Paul Krugman: ¿Se viene la inflación? No me hagan reír.

julio 22, 2014

¿Se viene la inflación? No me hagan reír.
Por Paul Krugman.

usa-flag-01El primer paso hacia una recuperación es admitir que se tiene un problema. Eso sirve tanto para los movimientos políticos como para las personas. Entonces tengo un consejo para los llamados conservadores reformistas que tratan de reconstruir la vitalidad intelectual de la derecha: tienen que empezar por reconocer el hecho de que su movimiento está a merced de ciertas urgencias incontrolables. En particular, es adicto a la inflación – no a la inflación en sí, sino a la afirmación de que la inflación galopante está en marcha o a punto de ocurrir.

Para ver de qué estoy hablando, basta con tomar una escena registrada el otro día en CNBC.

Rick Santelli, una de las estrellas de la cadena, es famoso por haber despotricado contra un alivio de deuda que, dicen, dio origen al Tea Party. Pero en esa ocasión, estaba vociferando contra uno de sus temas favoritos: las supuestas políticas inflacionarias de la Reserva Federal. Y su colega Steve Liesman se hartó.

“Más equivocado no podrías estar, dijo, y se puso a enumerar la predicciones erradas: “Nunca llegaron las tasas de interés más altas, ni tampoco se dio la incapacidad de Estados Unidos de vender bonos, y el dólar nunca se derrumbó, Rick. No acertaste en nada”.

He hablado con inversores desconcertados porque el dólar no se derrumbó ni se disparó la inflación, porque “todos los expertos” decían que iba a ocurrir.

[ Vea la opinión de algunos expertos argentinos: InversorGlobal: Los polémicos de 2013 ]

Y esto mismo viene sucediendo desde hace bastante tiempo, como mínimo desde principios de 2009. Pero a pesar de haberse equivocado sistemáticamente por más de cinco años, estos “expertos” nunca consideran la posibilidad de que podría haber algún error en sus análisis económicos, y menos aún que Bernanke, Janet Yellen, o incluso el que suscribe habrían tenido razón en descartar sus advertencias.

En el mejor de los casos, los que dicen que se viene la inflación admiten que todavía no ha ocurrido, pero atribuyen la demora a circunstancias imprevisibles.

En el peor de los casos, los inflacionistas recurren a teorías conspirativas: la inflación ya es alta, pero el gobierno la está ocultando. Las fuentes destinadas a documentar este ocultamiento fueron totalmente refutadas años atrás; entre otras cosas, los indicadores privados de inflación, como el Billion Prices Index, básicamente confirman las cifras oficiales. Además, los teóricos de la conspiración inflacionaria han recibido burlas bien merecidas, incluso de sus pares conservadores. Sin embargo, se sigue reflotando la teoría de la conspiración.

Todo esto es muy frustrante para los conservadores reformistas. Si usted pregunta qué ideas nuevas tienen para ofrecer, suelen mencionar “monetarismo de mercado”, que, en las actuales circunstancias, se traduce por la noción de que la Fed debería hacer más, no menos.

Y las raíces de la adicción a la inflación son profundas. A los reformistas les gusta minimizar la influencia de las fantasías libertarias –fantasías que invariablemente apuntan a que el desastre inflacionario acecha a menos que volvamos al oro– en los líderes conservadores actuales. Pero para hacer eso, uno tiene que desechar lo que estos líderes realmente han dicho.

En términos más generales, el conservadurismo moderno de Estados Unidos se opone fuertemente a cualquier forma de activismo gubernamental, y mientras la política monetaria a veces es tratada como un asunto tecnocrático, lo cierto es que imprimir dólares para combatir una depresión, o aun para estabilizar una definición más amplia de la oferta de dinero, es, por cierto, una política intervencionista.

La cuestión, entonces, es si la adicción a la inflación nos está diciendo algo sobre el estado intelectual de una parte de nuestra gran división nacional.

El foco obsesivo de la derecha sobre un problema que no tenemos, su negativa a reconsiderar sus premisas a pesar de los rotundos fracasos en la práctica, nos dice que no estamos teniendo ninguna clase de debate racional. Y eso, a su vez, es un mal augurio no sólo para los posibles reformistas, sino para la nación.
Fuente: Clarín, 22/07/14.

Paul Krugman

Paul Krugman

Europa: El sombrío pronóstico de Krugman

mayo 15, 2012

El sombrío pronóstico de Krugman: un corralito

 

NUEVA YORK – El premio Nobel de Economía y columnista estrella de The New York Times Paul Krugman vaticinó que Grecia abandonará el euro «muy probablemente» en junio, y ve posible el fin de la zona euro meses más tarde si Alemania no acepta una profunda revisión de la estrategia contra la crisis.

En un brevísimo artículo titulado «Eurodämmerung» («El ocaso del euro»), que fue publicado ayer en el blog del economista norteamericano en The New York Times, Krugman describe las cuatro fases que a su juicio llevarán a este «final del juego».

1. «Salida griega del euro, muy posiblemente el próximo mes», prevé Krugman, mientras los líderes de los partidos de ese país siguen sin alcanzar un acuerdo para formar gobierno, que de no producirse llevará a una nueva convocatoria a elecciones, en junio próximo (ver aparte).

En caso de que se cumpla esta posibilidad, en su opinión y la de otros, como el Der Spiegel o incluso el Financial Times, el pánico se extendería al resto de la zona euro.

La siguiente etapa de la debacle de la moneda única sería una corrida bancaria en España e Italia:

2. «Cuantiosas retiradas de fondos de los bancos españoles e italianos, a medida que los depositantes tratan de llevar su dinero a Alemania», dice Krugman.

Esa sangría de depósitos se frenaría con la imposición de un eventual «corralito».

3a. «Tal vez, sólo posiblemente, se impongan controles de facto, con los bancos prohibiendo transferir depósitos fuera del país y limitando la retirada de dinero en efectivo».

Esas restricciones bancarias estarían acompañadas de un auxilio financiero del bloque.

3b. «Alternativamente, o tal vez a la vez, el BCE (Banco Central Europeo) realizará fuertes inyecciones de crédito para evitar el derrumbe de los bancos», especula Krugman.

4a. «Luego, y para salvar el euro, Alemania tiene una elección. Aceptar indirectamente los reclamos que se hacen sobre Italia y España (además de realizar una drástica revisión de su estrategia) básicamente, para darle a España alguna esperanza. Además, poner en marcha garantías a la deuda para mantener bajos los costos de endeudamiento y permitir una mayor inflación en la eurozona para posibilitar el ajuste de precios relativos. O, de lo contrario…

4b. «Fin del euro».

Feroz crítico de las políticas de austeridad impulsadas por Alemania y Francia, Krugman concluye: «Y estamos hablando de meses, no de años, para que esto ocurra».
Agencias EFE y DPA .
Fuente: La Nación, 15/05/12.
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Eurodämmerung

By Paul Krugman

 

Some of us have been talking it over, and here’s what we think the end game looks like:

1. Greek euro exit, very possibly next month.

2. Huge withdrawals from Spanish and Italian banks, as depositors try to move their money to Germany.

3a. Maybe, just possibly, de facto controls, with banks forbidden to transfer deposits out of country and limits on cash withdrawals.

3b. Alternatively, or maybe in tandem, huge draws on ECB credit to keep the banks from collapsing.

4a. Germany has a choice. Accept huge indirect public claims on Italy and Spain, plus a drastic revision of strategy — basically, to give Spain in particular any hope you need both guarantees on its debt to hold borrowing costs down and a higher eurozone inflation target to make relative price adjustment possible; or:

4b. End of the euro.

And we’re talking about months, not years, for this to play out.
http://krugman.blogs.nytimes.com/2012/05/13/eurodammerung-2/

 

Krugman el memorioso

febrero 16, 2012

Krugman el memorioso

Por Charles Philbrook

 

“La expansión, no la recesión, es el momento idóneo para la austeridad fiscal”, le recomendaba Keynes al presidente norteamericano Roosevelt en 1937, nos lo recuerda en un reciente ensayo el profeta del neokeynesianismo, el profesor Krugman  (“Keynes tenía razón”, ElPais.com, 3/enero/2012).  Qué otra cosa, desde la óptica krugmanita, puede explicar lo que pasa con europeos y norteamericanos, si no es el hecho de que el gasto público está siendo recortado.  Y el resultado es uno: gente sin trabajo que sale a las calles a protestar.  “La austeridad —sentencia bíblicamente— debe esperar hasta que se haya puesto en marcha una fuerte recuperación.”  Pero, y si la recuperación no llegase, ¿hay que gastar hasta quebrar?

“Recortar el gasto público cuando la economía está deprimida deprime la economía todavía más”, asegura sin rubor alguno este peculiar economista, a quien las metidas de pata del pasado no le quitan el sueño: ¿no fue acaso asesor de Enron poco antes del colapso de esta empresa el 2001?  ¿Y poco antes de que reventara el grano lleno de pus, no escribió un ensayo en la revista Fortune, “The Ascent of E-Man”, en el que poco faltaba para que pidiera para Enron el título de empresa del año?   Y el 2002, ¿no le recomendaba públicamente al presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, que generase una burbuja en el sector inmobiliario para acabar con la recesión del 2001?  (“Dubya’s Double Dip?”, Paul Krugman, New York Times, 2/agosto/2002).  ¿Quién es el padre de la burbuja?  Quién, Paul.  ¿Tú… o el maestro Keynes?

Sucede, sin embargo, que lo que hoy pasa con norteamericanos y europeos se explica por los excesos del pasado.  Ésta no es una recesión producto de una repentina disminución del consumo y de la inversión.  Ésta es una recesión producto de los excesos del pasado en el consumo y en la inversión.  (Le dicen ‘factura’).  Y ahí está la deuda para probarlo. Krugman olvida con gran facilidad que el consejo que generosamente nos ofrece hoy, y que El País y otros medios de la región con agenda propia publican, también se lo ofreció a los japoneses en los noventa (“What’s Wrong with Japan?”), luego de que sus dos burbujas, la inmobiliaria y la financiera, estallaran a fines de los ochenta.

Estas dos burbujas se gestaron a raíz del Acuerdo del Plaza de 1985.  Estados Unidos buscaba reducir su déficit en cuenta corriente, y para ello era necesaria la cooperación de Francia, Alemania Occidental, el Reino Unido y Japón.  El objetivo era intervenir en los mercados cambiarios para lograr la apreciación del yen en relación al dólar.  El objetivo se alcanzó, vaya que sí, pero lo que nunca se previó fue la formación de estas burbujas: entre 1985 y 1990, el índice de precios del sector vivienda se disparó 190%, y el índice del mercado de valores, el Nikkei 225, pasó de 10,000 a casi 40,000 puntos.

El consejo generosamente ofrecido a los japoneses por el memorioso Krugman fue el mismo que hoy le brinda a norteamericanos y europeos: imprimir y gastar masivamente dinero como si no hubiese un mañana. Los orientales le hicieron caso: imprimieron todo el dinero del mundo que gastaron en carreteras que iban al cielo,  en puentes a ningún lado y en incontables obras públicas.  ¿El resultado? (redoblan los tambores): la tasa de interés del Banco de Japón desde hace casi veinte años es prácticamente cero, la deuda pública como porcentaje del PBI pasó de 50% a casi 250%, el índice Nikkei 225 bordea los 8,000 puntos y el mercado inmobiliario ha perdido un 70% de su valor desde el punto máximo.  ¿Y el PBI real japonés?: desde comienzos de los noventa, en promedio, (su crecimiento) no supera el 1%.  Vaya consejo.  Consejo que la memoria del memorioso Krugman ha decidido cómodamente borrar.  El dios Keynes NO tenía razón, y el profeta Krugman lo sabe.  Pero calla, y para eso está la tupida barba, que hace de broquel entre el rubor y la vergüenza.  Quién diría.

Fuente: HACER, 13/02/12.   http://www.hacer.org/latam/?p=13176

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«Algunos chicos no saben cuándo parar… (hic) dame otra»
Spending: Gasto
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Paul Robin Krugman (n. 28/02/1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times. En 2008 fue galardonado con el Premio Nobel de Economía. Fuente: Wikipedia.