¿Deberían quebrar los grandes bancos?

septiembre 6, 2012

¿Deberían quebrar los grandes bancos? ¿Sí, o tal vez?

 

El futuro de la industria financiera parecía más bien cosa del pasado durante la entrevista emitida por la CNBC con el ex presidente de Citigroup, Sanford «Sandy» Weill, el mes pasado. Lo que sorprendió a los espectadores fue el aparente cambio de postura de Weill, el arquitecto detrás de la fusión, en 1998, de Citigroup y de Travelers Group que, en aquella época, era dueño del banco de inversiones Solomon Smith Barney. La fusión violaba la Ley Glass-Steagall— y, en última instancia, contribuyó a su revocación. La ley, que se remonta a los tiempos de la Gran Depresión, exigía la separación rigurosa entre bancos que trabajan con depósitos y bancos que invierten en los mercados de capitales.

Las instituciones que operan con depósitos deberían continuar desempeñando el mismo papel que desempeñaban en la época de Glass-Steagall, dijo Weill. «Los bancos deberían ser instituciones de depósitos, conceder préstamos personales e inmobiliarios. Ellos deberían hacer cosas que no fueran poner en riesgo el dinero del contribuyente y que no los dejaran en una posición de ser ‘demasiado grandes para caer'». Él coincide en señalar que los bancos comerciales tienen el derecho de protegerse de los riesgos de las inversiones hechas, con tal de que los ajustes diarios de los activos al valor de mercado restrinjan la posibilidad de riesgos exagerados.

Weill propuso también la creación de un segundo nivel de instituciones financieras que estimulen el riesgo y estén preparadas para lidiar con las consecuencias. «El sistema bancario necesita ser creativo, como siempre lo fue, de manera que la industria financiera consiga atraer a los jóvenes más capaces y brillantes, tal y como sucede en el Valle del Silicio, porque sólo así habrá innovación y espíritu emprendedor, elementos imprescindibles del sector. Es imposible un mundo en que no se pueda errar».

Un mea culpa sincero o un esfuerzo disimulado para llamar de nuevo la atención, el hecho es que Weill, con los comentarios que hizo, reconoce la derrota del gran experimento detrás de las instituciones consideradas demasiado grandes para caer. Depósitos, corretaje de títulos, operaciones de inversiones y contratación de seguros tal vez no quepan bajo el mismo paraguas.

Según numerosos analistas, los comentarios de Weill apuntan hacia un cambio mucho mayor. «Hay un coro creciente de voces en el sector financiero pidiendo la división de los grandes bancos, por lo tanto Weill no está sólo», observa Phil Angelides, ex presidente de la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera constituida por el Congreso. «Ya no se trata de un pequeño movimiento». La lista incluye por lo menos tres ex consejeros delegados de grandes bancos y firmas de valores, parlamentarios republicanos y demócratas que votaron por la disolución de Glass-Steagall, diversos líderes y gobernadores, del pasado y del presente, un ex presidente y un miembro actual del FDIC, un ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional, un candidato republicano a la presidencia y el presidente del Banco de Inglaterra.

Angelides dice que cuando la comisión terminó su trabajo, en enero de 2011, él aún creía que las grandes instituciones financieras se podían regular, con tal de que fueran bien gestionadas y trabajaran con las restricciones correctas. Él cambió de opinión después de los recientes cataclismos —especialmente después del reciente escándalo del LIBOR— que mostraron cómo los bancos gigantescos distorsionan o violan reglas de forma impune, incluso cuando están sujetos a un escrutinio regulatorio severo. «Llegué a la conclusión de que son demasiado grandes para caer, demasiado grandes para ser gestionados y demasiado arriesgados», dice Angelides. «Distorsionan terriblemente los mercados y la democracia».

No tan rápido

La crisis financiera, que continúa en evolución, acabó con cualquier expectativa vinculada a la abolición de Glass-Steagall y la aprobación de la Ley de Modernización de los Servicios Financieros de 1999, que abrió las puertas para la reintegración de los bancos de inversiones y bancos comerciales en EEUU. «Estamos hoy aquí para impugnar la ley Glass-Steagall, porque hemos aprendido que el Gobierno no es la respuesta», dijo en una ocasión el ex senador por Tejas, Phil Gramm, uno de los patrocinadores de la Ley de Modernización de Servicios Financieros. «Aprendimos que libertad y competencia son la respuesta. Aprendimos que el crecimiento económico y la estabilidad vendrán con competencia y libertad». (Gramm mostró poco después su fe en la competencia al cambiar el Senado por la vicepresidencia de una institución de servicios financieros globales).

Mauro Guillén, profesor de Gestión de Wharton, está del lado de los que hoy piden la separación entre bancos de inversiones y bancos comerciales. Guillén dice que desconfía de los motivaciones que hay detrás de la construcción de instituciones financieras de mayor tamaño, sistémicamente importantes. A medida que esas instituciones crecen, conceden prestigio y remuneración desproporcionados a sus ejecutivos más importantes, para no hablar del riesgo financiero desmesurado para los depositantes, inversores y contribuyentes. Pero Guillén también advierte de que es preciso cautela para el desmantelamiento apresurado de instituciones demasiado grandes. Es posible que operen en jurisdicciones sujetas a un único órgano regulador, a diferencia de lo que ocurre en EEUU, donde la disputa por el control entre el Estado y las agencias federales tuvo como resultado una carrera regulatoria en dirección al fondo del pozo. Después de que los legisladores modernizaran el sistema bancario en 1999, no consiguieron hacer lo mismo con los órganos reguladores, señala Guillén. Aunque se hayan acelerado las fusiones y las consolidaciones en la industria financiera, la regulación sigue fracturada. «Pasados tres o cuatro años, la confusión era tanta que los bancos se preguntaban quienes eran responsables de la regulación de sus operaciones», dice Guillén. «En otras palabras, ellos podían escoger la regulación que quisieran». El riesgo se trasladó a donde el Gobierno estaba en menos condiciones de lidiar con él, una norma llamada con frecuencia «Ley de Stanton».

Si queremos que haya instituciones financieras sistémicamente relevantes, dice Guillén, es preciso escoger una única autoridad de supervisión dotada de amplios poderes. Los bancos universales pueden operar con éxito en diversos servicios financieros, dice él, si un órgano regulador fuerte tuviera la palabra final sobre lo que las instituciones pueden y no pueden hacer. Ese mensaje aún no ha quedado lo suficiente claro para los legisladores americanos. «Cuando un banco hace diez tipos de servicios financieros diferentes, él no necesita más regulación; necesita un regulador único». La Ley Dodd-Frank de Protección al Consumidor y de Reforma de Wall Street, aprobada por el presidente Obama en 2010, «concede más poder a la Fed, al Tesoro y a otras agencias con autoridad sobre instituciones financieras sistémicamente importantes. Pero, debido a la oposición política, ninguna de ellas tiene plenos poderes».

Ese es el caso de Canadá, dice Guillén, donde cinco bancos universales muy grandes se escaparon de las consecuencias más devastadoras de la crisis financiera. Él atribuye eso a la existencia de un único órgano regulador en el país — la superintendencia de instituciones financieras— cuya autoridad permite forzar a los bancos a cumplir con un conjunto sólido de reglas. «Esa autoridad no existe en EEUU», dice Guillén. De la manera actual, el sistema financiero continúa siendo vulnerable al choque sistémico.

La culpa de los problemas que enfrentan las instituciones financieras gigantescas reside en el tamaño y en la complejidad pura y simple de la unión de los bancos comerciales con los bancos de inversiones, dice Richard Herring, profesor de Finanzas de Wharton. «Permitimos que los bancos comerciales, bancos de inversiones y algunas compañías de seguros llegaran al tamaño que hoy tienen en gran medida gracias a fusiones aprobadas por los órganos reguladores y, en algunos casos, subsidiados por ellos. Ninguna de esas mega instituciones llegaron a lo que son hoy a través de un mero crecimiento orgánico». En el proceso, tuvieron que transformar una diversidad de culturas, servicios, motivos y exigencias regulatorias en instituciones financieras homogéneas, un proceso que puede llevar años en el mejor de los casos.

Más de una manera de caer

Herring cuestiona lo que él llama «visión nostálgica», es decir, la idea de que permitir a los bancos comerciales la realización de operaciones de inversiones habría sido la causa de la reciente crisis que sacudió el sistema financiero. Los bancos también pueden quebrar a la vieja usanza, dice él, haciendo malos préstamos. Presionado por préstamos inmobiliarios comerciales desastrosos, Citibank prácticamente quebró en 1991, mucho antes de tener un banco de inversiones. El riesgo de crédito ha adquirido una forma diferente esta vez, sobre todo de préstamos subprime concedidos a los dueños de inmuebles; sin embargo, dice Herring, se trataba básicamente del mismo problema. Las concentraciones excesivas de riesgo de crédito no eran monitorizadas, administradas o comprendidas de la forma adecuada.

Además, los bancos exclusivamente de inversiones pueden ofrecer riesgos aunque no trabajen con depósitos. «Ninguno de los cinco grandes bancos de inversiones que perdimos tenían un volumen de depósitos significativos», dice Herring. El que se creía que no tenía ninguna importancia sistémica, Lehman Brothers, provocó un caos global instantáneo después de que los reguladores dejaran que cayese. Está claro que el tamaño importa, observa Herring, pero no es un dato tan crítico para el funcionamiento de los mercados de capitales y de la interconectividad. Ese conocimiento estaba implícito en la decisión del Gobierno de rescatar a AIG, a pesar de que la empresa tuviera un volumen insignificantes de depósitos.

«Es verdad que siempre existieron economías de escala y de alcance genuinas», observa Herring, «basadas en gran medida en el enorme coste fijo de la tecnología de la información y, en un grado menor, en el cultivo de una imagen de marca fuerte». Pero cualquier modelo de industria financiera debe valorar las ganancias potenciales que las economías de escala proporcionan en relación a los posibles costes. Herring cita los desafíos de supervisar o gestionar instituciones grandes y complejas y el impacto sobre la sociedad de una gestión inadecuada. Las deseconomías de escala se caracterizan, entre otras cosas, por los aumentos desproporcionados de los costes fijos administrativos, problemas de intermediación en los sistemas de remuneración y complejidad administrativa pura y simple. Las grandes instituciones son inherentemente burocráticas y menos ágiles que las empresas de pequeño tamaño. Las deseconomías de alcance, dice él, traen consigo la tentación de los subsidios cruzados de productos y servicios por medio de un mercado de capital interno menos eficiente que los mercados externos, con mayor opacidad de inversores y costes derivados de la necesidad de asegurar al consumidor que los conflictos de intereses serán administrados de manera eficaz.

Aunque ofrezcan dificultades, tamaño y complejidad en un grado más elevado, pueden ser administrados, dice Herring. En realidad, tal vez no haya otra manera de deshacer esas instituciones sin someterlas a una ruptura nociva, dice. «Varias de ellas cuentan con miles de subsidiarias en numerosos países. Es inconcebible que puedan ser sometidas a un procedimiento de suspensión de pagos organizado». En 1988, las cinco principales instituciones financieras de EEUU controlaban un 8% de los activos bancarios; hoy, controlan un 16%. «Eso debería estar prohibido».

En vista de una concentración tan elevada, parece no haber salida. ¿Qué se puede hacer en ese caso?, se pregunta Herring. La herramienta más útil hasta el momento es la exigencia del Gobierno que toda institución financiera sistémicamente importante cree un plan organizado de solución rápida de desmantelamiento en situaciones de presión excesiva. Una primera ronda de planes se ha presentado en julio. «Tenemos indicaciones de que el simple proceso de elaboración de esos planes hizo que algunas instituciones procedieran a una limpieza de sus estructuras demasiado complejas», dice Herring. «La respuesta a esa ronda será crítica», añade. «¿Los órganos reguladores contarán con el apoyo político y el coraje de exigir que instituciones financieras excesivamente grandes y complejas simplifiquen y ajusten su tamaño a dimensiones administrables?»

Mientras, eventos y tendencias específicos continúan poniendo en peligro el sistema bancario, advierte Guillén en un reciente artículo titulado «Los bancos perdieron la credibilidad», publicado en Korea Times. Él cita, de forma específica, la manipulación del LIBOR, lavado de dinero y las pérdidas persistentes de los bancos derivadas de las malas inversiones. «Todo eso acaba con la confianza en los bancos, multiplica las solicitudes de mayor regulación y lleva al público en general a ver con escepticismo y sospecha a los bancos, los profesionales de la institución y sus motivos», observa Guillén. «Bancos sospechosos son la última cosa que necesitamos si queremos vencer la crisis actual».
Fuente: Wharton Universia, 05/09/12.

 

Too big to fail

 

Más información:
https://www.economiapersonal.com.ar/2012/06/16/las-grandes-perdidas-de-jp-morgan/
https://www.economiapersonal.com.ar/2011/05/04/la-reforma-financiera-en-estados-unidos/  

Las grandes pérdidas de JP Morgan

junio 16, 2012

Las grandes pérdidas de JP Morgan: Por qué los bancos aún no han aprendido la lección

 

Cuando JP Morgan Chase anunció unas pérdidas de US$ 2.000 millones hace algunas semanas, muchos lo interpretaron como una señal de advertencia, un aviso de que las prácticas adoptadas por grandes instituciones financieras aún pueden, a pesar de las lecciones que ha enseñado la crisis financiera, producir una combinación tóxica. Los legisladores continúan debatiendo cuál sería la mejor manera de atenuar el riesgo sistémico causado por instituciones financieras «demasiado grandes para caer», ya que los grandes bancos son aún mayores desde el inicio de la crisis. ¿Y si varios bancos entraran en una crisis profunda al mismo tiempo? ¿La repercusión de eso podría llevarse por delante a los inocentes, tal y como pasó hace algunos años?

 

 

Cuando JP Morgan Chase, el pasado 10 de mayo, anunció pérdidas del orden de US$ 2.000 millones, algunos analistas se preguntaron: «¿Qué importancia tiene?» Aunque las pérdidas parezcan rondar los US$ 3.000 millones y, según algunas estimaciones, es posible que lleguen a US$ 5.000 millones o más, eso no es más que calderilla para ese banco enorme, que está bien y generando dinero.

Incluso la operación comercial que generó pérdidas para el banco está, en general, en azul. ¿Las pérdidas no forman parte del juego? ¿Por qué unas pérdidas así serían tan importantes si están compensadas por las ganancias obtenidas con otras transacciones? El problema, dice Scott E. Harrington, profesor de Seguros y Gestión de Riesgo de Wharton, es que las pérdidas de JP Morgan ocurrieron en un momento muy delicado. «Mi primera reacción ante las pérdidas de US$ 2.000 millones es que no es más que una tempestad en un vaso de agua», dice Harrington. Pero examinando mejor después lo ocurrido, me dí cuenta de que las pérdidas del banco suscitaban cuestiones muy serias sobre el tipo de riesgo que los bancos estaban asumiendo. «Los incentivos animan los riesgos», dice, argumentando que las instituciones bancarias aún pueden incurrir en riesgos muy serios cuatro años después de la explosión de la crisis financiera».

Las pérdidas específicas de JP Morgan en el caso citado serán fácilmente absorbidas por él, sin embargo el momento en que ocurre tiene serias consecuencias, porque tiene lugar en un momento en que los órganos reguladores están introduciendo la regla Volcker», observa Krista Schwarz en referencia a una regulación, aún no finalizada, que restringiría el derecho de los bancos a especular con su propio dinero. Los legisladores continúan debatiendo cuál sería la mejor manera de atenuar el riesgo sistémico causado por instituciones financieras «demasiado grandes para caer», ya que los grandes bancos son aún mayores desde el inicio de la crisis. Los órganos reguladores continúan formulando las reglas requeridas por la Ley Dodd-Frank, de 2010, de Protección y Reforma de Wall Street. Además, este es un año de elecciones presidenciales en que los dos candidatos y sus partidos pelean por una estrategia que incentive el crecimiento y evite el riesgo indebido. «El contexto político, creo yo, aumentó en los medios el efecto de ese incidente en particular además de su significado real», observa Harrington.

Muchos lo interpretaron como una señal de advertencia, un aviso de que las prácticas adoptadas por grandes instituciones financieras aún pueden, a pesar de las lecciones que ha enseñado la crisis financiera, producir una combinación tóxica. Si un banco puede darse al lujo de tener unas pérdidas de US$ 2.000 millones, ¿podrían tener unas pérdidas de US$ 20.000 millones? ¿De US$ 200.000 millones? ¿Y si varios bancos entraran en una crisis profunda al mismo tiempo? ¿La repercusión de eso podría llevarse por delante a los inocentes, tal y como pasó hace algunos años?

«Creo que la lección más importante que ese episodio de JP Morgan tiene que transmitir es que es difícil controlar el riesgo», señala Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton. «Además, aunque la pérdida en cuestión pueda absorberla el banco, queda la pregunta: ¿cuál es el tamaño de las pérdidas que es capaz de absorber? ¿Podría, por ejemplo, una institución de gran tamaño venirse abajo a causa de unas pérdidas así?

¿Dónde nos llevará la regla Volcker?

Las especulaciones arriesgadas y con montantes elevados han jugado un papel fundamental en la crisis financiera. El objetivo de reformas como la que fue propuesta por el proyecto de ley Dodd-Frank pretende cohibir estas prácticas. JP Morgan dice que las operaciones en cuestión formaban parte de una estrategia de hedging o cobertura cuyo objetivo era reducir el riesgo, y no especular, pero lo ocurrido muestra que incluso el hedging puede salir mal. El banco no divulgó detalles de su estrategia. Las operaciones de hedging tienen como objetivo reducir el riesgo, y no ganar dinero. En su forma más simple, un inversor con 100 acciones podría comprar una opción de venta confiriendo a su propietario el derecho de venderla a un determinado precio durante un cierto periodo, dándole garantías contra posibles pérdidas si el precio de la acción cayese.

En otro caso, un banco que haga un préstamo a una empresa podría comprar opciones de venta de las acciones de la compañía, o un credit default swap (CDS), que es un tipo de seguro contra el impago de una deuda específica. Si la empresa fallase y no pagase el préstamo contratado, la opción de venta o CDS generaría un beneficio que compensaría lo ocurrido. «Ese es un tipo de hedge simple y fácil de entender», dice Itay Goldstein, profesor de Finanzas de Wharton.

La regla Volcker se creó para permitir hedgings de ese tipo, y para dirigir buena parte de ellos hacia opciones y otros tipos de derivados negociados en bolsa, permitiendo que sus valores sean fácilmente monitorizados. En la crisis financiera, muchas instituciones del sector recurrieron a derivados específicos, creados a medida, que eran difíciles de entender y de estimar.

Pero la regla Volcker aún no ha entrado en vigor. En junio se tienen que divulgar algunas de sus cláusulas principales. Las grandes instituciones financieras —principalmente JP Morgan y su presidente y consejero delegado, Jamie Dimon— han estado llevando a cabo fuertes presiones a favor de reglas más flexibles para el hedging bajo la alegación de que restricciones demasiado severas elevarán los costes de las operaciones, reducirán la competitividad internacional de los bancos americanos e impedirán que ellos ofrezcan productos y servicios indispensables. «Jamie Dimon fue una de las principales voces en defensa del relajamiento de la regla Volcker, ya que ella reduce el retorno sobre el patrimonio de JP Morgan», observa Schwarz.

La gran pérdida que el banco tuvo está asociada al tipo de hedging que Dimon quiere permitir, hedging contra toda una cartera de activos, y no contra cada una de ellas de forma individual. «Hacer hedging de activo por activo es más caro y más complicado», destaca Goldstein. «A veces, cuando se tienen varios activos que pueden apreciarse o depreciarse, es más fácil protegerlos con un valor mobiliario o un índice complejo, o con alguna cosa parecida, tal y como hizo JP Morgan». Los partidarios del hedge de cartera dicen que mantiene la atención del banco hacia lo que interesa: el comportamiento de la cartera en general, lo que comprende una serie de riesgos, ya que las condiciones de mercado afectan a los activos de diferentes modos. Puede ser que no haya necesidad, por ejemplo, de hedges individuales para dos activos diferentes ya que, bajo ciertas condiciones, un activo podrá apreciarse mientras el otro se depreciará. En ese caso, los dos activos se protegerían entre sí.

Pero cuando una cartera contiene una cantidad muy grande de diferentes acciones, títulos, commodities y derivados, se vuelve muy difícil predecir de qué manera se comportará todo el conjunto. Los empleados de JP Morgan, según Dimon, crearon posiciones hedge «precarias» que no estaban a la altura de los riesgos.

Mientras más compleja es la cartera de hedge, más difícil será, sin lugar a dudas, que los instrumentos de hedging se muevan adecuadamente en correlación con los activos, dice Harrington. «Se vuelve más difícil conseguir un hedging más eficaz».

«Creo que el verdadero problema no consiste en la pérdida, sino en lo que él nos dice sobre la gestión de riesgo, incluso en los bancos mejor administrados, como es el caso de JP Morgan», añade Allen. «Ellos parecen simplemente incapaces de poner a funcionar un sistema que gestione bien los riesgos. Aunque no tengamos las informaciones necesarias, parece que lo ocurrido fue más una operación especulativa que un hedge. Debía haber sido frenado antes de adquirir esas dimensiones, pero eso no fue lo que sucedió».

Como el hedge de cartera es mucho más difícil de entender, se puede usar para encubrir operaciones enfocadas específicamente en la especulación, observa Schwarz. «La idea de un hedging de cartera representaría una brecha en la regla Volcker que permitió de hecho a los bancos comerciales proseguir con sus operaciones especulativas», explica Harrington. «Entre las varias posiciones a que el banco puede recurrir, es posible detectar alguna que pueda ser caracterizada como hedging de cartera, pero que no es hedging de hecho».

Mientras más cambian las cosas…

Si los operadores no consiguen predecir exactamente cómo se comportará el hedge, ¿cómo se espera que los órganos reguladores puedan hacerlo? «El problema es que aún no sabemos exactamente lo que sucedió», dice Allen. «No hay duda de que el hedging de cartera es una operación compleja».

Otra dificultad: el factor humano. Un reportaje de New York Times mostró en detalle las peleas encarnizadas entre los empleados de JP Morgan en Nueva York y Londres en un periodo en que el jefe del grupo estuvo alejado debido a una enfermedad. Ni incluso el mejor sistema de gestión de riesgo está inmune a los desvíos provocados por el error humano.

El caso de JP Morgan también llama la atención sobre la cuestión de las instituciones más grandes e influyentes que acaban por obligar al Gobierno a socorrerlas con fondos financiados por el contribuyente para evitar pérdidas demasiados grandes en los casos en que la situación está fuera de control. Esa fue una de las dificultades de la crisis financiera y ahora, a causa de la consolidación ocurrida después de ella, las instituciones de gran tamaño son aún mayores. «En un cierto sentido, JP Morgan muestra que tal vez las cosas no hayan cambiado tanto después de la crisis financiera», observa Goldstein.

Las empresas que cuentan con la ayuda de emergencia están más inclinadas a incurrir en riesgos, dice Goldstein, refiriéndose al proceso llamado «riesgo moral». La ley Dodd-Frank, aunque sea un intento de reducir los riesgos en el sistema, en realidad consagra el proceso de auxilio al fijar los pasos que deben ser dados por el Gobierno, añade Harrington. Él llega, inclusive, a extender el proceso a otros tipos de institución considerados «sistémicamente significativos», en una reacción al papel desempeñado en la crisis por American International Group., básicamente una compañía (holding) de seguros de gran tamaño.

«Es ingenuo creer que, de algún modo, no importa cuál sea el caso, la ley Dodd-Frank ha resuelto el problema de las empresas demasiado grandes para caer», dice Harrington. «En realidad, creo que esa ley, de la manera en que fue formulada, va a acabar aumentando el problema».

«Eso parece un recordatorio de la necesidad de regulación», observa Schwarz. «JP Morgan está protegido de forma explícita por la Reserva Federal y todo el mundo sabe que éste jamás permitiría su suspensión de pagos».

«Eso sirve de estímulo al banco para que corra riesgos extremos, ya que puede lucrarse con lo que hay de positivo en ellos a costa de un riesgo modesto en lo que ese tipo de operación tiene de desventajoso», añade Schwarz en referencia a las apuestas en eventos improbables. «En aquella ocasión, la pérdida fue administrable, pero en la próxima podrá no serlo […] Los modelos que las instituciones crean para medir su riesgo nunca funcionan de forma debida en el caso de riesgos extremos, porque se trata de eventos raros y ninguna crisis es exactamente igual a otra. JP Morgan siempre estuvo a la vanguardia de la gestión de riesgos, y el episodio en cuestión es sólo un aviso más de que esos modelos fallan cuando son más necesarios».

Aunque sea imposible garantizar que jamás habrá otra crisis financiera, es posible hacerlas menos severas y frecuentes, añade Schwarz. «La aplicación de la ley Volcker de forma más rigurosa sería una excelente ayuda», dice ella. «Esto sería un obstáculo para la rentabilidad de los grandes bancos comerciales, sin embargo otras instituciones financieras se beneficiarían de eso, haciendo que el sistema financiero fuera más estable. La pérdida de JP Morgan tal vez haya ocurrido en un buen momento, ya que puede hacer que los órganos reguladores trabajen con una versión más severa de la regla Volcker».

Una industria construida sobre el riesgo

Durante la crisis financiera, hubo numerosos ejemplos de incentivos que llevaron a los operadores, profesionales responsables de la concesión de préstamos y gerentes de riesgos a incurrir en riesgos excesivos como, por ejemplo, pagos vinculados a resultados de corto plazo. El caso de JP Morgan muestra que los incentivos tal vez continúen siendo un problema, dice Goldstein. «Queda por saber si aprendieron o no algo del mercado», dice él. «No estoy tan seguro de ello».

Pocos de los que incurrieron en los riesgos excesivos responsables de la crisis fueron penalizados severamente, resalta Goldstein. Ningún alto ejecutivo fue a la cárcel, y muchas empresas que corrieron riesgos, aunque perjudicadas financieramente, continuaron siendo saludables. «A fin de cuentas, muchas de ellas están en buena forma […] Y varias no aprendieron la lección que creemos que debían haber aprendido. Tal vez, en parte, el problema sea ese».

Exigir a las empresas que tengan un volumen mayor de capital propio haría que los accionistas sufrieran las consecuencias cuando la empresa se viera afectada por riesgos demasiado grandes, dando así un incentivo a los accionistas para que frenaran el comportamiento excesivamente arriesgado, observa Allen.

«Es necesario que un volumen mayor del dinero de los accionistas esté sujeto al riesgo», añade Harrington, argumentando que las exigencias de capital necesitan ser «sustancialmente más elevadas» que las especificadas por las propuestas actuales de los acuerdos internacionales de Basileia III. Además, dice Goldstein, las empresas deberían ser obligadas a adoptar provisiones de reembolso en los contratos de salarios, de manera que los individuos tuvieran que echar mano del salario en caso de que las decisiones tomadas por ellos tuvieran un desenlace negativo de forma posterior.

Otra opción, según Harrington, sería volver a algo parecido a La Ley Glass-Steagall, que de 1933 a 1999 estableció una separación rigurosa entre los bancos de inversiones, que debían correr riesgos, y los bancos comerciales, que deberían ser relativamente seguros y, por lo tanto, tenían el apoyo del Gobierno bajo la forma de garantías y depósitos del FDIC [Sociedad Federal de Seguro de Depósitos]. Como todavía quedan por escribir muchas normas de la ley Dodd-Frank y ponerlas en práctica, habrá, sin duda alguna, un debate considerable en torno al significado de las pérdidas de JP Morgan, sobre todo a medida que más detalles de las operaciones de la empresa salgan a relucir. Los grandes bancos, sin embargo, cuentan con mucha gente que los apoya y que se preocupa por el hecho de que el exceso de regulación sofoque el crecimiento y la competitividad.

Según Allen, la industria financiera ha intentado replantear los incentivos para desestimular el riesgo excesivo. Se trata, sin embargo, de una ley de difícil equilibrio, ya que correr riesgos es parte indispensable del negocio, o no habría préstamo alguno. «La industria se ha esforzado», dice. «No creo que haya sido totalmente exitosa aún, y no sé si algún día lo será. Es previsible que una institución tenga sistemas para evitar ese tipo de riesgo, pero parece que no es ese el caso», añade Allen. «Y por ese motivo, entre otros, necesitamos un capital de protección».
Fuente: Wharton Universia, 13/06/12.
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Ley Dodd-Frank

La Ley Dodd-Frank (Ley de Protección al Consumidor y Reforma de Wall Street: Dodd-Frank), es una ley firmada por el Presidente Barack Obama el 21 de julio de 2010, que promueve la estabilidad financiera de los Estados Unidos a través de medidas que proporcionen transparencia y estabilidad en el sistema financiero.  Uno de los principales componentes de la Ley, es la división entre las funciones de los bancos comerciales y los bancos de inversión.

La Ley contiene 2,319 páginas, que conforman un marco jurídico y financiero para evitar crisis financieras por medio de una serie de medidas. Son aproximadamente  11 diferentes agencias gubernamentales que se encargan de poner en práctica las regulaciones establecidas en la Ley.

La Ley Dodd-Frank fue propuesta por el representante a la cámara Berney Frank y el presidente del comité del sector bancario del senado, el senador Chris Dodd. Es considerado el plan más agresivo desde la Gran Depresión para regular el sistema bancario de los EE.UU.

Se conoce en inglés como: Dodd-Frank Act.

Too Big To Fail

La investigación sobre el J.P. Morgan Chase & Co.

junio 2, 2012

Se amplía la investigación sobre J.P. Morgan

Por Jean Eaglesham y Dan Fitzpatrick

 

Los reguladores federales de EE.UU. están usando las facultades obtenidas en la reforma a las leyes financieras, que estableció la Ley Dodd-Frank, para profundizar una investigación sobre los recientes errores de negociación realizados por J.P. Morgan Chase & Co., dijeron fuentes cercanas a la investigación.

Los investigadores de la división de cumplimiento de la ley de la Comisión del Mercado de Futuros de Bienes Básicos, o CFTC por su sigla en inglés, están emitiendo citaciones en las que solicitan que se le envíen correos electrónicos y otros documentos internos de J.P. Morgan, indicaron las fuentes.

La investigación se concentra en qué dijeron los operadores de J.P. Morgan a sus supervisores y al personal interno de administración de riesgo cuando sus malogradas apuestas comenzaron a colapsar, según las fuentes. Si los investigadores concluyen que los empleados informaron engañosamente a sus superiores, eso podría constituir fraude en virtud de su autoridad para supervisar el denominado mercado de swaps.

La investigación de la CFTC está en una etapa relativamente inicial y no está dedicada solamente a lo que dijeron los operadores, informaron las fuentes. No conducirá necesariamente a medidas de acción civil contra el banco o las personas.

La investigación está relacionada con las denominadas operaciones de instrumentos derivados realizadas por la oficina de inversiones de J.P. Morgan, las cuales resultaron en una pérdida de más de US$2.000 millones.

Un portavoz de J.P. Morgan declinó hacer comentarios.

La investigación podría marcar la primera vez que la agencia utiliza las herramientas obtenidas a través de la Ley Dodd-Frank de 2010. La reforma extendió el alcance de la supervisión de la CFTC y redujo las limitaciones para investigar ciertos casos.

La valuación de mercado de J.P. Morgan, el banco más grande del país según sus activos, ha caído en US$29.000 millones desde la publicación de las pérdidas por negociación el 10 de mayo.
—Andrew Ackerman y Alan Zibel contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 01/06/12.
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FBI lanza investigación sobre JPMorgan

 

El FBI abrió una investigación sobre las pérdidas por operaciones de mercado de JPMorgan Chase & Co., lo que aumentó la presión sobre el banco después de que la Comisión de Valores de Estados Unidos y la Reserva Federal dijeron que estaban analizando los negocios que originaron el escándalo.

Pese a que las pérdidas se dieron a conocer hace pocos días, los accionistas de JPMorgan apoyaron al asediado presidente ejecutivo Jamie Dimon y votaron en contra de una propuesta de separar los roles de presidente ejecutivo y presidente.

Los accionistas, reunidos en Tampa, Florida, eximieron a Dimon por gran parte de la responsabilidad por la pérdida. Sin embargo, crecieron las voces que le demanda pedir de vuelta parte de los millones de dólares que se le pagó a los ejecutivos que supervisaron las operaciones.

Dimon dijo que JPMorgan buscaría mayores acciones disciplinarias sobre las personas responsables.

«Haremos lo correcto. Eso puede incluir reintegros», dijo a periodistas después de la junta anual de accionistas.

Dimon -hablando tan aceleradamente que se tragaba algunas de sus palabras- abrió la reunión con la declaración de que las pérdidas en las operaciones -2.000 millones de dólares y posiblemente más- fueron «autoinfligidas».

«Aquí hay muchas lecciones y muchos cambios en las políticas y procedimientos que se van a implementar», dijo Dimon.

Pero cuando se abrió la sesión de preguntas y respuestas con los accionistas, casi ninguna de las preguntas o comentarios aludió a las pérdidas. En cambio, la mayoría de las personas parecía más preocupadas por las prácticas de servicios de hipotecas del banco y por la propuesta para dividir los roles de presidente y presidente ejecutivo.

La propuesta, no vinculante, recibió un 40,1 por ciento de los votos.

Tras dos días de fuertes pérdidas, las acciones de JPMorgan subían un 1,9 por ciento a 36,48 dólares en las operaciones de la mañana. Aun así, el título ha caído más de un 10 por ciento desde que se revelaron las pérdidas en las operaciones, perdiendo 16.200 millones de dólares en capitalización de mercado.

«Afecta mi opinión de toda la industria financiera», dijo Dennis Hong, director de Altimeter Capital, fondo de cobertura que gestiona alrededor de 250 millones de dólares.

«Es realmente sorpresivo porque JPMorgan ha sido reconocido como el más conservador en términos de gestión de su riesgo de negocios. Puede que estén perdiendo el norte», dijo Hong durante un evento en Boston.

Confirma «necesidad de reforma»

En Washington, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, dijo que las pérdidas de JPMorgan dejaban ver la necesidad de que hubiera una reforma.

«Creo que esta falla en el manejo de riesgo es sólo una confirmación muy sólida para una (…) reforma financiera», dijo Geithner durante un evento auspiciado por la Peterson Foundation.

«El test para la reforma no es si ésta puede evitar que los bancos cometan errores (…), el test para la reforma debería ser: ¿Cometer esos errores pone en riesgo a la economía general, al sistema financiero o al contribuyente?», añadió.

Las protestas fuera del edificio donde se realizaba la reunión anual fueron relativamente limitadas.

No obstante, los accionistas minoritarios expresaban su incredulidad sobre el tamaño de las pérdidas.

«Me asombra que piensen que 2.000 millones de dólares es un tropezón en el camino», dijo A. Reihl, de 85 años, que dijo que ha mantenido la acción por más de una década.

«Este no es el momento para estar tomando riesgos», añadió.

Reintegros

El contralor de Nueva York, John Liu, quien supervisa la participación de 400 millones de dólares de la ciudad en JPMorgan, se unió el martes al coro que pide un reintegro de las compensaciones pagadas a los ejecutivos responsables por las pérdidas, incluyendo las de Ina Drew, la jefa de la unidad de coberturas donde se produjo el escándalo.

Drew, quien anunció su retiro el lunes, no pudo ser contactada por Reuters en su casa de Nueva Jersey en la tarde del lunes.

En su reporte anual del 2011, JPMorgan dijo que las compensaciones en acciones estaban sujetas a cláusulas de reintegro. Un documento sostiene que puede realizar una revisión para un reintegro «como resultado de cambios materiales en las ganancias o actos u omisiones de empleados».

JPMorgan puede cancelar la asignación de opciones no liquidadas o requerir que se devuelva el valor de acciones distribuidas cuando «el empleado se involucre en conductas que causen daño financiero material o a la reputación de la empresa o sus negocios», según el documento.

La oficina en Nueva York del FBI inició su investigación por separado, según una fuente cercana a la pesquisa que pidió mantenerse en el anonimato porque el proceso está en una etapa preliminar.

«No conocemos los hechos ni los culpables, pero parece ser que ella (Drew) tiene responsabilidad junto a varios otros», dijo Sheila Bair ex presidenta de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), en una entrevista con Thomson Reuters.
Fuente: International Business Times, 16/05/12.

Los bancos estadounidenses registran sus mayores ganancias desde 2007

mayo 24, 2012

Los bancos estadounidenses registran sus mayores ganancias desde 2007

Por Victoria Mcgrane y Maya Jackson Randall

 

WASHINGTON (Dow Jones) — Los bancos estadounidenses registraron en el primer trimestre su mayor ganancia trimestral desde mediados de 2007, mientras que la actividad crediticia del sector se contrajo por primera vez en cuatro trimestres, informó el jueves la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, o FDIC, por su sigla en inglés.

La lectura es señal de que, si bien el sector continúa recuperándose de la crisis financiera de 2008, su disposición a entregar créditos se mantiene rezagada.

En su informe trimestral sobre el sistema bancario de la nación, la FDIC informó que los 7.307 bancos del país registraron una ganancia neta de US$35.300 millones entre enero y marzo, lo que representa un incremento de 22,9%, o US$6.600 millones, en relación al mismo período del año anterior.

Al igual que en trimestres anteriores, los resultados fueron impulsados en gran medida por la necesidad de destinar menos dinero a pérdidas por préstamos incobrables, además de mayores ganancias no relacionadas con intereses. Las provisiones para pérdidas por préstamos disminuyeron 31,6%, o US$6.600 millones, frente al mismo trimestre del año anterior, a US$14.300 millones.

La actividad de préstamos de la banca en su totalidad registró un leve descenso del 0,8% en relación al trimestre anterior, tras aumentar en los tres trimestres previos.

La actividad crediticia declinó en la mayoría de las principales categorías durante el trimestre, encabezadas por las tarjetas de crédito, que mostraron un descenso estacional de US$38.200 millones, o 5,6%, indicó la FDIC. Sin embargo, los balances de créditos aún se sitúan 2,2% por sobre los de un año antes.

En el lado positivo, los ingresos del sector aumentaron en relación al mismo período de un año atrás, lo que representa el segundo incremento en cinco trimestres. El aumento de los ingresos estuvo impulsado en parte por las ganancias derivadas de las ventas de préstamos, que aumentaron en US$2.300 millones, o 132,4%, frente a un año antes.

La FDIC señaló que a fines de marzo, 772 instituciones se encontraban en la lista de entidades catalogadas como «en problemas», lo que representa un descenso frente a las 813 de diciembre.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/05/12.

La Fed presenta las regulaciones de la «Regla Volcker»

octubre 11, 2011

La Fed presenta las regulaciones de la «Regla Volcker»

Por Alan Zibel

 

WASHINGTON (Dow Jones) — La Reserva Federal de Estados Unidos propuso el martes regulaciones que delinean cómo deben reestructurar sus operaciones los bancos para cumplir con una nueva prohibición a las apuestas especulativas riesgosas.

La Ley de reforma financiera Dodd-Frank, aprobada el año pasado, prohíbe las operaciones de corretaje realizadas con recursos propios para impedir que los bancos se pongan en riesgo.

También restringe las relaciones con fondos de cobertura y fondos de inversión de capital privado.

Las limitaciones se incluyeron en una provisión de la ley bautizada en honor a Paul Volcker, ex presidente de la Fed.

Según Volcker, la excesiva toma de riesgos por parte de los bancos que hacen ese tipo de operaciones amenazaría al sistema financiero en el futuro.

La propuesta sería aprobada por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, FDIC, por sus siglas en inglés, y la Oficina de Contralor de la Moneda, OCC. La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, SEC, la analizaría el miércoles.

La moción incluye exenciones que permiten tales operaciones en algunos casos. Los comentarios se agregarían a la propuesta el 13 de enero y las reglas entrarían en vigor el próximo año.

La propuesta «ofrece comentarios para que los bancos distingan qué actividades son permitidas y cuáles no», dijo la Fed en un comunicado.

Sin embargo, algunos republicanos dicen que las nuevas reglas pondrán a los bancos estadounidenses en desventaja frente a sus contrapartes internacionales. En tanto, grupos industriales advierten que elevarán los costos para las empresas locales.

Los bancos ya se han quejado del costo de cumplir con las reglas y probablemente lucharán contra una provisión que les prohíbe usar filiales fuera de Estados Unidos para realizar operaciones con recursos propios.

La propuesta prohíbe operaciones que buscan ganancias rápidas, pero ofrece exenciones para suscribir y construir mercados de valores, además de cubrir riesgos. También se incluye un programa para garantizar que los bancos no hagan operaciones propias haciéndolas pasar como cobertura.

Sin embargo, los críticos advierten que la exención a la cobertura es muy amplia y permitiría a los bancos hacer las apuestas que la regla busca impedir. Eso se debe a que un banco puede definir el riesgo a su cartera en forma amplia, como el riesgo de una recesión.

Las reglas también deben ser aprobadas por la Comisión de Corretaje de Futuros de Bienes Básicos de Estados Unidos, CFTC.

La Fed dijo que la propuesta requiere que los bancos con grandes operaciones de corretaje reporten «ciertas mediciones cuantitativas» para ayudar a los reguladores a identificar algunas actividades que podrían estar exentas. La propuesta también limita estas exigencias para los bancos pequeños, como parte de un esfuerzo para reducir la carga sobre las instituciones más pequeñas».

Fuente: The Wall Street Journal, 11/10/11.

La economía global se adapta a las bajas tasas de interés

agosto 24, 2011

El mundo se adapta a las bajas tasas de interés de EE.UU.

Por Matt Phillips

 

El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Ben Bernanke, ya advirtió al mundo financiero: prepárense para dos años más de tasas muy bajas.

Eso tendrá un gran impacto no sólo sobre la economía de EE.UU., la mayor del mundo, sino también sobre otros países que venden productos a los consumidores estadounidenses, invierten en sus bonos del Tesoro y mantienen otras relaciones económicas con personas y empresas del país.

Ya pasaron casi tres años desde que la Fed recortó su tasa principal a casi cero y, el 9 de agosto, el banco central anunció posiblemente permanezcan en ese nivel al menos hasta mediados de 2013. Las tasas de todo, desde bonos del Tesoro hasta fondos del mercado monetario, están en casi cero. Hace poco, el rendimiento de un bono a 10 años retrocedió brevemente por debajo de 2%, un nivel que no se había visto desde abril de 1950.

Los bancos centrales tradicionalmente utilizan las tasas bajas para estimular el crédito y persuadir a los inversionistas a buscar mayores retornos en activos más riesgosos como las acciones, impulsando así la economía en general.

Pero puede ser que los beneficios no fluyan tan fácilmente. Los consumidores estadounidenses están dando pocas señales de querer endeudarse, por lo que las ganancias de los bancos y las aseguradoras probablemente se vean perjudicadas, y, cuando la bolsa está de capa caída, los fondos de pensiones y de inversión pueden registrar años de bajos rendimientos.

Algunos analistas temen que EE.UU. se pueda estar encaminando a un escenario similar al que vivió Japón: años de bajas tasas, crecimiento lento y retornos pobres.

Consumidores

Para los consumidores, esta política significa créditos baratos para todo, desde una casa a un auto. Pero cuando millones de estadounidenses se acercan a la jubilación, las tasas bajas también presagian retornos más magros para los inversionistas de renta fija, reduciendo el poder adquisitivo de este importante grupo. Con la bolsa muy por debajo de sus máximos de 2007, eso podría ser particularmente problemático.

Bancos

Una de las maneras más básicas que tienen los bancos de ganar dinero es pidiendo prestado a bajas tasas de interés de corto plazo y concediendo préstamos a intereses más altos y plazos más largos. Las tasas de corto plazo tienen poco margen para bajar, pero las de largo plazo también están en declive.

Los bancos intentan lidiar con la situación recortando lo que le pagan a los depositantes, pero a menudo no es suficiente. Un indicador que deja clara esta presión es el rendimiento que los bancos obtienen sobre sus activos, que cayó a 4,41% en el primer trimestre para los bancos con más de US$1.000 millones en activos, el nivel más bajo en al menos seis años, según la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) de EE.UU. El problema se agrava porque la demanda de préstamos es baja y los clientes continúan depositando ahorros.

Empresas

Las tasas bajas suponen un arma de doble filo para las empresas, que han estado captando miles de millones de dólares en el mercado de bonos, muchas veces a un costo mucho más bajo de lo normal. Pero compañías como Apple Inc. y Google Inc. también han acumulado una cantidad récord de efectivo. Según Standard & Poor’s, las 500 mayores empresas de EE.UU. por valor de mercado tenían casi US$1 billón (millón de millones) en efectivo y equivalentes a fines del primer trimestre. Las bajas tasas de interés implican que están ganando llamativamente poco con ese dinero.

Sin embargo, también hay aspectos positivos. Kent Christensen, director financiero de Extra Space Storage, una empresa de almacenamiento de Utah, dijo que la brusca caída en las tasas animó a la empresa a refinanciar rápidamente la deuda de algunas de sus 820 instalaciones, lo que podría generarle entre US$2 millones y US$4 millones en ahorros este año.

Fuente: The Wall Street Journal, 23/08/11.

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Artículo relacionado:

https://www.economiapersonal.com.ar/2011/08/09/la-fed-planea-mantener-las-tasas-bajas-hasta-2013/

 

Estados Unidos: El Bank of New York Mellon cobra por los depósitos

agosto 5, 2011

Una señal de los tiempos: un banco de EE.UU. cobra por los depósitos

Por Liz Rappaport

 

En una de las últimas señales de las preocupaciones en torno de los turbulentos mercados mundiales, el Bank of New York Mellon Corp. (BNY Mellon) se prepara para cobrar a algunos de sus grandes depositantes por guardar su dinero en efectivo.

El banco estadounidense, que tiene bajo custodia los depósitos de otras empresas e instituciones, dijo en una nota a los clientes que a partir de la semana próxima comenzará a cobrar una suma a aquellos que en el último mes hayan incrementado significativamente los saldos de sus depósitos.

El banco mencionó los altos depósitos que ha recibido en las últimas semanas, a medida que los inversionistas y las empresas se alejan de los mercados financieros en medio de las crisis de deuda en Europa y el reciente debate sobre el nivel de deuda del gobierno de EE.UU.

«En cierto modo, están mostrando la puerta de salida al dinero que ha llegado en las últimas semanas, o al menos tratando de compensar los costos asociados con recibir ese efectivo», indicó Brian Smedley, estratega de tasas del Bank of America Merril Lynch.

De hecho, la decisión del banco envió el jueves a los fondos mutuos que operan en el mercado de dinero y a las instituciones financieras en dificultades a poner su dinero a trabajar en mercados a corto plazo, provocando la caída de tasas en muchas inversiones. Los precios de bonos del Tesoro subieron, arrastrando hacia abajo sus rendimientos. Las tasas de interés en los acuerdos de recompra de valores a un día se desplomaron.

El costo de los préstamos a un día en este mercado cayó por debajo de cero, luego de comenzar el jueves en torno a 0,08%.

«El cálculo para determinar lo que uno mantendría en lugar de dinero en efectivo ha cambiado debido a este nuevo recargo», señaló Alan De Rose, director general de operaciones con títulos públicos en Oppenheimer & Co.

Durante las últimas dos semanas, los fondos del mercado monetario, los tesoreros de empresas y las casas de inversión retiraron valores que vencen en más de un día para guardar su efectivo en cuentas bancarias del BNY Mellon y de otros bancos con operaciones de custodia, como el J.P. Morgan Chase Co., que no ganan intereses, pero que están asegurados por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos de EE.UU. (FDIC, por sus siglas en inglés).

La medida de BNY Mellon refleja las tensiones que afectan a la economía de EE.UU. y al sistema financiero mundial. En respuesta a la recesión y la recuperación anémica, la Reserva Federal ha llevado las tasas de interés a cero y ha comprado US$2,6 billones (millones de millones) en hipotecas y papeles del Tesoro. En el proceso, inundó con efectivo el sistema financiero.

Los bancos con operaciones de custodia se convierten en típicos refugios cuando los mercados financieros se descontrolan. Actúan como protectores de activos, dinero en efectivo y valores depositados como garantía de préstamos a corto plazo para sus clientes, y procesan pagos y liquidan operaciones en el mercado de recompra de valores. Pero en la actualidad, los bancos e inversionistas son reacios a poner su dinero a trabajar, a raíz de su preocupación por el panorama económico. Con ningún otro lugar para colocarlo, lo depositan en bancos.

El BNY Mellon dijo que cobrará 0,13% más un cargo adicional a los depositantes que tengan cuentas con un saldo mensual promedio de US$50 millones, «si el rendimiento de los bonos del Tesoro a un mes cae por debajo de cero», de acuerdo con una carta revisada por The Wall Street Journal. El recargo será efectivo sobre las cuentas que estuvieran activas al 8 de agosto.

«En el último mes, hemos visto un creciente nivel de depósitos en nuestro balance de los clientes que buscan un refugio seguro a la luz de la tasa de interés mundial y el entorno del crédito», expresó el banco este jueves en un comunicado por correo electrónico. «Hemos notificado a algunos clientes con niveles de depósitos extraordinariamente altos que vamos a empezar a aplicar un cargo de 13 puntos base sobre el exceso de depósitos. Los clientes que mantengan niveles de depósitos habituales no se verán afectados».
Fuente: The Wall Street Journal, 04/08/11.

¿Quién sale ganando con la consolidación del sector bancario americano?

junio 4, 2011

¿Quién sale ganando con la consolidación del sector bancario americano?

 

El sector bancario de Estados Unidos estaba entrando en un periodo de recuperación en 2010, pero aún así experimentó altibajos. El año pasado, 157 bancos entraron en suspensión de pagos en EEUU, el mayor número desde 1992 según la Sociedad Federal de Seguro de Depósito (FDIC, por sus siglas en inglés). La concesión de apertura de nuevos bancos marcó un mínimo histórico: 11, comparado con 181 hace tres años.

Con tantos bancos saliendo de escena y tan pocos entrando, está teniendo lugar un proceso de consolidación que se había anticipado desde hace tiempo. En EEUU habrá al final de 2011 menos de 6.529 bancos comerciales y 1.128 instituciones de ahorro. Esto representa una caída del 4,4% en relación al año anterior, lo que deja al país con cerca de la mitad de instituciones que hace 20 años, según datos del FDIC. ¿Qué significa esa consolidación para el sector bancario en los próximos 20 años? ¿La disminución del número de bancos debe ser motivo de preocupación para el consumidor?

Diversos especialistas creen que la consolidación continuará, y prevén que la tendencia contribuirá a mejorar el sistema bancario a largo plazo. «Realmente no necesitábamos tantos bancos como teníamos», dice Jack Guttentag, profesor emérito de Finanzas de Wharton y ex economista de la Reserva Federal de Nueva York. «Los bancos hoy en día pueden abrir sucursales donde deseen, por lo tanto lo que importa, de hecho, es el número de opciones que el cliente tiene en un determinado mercado».

Ese es el desafío, dice Kenneth H. Thomas, profesor de Finanzas de Wharton. Para Thomas, no todos los clientes se verán beneficiados por una consolidación mayor. Un mercado, como el americano, con un exceso de bancos, en que la oferta de servicios bancarios supera la demanda, «generalmente es bueno para el consumidor y para las empresas, porque tiene como resultado precios más bajos —es decir, en índices de préstamos, tarifas de préstamo/depósito más bajos e índices de depósitos más altos— y mejores resultados en lo tocante a productos más variados e innovadores», dice Thomas. «Habrá quien crea que el exceso de competencia [o la bancarización excesiva] puede aniquilar los bancos más frágiles» —tal y como sucedió con Washington Mutual, institución de ahorro que acabó en suspensión de pagos en 2008—, «pero ahí surge otro que lo sustituye, aunque con un número menor de sucursales y de servicios».

Lecciones que la historia enseña

Hay un motivo de que en EEUU haya tantos bancos. En vez de crear un banco único y de grandes dimensiones como hicieron otros países, el Gobierno federal americano aprobó varias leyes en 1784 con el objetivo de estimular la creación de numerosos bancos en los diversos Estados. En 1863, una nueva ley bancaria creó una carta nacional de autorización que estimulaba la creación de un número mayor de instituciones financieras, aunque tributara a los bancos en sus documentos de constitución. Cerca de 70 años después, al principio de la Gran Depresión, el país tenía más de 30.000 bancos. Sin embargo, el colapso del mercado tuvo su precio. Sólo en 1993, cerca de 4.000 bancos comerciales y 1.700 instituciones de ahorro y de préstamos se habían hundido.

La siguiente ola de consolidación ocurrió en 1994 con la llegada de Riegle-Neal Interstate Banking y de la Ley de Eficiencia de las Sucursales. Eso facilitó la expansión interestatal, que se dio por medio de fusiones y adquisiciones o de manera orgánica. El número de bancos comenzó a disminuir en cerca de un 4,5% al año, antes de que tuviera lugar otro periodo de expansión a finales de los años 90, según el FDIC.

Con el péndulo oscilando una vez más el año pasado, la consolidación volvió a los niveles de 1994. Pero, en contraste con épocas anteriores, buena parte de la consolidación se debió a suspensiones de pagos y no a fusiones y adquisiciones. Entre los bancos que cerraron sus puertas están: el American National Bank of Ohio, una pequeña institución con activos de US$ 70 millones y que luchó durante años para dar beneficios y estuvo bajo presión regulatoria hasta que su actividad cesó en marzo; el Colonial BancGroup of Alabama, que concluyó sus actividades en el verano de 2009 pocos días después de que los órganos reguladores comenzaron una investigación sobre irregularidades contables. Esta fue la tercera mayor suspensión de pagos de la historia de EEUU. Todos los depósitos del Colonial fueron vendidos a B&T, lo que le convirtió en el noveno mayor banco en número de activos, según Bloomberg. Respecto a las fusiones y las adquisiciones, hubo 197 acuerdos el año pasado, siendo ése el número más bajo registrado en los últimos 20 años. Loretta J. Mester, profesora adjunta de Finanzas de Wharton y directora de investigaciones del Federal Reserve Bank de Filadelfia, cree que la consolidación continuará a lo largo de los próximos años. «A corto plazo, creo que la consolidación ganará fuerza a medida que los bancos más frágiles vayan siendo engullidos en los procesos de fusiones y adquisiciones, mientras los más fuertes se tomen su tiempo para reforzar su capital» a la espera de mayores eficiencias y de economías de escala, dice ella.

Los pequeños

Las instituciones que probablemente se verán más afectadas por toda esa actividad serán los bancos comunitarios. Gran parte de ellos son de tamaño pequeño, pertenecen a propietarios locales y tienen menos de US$ 1.000 millones en activos, pero representan un 92% de todas las instituciones bancarias y de ahorro, informa el FDIC. Para muchos de ellos, la llegada de la reciente Reforma Dodd-Frank Wall Street y de la Ley de Protección al Consumidor fue fatal. La introducción de controles más rigurosos sobre el capital, la liquidez y el apalancamiento, así como el crecimiento de la burocracia regulatoria, pusieron a esos bancos en una situación difícil, sobre todo los que tienen menos de US$ 500 millones en activos. «Muchos bancos pequeños se sienten alejados del segmento por las nuevas regulaciones», dice Thomas.

La difícil situación de los pequeños no ha pasado desapercibida para el FDIC, ya que el órgano lanzó varios proyectos para atenuar las dificultades de los bancos comunitarios. Hace pocas semanas, por ejemplo, el órgano expidió directrices que alivian los requisitos relativos a la forma en que esos bancos lidian con los clientes cuyas cuentas están casi siempre en posición de descubierto. El FDIC también ha incentivado a los emprendedores a comprar bancos con problemas. Según Thomas, esa tendencia surge hace dos años, cuando era difícil conseguir aval de apertura. Ejemplo de eso fue el caso del BankUnited, institución financiera de Miami Lakes, en Florida, con 70 sucursales. El banco salió a bolsa a principios de este año después de que el FDIC lo vendiera en 2009 a un grupo de inversores en private equity liderado por John Kanas, ex consejero delegado de un banco regional de Long Island vendido a Capital One hace algunos años.

Todd A. Gormley, profesor de Finanzas de Wharton, dice que los bancos comunitarios tienen un papel importante en las economías locales. En general, ellos se relacionan de manera muy próxima con los clientes y suelen conceder préstamos utilizando más información personalizada que el historial de crédito y otros datos concretos usados por los grandes bancos. «Los bancos pequeños, y las personas que intentan conseguir préstamos de los grandes bancos, tal vez sean un subgrupo de la población en mala situación debido a la consolidación», dice Gormley.

No se puede dejar de mencionar también la eficiencia —a veces poco apreciada— de acreedores de menor tamaño que convierten a las relaciones personales en una garantía contra el impago. En un estudio publicado el año pasado, Stephanie Moulton, profesora de Políticas Públicas de la Universidad Provincial de Ohio, constató que los prestatarios de baja renta, o con un mal historial de crédito, tienen mucha menos probabilidad de caer en el impago en los préstamos contratados en bancos locales que en préstamos obtenidos de bancos o compañías hipotecarias distantes. Las relaciones personales, dijo ella, son un factor importante en la relación recíproca entre acreedor y prestatario. Eso permite que ambos lados intercambien informaciones críticas como, por ejemplo, plazos de pagos.

Como viene, se va

Para Guttentag, la consolidación deja en manos de algunos bancos la mayor parte de ciertos productos específicos. Cuatro «megabancos» —Wells Fargo, Bank of America, JPMorgan Chase y Citigroup— tienen hoy en día las tres quintas partes del mercado hipotecario residencial, lo que limita la elección de productos por el consumidor y las opciones de mejor precio. «Es una cuestión evidente de concentración de poder», dice Guttentag. «Un número limitado de empresas controla el mercado y se involucra en prácticas implícitas de colusión».

Thomas, por su parte, se preocupa de la concentración de los mercados en áreas geográficas específicas como consecuencia de la consolidación que está teniendo lugar. Aunque haya un número más que suficiente de bancos en todo el país, algunas ciudades, estados y regiones cuentan sólo con un banco que domina el sector. «Algunos mercados corren el riesgo de tener sólo uno o dos bancos en la ciudad», dijo. Por ejemplo, en el área metropolitana de Pittsburgh, el Banco PNC tiene un 47% del segmento de depósitos, según datos del FDIC. El segundo mayor banco de la región es el Citizens Bank de Pensilvania, con un 8,5% de los depósitos. «Necesitamos la competencia porque ella rebaja los precios», dice Thomas.

Aunque no haya límites para el volumen de depósitos en ciertos mercados, la Ley Riegle-Neal, de 1994, impone a los bancos un techo del 10% sobre los depósitos en todo el país. Desde entonces, esa ley está siendo interpretada como un límite al crecimiento a través de fusiones, y no de manera orgánica. El Departamento del Tesoro estudia ahora modificar ese techo e incluir también los pasivos consolidados.

Mester, sin embargo, dice que el consumidor no necesita preocuparse. «Cuando hay consolidación, no significa que haya necesariamente menos sucursales bancarias», dice ella. Aunque el número total de bancos esté descendiendo, el número de sucursales no lo está. Además, no importa donde esté, el consumidor tiene acceso a un número cada vez mayor de opciones bancarias online. En los últimos diez años, el número de sucursales creció un 15% en todo el país, aunque esa expansión haya ocurrido de forma primordial entre bancos con US$ 500 millones, o más, de activos. El número de sucursales cayó de forma significativa por primera vez en diez años en 2010. Respecto al futuro, Guttentag prevé que el número de bancos continuará descendiendo, pero él duda de que EEUU llegue un día a parecerse a Canadá, por ejemplo, donde hay sólo 22 bancos. De hecho, si la consolidación continúa al mismo ritmo que en los últimos 20 años, a una media anual del 3,3%, se necesitarían 60 años para que el número total caiga por debajo de 1.000 bancos y cerca de 130 años para que quedara por debajo de 100. «Aunque el número de bancos descienda, pasando de 1.000 a 100, si esos 100 están operando en todos los segmentos de mercado, y si el consumidor tuviera varias opciones, no habría motivo de preocupación», dice Guttentag.
Fuente: Wharton Universia, 01/06/11.

Más información: Banks-in-immediate-danger-of-failure-2010-09

El nivel de regulación de los bancos crea incertidumbre

mayo 21, 2011

El nivel de regulación de los bancos crea incertidumbre

Por David Reilly

 

Las autoridades reguladoras bancarias en Estados Unidos necesitan ser más claras con los inversionistas.

Al tiempo que se extiende el debate sobre cómo abordar de mejor manera la amenaza sistémica que representan los bancos que son demasiado grandes para fracasar, la pregunta clave es si las autoridades planean tratar a estas instituciones financieras como servicios básicos altamente regulados. Esto parecería un curso natural de acción. Después de todo, las autoridades afirman que buscan tener un mayor control sobre estas empresas. Sin embargo, no existe la voluntad política para dividirlas.

Hasta el momento, las autoridades reguladoras han dado señales mixtas sobre hasta qué punto están dispuestos a seguir ese camino. Ciertamente, se han abstenido de usar las palabras «servicios básicos». En una audiencia del Comité de Bancos del Senado realizada el jueves, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijo que este verano los reguladores presentarán propuestas sobre nuevas regulaciones para empresas sistemáticamente importantes, que incluyen requerimientos «mejorados» de capital.

Sin embargo, Bernanke no ha dado una indicación del potencial tamaño de esos requisitos adicionales. En cambio, la Fed permitió recientemente que grandes bancos como J.P. Morgan Chase, que es muy probable que sea designado como una entidad sistemáticamente importante, eleven sus dividendos y recompren acciones. Ello ha llevado a muchos inversionistas y bancos a creer que el requerimiento de capital adicional no será en realidad tan estricto.

En tanto, Sheila Bair, presidenta del Fondo de Garantía de Depósitos, FDIC, dijo en la misma audiencia que «este requisito de capital adicional podría convertirse en un cojín significativo de capital accionario común tangible», lo que conlleva un tono mucho más agresivo. Bair también refutó los argumentos de la industria bancaria respecto a que los mayores requisitos de capital impactarían negativamente la creación de crédito y el crecimiento económico.

Los reguladores tienen en sus manos la clave para las valuaciones de los mayores bancos. Pero dada la manera en que se encuentra la situación, los inversionistas están en una posición en la que deben evaluar un retorno a las ganancias «normalizadas» sin saber qué es lo normal en el mundo de la postcrisis.

Fuente: The Wall Street Journal, 13/05/11.

Las regulaciones en el Sistema Financiero, la Banca y los Seguros.
Más información:
 
Seguros-y-Banca-importantes-diferencias_CEA-2010
Crisis-Financiera-Mundial

 

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