Un motivo suficiente para procurar mantener la calma y evitar alterarte ante alguna dificultad: cuidar tu corazón.
En un extenso estudio mundial publicado en la revista Circulation, de la American Heart Association, se observó que las personas emocionalmente alteradas aumentaron más de dos veces el riesgo de sufrir síntomas de infarto cardíacodurante la primera hora del enfado.
De igual forma se puede indicar para el esfuerzo físico intenso, que eleva el riesgo de ataque al corazón por un lapso hasta de una hora luego de realizado. Y el riesgo se triplica para aquellos que se enfadaron o se alteraron emocionalmente y de manera simultánea, realizaron un intenso esfuerzo físico.
Para la investigación, a 12.461 pacientes de 52 países que presentaron un ataque cardíaco por primera vez, se les consultó sobre si tuvieron alguna de las situaciones desencadenantes mencionadas durante una hora antes de su infarto al corazón, o el día anterior.
Estas situaciones o factores que pueden desencadenar un ataque cardíaco (como el enfado y el esfuerzo físico) parecían elevar de manera independiente el riesgo, más allá del que se plantea generalmente por otros factores como la obesidad, la edad, la hipertensión arterial, el tabaquismo y otros problemas.
“Ambos disparadores -emocionales y físicos intensos- pueden elevar la frecuencia cardíaca y la presión arterial, alterando la circulación de sangre a través de los vasos sanguíneos y disminuyendo el abastecimiento de sangre al corazón” afirmó el Dr. Andrew Smyth, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de McMaster, en Canadá.
“Esto es importante particularmente en los vasos sanguíneos que ya están estrechos debido a la formación de placa, que podría obstruir el flujo de sangre y originar un ataque al corazón” agrega Smyth.
“Practicar actividad física con regularidad tiene múltiples beneficios para la salud, además de ayudar a prevenir enfermedades del corazón -manifestó Smyth- por lo que recomendamos que se continúe haciendo. Sin embargo, sugerimos a las personas que están enfadadas y desean hacer ejercicio para despejar su mente, que no vayan más allá de su rutina normal”.
Estos factores desencadenantes mostraron su efecto de igual forma en todos los países y grupos étnicos analizados.
“Las personas que están en peligro de sufrir un ataque cardíaco deben procurar no tener situaciones que impliquen emociones fuertes”, aseguró Barry Jacobs, miembro del Programa de Residencia de Medicina Familiar Crozer-Keystone en Springfield, Pensilvania. “Una forma de enfrentar los altibajos emocionales es a través del apoyo familiar y hablando con otras personas que viven en condiciones similares”, agregó.
Por último, Jacobs analizó que “este estudio aporta más información que comprueba la importante relación que existe entre la mente y el cuerpo”.
Causa principal de muerte
Las enfermedades cardiovasculares representan actualmente la principal causa de muerte en todo el mundo. Según datos estimados de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares fueron responsables, sólo en 2012, de alrededor de 17,5 millones de muertes, lo cual representa un 31% de todas las muertes registradas en el mundo.
Nuevo software de Google podría anticipar el riesgo de un ataque cardíaco
Por Drew Harwell y Carolyn Y. Johnson.
.
Al observar el ojo humano, los algoritmos de Google podrían predecir si alguien tenía hipertensión arterial o si corría el riesgo de tener un ataque cardíaco o un derrame cerebral, según algunos investigadores de Google. Esa observación abrió una nueva oportunidad a la inteligencia artificial en la vasta y lucrativa industria de la salud mental.
De acuerdo a un estudio del hallazgo, publicado por la revista Nature Biomedical Engineering, los algoritmos no superaron los procedimientos médicos existentes, como los análisis de sangre.El trabajo debe ser validado y repetido en más personas antes de tener una aceptación más amplia, según indicaron varios médicos externos.
Pero el nuevo enfoque podría basarse en las capacidades actuales de los médicos al proporcionar una herramienta que las personas podrían usar algún día para detectar de forma rápida y sencilla los riesgos de salud que pueden contribuir a la enfermedad cardíaca, la principal causa de muerte en todo el mundo.
«Esta puede ser una forma rápida para que las personas evalúen el riesgo», escribió en un correo electrónico Harlan Krumholz, un cardiólogo de la Universidad de Yale que no participó en el estudio. «Una vía es capacitar a las personas con opciones rápidas para obtener información útil sobre su salud«, agrega en ese sentido.
Los investigadores de Google incluyeron imágenes escaneadas de las retinas de más de 280,000 pacientes en Estados Unidos y el Reino Unido en sus intrincados algoritmos de reconocimiento de patrones, conocidos como redes neuronales. Esos escaneos ayudaron a entrenar al sistema a observar signos reveladores que tendían a indicar peligros de salud a largo plazo.
Los profesionales médicos de hoy en día pueden buscar signos similares al de la retina extrayendo la sangre del paciente o evaluando factores de riesgo como su edad, sexo, peso y si fuman. Los propios sistemas, ahora, pueden revisar los datos que se necesitan para aprender los patrones que, a menudo, se encuentran en los ojos de las personas en situación de riesgo.
El verdadero poder de este tipo de solución tecnológica es que podría marcar el riesgo con una prueba rápida, barata y no invasiva que podría administrarse en una variedad de entornos, lo que permitiría a las personas saber si deberían someterse a un seguimiento.
La investigación fue realizada por Google y Verify Life Sciences, una subsidiaria de Alphabet (matriz de Google).
La idea de que los ojos de las personas pueden revelar signos de enfermedades cardiovasculares subyacentes no es tan extravagante como podría parecer. La diabetes y la presión arterial alta, por ejemplo, pueden causar cambios en la retina.
Krumholz advirtió que el procedimiento de escaneo de un ojo no está listo para reemplazar otros enfoques más convencionales. Maulik Majmudar, director asociado del Healthcare Transformation Lab, en el Massachusetts General Hospital, calificó el modelo de «impresionante», aunque señaló que los resultados muestran lo difícil que es hacer mejoras significativas en la predicción del riesgo cardiovascular. La edad y el género son poderosos predictores de riesgo, sin la necesidad de ninguna prueba adicional.
Cuando se presentaron imágenes de los ojos de dos personas diferentes, una que sufrió un episodio cardíaco adverso importante, como un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular dentro de los cinco años posteriores a la foto y otra que no, los algoritmos pudieron seleccionar correctamente al paciente que cayó enfermó.
Tecnologías similares de aprendizaje profundo se han disparado en los últimos cinco años y se usan ampliamente hoy en día en sistemas como la búsqueda de imágenes de Google y el reconocimiento facial de Facebook.. También se muestran prometedores en otros ámbitos de la salud, incluso buscando signos de cáncer en los escáneres de rayos X revisados por radiólogos.
Los investigadores de Google utilizaron métodos similares de aprendizaje automático en 2016 para buscar la retinopatía diabética, una enfermedad ocular que es una causa importante de ceguera. Esta vez, también usaron una técnica de aprendizaje automático conocida como «atención suave», para ayudar a identificar qué partes de la imagen fueron más instrumentales para impulsar la predicción de los algoritmos. Hoy en día no está claro cómo y por qué llegaron a esa conclusión: un problema que podría influir en la confianza de los resultados por parte de los médicos o pacientes.
La idea de que las características distintivas de la enfermedad podrían detectarse a través del análisis computacional ha sido atractiva para los ingenieros. DeepMind, la firma de desarrollo de inteligencia artificial, con sede en Londres, que Google compró en 2014 y que con frecuencia opera de manera autónoma, publicó una investigación que muestra algoritmos similares que podrían ayudar a detectar signos de glaucoma y otras enfermedades oculares.
En esa línea, a finales del año pasado, Apple lanzó un estudio de corazón relacionado con su reloj Apple Watch para ver si podía detectar y alertar a las personas sobre ritmos cardíacos irregulares que podrían ser un signo de fibrilación auricular, una de las principales causas de accidente cerebrovascular.
El Alzheimer podría deberse a un trastorno del metabolismo
Por: Luis Otero.
Un nuevo estudio estadounidense relaciona el alzheimer con la producción y consumo de energía.
.
Un equipo de investigadores del Hospital McLean y la Harvard Medical School, liderados por Kai C. Sonntag y Bruce M. Cohen, ha hallado una conexión entre la interrupción de la producción de energía y el desarrollo tardío de la enfermedad de alzheimer. Los resultados de la investigación se han publicado en Scientific Reports.
«Este descubrimiento tiene varias implicaciones a la hora de entender el alzheimer y desarrollar potenciales tratamientos terapéuticos.
Nuestro estudio mantiene la hipótesis de que una deficiencia en los múltiples componentes que interactúan en el metabolismo bioenergético puede ser un mecanismo clave en el aumento del riesgo y el desarrollo patofisiológico de esta devastadora enfermedad«, dice Sonntag, un investigador en células madre asociado al McLean Hospital y profesor de psiquiatría en la Harvard Medical School.
Las células nerviosas del cerebro dependen de la energía mitocondrial; cuando esta falla, resulta particularmente dañino para el cerebro.
En las últimas tres décadas se pensaba que la acumulación de pequeñas moléculas tóxicas en el cerebro llamadas beta-amiloides o APP era decisiva para la aparición de la enfermedad de alzheimer. Había pruebas determinantes a partir del estudio del alzheimer familiar o de aparición temprana que afectaban a cerca del 5 % de los enfermos y que tenían relación con mutaciones que daban lugar a niveles anormalmente altos de APP en el cerebro.
Sin embargo esa hipótesis resultaba insuficiente para explicar los cambios patológicos en el más común alzhéimer de aparición tardía, que afecta a más de 5 millones de ancianos en Estados Unidos y a una cifra similar en Europa.
«Dado que el alzheimer de aparición tardía es una enfermedad de la edad, muchos cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento, incluidos los que tienen que ver con el metabolismo y la producción y transformación de energía, podrían contribuir a aumentar el riesgo de sufrir el mal. La bioenergética es la producción, el uso y el intercambio de energía entre las células y órganos y el ambiente.
.
La elevada demanda energética del cerebro
Es de sobra conocido que los cambios bioenergéticos se producen al envejecer y afectan a todo el cuerpo, pero particularmente al cerebro, que tiene una elevada demanda energética«, según Cohen, director del Programa de Investigación Neuropsiquiátrica del Hospital McLean y Profesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard. Según Sonntag y Cohen lo que no está tan claro es cuáles de esos cambios son factores activos y cuáles son una consecuencia del envejecimiento y la enfermedad.
En su investigación, Sonntag y Cohen analizaron los perfiles bioenergéticos de fibroblastos de la piel de enfermos de alzheimer tardío y de personas sanas.
Se fijaron particularmente en dos componentes principales de la producción de energía en las células: la glucólisis, que es el mecanismo metabólico encargado de oxidar la glucosa con la finalidad de obtener energía de consumo para la mitocondria de la célula; y el gasto de esa energía en la mitocondria mediante el uso de oxígeno en el proceso de fosforilación oxidativa o respiración mitocondrial.
Los investigadores descubrieron que las células con alzheimer mostraban fallos en el metabolismo mitocondrial y una reducción de moléculas importantes para la producción de energía, como la nicotinamida adenina dinucleótida (NAD).
Los fibroblastos de pacientes de alzheimer tardío también revelaron cambios en la producción de energía en la glucólisis, a pesar de su incapacidad para aumentar la ingesta de glucosa como respuesta a la insulina IGF-1.
Tanto el anómalo metabolismo mitocondrial como el aumento de glucólisis en células de pacientes de alzhéimer tardío eran fruto de la enfermedad y no del envejecimiento, mientras que la reducción en la ingesta de glucosa y la incapacidad pra responder a IGF-1 eran consecuencia tanto del envejecimiento como de la enfermedad.
Según Sonntag, «esto indica fallos en la mitocondria y pérdidas de memoria debido a que las células el envejecer sufren un creciente estrés oxidativo que afecta a la producción de energía mitocondrial«.
Dado que las células nerviosas del cerebro dependen casi totalmente de la energía mitocondrial, cuando esta falla resulta particularmente dañino para el cerebro, apunta Cohen.
Referencia del artículo: Kai-C. Sonntag, Woo-In Ryu, Kristopher M. Amirault, Ryan A. Healy, Arthur J. Siegel, Donna L. McPhie, Brent Forester & Bruce M. Cohen . ‘Late-onset Alzheimer’s disease is associated with inherent changes in bioenergetics profiles’. Scientific Reports 7, Article number: 14038 (2017). Doi:10.1038/s41598-017-14420-x
Enfermedad progresiva que afecta a la memoria y otras importantes funciones mentales.
-Si bien el tratamiento puede ayudar, esta enfermedad no tiene cura
-Requiere diagnóstico médico
-No se requieren análisis de laboratorio o estudios de diagnóstico por imágenes
-Enfermedad crónica: pueden durar años o toda la vida
Las conexiones de las células cerebrales y las propias células se degeneran y mueren, lo que finalmente termina con la memoria y otras funciones mentales importantes.
Los síntomas principales son la pérdida de la memoria y la confusión.
No hay cura, pero los medicamentos y las estrategias de control pueden mejorar los síntomas temporalmente.
Fue construido por un mueblero español en la terraza de un edificio de nueve pisos, hace 90 años. Hoy es hito urbano.
El chalet, copiado de uno marplatense, está en la cima del edificio de Sarmiento y Cerrito. Hoy es eje de un litigio. .
Los porteños canchereamos con que tenemos la avenida más ancha del mundo, aunque el Guinness nos haya mojado la oreja en el 2006 al bajar a la 9 de Julio del libro de los récords y poner en su lugar al Eje Monumental de Brasilia (250 metros contra 140, supuestamente). Pero momento, que el ego no decaiga. Parémonos junto al Obelisco, miremos hacia arriba, en dirección a Sarmiento y Cerrito, y, tras agradecerle a Dios por ser argentino, notemos que siempre hay un motivo de alarde. Ahí está. Ahí, recortado sobre el cielo. Ahí, desde hace noventa años exactos. A ver: ¿qué megalópolis tiene, en pleno centro, un chalet de dos plantas más desván construido sobre la terraza de un edificio de nueve pisos, eh? Que nos responda el mundo de las conjuras antiargentinas.
La obra no fue idea de un Gaudí criollo ni de un artista megalómano y sofisticado con pretensión de inmortalidad. Fue de un mueblero valenciano que quería dormir la siesta. ¿Cómo? Vayamos hacia atrás, hasta finales del siglo XIX: Rafael Díaz, joven inmigrante que había trabajado de mozo, era vendedor en una mercería de la calle Chacabuco. Trabajaba todo el día y dormía junto al mostrador del negocio o sobre él. Hasta que su jefe lo alentó a lo jefe, con promesas de mejoras en el más allá: “Usted va a ir al paraíso, Rafael, usted tiene un chalecito reservado en el cielo”.
Díaz se lo tomó en serio, pero no esperó ayuda divina post mortem. Fue por la opción terrenal: decidió escalar la pirámide social, en épocas en que esas hazañas eran posibles. Lo logró. Se convirtió en el dueño de una mueblería que ocupaba el edificio de Sarmiento 1113/17, también de él. En 1927, la frutilla del postre: inauguró un chalet –similar a uno que había visto en la Mar del Plata de la belle époque– construido en la azotea o, para que suene más glamoroso, en la cima: dos plantas (más de 200 metros cuadrados) y altillo. Un chalet algo raro, sobre todo por su ubicación. Las razones son prosaicas: Díaz vivía en Banfield y viajaba en tren hasta el centro todos los días; no podía volver a su casa cada mediodía para comer y tirarse un rato. En el chalet, su segundo hogar, pudo almorzar y dormir la siesta. Por las noches, volvía a Banfield en tren.
El chalet, a la izquierda de la imagen, queda a 100 metros del Obelisco./ Rubén Digilio.
Más: le instaló un cartelón que decía Muebles Díaz: excelente publicidad en la altura. Más: en 1929 compró una antena de radio y, a través de la frecuencia 630 del dial, lanzó LOK Radio Muebles Díaz. Desde el chalet, emitía promociones del negocio alternadas con música (cuando la radiofusión se reguló, esa frecuencia pasó a ser la de Radio Rivadavia). Más: los cambios urbanos lo favorecieron: desde allá arriba, vio cómo, en 1936, a apenas 100 metros, se irguió el Obelisco, y cómo en 1937 se inauguró el primer tramo, 500 metros, de la 9 de Julio. Crecía la ciudad y también su negocio, a través de ventas a crédito, por catálogo, a todo el país. En los ‘40 y ‘50, “Muebles Díaz, la casa del chalecito” llegó a ser una de las mayores de América Latina. Su dueño compró propiedades en Buenos Aires y Mar del Plata. El sueño (sud)americano estaba cumplido.
Nueve décadas después de su inauguración, aquel chalet –declarado en 2014 patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que no puede ser modificado sin previa intervención de la Secretaría de Cultura– está rodeado de misterio. Los carteles publicitarios, (no de la mueblería, que ya no existe) lo tapan parcialmente, si uno intenta mirarlo desde la calle. La entrada está prohibida, incluso para arquitectos o investigadores extranjeros que quieren conocerlo por dentro. Los herederos de Díaz dirimen en la Justicia qué porcentaje de la propiedad le corresponde a cada uno y, por el momento, una de ellos lo usa como una suerte de estudio/oficina. Cada piso del edificio (que sigue perteneciendo a la familia y que no está subdividido) tiene 800 metros cuadrados y es alquilado a firmas importantes. El precio ronda los 120.000 pesos mensuales.
Rafael Díaz, mueblero valenciano, construyó el chalet en 1927 para poder dormir la siesta en su lugar de trabajo. /Archivo Clarín.
En la entrada de Sarmiento 1113 hay personal de seguridad y, en la planta baja, una administración que niega cortésmente la información y el paso. Por si algún lanzado intenta subir hasta el chalet pese a todo, el ascensor sólo llega hasta el noveno piso: para alcanzar el décimo es necesario saber una clave y tener una tarjeta. En los últimos años, cuando el acceso ya estaba vedado, se dieron las siguientes situaciones:
1) Unos documentalistas suecos quisieron hacer una película sobre el chalet e intentaron negociar, como fuera, la entrada. No lo consiguieron.
2) Un canal de noticias intentó apostarse ahí durante el Mundial 2014, el día de la final Argentina-Alemania, para transmitir los festejos… que nunca ocurrieron. Otro permiso denegado.
3) Una compañía aérea extranjera ofreció “un cheque en blanco” para hacer un festejo de fin de año con su cúpula jerárquica. Nada.
Muchos argentinos ignoran la existencia del chalet, nueve pisos arriba del hipertenso corazón porteño. Muchos extranjeros imaginan, antes de verlo, que es puro realismo mágico sudaca. Si uno se para en Plaza de la República notará que, cada tanto, alguien le saca una foto (con gran riesgo de que le arrebaten la cámara o el teléfono, como comprobó el autor de esta nota). Esa perspectiva da la falsa idea de que el chalet está sobre un edificio estilo francés de los años ‘20, cuya construcción original tenía seis pisos, a los que se les agregaron cinco. Ahí funciona el Park Silver Obelisco Hotel. Pero el chalet no está en la cúspide de ese edificio de Cerrito sino del de la vuelta, sobre Sarmiento.
Investigadores, documentalistas y curiosos intentaron llegar al chalet en vano. /Rubén Digilio.
“El ‘chalecito’ es de estilo normando, aunque un poco lavado por la quita de las falsas vigas que aparecen en algunas fotos antiguas –explica el arquitecto Víctor Bepo Peralta–. Las tejas francesas en la cubierta, poco comunes en ese estilo, pueden obedecer tanto a la economía de materiales, que demandaría la altura de la construcción y el peso de la estructura, como al pintoresquismo de la época, muy común en las contrucciones veraniegas de Mar del Plata. A esto último responden los bow windows de planta baja y primer piso, y las ventanas de medio punto con vivos de ladrillo vista. Considero que, más que la muestra acabada de un estilo arquitectónico, esta construcción representa las ganas de vivir confortablemente de un tipo que supo hacerse la plata trabajando, haciéndose hacer un chalet grande, sin espamento ni intención de mostrarlo”.
En los ‘60, Díaz sufrió un ACV que lo confinó a una silla de ruedas. Como podía, usando una sola mano, siguió trabajando en el diseño y construcción de sus muebles. Murió en 1968. En los ‘70, el edificio fue alquilado, de a pisos o semipisos, a grandes firmas. El chalecito funcionó, en algún momento, como estudio de un fotógrafo profesional. Y en los ‘80, aunque suene increíble, fue comedor de las empresas que alquilaban en el edificio. Los años fueron sumando enigmas.
Para llegar por ascensor al décimo piso del edificio, el del chalet, hay que saber una clave y tener una tarjeta.
Peralta, que se define como un “amante irrestricto de Buenos Aires”, comenta: “Sobre el edificio de avenida Santa Fe 980, casi esquina Carlos Pellegrini, hay otro chalet sobre una azotea. Otra de las joyitas de la ciudad, otra rareza”. Y, sobre el de los Díaz, opina: “Diez años después de su construcción, la locura urbanística de algún trasnochado funcionario porteño demolió las manzanas que iban de Cerrito a Carlos Pellegrini y, de la noche a la mañana, en un enorme escenario que de ahí en adelante se llamaría 9 de Julio, se abrió el telón para que apareciera como primer actor de la compañía el ‘chalecito’. Un hecho fortuito lo transformó, mágicamente, en un hito urbano que ahora cumple 90 años”.
El 36,3 % de los adultos en el país ya sufre esta enfermedad. Preocupan el desconocimiento y la falta de controles.
Por Valeria Román.
Se consideran hipertensos a los pacientes que presenten desde 140/90 mm Hg en dos a tres consultas separadas por una semana.
.
Los argentinos están peor de la presión. Sí, de la presión arterial. De la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias del corazón. Lo ideal es tener la presión por debajo de los niveles 14/9. Sin embargo, hoy el 36,3% de los adultos padecen hipertensión. Esta prevalencia aumentó un 8,5% entre 2008 y 2016, según un estudio epidemiológico que se presentó ayer en una de las sesiones del 42° Congreso Argentino de Cardiología, que empezó ayer.
“Los resultados del estudio son preocupantes. Porque tener la presión arterial sin control por mucho tiempo implica un mayor riesgo de sufrir un ataque cerebrovascular, enfermedad de los riñones, infartos e insuficiencia cardíaca, que son trastornos que pueden conducir a la muerte”, explicó a Clarín Claudio Majul, que forma parte del comité organizador del congreso, y es integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Miguel González, presidente del comité científico del congreso y jefe de unidad coronaria del Sanatorio Finochietto, explicó que la hipertensión “se mide como la fuerza ejercida por el flujo de la sangre sobre las paredes de las arterias. Si da mayor o igual a 14/9 a lo largo de 3 mediciones correctas –con el paciente en reposo y tranquilo– se diagnostica la hipertensión arterial. Es una condición crónica pero que cuenta con tratamientos que permiten mantenerla bajo control”.
En 2008, los investigadores de la SAC habían impulsado el estudio -que llaman Renata (por las iniciales de Registro Nacional de Hipertensión Arterial) sobre prevalencia en Capital. Al año siguiente, sumaron a más personas de 7 provincias: el 33,5% de la población adulta sufría hipertensión. En 2015, se volvió a hacer el estudio, en colaboración con la Federación Argentina de Cardiología (FAC) en 18 provincias. Participaron 5931 mayores de 18 años. Para hacer el estudio Renata 2, que fue patrocinado por el laboratorio Gador y la empresa Nestlé, se puso una mesa en 25 filiales del Registro Nacional de las Personas. A cada participante, se le hizo una encuesta con consentimiento informado y se le preguntó por el nivel de consumo de sal. Le tomaron la presión arterial durante 3 veces, mientras la persona estaba sentada. Y le midieron el cuello y el perímetro abdominal. A los que ya sabían que sufrían hipertensión, le hicieron una encuesta sobre la adherencia al tratamiento. Todas esas mediciones y respuestas se compilaron y analizaron y arrojaron los resultados preocupantes.
Cuatro de cada 10 argentinos con hipertensión lo desconoce. Entre los que sí conocen, el 45% no está bajo tratamiento médico. Sólo el 24,2% tiene la enfermedad bajo control. Esa última cifra también llamó la atención. “La cantidad de hipertensos que tiene controlada la enfermedad bajó en un 8,7%”, advirtió Augusto Vicario, otro de los integrantes del equipo que hizo el estudio. Otros datos significativos es que la hipertensión está afectando a gente joven, pero que desconoce que tiene el problema. El 73,4% de los hipertensos menores de 35 años (que fueron detectados durante el estudio) desconocen la enfermedad, que se puede controlar con cambios en la alimentación, más actividad física y medicación. Hay que bajar el consumo de sal, comer más frutas y verduras, legumbres y pescado, y dejar de fumar tabaco.
Sin embargo, muchos de los que ya sabían que eran hipertensos no hacen caso a los consejos. Sólo el 50,4% de los hipertensos toman y siguen diariamente la medicación contra la hipertensión. Aunque saben que es su gran enemigo, los hipertensos que conocen su enfermedad agregan sal a la comida “siempre” en el 16,4% de los casos. Respondieron “raras veces” el 26,5% y “nunca” el 57,2 de los hipertensos. En este grupo de hipertensos, el 72% dijo que habían disminuido el consumo de sal en el último año.
Pero el cambio aún está pendiente. “Disminuir el consumo de sal puede reducir entre un 20 y un 30% la cantidad de eventos cardiovasculares, como infartos o ACV, Eso se logra quitando el salero de la mesa, reemplazando la sal al cocinar por otras especias que aporten sabor, y, primordialmente, consumiendo menos productos procesados y panificados, que son una de las principales fuentes de sodio en la dieta de los argentinos”, resaltó Gustavo Cerezo, ex presidente de la Federación Argentina de Cardiología y médico del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires.
¿Qué son los miniderrames cerebrales y cómo nos damos cuenta de ellos?
Se los llama accidentes isquémicos transitorios (AIT) y para muchos es una advertencia infalible.
Los AIT son más comunes de lo que se cree. Foto: Archivo / BBC
Para miles de personas, se trató del preludio de que en pocos meses sufrirían un derrame cerebral. Los síntomas son similares, pero menos intensos y duran poco tiempo: incluso es cuestión de unos minutos.
Se les llama accidentes isquémicos transitorios (AIT) y para muchos es una advertencia infalible.
De acuerdo con Harvard Health Publications, revista de la escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, padecer un miniderrame cerebral ha sido asociado con 12% a 20% de riesgo de tener un derrame cerebral en los siguientes tres meses.
«Cerca de 33% de las personas que han experimentado un AIT sufren de un derrame cerebral en el transcurso de un año», indica la publicación especializada.
«La cadena de sucesos que conducen a un AIT es básicamente la misma que lleva a un derrame cerebral», explica el doctor Louis Caplan en otro artículo publicado por Harvard Health Publications.
Esquivar la bala
«Una persona que tiene un AIT ha sufrido una isquemia pero consiguió ‘esquivar la bala’ porque no se produjo un daño perdurable en el cerebro. Pero las mismas causas subyacentes (de un derrame cerebral) todavía están presentes y es muy probable que provoquen un derrame cerebral en el futuro cercano», añade.
En un artículo científico publicado en 2009 por la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), el doctor Antonio Culebras asegura que el énfasis médico moderno es tratar un AIT con el mismo nivel de gravedad que se trata un derrame cerebral.
«Los pacientes deberían ser hospitalizados inmediatamente y recibir todo el seguimiento neurovascular. A los médicos se les dice que adopten la filosofía del servicio secreto: una amenaza es tan peligrosa como un ataque», escribió.
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que la mayoría de los pacientes que han sufrido uno o más miniderrames cerebrales tendrán un derrame cerebral en el futuro, aclara que una persona puede tener un derrame sin haber padecido de un episodio menor.
Caplan, profesor de neurología en el Centro Médico Beth Israel Deaconess, de la Universidad de Harvard, explica cada una de las palabras que componen el término médico:
Transitorio: «Son frecuentemente muy breves. Duran menos de una hora. De hecho, la mayoría se termina en unos pocos minutos»
Isquémico: «Los síntomas son el resultados de una obstrucción en el flujo sanguíneo»
Ataque: «Es un evento aislado»
Tanto pacientes como familiares deben estar atentos a las siguientes señales:
Fotos: Archivo / BBC
De acuerdo con la asociación británica dedicada a los derrames cerebrales, Stroke Association, un AIT es causado por una falta temporal de flujo sanguíneo al cerebro y se puede diagnosticar como si se tratara de un derrame cerebral, aunque los síntomas son solo temporales.
Según los expertos, hay que estar alerta a una debilidad repentina, que incluso dificulta caminar y a una sensación de confusión general. El presidente ejecutivo de Stroke Association, Jon Barrick, señaló que el riesgo de sufrir un derrame cerebral mayor aumentaba en los primeros días después de sufrir un AIT.
Para muchas personas «no se siente como si fuese una emergencia porque los síntomas son breves o leves», indicó en conversación con la BBC. «Nada es mínimo cuando hablamos de un miniderrame cerebral», añadió.
«Es una emergencia médica. Cuando los síntomas empiezan, debes llamar (al servicio de emergencia) y decir que estás sufriendo un derrame».
«Ignorancia»
El presentador de la BBC Andrew Marr, quien sufrió de un derrame cerebral en 2013, indicó: «Tuve dos miniderrames cerebrales antes de sufrir un derrame». «Fui una de las miles de personas que desestimó las señales de advertencia, simple ignorancia».
En 2012, en el Reino Unido, Nichola Farrelly presentó algunos de los síntomas de un miniderrame cerebral. Fue al médico pero no se le dio el seguimiento apropiado. Volvió a su casa y al día siguiente fue a trabajar.
«A las 8:45 de la mañana, tenía dolor de cabeza, empecé con la desorientación y con el mareo. Me iba sintiendo cada vez peor», recuerda en conversación con la BBC.
«Me llevaron a emergencias. Por no haber tenido el tratamiento correcto, desgraciadamente tuve un derrame». Por eso para Farrelly, es fundamental «leer» lo que nos dice el cuerpo, pues los síntomas están ahí para actuar.
En 1 de cada 4 pacientes los síntomas del ACV son transitorios: hay 17 mil casos al año
Por Florencia Cunzolo.
No dejan secuelas, pero deben recibir tratamiento inmediato. La cifra fue obtenida en el primer estudio epidemiológico realizado en el país para medir la incidencia de los ataques cerebrales.
Recibir atención en las primeras horas posteriores a la aparición de los los síntomas es clave.
Un dolor de cabeza repentino y muy severo, no sentido nunca antes. Debilidad en la mitad del cuerpo y pérdida de la visión de un ojo o ambos. Problemas para hablar o entender. Vértigo, falta de coordinación, inestabilidad. En uno de cada cuatro pacientes, esos síntomas del ataque cerebral son transitorios: duran pocos minutos y no dejan secuelas, pero deben ser tratados a tiempo para evitar que desemboquen en cuadros más graves. En Argentina ocurren 17.000 ataques isquémicos transitorios (AIT) al año y 58.000 ataques cerebrovasculares (ACV, ictus o stroke), según el primer estudio epidemiológico destinado a evaluar el número de casos que se producen en el país.
El Programa para la Evaluación Epidemiológica del Stroke en Tandil (PrEViSTA) puso durante dos años a los más de 120 mil habitantes de la ciudad situada a casi 400 kilómetros de la Capital debajo de una gran lupa. Todo paciente atendido en el único hospital público, las dos clínicas privadas o en alguno de los 10 centros ambulatorios por un ataque cerebral formó parte del exhaustivo registro. Veinte médicos (clínicos, neurólogos, cardiólogos) trabajaron en la pesquisa, que incluyó hasta contactos con las casas velatorias para determinar si personas que habían muerto en sus casas habían fallecido por esa causa: llamaban a los familiares y les hacían una “autopsia verbal”. Se ejecutaron campañas de concientización sobre el ACV en los medios y hasta con volantes que se repartían con la factura de electricidad. La ciudad es equivalente a gran parte del territorio argentino en la mayoría de los parámetros, por lo que los datos obtenidos pueden proyectarse a nivel nacional.
Los resultados fueron reveladores. “Hubo menos ACV de los que pensábamos, y muchos pero muchos accidentes isquémicos transitorios”, sostuvo en diálogo con Clarín Luciano Sposato, investigador principal del estudio quien, tras dirigir equipos en INECO y la Fundación Favaloro, se encuentra trabajando en el London Health Sciences Centre, en Ontario, Canadá. “Es la primera vez que se mide en una población cerrada la cantidad de casos y por lo tanto es la primera vez que se puede estimar cuántos hay en la población argentina. Hasta ahora estábamos ciegos, cualquier cálculo podría haber estado equivocado”, destaca el neurólogo argentino sobre la relevancia del trabajo que fue publicado en Stroke, la revista más prestigiosa sobre el tema.
El número de AIT que se producen anualmente en el país es de 37 cada 100 mil habitantes, casi tres veces mayor que los registrados en un estudio similar en Brasil (14 cada 100 mil). Un ataque transitorio irrumpe con los mismos síntomas que los de un ACV. Esos signos se prolongan por unos minutos (solo ocasionalmente duran horas) y no dejan lesiones cerebrales ni secuelas clínicas o funcionales. Sin embargo, eso no implica que no haya pasado nada. Son poderosos llamados de atención que conviene no desestimar. “De 100 personas que tienen un ataque transitorio, 10 van a tener un ACV en los próximos 30 días, de las cuales ocho lo van a tener en los dos días siguientes. Por eso es indispensable y fundamental consultar inmediatamente para hacer las investigaciones necesarias que permitan determinar por qué se produjo y empezar la prevención”, explicó Sposato. El 80% de su actividad clínica en Canadá es dentro de una clínica especializada en el tratamiento de pacientes con ataques transitorios.
Los factores de riesgo también son los mismos para ambos ataques. Determinar si en el origen del cuadro hay una fibrilación auricular o una enfermedad carotídea es clave. “También hay que ver si el paciente que sufrió un AIT tiene presión alta, si es dislipémico, si es sedentario, si lleva una dieta no balanceada, si tiene diabetes y trabajar sobre eso. Cosas sencillas que hacen a la prevención, que es donde la medicina debería enfocarse, porque el problema ya está instalado. Debemos movernos antes. Pero es complejo por las barreras en el acceso, que hacen que no todos lleguen a la salud de la misma forma”, añade Cecilia Bahit, jefa de Cardiología de INECO Neurociencia en Rosario y coautora principal del trabajo.
Mariano Coppola es uno de los cuatro neurólogos que hay en Tandil y estuvo encargado de liderar el equipo de médicos que recolectó los datos entre 2013 y 2015. “Está más que demostrado que contar con unidades de stroke para el tratamiento agudo y el seguimiento baja la mortalidad y la discapacidad, pero también está demostrado que lo mejor es no tener un ACV y es ahí donde la prevención primaria juega el rol más importante”, coincidió.
El ACV es la segunda causa de muerte en Argentina después de la enfermedad coronaria y la primera de discapacidad. Antes de PrEViSTA, la incidencia se estimaba en base a estadísticas internacionales y se hablaba de un caso cada cuatro minutos. El trabajo arrojó que se producen 76,5 ataques cerebrovasculares cada 100 mil habitantes al año, lo que da un total de 58.100 casos, uno cada nueve minutos, la mitad de lo que se creía. La cifra es considerablemente más baja que las registradas en Brasil (137) y Chile (94). Sobre los tipos: el 78% son isquémicos (causados por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral) y el 22% hemorrágicos (por sangrado), proporciones similares a las de Europa o Estados Unidos.
“Si bien registramos menos ACV que otras poblaciones latinoamericanas, hay mucho que hacer en cuanto a tratamiento porque la mortalidad sigue siendo alta”, analizó Bahit. Es que uno de cada cinco pacientes que sufre un ataque cerebrovascular muere dentro de los 30 días posteriores al evento. El isquémico es el que tiene mejor pronóstico.
Sposato acuerda en que lo positivo es que “sorpresivamente estamos mejor de lo que pensábamos porque hay pocos casos”. La reducción de algunos factores de riesgo como el agregar menos sal a las comidas y la caída en el número de fumadores, sumado a las campañas de concientización pueden haber incidido, especulan los especialistas. “La parte negativa está relacionada con la deficiente atención del AIT para evitar que se produzca un ACV y con que el tratamiento agudo está absolutamente abandonado en Argentina en cuanto a lo que es trombolisis intravenosa (una medicación que se aplica en las primeras horas posteriores al ataque), unidades de stroke y lo nuevo que es la trombectomía mecánica (la aspiración del trombo que obstruye la arteria)”.
Para el neurocirujano Pedro Lylyk, presidente de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral,“las autoridades sanitarias necesitan datos de la realidad argentina que les permitan desarrollar un plan nacional con unidades de ACV en todo el territorio (acá tenemos la primera unidad móvil de Latinoamérica) para que los tratamientos puedan administrarse en forma eficaz y en tiempo a toda la población». El director del Instituto Médico ENERI y Clínica La Sagrada Familia -que no participó de la investigación- concluyó que «este estudio constituye un buen punto de partida para la organización y distribución de los recursos en salud, debiendo ahora aunar los esfuerzos para bajar los tiempos para el tratamiento agudo. No olvidemos que tiempo es cerebro”.
Las cifras arrojadas por PrEViSTA ya son tomadas como referencia por la Organización Mundial de la Salud y el Instituto de Métricas en Salud de la Universidad de Washington.
Según la información difundida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inactividad física entraña un peligro cierto para la salud de las personas, particularmente entre los 30 y los 70 años de edad. Corroborando esa afirmación, numerosos estudios han estimado que, a nivel global, 3,2 millones de personas adultas mueren por esa causa, que ocupa el cuarto lugar entre los variados factores de riesgo que asedian la vida humana.
A estos datos internacionales corresponde agregar que investigadores argentinos han precisado recientemente que la falta de actividad es el antecedente que permite explicar el 17% de los fallecimientos por causas cardiovasculares ocurridos en nuestro país, ya sea por enfermedad coronaria o bien por accidentes cerebrovasculares (ACV) de los que fueron víctimas 7.278 personas en el transcurso del último año.
En este sentido, ha sido el equipo del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria, afiliado a la Universidad de Buenos Aires (UBA), el que ha destacado las dimensiones del problema en el ámbito nacional.
Por su parte, Rosana Poggio, cardióloga del Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para el Cono Sur, expuso los resultados del 41er. Congreso de la Sociedad Argentina de Cardiología con respecto a modos de prevenir males de esa especialidad que se cifran en ejercicios, como efectuar caminatas a paso rápido al menos durante cinco días por semana y media hora por cada una de ellas. La mayoría de las personas, sin embargo, no cumplen con ese ejercicio que demanda tan poco esfuerzo y que resulta sumamente beneficioso para la salud.
Eso ha llevado a que el 56% de los Estados que son miembros de la OMS promuevan medidas destinadas a reducir la inactividad física en un 10% en un plazo que alcanza al año 2025.
Es positivo poner en claro que la actividad aconsejada también se cumple a través del trabajo que demanda la acción, es decir, por medio de juegos y de actividades recreativas e, incluso, de la realización cotidiana de las tareas domésticas, diferenciadas de los ejercicios físicos, que constituyen un aspecto metódico, estructurado y repetitivo de la actividad física.
Los beneficios de la actividad física se traducen, además, en una mejora del sistema muscular, de la salud ósea y del funcionamiento cardiorrespiratorio, reduce los riesgos de la hipertensión y de las enfermedades coronarias, como también de caídas y fracturas que suelen resultar muy peligrosas cuando más avanzada es la edad, y es fundamental para el equilibrio energético y el control del peso.
Un aspecto del mundo actual adverso es que los niveles de inactividad han crecido, en tanto que en los países donde el aumento de los ingresos es mayor, se ha tornado más evidente. En esas sociedades, en que prevalecen las labores intelectuales y el sedentarismo, tanto en el trabajo como en el hogar, el 41% de los hombres y el 48% de las mujeres no realizan la actividad física necesaria para la buena salud.
El presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología, Roberto Pedro, hizo notar la falta de políticas sanitarias que muevan a la población. Para corregir esa falta, señaló la necesidad de que los profesionales de la salud, las asociaciones científicas y el mismo Estado trabajen en conjunto para reducir el problema del sedentarismo y mejorar la calidad y prolongación de la vida.
Corazones en riesgo: hacer poco ejercicio causa el 17% de las muertes
En la Argentina se evitarían más de 7.000 decesos anuales si los mayores de 30 años alcanzaran la meta mínima recomendada: media hora diaria.
Si cruzó la barrera de los 30 y le cuesta aunque sea salir a dar una vuelta a la manzana, quizás, al final de esta noticia, revise si no valdría la pena invertir por lo menos media hora del día en la salud de su corazón.
Investigadores argentinos acaban de estimar que hacer poca actividad física explica el 17% de las muertes por causas cardiovasculares en el país entre los 30 y los 70 años de edad. Eso equivale a 7.278 personas que murieron debido a la enfermedad coronaria o un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico y podrían haberlo evitado con sólo recibir a tiempo el consejo de hacer dos horas y media por semana de actividad física o una rutina aeróbica de intensidad moderada y cumplirlo.
El equipo del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), afiliado a la UBA, calculó la magnitud del problema con las estadísticas de salud nacionales. Rosana Poggio, cardióloga del Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para el Cono Sur (Cesacas) del IECS, presentó los resultados en el 41er Congreso de la Sociedad Argentina de Cardiología.
«Nuestro análisis sugiere que caminar por lo menos 30 minutos a paso rápido 5 días a la semana reduciría la mortalidad por enfermedad cardiovascular a cualquier edad, en particular en las mujeres y en la población menor de 70 años -indicó Poggio-. Nuestros resultados tienen implicancias en la salud pública y destacan la importancia de que las mujeres, en especial, estén más activas físicamente.»
Su equipo utilizó las cifras locales de mortalidad cardiovascular de mejor calidad disponibles, que son las de 2010, y la III Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2013. Luego, aplicó el método del Proyecto de Carga Global de la Enfermedad de la OMS para estimar las muertes que podrían haberse evitado en un año si los niveles de actividad física de la población fueran el mínimo recomendado (30 minutos/día) y el óptimo (1 hora/día) para cinco días a la semana, con una intensidad moderada, como andar en bicicleta o caminar con una marcha enérgica.
En el país, el 52,5% de los mayores de 30 hace menos de media hora diaria de actividad física. «Si esa población empezara a caminar 30 minutos diarios, cinco veces por semana, en 2010 se habrían evitado el 17% de las muertes por causas cardiovasculares. Es decir, 7.278 muertes», explicó Poggio.
¿Y qué pasaría si el 76,5%, que es la población que hace menos de una hora diaria de ejercicio alcanzara esa meta de 60 minutos, considerada el umbral que evita más muertes? Se podría prevenir, entonces, el 26% de los decesos por problemas cardiovasculares. En 2010, eso habrían sido 11.234 fallecimientos menos.
«La Argentina tiene altas tasas de inactividad física. La falta de tiempo libre es la excusa principal de los sedentarios. Por otro lado, los médicos no recomiendan el ejercicio como deberían hacerlo», opinó Roberto Peidro, vicepresidente de la Fundación Argentina de Cardiología.
En un comunicado, durante el congreso, el especialista opinó que el estudio «demuestra que el impacto del sedentarismo en la mortalidad por enfermedad cardiovascular es significativo» y enumeró los motivos de la baja actividad física en las mujeres: «Las múltiples ocupaciones (el trabajo y el hogar), la menor cantidad de tiempo que las niñas les dedican a los deportes en comparación con los niños y la dedicación al cuidado de la salud de la familia».
Michel Komajda, ex presidente de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por su sigla en inglés), elogió los resultados del estudio y recordó que está demostrado que la actividad física regular beneficia la salud cardiovascular. «Las conclusiones muestran que el bajo nivel de actividad física es común en la Argentina y que la actividad física regular previene muertes por causas cardiovasculares, en general relacionadas con la enfermedad coronaria más que con el ACV», indicó Komajda, que dirige el Programa de la ESC en la Argentina.
Peidro señaló que faltan políticas para alentar a la población a moverse más: «Las sociedades científicas, los profesionales de la salud y el Estado deben trabajar juntos para resolver el problema del sedentarismo y, así, mejorar la duración y la calidad de vida», indicó.
Afirman que la presión arterial normal debería ser más baja: el límite sería 12
Investigación realizada en Estados Unidos. Lo reveló en estudio con hipertensos mayores de 50. Así se podría reducir el riesgo cardíaco y de muerte.
La investigación comenzó en 2009, pero terminó un año antes de lo previsto. Los médicos que llevaron adelante el estudio (llamado SPRINT y apoyado por la máxima autoridad sanitaria de Estados Unidos) se proponían saber qué tan baja debe ser la presión arterial para obtener beneficios en la salud. La respuesta la hallaron antes de lo esperado y por eso dieron a conocer los resultados preliminares: según afirman, la presión arterial menor a 12 en mayores de 50 años que tienen presión alta, reduce significativamente el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular y baja el riesgo de muerte.
hipertensión arterial
Apoyados por el National Institutes of Health (NIH), los investigadores se propusieron examinar cómo impactaba en las enfermedades cardiovasculares y del riñón el hecho de mantener la presión de los pacientes en un nivel menor del que actualmente se recomienda. Para eso, ajustaron la medicación de 9.300 pacientes (mayores de 50 años hipertensos y, por eso, con un riesgo incrementado de tener una enfermedad del corazón o problemas de riñón) para que la mitad de ellos llegue a un objetivo de 12 y la otra mitad a un objetivo de 14. Según anunció el NIH mediante un comunicado, bajar la presión a 12 “reduce la tasa de eventos cardiovasculares, como ataque al corazón, falla cardíaca y ACV, a casi un tercio. Y reduce el riesgo de muerte a casi un cuarto, comparado con el objetivo de mantener la presión en 14 (140 milímetros de mercurio)”.
.
“La presión en la que hay menos complicaciones cardiovasculares en la población en general es 12/8. Cuando se supera los 14/9 ya hay hipertensión arterial. Ahora bien, entre un valor y otro existe lo que se conoce como pre-hipertensión o presión normal alta. Y en ese territorio, a nivel poblacional, aparecen mayores complicaciones”, introduce Fernando Filippini, presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial. “El estudio habla de llevar la presión a 12 en los mayores de 50 años. Yo diría que hay que ser muy cautelosos porque un anciano, por ejemplo, necesita cifras más elevadas porque si se le baja mucho la presión se puede reducir el flujo cerebral”. El estudio SPRINT no incluyó pacientes diabéticos y eso tiene una razón de ser: “En un paciente diabético con daño renal, el descenso excesivo de presión puede ser contraproducente. Es que al haber muy poca presión de sangre en un órgano deteriorado, la cantidad de sangre que lleva a filtrar puede ser menor”.
Tampoco incluyeron pacientes que habían tenido un accidente cerebrovascular antes o enfermedad renal. Alberto Villamil, jefe de hipertensión del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires y jefe de cardiología preventiva del Hospital Argerich, agrega: “Si hablamos de población sana, tener la presión en 12/8 es óptimo. Según los datos preliminares de este estudio, menos presión es favorable para la salud al haber menos daño de la pared de las arterias. Pero si tenemos una población vulnerable –infartados, con insuficiencia renal o personas que tuvieron un ACV– no necesariamente es bueno bajar tanto la presión. La presión es un instrumento para llevar sangre al tejido: si el paciente tiene sus arterias estropeadas y hay menos acceso de la sangre a ese tejido, un descenso muy marcado de la presión puede causar isquemia”. Estos parámetros, explica, están respaldados por las guías de la Sociedad Argentina de Cardiología y de la Sociedad Argentina de Hipertensión.
“Nuestras conclusiones aportan evidencia importante de que bajar la presión en pacientes mayores o de alto riesgo puede ser beneficioso y abrir el paso a mejores condiciones de salud en general”, dijo Lawrence Fine, director del Instituto Nacional de corazón, pulmón y sangre (NHLBI). “Pero los pacientes deberían hablar con sus médicos para determinar si esto es beneficioso para su caso en particular”. Eso es lo que sostienen los médicos argentinos: cada paciente deberá ser evaluado para saber a qué meta puede llegar.