Algo huele mal en el FPV

agosto 23, 2015

Entre Cristina y Scioli, algo no anda bien

A la Presidenta la cuesta aceptar su salida del poder. Está disconforme con el candidato. Quiere condicionarlo más. Scioli busca recostarse en el PJ. El camino hacia octubre es incierto.

Por Eduardo van der Kooy.

«Es un inservible». La sentencia de Cristina Fernández retumbó varias veces en la residencia de Olivos después de las primarias del 9 de agosto. Pudo ser escuchada por su círculo íntimo. También, por algún ministro confiable de paso ocasional. Todos supusieron que la calificación apuntaba a su desencanto con cierto funcionario de importancia relativa. Quedaron pasmados cuando descubrieron que refería a Daniel Scioli.

cfk va a la guerraCristina estaría atravesando días difíciles. Aquellos que marcarían de modo inexorable su salida del poder. Además del paulatino extravío de su protagonismo. Con las PASO arrancó el tramo decisivo de un proceso que recién podrá clausurarse a fines de octubre o de noviembre. Depende del balotaje. Ese recorrido será propiedad del mismo Scioli, de Mauricio Macri y de Sergio Massa. La Presidenta pasaría a ocupar un papel político de segundo orden. Inaceptable para ella, habituada a otra cosa distinta desde que en octubre del 2010 murió Néstor Kirchner.

La crisis de la mandataria resultaría engorrosa de explicar si se considera que fue ella quien resolvió ungir a Scioli y evitar una interna presidencial en el Frente para la Victoria. Incluso se ocupó personalmente de la ingeniería para que el gobernador de Buenos Aires no se sintiera como un heredero. Apenas como un comisionado. Estampó a su lado a Carlos Zannini. Habilitó a Aníbal Fernández para pelearle a Julián Domínguez la candidatura provincial. Se ocupó de esterilizar buena parte del sistema de los barones del Conurbano que apostaban por el jefe de la Cámara de Diputados. Empinó para el futuro Congreso a Máximo, su hijo, a Axel Kicillof, el ministro de Economía, y a Eduardo De Pedro, el secretario General de la Presidencia.

Leé también: Cristina se ocupa de que Scioli no tenga el rol principal

La jugada más brava consistió en hacer desistir de la competencia a Florencio Randazzo. No pudo convencerlo ni rendirlo para que aceptara la disputa bonaerense. Le hubiera ahorrado a la mandataria, tal vez, muchos dolores de cabeza. Recién empieza a develerase ahora la profundidad de la ofensa que sufrió el ministro del Interior y Transporte. Estaba entusiasmado con la carrera. Sintió frustración por aquel impedimento. Pero se indignó por el modo. Randazzo le había propuesto a la Presidenta llevar a Zannini como ladero para enfrentar a Scioli en la interna. Tres días después, el secretario Legal y Técnico se convirtió en el candidato a vice del gobernador.

Hubo otros asuntos que no se le podrían achacar a Cristina. Domínguez reparó mucho la semana pasada en la denuncia que Felipe Solá, el postulante del Frente Renovador, hizo ante la Justicia. Adujo que le robaron miles de votos. Al titular de Diputados le extrañaron también algunos aspectos del escrutinio que dictaminó su derrota en las primarias, por un estrecho margen. Ejemplos abundan en el Conurbano. Pero uno de ellos podría tildarse de emblemático. En Quilmes, su tierra natal y política, Aníbal Fernández venció a Domínguez por tres puntos. Sin embargo, el actual intendente, Francisco Gutiérrez, que respaldó al titular de Diputados, doblegó por trece puntos a Daniel Gurzi, el discípulo del jefe de Gabinete. Semejante ecuación habría demandado de un masivo corte de boleta de parte de los quilmeños. Un fenómeno que, en esa proporción, fue imposible de verificar en otro rincón de Buenos Aires.

Domínguez convivirá con el entripado porque no está dispuesto a enrarecer más el clima de intoxicación imperante en el oficialismo kirchnerista-peronista. Y porque tampoco desearía sumarle otro problema a Scioli. El gobernador tendría suficiente con el malestar de Cristina y el trabajo que le aguarda para no tener que exponerse a los peligros de un posible balotaje.

Scioli espera que aquel malestar presidencial con él pase lo más rápido posible. Ruega que responda a un berrinche de los que la Presidenta confesó en público que suelen aquejarla. Ese humor es inconveniente para el candidato por dos razones: lo perturbaría desde un ángulo emocional; lo expondría a la hipotética pérdida de los votos ultra K. También necesita que la Presidenta deje de insistir con que “no tengo candidato”, cuando se despacha en la discreción de su Palacio.

Scioli entiende el error que cometió con su inopinado viaje a Italia en medio de las inundaciones bonaerenses. Aunque no entiende mucho más. Apuesta a que Cristina recapacite sobre algo muy sensible: nadie le ofrece más garantías que él para que la Justicia no altere su tranquilidad fuera del poder. En los últimos días volvieron a escena dos causas que podrían convertirse en amenaza eterna de la Presidenta. La intervención de Scioli ante la Sala I de la Cámara Federal las logró bloquear, desviar o demorar: la muerte del fiscal Alberto Nisman, que había denunciado a Cristina por supuesto encubrimiento terrorista; Hotesur, una empresa sospechada de lavado de dinero que administra una cadena hotelera propiedad de la familia Kirchner, en El Calafate. En el primer caso, la denuncia resultó lapidada. En el segundo, se resolvió la separación de Claudio Bonadio. Fue sustituído por Daniel Rafecas. Un alivio. Aunque ese juez simule voluntad de investigar.

El enojo de Cristina le habría hecho perder al candidato K algunos casilleros en su plan de competencia. En estos meses hasta octubre, con el kirchnerismo asegurado, urdía una peronización de su campaña. Pero ahora estaría obligado de nuevo a ensayar otra aproximación con la Presidenta. Ella se exhibiría indiferente ante tal necesidad. Después de quince días de un silencio que se trufó con cierta clandestinidad –apareció sólo en una fotografía junto Aníbal Fernández y Martín Sabbatella, tras el triunfo de la pareja en la interna– reapareció casi en estado puro durante una cadena nacional. Con una combinación perfecta de distorsiones y dislates. También, de señales inevitables para una interpretación política: sentó a su lado únicamente al jefe de Gabinete y al ministro Kicillof. El candidato estuvo con el lote de mandatarios pejotistas. Como uno más.

Cristina habló por primera vez de las inundaciones, defendió las obras de su Gobierno y cuestionó el presunto oportunismo opositor. Pero no gastó un sólo minuto para defender a Scioli. La mandataria posee una convicción que heredó de su ex marido: el gobernador es siempre un candidato cotizado pero un flojito administrador.

Scioli se siente ahora atenazado entre la ira presidencial y las demandas de los gobernadores peronistas. Estos hombres quieren garantías de futuro. Las escuchó en el mitin del cual participó en Tucumán para apoyar en las elecciones de hoy la candidatura de Juan Manzur y el régimen de José Alperovich. ¿Cómo satisfacerlos con la tirría que Zannini le dispensa al movimiento de Perón (Juan)? ¿Cómo hacerlo, por otra parte, con un aspirante a la gobernación bonaerense aferrado por Cristina y refractario para el votante independiente?

Esos interrogantes no tienen por ahora respuesta. Menos, después del relevamiento que el sciolismo ordenó en Buenos Aires para detectar la manera de superar la votación en las PASO. Las conclusiones no habrían sido auspiciosas. Por un lado, la comprobación de que Massa tendría su clientela consolidada. También, el rastreo de que parte de los sufragios que juntó José de la Sota serían, al menos en Córdoba, más proclives a migrar hacia el macrismo que al kirchnerismo. Por otra parte, que el millón y medio de votos que cosechó Domínguez en la interna tenderían a diseminarse. Un 54% de ellos no estaría dispuesto a acompañar a Aníbal Fernández en su aventura por la gobernación. Sería imposible determinar todavía si optarían por María Eugenia Vidal o por Solá. En cualquier caso, un potencial serio trastorno para Scioli.

En el afán de captar a quienes no los han votado, Scioli, Macri y Massa estarían impedidos de divisar acabadamente los rasgos profundos del país del cual posiblemente se hagan cargo en diciembre. La vacilante economía no sería la única gran dificultad. Aunque las propias confesiones kirchneristas derraman miedo. Alejandro Vanoli, el titular del Banco Central, admitió que las reservas escasean. Silvia Batakis, la ministra de Scioli, sostuvo que en las presentes condiciones resulta imposible levantar el cepo. Los fondos tangibles no superarían los US$ 10 mil millones. Cristina asumió en el 2007 con US$ 46 mil millones en las arcas del Estado.

Esa situación económica se entronca con deficiencias estructurales básicas para la democracia, como la transparencia de su sistema electoral. La Cámara Nacional Electoral, en medio de la campaña, emitió una acordada en la cual expresó su preocupación y la necesidad de modificar el sistema de boletas de votación. También apuntó al extendido calendario electoral que este año en nuestro país, si hubiera balotaje, insumiría nueve meses. Detrás del desbarajuste no existiría sólo una normativa errada o una especulación política. También, la ventaja de que el desdoblamiento permite la fiscalización del comicio sólo a cada autoridad local y no a las federales. Riesgo de balcanización. Abundaron estos meses las denuncias sobre anomalías y fraudes. La violencia irrumpió con un joven militante radical muerto en Jujuy.

Cristina no reconocería nada de todo eso. Describe a la Argentina como un vergel en un mundo árido. Apenas manchado por opositores que apelarían a demagogias y mentiras. Aunque sinceró que peor que recurrir a esas artimañas sería ser, simplemente, personas malas. Casi un inconsciente autorretrato.

Fuente: Clarín, 23/08/15.
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Aníbal, el verdadero candidato de Cristina

Por Julio Blanck.

scioli zanini cfkCristina nunca quiso a Daniel Scioli, pero lo terminó haciendo candidato a presidente porque la única opción que tenía era enfrentarlo con paladín propio en la interna, y perder. Cristina nunca quiso a Aníbal Fernández, pero lo ayudó a ser candidato a gobernador porque toda la desconfianza que le despierta Aníbal daba menos que la suma de las desconfianzas que le provocaban los otros postulantes. O sea: Cristina tiene dos candidatos, los principales del país, a los que nunca quiso pero debió aceptar en un intento por disimular –y muy bien lo hace– cierta debilidad política estructural. Pero hubo cambios sutiles en esas relaciones matrizadas en el recelo y el desprecio a casi todos los demás que tan notoriamente ejerce la Presidenta. Hoy, el verdadero candidato de Cristina es Aníbal.

En las mesas de análisis del peronismo se especula con que la jugada profunda de Cristina es apoyarse en Aníbal para alfombrar su camino de regreso. Si fuese cierto lo que esas mentes conspirativas suponen, con Aníbal apuntalándola como gobernador Cristina se postularía a senadora por la Provincia en 2017. De allí al retorno a la Casa Rosada en 2019 habría sólo un paso. Todo se monta sobre la suposición de que candidatearse y ganar es una sola cosa. Visto así, Scioli sería apenas un estorbo transitorio. Gente ilusa hay en todas partes y algunos hacen negocio con eso. Pero ya sea puro delirio o información calificada, ese fantasma circula en las asesorías cercanas a Scioli.

Conviene recordar que los hechos y las palabras han sido inequívocos para demostrar a quién prefiere Cristina.

Primero los hechos. La Presidenta recibió en triunfo a Aníbal el día después de haber logrado la candidatura derrotando a Julián Domínguez. En cambio sobre Scioli, ganador de la PASO presidencial, sólo se escuchó su silencio. Recién se dejó ver diez días más tarde, el jueves último, en un acto para la celebración de su reaparición pública en el que hizo actuar a los gobernadores peronistas –Scioli incluido– como comparsa segundona.

Ahora las palabras. En esa gala de reencuentro con su público, transmitida por cadena nacional, la Presidenta fue muy clara. Dijo que la movida opositora destinada a desgastar a Scioli, facturándole su viaje a Italia durante las inundaciones, no había sido una campaña contra Scioli sino contra el Frente para la Victoria. Y enseguida explicó que a quien de verdad le hicieron campaña sucia fue a Aníbal, con aquella acusación que lo involucra con el tráfico de efedrina y el triple crimen de General Rodríguez.

Curiosa simbiosis por necesidad. Cristina siempre sintió aversión por el estilo personal y el modo de acción política de Aníbal, un peronista bonaerense de probada pureza genética. El que lo apadrinaba era Néstor, que, entre otras menudencias, siempre dejó en sus manos el manejo de las fuerzas de seguridad. Pero Néstor murió en octubre de 2010, en diciembre de ese año se produjo la violenta ocupación y posterior desalojo del Parque Indoamericano y Cristina, presidenta en soledad, le sacó a Aníbal –por entonces jefe de Gabinete– su juguete preferido.

Creó el Ministerio de Seguridad, nombró a Nilda Garré y puso en su jurisdicción a policías, gendarmes, prefectos y demás. El kirchnerismo duro coronaba así su propósito, ideológico y material, de tener bajo control político a las fuerzas de seguridad, sustrayéndolas del modo negociador del peronismo clásico de Aníbal.

Un año después, al definir los casilleros para su segunda presidencia, Cristina lo mandó a Aníbal a pastorear al Senado. Feo destino para un carnívoro. Allí estuvo casi tres años, hasta que en noviembre pasado ella lo volvió a llamar, cuando reorganizó su gabinete tras descabezar la SIDE. Aníbal volvió como secretario de la Presidencia y a fines de febrero, cuando Jorge Capitanich regresó a la gobernación del Chaco, coronó otra vez en la Jefatura de Gabinete.

Para entonces, ya hacía un mes que venía ganándose a paso vivo la consideración de Cristina. Se había transformado en la cara del Gobierno tras la muerte del fiscal Alberto Nisman ocurrida el 18 de enero, cuatro días después de haber denunciado a la Presidenta por encubrir a los iraníes acusados por la AMIA. “¿Te imaginás lo que hubiese sido el caso Nisman sin Aníbal?”, se pregunta hoy un kirchnerista con actuación destacada en Casa Rosada y el Congreso.

En el Gobierno cuentan que en plena conmoción inicial por la muerte del fiscal, Aníbal le prometió a Cristina sacarle de encima esa mochila colosal si le daban recursos suficientes y libertad operativa.

La maniobra política, judicial y mediática diseñada para enchastrar a Nisman por su vida privada, como una manera de ignorar y descalificar su denuncia, funcionó a la perfección. En menos de 45 días empezó a borronearse en la opinión pública la gravísima acusación a la Presidenta, quedaron en cambio sobrenadando los escandaletes privados reales o fraguados, y Cristina empezó a repuntar en las encuestas.

Hace dos meses, al entrarse en el tramo decisivo de la interna bonaerense, la preferencia evidente de Scioli por Julián Domínguez arrimó simpatías del kirchnerismo duro para Aníbal. Todo indica que el favor de Cristina se terminó de decidir cuando a Aníbal le cayó encima la denuncia por la efedrina, hecha en el programa de Jorge Lanata, y enseguida Julián apareció bailando chacarera en la misma pantalla, la de El Trece/Grupo Clarín, con Marcelo Tinelli. La Presidenta, por espanto si se quiere, consagró entonces a su preferido.

Se ha dicho mucho que Aníbal en campaña es un problema para Scioli. Lo dicen cerca de Scioli, en realidad. ¿Por qué? Porque Aníbal no admite medios tonos, tiene una imagen negativa fuerte y podría obstruir la llegada del candidato a los sectores independientes, de voto volátil, a los que necesita sumar para llegar a la Presidencia. Porque está claro que con lo que hoy tiene, a Scioli no le alcanza.

Parece mentira, pero a pesar de haber logrado el 38,4% en las PASO y aventajar por más de 8 puntos a Mauricio Macri, es habitual en estos días escuchar de gobernadores, intendentes y legisladores peronistas la misma idea: “Daniel la tiene difícil”. Por contraposición, cualquiera de ellos dice: “El que la lleva mejor es Aníbal, porque ganando por un voto es gobernador”.

Los peronistas que dicen esto están en la orilla de Scioli y se ilusionan con desplazar al kirchnerismo del centro de las decisiones. Es más: dicen que si Scioli no lo hace antes de octubre la elección está en riesgo.

Sobre el mismo escenario que dejaron las PASO, el kirchnerismo hace una evaluación muy diferente. Admite que Scioli puede estar en apremios electorales, pero asegura que son fruto de su incapacidad para captar votos más allá de lo que le asegura el kirchnerismo.

Un trabajo del consultor Artemio López afirma que la elección kirchnerista en las PASO estuvo “en el piso de lo previsto”. Igual, sostiene que “el escenario de triunfo en primera vuelta está disponible” para octubre. Pero de allí en más desgrana una mirada muy crítica hacia Scioli. Asegura que el Frente para la Victoria “no obtuvo ningún voto por fuera” de su espacio tradicional y que así “se desmoronó la hipótesis que suponía a Scioli poseedor de un plus de votos no kirchneristas”.

Se señala también que la clave para que el kirchnerismo no pudiera llegar al 40% en las PASO fue la provincia de Buenos Aires en general y la Tercera Sección (sur y suroeste del GBA) en particular, “poblada de segmentos vulnerables, tradicional electorado oficialista”.

Lo que dice Artemio es que donde hay mayor concentración de pobres, necesitados como nadie de la ayuda del Estado, la elección de Scioli estuvo por debajo de las expectativas. Notable sinceramiento sobre el peso electoral que se espera del clientelismo. Aunque, al fin, concede que eso puede responder no sólo a la supuesta falla del candidato sino también a factores como las inundaciones, los problemas de infraestructura en barrios populares y a las carencias económicas y sociales en general.

Para ponerse en posición de ganar la elección Scioli necesita mejorar su desempeño en la Provincia. Allí el peronismo hizo en las PASO su peor elección presidencial de la historia, con 39,5% de votos. La pregunta es si para alcanzar ese objetivo Aníbal es una locomotora que empuja o un freno que inmoviliza.

Desde municipios kirchneristas del GBA hay noticias de organizaciones sociales y vinculadas a la Iglesia que les están pidiendo a los intendentes que les armen la boleta sin Aníbal para repartirlas en su comunidad. No es un hecho generalizado. Pero está pasando.

Por ahora, más allá de los mutuos recelos, Scioli y Aníbal acordaron caminar juntos. Lo que importa es ganar. Como sea. Después se verá qué hacer con la herencia explosiva que uno y otro puedan recibir, en la Nación y la Provincia.

Podrá decirse que a Scioli presidente le convendría que Aníbal no sea gobernador, porque tendría a su espalda una poderosa base kirchnerista activa desde el primer día. Puede suponerse que Aníbal gobernador no querría tener a Scioli presidente, porque ganar en solitario podría convertirlo automáticamente en el nuevo jefe del peronismo. Son especulaciones.

¿Y Cristina? Tiene un favorito, quizás tenga un plan de retorno. Pero está obligada a jugar con cartas ajenas. Su suerte ya no es enteramente suya.

Fuente: Clarín, 23/08/15.
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Cristina Kirchner condiciona a Scioli

agosto 22, 2015

Inquietan al sciolismo los límites que le fija el Gobierno

Por Mariano Obarrio.  

Cristina Kirchner y Daniel Scioli

Cristina Kirchner y Daniel Scioli

Pese a que la presidenta Cristina Kirchner aseguró que había decidido no enojarse nunca más, su discurso de anteayer por cadena nacional, sonriente y con un tono conciliador, demostró fastidio y desconfianza hacia el candidato a presidente del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, al punto de que en el sciolismo hicieron la lectura de que la mandataria buscó «marcarle la cancha».

Según pudo saber LA NACION, Scioli está resignado a que la Presidenta buscará condicionarlo durante toda la campaña hasta las elecciones presidenciales del 25 de octubre próximo y aún hasta el final de su mandato, el 10 de diciembre próximo. Por eso ayer había preocupación en el entorno sciolista por la difícil incursión a la Casa Rosada.

«El perfil propio se irá construyendo gradualmente si ganamos las elecciones, después de asumir», dijo un funcionario de la provincia. «El temor es el ruido enorme que puede producir en la campaña si no se modera, como quieren los gobernadores del PJ», confió otra fuente del sciolismo.

Según confiaron a LA NACION fuentes de la Casa Rosada, Cristina comentó en su intimidad que se involucrará más en lo que queda de la campaña. Considera que en la etapa anterior ella se apartó y Scioli obtuvo en las primarias un 38,4% de los votos, menos de los 50 puntos que ella sacó en las PASO de 2011. Ese contraste lo manifestó dos veces en su último discurso por cadena nacional. «Esta campaña no es contra Scioli, sino contra el Frente para la Victoria, no empezó ahora, sino en 2011 cuando triunfamos en las PASO, con el 50% de los votos», destacó Cristina.

El deseo de «marcarle la cancha» a Scioli, a juicio de kirchneristas y sciolistas, quedó al desnudo en varios pasajes. Ella le recordó a Scioli que era «amigo» del candidato presidencial de Cambiemos, Mauricio Macri, a quien le atribuyó complicidad en la caída del gobierno de Raúl Alfonsín en 1989. «Leía declaraciones de Daniel [Scioli], que le habías visto la peor cara al jefe [por Macri]; yo sé que vos eras amigo de él, y la verdad que muchas veces uno sufre desilusiones», dijo la mandataria.

«La cara, Daniel, es la misma que tuvo siempre, del grupo que contribuyó a que cayera Alfonsín, que fue absuelta por la Corte menemista en el contrabando de Sevel, que causó la división en tres partidos de Morón cuando cayó Rousselot por la estafa de las cloacas. Es la misma cara de siempre», lo adoctrinó, sonriente.

Luego en uno de los balcones de la Casa Rosada, la Presidenta les subrayó a sus militantes que Scioli y su candidato a vicepresidente, Carlos Zannini, mano derecha de Cristina, «seguirán y continuarán estas políticas» como una seria advertencia contra una «traición al pueblo» al candidato presidencial que estaba a su lado. Cristina desconfía de que Scioli haya dicho antes de las PASO que «cambiará lo que haya que cambiar». «¿Saben por qué [seguirán esas políticas]? Porque han participado de ellas, pero porque hay un pueblo que no está dispuesto a dar ni un solo paso marcha atrás», dijo.

Además, la Presidenta anunció un proyecto de ley que supone un serio condicionamiento para cualquier futuro presidente, incluido Scioli. Prohibiría la venta de las acciones que la Anses tiene en varias empresas privadas sin antes acordarla con los dos tercios del Congreso. Scioli y Macri tienen ese plan entre sus proyectos. La Presidenta, además, enumeró decenas de obras hídricas nacionales y excluyó las de la provincia gobernada por Scioli. Cristina no mencionó ninguna que sirviera para evitar las inundaciones en los municipios afectados hace dos semanas.

El sciolismo también interpretó con suspicacia la bandera que colgó la militancia de un balcón del Patio de las Palmeras. Decía: «Zannini para la Victoria». Habían borrado el nombre de Scioli. La ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, también generó tensiones cuando dijo que había reservas escasas en el Banco Central, en medio de la suba del dólar paralelo a 15,55 pesos.

En todos los ministerios del Gobierno está avanzado el presupuesto de 2016 y sólo falta que el ministro de Economía, Axel Kicillof, lo envíe al Congreso a mediados de septiembre. Pero no hubo ninguna consulta con Scioli, a quien Cristina apoya para que sea su sucesor.

Fuente: La Nación, 22/08/15.

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Daniel Scioli: de campaña en un helicóptero de la policía

julio 30, 2015

Viaje polémico: de campaña en un helicóptero de la policía

Constituye una malversación de fondos públicos.

Foto: LA NACION 
 

La llegada de Daniel Scioli a Corrientes a bordo de un helicóptero de la policía de Entre Ríos generó polémica. Junto con Carlos Zannini, el candidato presidencial del FPV realizó un acto en la sede del sindicato Luz y Fuerza, en Corrientes. El gobernador de esa provincia, Ricardo Colombi, cuestionó el uso de la aeronave para una visita proselitista. «Que el helicóptero venga para evitar el contrabando y no para trasladar a un candidato», criticó Colombi, que se equivocó al advertir que el helicóptero pertenecía a la Policía Federal. La nave en cuestión habría sido cedida por Sergio Urribarri.

Fuente: La Nación, 30/07/15.


Código Penal Argentino

Art. 261. – Será reprimido con reclusión o prisión de dos a diez años e inhabilitación absoluta perpetua, el funcionario público que sustrajere caudales o efectos cuya administración, percepción o custodia le haya sido confiada por razón de su cargo. Será reprimido con la misma pena el funcionario que empleare en provecho propio o de un tercero, trabajos o servicios pagados por una administración pública.

no a la corrupcion

 

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Daniel Scioli: «La Cámpora es el presente y el futuro de la Argentina»

junio 24, 2015

Daniel Scioli: «La Cámpora es el presente y el futuro de la Argentina»

El gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato a la Presidencia por el FpV sostuvo que «siempre se ha rodeado de jóvenes de la militancia»; dijo estar muy preparado para ser presidente.

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«La Cámpora es el presente y el futuro de la Argentina». El gobernador de la provincia de Buenos Aires y precandidato presidencial Daniel Scioli se refirió de esa manera a la organización ultrakirchnerista fundada por Máximo Kirchner, hijo de la mandataria Cristina Kirchner.

Además, Scioli sostuvo que «interpreta y convoca» a los jóvenes para que lo apoyen. «Tengo un gabinete joven, siempre me he rodeado de ellos», dijo.

El gobernador bonaerense destacó que la oportunidad de reemplazar a Cristina Kirchner en la Casa Rosada le llega en un gran momento de su vida. «Estoy convencido de poder hacer un buen servicio al país», aseguró.

«Te encargan un trabajo de enorme responsabilidad y esa oportunidad me aparece en un momento de mi vida con experiencia, pasión y claridad acerca de dónde poner mi energía para mejorar el país», dijo Scioli en el programa televisivo que conduce Alejandro Fantino en América.

Cristina Kirchner y Daniel Scioli

Cristina Kirchner y Daniel Scioli

En referencia a las sospechas de la oposición sobre el poder que tendría Cristina Kirchner en un eventual mandato suyo, Scioli contestó: «Siempre ejercí y voy a seguir ejerciendo las plenas facultadas de gobernador y también lo voy a hacer como presidente».

«A la gente le quisieron meter que el país se iba a ir al diablo: el caso Nisman, la embestida judicial, que no me iban a dar la lista y ¿ahora? La gente sabe de mi compromiso y mi absoluta independencia, siempre hago las cosas a mi estilo, con respeto», afirmó.

Respecto a su principal rival en las próximas elecciones nacionales, el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, Scioli remarcó las principales diferencias con el líder de Pro.

«La diferencia es en el rol del Estado, hay cuestiones que no se le puede dejar al mercado y ver por los resultados económicos. Aerolíneas tiene un valor estratégico, las pérdidas son depende el punto de vista que se vea», aseguró. Días atrás, Macri dijo que «no pensaba perder 30 millones con Aerolíneas Argentinas».

«Votaron en contra de la recuperación de YPF, dijeron que hay que pagarle a los fondos buitre y estuvieron en contra de la administración de los fondos de la Anses», agregó.

El precandidato a vicepresidente

Scioli se refirió a su compañero de fórmula, Carlos Zannini . Ante la idea de que el vice fue impuesto por Cristina Kirchner, el gobernador de Buenos Aires sostuvo: «Nunca hubo una actitud de imposición por parte de Cristina».

«Charlé varias veces de manera muy sincera con Zannini luego de la designación y es el mejor para el puesto, es muy inteligente y con mucha capacidad intelectual», soltó. Y agregó: «Es muy importante que a las cosas las hablemos y que estemos atentos porque van a querer meter cizaña entre nosotros».

Fuente: La Nación, 24/06/15.

Scioli y La Campora 01

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La incógnita de Scioli

mayo 28, 2015

Dos enigmas en torno a Scioli

Por Luis Majul.

Hay, por lo menos, dos enigmas, alrededor de Daniel Scioli. Uno: qué clase de presidente podría llegar a ser. Es decir, si va a ser él mismo, sea lo que sea que signifique, o va a terminar siendo un títere de la actual jefa del Estado. Y dos: si al final Cristina Fernández le va a sacar «el banquito del rincón» o la posibilidad de ser candidato. A los pocos que tuvieron la oportunidad de preguntárselo en la cara, el propio gobernador les respondió: «No esperen de mí cambios bruscos ni discursos incendiarios». ¿Y eso qué quiere decir? «Que voy a hacer las cosas de a poco. Que voy a cambiar lo que haya que cambiar, pero sin sobresaltos.»

scioli 2015La palabra «cambio» en boca de Scioli sólo se puede oír en privado y en voz muy baja. Sí sube el tono de voz cuando le manifiestan la posibilidad de que se transforme en una marioneta de La Cámpora y de Cristina. «No oigan lo que dicen. Miren lo que hago. La Presidenta nunca me impuso un ministro. Cuando me presionaron para que lo echara a [el ministro de Justicia, Ricardo] Casal, no cedí. Se suponía que [el vicegobernador Gabriel] Mariotto venía por todo y ahora es un compañero que trabaja para nuestro proyecto», explicó el precandidato. ¿Y cómo va a controlar a los bloques mayoritarios de diputados y senadores del Frente para la Victoria, con una clara mayoría cristinista? «Como hago en la provincia: enviando proyectos de ley muy razonables y abiertos para que los enriquezcan los legisladores de todos los partidos.»

Lo que para una buena parte de la clase política significaría más de lo mismo, para Scioli sólo representa «respeto por las instituciones y la caducidad de los mandatos». De esa forma, el gobernador explica que si llega a acceder a la presidencia, respetaría la permanencia en el cargo de la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó; el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, y el número uno de la Administración Federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray. ¿En serio piensa mantener al ministro de Economía, Axel Kicillof, en su puesto, como parece desprenderse de sus últimas declaraciones públicas? Ni siquiera en privado Scioli lo da por sentado. Sólo repite como un mantra algo parecido a lo que sostienen los dirigentes de La Cámpora cada vez que hablan de la economía del país: «Pronosticaban que iba a estallar todo por los aires. Que la inflación se iba a retroalimentar y que el dólar se iba a ir a las nubes. Que la recesión se iba a profundizar, y que la caída del salario y del empleo se iba a multiplicar. ¿Y qué está pasando? Que la gente está volviendo a tener plata en el bolsillo. Que consume, sale, y si puede, se hace una escapada de fin de semana largo. Que las negociaciones paritarias terminan funcionando, más allá de las discusiones por dos puntos más o dos puntos menos. Que las cosas andan bien y que en los próximos meses van a estar mucho mejor». ¿Y si todo está tan bien para qué se necesita un nuevo presidente?, le pregunté a uno de los voceros políticos del gobernador. «Para aportar lo que les falta a la economía y a la política. Lo que Daniel llama «las dos P»: productividad y previsibilidad.»

El equipo de Scioli transita esta semana por un momento de zozobra. Teme que la Presidenta vuelva a usar la cadena nacional para criticar al gobernador y respaldar al candidato que prefiere por descarte, Florencio Randazzo. La última vez fue cuando disparó un tiro por elevación y les pidió a todos los postulantes que discutan política y no hagan pantomimas en programas de entretenimiento. «Una cosa es que lo sacuda de vez en cuando. Eso le sirve a Daniel porque lo hace aparecer como más tolerante, en contraste con Cristina. Pero otra cosa es que lo chicanee cada cinco minutos. De esa manera, ataca su liderazgo y pone en riesgo la posibilidad de una victoria final.» En el mismo equipo del gobernador conviven optimistas y pesimistas. Los primeros creen que cuanto más explícitamente la Presidenta ayude al rival de Scioli, más atractiva se va a hacer la interna del Frente para la Victoria y más votos se van a sumar al espacio para quedar a punto del triunfo en la primera vuelta. Los pesimistas aducen que, por más atractiva que se presente la interna, no hay manera de que el Frente para la Victoria supere con holgura el 40%. «Lo que puede pasar es que la ayuda de Cristina empareje la cancha y [Mauricio] Macri termine primero, por encima de Daniel, lo que para nosotros sería una mala noticia.»

Ciertos asesores de Scioli ya empezaron a trabajar para imponer la tapa del día después de las PASO. «Una cosa es que digan ganó el Frente para la Victoria, con la suma de votos de Daniel y de Florencio, y otra muy distinta es que titulen que Macri fue el candidato que más votos consiguió.» Entre quienes trabajan para Scioli, de manera directa o indirecta, además de los optimistas y los pesimistas, están los catastrofistas. No constituyen la mayoría ni son determinantes, pero su diagnóstico preocupa a los más cercanos al gobernador. Ellos creen que, al final, Cristina llamaría a Daniel a su despacho, lo miraría a los ojos y le comunicaría que no puede ser precandidato a presidente por el Frente para la Victoria, porque no representa al proyecto de manera cabal. Y que lo haría de manera fría y calculada, al filo del cierre de las listas, para que el gobernador no tenga tiempo de presentarse con otro sello o bajo el paraguas de otro partido. Le adjudican ese pronóstico catastrofista a «el Chueco» Juan Carlos Mazzón -quizás el mayor experto en armar listas de candidatos del Partido Justicialista-, que fue eyectado de su cargo en la Unidad Presidente hace un par de meses, cuando se negó a incorporar a figuras sin votos de La Cámpora en la nómina de postulantes a legisladores en la provincia de Mendoza. Para tranquilidad de quienes pretenden conservar o mejorar sus empleos, el más optimista de todos parece el mismo Daniel Scioli: «Cristina es la política más inteligente que hay en la Argentina -suele decir el gobernador-. Ella no se va a suicidar. Porque no solamente está en juego mi candidatura a presidente. Acá se pone en juego la permanencia en el poder del peronismo, de los gobernadores, de los intendentes y de quienes ocupan cargos en entes que dependen del Poder Ejecutivo».

Parece claro que Cristina Fernández va a hacer lo imposible para no terminar como Carlos Menem. Es decir: intentará acumular masa crítica, fueros, dinero y medios para evitar ser juzgada, condenada y detenida una vez que termine su mandato. Tiene una base para nada despreciable: miles de cuadros que ya penetraron en la segunda línea del Estado, y una máquina política y mediática dispuesta a transformarse en denunciante de los nuevos inquilinos del poder.

Fuente: La Nación, 28/05/15.

Daniel 'Cristina' Scioli

Daniel ‘Cristina’ Scioli

 

 

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Empate entre Scioli y Macri

mayo 24, 2015

Scioli y Macri cabeza a cabeza y la polarización aleja a Massa

Management & Fit le otorga al gobernador el 33,3% de intención de voto y 32,2% al líder del PRO. Massa, 13,8%.

Apenas un punto y una décima separan a Mauricio Macri y a Daniel Scioli en la carrera presidencial. El gobernador bonaerense lidera la intención de voto a presidente entre los cinco candidatos con más chances de superar las PASO de agosto. El candidato del Frente para la Victoria ostenta el 33,3 % de intención de voto, seguido por el jefe de Gobierno, con 32,2, número que según los encuestadores es un “empate técnico”. Sergio Massa, el tercero en discordia, está muy retrasado, con el 13,8 %, su piso desde que sinceró su ambición presidencial y mucho más atrás se sitúan Margarita Stolbizer (6%), de Progresistas, y Jorge Altamira (2,9%), del Frente de Izquierda. Las cifras surgen del flamante monitoreo de opinión pública que realizó Management & Fit para Clarín. La encuesta abarcó 2400 casos en todo el país.

argentina-elecciones-urnaCuando falta un mes para el cierre de listas en la Provincia y a nivel nacional, que terminará de ordenar el tablero de la oferta electoral y tres meses para las PASO presidenciales, tanto Scioli como Macri muestran una tendencia ascendente. La apuesta del líder del Frente Renovador por “la ancha avenida del medio”, un discurso equilibrado entre la oposición dura y las reivindicaciones del oficialismo, no le dio hasta ahora el resultado esperado. Hace un año, según la misma encuestadora, Massa encabezaba la intención de voto con 25 puntos y aventajaba a Macri por 9 puntos, pero desde junio pasado no creció más. En septiembre pasado los tres principales candidatos a acceder a la Casa Rosada coincidieron en un triple empate.

El empate entre Scioli y Macri también se repite cuando se observa su techo electoral. Entre quienes declaran estar seguros de que los votarán y aquellos que podrían votarlos ambos suman 53,2%. Massa también queda relegado en ese ítem (42 %). Mientras que el jefe de Gobierno mantiene un nivel de adhesión y de rechazo similar en todos los estratos socioeconómicos, el ex intendente de Tigre saca ventaja en aquellos de menores recursos y genera rechazo entre los más altos. El gobernador tiene más votantes entre los menores de 40 años y pierde entre los sectores de mayor preparación académica.

En el marco de las PASO, el líder del PRO acumularía la mayor cantidad de votos (27,9%), pero si suman los votos de Scioli y de Florencio Randazzo (11,1%) el Frente para la Victoria sería la agrupación más votada con el 35%. El ministro del Interior y Transporte incluso amasaría en las internas una décima más que el propio Massa, a quien su alianza con José Manuel de la Sota (7%) sólo le aportaría dos puntos en una elección general.

El dedo de Cristina tiene mucho peso para inclinar la balanza en la primaria oficialista, aunque no sería definitorio. El 36,8% estaría dispuesto a cambiar su voto si la Presidenta bendijera a uno de los dos candidatos, pero el 54,2%, no. Con la polarización, los candidatos que lideran la encuesta buscarán convencer al 28,1% que todavía no decidió si votará al oficialismo o a la oposición.

Fuente: Clarín, 24/05/15.

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