Los venezolanos podrán ir al supermercado según su número de documento
Escasez de productos básicos.El gobierno impuso un sistema para evitar las largas colas, en medio del creciente desabastecimiento.
Filas. Una imagen cada vez más habitual en Caracas, ante la dificultad de conseguir productos básicos. /AFP
Los anuncios del presidente Nicolás Maduro preocupan mucho a los venezolanos, que en estas semanas sufren el fuerte desabastecimiento de productos básicos en los supermercados. Mientras las colas en las puertas de los comercios se extienden a cada vez más ciudades, el mandatario informaba ayer que, producto de un acuerdo con el emir de Qatar, pretende vender a ese país de Oriente Medio precisamente alimentos.
Maduro acaba de regresar de una larga gira por esa región, con el objetivo de atraer fuertes inversiones y de lograr que los principales productores de petróleo reduzcan la producción para poder equilibrar la caída del precio del crudo, que provocó un fuerte cimbronazo a la economía venezolana. Como los resultados no fueron los esperados, desde Doha –tras un acuerdo con el emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani– Maduro intentó provocar un nuevo golpe de efecto al anunciar que Venezuela exportará alimentos.
“Llevamos tecnología, llevamos capital, producimos alimentos para el mercado venezolano y además vamos construyendo la ruta de exportación con alimentos de calidad hacia esta región”, dijo el presidente al canal Telesur.
Es tan grave la crisis que el gobierno puso en marcha ayer un sistema para restringir el acceso de consumidores a los supermercados estatales. La cadena Bicentenario solo atendió ayer a los compradores cuyos números de cédula de identidad terminaban en cero y uno. Paralelamente, la Defensoría del Pueblo puso en marcha un “plan de atención a ciudadanos en la adquisición de productos de primera necesidad de manera regular”.
El desabastecimiento de productos básicos y las colas provocan enojos y tensión, a tal punto que el jueves pasado el gobierno también desplegó operativos de seguridad en los alrededores de supermercados y autoservicios y detuvo a personas que sacaban fotos de las colas –entre ellos un reportero gráfico– para difundirlas en Internet. Con todo, las imágenes de góndolas vacías y la gente agolpada se difundieron masivamente.
El líder opositor Henrique Capriles, que prepara nuevas protestas callejeras, afirmó que “el problema es que no hay suficiente comida”, responsabilizó por ello a “los que están en el gobierno” y llamó a “la unión de todos los factores” porque “la racionalidad está por encima de todo”.
Desde que en 2003 se instauró el régimen de control de cambios, Venezuela comenzó a registrar niveles crecientes de escasez de productos básicos, pues su industria nacional sólo puede satisfacer 40% de la demanda, según reconoció el vicepresidente Jorge Arreaza en marzo pasado. El otro 60% necesario es importado y quien más le vende a Caracas es nada menos que Estados Unidos.
Mientras Maduro busca ayuda, los venezolanos sufren más escasez
Por Kejal Vyas.
Compradores venezolanos luchan por conseguir productos básicos de gran escasez. Kejal Vyas/The Wall Street Journal
CARACAS—El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está acumulando millas por estos días con visitas a países aliados como China e Irán en una búsqueda frenética de ayuda para su gobierno, que tiene serios problemas de efectivo.
Para un presidente cuya popularidad se está derrumbando a mínimos récord, la decisión de emprender una gira mundial para visitar a líderes aliados podría parecer un error. Pero una visita a cualquiera de los supermercados de la capital venezolana puede explicar la urgencia.
Las filas interminables de cientos de personas esperando enfrente de las tiendas por productos básicos de precio controlado como leche, jabón y papel higiénico nuevamente se han vuelto comunes. A través de redes sociales, los locales publican fotos de líneas de espera de horas. Incluso existe un hashtag en Twitter, #AnaquelesVaciosEnVenezuela, dedicado a avisar cuando los estantes de un supermercado han quedado vacíos.
Mientras el mandatario izquierdista viaja, sus lugartenientes tratan de mantener la calma en casa, con la esperanza de prevenir un nuevo brote de protestas callejeras como las que registró el país hace casi un año.
Ernesto Villegas, jefe de gobierno del Distrito Capital, recurrió a una táctica familiar en una reciente transmisión de televisión: culpar a los “enemigos” del gobierno venezolano. “Están infiltrando” a la población nuevamente para desestabilizar y generar violencia, dijo, e hizo un llamado a sus seguidores para que detengan a los “infiltrados” que ven en las filas.
Carlos Osorio, a quien Maduro nombró el mes pasado como su “Vicepresidente para la Seguridad y Soberanía Alimentaria”, adoptó una posición similar: “Existe una campaña desestabilizadora”, dijo en una de sus apariciones recientes. “Algunos se han dado a la tarea por las diferentes redes sociales a quererle mandarle al pueblo inestabilidad, intranquilidad, mandando Twitter que en Venezuela no hay comida”, agregó.
Pero en el supermercado Excelsior Gama, en el barrio de estrato alto Santa Eduvigis, los residentes dijeron que los problemas eran más profundos que los detractores del gobierno.
Miembros de la Guardia Nacional con equipo antidisturbios monitoreaban a empleados el jueves mientras distribuían rollos de toallas de papel y paquetes de papel higiénico a clientes que sólo podían comprar uno de cada uno. Las personas empezaron a empujar cuando llegó un cargamento de jabón al supermercado.
“Esta es la Venezuela de Maduro”, gritó Wilson Oviedo, un anciano que sarcásticamente aplaudió la muestra de desesperación antes de meterse dentro de la multitud para comprar cuatro barras de jabón.
La espera de horas para adquirir bienes básicos no es nada nuevo para los venezolanos que viven en uno de los pocos países que raciona las compras para sus ciudadanos. Pero la escasez está golpeando a los residentes más duro que en meses previos debido a una economía que sufre de una inflación que ronda 64%, el colapso de la producción interna y controles estatales.
El colapso reciente de los precios del crudo (que contribuye con 96% de los ingresos en dólares del país) se sumó a los problemas económicos de Venezuela.
Una muestra de lo mal que se han puesto las cosas es que recientemente Maduro se ha referido públicamente a los problemas financieros del país y espera recibir asistencia de China, Rusia e Irán. Después de reunirse el miércoles con su homólogo chino, Xi Jinping, el mandatario venezolano dijo que las dos partes habían acordado inversiones chinas por el orden de los US$20.000 millones en el país latinoamericano.
Pero Maduro ofreció pocos datos específicos y no mencionó ningún préstamo nuevo, lo cual habría dado el muy necesitado efectivo a las arcas del gobierno. Sus asesores dijeron a la agencia de noticias oficial, AVN, que el presidente daría más detalles de su gira al regresar a Venezuela.
El costo del viaje, aunque no está claro ya que los detalles no se hicieron públicos, también ha provocado la ira de los críticos que dicen que Maduro está despilfarrando recursos escasos y endeudándose más con China, que ya es el principal acreedor de Venezuela. Carlos Berrizbeitia, un legislador en Caracas que se enfoca en finanzas estatales, estima que el viaje ha costado US$1,3 millones, contabilizando la tarifa por hora del jet cubano que transporta al presidente y otros 60 funcionarios. “No hay justificación para un viaje tan costoso en momentos como este”, afirmó.
El fin de semana, el mandatario venezolano visitó Irán y Arabia Saudita y el lunes llegará a Argelia, todos miembros de la OPEP, con la esperanza de discutir formas de detener el desplome de más de 50% del precio del petróleo desde mediados de 2014.
En noviembre, Venezuela no logró convencer a sus colegas exportadores de que redujeran la producción en una apuesta por revivir los precios. El petróleo venezolano se vende ahora por alrededor de US$47 el barril, frente a los US$117 por barril que Deutsche Bank estima necesita Venezuela para equilibrar su presupuesto.
Independientemente de si Maduro tiene suerte en asegurar ayuda, los venezolanos anticipan que las condiciones empeorarán ya que se espera una devaluación del bolívar en los próximos meses, lo que encarecerá inevitablemente los bienes de consumo, incluso los básicos que están sujetos a controles de precios.
“No quiero correr riesgos”, dijo Rosaly Núñez, una ama de casa de 46 años, que llevaba esperando dos horas en una fila frente al supermercado Excelsior Gama con cuatro miembros de su familia. Núñez añadió que como todos estaban en vacaciones esa semana aprovecharon para comprar todo lo que pudieran ya que tienen que ser precavidos.
No es difícil ver la desigualdad de la economía venezolana dentro de un supermercado. Los compradores se pelean por conseguir los bienes baratos, como detergente y aceite de cocina, pero ignoran los estantes y neveras llenos de yogures, queso importado y bienes cuyos precios no están controlados y son muy costosos para la mayoría de los habitantes que ganan alrededor de US$2 al día a la tasa de cambio del mercado negro.
Para aquellos venezolanos que pueden costearlos, hay una forma fácil de evitar las largas filas. Simplemente le pagan a alguien que la haga por ellos y compren lo que puedan.
A lo largo de todos los años en los que el chavismo ha gobernado Venezuela, la democracia de ese país ha sido deformada hasta hacerla irreconocible, recurriendo a maniobras de distracción de toda índole, para tratar de ocultar la enorme gravedad de lo que sucede allí. Todo ha ocurrido sin que esta grave y delicada realidad fuera denunciada con la energía debida por los organismos regionales, intimidados por la prepotencia de Venezuela y de los países denominados «bolivarianos» que la acompañan.
Recientemente la situación se ha deteriorado aún más. El Parlamento venezolano eligió hace pocas semanas a 12 jueces del Tribunal Supremo de Justicia del país por mayoría simple, cuando la Constitución de Venezuela dice, con meridiana claridad, que para ello se requiere contar con los dos tercios de los escaños, mayoría de la que no dispone el oficialismo.
Esos magistrados, así elegidos, integrarán el máximo órgano judicial venezolano por los próximos 12 años, sin contar con la independencia e imparcialidad que, por definición, requiere el desempeño de la función judicial. Por ello, las libertades esenciales y los derechos humanos de los venezolanos quedarán aún más desprotegidos. Incluso ya ahora la detención arbitraria del dirigente opositor Leopoldo López, entre otras cosas, demuestra cómo se ha avanzado en la ilegalidad más allá de toda duda. El grueso de los legisladores de la oposición, cabe apuntar, se negó a votar tamaña violación de la carta magna de su país.
Como era de suponer, tan pronto esos altos magistrados judiciales fueron elegidos, asumieron presurosamente sus funciones, como queriendo consumar sin pérdida de tiempo la inconstitucional maniobra.
Además, el propio Tribunal Supremo de Justicia eligió a los miembros del Consejo Nacional Electoral, profundizando así la reprobable farsa con la que se ha dejado claramente de lado la Constitución del país caribeño. Para justificarlo, se invocó la existencia de una «omisión legislativa», atento a que el oficialismo y la oposición no habían logrado acuerdo sobre la cuestión.
Es hora ya de denunciar lo que sucede en Venezuela, cuya democracia está siendo constante y sistemáticamente demolida por la administración de Nicolás Maduro, sin que semejante conducta merezca siquiera un tibio reproche o expresión institucional de preocupación por parte de los organismos regionales encargados de proteger y preservar la democracia en nuestro continente.
Desgraciadamente, Venezuela atraviesa una profunda crisis económica y social, provocada por la incompetencia de la administración actual. Sólo durante el año pasado, Nicolás Maduro creó 55 oficinas tendientes a atacar dificultades económicas y sociales, pero esta semana se ha visto obligado a buscar oxígeno con nuevos préstamos chinos, para paliar la caída del crudo y la recesión local. Este año, además, habrá elecciones parlamentarias en las que el desprestigiado oficialismo podría sufrir una derrota en las urnas que sería muy significativa: según una encuesta de opinión de la consultora internacional Datanalisis, Maduro sólo mantiene un 22% de aceptación, una pérdida de más de 30 puntos desde la muerte del «comandante eterno».
La defensa sincera de la democracia real es una tarea que debe retomarse con toda urgencia desde los organismos regionales, antes de que no sólo en Venezuela sea demasiado tarde.
El dólar paralelo no encuentra su techo en Venezuela: llegó a 150 bolívares
Por Daniel Lozano.
La decisión de la OPEP de no frenar la caída del precio del crudo empujó al dólar libre.
CARACAS.- El dólar paralelo en Venezuela subió ayer hasta más allá de las nubes, destrozando todas las previsiones del gobierno de Nicolás Maduro. Cuando hace menos de dos meses superó la barrera psicológica de los 100 bolívares por billete norteamericano, parecía tocar su techo. Pero nada más lejos de la cruda realidad económica del país: ayer llegó a los 150, empujado por la decisión de la OPEP de no intervenir en la caída del precio del petróleo.
El oro negro a la baja y el dólar blue subiendo a toda velocidad (el cambio oficial está establecido en 6,30 bolívares): sin duda, una pesadilla para el equipo económico del chavismo, empeñado en mantener su «modelo exitoso», pero incapaz de combatir el mercado paralelo más allá de las amenazas de Maduro y sus ministros.
El «hijo de Chávez» vaticinó en 2013 que le iban a «torcer el brazo al paralelo». Rafael Ramírez, que fuera zar económico y ahora canciller, fue incluso más taxativo: «Lo vamos a pulverizar». Hasta el más comedido Jorge Arreaza, vicepresidente y casado con la hija mayor de Hugo Chávez, tampoco acertó en sus predicciones: «Será un mal recuerdo».
La realidad es muy distinta: el dólar negro aceleró su alza semana a semana, cuando antes había necesitado casi todo el año para duplicar su valor. Su influencia en la vida de los venezolanos es más contundente que la de un martillo económico, disparando la inflación (por encima del 70%, la mayor del planeta).
Todos los días, sin descanso, alcanzando cotas impensables para los venezolanos, a los que no sólo les cuesta muchos sacrificios comprar alimentos y productos básicos en colas interminables por culpa de la escasez y el desabastecimiento. Cuando los encuentran, son disparatadamente caros.
En paralelo, el mercado negro se convirtió en un termómetro económico que refleja la incertidumbre que vive el país en medio de una crisis galopante, que el gobierno achaca a la «guerra económica de la burguesía parasitaria». Acusación que el 70% de la población «no cree nada en absoluto», según una encuesta reciente de Datanálisis.
«Frente a la conspiración permanente de la oligarquía y la derecha, sigamos consolidando el poder verdadero que ama nuestra patria», arengó ayer Maduro. En ese mismo momento se registraba el desplome del barril petrolero de Texas, del más del 10% en un solo día.
El precio del barril venezolano, antes de esa dramática caída, se había situado en 68,08 dólares. La explicación oficial, suministrada por el Ministerio de Petróleo y Energía, confirmó que el precio terminó a la baja «presionado por el incremento mayor al esperado de los inventarios comerciales de crudo en Estados Unidos» y por la decisión de la OPEP de «mantener sin cambio su techo de producción», en torno a los actuales 30 millones de barriles diarios.
La mezcla de la escalada de uno y de la caída del otro también obligó a analistas y a bancos a cambiar sus estimaciones, todas ellas negativas para el chavismo, que vive su peor momento tras 16 años de revolución.
Según Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, Barclays informó a sus clientes que el promedio del barril de petróleo local en 2015 girará en torno a los 64 dólares, lo que supondría una caída de 15.000 millones de dólares para las arcas del Estado. Muy lejos quedan los 100 dólares por barril que disfrutó Chávez durante años.
«Es evidente que se aproxima una crisis mayor y es obvio, para la mayoría, que lo que se está haciendo para contrarrestarla no funciona», resumió Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
Las redes sociales repetían ayer insaciables las viejas declaraciones de los funcionarios contra el dólar blue, mientras que la oposición, tan dividida, se alineaba con frases muy duras. Entre ellas se destacó la de Henry Ramos, líder de Acción Democrática: «Propongo que se quite el nombre de bolívar a la moneda-basura que difama el nombre del libertador, y que se le ponga el nombre del bicho que la destruyó».
Hugo Chávez impuso el control cambiario hace 11 años. Actualmente rigen en Venezuela distintos tipos de cambio: el fijo oficial (6,30 bolívares por dólar); el Sicad 1 (un sistema de subasta de divisas, controlado por el Estado, que lleva un mes paralizado y que oscila entre 10 y 12 bolívares); el dólar para los viajeros (12), y el Sicad 2 (a 49,98). A ellos se suma el dólar paralelo.
«Las distorsiones cambiarias hacen inmanejable y absurda la economía venezolana. Los resultados están a la vista», sentenció León.
Distorsiones cambiarias
2281% deBrecha
Con el dólar oficial a 6,30 bolívares, y el paralelo a 150, la brecha cambiaria alcanzó un nivel insólito
5 Tipos de cambio
El gobierno venezolano vende dólares con cuatro cotizaciones: el oficial (6,30 bolívares); el sistema Sicad 1 (entre 10 y 12); el dólar para viajeros (12), y el Sicad 2 (49,98); se suma el dólar paralelo (150).
El racionamiento de productos básicos amarga el día a día de los venezolanos
Por Sara Schaefer Muñoz.
Como parte del racionamiento, un consumidor caraqueño usa un escáner de huellas al pagar en un supermercado. TK
MARACAIBO, Venezuela — En medio de una escasez cada vez más aguda, Venezuela alcanzó hace poco un hito de dudosa distinción: al igual que Corea del Norte y Cuba, ahora raciona los alimentos de sus ciudadanos.
En una reciente y sofocante mañana, María Varge hacía fila afuera del supermercado Centro 99, lista para entrar a la caza de productos escasos como aceite de cocina y leche. Antes, tuvo que escanear su huella digital para garantizar que no fuera a comprar más de lo que le correspondía.
A pesar del giro tecnológico que supone el uso de la huella frente a la libreta de raciones cubana, el nuevo programa está enfureciendo a los consumidores, quienes dicen que crea esperas tediosas, no alivia la escasez y pasa por alto las reformas económicas que el país necesita para resolver el problema.
“Estas máquinas hacen las filas más largas”, dijo Varge, de 50 años, mientras otros compradores la empujaban. “Entras y aun así puede que no tengan lo que quieres”.
El gobierno lanzó el sistema el mes pasado en 36 supermercados del estado fronterizo de Zulia, cuya capital es Maracaibo, y hace poco lo extendió a un selecto número de mercados estatales en Caracas.
Venezuela ha recurrido al racionamiento debido a la escasez causada por lo que los economistas llaman una combinación tóxica de una industria paralizada por nacionalizaciones y la intervención del gobierno, y un complejo régimen de divisas que priva a los importadores de los dólares que necesitan para pagar por bienes básicas.
El desplome del precio del petróleo de Venezuela, que ha caído casi US$15 por barril desde septiembre para cotizar a US$77,65 la semana pasada, producirá incluso más escasez en un país ya corto de efectivo, dicen los economistas.
Según un sondeo reciente de la encuestadora Datanálisis, sólo 30% del nivel normal de bienes básicos estaba disponible, y bajo controles de precios, en un selecto grupo de supermercados de Caracas.
“El gobierno es el que deja que los problemas crezcan”, dijo Eliseo Fermín, miembro de la oposición en el congreso estatal de Zulia. “Ahora, el ciudadano promedio lleva la carga”.
Los artículos básicos con precios controlados —incluyendo leche, arroz, café, pasta dental, pollo y detergente— son racionados con la ayuda de máquinas lectoras de huellas digitales, que se usan para asegurar que el comprador no vuelva una y otra vez para reabastecerse. Los consumidores están limitados a comprar cada semana hasta un kilo de leche en polvo, llamada “oro” por su rareza.
Las autoridades culpan a contrabandistas que presuntamente compran productos controlados aquí para venderlos por una jugosa ganancia en la vecina Colombia.
Aunque los economistas estiman que cerca de 10% de la mercadería para el consumidor venezolano termina en Colombia, el presidente Nicolás Maduro ha dicho que esa cifra es de 40%. Maduro ha cerrado puntos de control a lo largo de toda la frontera de 1.374 kilómetros durante la noche para reducir el tráfico, y una ofensiva contra los traficantes ha conducido a arrestos de compradores que las autoridades creen que estaban planeando vender en Colombia los artículos adquiridos en Venezuela.
Hace poco, Francisco Arias, gobernador del estado de Zulia y miembro del Partido Socialista de Maduro, dijo en televisión que era responsabilidad de todos unirse contra el contrabando. Arias y otras autoridades dicen que las huellas dactilares son más efectivas para prevenir las compras en masa que las tarjetas de identificación nacional, un método que se usa para rastrear y limitar compras en algunas tiendas de Caracas.
Muchos economistas aseguran que deshacerse de los controles de moneda y precios, así como relajar las restricciones a los productores locales, aliviaría la escasez.
Aquí, en los supermercados de Maracaibo, consumidores acalorados e irritados que esperaban en fila hace unos días resaltaron la ironía de que Venezuela, un país con ventas de US$114.000 millones en crudo el año pasado, deba racionar el papel higiénico. “Es casi para reírse, pero no puedo”, dijo Nayibi Pineda, una mucama de hotel. “¿Cómo es posible que hayamos llegado a este extremo?”
Los compradores dicen que el tiempo de espera en filas se puede extender por horas debido a escáneres defectuosos. “Estuve cinco horas parado en línea, sufriendo bajo el sol”, relató Luzmaría Vargas al borde del llanto.
Salvador González, secretario de Administración y Finanzas de Zulia, que supervisa las máquinas, dijo que las autoridades requieren que haya escáneres en cada caja registradora para acortar las filas. Los supermercados deben asumir el costo de las máquinas, de alrededor de US$150 cada una. “Nuestro objetivo es garantizar comida barata”, dijo en una entrevista.
Aquí no sólo se raciona la comida. Las autoridades han cortado el agua a los hogares por hasta 108 horas a la semana, dicen los ciudadanos, por problemas como el sistema de distribución.
En la cuna de la industria petrolera de Venezuela, donde el primer pozo fue perforado en 1914, la venta de gasolina también es severamente controlada. Los escáneres leen los códigos de barra que se exigen que estén pegados al parabrisas para prevenir que los conductores llenen sus tanques más de dos veces por semana. La medida está diseñada para evitar que la gasolina altamente subsidiada de Venezuela —donde cuesta menos de un centavo de dólar por litro— se venda en la vecina Colombia, donde el precio del litro es de aproximadamente US$1,15.
“Este país se está cayendo a pedazos”, dijo el chofer Darwin Padilla, mientras se secaba el sudor del rostro en una fila de autos parados en la que llevaba ya una hora. “Como puede ver, tampoco puedo conseguir piezas para reemplazar el aire acondicionado de mi auto”.
“Si no puedo encontrar pañales desechables, uso de tela”, dice Rosa Fernández, madre de un bebé, que señaló que para comprar pañales debe enseñar el certificado de nacimiento de su hijo. “Luego no encuentro detergente. Y si encuentro detergente, no hay agua”.
Algunos artículos que no están bajo los controles de precios, como el desodorante, también son difíciles de encontrar. “¡Miren lo que encontré!”, exclamó una mujer agitando una loción para el cuerpo ante otros compradores al salir de una farmacia. “Pero ya se acabó”.
Este domingo 14 de septiembre, Día de Barquisimeto, marca un hito muy triste en la centenaria historia de EL IMPULSO.
Irónicamente, al unirnos a la ciudad en la celebración de su fecha fundacional, estaremos disponiéndonos, a la vez, al amargo trance de hacer un alto en la circulación de este diario. A partir del lunes 15, y por un tiempo que ansiosamente esperamos sea el más breve posible, las páginas de este vocero del sentir de los larenses no acompañarán el cafecito de las mañanas, conforme al decir popular.
Las circunstancias así lo imponen. Los obstáculos que hemos afrontado para el suministro del papel, cuyas reservas se nos agotan, representan apenas un eslabón en una pesada cadena de adversidades inherentes a la grave situación económica del país, al heroísmo que supone sostener, en esta hora plagada de incertidumbres, una empresa privada en Venezuela, y, particularmente, un medio de comunicación social independiente.
Nuestros amables y fieles lectores están conscientes de que hemos expuesto con claridad, responsabilidad, y de manera oportuna, los antecedentes de esta situación. Desde finales del año 2012 procedimos a alertar a través de notas informativas, editoriales y en las páginas de Opinión, en torno a la aguda carencia de insumos o materia prima y los obstáculos para la asignación de divisas.
Logramos asegurar la continuidad del periódico mediante una drástica reducción del consumo de papel y otras medidas de austeridad. Muy a nuestro pesar, disminuimos progresiva y dolorosamente tanto el número de cuerpos y la paginación, como secciones importantes, que nos proporcionaban identidad. Fue cuando la Asociación Colombiana de Editores de Diarios y Medios Informativos (Andiarios), nos sorprendió con un desprendido gesto de solidaridad que jamás nos cansaremos de agradecer.
Asimismo, y en aras de la transparencia a la cual nos obliga el peso moral de este diario, su tradición, su bien labrada credibilidad y el señero ejemplo de los fundadores y continuadores de esta gesta periodística, registramos en su oportunidad los dos despachos de bobinas de papel autorizados por la Corporación Maneiro, ente gubernamental encargado de la importación y distribución del papel periódico en el mercado nacional.
Ahora bien, el papel, como queda dicho, y subrayamos, es un factor, ciertamente clave cuando se trata de un medio impreso, pero hay otros rubros igual de esenciales: Repuestos, equipos, licencias, programas, tecnología. Estamos, pues, en presencia de un cuadro mucho más amplio y complejo, que abarca, asimismo, la merma de la pauta publicitaria, en buena parte en razón de la recesión económica por la cual atraviesa la nación; la sistemática devaluación de la moneda, los coletazos de la espiral inflacionaria, las obligaciones derivadas de la nueva Ley Orgánica del Trabajo, etcétera.
Lo cierto es que en el curso de sus 110 años de historia, EL IMPULSO ha encarado adversidades duras y complejas. Y siempre ha acopiado la entereza suficiente para superar cada prueba, sin alterar un sólo ápice el carácter insobornable de su línea editorial, sus deberes para con la democracia y el brillo de las libertades ciudadanas.
Esta vez, damos nuestra palabra, no será la excepción. Nos hemos trazado el propósito de proceder sobre la marcha a los ajustes necesarios, a fin de reanudar operaciones cuanto antes. Contamos con la fraterna comprensión de nuestros trabajadores y con el voto de confianza del público: los lectores, anunciantes, relacionados, colaboradores y amigos.
Ningún esfuerzo válido, procedente y a nuestro alcance, se dejará de intentar. Es nuestra promesa formal. No pecaremos por indolencia. No seremos hallados en falta en cuanto respecta a la honradez, y a la salvaguarda del buen nombre, que la sagrada memoria de nuestros fundadores impone con su admirable sello de compromiso.
La otra cara de la crisis: por la escasez, la obesidad es un flagelo en Venezuela
Se complica el acceso a alimentos saludables por los controles de precios
Por Joshua Goodman| Agencia AP
CARACAS – El gobierno de Nicolás Maduro prendió las alarmas para librar una batalla inesperada: combatir el aumento del tamaño de las barrigas de los venezolanos. Esta verdadera epidemia de obesidad es una consecuencia directa de la escasez de alimentos que hace cada vez más difícil llevar a la mesa platos saludables y que empuja, en cambio, al consumo de comida chatarra, bastante más accesible al bolsillo.
Con una campaña nacional que lanzó la semana pasada, el gobierno espera reducir a la mitad, en los próximos cinco años, la tasa oficial de casi el 40% de obesidad entre los venezolanos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 67,5% de los venezolanos mayores de 20 años tienen sobrepeso, la cifra más alta de América latina y muy cercana a la tasa de 69% de Estados Unidos.
La guerra contra las panzas infladas coincide con un momento en que la mayoría de los venezolanos se queja por no encontrar suficientes alimentos. Los rígidos controles de precios y las trabas para conseguir dólares por el estricto control de cambios dificultan la compra de comida a la gran mayoría de las empresas de alimentos, incluso al líder del sector, Empresas Polar, que no tiene cómo importar los insumos a un precio accesible.
Como consecuencia de estas políticas, todo, desde la harina de maíz hasta la leche, escasea en esta nación rica en petróleo y de unos 30 millones de habitantes. Y cuando artículos de primera necesidad aparecen repentinamente en los anaqueles de los supermercados, inmediatamente se forman largas filas.
Para combatir la escasez, el gobierno anunció un plan la semana pasada, que consiste en instalar lectores de huellas digitales en todos los supermercados del país. La oposición criticó el plan al decir que era una especie de racionamiento al mejor estilo cubano, pero el gobierno dice que son necesarios controles adicionales para evitar que ciertas personas acaparen los alimentos y se aumente el contrabando.
«El «capta huella» es un sistema liberador… vamos a detectar dónde están las contrabandistas y los vamos a capturar», dijo Maduro al justificar el nuevo sistema de control electrónico de compras.
Allí también reveló la dieta y los alimentos que su familia compraban cuando el mandatario era un niño -dos cartones de leche, tres paquetes de harina de maíz- como un ejemplo de lo que debería ser el consumo racional de un hogar venezolano.
Para proteger los alimentos producidos en el país, el gobierno anunció esta semana la prohibición de exportar de 21 de ellos, incluyendo el azúcar, el atún y el arroz.
Una dieta generalmente se basa en limitar la ingesta de calorías, pero la principal responsable de la creciente gordura en el país no es otra que la escasez de algunos alimentos, según los nutricionistas.
Conseguir una dieta equilibrada en calorías es más difícil aún si la inflación, del 60% anual, hace mella en los bolsillos de los venezolanos, por lo que muchos terminan comiendo un exceso de comidas ricas en harinas y productos fritos para calmar el hambre. No se trata de ceder a la tentación de comerse un chicharrón o una arepa de maíz rellena de queso grasoso, delicias venezolanas, sino de consumir comida rápida como la que ofrece McDonald’s, muy popular últimamente, lo que contradice las críticas que el gobierno hace al «imperio» de Estados Unidos.
«La gente está comiendo, pero no están recibiendo nutrientes», dice Nixa Martínez, presidente de la Asociación Nacional de Nutricionistas y Dietistas. «Usted come lo que puede encontrar y lo que se encuentra no es saludable», agrega Martínez sobre las causas de la obesidad, una afección que aumenta el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y diabetes.
Datos viejos
El gobierno argumenta que la nutrición del país mejoró en los últimos 15 años, que la pobreza se redujo y que los controles de precios permitieron que más venezolanos puedan pagar tres comidas al día.
De hecho, el año pasado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) elogio a Venezuela por reducir a la mitad el número de personas que padecen de hambre y desnutrición. Pero la mayoría de los datos de la FAO se basan en un estudio del Instituto Nacional de Nutrición de 2008, dijo Martínez.
«La dieta de los venezolanos se modificó drásticamente desde entonces», dijo la nutricionista.
Si la campaña de Maduro tiene éxito, lo mejor sería que empiece desde los hábitos de la clase dirigente. Maduro insta frecuentemente a los venezolanos a hacer ejercicio, diciendo que el amor por la comida rápida es una de las pocas cosas en las que partidarios del gobierno y los opositores tienen en común en un país profundamente polarizado. Pero no aplica lo que predica.
Su mentor y predecesor, el difunto Hugo Chávez, usualmente se burlaba en público de la gruesa complexión del ex sindicalista, y decía que era el resultado de comer muchos submarinos, sándwiches populares en Venezuela.
“Nos obligaron a desnudarnos y amenazaban con violarnos”
Por Diana Lozano y Álex Vásquez
Jóvenes contaron que militares los bañaron con gasolina, los arrodillaron por horas y les decían que irían a una cárcel común. Denuncias serán llevadas a la ONU y a la OEA.
Los estudiantes detenidos durante manifestaciones han sido sometidos a diversas formas de tortura: los desnudaron y amenazaron con violarlos, los bañaron en gasolina y les aseguraron que iban a prenderles fuego, los mantuvieron arrodillados por horas y los golpeaban en la cabeza si no se mantenían erguidos, los envolvían en goma espuma y les pegaban con bates, los amenazaron con llevarlos a cárceles con delincuentes comunes, y en Carabobo fue denunciado un caso de abuso sexual.
Estos son algunos de los tratos crueles, inhumanos e intimidatorios a los que las autoridades sometieron a los jóvenes, según relataron sus abogados.
“Los guardias me tiraron en el piso en medio de un árbol y un carro, en los que se apoyaban para saltarme en la cabeza. Nos arrodillaron, cargaban las escopetas detrás de nosotros y decían que ya era hora de matar a los estudiantes. Nos patearon en la cabeza, luego nos tomaron fotos y nos preguntaban que cómo nos habíamos hechos las heridas, que si nos habíamos caído”, contó Jorchual Gregory, estudiante de segundo semestre de Comunicación Social en la Universidad Arturo Michelena en Carabobo, quien decidió contar su historia a pesar de que tiene miedo, admite. El joven de 19 años de edad aseguró, vía telefónica, que tiene tres heridas abiertas en la cabeza y al menos 20 heridas de perdigones en la espalda.
Gregory fue detenido en el centro de Valencia el13 de febrero en la noche cuando abandonaba una protesta porque grupos de motorizados encapuchados y armados llegaron al lugar. Fue llevado al comando de la GNB ubicado al lado de la cárcel de Tocuyito, donde estuvo detenido hasta la el domingo 16 de febrero en la madrugada.
“Nos hicieron limpiarnos con trapos llenos de gasolina, nos sentaron en grupo y nos golpeaban con escopetas en la cabeza diciendo que éramos una batería”, agregó.
Una lista de maltratos. Nizar El Fakir, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, explicó que un joven que fue llevado al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de Parque Carabobo fue forrado en goma espuma –para evitar dejar marcas– y fue golpeado con un bate. Indicó que los jóvenes tuvieron que hacer sus necesidades en bolsas porque no les permitieron usar el baño.
El Fakir aseguró que algunas de las jóvenes que estuvieron detenidas en Fuerte Tiuna desde el 12 de febrero en la madrugada fueron amarradas en las camas y amenazadas con que las iban a matar.
Juan Carrasco, estudiante detenido el 13 de febrero en Carabobo, contó al diario El Mundo de España que funcionarios de la GNB le acercaban un perro al que le decían que lo mordiera y que le introdujeron un fusil por el ano.
No se denunció por temor. Luis Armando Betancourt, abogado del Foro Penal Venezolano en Carabobo, explicó que muchas de las torturas se conocieron después debido a que las audiencias de presentación se efectuaron en los comandos en los que los muchachos estaban presos, por lo que no se sentían libres de declarar.
Gregory contó que los fiscales del Ministerio Público los entrevistaron en presencia de los uniformados. “Yo no dije nada de las torturas hasta que llegaron los abogados, e igual tenía miedo porque la juez podía decidir dejarnos presos ahí”, dijo.
La coordinadora del Centro de Derechos Humanos de la UCAB, Ligia Bolívar, indicó que en muchos casos los defensores no pudieron reunirse en privado con los detenidos, pues siempre hay un funcionario presente, lo que complica, por temor a represalias, que se conozcan algunos casos de tortura.
Instancias internacionales. El Foro Penal Venezolano indicó que una vez organizada la información acudirá a la Fiscalía y luego a instancias internacionales: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, la Unidad de Torturas de la Organización de Naciones Unidas y el Tribunal Penal Internacional de La Haya.
Carrasco sí denunció violación
Luis Armando Betancourt, abogado de Juan Carrasco, joven que fue detenido en Valencia por guardias nacionales, aseguró que su defendido sí declaró en su audiencia de presentación que uno de los guardias le introdujo un fusil en el ano. La fiscal Luisa Ortega Díaz asegura que eso no ocurrió.
“Ella señala que tiene el acta en las manos, pero la defensa no la tiene. 11 detenidos que estaban ahí y todos los abogados escuchamos cuando lo dijo. Quizá no se dejó constancia en el acta, pero yo no firmé el acta. Otros abogados tampoco la firmaron”, expresó.
Aclaró que cuando le hicieron el primer examen médico forense público, Carrasco no mencionó que lo habían violado con el fusil porque sus agresores estaban presentes. Dijo que la defensa solicitó otro examen médico forense porque el primero era dudoso y que el propio Ministerio Público lo reconoce, porque ha mandado a hacer dos exámenes.
Betancourt anunció que en los próximos días la defensa mostrará los informes médicos privados que se le hicieron a Carrasco. Confió en la pericia de los expertos de la Unidad Criminalística contra la Vulneración de Derechos Fundamentales que designó el MP para investigar el caso.
Exigencias
En una visita a la Defensoría del Pueblo, la dirigente estudiantil Gaby Arellano expresó: “Queremos respuesta sobre las torturas que se les han practicado a los detenidos, violados con fusiles, otros rociados con gasolina y electrocutados, sobre la represión de los cuerpos de seguridad con armas de guerra”.
El alcalde de El Hatillo, David Smolansky, informó que la delegada de Caracas recibió el documento y esta “afirmó que están al tanto de todas las torturas, de la represión y de la persecución”. Voluntad Popular también exigió a la Defensoría del Pueblo el cese a la persecución política, a la represión, el establecimiento de responsabilidades ante las muertes y hechos violentos ocurridos a partir del 12 de febrero, la liberación de los manifestantes ypresos políticos, así como el desarme de los grupos irregulares.
Lo dijeron
Luisa Ortega Díaz
Fiscal general
“Al momento de ser auscultado por el médico, él (Juan Carrasco) no habló sobre esa circunstancia (violación). Luego de concluir la audiencia de presentación, Carrasco y otro abogado, el cual no fue quien lo asistió en esa audiencia, aseguraron a través de un medio de comunicación que había sido víctima de una violación con un fusil”.
Gabriela Ramírez
Defensora del pueblo
“Nosotros hemos retuiteado a la organización Provea cuando afirman que ellos no tienen denuncias, pero hay que investigar. ¡Por supuesto que hay que investigar! No se pueden decir que hay torturas cuando no se tienen las denuncias. El Centro de los Derechos Humanos de la UCAB afirmó que tampoco tiene denuncias”
La Cifra
18 Jóvenes fueron torturados en Venezuela por uniformados en las últimas dos semanas. Eran parte de los 506 estudiantes que han sido detenidos por protestar
La represión en Venezuela es recibida con silencio en América Latina Por José De Córdoba
CIUDAD DE MÉXICO — Desde México hasta Brasil, la mayoría de los gobiernos de América Latina han permanecido impasibles mientras el gobierno venezolano reprime con violencia las crecientes protestas, arresta a líderes de la oposición y censura a la mayoría de los medios de comunicación del país.
La afinidad ideológica con el gobierno izquierdista de Venezuela y los intereses económicos, incluyendo la generosidad petrolera del país, han complicado la respuesta, o la falta de la misma, en la región. «El silencio ha sido ensordecedor», afirmó Michael Shifter, presidente del centro de estudios Inter-American Dialogue, con sede en Washington.
La falta de una condena le otorga a Maduro un gran margen de maniobra política para aumentar la presión contra sus opositores, según el ex secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda. «No hay ningún gobierno latinoamericano que vaya a mover un dedo», señaló.
Ante este vacío, un grupo de ex funcionarios importantes de distintos países del continente americano distribuyeron un comunicado el viernes que reprocha a Venezuela por reprimir las manifestaciones y por lo que calificaron de detenciones arbitrarias de estudiantes y líderes políticos.
Los 17 líderes que firmaron el comunicado, entre ellos el ex presidente de Colombia, Andrés Pastrana, el ex líder peruano Alejandro Toledo y el ex primer ministro canadiense Joe Clark, instaron al gobierno venezolano a garantizar condiciones seguras para las manifestaciones políticas y a liberar a todos los detenidos, entre otras peticiones.
Enrique Krauze, el principal historiador mexicano, indicó que un motivo que explica la respuesta tibia de los gobiernos latinoamericanos es el persistente romance de la región con la revolución izquierdista, en sus variantes de Cuba y Venezuela, al igual que su persistente antiamericanismo. «Buena parte de América Latina nunca hizo la crítica de la revolución Cubana y el régimen de Castro, aunque el mundo entendió las lecciones del régimen Soviético», puntualizó Krauze.
Caracas ha recibido el respaldo abierto de aliados como Argentina, Bolivia y Cuba, que hacen eco a la postura venezolana de que los manifestantes son parte de una conspiración que busca derrocar al gobierno. Venezuela culpa a Estados Unidos por la presunta conspiración, que EE.UU. niega.
Luis D’Elia, uno de los colaboradores políticos clave de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, atacó al líder opositor venezolano Leopoldo López, quien fue detenido esta semana, al publicar en un Tweet que «Maduro debe fusilar a López, agente de la CIA».
La presidente brasileña, Dilma Rouseff, no se ha pronunciado, mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores del país firmó un comunicado emitido por la CELAC, una organización regional, expresando solidaridad con Venezuela y llamando a un diálogo entre las fuerzas políticas del país.
El jueves, el Comité de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Senado brasileño emitió un comunicado rechazando «todo tipo de violencia e intolerancia que busca socavar la democracia y sus instituciones». Esta declaración parece respaldar la posición del gobierno venezolano de que los manifestantes son parte de una conspiración para derrocar al gobierno de Maduro.
«Debemos condenar con la vehemencia necesaria cualquier intento de sustituir la legitimidad de las urnas con la violencia antidemocrática», dijo el senador brasileño Eduardo Suplicy, un ex boxeador, quien propuso la votación.
Castañeda, el ex secretario de Relaciones Exteriores de México, mantiene que en el caso de Brasil, predominan las consideraciones económicas. Las empresas brasileñas han exportado cientos de millones de dólares de pollo congelado a Venezuela, mientras que las grandes constructoras brasileñas tienen proyectos en toda Caracas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil indicó que el país apoya la conciliación y el diálogo nacional, y confía en la madurez de las instituciones democráticas de Venezuela.
Los analistas dicen que México, en donde el Partido Revolucionario Institucional recientemente regresó al poder, parece estar volviendo a su tradicional política extranjera no intervencionista.
En el caso de Colombia, Bogotá se encuentra en el proceso de negociación de un tratado de paz en La Habana con guerrillas comunistas que pondría fin a la guerra civil de medio siglo de Colombia. Los diplomáticos de Occidente dicen que Colombia siente que necesita el apoyo de Venezuela y Cuba para concluir con éxito las negociaciones. Ese apoyo podría correr peligro si Colombia adopta una postura fuerte en la crisis venezolana, dicen los diplomáticos.
El presidente de Panamá Ricardo Martinelli ha sido una destacada excepción. Martinelli dijo que deploraba la violencia del país y pidió el retorno a Panamá del embajador del país en Venezuela para consultas. Maduro respondió calificando a Martinelli de intervencionista.
En Chile, los políticos de izquierda que forman parte del nuevo gobierno e incluso la principal organización de estudiantes han denunciado las protestas estudiantiles venezolanas y criticado al presidente saliente Sebastián Piñera por exhortar a todas las partes del conflicto venezolano a respetar los derechos humanos y el Estado de Derecho.
«Las declaraciones de Piñera fueron apresuradas y lamentables», apuntó Daniel Nuñez, un legislador influyente del partido comunista que forma parte de la coalición en el poder elegida el mes pasado bajo el liderazgo de la presidenta electa Michele Bachelet, quien ha permanecido en silencio con respecto a la actual crisis venezolana.
Incluso los estudiantes de Chile, que en el pasado han protagonizado frecuentes protestas en las calles de Santiago, que a menudo se volvieron violentas, no expresaron simpatía por sus hermanos venezolanos.
«No nos sentimos representados por el actuar de sectores estudiantiles venezolanos que se han puesto del lado de la defensa del viejo orden, opuesto al camino que el pueblo ha definido», dijo un comunicado emitido por la poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, conocida como FECh.
Los países más pequeños en el Caribe y Centroamérica, que dependen de los subsidios petroleros venezolanos, también han guardado silencio.
«Venezuela es un país muy influyente por el petróleo», expresó Raúl Benítez, un experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). «Muchos países tienen miedo que Venezuela les corte el petróleo «.
Pero si la violencia se recrudece, algunos analistas dicen que los países de América Latina terminarán interviniendo. «Incluso la centroizquierda de América Latina va a tener que levantarse y reconocer que esto que está pasando es intolerable», dijo Eric Farnsworth, director del centro de estudios Americas Society and Council of the Americas.
—Martin Arostegui, en Chile, y Paulo Trevisani, en Brasilia, contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 21/02/14.
Un manifestante envuelto con la bandera venezolana durante una protesta contra el gobierno en Caracas.
Venezuela es el próximo Zimbabue
Por Leopoldo Martínez
El 8 de diciembre, los venezolanos acudieron a las urnas para elegir a más de 300 alcaldes y más de 2.000 concejales en una elección nacional. Aunque la coalición opositora realizó algunos avances importantes en las ciudades, el gobernante régimen socialista de Nicolás Maduro logró superar a sus rivales en la votación popular (49% contra 43%). Ahora temo que el país está un paso más cerca de transformarse en una dictadura plena, semejante a la de Zimbabue, en África.
Ha transcurrido menos de un año desde que Hugo Chávez sucumbiera al cáncer y Venezuela está inmersa en una crisis sin precedentes en los 14 años de la llamada «Revolución Bolivariana». No cabe duda de que Chávez fue un autoritario implacable, lo sé porque lo viví en carne propia. Entre 2000 y 2005 fui representante de la oposición que desafiaba la agenda del comandante en la Asamblea Nacional.
Fui obligado a irme después de que funcionarios chavistas intentaron despojarme de mi inmunidad parlamentaria al fabricar acusaciones sobre mi participación en una conspiración respaldada por Estados Unidos.
Ahora Maduro, a quien conocí bien en el parlamento como una figura más conciliadora, está acelerando rápidamente hacia una conclusión mortal las políticas económicas y sociales del presidente fallecido.
Esto ocurre porque Maduro, que se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de Chávez entre 2006 y 2013, tiene vínculos desde los años 80 con los comunistas que gobiernan Cuba, donde fue entrenado como un organizador sindical. Luego de ingresar al círculo más cercano de Chávez con el apoyo de los cubanos, el entonces mandatario lo designo como su sucesor y en abril Maduro ascendió al poder tras derrotar al candidato de la oposición, Henrique Capriles, por un margen de apenas 1,5%. A pesar de las miles de acusaciones de fraude electoral, el régimen se negó a realizar un recuento de los votos.
Siete meses más tarde, la responsabilidad por la actual crisis del país recae completamente sobre los hombros de Maduro. Según las cifras del propio gobierno, la inflación alcanza 54%, la más alta de toda América. Al igual que Chávez, Maduro ha saqueado la industria petrolera venezolana, que aporta 95% de los ingresos por concepto de exportaciones, al ofrecer a Cuba y otros aliados del régimen subsidios petroleros equivalentes a miles de millones de dólares. Pese al tan publicitado compromiso del gobierno con la redistribución del ingreso, el país sigue sufriendo la escasez de productos básicos como el aceite de cocina, la leche y la harina de trigo, mientras que las preocupaciones de que Venezuela no page sus deudas llevaron a Standard & Poor’s a rebajar la calificación de crédito a B-. En medio de un ahondamiento de la miseria, casi no pasa una semana sin que aparezcan nuevas acusaciones de una conspiración de EE.UU. contra el gobierno.
Para entender hacia donde se dirige Venezuela, hay que mirar a Zimbabue. Al igual que el país suramericano, que posee las mayores reservas de petróleo del mundo, Zimbabue es un país rico en recursos naturales como minerales, diamantes y platino. Y al igual que Venezuela bajo la conducción de Chávez y Maduro, Zimbabue ha sido llevado a la ruina por la dictadura de 33 años de Robert Mugabe.
Maduro está recurriendo una y otra vez al libreto de Mugabe. El presidente forzó en noviembre la aprobación de una Ley Habilitante en la Asamblea Nacional que le permite gobernar por decreto y le da el poder de arrestar a cualquier persona que se considere constituya una amenaza para «la seguridad y la defensa de la nación».
También declaró una guerra contra los derechos de propiedad privada. Cientos de empresarios han sido detenidos en las últimas semanas por acusaciones poco claras de «usura» y «especulación». Decenas de negocios han sido nacionalizados para impedir que fijen sus precios a la tasa del mercado negro para los dólares estadounidenses, que actualmente es 10 veces más que el tipo de cambio oficial.
Todo esto tiene paralelos perturbadores con lo sucedido en 2007 en Zimbabue, cuando Mugabe lanzó la «Operación Reducir Precios», una cacería de brujas política que acusaba al sector privado de estar detrás de los problemas económicos del país. Bajo la mirada de la policía y el ejército, las multitudes saquearon las tiendas de productos electrónicos en el centro de Harare, de una manera muy parecida a lo que hicieron los venezolanos el mes pasado con los locales de la cadena Daka. Las medidas sólo sirvieron para exacerbar la aguda crisis financiera de Zimbabue y se puede esperar un desenlace similar en Venezuela.
Las expropiaciones de tierras, otra característica del gobierno de Mugabe, ahora también han pasado a ser un componente importante de la política venezolana. Desde 2000, más de 4.000 agricultores comerciales han sido despojados de sus tierras en Zimbabue. Entre 2000 y 2010, más de 2.300 propiedades fueron confiscadas por Chávez, según un reciente informe del destacado abogado de Caracas Antonio Canova. Maduro está aumentando este vergonzoso historial al depender de una ley que especifica que cualquiera que no tenga títulos de propiedad que se remonten a los primeros años del inmueble, es decir la gran mayoría de los dueños, corre el riesgo de que su propiedad sea confiscada.
Con esta situación como telón de fondo, la oposición pretendía que las elecciones municipales fueran un referéndum nacional sobre el gobierno de Maduro. Al emitir un decreto que redujo los precios de los televisores con pantalla plasma y otros bienes de consumo, Maduro consiguió un impulso electoral de último minuto.
Al igual que Mugabe, quien retuvo el poder durante las elecciones de 2008 y 2013, las cuales fueron consideradas ampliamente fraudulentas, Maduro ahora gobierna prácticamente sin contrapesos. Sin embargo, como lo ha señalado Capriles, las elecciones municipales han dejado a Venezuela peligrosamente dividida en dos. Ahora que Maduro sigue empeñado en luchar contra quienes considera «burgueses y parásitos», la crisis sólo se puede ahondar en el corto plazo.
—Martínez, un miembro de la oposición en la Asamblea Nacional de Venezuela entre 2000 y 2005, es presidente ejecutivo del Center for Democracy and Development in the Americas, en Washington, D.C.
Fuente: The Wall Street Journal, 23/12/13.
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Camino a Zimbabue
Por José Guerra
Zimbabue, la antigua Rodesia, sufrió una de las mayores hiperinflaciones de las que se han conocido. Tal vez solamente superada por la que padeció Hungría en julio de 1946 con 42.000 billones por ciento, lo que equivale a decir que los precios se duplicaban dos veces al día. Venezuela no va a tener la inflación que tuvo Zimbabue pero está aplicando las mismas políticas que implementó ese país africano. Para que setenga una idea de lo que fue el alza de precios en aquella nación, en 2008, la tasa de inflación anual alcanzo a 89.700 trillones por ciento, número este que no cabe en nuestra codificación mental y para ello es mejor expresarlo de esta forma: los precios se duplicaban de un día para otro, a una escala geométrica. Elloequivalente a decir que si alguien compraba un pan un lunes en Bs 2,0, el próximo lunes ese mismo pan pasaría a costar Bs. 356,0.
Pero lo relevante es analizar lo que hizo el gobierno de Zimbabue y el banco central de ese país para desquiciar la economía. Hizo lo que hicieron todas las naciones que han experimentado procesos de hiperinflación: imprimir dinero sin respaldo para financiar el déficit fiscal. Solamente así se puede explicar un aumento explosivo de los precios como el que atestiguó Zimbabue. La causa de las hiperinflaciones como resultado de la impresión de dinero para enjugar los déficits presupuestarios es uno de los temas donde los economistas tienen pleno consenso. Pero también hizo otra cosa el gobierno de Zimbabue para acelerar el alza de los precios: acabó con la producción agropecuaria al perseguir a los productores, confiscarles sus propiedades para que las administrara el Estado. Al final, la producción de alimentos cayó significativamente y el país se vio precisado a importar masivamente los alimentos.
El libreto de la hiperinflación se tradujo al público cuando el presidente Mugabe comenzó a culpar a los extranjeros y a los comerciantes por la escalada de los precios a quienes acusaba de montar una conspiración para derrocarlo. En un acto de desesperación el Banco Central de Zimbabue declaró ilegal la inflación y congeló los precios de los bienes de primera necesidad por tres meses, entre marzo y junio de 2007. Esta medida se tradujo escasez, lo que agravó todavía más la inflación. En un paso más adelante, en agosto de 2007, las autoridades policiales arrestaron a ejecutivos de varias empresas acusándolos de haber aumentado los precios.
En Venezuela, se reformó la Ley del BCV en junio de 2005, modificación esta conocida como lareforma León-Cabezas por haber sido Armando León, director del BCV y Rodrigo Cabezas, entonces ministro de Finanzas sus impulsores. Esa reforma dinamitó las bases de la estabilidad monetaria de Venezuela al permitir que el BCV traspase al gobierno sus reservas internacionales para que éste las gastes. Ello obviamente debilitó al bolívar y propició una elevación de los precios. Con base en esa reforma, en 2009 y 2010 se produjeron dos nuevos cambios a la Ley del BCV para permitir ya de manera abierta que el BCV emitiera dinero para financiar los déficits fiscales. En esta ocasión los artífices de esas reformas fueronNelson Merentes y Armando León.
Como era de esperarse, la liquidez monetaria comenzó a aumentar rápidamente y entre 2012 y 2005, fecha de inicio del frenesí monetario que provocó la reforma Leon-Cabezas, ese indicador reflejó un aumento acumulado de 892,0%, es decir un crecimiento interanual superior al 120,0%. No hay economía que resista tal inyección de dinero sin que ello se traduzca en una espiral inflacionaria, como efectivamente ha sucedido en Venezuela, a pesar de los controles de cambio y de precios, conforme se aprecia en el gráfico adjunto.
Pero antes de 2005, el gobierno lanzó una ofensiva expropiatoria sobre haciendas, hatos y finas productivas que pasaron a manos del gobierno. No había que ser un versado en temas agro alimentarios para predecir el resultado de tal acción. Efectivamente, la producción cayó verticalmente y ahora Venezuela tiene un déficit alimentario superior a US$ 7.000 millones. Hoy que la inflación se ha domiciliado al interior de la economía, el gobierno recurre al estribillo de culpar a los empresarios por el aumento de los precios y al igual que Mugabe, Maduro ha ordenado una rebaja de los precios de ciertos bienes y el encarcelamiento a algunos directivos de empresas a quienes acusa de usureros, un delito del medioevo. Zimbabue y Venezuela han aplicado políticas parecidas, con la notable diferencia que Venezuela tiene petróleo y los ingresos provenientes de ese mineral le han dado una capacidad para importar algo que no disfruto Zimbabue.