de pobreza e indigencia. O por qué, como ocurrió el mismo sábado cuando se celebró el aniversario de la reapertura democrática, se disfrazó de «éxito» el descomunal fracaso de la reciente emisión de deuda del Estado nacional.

Son demasiadas dudas y preguntas para una Presidenta que se niega sistemáticamente a conceder conferencias de prensa, seguramente porque tenga muchas cosas que ocultar.

Fuente: La Nación, 17/12/14.

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