Orden jurídico K: en Argentina somos culpables hasta que se demuestre lo contrario

julio 30, 2012

Orden jurídico K: todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario

Por Roberto Cachanosky

 

El Gobierno juega con unas reglas distintas a las de la oposición. Es más: ni siquiera respeta sus propias reglas y las modifica cuando mejor le conviene para siempre tener los árbitros a su favor. Y si tampoco lo consigue, directamente no acata los fallos. Así cualquiera gana…

 

Vivir hoy en la Argentina y trata de cambiar el país para recuperar la democracia republicana y el crecimiento económico es como si en la cancha hubiese dos equipos: uno que juega con las reglas de fútbol y otro que lo hace con las del rugby. Encima, en esta metáfora, el árbitro siempre falla a favor de los que juegan con las reglas de rugby.

Es obvio que si dos equipos se encuentran en una cancha con estas características de juego, los que usan las reglas del rugby podrán agarrar la pelota con la mano, taclear al adversario o patear por arriba del travesaño y considerarlo gol. En tanto que los que juegan con las reglas de fútbol no podrán agarra la pelota con la mano y si patean al adversario será considerado falta. Además, jugarán 11 contra 15.

Para decirlo directamente: los enemigos de la democracia han tomado el poder y ahora usan las reglas del rugby para sostenerse, mientras en la oposición juegan con las reglas de fútbol, están todos dormidos y, como si fuera poco, no logran hacer tres pases seguidos.

Antes de continuar quiero aclarar que me gusta el rugby, que —en general— los jugadores de ese deporte tienen códigos y que, a mi juicio, un partido de rugby bien jugado es mucho más divertido que uno de fútbol (y ni que hablar si lo comparamos con los que se ven en el famoso “Fútbol para Todos”).

Pero me arriesgo aún más y sostengo que el Gobierno, que juega con las reglas del rugby, ni siquiera las respeta. Hacen los pases para adelante, nock on o taclean a la altura de cuello. Todas estas faltas son miradas con indiferencia por el árbitro, en este caso la Justicia, que se parece al “siga, siga” del fútbol. En otroas palabras, el Gobierno, con el monopolio de la fuerza en sus manos, no respeta las reglas de juego, que no son otras que los límites al poder de una democracia republicana. Usa el monopolio de la fuerza en beneficio propio. Ganar sin respetar las reglas de juego.

¿Qué puede esperarse de un gobierno cuyo único objetivo es quedarse con el poder a cualquier precio, sin respetar reglas ni leyes? Que si la cosa se le complica sea cada vez más autoritario.

El ejemplo más claro del creciente autoritarismo lo vemos en el tema de los dólares para viajar. El Gobierno ha decidido que los argentinos pueden comprar dólares sólo si demuestran que van a viajar al exterior, es decir, la gente es culpable de querer comprar dólares hasta que demuestre que efectivamente va a viajar. Sin embargo, el autoritarismo crece. En efecto, la AFIP acaba de informar que detectó que 6.800 personas compraron dólares diciendo que iban a viajar y luego no lo hicieron. Ahora, no solo tienen que devolver los dólares, sino que además deben demostrar por qué no pudieron concretar el viaje. Nuevamente, la gente pasa a ser culpable hasta que demuestre lo contrario. Si no demuestran por qué no pudieron viajar, le quitan el CUIT, le aplican una multa y demás sanciones.

El kirchnerismo ha dado vuelta el orden jurídico y todos somos culpables hasta que demostremos lo contrario, cuando en realidad todos deberíamos ser inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

A nadie escapa que el mayor riesgo que corre el Gobierno es que la economía le juegue en contra, es decir, que la recesión, la inflación y la desocupación generen tal grado de malestar social que la gente termine manifestándose en las calles y luego en las urnas, siempre y cuando el sistema de conteo de los votos funcione correctamente, o directamente se produzca un altísimo nivel de conflictividad social. Por eso, como la economía es la que va a determinar el futuro político hegemónico del Gobierno, en alguna oportunidad he sostenido que el principal opositor al kirchnerismo es la economía.

Ahora bien, como el Gobierno ha dado acabadas muestras de no respetar reglas o normas y mucho menos las sentencias de la Corte Suprema (como en el caso de las jubilaciones o la ley de glaciares) es obvio que su tendencia autoritaria se va a acentuar en la medida en que la economía se le complique. Más regulaciones, controles, atropellos y violaciones a los derechos de propiedad, entre otras medidas, serán los parches que aplicará el kirchnerismo cuando no les sea posible mantener relativamente tranquila a la gente desde el punto de vista económico. Obviamente que las mayores regulaciones y controles implicarán otra vuelta de turca en las violaciones a los derechos individuales. Esto ya está demostrado en el libro Camino de Servidumbre, escrito por Friedrich Hayek.

A su vez, esas mayores regulaciones, atropellos y violaciones a los derechos de propiedad generarán más pobreza, lo cual exigirá más autoritarismo. No habrá que tener asco en aplicar las medidas más arbitrarias y violar las normas más elementales. Para eso, la Presidente tendrá que rodearse de los peores elementos de la sociedad, personas imbuidas de un ciego fanatismo o de una ambición de dinero infinita, que solo podrán saciar en algún cargo público. Después de todo, para hacer el trabajo sucio hace falta ser fanático o mercenario.

Sin duda el escenario que tenemos por delante no es alentador, salvo que la gente reaccione antes de que sea tarde.

Un último párrafo para aclarar un punto. Suelen comentarme que soy muy duro cuando digo las cosas. Puede ser, pero me parece que este no es momento para los tibios. Acá no se está discutiendo si nos gusta una política cambiaria u otra, o si el libre comercio es mejor que el proteccionismo. Acá están en juego las libertades civiles más elementales. Por eso, insisto: o se está a favor de la democracia republicana o se es cómplice de la destrucción de la república bajo el argumento de los buenos modales. Porque —no nos engañemos— el kirchnerismo no incluye en su estrategia el diálogo. Su proyecto es imponer atropellando los derechos civiles. ¿Acaso creen los “moderados” que con su discurso de palabras floridas van a convencer a los kirchneristas de que cambien su objetivo de establecer un sistema autoritario? Y si creen que van a salvarse con sus vocabularios floridos, que recuerden aquella famosa frase: ayer fueron por los negros y como yo no era negro no hice nada…
Fuente: Economía para todos, 28/07/12.
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Argentina: Un Gobierno autocrático

julio 12, 2012

Un Gobierno incapaz, pero con ambiciones autocráticas

Por Roberto Cachanosky

 

Desde el punto de vista económico, el segundo semestre de 2012 se presenta bien complicado. La recesión que se esperaba para la segunda mitad del año se anticipó y ya en mayo y junio diferentes indicadores muestran caídas en términos absolutos. Ya no podemos hablar de desaceleración, sino que tenemos que empezar a pensar en una recesión.

Si bien las inconsistencias del modelo permitían pronosticar este desenlace, la realidad es que el Gobierno se ha empeñado en profundizar y adelantar la crisis adoptando medidas absurdas como la pesificación de facto, el cierre de la economía, los conflictos con nuestros socios comerciales y meterse con los depósitos del sistema financiero decidiendo a quién le debe prestar los bancos la plata que les deposita la gente. Cada discurso de Cristina Fernández de Kirchner es un estímulo adicional a la fuga de capitales y al pánico de los agentes económicos. No solo por lo que dice y hace, sino porque, además, se observa a un gobierno sin rumbo, incapacitado para afrontar una economía en que la escasez de recursos se hace sentir y, encima, con un relato de soberbia que la gente no termina de distinguir si es soberbia, ignorancia o una mezcla de las dos cosas.

En lo estrictamente económico, el Gobierno optó directamente por prohibir la compra de dólares para ahorrar. El argumento inicial que esgrimió, cuando estableció la autorización previa de la AFIP para comprar dólares, era que se hacía para verificar que los fondos estuvieran justificados impositivamente. Un disparate, porque la AFIP no puede o no debería fiscalizar el ejercicio en curso. Pero con la resolución del BCRA quedó en claro que el mensaje fue: “Ustedes se quedan con los pesos que se deprecian día a día y yo me quedo con los dólares”.

No comparto la visión que leí en algún lugar, según la cual el comunicado del BCRA prohibiendo la compra de dólares era para cubrirle jurídicamente las espaldas a la AFIP. La realidad es que si de algo se caracteriza este gobierno es por ignorar el orden jurídico existente, por no decir que se ríe de la justicia. Desde mi punto de vista, es solo una torpe medida más de redoblar la apuesta y empezar a cubrirse para el conflictivo segundo semestre que se viene. Solo un dato a tener en cuenta: la recaudación tributaria viene subiendo menos que la tasa de inflación y la suba del gasto es incontenible, por lo tanto, en el segundo semestre es muy probable que el Banco Central inunde el mercado de pesos generando un proceso inflacionario muy agudo en un contexto recesivo.

Por el flanco fiscal, si bien no soy Sciolista, es claro que la acusación del gobierno al gobernador de la provincia de Buenos Aires de que tiene que administrar mejor, es injusta. Y es injusta porque el gobierno nacional administra horrible, basta con ver el déficit fiscal que crece a pesar de la extraordinaria presión impositiva existente para darse cuenta de que no es el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner un ejemplo a seguir. Es más, ella puede pedirle al BCRA que emita moneda, tomarle las reservas a cambio de bonos basura o confiscar nuestros ahorros en las AFJP, cosa que no pueden hacer los gobernadores. Y, en todo caso, la provincia de Buenos Aires, aporta a la coparticipación mucho más de lo que recibe de acuerdo a su PIB.

¿Por qué este empeño en tratar de incendiar la provincia de Buenos Aires? ¿Por qué, usando las palabras del diccionario kirchnerista, esta acción destituyente con Scioli?

Se me ocurren dos respuestas posibles a estos interrogantes. La primera es evitar que vuelva a formarse una liga de gobernadores que le pongan un límite al gobierno como ocurrió en el 2001 y que terminó con la caída de De la Rúa. Puesto en otros términos, el kirchnerismo no se caracterizó por buscar alianzas por su proyecto sino que buscó disciplinar a los gobernadores e intendentes con la caja. La pregunta es: ¿por qué los gobernadores van a seguir subordinándose a los caprichos del gobierno central si no reciben plata a cambio? Y aquí viene el punto: ¿tiene el Gobierno recursos para seguir disciplinando a los gobernadores? Me parece que no. Como decía antes, no tiene ni para sostenerse él, menos va a tener para seguir con la misma estrategia de disciplinamiento. ¿No será que, por miedo a la liga de gobernadores, Cristina Fernández de Kirchner quiere desplazar a Scioli, que es la provincia más grandes y más complicada de Argentina y, de paso, le manda un mensaje al resto de los gobernadores para desbaratar la liga, si es que existe tal probabilidad?

La otra opción que me pasa por la cabeza es la siguiente. Saben que transitar el segundo semestre será muy complicado. La combinación de recesión con inflación más desocupación creciente puede derivar en desbordes sociales. ¿Por qué no acelerar la crisis social y declarar el estado de sitio denunciando a los intereses destituyentes y demás inventos para hacer el ajuste con la Gendarmería en la calle y, de paso, profundizar el autoritarismo?

Reconozco que mis especulaciones pueden resultar desmedidas y con cierto contenido de fantasmas especulativos, pero la realidad es que el desmanejo económico, lo que viene en economía y la feroz interna peronista hacen pensar que algo raro puede pasar en el segundo semestre.

Sí hay algo que parece bastante obvio: no es fácil imaginar tres años más con semejante descalabro económico, social y político. Las opciones serían: autocracia o le dejo el lugar a otro para que se haga cargo del problema. Negociar con la oposición, los sindicatos, los gobernadores, etc., para dominar la crisis, jamás. Eso no entra en el manual del buen kirchnerista, porque en definitiva el kirchnerismo es incapaz de construir un país y menos de gobernar con escasez de recursos, pero mantiene intactas sus ambiciones autocráticas.
Fuente: Economía para todos, 08/07/12.
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La Argentina y la ausencia de Idoneidad

junio 19, 2012

¿Por qué no le dejan el lugar a los que saben?

Por Roberto Cachanosky

 

En esta nota explicó por qué dije en televisón la frase con que titulo esta nota. ¿Se me fué la mano?

 

El domingo 10 de junio, durante mi participación en Hora Clave, Pablo Rossi me preguntó qué le recomendaría al Jefe de Gabinete si me llamara para consultarme.

Reconozco que mi respuesta fue brutalmente sincera porque respondí que le diría: “¿por qué no le dejás el puesto a alguien que sepa?”.

Algunos amigos me dijeron que se me había ido la mano con esa respuesta dado que casi le estoy pidiendo la renuncia a la presidente. Me gustaría en esa nota explayarme sobre mi respuesta y el porqué de la misma.

En primer lugar, lo que hay que entender es que la economía y la calidad institucional no son compartimentos estancos. Dicho de otra manera, el tema no se resuelve proponiendo un retoque cambiario, suave movimiento de las tarifas de los servicios públicos o alguna medida monetaria o fiscal. Si bien hay cuestiones económicas para resolver, estas no pueden ser encaradas sin un contexto político e institucional determinado. La solución pasa por los dos compartimentos: el económico y el institucional. Ambos tienen que darse simultáneamente.

Muchos economistas suelen asesorar a los políticos para que éstos hagan lo mismo que hubiesen hecho si un economista no los hubiera asesorado. Puesto en otras palabras, si el economista da por hecho que las restricciones políticas no permiten, por ejemplo, bajar el gasto público, lo que terminan haciendo es buscar mecanismos de financiamiento alternativos que no resuelven el problema y generan un estallido inflacionario, cambiario y financiero posterior. El parche se transforma en una bomba de tiempo que aumenta el estallido como tantas veces lo hemos visto.

Cuando CFK anunció que había elegido a Boudou como su candidato a vice, argumentó que su elección se había basado en que Boudou le había propuesto confiscar los ahorros que teníamos en las AFJP. Según la presidente, esa propuesta le mostraba el nuevo mundo que venía. Según mi visión, fue una propuesta de manotear alguna caja para seguir con la fiesta de consumo, pero en todo caso la propuesta de Boudou no contempló el derecho de propiedad, por lo tanto esa no es una solución, es un robo legalizado.

En 1988, antes de las elecciones del 89, se inventó el plan primavera con medidas inconsistentes para llegar a las elecciones y todo terminó en un estallido cambiario e hiperinflacionario. Y los ejemplos podrían seguir, mostrando como los economistas aceptan tantas restricciones políticas a sus propuestas que terminan sugiriendo barbaridades. Claro que nunca habíamos llegado al nivel de disparates económicos que vemos hoy.

¿Por qué dije: dejale el lugar a alguien que sepa? Porque considero que nadie puede ocupar un alto cargo público si no conoce la relación entre calidad institucional y crecimiento económico. Es tan elemental esta relación que desconocerla implica incapacidad para gobernar, entendiendo por incapacidad la capacidad  de hacer algo con conocimientos. Tener idoneidad para ejercer un cargo.

¿Qué recomendación económica seria puede darle un economista a un gobierno que ignora los fallos de la Justicia, divide a la sociedad inventando enemigos y conspiraciones, sus funcionarios dicen que los argentinos tienen que pensar en pesos pero ellos ahorran en dólares, violan la Constitución confiscando sin indemnización previa y fundada en ley, prohíben la compra de dólares como si tal acto fuera tráfico de armas, inventan los datos de inflación, y el listado puede seguir?

¿Qué lógica económica puede desarrollarse con un gobierno que en un momento dice que el modelo está blindado contra la crisis internacional y, cuando el modelo hace agua por todos lados, argumenta que el mundo se nos cae encima, cuando en realidad lo que nos aplasta es un gigantesco gasto público y una presión impositiva que hasta Moyano viene a descubrir ahora que es insoportable? Ese un gobierno que no entiende el ABC de una sana política económica, esto es: a) respeto por los derechos de propiedad, b) disciplina monetaria y c) disciplina fiscal. Por eso digo que son incapaces.

¿Puede un economista decir públicamente: ¿por qué no le dejás el puesto a alguien que sepa? Yo creo que sí. Puede ser una cuestión de estilos, pero que alguien llegue al poder con los votos, no lo habilita para pasarle por encima con una topadora a todas las instituciones republicanas. El voto no es un cheque en blanco para violar los derechos de propiedad ni a utilizar métodos tipo KGB para controlar a la gente en sus transacciones económicas lícitas. Dicho de otra manera, alguien puede llegar al poder legítimamente, entendiendo por legítimamente votaciones libre y transparentes, pero también puede perder legitimidad su poder cuando usa el monopolio de la fuerza para violar los derechos de las personas. Hitler llegó al poder con los votos, aunque fue segundo en las elecciones, y no por eso sus medidas de gobierno tenían legitimidad. Doy este ejemplo solo para demostrar que tener el apoyo popular en las urnas no necesariamente traduce en legítimo cualquier acto de gobierno. Decir que porque uno tiene los votos puede hacer lo que quiere con el monopolio de la fuerza es no comprender lo que significa una democracia republicana.

Para ser más sinceramente brutal en mi pensamiento, considero que decirle a alguien que es un incapaz y que le deje el puesto a otro que sabe, no ofende ni es una falta de respeto, en todo caso, es una falta de respeto a la gente mentirle con la inflación, prohibirle comprar dólares, dividir a la sociedad entre buenos y malos, ignorar los fallos de la Justicia y tapar los actos de corrupción, por citar algunos ejemplos. Es más, no solo le faltan el respeto a la gente, sino que también le faltan el respeto a la institución presidencial con el comportamiento autocrático que tienen del poder.

Flaco favor les hacemos los economistas al país y a la gente si creemos que podemos sugerir medidas económicas aisladas de la calidad institucional. Y menos favorecemos al país si no exigimos la restitución de la institucionalidad como paso previo o simultáneo a la recuperación económica para llegar al crecimiento de largo plazo y el bienestar de nuestro pueblo.

Tampoco estaría dispuesto a asesorar a un gobierno para que le vaya bien económicamente bien por un tiempo si ese gobierno no está dispuesto a respetar los derechos individuales y una democracia republicana. 

Termino con una historia personal. Unos años atrás un ex funcionario público, al que yo había criticado por radio por haber saltado de gobierno en gobierno, me dijo que lo juzgara por su performance como funcionario porque él era un técnico. Mi respuesta fue que lo que me proponía era como juzgar a un ingeniero en la época de Hitler por su capacidad para hacer buenos hornos en los campos de concentración sin importar para quién trabajaba. Cuento esta historia personal para que se entienda que los economistas no podemos limitarnos a hacer cuentas. La economía es la ciencia de la acción humana y eso implica relacionar instituciones, reglas, normas con los aspectos económicos.

Termino, creo que mucho más podemos contribuir los economistas a recuperar el país si le explicamos a la gente la relación entre instituciones y crecimiento económico. Y flaco favor le hacemos al país si nos hacemos los distraídos con el tema institucional y nos limitamos a hablar del dólar, las cuentas fiscales o el nivel de actividad. 
Fuente: Economía para todos, 17/06/12.
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Argentina: Recesión con Inflación

junio 12, 2012

Más que nunca: es la economía, estúpido
Por Roberto Cachanosky

 

En mayo, la producción de autos cayó el 24% con relación a mayo del año pasado, en tanto que las exportaciones de automóviles disminuyeron el 45,7%. En los primeros 5 meses del año la producción disminuyó el 20,5% y las exportaciones el 26,5%. La industria automotriz, la nave insignia que venía empujando el aumento de la producción industrial ya no empuja, principalmente porque Brasil viene desacelerando su economía.

La venta de maquinaría agrícola cayó a la mitad en los primeros 5 meses del año. La demanda laboral de abril de este año, en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, volvió a caer y está un 2,3% por debajo de abril del 2002, el peor mes del peor momento de la crisis del 2002. Mientras tanto, la construcción se desploma y la actividad inmobiliaria agoniza.

Podría seguir con más datos para mostrar que la economía argentina se está frenando de golpe, pero, para no aburrir al lector dejo el tema aquí y, finalmente, le recuerdo que Renault suspendió 2000 trabajadores por falta de demanda.

La combinación de recesión con inflación se está haciendo realidad, a pesar de las acusaciones de agorero que recibí durante mucho tiempo y la agresión de los ‘ciberK’ que siempre me decían que pronostico la crisis y nunca llega. Hoy el descontento de la gente se palpa en la calle. Por eso, ahora más que nunca, cae como anillo al dedo aquella frase de Bill Clinton en la campaña electoral de 1992 en EE.UU: es la economía, estúpido.

Si bien el gobierno, siguiendo su estrategia de acomodar el discurso a su conveniencia, pasó a decir que el modelo estaba blindado de la crisis internacional a sostener que el mundo se nos cae encima para no hacerse responsable de los líos que hizo, la realidad es que el problema económico que tenemos por delante es más por torpezas del gobierno que por la crisis internacional.

Sin duda que Brasil impacta en la economía argentina, el problema es que sin el viento de cola que tuvieron durante varios años, las inconsistencias del modelo quedan a la vista. Es más, no solo quedan a la vista, sino que, encima, las medidas adicionales que va tomando el grupo de inexpertos, que cada día ven qué pueden inventar para zafar del lío que hicieron el día anterior, aceleran la desconfianza y profundizan la crisis. Solo en mayo el sistema financiero perdió U$S 1.543 millones de depósitos en dólares, y el dólar marginal se disparó por encima de los $ 6. La desconfianza de la gente en el futuro económico es manifiesta. Cuando un operario ve que cuando en la empresa no reponen al personal que se va, cuando ve que le recortan las horas extras, los turnos, etc., entra en pánico y comienza tener temor a perder su trabajo. ¿Qué hace en ese caso? Restringe el consumo y trata de no usar la tarjeta de crédito para comprar en 12 cuotas el televisor porque no sabe si va a poder pagarlo. Encima ve como el billete de 100 pesos ya es cambio chico, porque sirve para comprar muy pocas cosas.

El gran interrogante es: ¿qué hará el gobierno ante el lío económico que tiene por delante? Hasta ahora, cada vez que tuvo un problema económico, redobló la apuesta, confiscando y regulando más la economía. Y eso lo sigue haciendo. El diputado Depetri estaría por presentar un proyecto de ley para pesificar la economía, que es lo mismo que pretender derogar la ley de gravedad por ley. Lo que quiere hacer el diputado kirchnerista es establecer que si Ud. se tira del piso 11 va a flotar. Claro que no va a ser él que se tire primero para demostrar que su ley funciona, en todo caso tirará a la sociedad desde el piso 11 para ver si la gente flota.

Lo del kirchnerismo es permanente relato inventado y puro golpe de efecto. Cristina Fernández cree que la gente va a vender sus dólares para pasarse a pesos porque ella anuncie por cadena que va a pesificar sus ahorros en dólares y colocarse a tasa de interés. Por cierto, sería bueno que, también por cadena, muestre el papelito en el cual concretó la operación de vender sus 3 millones de dólares al tipo de cambio oficial y colocó los pesos a una tasa de, digamos, el 10% anual. Pero volviendo al anuncio, la gente no va a rifar sus ahorros pasándose a pesos para que la inflación se los devore. Cada medida que toman y cada discurso que dan terminan espantando más a la población.

¿Cambiará CFK de política económica? En general, los gobiernos que aplican políticas económicas populistas no suelen cambiar de política económica, lo máximo que puede llegar a hacer es anunciar algunas medidas de austeridad que no sirven para nada porque no constituye un plan económico consistente de largo plazo. Doy dos ejemplos: cuando en el segundo gobierno de Perón se acabaron las reservas del BCRA, tuvo que recurrir al famoso: de casa al trabajo y del trabajo a casa, para no decir que venía el ajuste. Pero no había nada concreto de fondo en su propuesta y, además no era creíble. Otro caso, el de Alfonsín anunciado que se iba a privatizar todo lo que fuera necesario y a bajar el gasto público. El hombre hizo el anuncio pero luego no llegó a nada.

El caso de Cristina Fernández es más complicado porque ella sabe que, en estos 9 años, ella y su marido construyeron su poder político en base a las políticas económicas populistas. Girar 180 grados implicaría perder el poder disciplinador de la billetera. Aunque, en rigor, ese poder lo va a perder porque el Estado nacional no tiene ni para financiar sus propios agujeros fiscales. Si pierde la billetera, como está ocurriendo, no solo perderá el apoyo de los gobernadores e intendentes, que no recibirán un peso a cambio de subordinarse a sus caprichos, sino que, encima, tampoco podrá frenar el descontento social. Porque, para decirlo directamente, acá el ajuste que se viene es de una dureza inusitada por la magnitud de la distorsión de precios relativos y por el disparatado nivel de gasto público que ya es infinanciable.

Pero hagamos un ejercicio de ciencia ficción y supongamos que CFK decide despedir a Moreno y a la legión de incompetentes que la rodea. ¿Quién estaría dispuesto a asumir el cargo sabiendo que ni bien recupere un poco la economía, la presidente puede volver a las andadas? Sería como buscar a un kamikaze que quisiera asumir el rol de otro Celestino Rodrigo que tuvo que destapar la olla que había dejado hirviendo Gelbard con su inflación cero.

Algunos consideran que esto se resuelve con un mínimo de racionalidad. Por supuesto que un mínimo de racionalidad institucional y económica sería mejor que lo que tenemos, pero lamentablemente ya no alcanza. Es tarde. Ahora solo queda ver cómo evoluciona la crisis económica, si el descontento social tiende a desbordarse y cómo reaccionará el gobierno ante este escenario inédito para ellos que es mandonear sin plata.

Es casi matemático. Mientras hay plata y fiesta de consumo la gente mira para otro lado en los temas institucionales, de corrupción y atropellos a los derechos individuales. Cuando no hay plata, desaparecen los distraídos y todos esos temas ya no se toleran. Bien, ahora no hay plata y la fiesta de consumo se acaba.

Estamos en un avión que entró en emergencia y los pilotos tiraron el manual de procedimientos por la ventanilla, porque creen que con discursos en cadena con buena escenografía van a poder aterrizar sin problemas el avión. Veremos si el discurso desde el atril con buena puesta en escena puede reemplazar a las leyes de la economía.
Fuente: Economía para todos, 10/06/12.
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Argentina: Las mentiras de Beatriz Paglieri

mayo 29, 2012

Paglieri: una secretaria al borde de un ataque de nervios

Por Roberto Cachanosky

 

La pelea de la secretaria de comercio con un periodista oficialista por la fuga de capitales y el control de las importaciones, frente a los datos del mismo INDEC y BCRA, muestra que ni siquiera tienen el decoro de acomodar su discurso a las estadísticas que ellos mismos dibujan. Decir la verdad es dañar al país y ocultarla una virtud, según la secretaria.

 

Pocos días atrás se produjo un curioso enfrentamiento entre un periodista K y la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri. Digo curioso porque la reacción de Paglieri, con un periodista de la propia tropa K, mostró en sus respuestas el grado de preocupación que tiene el gobierno respecto al tema del dólar. Si Paglieri quiso tranquilizar el mercado, su discurso confirma que tienen un lío bárbaro y, lo que es peor, las afirmaciones de Paglieri hacen pensar que, por su forma de razonar, el futuro no es muy alentador.

Lo primero que hace la secretaria es desmentir que haya trabas a las importaciones, con lo cual la infinidad de empresarios que tienen trabas para conseguir insumos son una ficción. Según Paglieri, se quejan al divino botón porque los que vamos a los comercios a comprar computadoras, electrodomésticos, etc. tenemos los ojos nublados porque no vemos que las estanterías están abarrotadas de mercaderías. La caída de las importaciones del 14% en abril seguramente debe responder a un tsunami de inversiones locales que ahora abastecen el mercado interno de acuerdo al discurso de Paglieri.

De acuerdo a los datos del INDEC, en abril cayeron: 37% las importaciones de bienes de capital, 15% bienes intermedios, 17% Piezas y accesorios para bienes de capital, 30% bienes de consumo y 5% automotores. Lo único que subió fue combustibles y lubricantes el 46% gracias a la “visionaria” política energética del gobierno. La verdad es que eso de que hay comercio administrado y no trabas a las importaciones no parece coincidir con los datos que ellos mismos dan. Si cayeron en esa magnitud es porque pudo haber sustitución de importaciones, cosa que no puede ser porque la industria lleva 3 trimestres consecutivos de caída mostrando que entró en recesión, menor consumo por caída del salario real o restricciones a las importaciones que la secretaria niega.

Dado que el INDEC parece acomodar los datos al discurso oficial, sería bueno que, al menos, tuvieran el decoro de coordinar los datos del INDEC con el discurso oficial. Caso contrario, son un festín a la hora de analizar sus discursos.

Pero en la parte del reportaje donde Paglieri parece haberse puesto más furiosa fue cuando el periodista le pregunto por la fuga de capitales. Dijo textualmente: “No hay fuga de dólares. Es un error transmitir eso. Y yo no puedo permitir que se diga eso. Lo que nosotros estamos descuidando, el empleo argentino, como lo está cuidando”. Entiendo que donde dice descuidando quiso decir cuidando el empleo argentino, sin embargo, la frase correcta es la primera. Al trabar las importaciones las empresas tienen problemas en las líneas de producción. Esto significa que hay menos horas extras, turnos y el personal que se va de la empresa no se repone. Como dije en otro artículo, en abril la demanda laboral en Capital Federal y el Gran Buenos Aires estuvo un 10,6% por debajo del promedio del caótico 2002 y solo un 3% por encima de abril de ese año que fue el peor de la serie. Si tanto están cuidando el trabajo de los argentinos frenando las importaciones, flaco favor le hacen a la gente porque la están dejando sin trabajo.

Otra joya del debate es cuando afirma que al decir que hay fuga de capitales se transmite información que le hace daño al país. Claro, para la secretaria pareciera ser que reconocer la realidad es dañar al país, con lo cual hay que mentir para que no se sepa la verdad. Por favor, que Paglieri revise los datos del mismo BCRA y va a ver que aún en el primer trimestre de este año, cuando los controles cambiarios se profundizaron, se fugaron U$S 1.600 millones a pesar de las restricciones tipo KGB que usa el gobierno para que la gente no compre dólares. O que mire los datos de depósitos del Central y verá que los depósitos en dólares cayeron U$S 600 millones en 9 días y sin tener la información actualizada con posterioridad al 18 de mayo que es el último dato disponible del Central.

En rigor, lo que no quiere reconocer Paglieri es que la verdadera fuga en Argentina es del peso. La gente no quiere esos billetes que emite el BCRA porque se derriten como barras de hielo. Como el peso no sirve como reserva de valor, la gente compra dólares. Y es ese desprecio de la gente por el peso el que tiene mal al gobierno.

Además, la secretaria parece no querer comprender que cuando alguien se desprende de los pesos y compra dólares para guardarlos en el colchón, en una caja de seguridad o llevarlos al exterior, es fuga de capitales. Es dinero que no se canaliza en el mercado de capitales local sino dinero que sale de circulación. Fugar capitales no es solo llevarlos al exterior, también es atesorarlos debajo del colchón o en una caja de seguridad. Y mal que le pese a Paglieri eso está ocurriendo.

De acuerdo a los datos del INDEC, en el período enero-abril el saldo de balance comercial fue positivo en U$S 4.795 millones, sin embargo, el Central informa un aumento de las reservas de U$S 1.613 millones. ¿Dónde está la diferencia? O se fugaron capitales, o se los queda el tesoro para pagar deuda porque no tiene superávit fiscal. Son dólares que sale del país contra pesos que emitió el Central y que están en circulación financiando la compra de divisas.

Y aquí viene otro punto de Pagliere. Ella afirmó que: “Como nosotros no fabricamos dólares –aclaró–, tenemos dos formas de corregir los desajustes: o vendemos más o compramos menos, eso es lo que hacemos y lo que vamos a seguir haciendo”. De nuevo la contradicción entre los datos del INDEC y el discurso oficial. En abril no solo cayeron las importaciones un 14%, sino que también bajaron las exportaciones un 6%. Una vez más ni siquiera miran los datos del INDEC para acomodar su discurso a los datos del inefable instituto y, encima, la estrategia no le resulta.

Pero la secretaria parece olvidar que el balance de pagos tiene otros componentes además del balance comercial. También se pueden ingresar dólares atrayendo inversiones en el sector real de la economía. Pero claro, como el modelo es tan arbitrario e imprevisible, nadie invierte un dólar en Argentina, por eso por ese rubro no ingresan los dólares que tanto desvelan al gobierno y, por más que Paglieri se enoje, los capitales se fugan. Y la gente los fuga porque tienen pánico de quedarse en una Argentina donde los derechos de propiedad y el avasallamiento de los derechos individuales crece día a día, al punto que nos persiguen con perros por las calles para ver si llevamos dólares encima como si fueran detonadores nucleares o droga para comerciar o hacen un control nazi en las agencias de viaje para controlar a la gente que viaja al exterior.

En síntesis, mi sugerencia, si Ud. no es economista y quiere saber qué está pasando, lea ese reportaje y las declaraciones de la secretaria y advertirá que la situación económica es más que complicada. Las contradicciones en que incurrió, los razonamientos que hizo, pero sobre todo su reacción ante un reportaje de un periodista oficialista, muestran lo preocupado que están en el gobierno, porque de su discurso todo parece indicar que tenemos una secretaria al borde de un ataque de nervios.
Fuente: Economía para todos, 26/05/12.
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De eso no se habla, eso no se pregunta, es mejor que se callen

Por Julio Blanck

 

El jueves, en una sorpresiva visita a la Sala de Periodistas de la Casa Rosada, la Presidenta charló unos minutos con los colegas allí acreditados. Zafó con elegancia de la pregunta sobre el bochorno de las medias con la inscripción “Clarín miente” repartidas a chicos descalzos durante su visita a Angola. Y cuando le mencionaron el reclamo por las dificultades de acceso a la información oficial y la falta de conferencias de prensa, contestó: “Yo no voy a hablar contra mí misma”.

En esa explicación de Cristina sobre las razones de su cerrazón ante la prensa se reveló, suavizada y amable, la matriz de episodios mucho menos agradables ocurridos en días anteriores. 

El más reciente fue el diálogo que sostuvieron, por la oficialista Radio Nacional, la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri, y el periodista Eduardo Anguita. Lo reprodujo el sitio Perfil.com.

La funcionaria le reprochó al periodista haber mencionado el tema de la fuga de dólares.

“No hay fuga de dólares”, dijo Paglieri. “Es un error transmitir eso, yo no puedo permitir que se diga eso”, agregó.

Anguita contestó: “Pero hay fuga de dólares Beatriz, cómo que no, hay fuga de dólares”.

“Anguita, estás hablando desde el desconocimiento”, replicó la funcionaria.

“No me desautorice Beatriz, porque no me parece que una conversación entre un periodista con muchos años de ejercicio y una funcionaria sea la de no escucharnos” dijo el periodista. Y añadió: “Yo no hablo solamente de lo que leo en Clarín y en La Nación, estoy hablando en base a cifras sobre fuga de capitales de autores que no son enemigos de este gobierno”.

Paglieri respondió: “Pero tampoco significa que uno transmita información que le hace daño al país, porque no hay fuga de capitales en el país y si lo hubiera sería un hecho grave”.

Paglieri es una funcionaria de extrema cercanía con Guillermo Moreno y estuvo al frente del INDEC en la primera, larga etapa de manipulación de sus índices.

Anguita, periodista e historiador, dirige además el semanario oficialista Miradas al Sur -del Grupo Szpolski-. Y es un hombre con una historia personal y profesional más que respetables.

La enojosa situación que atravesó en su conversación con Paglieri remite a otro caso ocurrido días antes, cuando Hebe de Bonafini fue entrevistada telefónicamente por los periodistas Pablo Messina y Fernando Amato, en el canal oficialista de noticias CN23, también del grupo Szpolski, el más beneficiado con el reparto de publicidad oficial.

Fue el día que el juez Oyarbide puso presos a los hermanos Sergio y Pablo Schoklender, por la estafa con dinero público girado a la Fundación de las Madres.

Bonafini dijo “que vayan presos todos los que tengan que ir presos”. Y agregó que desde que comenzó el escándalo -que Clarín reveló- “fue un año muy duro, muy difícil, donde la prensa nos trató muy mal”.

El exabrupto llegó cuando le preguntaron a Bonafini por su hija Alejandra, involucrada en la causa. Entonces ella se enojó: “Mi hija no tiene nada que ver y no la nombren más. Son ustedes, los periodistas, los que le tiraron tanta mierda a mi hija y eso no se los voy a perdonar nunca”. Y cortó la comunicación.

La idea dominante, en todos los casos, es que los miembros del oficialismo, sean la Presidenta, una secretaria o la jefa de las Madres de Plaza de Mayo, sólo están dispuestos a hablar de lo que les interesa, les conviene y no les incomoda.

Ese criterio poco tiene que ver con alguna elemental modernidad democrática y explica, además, que la Presidenta y los funcionarios hablen casi exclusivamente con los medios y periodistas “amigos”, que en teoría ofrecen garantía de que no habrá preguntas inconvenientes. Esa incondicionalidad marca la frontera entre periodistas réprobos y elegidos.

Con su carga ominosa y su lección sobre el silencio deseado, los hechos aquí consignados no dejan de ser una buena enseñanza para las escuelas de periodismo. Muestran que la condición para ser admitido en el Paraíso mediático oficialista es la amputación voluntaria del derecho básico del periodista: el de preguntar. Quizás no todos los aspirantes estén dispuestos a pagar ese precio.

El famoso poema atribuido a Bertolt Brecht termina diciendo: “ … ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde”.
Fuente: Clarín, 27/05/12.

 

La Argentina imprevisible

mayo 21, 2012

A CFK la traicionaron sus palabras

Por Roberto Cachanosky

 

CFK dijo que ella es previsible y razonable. En una democracia republicana son las instituciones las que tienen que ser previsibles y razonables. Cuando la previsibilidad y razonabilidad se limita a una persona estamos en presencia de una autocracia.

 

La semana pasada, en uno de sus habituales discursos, la presidente Cristina Fernández afirmó: “Esta Argentina es una Argentina y, fundamentalmente, esta Presidenta, también quiero en ese sentido porque soy la que toma las decisiones obviamente, es absolutamente responsable y previsible, absolutamente responsable y previsible”.

Esta afirmación me llamó la atención por dos razones, en primer lugar porque si Argentina fuera tan previsible debería tener, en este momento, un tsunami de inversiones dada la liquidez que hay en el mundo y lo escasos países en los que se puede invertir porque están en recesión. Sin embargo, como comentaba en otra nota, de acuerdo a los datos de CEPAL, en 2011 Argentina solo capturó el 4,7% de la Inversión Extranjera Directa de América Latina, mientras que Brasil se llevó casi el 50% del total de esas inversiones.

Francamente, decir que Argentina es previsible cuando Moreno, sin órdenes escritas, cambia las reglas de juego todos los días, es casi una humorada. Nadie puede afirmar que Argentina es previsible cuando de un día para otro la AFIP, sin explicación previa, cambia los criterios por los cuales la gente puede o no puede comprar dólares. Nadie sabe con qué criterios se mueve la AFIP para autorizar una compra de dólares. Eso no es previsibilidad, es arbitrariedad. Digo, no solo Argentina no es previsible, sino que es arbitraria. Y, como se sabe, las decisiones arbitrarias son la antítesis de la previsibilidad. Para que quede más claro, lo único previsible de la Argentina actual es la imprevisibilidad.

Pero la parte que más me llamó la atención del discurso de Cristina Fernández es cuando afirma: “esta Presidenta, también quiero en ese sentido porque soy la que toma las decisiones obviamente, es absolutamente responsable y previsible, absolutamente responsable y previsible”. En rigor, corrijo mi afirmación cuando digo que me llamó la atención, sino que me confirmó lo que pensaba: Cristina Fernández no cree en las instituciones sino en una especie de gobierno autoritario o dictatorial.

Es que no es la presidente la que tiene que ser previsible en un país que se considere una democracia republicana, sino las reglas de juego que imperan en esa sociedad. Son su normas, códigos, leyes, costumbres y reglas las que regulan las relaciones entre los particulares y no la previsibilidad de una persona lo que le otorgar previsibilidad a un país.

En las sociedades chicas, donde todos se conocen, cada uno sabe quién es el cumplidor, el estafador, el que merece crédito, el que no lo merece, el que cumple su palabra, el que no la cumple. En cambio en una sociedad con millones de personas que realizan contratos entre personas que no se conocen, nadie sabe si la otra parte va a cumplir con lo pactado. Por eso existen las instituciones. Para eso está la justicia, que debe ser independiente. Para hacer cumplir las leyes y los contratos y el Estado tiene el monopolio de la fuerza para que se cumplan los contratos, sino la justicia sería una expresión de deseos.

Y aquí viene otro punto, para que en una sociedad amplia, con millones de personas haciendo contratos, puedan llevarse a cabo los mismos, es decir, haya comercio, inversiones, etc., se necesitan reglas previsibles y eficientes. Por eficientes quiero decir que tienen que atraer al inversor, permitir que la gente desarrolle su espíritu innovador. Y por previsibles quiero decir que esas reglas no cambien todo el tiempo. Por lo tanto, quién tiene que ser previsible no es el presidente de un país, sino sus instituciones, y el presidente se limita a administrar el país bajo esas instituciones que le permiten a la gente trabajar, invertir, desarrollarse, etc.

Cuando Cristina Fernández habla que ella es previsible y responsable y nada raro va a pasar con el dólar o los depósitos, lo que no está diciendo es que ella cree que las instituciones no son relevantes, que lo único relevante son las decisiones que ella tome. En definitiva, la postura de Cristina Fernández es la de un dictador o autócrata que es la contracara de la democracia republicana.

Ella confunde cantidad de votos obtenidos con calidad institucional. Los votos son solo un mecanismo de elección para determinar quién tendrá parte del poder dentro de una república. Las instituciones son las que permiten construir un país, no la previsibilidad o razonabilidad de Cristina Fernández que, dicho sea de paso, es bastante imprevisible en lo que puede hacer o mandarle a hacer a Moreno, y la razonabilidad de muchas de sus medidas es más que discutible.

Se me ocurre que en esa frase quedó en evidencia su convicción de creer más en la persona salvadora de la patria que una democracia republicana. Afirmar que nadie tiene que temer porque ella es previsible y responsable implica decir: no tengan miedo que soy una autócrata buena. Lo que muchos pensamos sobre su idea de gobierno, lo confirmó con esta frase.

La complicada situación económica actual es fruto de ese populismo típico de los gobiernos autocráticos. Hasta ahora el kirchnerismo tuvo mucho viento de cola a favor y una economía con elevada inversión hecha en el pasado que le permitió al gobierno financiar su populismo. Ahora se le presenta un serio problema que difícilmente puedan resolver. Por un lado queda poco margen para seguir financiando populismo y, por otro lado, el mundo ya no juega a favor, sino que juega en contra. Brasil devalúa el real, la economía mundial anda a los tumbos y, para colmo, la cosecha de soja no será tan buena. Así como el inicial margen interno para financiar populismo y el viento de cola llevó al kirchnerismo a sus años de mayor poder político, este nuevo escenario de falta de recursos para más populismo y el mundo con viento de frente pueden llegar a mostrar que el kirchnerismo no fue otra cosa que un gigante con pies de barro.

En definitiva, CFK se comporta como si los votos otorgaran impunidad para llevarse por delante las instituciones. Lo que no tiene en cuenta es que el mercado no otorga impunidad y ahí la gente vota todos los días. Por la suba del dólar blue, pareciera que, por ahora, el voto es no positivo. 

Fuente: Economía para todos, 19/05/12.
Más información en: www.economiaparatodos.com.ar


Cristina Kirchner y Guillermo Moreno

Argentina: Todos contra todos y sin caja para calmar los ánimos

mayo 14, 2012

Todos contra todos y sin caja para calmar los ánimos

Por Roberto Cachanosky.

 

En vez de aplicar una política económica en la que unos viven beneficiando a sus semejantes, en Argentina se aplicó una política de vivir a costa del otro. Así, el desestímulo a la producción hace que hoy luchen todos contra todos por el ingreso.

 

Afirma Adam Smith en La Riqueza de las Naciones: “No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos nuestra cena, sino de sus observaciones de sus propios intereses”. ¿Qué quería transmitir Smith con esta frase en términos más actuales? Que el carnicero, el cervecero y el panadero no le iban a dar de comer a la gente por benevolencia sino porque pretendía venderles buenos productos. Ganarse el favor del consumidor.

La idea de una economía de mercado, además de tener un profundo concepto moral, consiste en buscar una cooperación pacífica entre los miembros de la sociedad por la cual la gente genera sus ingresos produciendo algún bien o servicio que satisfaga las necesidades de sus semejantes. Es un sistema de ganador-ganador. El que vende gana dinero porque consigue el favor del consumidor, y el consumidor gana porque, con sus ingresos, como el producto que necesita en calidad y precios que le permiten satisfacer sus necesidades.

Este tipo de organización social y económica, que podríamos denominar de cooperación pacífica y voluntaria, no es exactamente el que seguimos los argentinos. Por contraposición, seguimos el camino del conflicto social. El de todos contra todos. Mi ingreso no depende de satisfacer las necesidades de mis semejantes sino de vivir a costa de mis semejantes.

En los últimos tiempos vemos a un gobierno nervioso, desconcertado por la creciente conflictividad social y desborde de las variables económicas. Sindicatos en huelga, el campo en rebelión por la presión fiscal, la gente de malhumor porque no le alcanza la plata para llegar a fin de mes, la industria frenada por el cierre de las importaciones, la casi prohibición de comprar dólares para escapar de la inflación y el listado sigue.

¿Cuál fue el camino que recorrimos para terminar en este nuevo escenario de conflictividad social y crisis económica?

Haciendo un poco de historia, la devaluación del 2002 buscó cambiar los precios relativos. Hacer barato el salario en dólares y encarecer los productos importados. Como en ese momento las empresas trabajaban, en promedio, al 50% de su capacidad, podían sustituir los bienes importados con un poco de capital de trabajo. Por su parte, al licuar los salarios con la llamarada inflacionaria, las empresas podían contratar un poco más de mano de obra. La idea fue: a vos empresa te regalo el mercado interno con un dólar caro y a vos trabajador te ofrezco un salario bajo a cambio de que no quedes desocupado. En rigor, hubo otro elemento clave que influyó en el proceso de salida transitoria de la crisis, que fue que justo a mitad del 2002 comenzó a subir el precio de la soja.

Paralelamente se congelaban las tarifas de los servicios públicos para que la gente tuviera mayor poder de compra. Le quita ingresos a las empresas de servicios públicos y se los trasladaba a los trabajadores para que pudieran comprar bienes y servicios.

En estas condiciones Kirchner recibió la economía, con otras ventajas: a) Brasil crecía y el dólar era cada vez más barato en ese país con lo cual compraba más productos argentinos, b) la soja seguía subiendo y c) el mundo crecía a tasas del 4 o 5 por ciento anual.

Kirchner profundizó el esquema heredado de Duhalde, pero era obvio que en algún momento íbamos a llegar a la situación actual de todos contra todos.

En primer lugar, al tener una soja en aumento, ingresaban dólares comerciales que tiraban hacia abajo la cotización de la divisa. Por un tiempo el gobierno les dio un dólar caro a los productores locales para que no tuvieran que competir con productos importados. Para sostener artificialmente alto el tipo de cambio el BCRA emitía moneda para comprar dólares generando inflación, con lo cual, como vemos ahora, el tipo de cambio real se licuó totalmente y está en niveles muy cercanos a la convertibilidad.

El esquema, entonces, era el siguiente. El gobierno aplicaba el impuesto inflacionario para sostener alto el tipo de cambio. Les daba a los productores locales el mercado interno. Con el mercado interno para ellos podían aumentar los precios pero sobre todo las cantidades vendidas. Tenían capacidad para aumentar la oferta sin invertir y no había competencia externa. Además les subsidiaba la energía. Es decir, el proteccionismo se financiaba con el impuesto inflacionario para tener un dólar alto y con energía subsidiada. A cambio de eso las empresas podían absorber aumentos de salarios que superaban la inflación porque vendían más unidades. El ingreso les aumentaba no tanto por precio sino por cantidad vendida. En definitiva, el juego era: te doy aumentos de salarios para que consumas más y vos empresa vendes más porque tenés el mercado todo para vos.

Mientras tanto, para tener las tarifas de los servicios públicos baratas, se implementaron los subsidios. ¿Cómo se financiaban estos subsidios? Con mayor presión impositiva y con más emisión monetaria. A cambio de tener energía barata había que consumirse el stock de reservas energéticas y por eso la crisis actual del sector.

Además de ir aumentando los derechos de exportación para la soja, la carga tributaria fue creciendo porque no se ajustan los mínimos no imponibles ni se permite el ajuste de los balances por inflación, aumentando la caja del gobierno.

Así, el campo financiaba parte de la fiesta con más derechos de exportación, el sector energético financiaba la fiesta con destrucción del stock de capital, los salarios crecían por encima de la inflación porque las empresas compensaban esos mayores salarios con más unidades vendidas y el mundo seguía empujando a favor de Argentina. A propósito, Cristina Fernández acaba de afirmar que nosotros no nos caímos del mundo, sino que el mundo se cayó encima de Argentina. ¿No era que, según ella, estábamos blindados de la crisis internacional y que el crecimiento a tasas chinas era fruto del “modelo” y no del viento de cola? Bueno, para qué detenerse en esta contradicción si ya sabemos que pueden cambiar de discurso con la misma facilidad que el viento cambia de rumbo.

A todo esto se sumó la Asignación Universal por Hijo para estimular el consumo y de paso más votos. Lo cierto es que por varios años, gracias al mundo que jugaba a favor de Argentina, unos vivían a costas de otros. Las empresas a costa de un mercado cautivo por un dólar caro, los empleados con salarios que superaban la inflación, todos con servicios públicos baratos consumiendo el stock de capital y aumentando el gasto en el rubro subsidios.

Claro, en este contexto nadie invertía un peso porque no necesitaba hacerlo al tener el mercado cautivo. El salario real no crecía por más productividad sino porque superaba la tasa de inflación y las empresas seguían vendiendo más por la falta de competencia.

Pero llegó el momento en que tanta inflación y un dólar clavado, se transformó en un dólar barato. La competencia externa empezaba a molestar. El empresario no podía vivir a costa de un consumidor cautivo tan fácilmente.

El dólar barato y la energía regalada dispararon las importaciones y empezaron a faltar dólares. Había que frenar las importaciones para que el consumidor siguiera siendo cautivo. Se usaron diferentes mecanismos hasta que, finalmente, Moreno, en una muestra de sutileza de ciencia económica, cerró todas las importaciones y la compra de divisas.

Algunas empresas estaban felices de tener cerrada la economía, pero otras empezaron a tener problemas para conseguir insumos. Si a esto se le agrega que nadie invertía porque no hacía falta, hoy es imposible aumentar la oferta de bienes internos porque la inversión fue ignorada por el gobierno. Solo había que consumir para mantener a la gente feliz. Pero el mundo entró en crisis, Brasil empezó a devaluar el real y el tipo de cambio real en Argentina ya está cerca del uno a uno. Para colmo de males, la plata no alcanza para financiar tarifas públicas artificialmente bajas.

Como el modelo consiste en que unos vivan a costa de otros, el dilema que hoy tiene el gobierno es a quién le quito para darle a otro sin que este otro proteste. Y el dilema ya no tiene solución.

¿Por qué se enoja Cristina Fernández con los sindicatos? Porque piden aumentos de salarios que les compensen la inversión verdadera. Pero la mayoría de las empresas no pueden financiar esos aumentos de salarios porque no pueden compensar con más unidades vendidas el mayor costo salarial. Por eso Cristina Fernández les dice que tienen que invertir más, sin reparar que tiene a un Moreno que cada medida que toma es para espantar a los inversores. Considerando la arbitrariedad en las reglas de juego, Cristina Fernández tiene que entender que no puede convocar a empresarios verdaderos para que inviertan. Lo que ella tiene que conseguir son kamikazes que estén dispuestos a hundir dinero para que luego Moreno les diga si pueden importar insumos, subir los precios, exportar o cualquier otra medida. Y como hay pocos kamikazes, la oferta de bienes no puede subir. Si no puede subir la oferta de bienes y servicios, los aumentos salariales por encima de la inflación no son financiables. Ni siquiera pueden empatarle a la inflación.

Si el gobierno sigue emitiendo para financiar más gasto público, la inflación se le dispara, el tipo de cambio real caerá más y el cierre de la economía será total. Al cerrar la economía faltarán más insumos, menos producción y faltará trabajo, como ya se está notando.

Con inflación más alta y menos trabajo, imposible seguir aumentando los salarios por encima de la inflación. Y si esto ocurre, cae el consumo. Si cae el consumo, no solo entramos en recesión sino que, además, la recaudación impositiva bajará. ¿De dónde sacar la plata para pagar los subsidios de las tarifas públicas y la Asignación Universal por Hijos? De la maquinita del Central. Pero eso implica más inflación, más problemas de consumo y mayor caída del tipo de cambio real.

Por eso vemos que hoy es una lucha de todos contra todos. Sindicatos en alerta porque no les satisfacen los aumentos salariales. Empresas preocupadas porque tienen problemas de insumos y las ventas disminuyen. El Estado desesperado para ver de dónde saca plata para cubrir el bache fiscal. Crisis energética que no saben cómo resolver ni financiar.

Llegamos al todos contra todos porque la política económica consistió en despreciar la calidad institucional para obtener inversiones, y se limitó a estimular el consumo ayudada por el contexto internacional y en el populismo más exacerbado. Se destruyeron ahorros y stock de capital para sostener un alto nivel de consumo artificial.

¿Qué le está diciendo Cristina Fernández a los dirigentes sindicales? No hagan olas porque no puedo salir a decir que esta fiesta de años fue una ficción y ahora hay que pagarla. Y los que van a tener que pagarla son los sectores de ingresos fijos con menor ingreso. Cristina Fernández necesita pelearse con los sindicatos para no tener que decirle a la gente que ahora les llegó el momento del ajuste.

En definitiva, hoy vemos a la Nación, provincias y municipios exprimiendo a los contribuyentes como a un limón. La inflación supera los aumentos de salarios porque ya no pueden financiarse subas disparatadas de salarios. Las empresas ven caer sus niveles de producción y ventas. El gobierno entra en pánico porque el dólar está tan barato que es un bien codiciado por la gente como refugio de valor frente a un peso que se derrite.

Todo esto pasa porque el gobierno impulsó una propuesta de vivir a costa del otro en vez de impulsar una política económica en que cada uno viviera beneficiando al otro. Y encima de todo esto, ya no queda muchas cajas a las cuales recurrir para calmar los ánimos. En realidad quedan algunas, pero no las voy a nombrar para que no me acusen de terrorismo económico. Igual, todo el mundo sabe cuáles son.

Fuente: Economía para todos, 13/05/12.

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Sin atractivo para los inversores extranjeros y con demanda laboral peor que en el 2002

Por Roberto Cachanosky.

 

Si alguna virtud se le debería pedir a una política económica es la de generar un flujo de inversiones creciente que mejore la productividad de la economía, cree más puestos de trabajo y, en consecuencia, mejore el salario real.

Más allá del discurso oficial sobre las supuestas bondades del modelo de inclusión social, la realidad es que en los últimos días se han conocido dos datos que muestran que efectivamente Argentina está fuera del mundo en materia económica y que la inclusión social vía el trabajo ya está en niveles similares al peor momento de la crisis del 2002.

Como primer dato a tener en cuenta, la CEPAL acaba de informar el monto de la Inversión Extranjera Directa (IED) en América Latina y el Caribe durante 2011. De los U$S 153.000 millones que recibió la región, solo el 4,7% tuvo como destino la Argentina. Quedamos en sexto lugar luego de Brasil, México, Chile, Colombia y Perú.

Si se compara la IED de 2011 con la de 2010 para toda la región, el aumento fue de U$S 36.363 millones. De esa cifra que se incrementó la IED en América Latina y el Caribe, Argentina consiguió solo U$S 188 millones. Es decir, del aumento de la IED entre 2011 y 2010 captamos solamente el 0,5% del incremento.

Estos datos muestran que, por más que el gobierno se esmere en presentar el modelo como un éxito, la realidad es que a la hora de invertir, los capitales prefirieron ir a otros países como Brasil, Chile, México, en tanto que Argentina prácticamente fue ignorada.

Hay dos datos que son indiscutibles, no solo los capitales se fugan de Argentina, por eso las restricciones a las compras de divisas, sino que, además, nadie parece querer venir a un país en el cual las reglas de juego son imprevisibles y el derecho de propiedad está constantemente amenazado por un fuerte populismo.

Pero el otro dato que realmente muestra un claro fracaso del modelo a la hora de generar inclusión social es la evolución de la demanda laboral. De acuerdo al Índice de Demanda Laboral que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, la demanda laboral en Capital Federal y el Gran Buenos Aires cayó el 6,8% en abril respecto a marzo y acumula una caída del 35,8% con relación a abril del año pasado.

Pero lo más preocupante es que el nivel de demanda laboral está un 10,6% por debajo del promedio de demanda laboral del 2002. Puesto en otros términos, hoy la demanda laboral es menor a la que había en 2002 cuando se produjo una de la crisis económicas más violentas en décadas. Y, como dato adicional, la demanda laboral está solamente un 3% por encima del mínimo de toda la serie histórica que fue en abril del 2002. Es más, la demanda laboral está por debajo del peor momento del 2001. Estos datos de demanda de trabajo muestran que el modelo ha fracasado en generar la tan mentada inclusión social, ya que si la demanda de trabajo está por debajo del promedio del 2002, es estrepitoso el fracaso a la hora de generar inclusión social creando puestos de trabajo. Tener una demanda laboral menor al promedio del 2002 no es, justamente, lo que uno puede llamar un modelo exitoso.

Si los argentinos quieren fugar sus capitales por miedo al débil derecho de propiedad y a la incertidumbre reinante. Si además estamos fuera del mundo en materia de inversiones como lo muestran los datos de la CEPAL y si la demanda laboral ya está igual que en el peor momento del país en el 2002 y, encima, la inflación derrite los ingresos reales, hay que hacer un gran esfuerzo de imaginación para afirmar que el modelo ha sido exitoso.
Fuente: Economía para todos, 09/05/12.
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En Argentina la Oposición es cómplice del deterioro económico

mayo 7, 2012

Oposición: cómplice del deterioro económico

Por Roberto Cachanosky

 

Salvo el caso del PRO, del PJ disidente y de un sector del radicalismo liderado por Aguad, casi todo el arco opositor apoyó la confiscación del paquete accionario de Repsol en nombre de la soberanía nacional. En otras palabras, esa oposición ha sido cómplice del gobierno, no solo en llevar adelante políticas que reflejan un falso nacionalismo, sino en convalidar la violación de la propiedad privada. El artículo 17 de la Constitución Nacional es muy claro al respecto: “La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”. Nada de esto ocurrió. El Poder Ejecutivo tomó por asalto la empresa utilizando la fuerza pública, algo que también prohíbe el artículo 17 de la Constitución y antes de quedarse con la empresa, no hubo ni ley ni indemnización. Es decir, el grueso de la oposición, que venía haciendo propuestas kirchneristas, pero con otros modos, ahora parece estar de acuerdo también con los modos. El atropello a la propiedad privada en nombre de la soberanía parece justifica violar los derechos.

Por más que se autodenominen progresista que trabajan en favor de los más humildes, su apoyo a la confiscación no hace otra cosa que generar más inseguridad jurídica, espantar las inversiones, crear menos puestos de trabajo y, como consecuencia de todo ello, denigrar el salario real de la población y precarizar el trabajo. Ni los argentinos ni los extranjeros van a invertir en un país en el que impera el desprecio por los derechos de propiedad y la arbitrariedad en las reglas de juego.

No es casualidad que, a pesar de que Cristina Fernández venga cayendo en picada en su imagen, los opositores no logren captar ese creciente descontento que tiene la gente con la situación económica. Hoy la inflación, el miedo a perder el trabajo y la incertidumbre preocupan a la población, pero ningún opositor logra captar el apoyo de esa creciente parte de la oposición por la simple razón que no formulan nada diferente a lo que propone el kirchnerismo. En todo caso, podrán diferenciarse en las formas. Ser más educados, menos soberbios, más dialoguistas, pero lo cierto es que buena parte de los destrozos económicos que viene cometiendo el kirchnerismo son acompañados por la mayor parte de la oposición, particularmente la que se ubica en el centro izquierda. Me refiero al FAP, el radicalismo que lidera Alfonsín hijo y otros partidos menores.

Cuando se confiscaron los ahorros que teníamos en las AFJP, buena parte de esa oposición acompañó la iniciativa del gobierno por considerar que el sistema de capitalización era perverso, en tanto que el manejo de esos ahorros en manos de los políticos garantizaban la solidaridad social. Los que trabajamos somos unos incapaces que no sabemos prevenir nuestro futuro y para eso están los políticos, que con la transparencia, bondad y honestidad que los caracterizan, se tiene que encargar de nuestro futuro manejando nuestra plata. Este es, en castellano básico, el concepto que subyace detrás de la idea del sistema de reparto versus el de capitalización, es decir la confiscación de nuestros ahorros.

Obviamente que desde el punto de vista actuarial, el sistema de reparto es inviable, pero eso no importa. Lo importante es hacer populismo y dar por sentado que los políticos son más honestos que los empresarios y, sobre todo, más inteligentes que la gente a la hora de prever el futuro de retiro.

Pero buena parte de esa oposición que se escandaliza con las cosas que hace el kirchnerismo, también se esforzó por hacer saber que ellos eran los que habían propuesto inicialmente la Asignación Universal por Hijo y la muestran como una conquista social. La realidad es que si el Estado tuvo que establecer ese subsidio es porque no logró generar la confianza necesaria para atraer los capitales necesarios que generaran puestos de trabajo y le dieran a la gente la dignidad de poder mantener a su familia con el fruto de su trabajo y, no como ahora, que la denigran con un subsidio que lo único que consigue es más clientelismo político y, además, que buena parte de una generación vea como sus padres viven sin trabajar. Esos chicos no nacen en un hogar en el que la cultura del trabajo y el esfuerzo por progresar es el valor que impera en la familia, sino que se crían en un ambiente del vivir del otro. Mucho se habla de educación, pero la peor educación que se le puede dar a un chico es que el Estado fomente la vagancia como forma de vida. El mendigar un subsidio como manera de comer algo es la cultura que impera en la “noble solidaridad” de este progresismo.

Más que apoyar y alabar esta asignación universal por hijo, la oposición debería haber mostrado el fracaso de la política económica para crear más puestos de trabajo mejor remunerados. La buena noticia hubiese sido que esa AUH nunca hubiese tenido que implementarse.

También recuerdo que la oposición no pareció inmutarse demasiado cuando se modificó la Carta Orgánica del BCRA. Permitir la emisión monetaria como forma de financiar al fisco es el mecanismo más regresivo que puede implementarse dado que implica aplicar el impuesto inflacionario, sin embargo, buena parte de la oposición vio como progresista aplicar el impuesto inflacionario que impacta con mayor intensidad en los más humildes.

Estos cuatro ejemplos muestran que la buena parte de la oposición no tiene una propuesta tan diferente al kirchnerismo. Es más, apoya todas aquellas políticas públicas que degradan la economía argentina y someten a la población a una constante decadencia económica, institucional y moral. Y digo moral porque los valores que defiende esa supuesta oposición al gobierno, acompañando sus políticas, degradan los valores del trabajo, la seguridad jurídica, el respeto por los derechos de propiedad e, insisto, condenando al país a una decadencia persistente.

El espectáculo que viene dando buena parte de la oposición es lamentable porque solo parece mostrar ambición por llegar al poder pero no para hacer algo diferente al actual gobierno. Por el contrario, como decía antes, buena parte de ella comparte el estatismo, el degradar los valores del trabajo y el esfuerzo personal, el desprecio por los derechos de propiedad, la limitación de la capacidad de innovación de la gente mediante regulaciones, el creer que ellos son superiores al resto de la sociedad arrogándose el derecho sobre qué hay que producir, cuánto hay que producir y a qué precios se deben vender los bienes. En definitiva, mientras buena parte de la oposición siga acompañando al oficialismo en estas políticas públicas que degradan la economía argentina, estará siendo cómplice de la destrucción institucional y económica de la Argentina.
Fuente: Economía para todos, 05/05/12.
Más información en: www.economiaparatodos.com.ar


Binner, Alfonsín, Duhalde. 

Argentina: Una economía modelo 80 con modos más rústicos

mayo 3, 2012

Una economía modelo 80 con modos más rústicos

Por Roberto Cachanosky

 

Seguramente los jóvenes de La Cámpora son chicos que comenzaron a comunicarse telefónicamente por celulares y luego por internet. Ellos, que aplauden como una gran patriada la estatización de YPF, no vivieron la época de ENTEL, cuando esa empresa estatal de teléfonos podía llegar a tardar años en instalar una línea de teléfono en una casa. Ellos no vivieron lo que era esperar años para que apareciera el aparatito negro en una casa. Luego había que tener suerte que funcionara el teléfono, y si funcionaba había que tener suerte que a la persona que uno llamaba también le funcionara el teléfono. Es decir, en la época de la soberanía nacional de los teléfonos, todos los planetas tenían que estar alineados para poder hacer una simple llamada de teléfono. Esos jóvenes, festejan la confiscación de YPF como si fuera un acto de soberanía porque no saben lo que significa tener que padecer a las empresas estatales.

¿Por qué padecer a las empresas estatales? Porque en las empresas estatales no se trata de maximizar el beneficio del accionista prestándole un buen servicio al consumidor, sino que se busca maximizar los beneficios políticos. El objetivo de los funcionarios que están en las empresas estatales es hacer cosas que mejoren la imagen del gobierno y no invertir para satisfacer las necesidades de los consumidores como lo hacen las empresas privadas sometidas a la competencia. Son dos concepciones diferentes. Las empresas privadas que compiten tienen que generar sus utilidades beneficiando al consumidor. En las empresas públicas se busca un rédito político a costa de un despilfarro de recursos.

Justamente, no debe extrañar que algún funcionario público haya afirmado, muy suelto de cuerpo, que el objetivo de las empresas estatales no es ganar dinero. Obvio, ellos buscan sus beneficios políticos, como puestos muy bien remunerados para ejercer funciones que desconocen, y si las empresas estatales pierden dinero, ese dinero no es de ellos ni de accionistas que los echarían a patadas si estuvieran en una empresa privada. Es la gente, el contribuyente, que tiene que pagar con impuestos o el impuesto inflacionario las pérdidas de las empresas públicas en nombre de la soberanía nacional.

Cuando algunos economistas afirmamos que estamos volviendo a los 80 en materia de política económica, no es solo por las regulaciones absurdas de la economía o la emisión monetaria del BCRA, sino porque, además, el déficit fiscal de aquellos años se explicaba, en buena medida, por las pérdidas de las empresas estatales que eran financiadas por el tesoro. Pero como el tesoro no tenía recursos genuinos para financiar esas pérdidas, era el Banco Central el que emitía moneda para financiar el déficit de las empresas estatales.

Cuando en los 90 Menem privatizó las empresas estatales, tuvo que hacerlo porque la privatización pasaba a ser un instrumento de estabilización monetaria. Un mecanismo para frenar la inflación.

Normalmente las privatizaciones apuntan a mejorar la eficiencia de la economía si el marco regulatorio es el adecuado. Pero en los 90, en que hubo todo tipo de marcos regulatorios, la privatización no solo tenía que mejorar la productividad de la economía, sino también eliminar las pérdidas que tenía que financiar un tesoro exhausto, por eso digo que las privatizaciones, también pasaron a ser un instrumento de estabilización.

Los precios de los servicios públicos,  de empresas públicas y privadas, eran puestos políticamente. El criterio para definir el costo de las comunicaciones telefónicas, del boleto del tren, del colectivo, de la luz, el gas, etc. se limitaba a establecer un número arbitrario que, cada tanto, redujera el déficit de las empresas públicas. El llamado Rodrigazo no fue otra cosa que un intento, desde mi punto de vista mal implementado, de corregir los gruesos errores económicos que se habían heredado de la inflación cero de Gelbard. Celestino Rodrigo subió el precio de los servicios públicos porque tenía que reducir la pérdida de las empresas del Estado para aliviar el peso sobre el tesoro que requería de cada vez más pesos emitidos por el Banco Central y de esa manera tratar de reducir la inflación. Celestino Rodrigo pagó el costo político del lío que armó Gelbard.

Si uno hoy mira la situación de las tarifas de los servicios públicos, es parecida a la de la inflación cero de Gelbard. Las empresas que prestan servicios públicos tienen precios políticos. Esos precios no cubren los costos operativos ni el mantenimiento del stock de capital, y mucho menos la ampliación del stock de capital. ¿Cómo se financia todo eso? Con subsidios. ¿Quién paga los subsidios? El Estado (mejor dicho el contribuyente). Como el tesoro tiene déficit fiscal, el BCRA cada vez emite más moneda para financiar al tesoro y produce el proceso inflacionario imparable al que estamos asistiendo. Es lo mismo que en los 60, 70 u 80. Fijación de precios políticos financiados con el impuesto inflacionario. Por eso mueve a risa cuando se habla del famoso modelo. El modelo es una copia burda del desastre de los 60, 70 y 80 que terminaron en la hiperinflación. Aclaro que no sé si vamos a terminar en otra hiperinflación, pero sí me queda claro que la tasa de inflación va a ser alta, y cuando digo alta, digo dos dígitos elevados.

Recuerdo que muchas décadas atrás se hablaba de establecer el peaje en las rutas para mantenerlas porque se caían a pedazos. Frente a la propuesta del peaje, un político no peronista, pero imbuido de un falso nacionalismo, afirmó: ¡quieren lucrar con los caminos de la patria! Para el dirigente político era preferible que la gente se matara en las rutas que “sacrificar” la soberanía nacional y poner un peaje.

Volviendo a la actualidad, cuando uno mira el presupuesto de la Nación, el rubro más importante son los servicios sociales, donde el mayor importe está en el sistema de previsión social (casi una humorada por lo que ganan los jubilados) y el segundo rubro es lo que se destina a subsidios para tener tarifas púbicas políticas.

El déficit fiscal del año pasado, que, bien medido, fue del orden de los $ 54.000 millones, está altamente influenciado por los famosos subsidios a la energía y el transporte. Por eso a principios de año el gobierno amagó con empezar a eliminarlos, pero entre la inflación que se disparaba, el malhumor de la gente para sacar la tarjeta SUBE y la tragedia de la estación Once, tuvieron que frenar el Rodrigazo tarifario que ellos mismos heredaron de su gestión. ¿Cómo comunicar un aumento del boleto del tren luego del desastre de Once? Por lo tanto, bajaron los flaps y esperaron a un mejor momento, el cual no llegará porque la inflación tiende a aumentar.

La economía está atrapada en dos graves problemas. Uno es que la corrección de las tarifas políticas de los servicios públicos implica aplicarle un fuerte golpe al bolsillo de la gente. Al mismo tiempo, dada la falta de competitividad estructural de la economía, el tipo de cambio real alto que heredaron para esconder la falta de competitividad, se lo devoró la inflación que se generó en todos estos años. Me animaría a decir que hoy, dada esta política económica, es políticamente tan complicado corregir las tarifas políticas que vienen sosteniendo desde que asumieron, como solucionar el problema de tipo de cambio real que tienen. La batería de medidas que viene aplicando el gobierno para impedir la compra de dólares no alcanza y todo el tiempo tienen que inventar nuevas restricciones, como, por ejemplo, obligar a los exportadores a ingresar antes los dólares de exportación. Esto marca el serio problema cambiario que tiene el gobierno.

Con el apoyo de una oposición que, como toda propuesta, ofrece hacer kirchnerismo pero sin sus formas, Argentina es nuevamente soberana gracias a que se confiscaron las acciones de Repsol.

Todos sabemos que el problema energético actual lo generó este gobierno con su política de precios políticos. La confiscación de las acciones de YPF intenta, más que generar caja, distraer la atención de la gente bajo una nueva propuesta de falso nacionalismo. Dicho de otra manera. La inflación se dispara, faltan productos en los negocios, la caída del salario real se hace sentir, la gente tiene que afrontar impuestazos a nivel provincial y municipal, más la consabida carga del Estado nacional y la demanda de trabajo es cada vez más escasa. Está por debajo del promedio del crítico 2002. Si a esto se le agrega la fenomenal caída que tuvo la imagen del gobierno, que en tres meses perdió 31% de confianza de la población, el tema YPF viene a ser algo así como la invasión de Malvinas en el momento crítico del gobierno militar.

En definitiva, el famoso modelo es muy parecido a los 60, 70 y 80, pero con otros modos menos amables y más rústicos. Eso es todo. El final ya lo sabemos.

Fuente: Economía para todos, 28/04/12.

Más información en: www.economiaparatodos.com.ar  

Argentina: El límite está en la economía

abril 25, 2012

El límite está en la economía
Por Roberto Cachanosky

 

Si bien el gobierno no deja macana por hacer en materia de política económica, hay que reconocer que esas macanas apuntan a sostener su poder político. Hoy vemos como, encandilada por televisores, autos y celulares, una mayoría relativa le otorgó un cheque en blanco a Cristina Fernández que, por ahora, lo sabe usar muy bien. No porque esté generando políticas sustentables de largo plazo, sino porque está acumulando un poder que anula el sistema republicano y tiende a una autocracia cada vez más marcada.

Cristina Fernández tiene el monopolio de la fuerza. Muy pocos confían en la justicia y el parlamento está controlado por sus seguidores que votan sin chistar cuanto proyecto de ley le envía el Ejecutivo. En definitiva, Cristina Fernández detenta hoy un poder casi absoluto. Ese poder absoluto determina que aquellos que no comparten la política del gobierno tengan miedo de hablar. No digo en público solamente, sino por teléfono. Por mi profesión de asesor económico son muchas las charlas telefónicas que tengo y la gente tiene pánico a ser escuchada por miedo a tener sus teléfonos intervenidos. Hasta en los mails se observa ese temor. La gente se siente observada y controlada. La impunidad con que se mueve el gobierno puede llegar a límites inconcebibles. ¿Será cierto que en la Secretaría de Comercio, a los empresarios que van a tramitar un permiso de importación, los atiende el Sr. 12, 34, o 17? ¿Será cierto que no dan a conocer sus nombres y se manejan con números?

Lo concreto es que Cristina Fernández interpreta que el 54% de los votos que obtuvo en octubre pasado la autoriza a utilizar esa mayoría circunstancial para imponer leyes que pueden ser sancionadas por el Congreso pero que no tienen legitimidad. Y cuando digo que no tienen legitimidad quiero decir que una ley, por más que sea votada por la totalidad de los miembros de la Cámara de diputados y senadores, no pueden violar el derecho a la libertad y a la propiedad. Nadie decide pertenecer a una sociedad para ser sometido como un esclavo por el monopolio de la fuerza del Estado.

Las personas están dispuestas a sacrificar parte de sus ingresos y mantener un Estado para que éste defienda sus derechos, no para que los viole. El problema se presenta cuando, ya estando dentro de la sociedad, una mayoría relativa le otorga poderes a una persona para que use el monopolio de la fuerza a su antojo, por más que los fundamente en leyes ilegítimas, y someta a la población con el monopolio de la fuerza que le fue delegado para otra cosa. Y en este punto insisto una y otra vez: las leyes votadas por una mayoría no son legítimas cuando violan los derechos de las personas.

La estatización de YPF, más allá de si cumplió con las inversiones comprometidas o no, es solo un paso más en ese contante avance del Estado sobre la propiedad privada y explica la fuga de capitales que tiende a acelerarse. Basta con ver como escaló el dólar contado con liquidez para advertir que la gente entró nuevamente en pánico ante esta arremetida estatizadora. Puesto en otros términos, la estatización de YPF es otro paso más en la aplicación de políticas que buscan sostener el poder político del gobierno aún violando el derecho de propiedad.

Recordemos que los intentos por avanzar sobre los derechos de propiedad incluyen a la fallida 125, la confiscación de los ahorros en las AFJP, la apropiación de reservas del BCRA y luego la reforma de la Carta Orgánica, la prohibición de ejercer toda industria lícita como es la de importar o vender los bienes que uno produce al precio de mercado y mil formas más de intervencionismo y estatismo.

Cristina Fernández sabe que solo puede sostenerse en el poder si mantiene económicamente conforme a unos 10 u 11 millones de electores. Si uno mira la última elección, sobre 28,7 millones de electores, Cristina Fernández obtuvo 11,6 millones de votos que representan el 40% del electorado. Es decir, entre los votos en blanco, los impugnados y los que no van a votar, Cristina Fernández necesita el apoyo de unos 10 millones de personas para alzarse con la victoria. El resto, por una oposición incompetente, por desidia de la gente o lo que sea, queda sometida a los caprichos del kirchnerismo.

Debo reconocer que buena parte de la oposición tampoco se diferencia tanto de las propuestas kirchneristas. Puesto en otros términos, ofrece una especie de kirchnerismo bueno. Basta con ver cómo van a votar por la estatización de YPF y sus discursos en los medios para advertir que tampoco es que ofrecen una propuesta tan diferente. El gran interrogante es si existe demanda para una propuesta totalmente diferente. Me pregunto si prendería en el electorado un discurso que hable de la cultura del trabajo, de lo denigrante que son los llamados planes sociales, de las ventajas de participar del comercio internacional e integrarse al mundo, de los beneficios de la competencia, de la seguridad jurídica para atraer inversiones y generar más puestos de trabajo, en fin ¿prenderá en el electorado un discurso sobre la libertad que debe imperar en un país para que pueda desarrollarse la capacidad de innovación de la gente y de esta forma progresar? Francamente no tengo una respuesta categórica al respecto. Por ahora me inclino a pensar que esos 10 millones de votantes están más cómodos recibiendo una asignación universal por hijo, un subsidio, el empresario PYME feliz de no tener que competir con productos del exterior y grandes empresarios haciendo suculentos negocios con el Estado…hasta que se convierten en enemigos.

Lo cierto es que la base de apoyo de Cristina Fernández, que le permite arremeter contra la propiedad privada y atemorizar a la gente con el aparato de compulsión del Estado, es mantener relativamente tranquilos a esos 10 millones de votos que le otorgan la mayoría dada lo impresentable de la oposición y sus divisiones y vedetismos.

Si se acepta la tesis de los 10 millones de votantes conformes, entonces, lo que cabe esperar es que, ante la creciente escasez de recursos para mantener contento a esos 10 millones de electores, en el futuro veamos nuevas confiscaciones y avances sobre los derechos de propiedad. Los que producimos todos los días en base a nuestro esfuerzo sin privilegios ni subsidios, tendremos que redoblar nuestro trabajo para sostener a esos 10 millones de personas. Y creo que la tarea va a ser agotadora porque al esfuerzo diario se le agregará las trabas que impone el Estado con su intervencionismo y creciente apriete fiscal.

El único límite que le veo al poder absoluto que ostenta el kirchnerismo, es la economía. En la medida que no se generan los recursos necesarios para mantener contento a los 10 millones que viven a costa de los que producen, el escenario político y social puede complicarse seriamente para el gobierno. Ellos saben que solo pueden seguir con este atropello institucional solo si redoblan continuamente la apuesta expoliando a los que producen y confiscan flujos e ingresos en nombre de la solidaridad social y la soberanía nacional.

El gran interrogante es el siguiente: ¿cómo reaccionaría el kirchnerismo ante un escenario de descontento social si cada vez hay menos recursos para repartir? ¿Utilizará la fuerza pública para disciplinar a los descontentos acentuando al autoritarismo o buscará alguna salida decorosa denunciando conspiraciones que no los deja gobernar?

Francamente no tengo la respuesta al interrogante del párrafo anterior, pero lo que sí me queda claro es que, por ahora, el único límite que le veo a esta destrucción de la república es la economía. Si la economía no les financia la fiesta de consumo, se acaba el apoyo de los 10 millones para los que gobierna el kirchnerismo.

Seamos sinceros, si bien es necesario insistir en el valor de las instituciones y los beneficios de un gobierno limitado, a la inmensa mayoría de la población poco le interesa ese tema. El bolsillo manda a la hora de votar. Por lo tanto, reconozcamos que el kirchnerismo leyó muy bien el comportamiento de la mayoría de los argentinos y actuó en consecuencia para construir su poder en detrimento de la democracia republicana.    

En definitiva, como el límite está en la economía, me parece que antes de perder el apoyo de los 10 millones de votantes veremos nuevos avances sobre los derechos de propiedad y las libertades individuales. Salvo que obre un milagro, se vienen tiempos difíciles.
Fuente: Economía para todos, 21/04/12.
Más información en: www.economiaparatodos.com.ar

 

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