Uruguay: la banca privada está en retirada

mayo 19, 2014 · Imprimir este artículo

Banca privada quiere irse de Uruguay pero faltan compradores.
Por Mariano Gorodisch.

En retirada. Así se encuentra actualmente la banca privada en Uruguay. El problema es la falta de compradores.

Acá todos quieren partir pretendiendo vender el negocio. Lo quiere hacer el Leumi, Raymond James y otros que se están sumando, como la banca privada del Discount, Hapoalim y demás. Es un tema de precio: a la hora de vender no pueden pretender recibir más de lo que Julius Bär le pagó a Bank of America por la compra de la operación global de Merrill Lynch, que fue el 1,2% del valor de las carteras de los clientes, exactamente el monto de comisión anual que cobran las bancas privadas. O sea, compró el negocio por un año de facturación”, revela en off un conocedor del sector.

El que ahora está buscando un comprador es el banco israelí Leumi (uno de los que más utuiliza la comunidad judía, junto al Discount y Hapoalim, también de la colectividad), que tiene una cartera de u$s 600 millones, por lo tanto el precio de mercado para venderlo debería ser de u$s 7 millones”, estiman en la plaza.

Este diario se trató de comunicar con David Mamann, gerente general del Leumi, para tener su opinión al respecto, pero no respondió.

¿Qué puede pasar a partir de ahora? Calculan que hay 25.000 argentinos con un promedio de u$s 600.000 cada uno en la banca off shore charrúa, lo que totaliza u$s 15.000 millones, cifra que representa más de la mitad de las reservas del Banco Central de nuestro país. Lo más probable es que quienes tengan menos de u$s 500.000, que son el 80% del total, pasen a ser atendidos desde un call center en Puerto Rico, como ha ocurrido en otros casos de entidades que se han marchado.

Las carteras de los clientes que se atienden desde Uruguay pueden ser en teoría más volátiles y hasta peligrosas para quien las adquiera. El riesgo ya no radica tanto en la posibilidad de perder una parte de los clientes que no quiera continuar con la institución adquirente, sino en las sorpresas que pueden encontrarse en cuanto a la ‘calidad‘ de los clientes. En la totalidad de los casos, las bancas privadas tienen un desconocimiento absoluto acerca de cómo sus clientes hicieron realmente el dinero, de cómo lo continúan haciendo, cómo es su modo de vida, familia y amigos, así como también de sus aspectos impositivos, legales, cambiarios y hasta sucesorios. Y éste es el gran problema: sólo en la medida que se conozca toda esta información es posible percibir si una persona se encuentra políticamente expuesta o no, y si realiza una actividad normal y lícita o no, advierte Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI.

A su juicio, las bancas privadas están manejadas por comerciales: personas que quieren vender y no ver caer sus ventas y que, por temor a perder clientes, no preguntan e indagan sobre lo que debieran: “Esto es tener una visión corta e incompleta de la situación, porque quien después termina perdiendo es el cliente normal. Con el tiempo, cuando los departamentos de legales de las casas matrices se enteran que tienen incompleta, incorrecta o nula información sobre los clientes, terminan tomando medidas drásticas que incluyen el cierre inmediato de miles de cuentas.

HSBC procedió al cierre masivo de cuentas de clientes latinoamericanos luego de la multa récord que se le impuso en el 2012; Julius Bär hizo lo mismo luego de adquirir Merrill Lynch y continúa limpiando‘ su cartera de clientes hoy en día; también lo hicieron y lo siguen haciendo el Credit Suisse, UBS y muchas otras instituciones de banca privada.

Fuente: El Cronista, 19/05/14.

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