¿Argentina transita el Camino de Servidumbre?

abril 16, 2012

Las tres características de los peores individuos que gobiernan en una autocracia

Por Roberto Cachanosky

 

En «Camino de Servidumbre», Friedrich von Hayek describe por qué los líderes fuertes, que desprecian la democracia republicana, tienen que rodearse de los peores elementos de la sociedad.

Preocupado por la visión que tenían los ingleses acerca del socialismo, y habiendo visto el surgimiento del nazismo, Friedrich Hayek publicó en 1943, estando exiliado en Inglaterra, su famoso libro Camino de Servidumbre, en el que muestra los riesgos de caer en un sistema autoritario cuando se aplica una economía centralizada.
El capítulo 10 de Camino de Servidumbre lleva el título de “Por qué los peores se colocan a la cabeza”, e, inclusive, lo inicia con la famosa frase de Lord Acton: “Todo poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Ahora bien, en el capítulo 10, Hayek tiene varios párrafos muy interesantes sobre por qué los peores llegan a los máximos puestos del poder en un sistema totalitario. En primer lugar el economista austríaco analiza la etapa previa a la supresión de las instituciones democráticas y a la creación de un régimen totalitario. Hayek señala que el procedimiento democrático es más lento en la resolución de los problemas, en tanto que la gente suele reclamar acción por parte del Estado, es por esta diferencia de tiempos en la resolución de los problemas que “el hombre o el partido que parece lo bastante fuerte y resuelto para hacer marchar las cosas es quien ejerce la mayor atracción” Y agrega: “Fuerte, en este sentido, no significa sólo una mayoría numérica…Lo que ésta (la gente) buscará es alguien con tan sólido apoyo que inspire confianza en que podrá lograr todo lo que desee. Entonces surge el nuevo tipo de partido, organizado sobre líneas militares”.
Me detengo un momento en estos párrafos para analizar la actualidad argentina. En rigor, si hoy el kirchnerismo se vanagloria del “vamos por todo” es porque luego de las elecciones de 2011, consideran que el 54% implica haber recibido un cheque en blanco que le ha otorgado la sociedad. Pero Hayek también habla de partidos organizados sobre bases militares. Si uno observa el discurso del kirchnerismo, tiene bastante de esto. El kirchnerismo habla del comercio como una guerra: nos defendemos de la invasión de productos importados. Habla de fusilamiento mediático. De conspiraciones destituyentes y muchos de ellos se consideran “soldados” de la causa”. Es decir, tienen un discurso bélico, militarista en términos de que la política no es diálogo sino enfrentamiento. Hay que derrotar al enemigo. Sobre este punto voy a volver más adelante.
Dice Hayek: “la probabilidad de imponer un régimen autoritario a un pueblo entero recae en el líder que primero reúna en derredor suyo a un grupo dispuesto voluntariamente a someterse a aquella disciplina totalitaria que luego impondrá por la fuerza al resto”. Y casi inmediatamente Hayek señala las tres características principales de semejante grupo,  y añade que “no lo formen, probablemente, los mejores, sino los peores elementos de la sociedad”.
¿Cuáles son las tres características para que este grupo sea conformado por los peores elementos de la sociedad? En primer lugar, dice el austríaco: “si deseamos un alto grado de uniformidad y semejanza de puntos de vista, tenemos que descender a las regiones de principios morales e intelectuales más bajos, donde prevalecen los más primitivos y comunes instintos y gustos”.
Luego viene “el segundo principio negativo de selección: será capaz de obtener el apoyo de todos los dóciles y crédulos, que no tienen firmes convicciones propias, sino que están dispuestos a aceptar un sistema de valores si se machaca en sus orejas con suficiente fuerza y frecuencia”.
El tercer factor es: “quizás el más importante elemento negativo de la selección para la forja de un cuerpo de seguidores estrechamente coherente y homogéneo. Parece una ley de la naturaleza que le es más fácil a la gente ponerse de acuerdo sobre un programa negativo, sobre el odio al enemigo, sobre la envidia a los que viven mejor, que sobre una tarea positiva. La contraposición del <nosotros> y el <ellos>, parece ser un ingrediente esencial de todo credo que enlace sólidamente a un grupo para la acción común”.
Si recorremos el espinel de los funcionarios del kirchnerismo es bastante difícil, por no decir imposible, encontrar gente con una sólida formación académica, más bien veremos funcionarios con discursos de barricada, con mucho golpe de efecto y poca profundidad de análisis. Esto, siguiendo el razonamiento de Hayek, es obvio porque nadie con una formación intelectual sólida tiende a someterse a los dictados de un líder sin ningún tipo de cuestionamiento. Seguramente mi visión de la economía difiere bastante del pensamiento de Roberto Lavagna, pero debo reconocer que, posiblemente, haya sido el funcionario público de mayor rango intelectual que tuvo el kirchnerismo y por eso duró muy poco en su cargo.
Sobre el segundo punto que hace Hayek, los seguidores sobre los que si se machaca en sus orejas insistentemente están dispuestos a aceptar un sistema de valores, podemos referirnos al staff de aplaudidores que, con fervor, aplauden entusiastamente los discursos de Cristina Fernández y pueden aplaudir un anuncio de suba de retenciones a las exportaciones de carnes como una baja de las mismas en forma indistinta. Lo que dice el líder es palabra santa. No se cuestiona. 
Pero es el tercer punto el que mejor describe al kirchnerismo o cristinismo. Esa constante contraposición del “nosotros” o “ellos” al que hace referencia Hayek, es una de las características relevantes del oficialismo, como también lo es el de ponerse de acuerdo en un programa negativo en vez de una tarea positiva. El kirchnerismo tiende a destruir más que a construir. A perseguir en vez de a dialogar. Para ser suave, desprecio por la libertad de expresión, confiscaciones, consumo del stock de capital para financiar el populismo e infinidad de otros ejemplos muestran a una fuerza política más concentrada en un proyecto político negativo que positivo. Agreguemos al enfrentamiento con España por el tema YPF, los conflictos con nuestros socios del MERCOSUR, Malvinas, revolver en forma arbitraria lo ocurrido en los 70, etc. es parte de un discurso que destruye y no construye. Que confronta y no dialoga.
El escaso respeto a las instituciones, ignorar los fallos de la justicia y las arbitrariedades del secretario Moreno, son solo algunos de los métodos que ningún profesional formado en los principios republicanos puede compartir. La gente más capacitada para administrar el país no comparte este tipo de políticas, por lo tanto, termina siendo inevitable que el kirchnerismo solo pueda reclutar gente de mediocre preparación para la cosa pública. El solo hecho de aplaudir discursos sin contenido y obedecer ciegamente los dictados de la presidente determina un perfil muy claro de quienes pueden acompañarla en su “proyecto”.
Y aquí viene el tema de fondo, ese ponerse de acuerdo para destruir en vez de construir solo puede derivar en un creciente deterioro económico, tal cual lo estamos viendo. A su vez, el deterioro económico es, desde mi punto de vista, lo que le quita el respaldo al hombre o partido fuerte como lo denomina Hayek. Dicho en otras palabras, el apoyo político del oficialismo depende de si puede mantener la fiesta de consumo. Si esa fiesta artificial se termina, entonces el partido fuerte pasa a ser débil, salvo que utilice el aparato estatal para coartar las libertades individuales y sostenerse mediante el monopolio de la fuerza, que justamente esto es lo que trata de demostrar Hayek en Camino de Servidumbre.
Dadas las características de organización vertical y militarista del kirchnerismo, que solo se rodea de soldados de la causa para enfrentar a “ellos”, no podemos esperar que seamos gobernados por los mejores, sino por los más mediocres en su formación intelectual. Y un país gobernado por los mediocres, nunca puede ser exitoso. El fracaso llega más tarde o más temprano o, en el peor de los escenarios, la democracia deriva en dictadura para imponer los deseos del líder apoyado en los peores elementos de la sociedad.
Fuente: Economía para todos, 14/04/12.
Más información en: www.economiaparatodos.com.ar  
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Friedrich Hayek

Friedrich August von Hayek (Viena, 8 de mayo de 1899 – Friburgo, 23 de marzo de 1992) fue un filósofo, jurista y economista de la Escuela Austríaca, discípulo de Friedrich von Wieser y de Ludwig von Mises. Ha sido uno de los grandes economistas del siglo XX y es considerado por muchos uno de los padres del liberalismo moderno. Ha sido también uno de los mayores críticos de la economía planificada y socialista, puesto que cree que conducen al totalitarismo y a la ausencia de la libertad para el desarrollo individual, como se sostiene en Camino de servidumbre. Fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1974.
Su obra, que comprende unos 130 artículos y 25 libros, no se limita únicamente a la ciencia económica, sino que trata desde filosofía política hasta antropología jurídica o historia, y en general todo lo referente a las ciencias sociales.

Vida
Friedrich Hayek nació en 1899 en una familia de intelectuales de Viena, entonces capital del Imperio austrohúngaro. Participó en la Primera Guerra Mundial y al regresar comenzó los estudios de ciencias jurídicas y sociales en la Universidad de Viena, cursó estudios en filosofía, ambas, economía y filosofía, con gran interés y compromiso humano[cita requerida]. Según afirmó él mismo la experiencia de la guerra fue la que le condujo a interesarse por las ciencias sociales, a pesar de que sus influencias familiares le podrían haber conducido más fácilmente hacia las ciencias naturales. En 1921 y 1923 se doctoró en leyes y en política económica.
Durante aquellos años, Hayek, como la mayoría de sus compañeros, era un socialista fabiano que creía en la intervención del estado para mejorar el orden social y no le gustaban las posiciones antisocialistas y liberales de su profesor Ludwig von Mises, destacado economista de la Escuela Austríaca. Pero precisamente fue la lectura de un libro de von Mises, El socialismo, donde hacía una devastadora crítica a esta doctrina lo que le hizo cambiar de posición y lo convirtió en discípulo suyo. Durante cinco años trabajó bajo su dirección en la Abrechnungsamt (Oficina de Cuentas) encargada de desbloquear y cobrar cuentas que otros estados tenían con el gobierno de la recién nacida Austria. En 1927 se convirtió en director del Instituto para el Análisis del Ciclo Económico, creado por ellos dos mismos.
En 1931 (y hasta 1950), gracias a Lionel Robbins, también alumno de von Mises, se fue a Londres donde ocupó una cátedra en la London School of Economics. Durante sus años en Londres tomó una gran notoriedad y fama en el ámbito académico, tanto por sus publicaciones y estudios, como por su rivalidad con Keynes y la beligerancia en contra de sus ideas. Pero durante los años 30, fueron las ideas de Keynes las que se impusieron y también tras la Segunda Guerra Mundial triunfaron gobiernos socialdemócratas o socialistas, con lo que Hayek perdió relevancia y mucha de la fama que había ganado de joven.
Su enfrentamiento comenzó cuando Hayek hizo un escrito desfavorable al libro de Keynes Tratado sobre el dinero y Keynes le replicó. Después, Keynes tomó la iniciativa y pidió a Piero Sraffa que hiciera un informe crítico de la obra Precios y producción de Hayek, que este replicó. Esta situación provocó que todos los más importantes economistas del momento tomaran parte por uno de los dos bandos[cita requerida]. Aunque la posición de Hayek fue la que prevaleció, la controversia no acabó allí. En 1936, con la publicación de la Teoría general, Keynes cambia de posición respecto a su anterior tratado y plantea una teoría completamente nueva. Con esto logró, al menos momentáneamente, que sus tesis fueran las que se impusieran. En respuesta a esta obra Hayek no hizo ninguna reseña, intentando evitar las duras controversias que había hecho surgir anteriormente y suponiendo ante el cambio de forma de pensar de Keynes que su nueva posición no duraría. Obvió la nueva idea keynesiana de los agregados económicos ya que partía de premisas radicalmente diferentes a las suyas. Desarrolló entonces un esbozo de teoría austriaca del ciclo en una obra que se titularía La teoría pura del capital. Dicha obra logró fundamentar la teoría austriaca sobre una completa teoría del capital, pero no terminaba de desarrollar una teoría dinámica del ciclo. Frente a la creciente popularidad del keynesianismo, Hayek confió en que las últimas objeciones de Keynes a su propia teoría influirían en sus herederos y en que sus ideas no llevarían a políticas antiliberales por ser éste mismo social y políticamente liberal, dejando así el problema del ciclo económico austríaco (que implicaría una revisión del paradigma macroeconómico keynesiano) para ser resuelto por otros economistas, cosa que no sucedería durante su tiempo de vida y sólo comenzaría a plantearse mucho tiempo después (véase el intento de resolución ordinal de Roger Garrison y Adrián Ravier).
Después de esto, Hayek dejó las cuestiones técnicas de la economía para dedicarse a temas más filosóficos o sociales. También creó sociedades con tal de difundir sus ideas y oponerse al socialismo, como la Mont Pelerin Society, en 1947.
En 1949 se divorció de su esposa para casarse con un antiguo amor de juventud, lo que motivó que muchos de sus amigos ingleses, como Robbins, lo abandonaran (aunque años más tarde se reconciliaran). Este hecho lo decidió a emigrar a los Estados Unidos, a la Universidad de Chicago, donde no tuvo una muy buena acogida por parte del Departamento de Economía, debido a las grandes diferencias metodológicas de la Escuela Anglosajona con la Escuela Austríaca de la que provenía. Durante estos años, comenzó a tener problemas de salud, sordera y también depresiones que lo alejaron de la vida pública.
En 1962 volvió a Europa, a la Universidad de Friburgo, donde estaría hasta que, al jubilarse en 1969, retornó a su Austria natal, a la Universidad de Salzburgo hasta que se retiró en 1977. En 1974 recibió el Premio Nobel de Economía, compartido con Gunnar Myrdal, por sus trabajos en el campo de la teoría monetaria y las fluctuaciones económicas y los análisis de la interdependencia de la economía, la sociedad y las instituciones. A partir de entonces su salud mejoró y comenzó una gran actividad que lo llevaría a viajar por todo el mundo exponiendo sus ideas.

Murió en 1992 en Friburgo, y fue enterrado en Viena.

Su popularidad actual ha ido creciendo, en particular desde el hundimiento del régimen comunista, del cual, ya en los años treinta había previsto su inevitable degradación por razones económicas básicas. También se opuso al paradigma neoclásico (también conocido como neoclásico-walrasiano), que todavía define hoy en día el mainstream académico. Es contrario también a los economistas liberales partidarios de la teoría del equilibrio general (TEG) como Debreu. Defendió la tesis según la cual un cálculo planificador era imposible sin un mercado (que asigne los precios) y que un sistema económico que no se fundamente en el mercado libre y en la libre concurrencia nunca será óptimo desde el punto de vista de la distribución de recursos. La Universidad Francisco Marroquín lo honró en 1977 con un doctorado Honoris Causa por su aporte a la libertad individual. 

 

Temas recurrentes en su obra

Teorías sobre el ciclo económico

Las contribuciones de Hayek sobre los ciclos económicos se consideran su contribución más importante a la economía, y las hizo durante su juventud. Tomó las bases de su teoría de la obra Teoría del dinero y el crédito de Mises e hizo su propia interpretación del ciclo económico, que fue conocida como Teoría Austriaca del ciclo económico. Podemos considerar como obras más importantes de esta etapa Precios y producción de 1931, que era un compendio de las conferencias que había hecho en la London School of Economics, Beneficios, interés e inversión de 1939 y Teoría pura del capital de 1941.
Hayek explica el origen del ciclo económico a partir del crédito concedido por el banco central y los tipos de interés artificialmente bajos. La expansión del crédito debido a los bajos intereses hace que los empresarios inviertan en proyectos muy arriesgados y en los que nunca hubieran invertido con unos tipos más altos, y provocan una mala coordinación entre producción y consumo e inflación. Primero hay una gran expansión, pero después una gran recesión hasta que vuelve a ajustarse la economía. El proceso sería el siguiente: el alza de precios resultante de una expansión conduce a la caída de los salarios reales, que induce a la substitución de máquinas por mano de obra y una reducción general de los períodos de producción, y en consecuencia los tipos de interés suben, cae la inversión y la economía sufre un descalabro; a la inversa, en una depresión el alza de los salarios reales reactiva la inversión y la mano de obra es reemplazada por maquinaria y los períodos de producción se alargan. Según este argumento, un nivel de consumo al alza a partir de un cierto punto reduce la inversión más que no la aumenta, y viceversa por lo que hace a un nivel de consumo a la baja.  

Imposibilidad del socialismo por falta de precios de mercado

El formulador de la idea de que el socialismo no es posible por la inexistencia de precios de mercado fue Mises en un artículo[2] de 1920, que después amplió en 1922 con el libro “El socialismo, un análisis económico y sociológico”, libro que causó una fuerte impresión en un Hayek todavía estudiante. Hayek, desde un principio, puso mucho interés en este tema y desarrolló los argumentos de Mises en diversos artículos durante los años 30. Estos artículos se reunieron en un libro publicado en 1935 y titulado “Planificación económica colectivista: estudios críticos sobre las posibilidades del socialismo”. También podemos destacar “El uso del conocimiento en la sociedad” de 1945 e “Individualismo y orden económico”, que recoge ensayos publicados en 1948.
Los argumentos de sus teorías son que los objetivos del socialismo son sustituir el libre mercado por una economía planificada. Este tipo de economía necesita una institución que elabore un plan central que determine todo lo que se debe producir, institución a la que Hayek llamó Junta Central de Planificación. Esta junta debería tener amplios poderes para intervenir en asuntos económicos, pero el problema sería que cuando esta junta se pusiera a elaborar el plan de producción se encontraría que no tiene ninguna guía o referencia que le indicara qué posibilidades de producción son económicamente factibles, ya que no existirían precios de mercado y sin estos precios no hay guía ni manera de saber lo que se debe producir. Aunque posteriormente este argumento tuvo que refinarse ante la solución de Lange-Lerner que proponía un procedimiento iterativo de dos reglas, por el cual una economía planificada podía alcanzar la misma solución que el libre mercado, a partir de la intervención de una Junta central de planificación.
Según Hayek, los precios de mercado son los transmisores de cantidad de informaciones económicas dispersas y servirían para compartir y sincronizar muchos conocimientos personales; por lo tanto, intentar manipular el mercado conlleva un problema de falta de información. Un intercambio y uso eficiente de los recursos sólo se conseguiría a través del mecanismo de precios. Así pues, esta economía planificada, produciría aquello que aleatoriamente decidiera la junta central, sin que tenga que coincidir necesariamente con la demanda de la población ni con criterios de eficiencia, ya que sería imposible tener en cuenta todas las preferencias de la sociedad. Según Hayek, este era el talón de Aquiles del socialismo. 
 

Contradicción entre economía planificada y libertad individual

Hayek no sólo pensaba que el socialismo y la colectividad comunista implementadas por el estado eran inviables por la falta de precios de mercado; sino que, además, en un plano más filosófico y político, eran incompatibles con la libertad individual, y que, además, estos sistemas, necesariamente, llevaban al establecimiento de régimenes totalitarios, ya que los que llegarían al poder serían siempre los peores elementos de la sociedad. Esas tesis de Hayek pasaron a ser parte del importante debate sobre el cálculo económico en el socialismo entre Hayek de un lado y Oskar Lange y Abba Lerner del otro.
Las críticas de Hayek no iban dirigidas tan sólo hacia los sistemas de economía planificada, sino en general hacia cualquier intervención del estado en la economía, que para él significaba un socialismo progresivo. Hayek desarrolló estos argumentos en Camino de servidumbre, libro publicado en 1944, que le hizo muy popular y que se ha convertido en un clásico. Esta obra la realizó para contraargumentar las opiniones que rezaban que el nazismo era la consecuencia única del pueblo alemán, y la culpa estaba en el «germanismo». Él dijo que el nazismo se había desarrollado como un sistema socialista muy similar al de la URSS, solo que se cambió el elemento de clases por razas, y que esa era la única consecuencia de la evolución del comunismo. Cabe destacar también en este campo, Los fundamentos de la libertad de 1960, considerada una de sus obras maestras.
Hayek argumentaba que sin propiedad privada, se crea una dependencia tan grande del Estado que nos convierte prácticamente en esclavos. El estado debería tener tantos poderes que necesariamente tendría que repercutir en la sociedad. En una sociedad planificada, debe haber alguien que ejerza el poder, que controle el estado. Para imponer unos objetivos comunes a una sociedad, aunque se quiera hacer de manera bienintencionada, es necesario imponer estos objetivos a las personas que no estarán de acuerdo. Para imponerlo, se deberá coaccionar y tomar medidas represivas en caso de que no acepten a la autoridad central, por lo tanto el dirigente se verá obligado a tomar decisiones “desagradables” como el arresto o el asesinato. En consecuencia, los que llegarían al poder serían los que estuvieran dispuestos a tomar estas medidas, y estos serían asesinos y criminales y a partir de aquí estas personas utilizarían el poder para su beneficio personal. 

Orden espontáneo del mercado, la ley y la moral

Según Hayek, las instituciones de la sociedad, como las leyes, los mercados o el gobierno, incluso el sistema de precios o el lenguaje, no eran un invento o diseño humano para responder a unas determinadas necesidades, sino que era fruto de un orden espontáneo que consideraba un resultado de la acción humana pero no de su diseño. Así, el ser humano, en un proceso de prueba y error, ha visto como ciertas acciones hechas de forma inconsciente le servían para cierta finalidad. Las acciones que sirven para algo perduran y su combinación también espontánea acaba dando lugar a instituciones humanas, que aparecen sin que el hombre se haya planteado deliberadamente su creación. Es por eso que defendía que no debían haber interferencias en la acción individual espontánea y consideraba que la idea del racionalismo de intentar diseñar conscientemente el mundo era una amenaza para la civilización, ya que esta precisamente había nacido a partir del orden espontáneo.
Dicho de otro modo, Hayek concluirá que el surgimiento y desarrollo de las normas morales que permitieron el surgimiento y crecimiento de sociedades extensas fue producto de un azar evolutivo aún en curso, considerando entonces al orden espontáneo que permite tales sociedades inabarcable para la razón humana, no en el sentido de comprender su funcionamiento, sino en el controlar su dirección, por lo que rechazará todo racionalismo constructivista que pretenda guiar o rehacer racional y completamente tal evolución natural del orden social.
Necesaria sería, para Hayek, la coexistencia de la primitiva moral colectivista propia de los grupos pequeños y muy cohesionados que perviven dentro de la sociedad extensa, con su contraria moral evolutiva individualista que garantiza el funcionamiento y crecimiento exitoso de la sociedad humana extensa. Como un intento de imponer la primera sobre la segunda definirá al socialismo, deduciendo de ello que la búsqueda de tal orden social expresaría una aspiración involutiva o retrógrada y su consecución implicaría la imposibilidad de sustentar la numerosa población humana creciente.
Sobre este tema podríamos destacar los libros El orden sensorial de 1952, libro psicológico donde defiende que la mente humana, igual que el mercado o la sociedad eran fenómenos tan complejos que no se pueden explicar o predecir su funcionamiento; Derecho, legislación y libertad que apareció en tres volúmenes en 1973, 1976 y 1979, donde trata sobre la aparición espontánea de las normas legales y morales, y La fatal arrogancia de 1988, donde atribuye el nacimiento de la civilización a la propiedad privada. 

Obras

La teoría monetaria y el ciclo económico, 1929.
Precios y producción, 1931.
Economía y conocimiento, 1936.
La teoría pura del capital, 1941.
Camino de servidumbre, 1944.
Individualismo y orden económico, 1948.
La contrarrevolución de la ciencia. Estudios sobre el abuso de la razón, 1952.
El orden sensorial. Los fundamentos de la psicología teórica, 1952.
El capitalismo y los historiadores, 1954.
Los fundamentos de la libertad, 1960.
Derecho, legislación y libertad, 1973, 1976, 1979. (3 vols.)
La desnacionalización del dinero, 1976.
La fatal arrogancia. Los errores del socialismo, 1988. 

Fuente: Wikipedia
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Vea una Historieta basada libremente en las ideas de Hayek:

https://youtu.be/QgdfF5m6qKw

 

 

Argentina: El modelo K, ante lo inevitable y lo inesperado

abril 3, 2012

El modelo: ante lo inevitable y lo inesperado

Por Roberto Cachanosky

 

La protesta de 40 países por las restricciones al comercio que aplica el gobierno argentino confirma que el modelo está afectado por lo inevitable y lo inesperado.

 

Un amigo me mandó un e-mail con una frase de Lord Keynes, economista que ni él ni yo compartimos sus ideas, pero parece escrita para este famoso modelo y la protesta casi mundial que acaban de formular 40 países sobre las restricciones al comercio que aplica el gobierno argentino. La frase de Keynes dice: «The inevitable never happens, it is the unexpected always» (lo inevitable nunca ocurre, siempre ocurre lo inesperado). En rigor, yo diría que en el caso del famoso modelo de crecimiento con inclusión social ocurre lo inevitable, agravado por lo inesperado. Dicho en castellano básico: sobre llovido, mojado.

Ante el impacto que causó que 40 países hayan presentado una dura queja contra las medidas de cierre de la economía, el gobierno salió a responder con las frases de siempre. Que Argentina el año pasado aumentó sus importaciones, que es para defender el trabajo argentino y cosas por el estilo.

¿Aumentaron el año pasado las importaciones argentinas? Sí, pero vale la pena aclarar algunos puntos del por qué de este aumento. En 2011 las importaciones crecieron en U$S 17.421 millones respecto a 2010. ¿Por qué aumentaron? De los $ 17.421 millones de aumento el rubro más importante es combustibles que explica el 28,3%. Este incremento no fue consecuencia de una ferviente convicción del gobierno de los beneficios del comercio internacional, sino de la espantosa política energética aplicada por el kirchnerismo. En otras palabras, las importaciones de combustibles aumentaron porque sino nos quedábamos sin luz.

El segundo rubro en importancia que explica el crecimiento de las importaciones es insumos con un incremento del 23,6%. Obvio que al forzarse el consumo interno en el electoral año 2011, había que producir más e importar más insumos. Los bienes de capital solo explican el 16,5% del incremento de las importaciones, en tanto que los bienes de consumo, representan el 8,2% del aumento.

Las importaciones se incrementaron, entre otras causas, por el desestimulo a la producción de gas y petróleo y por forzar el consumo para todos. Una vez más insisto en el siguiente argumento. Si la economía tiene capacidad para producir 100 unidades y el gobierno aplica una política que lleve el consumo a 120 unidades, es inevitable que las 20 unidades faltantes tengan que importarse. Claro que el gobierno no dijo durante la campaña: consuman ahora porque después de las elecciones se viene el ajuste y van a tener que ajustarse, pero era inevitable que ellos ocurriera, más tarde o más temprano. Lo inesperado fue la reacción de 40 países denunciando los mecanismos poco ortodoxos que utiliza Moreno para frenar las importaciones.

De manera que el argumento del gobierno de que la crítica es injusta porque Argentina aumentó sus importaciones es más que discutible. Las aumentó cuando le convino por una cuestión electoral y para no quedarnos a oscuras. Ni bien pasadas las elecciones giró 180 grados. No es que la política de comercio exterior del gobierno sea la de apertura, sino que usó las importaciones para paliar la crisis energética y para generar la fiesta de consumo.

La otra razón que influye en el aumento de las importaciones es la caída del tipo de cambio real. Con un dólar casi fijo y una inflación que erosiona el tipo de cambio real, el dólar pasó a ser una mercadería barata que estimula las importaciones y desestimula las exportaciones. Como en este contexto de fuga de capitales e incertidumbre el gobierno no se anima a mover el tipo de cambio, la única manera que tiene de generar dólares es frenando las importaciones. Puesto en otros términos, si las exportaciones no pueden aumentar mucho más por la escasa competitividad de la economía argentina, por lo menos que no se vayan dólares por importaciones, al tiempo que se aplica un estricto control de cambios para frenar la fuga de capitales. Que no se vayan dólares por importaciones significa que la gente consuma menos. Es como si el gobierno hubiese dicho: ahora que tengo el 54% de los votos, pelito para la vieja. Ahora a bancarse el ajuste.

¿Qué hay de cierto respecto a defender los puestos de trabajo de los argentinos? Simplemente que al frenar el ingreso de insumos, la actividad industrial se frena, hay menos horas extras y turnos y, la falta de reglas previsibles desestimula las inversiones y no se crean más puestos de trabajo.

Lo inevitable del modelo era que la emisión monetaria iba a erosionar el tipo de cambio real y generar una creciente fuga de capitales. Que el consumo artificial iba a ser insostenible y que, más tarde o más temprano, el ajuste tenía que venir, incluyendo el freno de las importaciones. Que el desborde de gasto público lleva a la búsqueda de cuanta caja pueda echar mano el gobierno. Lo inevitable también es que el gobierno aplicará cada vez más regulaciones y controles ante del desborde económico. Pero lo inesperado era que 40 países presentaran, en el momento más complicado del sector externo, una protesta contra las arbitrariedades en materia de comercio exterior.

Lo inesperado determina que el gobierno se encuentra ahora entre la espada y la pared. O redobla la apuesta y asume sanciones que limiten las exportaciones argentinas generando una nueva baja del saldo de balance comercial, lo cual forzaría a frenar más las importaciones y enfriar la economía más rápido de lo pensado, o flexibilizar las medidas de importaciones, aceptar una caída del saldo de balance comercial y asumir una suba del tipo de cambio con consecuencias también imprevisibles y enfriamiento de la economía.

Tanto lo inevitable como lo inesperado vienen a confirmar la inconsistencia del modelo.
Fuente: Economía para todos, 31/03/12.
Más información en: www.economiaparatodos.com.ar

Argentina: Un Gobierno cada vez más arbitrario

marzo 26, 2012

Las medidas arbitrarias son hijas del proyecto político

Por Roberto Cachanosky

 

No existe tal cosa como un modelo de inclusión social, solo tácticas de corto plazo para sostener el financiamiento del populismo. Por eso las crecientes arbitrariedades en materia política económica.

 

Al momento de redactar esta nota, la última medida de Moreno fue prohibir la importación de libros, revistas, etc. y complicar la compra de libros que, por ejemplo, se hacen por Amazon. En rigor yo diría que esta medida perjudica a la gente de menos recursos, porque para los más adaptados a las tecnologías, esta medida les causa gracia. Basta con comprar un E-book y resuelve el problema. Quien dispone de una Kindle touch de Amazon, cuesta U$S 139, puede comprar libros sin que pasen por la Aduana. Por U$S 10 puede comprar un libro y llevar casi una biblioteca consigo en un simple apartito del tamaño de una hoja de papel.

Pero más allá de la tecnología y de la violación a derechos básicos, como la de poder comprar un simple libro o revista editado en el exterior, muchas veces la gente me formula la siguiente pregunta: ¿por qué el gobierno toma estas medidas tan absurdas? Desde mi punto de vista, la respuesta a este interrogante tiene dos partes. En primer lugar, como siempre digo, el gobierno subordina la política económica a sus necesidades de construcción de poder político. No existe tal cosa como el famoso modelo, solo existe un objetivo: acumular poder. Y la política económica está armada para lograr ese objetivo. Lo del crecimiento con inclusión social es solo una frase armada para el discurso desde la tribuna y el atril.

La segunda parte tiene que ver con el día a día. Al no existir una política consistente de largo plazo, el gobierno va adoptando medidas con el solo objeto de congraciarse con la gente con medidas demagógicas. Digamos que “compra” el apoyo de la gente con medidas económicas que tienen efecto de muy corto plazo, pero como esas medidas en el mediano o largo plazo, crean problemas, lo “resuelven” con otra medida demagógica que tiene efectos más adversos, y así sucesivamente. Por eso las medidas económicas son cada vez más arbitrarias y autoritarias. Pero esa arbitrariedad y autoritarismo lo está llevando a enredarse cada vez. Veamos algunos ejemplos de medidas demagógicas que luego tuvieron un costo.

En 2005 Néstor Kirchner, desde la tribuna, decía que los productores agropecuarios lucraban con el hambre del pueblo argentino. Acto seguido prácticamente prohibió las exportaciones de carne. Esta medida tuvo el efecto de corto plazo de bajar el precio de la carne. Si uno disminuye artificialmente la demanda, es obvio que el precio baja. Bien, al frenar las exportaciones se frenó la demanda externa y el precio de la carne bajó. El resultado fue que el productor fue desalentado en su negocio y liquidó su stock ganadero. En el mediano plazo disminuyó la oferta de carne, aumentó su precio y hoy hacer un asado es todo un lujo. De 77 kilos por habitante por año que se consumían de carne por el populismo del gobierno se cayó a 55 kilos por habitante por año. Ese es el costo que hubo que pagar por prohibir las exportaciones de carne.

El otro ejemplo es el de la energía. El gobierno quiso energía barata para todos y no permitió que los productores aumentaran el precio del gas. Se desestimuló la producción de gas y petróleo, aumentó la demanda gracias a la energía barata para todos y ahora estamos importando U$S 9.000 millones de combustibles para sostener precariamente el sistema energético. El beneficio de bajar artificialmente el precio de la energía se tradujo en más dólares destinados a la importación de combustibles. Como hoy le faltan dólares al gobierno, entonces cierra la economía.

Al cerrar la economía frena la producción industrial interna porque faltan insumos. Ya destruyeron la industria frigorífica y ahora están paralizando diferentes sectores productivos porque no disponen de componentes para poder sustituir las importaciones. Esta medida está llevando a que las empresas adelanten vacaciones, se corten horas extras, se disminuyan los turnos en la industria y medidas por el estilo. El resultado es que la supuesta defensa del trabajo argentino con el cierre de las importaciones se traduce en destrucción del trabajo argentino. Basta con ver el índice de demanda laboral que elabora la Universidad Torcuato Di Tella para advertir que la demanda laboral está muy cerca del piso de lo peor de la crisis del 2002. Sí, aunque el gobierno no lo acepte y cuente una historia diferente, hoy la demanda de personal está como en el peor momento de la crisis del 2002.

Otro ejemplo, en su táctica de corto plazo de “comprar” el apoyo de la gente, el gasto público ha alcanzado niveles récord. Como la recaudación impositiva no alcanza para financiar ese nivel de gasto, a pesar de la enorme carga tributaria, el BCRA emite moneda, genera inflación y la gente termina siendo perjudicada. El remedio de Moreno es controlar los precios y generar desabastecimiento.

Pero la necesidad de financiamiento del tesoro, tanto en pesos como en dólares, es tan grande que ahora reformaron la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA) para hacer una orgía de emisión monetaria. Si se combina la expansión monetaria del 35% anual con menos bienes y servicios por el cierre de las importaciones y los problemas de insumos que tienen las empresas, lo que cabe esperar es una inflación mucho más aguda en los próximos meses. Y seguramente Moreno va adoptar medidas más arbitrarias y autoritarias para “solucionar” el problema.

En rigor Moreno cumple con el mandato que le da Cristina Fernández usando cualquier instrumento a su alcance. El problema es que lo que él considera una solución, es una demolición de la economía.

Para graficarlo voy a dar un ejemplo. Supongamos que a Cristina Fernández le molesta un moquito que hay en una casa. Lo llama a Moreno y le dice, no quiero más ese mosquito en la casa. Moreno, como buen soldado que es, obedece y con la delicadeza que lo caracteriza, decide dinamitar la casa. Mientras pone la dinamita el mosquito se fue por la ventana. Moreno dinamita la casa y le dice a Cristina: ¿viste que el mosquito no está más en la casa? Dinamité la casa y ya no hay, por lo tanto el mosquito ya no está dentro de la casa. Pero el mosquito se le ríe desde el jardín. Es lo que pasa con sus medidas de control cambiario, el mercado marginal de cambio y el contado con liquidez. Moreno dinamitó el sistema cambiario, pero los dólares se siguen yendo por el mercado marginal.

Como el mundo ya no ayuda y se acaban los recursos, lo que cabe esperar es que las medidas que vayan tomando sean cada vez más violentas y arbitrarias. Por lógica Moreno tiene que aplicar medidas cada vez más salvajes porque el grado de deterioro de la economía es mayúsculo. Los problemas ya no los tapan con parches chicos. Las medidas arbitrarias ahora tienen que ser a los cañonazos, bombas nucleares y aprietes de todo tipo, porque el lío que armaron y la destrucción del stock de capital son tan grandes que necesitan dinamitar la casa para que el mosquito no moleste.

El problema es que la economía argentina ya parece Kosovo de tantas bombas que tira el gobierno para tratar dominar una situación cada vez más desbordada. No hace falta abundar en explicaciones para darse cuenta que nadie invierte en un país cuya economía es constantemente bombardeada por el gobierno.

Por eso, a la pregunta de por qué el gobierno toma medidas tan arbitrarias como las que toma, la respuesta es que el famoso modelo con inclusión social no existe. Esa frase es solo parte del discurso oficial. Lo que existe es un gobierno que, por mantener como sea el poder, todos los días adopta una nueva medida arbitraria para tratar de disimular el lío del día anterior.

Debo reconocer que no soy muy optimista sobre el futuro de la economía argentina porque el gobierno será cada vez más brutal en sus arbitrariedades económicas. Es más, creo que ellos lo saben, y también saben que la situación es lo suficientemente complicada como para que por la causa más insospechada y en el momento menos pensado se produzca un alto grado de conflictividad social, conflictividad que ocurriría cuando ya se agoten las escasas municiones que tiene para financiar el populismo. No es casualidad, entonces, la Ley Antiterrorista en la que los que protesten en las calles o digan que vamos rumbo de colisión, terminen en la cárcel por desestabilizadores del gobierno. Digámoslo de otra manera, me parece que el gobierno se está preparando para reprimir el descontento popular cuando ya no le quede más pólvora en la santabárbara para financiar el populismo.

Mucha gente que durante todos estos años disfrutó de la fiesta de consumo, hoy empieza a sentir en carne propia lo que le hicieron a otros en otro momento. Es más, el kirchnerismo hasta se ha lanzado contra sus ex amigos y aliados. Moyano y una legión de empresarios que eran amigos del poder hoy ven como los atacan sin piedad. Con este dato basta para advertir hasta dónde puede llegar el gobierno cuando la situación económica se complique todavía más.

Por eso, ante la pregunta de por qué el gobierno adopta medidas tan arbitrarias, la respuesta es muy sencilla: es la única manera que conocen de sostenerse en el poder ante el creciente deterioro económico de su política populista que ellos llaman modelo de inclusión social.
Fuente: Economía para todos, 26/03/12.
Más información en: www.economiaparatodos.com.ar

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