Los Ataques isquémicos transitorios (AIT)
mayo 14, 2016 · Imprimir este artículo
En 1 de cada 4 pacientes los síntomas del ACV son transitorios: hay 17 mil casos al año
Por Florencia Cunzolo.
No dejan secuelas, pero deben recibir tratamiento inmediato. La cifra fue obtenida en el primer estudio epidemiológico realizado en el país para medir la incidencia de los ataques cerebrales.
Recibir atención en las primeras horas posteriores a la aparición de los los síntomas es clave.
Un dolor de cabeza repentino y muy severo, no sentido nunca antes. Debilidad en la mitad del cuerpo y pérdida de la visión de un ojo o ambos. Problemas para hablar o entender. Vértigo, falta de coordinación, inestabilidad. En uno de cada cuatro pacientes, esos síntomas del ataque cerebral son transitorios: duran pocos minutos y no dejan secuelas, pero deben ser tratados a tiempo para evitar que desemboquen en cuadros más graves. En Argentina ocurren 17.000 ataques isquémicos transitorios (AIT) al año y 58.000 ataques cerebrovasculares (ACV, ictus o stroke), según el primer estudio epidemiológico destinado a evaluar el número de casos que se producen en el país.
El Programa para la Evaluación Epidemiológica del Stroke en Tandil (PrEViSTA) puso durante dos años a los más de 120 mil habitantes de la ciudad situada a casi 400 kilómetros de la Capital debajo de una gran lupa. Todo paciente atendido en el único hospital público, las dos clínicas privadas o en alguno de los 10 centros ambulatorios por un ataque cerebral formó parte del exhaustivo registro. Veinte médicos (clínicos, neurólogos, cardiólogos) trabajaron en la pesquisa, que incluyó hasta contactos con las casas velatorias para determinar si personas que habían muerto en sus casas habían fallecido por esa causa: llamaban a los familiares y les hacían una “autopsia verbal”. Se ejecutaron campañas de concientización sobre el ACV en los medios y hasta con volantes que se repartían con la factura de electricidad. La ciudad es equivalente a gran parte del territorio argentino en la mayoría de los parámetros, por lo que los datos obtenidos pueden proyectarse a nivel nacional.
Los resultados fueron reveladores. “Hubo menos ACV de los que pensábamos, y muchos pero muchos accidentes isquémicos transitorios”, sostuvo en diálogo con Clarín Luciano Sposato, investigador principal del estudio quien, tras dirigir equipos en INECO y la Fundación Favaloro, se encuentra trabajando en el London Health Sciences Centre, en Ontario, Canadá. “Es la primera vez que se mide en una población cerrada la cantidad de casos y por lo tanto es la primera vez que se puede estimar cuántos hay en la población argentina. Hasta ahora estábamos ciegos, cualquier cálculo podría haber estado equivocado”, destaca el neurólogo argentino sobre la relevancia del trabajo que fue publicado en Stroke, la revista más prestigiosa sobre el tema.
El número de AIT que se producen anualmente en el país es de 37 cada 100 mil habitantes, casi tres veces mayor que los registrados en un estudio similar en Brasil (14 cada 100 mil). Un ataque transitorio irrumpe con los mismos síntomas que los de un ACV. Esos signos se prolongan por unos minutos (solo ocasionalmente duran horas) y no dejan lesiones cerebrales ni secuelas clínicas o funcionales. Sin embargo, eso no implica que no haya pasado nada. Son poderosos llamados de atención que conviene no desestimar. “De 100 personas que tienen un ataque transitorio, 10 van a tener un ACV en los próximos 30 días, de las cuales ocho lo van a tener en los dos días siguientes. Por eso es indispensable y fundamental consultar inmediatamente para hacer las investigaciones necesarias que permitan determinar por qué se produjo y empezar la prevención”, explicó Sposato. El 80% de su actividad clínica en Canadá es dentro de una clínica especializada en el tratamiento de pacientes con ataques transitorios.
Los factores de riesgo también son los mismos para ambos ataques. Determinar si en el origen del cuadro hay una fibrilación auricular o una enfermedad carotídea es clave. “También hay que ver si el paciente que sufrió un AIT tiene presión alta, si es dislipémico, si es sedentario, si lleva una dieta no balanceada, si tiene diabetes y trabajar sobre eso. Cosas sencillas que hacen a la prevención, que es donde la medicina debería enfocarse, porque el problema ya está instalado. Debemos movernos antes. Pero es complejo por las barreras en el acceso, que hacen que no todos lleguen a la salud de la misma forma”, añade Cecilia Bahit, jefa de Cardiología de INECO Neurociencia en Rosario y coautora principal del trabajo.
Mariano Coppola es uno de los cuatro neurólogos que hay en Tandil y estuvo encargado de liderar el equipo de médicos que recolectó los datos entre 2013 y 2015. “Está más que demostrado que contar con unidades de stroke para el tratamiento agudo y el seguimiento baja la mortalidad y la discapacidad, pero también está demostrado que lo mejor es no tener un ACV y es ahí donde la prevención primaria juega el rol más importante”, coincidió.
El ACV es la segunda causa de muerte en Argentina después de la enfermedad coronaria y la primera de discapacidad. Antes de PrEViSTA, la incidencia se estimaba en base a estadísticas internacionales y se hablaba de un caso cada cuatro minutos. El trabajo arrojó que se producen 76,5 ataques cerebrovasculares cada 100 mil habitantes al año, lo que da un total de 58.100 casos, uno cada nueve minutos, la mitad de lo que se creía. La cifra es considerablemente más baja que las registradas en Brasil (137) y Chile (94). Sobre los tipos: el 78% son isquémicos (causados por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral) y el 22% hemorrágicos (por sangrado), proporciones similares a las de Europa o Estados Unidos.
“Si bien registramos menos ACV que otras poblaciones latinoamericanas, hay mucho que hacer en cuanto a tratamiento porque la mortalidad sigue siendo alta”, analizó Bahit. Es que uno de cada cinco pacientes que sufre un ataque cerebrovascular muere dentro de los 30 días posteriores al evento. El isquémico es el que tiene mejor pronóstico.
Sposato acuerda en que lo positivo es que “sorpresivamente estamos mejor de lo que pensábamos porque hay pocos casos”. La reducción de algunos factores de riesgo como el agregar menos sal a las comidas y la caída en el número de fumadores, sumado a las campañas de concientización pueden haber incidido, especulan los especialistas. “La parte negativa está relacionada con la deficiente atención del AIT para evitar que se produzca un ACV y con que el tratamiento agudo está absolutamente abandonado en Argentina en cuanto a lo que es trombolisis intravenosa (una medicación que se aplica en las primeras horas posteriores al ataque), unidades de stroke y lo nuevo que es la trombectomía mecánica (la aspiración del trombo que obstruye la arteria)”.
Para el neurocirujano Pedro Lylyk, presidente de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral,“las autoridades sanitarias necesitan datos de la realidad argentina que les permitan desarrollar un plan nacional con unidades de ACV en todo el territorio (acá tenemos la primera unidad móvil de Latinoamérica) para que los tratamientos puedan administrarse en forma eficaz y en tiempo a toda la población». El director del Instituto Médico ENERI y Clínica La Sagrada Familia -que no participó de la investigación- concluyó que «este estudio constituye un buen punto de partida para la organización y distribución de los recursos en salud, debiendo ahora aunar los esfuerzos para bajar los tiempos para el tratamiento agudo. No olvidemos que tiempo es cerebro”.
Las cifras arrojadas por PrEViSTA ya son tomadas como referencia por la Organización Mundial de la Salud y el Instituto de Métricas en Salud de la Universidad de Washington.
Fuente: clarin.com, 14/05/16.
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