La potencia comunicacional de X
septiembre 25, 2025
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
La red social X —antes llamada Twitter— es hoy mucho más que una cartelera de mensajes: es una aceleradora de sentido público. En menos de una generación pasó de ser un foro para observaciones personales a convertirse en una infraestructura que moldea la agenda política, reconfigura mercados y rehace prácticas diplomáticas. Esa transformación no es neutral: alimenta tanto oportunidades democráticas inéditas como riesgos que exigen atención inmediata y deliberada.
Un caso ilustrativo reciente es el anuncio de apoyo del gobierno de Estados Unidos a la Argentina -comunicado primero en la propia plataforma X– que provocó efectos instantáneos en los mercados y en la conversación política. Mensajes oficiales publicados en la cuenta del secretario del Tesoro, Scott Bessent, aparecieron como primicia en X y ayudaron a orientar la cotización de bonos, la percepción de riesgo y la interpretación diplomática en cuestión de horas. Esa doble condición -mensaje oficial y acto performativo en tiempo real- muestra el alcance de X como canal de poder.
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La plataforma funciona, sobre todo, como un ecosistema de amplificación. Líderes y audiencias lo usan para crear narrativas en fragmentos: desde encuestas que influyen en decisiones empresariales hasta declaraciones de gobernantes que sustituyen a ruedas de prensa. Elon Musk, por ejemplo, ha convertido X en su megáfono personal -lanzando encuestas, teasers y anuncios que, muchas veces, provocan respuestas en los mercados y en la prensa- y demuestra cómo la mezcla de informalidad, humor y poder económico puede redibujar los márgenes entre lo privado y lo público.
Al mismo tiempo, X es terreno fértil para experimentos creativos de comunicación política y cultural. La congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez empleó plataformas sociales de manera original -pasando de hilos y respuestas en X a transmisiones en vivo en Twitch para acercarse a audiencias jóvenes de izquierda- y demostró cómo la interactividad puede transformarse en movilización cívica. Influencers globalistas como Greta Thunberg han usado X para internacionalizar protestas y coordinar días de acción climática; su perfil es un buen ejemplo de cómo una voz individual puede amplificarse hasta generar movimientos globales. En el ámbito religioso institucional, el Vaticano y la cuenta papal @Pontifex han demostrado la capacidad de la plataforma para llegar a audiencias masivas en múltiples idiomas, mostrando que incluso las instituciones más tradicionales pueden explotar X con fines comunicacionales. Artistas como Taylor Swift, por su parte, han convertido las pistas y las publicaciones en juegos de pistas que transforman a la audiencia en comunidad investigadora -otro tipo de creatividad comunicacional que aprovecha la escucha y la respuesta inmediata-.
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El reverso de esa moneda es la velocidad con que la desinformación circula en la plataforma. Episodios como la caza de sospechosos tras el atentado de Boston (2013) dejaron claro que rumores y acusaciones pueden viralizarse y causar daños irreparables antes de que se verifiquen. Pero también hay una lección complementaria: X alberga a verificadores, periodistas y comunidades que, muchas veces, detectan y denuncian falsedades en minutos -las agencias de verificación y los equipos periodísticos corrigen, contextualizan y etiquetan material engañoso, frenando la carrera de rumores aunque sin neutralizarla por completo-.
La emergencia de la inteligencia artificial complica el paisaje. Estudios y reportes recientes muestran operaciones que emplean IA para generar textos, voces y cuentas automatizadas que simulan actividad humana y fabrican consenso artificial. En Ghana, por ejemplo, se documentó una red de cuentas que usó modelos de lenguaje para amplificar mensajes políticos; investigaciones y agencias han señalado que la capacidad de la IA para crear contenido convincente baraja las cartas del ecosistema informativo. Esto exige pensar no sólo en moderación, sino en trazabilidad y estándares de procedencia digital.
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Para entender por qué X produce esos efectos conviene volver al concepto de EMIREC (emisor-receptor) de Jean Cloutier: en la era digital los usuarios alternan permanentemente los roles de quien envía y quien recibe; todos somos emisores y receptores a la vez. Esa condición explica por qué una simple publicación puede ser a la vez discurso y dato, noticias y reacción, rumor y verificación. Reconocer la lógica EMIREC es aceptar que la plataforma no es un micrófono neutro sino un espacio relacional que reconfigura la agencia comunicativa.
¿Qué hacer para potenciar lo positivo y mitigar lo negativo? Estas son algunas propuestas de trabajo:
1. Etiquetas para identificar contenido generado o amplificado por IA; transparencia sobre qué publicaciones son automáticas.
2. Acceso priorizado de verificadores objetivos y medios a metadatos de amplificación (sin vulnerar la privacidad) para desactivar campañas de desinformación.
3. Mecanismos de “desaceleración” en crisis: limitar recomendaciones y viralidad hasta que fuentes acreditadas corroboren.
4. Educación cívica digital: enseñar a distinguir origen, intención y contexto.
5. Auditorías públicas e independientes sobre botnets, pauta política y moderación de contenido.
6. Incentivos a la calidad informativa: priorizar fuentes verificadas en tendencias y resúmenes.
7. Herramientas abiertas de detección de cuentas artificiales.
8. Sanciones claras para quien organice manipulación deliberada con fines políticos o económicos maliciosos.
9. Protocolos de crisis para gobiernos: comunicar primero la verificación, no el rumor.
10. Compromiso ético de líderes: recordar que “el medio es el mensaje” y, por tanto, la forma en que comunicamos modela la política. (Marshall McLuhan).
Recordemos: X no es un monstruo ni un paraíso; es una herramienta potente que refleja nuestras decisiones colectivas. Si queremos que sea un foro de deliberación y no un campo de batalla informativo, debemos regular con inteligencia técnica y ética cívica, exigir trazabilidad y fomentar una ciudadanía que sepa tanto producir como juzgar información. Transformar la EMIREC en responsabilidad colectiva es la tarea democrática del siglo XXI: educar, auditar y exigir transparencia. No es un capricho técnico: es la defensa del criterio público.
Fuente: Ediciones EP, 25/09/25.
Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla
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El poder del EMIREC en la comunicación del siglo XXI
enero 16, 2025
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
La comunicación ha evolucionado de forma vertiginosa en las últimas décadas. Atrás quedaron los días en que los mensajes eran emitidos de manera unidireccional, como en los medios tradicionales. Hoy, vivimos en un ecosistema informativo donde todos somos potenciales emisores y receptores simultáneos. Este concepto, conocido como EMIREC, fue introducido por el periodista y educomunicador quebequés Jean Cloutier (1933-2017), quien revolucionó la manera de entender las relaciones comunicativas.
El término EMIREC proviene de la combinación de dos palabras francesas: émetteur (emisor) y récepteur (receptor). Este modelo desafía la visión jerárquica y pasiva del receptor en la comunicación tradicional, promoviendo en cambio una relación de igualdad entre las partes. En palabras de Cloutier, «el futuro de la comunicación no pertenece a quienes monopolizan los medios, sino a quienes saben compartir».
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La democratización de la información
La llegada de internet marcó un punto de inflexión. Redes sociales como X (anteriormente conocida como Twitter) han transformado radicalmente el panorama, ofreciendo a cientos de millones de personas la posibilidad de ser agentes activos en el intercambio de información. El EMIREC encuentra en estas plataformas un terreno fértil donde germinar.
Cada usuario de redes sociales tiene el potencial de convertirse en un micro-influenciador, difundiendo ideas, opiniones y contenido que impactan a su comunidad digital. Esta participación activa convierte a cada individuo en parte integral de un flujo continuo de información. Como sostiene el filósofo y socólogo Jürgen Habermas, «la esfera pública se fortalece cuando los ciudadanos intercambian ideas en pie de igualdad».
Sin embargo, este poder comunicativo conlleva responsabilidades. Al ser emisores, los usuarios no solo tienen la capacidad de influir, sino también la obligación ética de validar la información que comparten. El EMIREC no solo opera como una figura activa en la comunicación, sino también como un filtro de calidad en la era de lasnoticias falsas (fake news) y la desinformación.
Redes sociales: un laboratorio de EMIRECs
Las redes sociales son un ejemplo vivo de la aplicación del modelo EMIREC. En X, por ejemplo, los usuarios pueden crear hilos explicativos, comentar noticias, difundir eventos y hasta promover movimientos sociales. La estructura bidireccional de estas plataformas permite un diálogo abierto y constante.
Tomemos como caso el movimiento #ProLife (#ProVida). Lo que comenzó como un hashtag en redes sociales escaló hasta convertirse en un fenómeno global. Miles de personas compartieron sus historias, alzaron sus voces y difundieron recursos informativos. Este es un ejemplo claro del poder EMIREC: una comunidad de iguales que, como emisores y receptores simultáneos, movilizan el cambio.
Otra aplicación notable del EMIREC en redes sociales se da en el ámbito educativo. Profesionales y estudiantes intercambian ideas en tiempo real, comparten artículos académicos y debaten conceptos complejos. Plataformas como LinkedIn y X han democratizado el acceso al conocimiento, promoviendo la colaboración en un entorno global.
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Las oportunidades para los emprendedores
Para los emprendedores, el modelo EMIREC abre un universo de posibilidades. Las redes sociales permiten una comunicación directa con el público objetivo, sin necesidad de intermediarios. Esto no solo reduce costos, sino que también fomenta relaciones más auténticas y duraderas con los consumidores.
Un ejemplo claro de esto es el uso del storytelling. Al compartir historias personales o de la marca, los emprendedores pueden conectar emocionalmente con su audiencia. Estas narrativas, combinadas con la interacción directa que permite el EMIREC, generan confianza y lealtad.
Por otro lado, el EMIREC también permite a los emprendedores recibir retroalimentación en tiempo real. Comentarios, encuestas y mensajes directos ofrecen información valiosa para mejorar productos y servicios. Esta capacidad de adaptación y respuesta rápida es una ventaja competitiva en un mercado cada vez más dinámico.
Desafíos y perspectivas futuras
Aunque el modelo EMIREC ofrece innumerables beneficios, también enfrenta retos. La sobreinformación y la difusión de contenidos falsos son problemas significativos que requieren una alfabetización mediática urgente. En este sentido, educar a los usuarios sobre cómo evaluar y compartir información de manera responsable es crucial.
Asimismo, el modelo plantea preguntas éticas sobre la privacidad y la manipulación de datos. En un mundo donde cada clic genera información valiosa, los usuarios deben ser conscientes de cómo se utiliza su información personal.
El futuro del EMIREC dependerá de cómo se equilibren estas responsabilidades con las oportunidades. Con el avance de la inteligencia artificial y la tecnología, es posible que veamos una evolución del concepto, donde las máquinas también actúen como emisores y receptores activos en procesos de comunicación más complejos.
Un cierre para inspirar
El concepto de EMIREC no es solo una teoría comunicativa, sino una herramienta poderosa para transformar el mundo. En las manos de emprendedores visionarios, puede ser la clave para construir comunidades, generar impacto y liderar cambios significativos.
Como dijo el escritor y futurista Alvin Toffler, «los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender». Ser un EMIREC implica precisamente esto: adaptarse, innovar y colaborar en un entorno donde la comunicación no tiene límites.
En la era digital, cada publicación, comentario o interacción es una oportunidad de marcar la diferencia. Para quienes emprenden, el EMIREC no solo es un modelo; es el motor que impulsa ideas hacia el éxito.
Fuente: Ediciones EP, 16/01/25.
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