Es por el impago de intereses de sus bonos globales, en momentos en que intenta refinanciar la deuda externa de unos 150.000 millones de dólares.
Por Daniel Lozano.
Venezuela ya está en default parcial. Así lo califica la agencia Fitch Ratings, más exactamente «incumplimiento restringido», tras los «retrasos en el procesamiento que provocaron que los acreedores recibieran los pagos del capital hasta una semana después de la fecha de vencimiento».
La calificadora crediticia Standard & Poor’s también rebajó a default la deuda soberana de Venezuela tras cumplirse los 30 días de gracia establecidos. En su punto de mira están los 200 millones de dólares no abonados de títulos que vencen en 2019 y 2024.
No son los únicos. La agencia china Dagong situó la calificación crediticia de Venezuela en su lista negativa, en lo que cree es una falta de disposición para pagar su deuda. Esto afectaría al pago de 183 millones de dólares con vencimiento el 7 de noviembre.
Pese al cúmulo de noticias negativas, la situación va viento en popa para el chavismo. «Se inició con rotundo éxito el proceso de refinanciamiento de la deuda externa de Venezuela, como estrategia para cumplir cabalmente con nuestras obligaciones», aseguró el gobierno de Caracas tras la reunión de 20 minutos con los tenedores de la deuda, realizada en un hotel de la capital venezolana.
Un optimismo que contrastaba con la frustración de los acreedores, que no vieron un solo avance en la reunión, que según el chavismo la administración de Donald Trump trató de impedir.
El gobierno asegura que en 36 meses ha pagado más de 73.000 millones de dólares, por concepto de capital reembolsado e intereses. No hay fecha para la siguiente reunión, en lo que se teme será un largo y complejo proceso con la amenaza de desencadenar el incumplimiento de su multimillonaria deuda.
Venezuela se endeudó hasta las cejas pese a haber recibido más de 970.000 millones de dólares durante la bonanza petrolera. Y sus reservas internacionales también han sido dilapidadas. Hoy ni siquiera llegan a los 10.000 millones de dólares.
La tormenta perfecta de la economía venezolana suma en las últimas horas el desplome de los bonos. «Los tratan como que ya Venezuela entró en default», alertó el economista Luis Oliveros. «La verdad es que Maduro realizó gestiones con acreedores para evitar el default, (pero) las sanciones le acorralan y el gobierno no presenta ningún plan a los inversores», dijo el diputado opositor Williams Dávila.
«Como se esperaba, la reunión del gobierno con los acreedores fue un fracaso estrepitoso. Sin un plan económico diferente no hay refinanciamiento», añadió el diputado José Guerra, quien asegura que el gobierno está en manos de los acreedores internacionales.
¡Gracias, Maduro! Lo que pasó con los bonos tras anuncios del gobierno
Los bonos venezolanos en dólares se hundían casi 20 puntos en precio el viernes, después de que el presidente Nicolás Maduro anunció el día anterior que el país sudamericano planea reestructurar su deuda externa, reseña Reuters.
El bono del país al 2027, el marcador del mercado, perdía casi 10 puntos de su valor, mientras que la deuda de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), con vencimiento en 2022, cedía 17,55 puntos en los mercados europeos.
El resto de los papeles venezolanos también cotizaban a la baja pese a que el presidente Maduro afirmó que cumplirá con el pago de unos 1.121 millones de dólares que PDVSA debía cancelar el jueves sin demora para evitar caer en incumplimiento.
El llamado de Maduro a renegociar todo el resto de la deuda venezolana elevaba la desconfianza en el mercado, que también se mostraba confundido por el anuncio.
La decisión podría complicar más el ya difícil panorama crediticio del país petrolero, pues las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos prohíben a las firmas de ese país comprar nueva deuda del Gobierno y sus entes.
“Nunca se ha pagado un bono completo para anunciar default el día después”, comentó un ejecutivo de una casa de bolsa local, mostrando su desconfianza tras el confuso anuncio presidencial. “Hay quien dice que van a seguir pagando mientras reestructuran”, agregó, bajo anonimato.
PDVSA informó el jueves que había iniciado las transferencias al banco estadounidense JPMorgan para atender el compromiso de su bono 2017, pero los inversionistas todavía no habían recibido el dinero.
Cambios de protocolos
El Gobierno socialista está buscando oxígeno tras cancelar en el último mes más de 2.000 millones de dólares en compromisos de deuda externa, en medio de una merma de ingresos petroleros, que lo llevaron a recortar con fuerza importaciones de bienes fundamentales, como medicinas, bajo una crónica escasez.
Maduro insistió el jueves en que las sanciones impuestas por el presidente Donald Trump, estaban además dificultando honrar los compromisos de Venezuela por los obstáculos que creaban en las que deberían ser rutinarias transferencias bancarias.
Los tenedores de bonos de PDVSA al 2020 recibieron cuatro días más tarde un pago de capital por 842 millones de dólares que PDVSA afirmó transfirió puntualmente a JPMorgan.
Una larga cadena de instituciones financieras involucradas debieron cumplir nuevos protocolos bajo las sanciones financieras en este trámite de pago, dijeron fuentes del mercado familiarizadas con los procesos.
Si los pagos no se concretan, los tenedores de seguros de incumplimiento crediticio de bonos venezolanos (CDS) deberán aguardar al menos tres días para reclamar por el pago del PDVSA 2017, agregaron las fuentes.
Venezuela también está demorada en cancelar unos 800 millones de dólares en intereses, aprovechando un período de gracia de 30 días con el que cuenta para cubrir esas obligaciones que comenzó a retrasar a principios de octubre, incluyendo los intereses del PDVSA 2017.
La petrolera podría caer en incumplimiento el próximo 10 de noviembre si no cancela a tiempo unos 80 millones de dólares en rendimientos del bono al 2027, que hasta el viernes todavía no había abonado a sus tenedores, dijo un operador del mercado.
Renegociación de la deuda podría acabar en default si acreedores no aceptan
La decisión del Gobierno Nacional de refinanciar la deuda externa ha generado confusión y diferentes opiniones entre los expertos, ya que el presidente Nicolás Maduro se refirió a “reestructurar” y “refinanciar”, mientras que este viernes el vicepresidente Tareck El Aissami, informó que renegociarán la deuda con los tenedores de bonos.
El economista Miguel Velarde, explicó en entrevista a El Universal, que los tres términos son cosas absolutamente diferentes, porque la refinanciación es pedirle prestado a otro para pagarle al que ya se le debe; la renegociación es dialogar con el acreedor para llegar a un acuerdo de cómo pagar la deuda, y la reestructuración es declarar que ya no se va a pagar el pasivo para negociar qué se hará de ahora en adelante.
La deuda externa total de Venezuela, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) supera los 130.000 millones de dólares. El primer mandatario Maduro ha afirmado que su Gobierno cumplirá con todos los pagos y que los rumores de incumplimiento son parte de una campaña en su contra.
Ante el anuncio de El Aissami, quien convocó a todos los tenedores de bonos nacionales e internacionales para negociar la creación de mecanismos que garanticen el cumplimiento de los pagos, Velarde considera que si el Gobierno no llega a un acuerdo con todos los acreedores podría entrar en default.
“Es una situación muy compleja que el Gobierno ha intentado evitar desde hace muchos años, que prefería pagar la deuda, incluso reduciendo importación de alimentos, medicina, que se necesitaban, porque es una situación delicada”, dijo el economista.
Destacó que este escenario es complicado porque Venezuela es un país exportador de petróleo y la empresa más importante que trae ingresos en divisas a la nación es Pdvsa. De entrar en conflicto con los acreedores estos podrían interponer algún tipo de recurso internacional legal, que podría afectar los bienes de la compañía en el extranjero, como refinerías y compañías.
“El miedo es que caigan sobre los activos de Pdvsa que están fuera de las fronteras y eso puede tener consecuencias fuertes en la empresa”, pues además, quienes compran crudo venezolano pueden preocuparse y optar por comprar petróleo a alguien más, lo que haría que se reduzcan los ingresos al país.
Sanciones de EE. UU. ya complican negocios petroleros del régimen venezolano
Por Orlando Avendaño.
Reuters — Las sanciones que Estados Unidos impuso a funcionarios del régimen están generando el impacto deseado: al jefe de finanzas de la estatal PDVSA, Simón Zerpa, se le han complicado los negocios y la posibilidad de vender el crudo y recibir créditos.
Tres fuentes financieras afirmaron al medio que las sanciones de mediados de agosto, “han bloqueado algunas de sus exportaciones de crudo [de PDVSA], ya que bancos y fondos de inversión estadounidenses se niegan a entregar cartas de crédito a potenciales compradores del petróleo venezolano“.
La venta del petróleo venezolano en el mercado internacional, implica más del 90 % de los ingresos de un país que desde hace varios años padece una demoledora crisis alimentaria, social y política. Todo relacionado con la mayor inflación del planeta.
Ahora, Estados Unidos, al sancionar al vicepresidente de la petrolera PDVSA, ha complicado la posibilidad de recibir financiamiento mediante la venta del crudo.
“Un envío venezolano de petróleo a Estados Unidos fue bloqueado este mes, cuando instituciones financieras se negaron a entregar cartas de crédito a los clientes de PDVSA”, informa Reuters.
“Las cartas de crédito, emitidas por los bancos, garantizan al vendedor que sus compradores pagarán a tiempo una cantidad determinada, cuando aceptan un envío”, apunta la agencia.
Si el régimen de Nicolás Maduro no recibe el respaldo de las cartas de créditos, no puede entregar el petróleo y, por lo tanto, no recibe el dinero que tanto necesita para subvencionar la existencia de la dictadura socialista.
Sin efectivo, la represión, las políticas sociales y la corrupción que tanto ha sido denunciada, se ven amenazados.
Aunque muchos aseguraron que las recientes sanciones del Gobierno de Donald Trump no generarían un verdadero impacto negativo en el régimen de Maduro, la información que publica Reuters demuestra lo contrario.
Banco suizo prohíbe negocios con gobierno de Maduro
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El banco suizo Credit Suisse ha prohibido transacciones con ciertos bonos venezolanos y requiere que los negocios con el gobierno de Venezuela y agencias relacionadas estén sujetos a una revisión del riesgo de reputación, según un memo visto tanto por Bloomberg como por la agencia Reuters.
De acuerdo con Bloomber, el Credit Suisse Group AG ha bloqueado sus transacciones de los bonos PDVSA 2022, Soberano 2036 y todos aquellos emitidos después del 1 de junio de este año.
El banco también ha prohibido cualquier negocio con el gobierno de Venezuela, o entidades controladas por el, individuos o compañías privadas o cualquier negocio que involucre a activos en Venezuela a menos que sean aprobadas por la oficina de riesgo del banco.
El memo visto por Reuters y Bloomber también dice “que en vista del clima político por los recientes eventos en Venezuela y por acciones tomadas por el actual gobierno, queremos asegurarnos que Credit Suisse no provee medios para que se violen los derechos humanos del pueblo venezolano”.
Concluye que “el banco no desea verse envuelto en ninguna transacción o acción que pueda ser percibida como facilitadora para que el actual régimen de Venezuela continúe violando los derechos humanos del pueblo venezolano”.
La situación económica en Venezuela parece estar en el peor momento, acelerándose el descalabro que comenzó hace casi una década. Desde la asunción de Nicolás Maduro en 2013 el país parece haberse sumergido en una de las peores crisis de su historia.
La creciente tensión social producto de los gigantes desequilibrios macroeconómicos, sumado a las sanciones de los Estados Unidos a Maduro (con una probable sanción subsiguiente a Venezuela) hicieron que las variables más importantes del país toquen niveles históricos. Los números que muestra su economía son casi surrealistas, incluso aquellos en los que los datos son provistos por el mismo Gobierno:
-Déficit fiscal: 11.5% del PBI (datos oficiales)
El Estado ha asfixiado completamente al sector privado. Desde el nivel de empleo público más alto del mundo (como % del total de la población), pasando por expropiaciones forzosas de empresas hasta una presión tributaria confiscatoria, en Venezuela es prácticamente imposible hacer negocios.
-La oferta monetaria creció 10% en la última semana
El creciente déficit del Estado es financiado principalmente con emisión de moneda. La cantidad de bolívares en circulación ha crecido casi un 400% en el último año. Los venezolanos tienen que transportar grandes cantidades de billetes para realizar transacciones rutinarias.
-Casi 1.000% de inflación anual
La aceleración en la tasa de inflación parece no tener fin: Ya roza las 4 cifras.
-El bolívar opera en $14.000 por dólar en el mercado negro.
La divisa venezolana perdió un tercio de su valor en la última semana, depreciándose hasta $14.000. Cuando Maduro asumió en Abril de 2013, se negociaba en $24.
En el mercado oficial, las pantallas muestran apenas $10 bolívares por dólar.
-Producción de petróleo: en mínimos de 10 años.
Venezuela cuenta con una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, sin embargo la producción muestra resultados cada vez más débiles. El país depende casi exclusivamente del petróleo para generar reservas.
-Sin reservas: apenas USD 10.000 (Fuente: Banco Central de Venezuela)
Sin lugar a dudas, el panorama macroeconómico de Venezuela se encuentra en su peor momento. Veamos qué rendimientos ofrecen sus bonos:
Así fue la evolución del rendimiento del bono soberano a 2019. Ofrece actualmente casi un 60% de tir.
La curva se encuentra completamente invertida, dejando claro que el mercado asigna una probabilidad altísima de default en el corto plazo. Los plazos largos rinden entre 20% y 30% en dólares, apto solo para inversores con un perfil de riesgo muy agresivo, que apuesten a que caiga el régimen de Maduro y se normalice la situación económica.
Si bien Venezuela aún no ha defaulteado su deuda, este hecho parece ser inminente en el corto plazo dado el actual nivel de reservas y una producción de crudo que se hunde mes a mes. Así se refleja en la curva de bonos soberanos, que muestran rendimientos superiores al 80% en dólares para vencimientos entre este año y el siguiente. Será cuestión de tiempo hasta que esta situación se defina, ya sea hacia un nuevo default de la deuda y agudización de la crisis o bien una caída del socialismo y normalización de la economía.
La lista negra de la Casa Blanca: Nicolás Maduro se sumó a un exclusivo grupo de 4 dictadores
El presidente venezolano fue sancionado por el Tesoro de Estados Unidos, al igual que Kim Jong-un (Corea del Norte), Bashar al Assad (Siria) y Robert Mugabe (Zimbabue).
Este lunes el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció sanciones financieras directas contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, un día después de la elección para la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Con esta medida, el jefe de Estado chavista se sumó a un exclusivo grupo de cuatro dictadores que también se encuentran sancionados por la Casa Blanca. Ellos son: el líder norcoreano Kim Jong-un, el sirio Bashar al Assad, y Robert Mugabe, de Zimbabue.
El líder norcoreano fue sancionado el año pasado, durante la gestión del ex presidente de EEUU, Barack Obama, por «abusos contra los derechos humanos» cometidos por su régimen. Junto al líder, también se aplicaron medidas contra otros diez funcionarios.
Al Assad, por su parte, fue sancionado en 2011, en el comienzo de la guerra civil siria. El Tesoro norteamericano tomó esa medida para instar al régimen a detener la represión contra su pueblo.
La Casa Blanca sancionó a Mugabe en 2008, luego de la realización de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que, según Estados Unidos y la Unión Europea, no estaban las condiciones dadas para llevar a cabo comicios «libres y justos».
En su comunicado difundido este lunes, el Departamento del Tesoro calificó a Maduro como «un dictador que ignora la voluntad del pueblo venezolano».
«Todos los activos de Nicolás Maduro sujetos a la jurisdicción de los Estados Unidos quedan congelados, y se prohíbe a los estadounidenses a negociar con él», ordenó el Tesoro.
Bien se sabe el resto del refrán: las ratas huyen, lo abandonan. No sé si el barco chavista se hundirá, si lo hará por su cuenta o arrastrará al abismo a todo un país. Por lo que veo, su lema es après moi le déluge; o si se prefiere: muera Sansón con todos los filisteos. Para mantenerse a flote, le toca rascar el fondo del barril, intentar una surreal reforma constitucional corporativa, el fascismo del siglo XXI. Sin embargo, una cosa ya es evidente: muchos se están bajando del barco. ¡Corren como diablos! Algunos lo hacen en silencio; pero seamos sinceros, hay silencios que hacen mucho ruido. ¿Alguien sabe si Michael Moore, después de tanto alabar a Hugo Chávez, está filmando un documental sobre la alegría de los venezolanos? ¿Si Ken Loach o Sean Penn proyectan llevar al cine el gran éxito alcanzado por el Ministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo, creado por su héroe? ¿Alguien han escuchado el último cuento de Gianni Vattimo sobre las virtudes mágicas del socialismo tropical? ¿O leído la última entrevista de Ignacio Ramonet con Nicolás Maduro con violines de fondo? Por lo menos, el inefable Noam Chomsky no se esconde y actúa: firma protestas contra los abusos de… ¡Mauricio Macri! Gracioso, pero cierto.
La honestidad intelectual es un bien escaso, algo que ya no sorprende, pero más que llamarse a silencio en la actualidad puede más la incontinencia verbal de aquellos que sienten el deber de justificarse. Y la tendencia más reciente es la que a partir de ahora vamos a escuchar a menudo. ¿De que se trata? Lo pongo en palabras de un político de Podemos que encontré en un congreso académico: «¿Maduro? Es el más antichavista de los antichavistas». La cita es textual. Y como él otros cientos, que pronto serán miles, muchos de ellos ex funcionarios o dirigentes del régimen de Chávez, seguirán la misma consigna: abandonar el barco. Una clara señal de que ya no creen que este pueda enderezarse y no quieren hundirse con él. No hace falta decir que, si se quiere ver el vaso medio lleno, estas son buenas noticias y que son cada vez más los que creen que el chavismo cruzó el límite insuperable. Indicios de que el régimen se desmorona, que está socavado por profundas grietas, que muchos que por años desfilaron disciplinados al compás de su política están ahora buscando rehacerse una virginidad. Es impactante leer la entrevista otorgada al diario El País por el General Rodríguez Torres, peso pesado de los servicios de inteligencia chavista hasta hace tan sólo tres años. Cuando Él todavía estaba vivo, resonaba su voz como un tango; si Lenin no hubiese muerto, retumbaría su eterno gemido. Como si en esa época, cuando el régimen organizaba las milicias que hoy en día reprimen; tomaba el control total del poder judicial, del ejército, del poder electoral, de la educación; cuando inundaba el país con miles de horas de propaganda presidencial en cadena obligatoria, Venezuela fuera una maravillosa democracia, contaminada ahora por Maduro, el malvado de la película.
Visto de esta manera, Nicolás Maduro me da casi lástima. No digo ternura, porque el personaje es demasiado grotesco para provocar sentimentalismo, pero lástima sí, porque el suyo es un destino irónico. Si Venezuela es ahora lo que es, si es un estado fallido en manos de una mafia sin escrúpulos envuelto en viejas y mohosas consignas ideológicas, si la violencia y la miseria se persiguen sin descanso y la anarquía más oscura destruye día tras día los lazos sociales que todavía quedan, si la enorme riqueza acumulada a lo largo de una década ha desaparecido debido a la mezcla explosiva de cleptomanía, amateurismo y megalomanía, si llenándose la boca con la palabra «pueblo» el régimen ha destruido la confianza en las instituciones públicas sin la cual ningún orden social puede mantenerse en pie, la responsabilidad histórica es en primer lugar de Hugo Chávez y de los muchos que lo han aclamado, ovacionado, celebrado. A Maduro, a quien el mismo Chávez lo dio en dote a los venezolanos, le quieren quitar hoy en día el derecho a invocar a quien quería como a un padre. Qué injusticia, pobre Maduro. Es todo tan claro: sus políticas, sus funcionarios, sus instituciones, sus absurdos proyectos de reforma constitucional, su desastroso gobierno económico, sus asesores cubanos, son todos legado de Chávez.
La verdad es que la realidad es bastante prosaica: el chavismo mantendrá una presencia importante en la historia y la política de Venezuela y es justo y deseable que pueda encontrar la forma institucional de vivir democráticamente con las otras almas del país; pero que su régimen fuera desde sus orígenes impregnado por el típico impulso totalitario del populismo latinoamericano, era obvio y predecible para cualquiera que conociese la historia de ese fenómeno. Muchos lo habían dicho y escrito: tenían razón.
La inminente hambruna, sumada a la escasez de medicinas e insecticidas que mantienen bajo control las enfermedades, hacen que sea obvio para todos los venezolanos, incluidos los chavistas, que la permanencia de Maduro en el poder es insostenible.
Nicolás Maduro y el chavismo caerán, pero no por su propio peso, sino por el esfuerzo de sus adversarios. El síntoma inequívoco está en esos millares de jóvenes venezolanos dispuestos a enfrentar a las fuerzas represivas. Los venezolanos menores de 25 años no conocen otro régimen que el confuso guirigay chavista. Si persisten, acabarán por triunfar, como sucedió en Ucrania.
Los estados totalitarios tienen un tiempo crítico de gestación. Las revoluciones no se pueden hacer en cámara lenta y el manicomio venezolano fue inaugurado en 1999, hace 18 años. Las ingenuas ilusiones de aquel instante fueron progresivamente aplastadas bajo el peso de una nefasta experiencia gerencial que ha destruido al país trenzada con la corrupción, el narcotráfico y la idiotez.
El tiempo es un factor crítico. Cuando las revoluciones comienzan cuentan con muchos adeptos y con la curiosa expectativa del conjunto de la población, pero los caudillos totalitarios saben que deben actuar rápidamente porque la luna de miel será corta. Lenin tomó el poder en octubre de 1917 y antes de los dos años ya había echado el cerrojo. A Fidel Castro sólo le tomó 18 meses apoderarse de todos los medios de comunicación, de la enseñanza privada y de las grandes y medianas empresas.
Probablemente Hugo Chávez tuvo que someterse a otro calendario por la forma en que tomó el poder y porque hizo redactar una Constitución garantista con bastantes elementos de la democracia liberal. Enterró un texto “moribundo”, pero parió otro que hablaba de separación de poderes y de libertades, y que dejaba la puerta abierta a la insurrección en caso de que la estructura republicana estuviera en peligro.
¿Cómo se sostiene Nicolás Maduro pese al manifiesto rechazo popular al régimen?
Su poder se fundamenta en la capacidad represiva del régimen y ésta, a su vez, depende de la información que recibe y del daño que les puede infligir a quienes no obedecen. De ahí la importancia del terror. El sistema juega con la ilusión de que conquista el corazón de los ciudadanos, pero no es verdad. Se trata de apoderarse de las vejigas de los súbditos. La intención es que se orinen de miedo.
Como se sabe, la información es poder. Maduro tiene acceso a los informes de la inteligencia cubana, organismo dedicado a explorar la vida y milagro de las personalidades venezolanas —opositores y chavistas—, especialmente de quienes merodean el poder y tienen la posibilidad potencial de descabezar al gobierno, sustituirlo y darle un vuelco instantáneo a la situación política.
Luego viene la represión. Los servicios cubanos aprendieron de la Stasi alemana, madre y maestra de la represión, que basta un 0,5% de la población para manejar a cualquier sociedad en la que, además, el gobierno controle férreamente los tribunales y el aparato propagandístico para construir el relato que le permita perpetrar cualquier canallada.
¿Cómo llegaron los soviéticos y los alemanes a ese porcentaje? Según la leyenda, la cifra surge de la observación de los rebaños ovinos hecha por la eficiente policía política zarista: la temible Okhrana. Bastaba un perro feroz para mantener a raya a 200 temblorosas ovejas. Entre sus actividades estaba, fundamentalmente, la información, la desinformación, la penetración y la disgregación del enemigo.
En Alemania Oriental apenas necesitaron ochenta mil personas para sujetar a 16 millones de aterrorizados súbditos. En Cuba son unas cincuenta y cinco mil para 11 millones. En Venezuela se trataría de 150.000 personas dedicadas a maniatar a casi 30 millones.
Sin embargo, en Venezuela no alcanzan, y ahí está “el bravo pueblo” en las calzadas y plazas para demostrarlo. Maduro quiere armar una milicia de un millón de paramilitares. ¿Para qué? Porque no se fía de las Fuerzas Armadas. Esas milicias son para evitar que un día algunos militares se cansen de su incompetencia y de sus necedades, como hicieron con el general Juan Velasco Alvarado en Perú, aunque, en su caso, tal vez termine en un avión rumbo a Cuba, rodeado de los handlers del G-2 isleño, que lo manejaban como a una marioneta inepta que hablaba con los pajaritos y bailaba salsa en medio del naufragio.
La hambruna está a la vuelta de la esquina por la falta de dólares para importar alimentos. La catástrofe es mucho peor en sociedades urbanas, como la venezolana, en las que el 78% de la población carece de habilidades campesinas. Súmese a este cuadro la falta de medicinas, de insecticidas, y de todos los factores que mantienen a raya las enfermedades. El resultado es obvio: Venezuela se hunde si Maduro continúa instalado en Miraflores. Todos los venezolanos, incluso los chavistas, saben que tiene que irse.
Opinión: El dictador que se robó la Navidad en Venezuela
Por Mary Anastasia O’Grady.
Los venezolanos hicieron cola para depositar sus billetes de 100 bolívares antes de que perdieran todo su valor.
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La decisión del hombre duro de Venezuela, Nicolás Maduro, de sacar de circulación el billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, no fue lo que desató las protestas y saqueos alrededor del país el fin de semana. Fue el fracaso de la dictadura en proveer al país un mecanismo ordenado para el intercambio público de billetes viejos por nuevos.
Pero al final de cuentas, ¿qué se podría esperar de un régimen que ha puesto a una de las naciones más rica en recursos naturales de América del Sur en la senda del colapso hiperinflacionario?
Maduro anunció al país el 11 de diciembre que contrabandistas en la frontera con Colombia estaban acaparando los billetes de 100 bolívares, con un valor cercano a los tres centavos de dólar estadounidense, creando una escasez en Venezuela. Su solución fue declarar súbitamente ilegales estos billetes, con lo que esperaba perjudicar a las “mafias” que los retenían.
Los venezolanos recibieron un plazo de cuatro días para depositar el efectivo en bancos comerciales y recibir crédito en sus cuentas y otros tres días si los llevaban a las oficinas del banco central para recibir un pagaré.
Pero los bancos no dan abasto con las multitudes. Además, se estima que un tercio de los venezolanos no tiene cuenta bancaria y al menos una oficina del banco central, la de Maracaibo, no abrió el viernes como fue prometido. El sábado, en medio de la agitación social, Maduro extendió el plazo al 2 de enero, pero puede que millones de personas aún se queden con pilas de billetes sin valor.
Entre tanto, nadie quiere aceptar los billetes de 100 bolívares y los nuevos de 500 bolívares aún no están disponibles. Tampoco ha llegado el prometido billete de 20.000 bolívares, que se convertiría en el de mayor denominación. Esto significa que una semana antes de la Navidad, el país está hambriento de efectivo.
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La incompetencia monetaria es aterradora. Steve Hanke, economista de la Universidad Johns Hopkins y experto en medir la hiperinflación alrededor del mundo, dice que la tasa de inflación anual de Venezuela se ubica alrededor de 289%.
Detrás de la disparada de precios hay una moneda cada vez más depreciada. La tasa oficial de cambio es de 10 bolívares por dólar. La tasa de cambio en el mercado negro ascendió recientemente a 2.800 bolívares por cada dólar. La moneda se ha devaluado rápidamente porque el banco central ha estado imprimiendo dinero —o creando crédito— para cerrar la brecha fiscal causada por gastar más de los ingresos que se reciben. El manejo de la deuda de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela S.A. ha sido particularmente costoso.
La dictadura ha impuesto control de precios para tratar de mantener a raya el explosivo costo de vida. Esto ha producido escasez extrema de incluso los artículos más básicos.
El esfuerzo épico por sobrevivir día a día puede ser visto en un reciente documental de 17 minutos realizado por “Reporters”, un programa en inglés de la cadena televisiva de noticias internacionales France24: una mujer en un modesto apartamento en Caracas acaricia una botella de aceite de maíz Mazeite como si fuera un recién nacido. La mujer dice que la consiguió en un trueque, que se ha convertido en una forma común de comprar. Las personas hacen largas colas, compran lo que está disponible y luego lo canjean entre amigos y vecinos por algo que necesitan más.
“Hacía tiempo que no cocinaba con aceite”, dice mientras mueve delicadamente sus dedos sobre su tesoro. “Para mí es algo grande”.
Los venezolanos han decidido cruzar la frontera para conseguir alimentos. En las casas de cambio en Colombia reciben pesos por billetes de 100 bolívares. Algunas tiendas recibían bolívares antes del anuncio de Maduro. Los intermediarios que llevan bienes al interior de Venezuela también usan las casas de cambio. Incluso el gobernador chavista del estado fronterizo del Táchira maneja una tienda de abarrotes con artículos que trae de Colombia, lo que significa que vende bolívares y compra pesos.
Sitios web recopilan y publican el precio del colapsado bolívar que se negocia en las casas de cambio. Esto enloquece a la dictadura de Maduro. El mes pasado, un reporte del corresponsal de The Wall Street Journal Anatoly Kurmanaev señaló que el segundo al mando en el gobierno, Aristóbulo Istúriz, había declarado a uno de esos portales, DolarToday.com, como enemigo del pueblo y parte de una conspiración de EE.UU. con el fin de depreciar la divisa.
Al eliminar el billete de 100 bolívares y cerrar y militarizar la frontera con el fin de evitar el ingreso de bolívares desde Colombia y Brasil, Maduro golpea a los operadores de divisas.
Pero reemplazar un billete devaluado por uno de mayor denominación no pondrá fin a las casas de cambio en Colombia ni detendrá la caída del bolívar. Entre tanto, sacar billetes de circulación sin reemplazarlos de inmediato con nuevos billetes paraliza a la economía en efectivo. El daño colateral a los venezolanos comunes y corrientes es enorme.
Algunos pueden usar tarjetas de débito o crédito, pero muchos pequeños comerciantes no están equipados para procesar pagos electrónicos. Y buena parte de la economía es informal.
El domingo, un desesperado Maduro atribuyó la demora en recibir los nuevos billetes al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, pero dijo que llegarán a la brevedad. El ejército aún lleva ventaja pero el hambre es un motivador poderoso, como lo dejaron claro las iracundas multitudes este fin de semana.