Inflación: El enemigo silencioso que erosiona economías y sociedades
agosto 12, 2024
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
La inflación, un término que resuena constantemente en los debates económicos, ha sido un fenómeno recurrente en la historia financiera mundial. Este concepto, ampliamente estudiado y debatido por economistas de renombre como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Milton Friedman, es a menudo malinterpretado como un mero aumento de precios. Sin embargo, su raíz es mucho más profunda y está intrínsecamente ligada a la emisión descontrolada de dinero sin respaldo, lo que convierte a la inflación en un enemigo silencioso de la economía.
La Visión de Mises, Hayek y Friedman
Ludwig von Mises, uno de los economistas más influyentes de la Escuela Austriaca, definió la inflación como un proceso mediante el cual se incrementa la cantidad de dinero en circulación sin un respaldo real en bienes y servicios. Según Mises, este exceso de dinero frente a la oferta de bienes y servicios inevitablemente lleva a un aumento generalizado de los precios. Para Mises, la inflación no era solo una cuestión de precios más altos, sino un desequilibrio económico que distorsiona la estructura de producción y distribución de recursos.
Friedrich von Hayek, discípulo de Mises, amplió esta visión señalando que la inflación, al alterar las señales de precios en la economía, conduce a una mala asignación de recursos. Según Hayek, cuando los precios suben debido a la inflación, los empresarios reciben señales falsas que los inducen a invertir en proyectos no sostenibles a largo plazo, creando burbujas económicas que eventualmente estallan, causando recesiones y crisis.
Milton Friedman, un destacado economista monetarista, sintetizó estas ideas en su famosa afirmación: “La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”. Para Friedman, la inflación surge cuando la cantidad de dinero en la economía crece más rápido que la producción de bienes y servicios. Es decir, cuando los gobiernos emiten más dinero del que la economía puede respaldar con su producción real, los precios suben inevitablemente.
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Emisión monetaria sin respaldo: La raíz del problema
La emisión de dinero sin respaldo, es decir, sin un aumento correspondiente en la producción de bienes y servicios, es la causa fundamental de la inflación. Este tipo de política monetaria expansiva suele implementarse en tiempos de crisis económicas, cuando los gobiernos buscan financiar sus gastos a través de la impresión de dinero. Sin embargo, esta solución temporal puede convertirse en una trampa mortal para la economía a largo plazo.
Un ejemplo histórico claro de los efectos devastadores de la inflación es la hiperinflación que sufrió Alemania en la década de 1920, conocida como la República de Weimar (1918-1933). Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania enfrentó una deuda externa inmensa y optó por imprimir grandes cantidades de dinero para pagar sus obligaciones. El resultado fue una espiral inflacionaria que destruyó el valor del marco alemán. En 1923, los precios se duplicaban cada pocos días, lo que llevó a la población a utilizar billetes de banco como papel tapiz o combustible, ya que habían perdido prácticamente todo su valor.
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Inflación e Hiperinflación: Una distinción crucial
La inflación se convierte en hiperinflación cuando los aumentos de precios superan el 50% mensual (parámetro arbitrario). Este fenómeno no es solo un aumento rápido de precios, sino una señal de la pérdida total de confianza en la moneda. La hiperinflación es un claro indicio de que la demanda de dinero ha caído drásticamente; es decir, la población ya no desea mantener su riqueza en la moneda local, anticipando que su valor seguirá erosionándose.
La hiperinflación es más que una crisis económica; es una crisis de confianza. Cuando los ciudadanos y las empresas pierden la fe en la estabilidad de la moneda, buscan desesperadamente convertir su dinero en bienes, divisas extranjeras o cualquier otro activo que conserve valor. Este pánico generalizado agrava la inflación, convirtiendo lo que inicialmente era una presión económica en un colapso total del sistema financiero.
Un ejemplo contemporáneo de hiperinflación es el caso de Venezuela. A mediados de la década de 2010, el otrora rico país sudamericano experimentó un colapso económico que llevó a una hiperinflación que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), alcanzó un asombroso 1.000.000% anual en 2018. Esta crisis fue catalizada por el desgobierno socialista, la caída de los precios del petróleo, la mala gestión económica y la emisión masiva de dinero por parte del gobierno para cubrir déficits fiscales, lo que destruyó el valor del bolívar venezolano y empujó a millones de venezolanos a la pobreza extrema.
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La influencia de las crisis políticas
Las crisis políticas a menudo actúan como catalizadores de la hiperinflación. En muchos casos, los gobiernos enfrentan presiones para financiar guerras, programas sociales insostenibles o simplemente para mantenerse en el poder. Cuando estas presiones se combinan con una economía débil, el resultado es la adopción de políticas monetarias irresponsables que llevan a una pérdida masiva de confianza en la moneda.
La hiperinflación en Zimbabue durante la década de 2000 es otro ejemplo emblemático. Bajo el régimen del dictador Robert Mugabe, la economía de Zimbabue colapsó debido a la corrupción, la expropiación de tierras y la mala gestión económica. Para financiar el déficit, el gobierno imprimió cantidades masivas de dólares zimbabuenses, lo que llevó a una inflación que alcanzó cifras inimaginables: en noviembre de 2008, la tasa de inflación mensual llegó a 79.600.000.000%. La moneda se volvió tan inútil que la gente recurría al trueque para sobrevivir.
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La destrucción del valor de la moneda
La inflación y la hiperinflación destruyen el valor de la moneda, lo que tiene consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad. Cuando el dinero pierde su poder adquisitivo, los ahorros de toda una vida pueden evaporarse en cuestión de meses o días. Las pensiones, salarios y otros ingresos fijos se vuelven insuficientes para cubrir las necesidades básicas, lo que lleva a un aumento de la pobreza y la desigualdad.
Además, la destrucción del valor de la moneda desincentiva la inversión y el ahorro. En un entorno inflacionario, las empresas son reacias a invertir a largo plazo, ya que la incertidumbre económica y la inestabilidad de precios dificultan la planificación. Esto, a su vez, frena el crecimiento económico y perpetúa el ciclo de pobreza y estancamiento.
Cómo poner fin al flagelo de la inflación
Terminar con la inflación y la hiperinflación requiere políticas monetarias responsables y una gestión económica prudente. La disciplina fiscal es esencial: los gobiernos deben evitar la tentación de financiar déficits a través de la emisión de dinero. En lugar de imprimir dinero, los gobiernos deben buscar fuentes de ingresos sostenibles y recortar gastos innecesarios.
Además, es crucial fortalecer la independencia de los bancos centrales para que puedan tomar decisiones monetarias sin interferencias políticas. La adopción de políticas de metas de inflación, donde los bancos centrales se comprometen a mantener baja la inflación dentro de un rango específico, ha demostrado ser eficaz en muchas economías desarrolladas.
Los ciudadanos también tienen un papel importante en la lucha contra la inflación. Deben estar informados y exigir transparencia y responsabilidad a sus gobiernos en la gestión de la política monetaria. La educación financiera es clave para comprender los riesgos de la inflación y cómo proteger el poder adquisitivo a lo largo del tiempo.
En última instancia, la estabilidad económica es fundamental para el bienestar de una sociedad. La inflación no es solo un problema económico; es un fenómeno que puede socavar la cohesión social y desestabilizar naciones enteras. Por ello, es imperativo que tanto los gobiernos como los ciudadanos trabajen juntos para evitar caer en la trampa de la inflación descontrolada.
Fuente: Ediciones EP, 12/08/24.
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El impacto devastador de la inflación en la economía
La inflación en Argentina y la destrucción del valor del peso
Inflación e Hiperinflación: El flagelo económico que amenaza a las naciones
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Inflación e Hiperinflación: El flagelo económico que amenaza a las naciones
septiembre 21, 2023
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
La inflación, ese fenómeno económico omnipresente y muchas veces soslayado, ha sido objeto de análisis y debate por parte de destacados economistas a lo largo de la historia. Personalidades como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Milton Friedman dejaron huellas imborrables en la comprensión de este concepto y sus devastadores efectos cuando se origina en la emisión de dinero sin respaldo.
Tres perspectivas iluminadoras
Ludwig von Mises, uno de los pilares de la escuela austríaca de economía, definió la inflación como «la expansión del suministro de dinero sin un aumento correspondiente en la demanda de dinero». Desde esta perspectiva, la inflación es esencialmente un desequilibrio entre la cantidad de dinero en circulación y la demanda real del mismo.
Friedrich von Hayek, otro renombrado economista austríaco, subrayó la importancia de la estabilidad monetaria como un pilar esencial para el funcionamiento eficiente de una economía. Para él, la inflación es un síntoma de una mala gestión monetaria que distorsiona las señales de mercado y socava la confianza de los agentes económicos.
Por último, Milton Friedman, un defensor de la política monetaria pragmática, argumentó que la inflación es «siempre y en todas partes un fenómeno monetario». En otras palabras, Friedman enfatizó que la emisión excesiva de dinero por parte de las autoridades monetarias es la causa principal de la inflación.
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Lecciones de la Historia: La devastación de la inflación
La historia económica está repleta de ejemplos que ilustran los perjuicios de la inflación. Uno de los casos más notorios es el de la República de Weimar en la década de 1920. Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, se vio sumida en una hiperinflación que destruyó el valor del marco alemán a una velocidad vertiginosa. En noviembre de 1923, un dólar estadounidense llegó a valer 4.2 billones de marcos alemanes (4.200.000.000.000). La gente llevaba carros llenos de dinero para comprar un pan.
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En América Latina, la inflación crónica ha sido un flagelo recurrente. Argentina, en particular, ha experimentado largos ciclos de inflación a lo largo de su historia económica. En tres ocasiones el país sufrió una hiperinflación que fulminó el valor de la moneda: el primero fue el “Rodrigazo” en 1975, seguido por la hiperinflación de 1989 bajo la presidencia de Raúl Alfonsín y, finalmente, la tercera hiperinflación en 1990 durante el gobierno de Carlos Menem.
Hiperinflación: Cuando la moneda se desmorona
La hiperinflación es la pesadilla suprema de la inflación descontrolada. Si bien no existe una definición universalmente aceptada de cuándo se cruza la línea que separa la inflación de la hiperinflación, suele considerarse que esta última ocurre cuando la tasa de inflación mensual supera el 50% o cuando los precios se duplican en un período de menos de un mes.
La hiperinflación es un fenómeno extremadamente peligroso, ya que destruye la confianza en la moneda de manera casi instantánea. La gente pierde toda fe en el valor del dinero y busca desesperadamente gastarlo o invertirlo en activos reales, como bienes raíces o bienes duraderos. En este punto, la caída de la demanda de dinero desencadena un ciclo destructivo en el que la cantidad de dinero en circulación aumenta exponencialmente, lo que a su vez aumenta la inflación y provoca una espiral fuera de control.
Crisis Políticas como catalizadores de la hiperinflación
La hiperinflación rara vez es un fenómeno aislado. A menudo, está vinculada a crisis políticas y sociales que desencadenan un colapso de la confianza en las instituciones gubernamentales. Cuando los líderes políticos recurren a la emisión desenfrenada de dinero para financiar sus gastos o para pagar deudas insostenibles, la población percibe una falta de responsabilidad fiscal y pierde la fe en la moneda.
Un ejemplo impactante de esto es el caso de Zimbabwe a principios de la década de 2000. La hiperinflación alcanzó proporciones astronómicas, y los billetes de banco se volvieron prácticamente inútiles. Esta crisis económica fue resultado de políticas irresponsables y de una desconfianza generalizada en el gobierno, lo que condujo a una rápida caída en la demanda de dinero y al colapso de la moneda local.
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La Destrucción del Valor de la Moneda: Más allá de los números
La destrucción del valor de la moneda es mucho más que una cifra en un gráfico. Detrás de cada punto porcentual de inflación hay historias de personas que luchan para mantener su nivel de vida, ahorrar para el futuro, comprar bienes básicos o simplemente sobrevivir. La inflación erosiona el poder adquisitivo de los ciudadanos de manera constante y silenciosa, socavando su bienestar y calidad de vida.
Un ejemplo ilustrativo es el de Venezuela en los últimos años. El país sudamericano ha experimentado una hiperinflación devastadora que ha dejado a la población en una lucha diaria por la supervivencia. Los precios de los alimentos y medicamentos aumentan de manera exponencial, mientras que los salarios se vuelven casi irrelevantes. La destrucción del valor de la moneda ha llevado a una crisis humanitaria y una diáspora sin precedentes.
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La Esperanza en la disciplina y la educación
Ante la amenaza constante de la inflación y la posibilidad siempre latente de la hiperinflación, es imperativo que las sociedades y sus líderes políticos tomen medidas responsables. La disciplina fiscal y la gestión monetaria son esenciales para prevenir la inflación descontrolada. Aquí juega un rol clave la independencia política del Banco Central, en su papel de custodio del valor de la moneda.
La educación económica también desempeña un papel crucial. La comprensión pública de los peligros de la inflación y la importancia de una moneda estable puede ayudar a fortalecer la resistencia contra políticas imprudentes.
En resumen, la inflación y, en particular, la hiperinflación, son fuerzas destructivas que amenazan la estabilidad económica, social y política. Aprender de la historia y reconocer los signos de peligro resulta esencial. Es responsabilidad de todos nosotros, como ciudadanos informados, exigir responsabilidad fiscal.
Fuente: Ediciones EP, 21/09/23.
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El impacto devastador de la inflación en la economía
La inflación en Argentina y la destrucción del valor del peso
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El impacto devastador de la inflación en la economía: Lecciones de Argentina, Israel y Alemania
septiembre 13, 2023
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
En el complejo escenario económico global, la inflación emerge como la Hidra de Lerna, un monstruo de múltiples cabezas, capaz de desencadenar estragos en cualquier país. Este insidioso fenómeno, si se le permite crecer de manera persistente, puede generar consecuencias nefastas que trascienden los balances financieros para adentrarse en el tejido social y político. Ejemplos como Argentina, Israel y Alemania ofrecen lecciones dolorosas sobre los riesgos de una inflación descontrolada.
El espejismo de la prosperidad efímera
La inflación, ese incremento generalizado y sostenido de los precios, puede inicialmente parecer un signo de prosperidad económica. Los salarios suben y el consumo parece florecer. No obstante, esta ilusión de riqueza es tan fugaz como una burbuja de jabón en un día ventoso. La realidad es que una inflación creciente erosiona el poder adquisitivo de la población, reduciendo la capacidad de ahorro y la inversión a largo plazo.
Argentina: Un paradigma de inflación persistente
Argentina, en los siglos XX y XXI, se ha convertido en un caso paradigmático de inflación crónica. A pesar de breves episodios de estabilidad económica, la sombra de la inflación siempre se cierne sobre la otrora próspera nación sudamericana. Economistas austríacos, como Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek, advirtieron sobre los peligros de una expansión descontrolada de la oferta monetaria, señalando que esta práctica conducía inevitablemente a una depreciación del valor de la moneda.
La falta de responsabilidad fiscal, combinada con políticas monetarias laxas, ha llevado a la emisión de moneda sin respaldo real, un síntoma claro de los abusos demagógicos de los políticos. Esto desencadena un círculo vicioso: el exceso de moneda en circulación genera una mayor demanda de bienes y servicios, lo que a su vez aumenta los precios. Los salarios, a pesar de los incrementos nominales, no logran mantener el paso, y la población se ve atrapada en una espiral inflacionaria. “Los salarios suben por la escalera, los precios por el ascensor.”
Israel: Lecciones de estabilidad y resiliencia
Por otro lado, Israel ofrece una lección valiosa sobre la importancia de políticas monetarias prudentes y una gestión fiscal responsable. En la década de 1980, el pequeño país de Medio Oriente enfrentó una inflación galopante que alcanzó cifras astronómicas. Sin embargo, la determinación del gobierno y la implementación de medidas drásticas, incluyendo la introducción de una nueva moneda y muy estrictas políticas monetarias, permitieron a Israel salir de la vorágine inflacionaria y establecer una economía más sólida.
Los economistas austríacos argumentan que esta experiencia valida su teoría sobre la necesidad de una moneda estable y una política monetaria enfocada en la preservación del valor del dinero. Además, resaltan la trascendental importancia de un marco institucional que limite el poder de los políticos para manipular la economía con propósitos cortoplacistas.
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Alemania: La espantosa sombra de la hiperinflación
Quizás el caso más dramático de inflación descontrolada sea el de la Alemania de la República de Weimar en la década de 1920. La hiperinflación que asoló el país tras la Primera Guerra Mundial llevó a una devaluación tan exorbitante que el dinero se volvió casi irrelevante. Los billetes perdieron su valor de manera tan rápida que las personas se veían obligadas a gastarlos casi de inmediato, antes de que se depreciasen aún más. De hecho los billetes comenzaron a imprimirse sin número de serie para evitar demoras.
Este episodio extremo de inflación no solo destruyó los ahorros de la población, sino que provocó una disolución social palpable. La confianza en las instituciones se desmoronó y la estabilidad política se vio gravemente comprometida. Este sombrío capítulo de la historia económica alemana subraya los peligros reales de permitir que la inflación se desboque, al provocar el caldo de cultivo para el surgimiento del régimen criminal nazi.
La urgencia de una política económica responsable
En tiempos de incertidumbre económica, las lecciones que nos ofrecen Argentina, Israel y Alemania son vitales. La inflación, lejos de ser una mera cifra en un gráfico, tiene el potencial de transformarse en una fuerza desestabilizadora que socava los cimientos de una sociedad. Los economistas austríacos, con su enfoque en la necesidad de una moneda respaldada por activos reales y políticas fiscales responsables, nos recuerdan la importancia de mantener la disciplina en tiempos de bonanza y crisis por igual.
En última instancia, la lucha contra la inflación no es solo una cuestión económica, sino una cuestión de preservación del orden social y político. Los riesgos de una inflación descontrolada son demasiado grandes como para ignorarlos. Es responsabilidad de los líderes políticos y económicos aprender de la historia y actuar con prudencia y determinación para evitar que el monstruo de la inflación desate su furia sobre la economía y la sociedad.
En las inmortales palabras de Milton Friedman, premio Nobel de Economía: «La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario». Esta cita resume de manera elocuente la raíz del problema y la importancia de una gestión monetaria responsable. En un mundo donde la confianza en la estabilidad de la moneda es esencial, no podemos permitirnos ignorar las lecciones del pasado. La inflación, si se deja sin control, no solo amenaza los cimientos económicos, sino que socava la confianza y la cohesión de una sociedad. Es tiempo de actuar con sabiduría y visión a largo plazo para evitar que el espectro de la inflación destruya nuestro presente y nos aceche en el futuro.
Fuente: Ediciones EP, 13/09/23.
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La inflación en Argentina y la destrucción del valor del peso
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Hiperinflación en Venezuela
julio 25, 2018
Estallido y caos hiperinflacionario en Venezuela
La debacle venezolana alcanza límites insospechados.
La última vez que Argentina tuvo una hiperinflación fue allá por el año 1990. En Alemania fue mucho antes, en la década del ‘20, cuando la inflación mensual más alta llegó a nada menos que 29.500%.
Para tomar dimensión de esa cifra, los precios en Alemania en 1923 se duplicaban cada 3,7 días.
En la actualidad, sin embargo, es difícil encontrar estos escenarios. Salvo por la lejana Zimbabwe, que tuvo un episodio de 98% de inflación por día en el año 2008, el mundo ha logrado dominar la inflación.
De acuerdo con un análisis del World Economic Forum, solo 2 de cada 10 países tiene inflaciones superiores al 5% anual.
Así como se escucha, mientras Argentina lucha por bajar la inflación del 30%, la gran mayoría de los países del mundo tiene tasas inferiores a 5%.
Obviamente, este no es el caso de Venezuela.
Dictadura y colapso hiperinflacionario
Recientemente se conoció un informe del FMI sobre América Latina. En dicho trabajo, que divulga algunas de las principales proyecciones del Fondo sobre los países de la región, hay un extenso espacio para referirse a la situación que atraviesa el país gobernado por la dictadura de Maduro.
De acuerdo con el comunicado oficial:
Venezuela permanece hundida en una profunda crisis económica y social. El PBI real esperamos que decrezca en 18% en 2018 –lo que constituye el tercer año consecutivo de caídas de dos dígitos-, debido a la fuerte merma de la producción de petróleo y las extensas distorsiones microeconómicas que se añaden a enormes desequilibrios macro. Esperamos que el gobierno continúe financiando su gran déficit fiscal con emisión de dinero, lo que continuará alimentando la inflación en medio del colapso de la demanda de dinero. Proyectamos un salto de la inflación hasta el 1.000.000% para fines de este año.
Tal como se escucha, un millón por ciento. Para tomar conciencia de lo que significa esta cifra, se trata de una inflación mensual de 115%, 31 veces la del pésimo mes de junio en Argentina. En menos de un mes los precios se duplican en Venezuela.
En medio de esta debacle monetaria, la economía se hunde.
El PBI, que caerá 18% este año según el FMI, acumula un descenso de 50% desde 2013, cuando murió Chávez y Maduro tomó las riendas del poder. O sea que hoy la cantidad de bienes y servicios que produce la economía venezolana es la mitad de la que producía hace 5 años.
La pobreza es moneda corriente en un país de estas características. Y las imágenes que llegan desde allí así lo demuestran.
Ahora bien, no es que Maduro haya recibido un país fascinante. La semilla de la destrucción del bolivarianismo estaba plantada hace largo rato. El nuevo gobierno, por arte de algún milagro, podría haber decidido cambiar de rumbo y abandonar el socialismo chavista. Sin embargo, eligió profundizarlo.
Es así que llegamos a esta situación, con una dictadura totalmente asentada, y con un colapso económico de proporciones impensadas.
Hiperinflación
En mi último libro, en el capítulo cuatro, analizo el fenómeno de la inflación. Allí planteo, tal como explica el FMI, que la inflación es exclusivamente un fenómeno monetario. Es decir, que es un problema que tiene el dinero que circula en un país, no un tema de avaricia empresaria, concentración económica u otras yerbas.
Mucho menos, claro, es el fenómeno derivado de la felicidad de la gente, que en su alegría está dispuesta a pagar más, como alguna vez dijo un filósofo local.
Ahora para que haya una hiperinflación no es suficiente con que se emita mucho dinero para financiar déficits fiscales. Eso, claro, puede generar una enorme suba de precios, con ritmos del 40%, 80%, o 160% anual… Sin embargo, una hiperinflación exige algo más. Y ese algo es lo que se conoce como “huida del dinero”. Manuel Solanet, autor de “La Hiperinflación del ‘89”, lo explica de esta forma:
Cuando la gente advierte que el dinero pierde valor cada vez más aceleradamente, también se desprende de él más rápidamente. Se apura a gastarlo o a cambiarlo por dólares, oro u otros valores estables. Los billetes permanecen menos tiempo en las billeteras y los depósitos bancarios rotan rápidamente. La velocidad de circulación aumenta… Una duplicación de la velocidad de circulación del dinero tiene el mismo efecto inflacionario que una duplicación de la masa monetaria.
Hoy Venezuela no solo tiene a un lunático en el poder, que emite dinero como si no hubiera mañana, sino que los venezolanos, temerosos y totalmente desesperanzados con el “Socialismo del Siglo XXI”, rechazan rápidamente los papeles que éste emite.
Argentina a años luz
Un año después de llegado Maduro al poder, la inflación en Venezuela pasó de las cercanías del 30% anual al orden del 60%. Un año después estaba por alcanzar el 200%.
La situación en Argentina es muy distinta. Tras la llegada de Macri, la inflación de 27% pasó al 40%, pero luego bajó al 25%. Para este año, los números no son alentadores, pero se espera que como máximo estemos en 32% anual.
En Venezuela, el tirano Maduro continuó con sus frenéticas políticas de gasto y emisión monetaria, mientras acusaba a los empresarios por los precios. Además, reprimió brutalmente manifestaciones, y todo el orden institucional en Venezuela tambalea.
El contraste no puede ser mayor con Argentina. Si bien todavía hay muchos desequilibrios por corregir, la institucionalidad está recomponiéndose, y el gobierno busca terminar con la inflación, financiando su déficit con deuda y restringiendo la emisión monetaria.
Obviamente, si la demanda de dinero cayera brutalmente, la inflación en Argentina podría dar un salto impresionante… ¿Pero por qué habría que suponer eso?
Es decir, si mi abuela no estuviera muerta, estaría viva. El razonamiento es impecable, ¿pero cuál es su relevancia?
Para ir cerrando, Argentina todavía tiene problemas de inflación en un mundo que prácticamente ha terminado con ella. Sin embargo, que ocurra un escenario hiperinflacionario, o que la inflación salte al 150%, 200% o 300%, es sencillamente una alucinación.
De hecho, después de este año, creo que finalmente vamos a ir viendo una convergencia hacia una mayor normalidad.
Fuente: ivancarrino.com, 25/07/18.
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Zimbabwe: los billetes de 100 billones que valen US$5
septiembre 5, 2017
Zimbabue: los billetes de 100 billones que valen US$5
Por Patrick McGroarty y Farai Mutsaka – 13/05/2011.
En Zimbabue, un billete de 100 billones (millones de millones) de dólares locales vale unos US$5. (año 2011)
Esa es la tasa de cambio para el billete de más alta denominación del país africano, el mayor jamás producido para una moneda de circulación legal, y símbolo nacional de una política monetaria descontrolada. En determinado momento de 2009, un billete de 100 billones no alcanzaba para comprar un pasaje de autobús en Harare, la capital del país.
Desde entonces, el valor del dólar de Zimbabue ha subido. No en el país, donde la moneda ha sido abandonada, sino en eBay.
Los billetes son codiciados entre coleccionistas de monedas y compradores de novedades, y se venden hasta a 15 veces el valor oficial en circulación. En la década pasada, el presidente Robert Mugabe y sus aliados intentaron apuntalar la economía —y su gobierno— imprimiendo rampantemente dinero. El resultado fue una hiperinflación alimentada con billetes con más ceros.
El billete de 100 billones de dólares zimbabuenses, que circuló por apenas unos meses antes de que la moneda fuera oficialmente abandonada en el país en 2009, representaba el límite diario que se permitía a la gente retirar de sus cuentas bancarias. Los precios subieron, causando caos.
La inflación desenfrenada obligó a los zimbabuenses a hacer fila para comprar pan, pasta dental y otros productos básicos. Con frecuencia, llevaban bolsas más grandes para su dinero que para los pocos artículos que estaban en condiciones de comprar.
Hoy, todas las transacciones son en monedas extranjeras, principalmente en el dólar estadounidense y el rand sudafricano. Pero los billetes sin valor de Zimbabue son valiosos, al menos fuera del país.
«La gente los muestra y hace chistes acerca de cuándo ocurrirá eso aquí», dice David Laties, dueño de Educational Coin Company, un vendedor mayorista de monedas en Nueva York.
Los comerciantes lo suficientemente inteligentes como para comprar los billetes de mayor denominación de Zimbabue mientras estaban en circulación están ahora disfrutando de su inversión. Laties gastó US$150.000 comprando billetes de gente en Sudáfrica y Tanzania con experiencia en sacar el dinero y otro cargamento clandestino de Zimbabue. Al intuir que los últimos dólares del país africano «serían los mejores billetes hasta la fecha» en el mercado de coleccionistas, pagó por adelantado US$5.000 a alguien que se comunicó con él por Internet. «Funcionó», dice. «Recibí mis billetes».
El presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes de EE.UU., Paul Ryan, y John B. Taylor, economista de Stanford, están entre los nuevos dueños de dólares de Zimbabue. Ambos guardan un billete, mostrándolo en momentos oportunos como prueba de las ramificaciones más extremas de la inflación. «Ningún economista monetario que se respete sale sin un billete de 100 billones de dólares», dice Taylor con una sonrisa.
En un centro comercial de Harare que es popular entre turistas, una visitante alemana no logró encontrar entre vendedores callejeros el codiciado billete de 100 billones de dólares, pero quedó conforme cuando encontró uno de 1.000 millones, por el que pagó US$5. «De todas formas es enorme» dijo.
Fuente: The Wall Street Journal, 13/05/11.
Billete de Cien Billones (en denominación inglesa 100 trillones)
Los terribles efectos de la hiperinflación:
100.000.000.000.000 = US$ 5
Información complementaria:
Zimbabue (o Zimbabwe) es un país situado al sur del continente africano, entre el río Zambeze, las cataratas Victoria y el río Limpopo. Carece de costas oceánicas y limita al oeste con Botsuana, al norte con Zambia, al sur con Sudáfrica y al este con Mozambique. Sus territorios se corresponden con la antigua Rodhesia del Sur. El idioma oficial es el inglés.
Su Índice de Desarrollo Humano (IDH) es el más bajo de todo el mundo.
El partido del actual Presidente Robert Mugabe, Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), ha dominado la vida política del país desde su independencia ganando siempre las elecciones.6 En 1987 el entonces primer ministro Robert Mugabe reformó la Constitución y se nombró Presidente[cita requerida]. El ZANU ha vencido en todas las elecciones desde la independencia. Las elecciones de 1990 fueron nacional e internacionalmente criticadas por sospecharse que habían sido manipuladas, ya que el Zimbabwe Unity Movement, el segundo partido en la oposición de Edgar Tekere, solo obtuvo el 16% de los votos.7 Las elecciones de 2002 se celebraron entre denuncias de manipulación de votos, intimidación y fraude.8 Las siguientes elecciones se celebraron el 20 de marzo de 2008.9
Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han decretado sanciones contra el gobierno del actual presidente, Robert Mugabe por la violación de los derechos humanos.
Billetes de gran denominación y Presidente Robert Mugabe
Fuente: The Wall Street Journal, 2011.
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