La doble moral de la banca mundial en torno a Venezuela

octubre 24, 2017

El gran dilema (y la doble moral) de la banca mundial en torno a Venezuela – Parte I

Por Juan Alejandro Baptista.   

¿Cómo puede la banca internacional mantener negocios con un país acusado multilateralmente de ser un gran riesgo de corrupción, narcotráfico y lavado de dinero de la región? ¿Lo mejor para un banco extranjero es simplemente cortar toda relación comercial con entidades venezolanas? ¿Todo el dinero asociado a Venezuela se puede considerar un dinero sucio? Son muchas las preguntas que se hacen profesionales de cumplimiento del mundo en torno a Venezuela. No es para menos.

VenezuelaCuando un país es continuamente mal calificado y relacionado a situaciones, actores y realidades negativas, uno de los primeros sectores en reaccionar es la banca. La industria financiera es [aparenta ser] hipersensible a los “bad boys” y en el caso de Venezuela parecen sobrar las razones para aplicar medidas radicales orientadas a mitigar los riesgos.

Cuando se tiene un jefe de estado y un alto gobierno sancionados por nexos con el narcotráfico; cuando se ocupa los últimos lugares (166) en el ranking de percepción mundial de la corrupción; cuando el gobierno mantiene políticas estatales violatorias de los derechos humanos; cuando se acaba con la democracia; y cuando se malversan descaradamente los fondos del estado y las riquezas de la nación… las relaciones financieras, económica y políticas con el resto del mundo se complican.

Esto se ha agravado recientemente con las recomendaciones emitidas por la Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN) el pasado 20 de septiembre para que las entidades estadounidenses sepan cómo detectar el dinero producto de la corrupción procedente de Venezuela (FinCEN emite recomendaciones para detectar dinero producto de la corrupción en Venezuela). Por si fuera poco, cuatro días después el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, incluyó a Venezuela en un grupo de naciones, cuyos ciudadanos (en el caso de Venezuela solo algunos funcionarios públicos y sus allegados) tienen prohibida la entrada a Estados Unidos. En este selecto grupo Venezuela está acompañada de naciones cuestionadas como Corea del Norte, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen.

Ante todo esto, para cualquier entidad o instituciones financiera internacional, tener nexos comerciales con “venezolanos” se presenta como una misión “suicida”. Aunque las autoridades y entes internacionales afirman que los riesgos “deben ser gestionados”, el “de-risking” parece ser el Acetaminofén contra esa “migraña”. Ya desde hace muchos años, numerosas entidades han cerrado cuentas de individuos, empresas y bancos venezolanos, pero cada vez los requisitos son más, las cuentas son menos y la animadversión contra los venezolanos aumenta.

Si bien la corrupción parece formar ya parte de la estructura moral de la sociedad venezolana y el flujo de dinero ilícito ha sido de proporciones impensables, creo que el de-risking no es la solución, aunque reconozco que es la salida más práctica, rápida y, en algunos casos, económica. Generalizar no suele ser justo.

Muchos de los fondos que salen del país están ligados a esquemas de corrupción, pero también hay “capital flight” que deben ser identificados como una oportunidad para el sector bancario. Los dos elementos clave para lidiar con estas “escamosas” relaciones bancarias son la “debida diligencia” y la “gestión de los riesgos”. Obviamente, hay que tener claro que no todas las instituciones financieras están en capacidad operativa para manejar los riesgos asociados a los clientes venezolanos, por eso en algunos casos el “de-risking” no es solo una medida cobarde para huir del riesgo, sino una justificada decisión gerencial.

En el próximo blog, continuaré con el tema, pero con un enfoque distinto, ya que hablaré un poco de cómo algunos bancos internacionales y países -los mismos que hablan de “alto riesgo”, de-risking y cierran puertas a venezolanos migrantes- han sido grandes cómplices de los líderes corruptos de la ultrajada Venezuela. Una doble moral que asquea.

Fuente: lavadodinero.com

El gran dilema (y la doble moral) de la banca mundial en torno a Venezuela (Parte II)

Por Juan Alejandro Baptista.   30/09/17

En esta segunda parte, enfocaré mis reflexiones hacia la doble moral que gira en torno a las relaciones financieras con Venezuela. Debo comenzar aclarando que al referirme a la doble moral de la banca, me referiré tanto al sistema financiero venezolano como al internacional.

Empecemos con los de adentro. Para resumir, podemos decir que en casi dos décadas de gobierno chavista, las instituciones financieras venezolanas han tenido que mutar, pasando de ser unos bancos “normales” con elevados estándares internacionales a ser unos “sobrevivientes” del Comunismo del Siglo XXI.

Sin embargo, algunos banqueros se han arropado en esa condición lastimosa de “sobrevivientes”, para solapadamente convertirse en brazos financieros de los corruptos más grandes que ha conocido la historia moderna latinoamericana (título que solo se lo pueden disputar sus colegas brasileños, aunque me atrevería a aportar por los venezolanos). Prestigiosos empresarios de las finanzas consideraron ineludible la mutación para evitar el fin de sus emporios financieros, para “salvar sus empresas”, olvidándose del costo social que ese supuesto “sacrificio” implicaba; peor aún, olvidándose del costo moral (y quizás legal) que conlleva el ser cómplices estratégicos de gobernantes genocidas, narcotraficantes e inhumanos.

Mientras millones de venezolanos han migrado en la búsqueda de una mejor vida, muchos banqueros hicieron una “migración moral”, saliendo de ese “poco rentable” lugar llamado “decencia” y reubicándose en el oscuro y rentable mundo de la corrupción.

Lo más triste, es que cuando hablo de banqueros no solo me refiero a dueños, accionistas, directivos y altos gerentes… no, empleados de todos los niveles asumieron las prácticas corruptas como estrategia de “sobrevivencia”, doblegando sus principios morales e implementando en su día a día la “ceguera voluntaria” como forma de subsistencia, el cobro ilegal de “vacunas” a los clientes como recurso compensatorio por los escuetos salarios que ganan; y el cobro de comisiones a los proveedores como una manera de compensar las paupérrimas condiciones en que vive la mayoría de venezolanos.

Es solo cuestión de tiempo para que públicamente se conozcan sus nombres y sean identificados como los banqueros del chavismo, cuando eso suceda el mundo verá con vergüenza e indignación a esos inescrupulosos empresarios que lograron multiplicar sus capitales (que ya eran grandes), a cambio de las vidas, la dignidad y el futuro de los venezolanos.

Ahora voy con los de afuera. Quiero reiterar lo que dije en la primera parte de estas reflexiones, donde claramente expuse lo difícil que es para los bancos internacionales ofrecer servicios a entidades e individuos venezolanos, con razones muy justificadas. Muchos de estos bancos han aplicado medidas basados en análisis de riesgos técnicos, serios, y han sido coherente en sus políticas por muchos años.

No obstante, hay entidades que han experimentado un proceso de mutación similar a sus colegas venezolanos, incluso hay algunas que nunca han tenido que mutar, porque desde siempre comprendieron que el chavismo podía ser “desgracia para los venezolanos, pero riqueza para los vivos”.

Para nadie es un secreto que los primeros diez años de chavismo, Venezuela recibió enormes cantidades de dinero producto de los elevados precios del petróleo (algunas estimaciones hablan de US$ 800.000 millones entre 1998 y 2008). Si a esto le sumamos la malversación de los fondos colectados por impuestos, la apropiación indebida de los recursos generados por la explotación de oro, diamantes, bauxita, coltán, gas natural y otros minerales, entre otras fuentes de recursos del estado venezolano, la cifra es sencillamente enorme.

Gran parte de estos recursos han sido y siguen siendo malversados… pero ¿cómo puede un puñado de bandidos de tercer nivel extraer tal cantidad de recursos de una nación? Todos los que se toman la molestia de leer estas humildes reflexiones lo saben: gracias a complejas estructuras y entramados jurídicos internacionales conformados para “ocultar, movilizar, disfrazar” el origen sucio de ese dinero. Todos también sabemos que en estas estructuras las instituciones financieras son el “catalizador” necesario.

Bancos de todos los tamaños y de todas las latitudes han sido cómplices silentes, recibiendo, manipulando, invirtiendo y ocultando millones de dólares que les han permitido aumentar sus dividendos y, en algunos casos, hasta recapitalizar sus golpeadas arcas.

Muchos bancos no se preocupan por conocer al Beneficiario Final, por el contrario, en algunas ocasiones son cómplices en los procesos para esconder el origen de los fondos, con tal de recibir las enormes comisiones ofrecidas por los corruptos y de contar con capitales que buscan una “mano amiga” para ser invertidos.

Además de los bancos de los clásicos paraísos fiscales que todos conocemos, muchas entidades ubicadas en Estados Unidos, España, Panamá, República Dominicana, Bolivia, El Salvador, Argentina, Brasil, entre otros países de la región tienen sus manos manchadas. Las unidades de banca privada y los asesores de inversión han recibido con los brazos abiertos los enormes capitales chavistas, justificándose ellos mismo con la excusa de que son “capital flight” buscando un destino seguro.

Muchos han financiado enormes desarrollos de bienes raíces en el Sur de Florida, en Panamá, en República Dominicana, etc., conscientes pero a la vez ignorando que detrás de esas “grandes inversiones de desarrollo” hay solo “grandes testaferros”.

Muchos procesadores de pago, entidades bancarias y comercios se beneficiaron por años de la ilegal práctica de raspar los cupos, metodología aplicada por venezolanos que viajaban al exterior (mayormente Aruba, Curazao, Panamá, Estados Unidos, Ecuador y España) para extraer de sus tarjetas de crédito el monto de dólares comprados al gobierno venezolano a precio preferencial. Aviones llenos de venezolanos eran recibidos con los brazos abiertos hasta que el gobierno madurista acabó con el negocio de los cupos de dólares. Desde entonces, los mismos venezolanos que antes traían divisas a cambio de una comisión que podía ser de hasta el 30%, ahora son vistos con malos ojos, incluso hay países que ahora les pide visa para entrar al país.

A pesar de todo, hay mucho capital venezolano generado con honestidad. La banca internacional (por lo menos la que tenga algo de mística y seriedad) debe intentar diferenciar claramente el dinero sucio del dinero limpio para no aplicar medidas restrictivas injustas a quienes no se merecen ser tratados como personas o entidades “de alto riesgo”.

Hay banqueros que no han caído en el bajo mundo de la corrupción, por ellos apuesto para que desde adentro y desde afuera de Venezuela sigan trabajando con decencia, sin permitir que el agradable olor del dinero produzca en ellos la triste mutación que los convierta en cómplices.

Fuente: lavadodinero.com

Más información:

El Antilavado como excusa para el de-risking bancario (Discriminación sectorial)

De-Risking: Discriminación sectorial

La lucha antiterrorista dificulta el envío de dinero


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Uruguay: la banca privada está en retirada

mayo 19, 2014

Banca privada quiere irse de Uruguay pero faltan compradores.
Por Mariano Gorodisch.

En retirada. Así se encuentra actualmente la banca privada en Uruguay. El problema es la falta de compradores.

Acá todos quieren partir pretendiendo vender el negocio. Lo quiere hacer el Leumi, Raymond James y otros que se están sumando, como la banca privada del Discount, Hapoalim y demás. Es un tema de precio: a la hora de vender no pueden pretender recibir más de lo que Julius Bär le pagó a Bank of America por la compra de la operación global de Merrill Lynch, que fue el 1,2% del valor de las carteras de los clientes, exactamente el monto de comisión anual que cobran las bancas privadas. O sea, compró el negocio por un año de facturación”, revela en off un conocedor del sector.

El que ahora está buscando un comprador es el banco israelí Leumi (uno de los que más utuiliza la comunidad judía, junto al Discount y Hapoalim, también de la colectividad), que tiene una cartera de u$s 600 millones, por lo tanto el precio de mercado para venderlo debería ser de u$s 7 millones”, estiman en la plaza.

Este diario se trató de comunicar con David Mamann, gerente general del Leumi, para tener su opinión al respecto, pero no respondió.

¿Qué puede pasar a partir de ahora? Calculan que hay 25.000 argentinos con un promedio de u$s 600.000 cada uno en la banca off shore charrúa, lo que totaliza u$s 15.000 millones, cifra que representa más de la mitad de las reservas del Banco Central de nuestro país. Lo más probable es que quienes tengan menos de u$s 500.000, que son el 80% del total, pasen a ser atendidos desde un call center en Puerto Rico, como ha ocurrido en otros casos de entidades que se han marchado.

Las carteras de los clientes que se atienden desde Uruguay pueden ser en teoría más volátiles y hasta peligrosas para quien las adquiera. El riesgo ya no radica tanto en la posibilidad de perder una parte de los clientes que no quiera continuar con la institución adquirente, sino en las sorpresas que pueden encontrarse en cuanto a la ‘calidad‘ de los clientes. En la totalidad de los casos, las bancas privadas tienen un desconocimiento absoluto acerca de cómo sus clientes hicieron realmente el dinero, de cómo lo continúan haciendo, cómo es su modo de vida, familia y amigos, así como también de sus aspectos impositivos, legales, cambiarios y hasta sucesorios. Y éste es el gran problema: sólo en la medida que se conozca toda esta información es posible percibir si una persona se encuentra políticamente expuesta o no, y si realiza una actividad normal y lícita o no, advierte Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI.

A su juicio, las bancas privadas están manejadas por comerciales: personas que quieren vender y no ver caer sus ventas y que, por temor a perder clientes, no preguntan e indagan sobre lo que debieran: “Esto es tener una visión corta e incompleta de la situación, porque quien después termina perdiendo es el cliente normal. Con el tiempo, cuando los departamentos de legales de las casas matrices se enteran que tienen incompleta, incorrecta o nula información sobre los clientes, terminan tomando medidas drásticas que incluyen el cierre inmediato de miles de cuentas.

HSBC procedió al cierre masivo de cuentas de clientes latinoamericanos luego de la multa récord que se le impuso en el 2012; Julius Bär hizo lo mismo luego de adquirir Merrill Lynch y continúa limpiando‘ su cartera de clientes hoy en día; también lo hicieron y lo siguen haciendo el Credit Suisse, UBS y muchas otras instituciones de banca privada.

Fuente: El Cronista, 19/05/14.