Robert Mugabe se convenció este martes de que su situación era insostenible y renunció a la presidencia de Zimbabwe tras 37 años en los que gobernó el país como si fuera una gran estancia de su propiedad. El único líder ejecutivo que tuvo esta nación africana desde su independencia había quedado totalmente vaciado de poder tras el golpe militar que sufrió la semana pasada.
Mugabe, de 93 años, se consolidó hace tiempo como uno de los dictadores más despiadados del continente. La evidencia más cruda de que se apropió sin pudor de los pocos recursos que generaba el país es la obscena vida de lujos que gozaban sus hijos y el reducido entorno de jóvenes parásitos del Estado.
Robert Mugabe Jr., su hijo de 24 años, es quizás uno de los máximos exponentes. Estudió en Dubai y desde hace tiempo se dedica a compartir su ostentosa vida en Instagram.
En septiembre sumó dos Rolls Royce a su colección de autos de alta gama, que suele exhibir en fotos. Sus redes sociales incluyen también relojes Rolex y recorridas por exclusivos centros comerciales.
Su hermano Chatunga, de 20 años, no se queda atrás. En una de las imágenes más indignantes que compartió se ve su mano, adornada con un reloj y una pulsera de oro. «¡¡60.000 dólares en la muñeca cuando tu papito maneja todo el país, ya sabes!!», escribió.
Entre los miembros más encumbrados de lo que era la corte de este clan dictatorial se destacaban especialmente las «Kardashian de Zimbabwe». Son Vanessa Chironga y su hermana Michelle, ambas de 28 años, hijas del político y magnate inmobiliario Philip Chiyangwa.
Sus fotos en poses sensuales, rodeadas de lujos exóticos, las hicieron merecedoras de la comparación con las estrellas estadounidenses. Mientras Vanessa se muestra navegando en yate en las islas Seychelles, Michelle maneja una Land Rover edición Victoria Beckham de 100 mil dólares.
Uno de los más exhibicionistas es Sidney Himbara Jr., hijo del empresario más acaudalado del país. Aviones privados, autos súper deportivos y pistolas de oro son algunos de los objetos que le gusta mostrar.
Después está el caso de Uebert Angel, autodenominado «padrino del movimiento profético». Junto a otros «profetas» forma parte de un selecto grupo de pastores evangélicos que se dedican a predicar rodeados de Lamborghinis.
A Genius Kadungure, otro próspero empresario que se enriqueció estando cerca del clan Mugabe, le gusta mostrarse como si fuera una estrella de cine. Los Rolls Royce son la mayor debilidad de este multimillonario de 33 años.
Tampoco se puede dejar de destacar a Wicknell Chivayo, empresario igualmente floreciente gracias a sus vínculos con el poder. «Sir Wicknell», como le gusta ser llamado, adora los Rolex más que a cualquier otra cosa.
El ocaso de Mugabe se precipitó con la intervención militar del pasado martes, desencadenada por la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, ante las ambiciones de poder de la primera dama, Grace Mugabe. Las Fuerzas Armadas mantenían en arresto domiciliario al mandatario, y los pedidos de renuncia llegaban desde el propio oficialismo.
Reporteros presentes en Harare relataron que la población recibió la noticia con júbilo y que se escuchaban bocinas en las calles de la capital. Mugabe había sido destituido el domingo como líder del partido oficialista, y la formación nombró como titular a Mnangagwa, quien también fue elegido como candidato a las presidenciales de 2018.
Restan saber las condiciones que podría haber negociado Mugabe para su salida. La noche del lunes, el jefe de las Fuerzas Armadas, Constantine Chiwenga, indicó que el dictador había trazado una «hoja de ruta y una solución definitiva para el país».
Es el final humillante de la carrera de un hombre que aplastó o marginó la disidencia desde que condujo a Zimbabwe a la independencia y puso fin al régimen de minoría blanca en 1980.
Si Mnangagwa pasa a encabezar la transición política, tendrá que enfrentar su propio pasado, al estar implicado en la masacre de miles de opositores en la década de 1980 por una brigada entrenada en Corea del Norte.
«Mugabe no era nada humano», dijo el antiguo ministro de Relaciones Exteriores británico Peter Carrington a la biógrafa del dictador, Heidi Holland. «Tenía una especie de naturaleza reptil. Uno podía admirar sus capacidades y su intelecto, pero era una persona horrible y poco confiable», agregó.
La dimisión de Mugabe ofrece a Zimbabwe «la oportunidad de forjar un nuevo camino libre de opresión», dijo Theresa May, primera ministra del Reino Unido, la antigua potencia colonial del país africano. «Como el amigo más antiguo de Zimbabwe, haremos lo que podamos para apoyar» la transición del país, añadió en un comunicado.
Fuente: infobae.com, 22/11/17.
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