Toda América del Sur se orienta al Asia-Pacífico

junio 16, 2013

Toda América del Sur se orienta al Asia-Pacífico
Por Jorge Castro

Chile, Perú, Colombia y México constituyeron en 2011 la Alianza del Pacífico, con el objetivo de acelerar la integración entre sí, y ante todo con Asia, nuevo eje del proceso de acumulación global.

La Alianza del Pacífico no es una alternativa al Mercosur, ni un intento de disputar el liderazgo brasileño en la región.

La inserción internacional -camino de doble vía por el que transcurren el comercio y las inversiones- de América del Sur, de toda ella sin excepción, es nítida y definida. Más de 60% de las exportaciones de la región son materias primas (Brasil, 62% en 2012) y su principal socio comercial es China.

La cuestión que se presenta a la región es cómo profundizar su integración con China/Asia, para lo cual es conveniente establecer con precisión su significado en la economía global del siglo XXI. Asia es el centro de gravedad del comercio internacional; y más de 40% del comercio regional es intra-asiático, con eje en China, convertida en el núcleo de una gigantesca red transnacional de producción (80%, industria manufacturera), en la que se ensamblan los bienes intermedios exportados por los países industriales del continente asiático.

Allí se integran y se venden al mercado doméstico y al resto del mundo, ante todo Unión Europea y EE.UU. Más de 40% de las exportaciones chinas son intra-industriales, y las importaciones representan un porcentaje superior (43%). Por eso, en 2015, más de 40% del comercio mundial (que sería 55% en 2020), se originaría en 3 grandes triángulos de intercambio con epicentro en China continental: resto de Asia, Medio Oriente /África y América Latina, en especial Brasil. China es hoy el principal socio comercial de 144 países en el mundo.

Los acuerdos de libre comercio contemporáneos (Alianza del Pacífico, Asociación del TransPacífico / TPP, ASEAN + 3, NAFTA) tienen la misma lógica que el proceso de integración estructural del capitalismo avanzado. En ellos, más importante que el comercio son las inversiones, y éstas son la causa mediata del aumento sostenido de las exportaciones.

China se incorporó a la OMC en 2001 y asumió como propias las instituciones del capitalismo globalizado. A partir de entonces, la inversión extranjera directa (IED) comenzó a crecer 15% por año y 1 año y medio después se desató un incremento significativo de las exportaciones, que se duplicaron en los primeros 5 años y se volvieron a duplicar en el siguiente lustro.

La República Popular se convirtió en 2009  en el primer exportador mundial, por encima de Alemania y EE.UU.

En los próximos 10 años, se transforma la pauta del comercio intra-asiático al volcarse China al crecimiento sobre la base de la demanda doméstica. La fábrica industrial del mundo que fue en la primera década del siglo se convierte ahora en el eje del consumo global (14% del consumo mundial en 2010; 25% en 2020; 40% en 2030).

El resultado es que hay un vuelco de las exportaciones de los países avanzados hacia la República Popular, financiadas por la nueva direccionalidad del flujo global de capitales, que se dirige ahora del Norte al Sur, de EE.UU a China, a diferencia de lo que ocurrió en los primeros 10 años del siglo, en que el rumbo fue el contrario. De ahí que los principales corredores del comercio mundial sean ahora los que unen a Asia con las otras regiones del mundo emergente, y en primer lugar con América del Sur (Brasil).

Morgan Stanley prevé que en los próximos 10 años el consumo en China se triplica, los salarios reales se cuadriplican y el stock de IED se multiplica por dos. Brookings estima que el consumo de la clase media asiática ascendería a 59% del total mundial en 2030 (hoy es 23%).

Estas son las razones por las que los países sudamericanos, sin excepción, se vuelcan a Asia, y lo mismo hace el resto del mundo, ante todo EE. UU.

Fuente: Clarín, 16/06/13.

En Harvard, las humanidades sufren un éxodo de estudiantes

junio 16, 2013

En Harvard, las humanidades sufren un éxodo de estudiantes
Por Jennifer Levitz y Douglas Belkin

CAMBRIDGE, Massachusetts — Las facultades de humanidades de la Universidad de Harvard, que durante siglos fue un referente de las letras estadounidenses, está atrayendo a menos estudiantes en medio de preocupaciones sobre el valor de este tipo de títulos en un mercado laboral que está cambiando rápidamente.

Un informe de la universidad publicado este mes recomienda que las facultades de humanidades se promuevan a sí mismas entre estudiantes de primero y segundo año, que formen un marco interdisciplinario más amplio para retener a los estudiantes y que desarrollen una red de contactos para prácticas laborales para establecer el valor del título en la fuerza laboral.

Este «es un momento anti-intelectual, y creo que lo importante es que nosotros, la gente en las artes y las humanidades, encontremos formas creativas y positivas de encarar el momento», señaló Diana Sorensen, decana de Artes y Humanidades en Harvard. La división necesita mostrar «qué aporta nuestro trabajo para que no piensen que andamos en las nubes todo el tiempo».

Las facultades de humanidades de universidades en todo Estados Unidos están afrontando retos similares, debido a la mayor competencia económica global, un mercado laboral que compensa desproporcionadamente a los egresados de carreras de ciencias exactas, aumentos en los precios de las matrículas, y los altísimos niveles de deuda estudiantil.

Entre los egresados universitarios recientes que se graduaron en lengua y literatura inglesa, la tasa de desempleo fue de 9,8%; para los licenciados en filosofía y estudios religiosos, fue de 9,5%; y para los titulados en historia, también fue de 9,5%, según un informe de este mes del Instituto de Políticas Públicas de Georgetown que utilizó datos de 2010 y 2011.

En cambio, los egresados recientes de química registraron una tasa de desempleo de solo 5,8%, y los egresados con títulos en educación primaria, de 5%.

Los estudiantes toman nota. En 2010, solo 7% de los egresados universitarios en EE.UU. se titularon en humanidades, un descenso frente a 14% en 1966. En Harvard, los estudiantes de carreras de letras cayeron a 20% en 2012 desde 36% en 1954.

Shannon Lytle, un estudiante de 19 años de Ohio, que empezará su segundo año en Harvard, consideró estudiar historia, pero en cambio se decantará por la informática cuando tenga que elegir una concentración en unos meses.

«La gente dice que deberías hacer lo que te gusta», expresó Lytle. «Pero la realidad es que son tiempos económicos más duros, y tenemos que preocuparnos por sobrevivir después de la graduación».

Los presidentes y administradores de universidades de artes liberales ya han comenzado a adoptar una estrategia más orientada al empleo en la educación humanística. En la Universidad de Wake Forest, el departamento de servicios profesionales ha sido incorporado al plan de estudios.

Homi Bhabha, director del Centro de Humanidades en Harvard, indicó que no les dio mucha importancia a las críticas de algunos políticos que se quejan de que los jóvenes necesitan ingresar a campos que supuestamente son más útiles.

«Creo que eso ocurre porque tienen una perspectiva muy primitiva y reduccionista de lo que es esencial en la sociedad», apuntó. «Hay empleos, incluso en el campo de los negocios, donde las humanidades juegan un papel importante».

Fuente: The Wall Street Journal, 13/06/13.

La austeridad no es elúnico problema en Europa

junio 15, 2013

La austeridad no es la única valla en Europa
Por Stephen Fidler

En Europa se sigue discutiendo si los gobiernos deberían flexibilizar sus presupuestos para estimular el crecimiento. Pero algunos analistas sostienen que este debate está desviando la atención de algo más importante que bloquea la recuperación de las economías de la región: el maltrecho sector financiero del continente.

António Borges, un ex director europeo del Fondo Monetario Internacional que ahora es profesor de la Escuela de Negocios y Economía Católica Lisbon, sostiene que debatir los méritos de las políticas de austeridad es no entender el problema.

En la mayor parte de Europa, señala, los gobiernos no tienen margen para realizar una política fiscal expansiva porque en el mercado no hay apetito para más deuda gubernamental. «Todo el debate sobre la austeridad está fuera de lugar; lo que está desacelerando el crecimiento en Europa es la falta de crédito», afirmó Borges en una conferencia esta semana en Bruselas, organizada por el centro de estudios italiano European House-Ambrosetti.

El crédito para financiar nuevas inversiones es escaso en parte debido a la incertidumbre sobre la recuperación económica de la región. Pero hay un motivo más de fondo: muchos de los bancos del continente no están en condiciones de prestar dinero.

Los bancos dominan las finanzas en Europa, en especial en las atribuladas economías del sur del continente. Alrededor de 85% de los activos financieros en Italia, 87% en España y 96% en Grecia están en manos de bancos y otras instituciones de crédito, comparado con menos de 30% en Estados Unidos. Por lo tanto, cuando los bancos no prestan, las economías europeas no crecen.

Analistas señalan que los errores cometidos por los gobiernos europeos han restringido el crédito.

En 2008, asumieron que sus bancos no habían sido demasiado afectados por una crisis desatada en EE.UU. Cuando esto resultó no ser cierto, no llevaron a cabo «pruebas de resistencia» creíbles para evaluar las necesidades de capital de los bancos.

Algunos bancos fueron recapitalizados por los gobiernos, que inyectaron el mínimo de capital. Los bancos que recibieron la orden de apuntalar sus relaciones de capital no lo hicieron mediante la emisión de nuevas acciones, sino desprendiéndose de activos. Los préstamos a empresas privadas no financieras alcanzaron su máximo en 2009 y han caído todos los años desde entonces.

Los gobiernos de la zona euro evalúan nuevamente una revisión de la calidad de los activos de los bancos para asegurarse de que gozan de buena salud cuando queden bajo la órbita del supervisor del Banco Central Europeo el año próximo.

Pero eso tampoco será creíble a no ser que el mercado se convenza de que se trata de un ejercicio honesto. Eso dependerá en parte de que haya fondos disponibles para recapitalizar a los bancos que lo necesitan —incluso por parte de gobiernos que tienen un acceso limitado a fuentes de financiación— y de que los que están en las peores condiciones sean cerrados.

En algunos casos, los reguladores de bancos nacionales han agravado la situación, indicó Borges. En su empeño por evitar que los bancos nacionales hagan apuestas riesgosas en el exterior, los han alentado a quedarse en casa. Estas medidas han impedido que los bancos de las principales economías de la región obtengan retornos generosos prestádoles a empresas que necesitan crédito en Italia y otros países de la periferia.

Los fondos se están quedando en Alemania y otras economías «seguras», un motivo por el que la abundante provisión de crédito del BCE a los bancos no está beneficiando al sur de Europa.

No sólo las políticas oficiales obstaculizaron los préstamos bancarios, sino que también restringieron una salida: los mercados financieros.

El patrimonio financiero de los europeos como porcentaje de sus ingresos disponibles —una medida de la capacidad de una economía para sostener un mercado de capitales— es comparable al de los estadounidenses. Pero las autoridades europeas han limitado el desarrollo de fondos de cobertura y de private equity, han tomado medidas para limitar las ventas al descubierto y regulado derivados y bolsas.

Eso fue en nombre de aumentar la transparencia y limitar los abusos, pero Borges sostiene que han dificultado el desarrollo del mercado de capitales. «Creo que hay un prejuicio contra las finanzas modernas en Europa», indicó.

Fuente: The Wall Street Journal, 12/06/13.

Informe Económico Global

junio 10, 2013

Exclusivo para Suscriptores.

Ver archivo PDF: Informe-semanal-2013-06-07

China y Estados Unidos, socios e interdependientes

junio 9, 2013

China y EE.UU., socios e interdependientes
Por Jorge Castro

EE.UU. y China tienen en sus manos la gobernabilidad del sistema mundial en la segunda década del siglo XXI.

El comercio bilateral ascendió a US$ 493.000 millones en 2011 y este año superaría los US$ 600.000 millones. Desde el ingreso de China en la OMC (2001), las exportaciones norteamericanas aumentaron 542% (en este mismo período, las colocaciones estadounidenses en el resto del mundo crecieron 80%) y las ventas de las firmas estadounidenses radicadas en China ascendieron el año pasado a US$ 169.000 millones.

EE.UU. no sólo exporta bienes de equipo y de capital de alta tecnología. Las ventas de carnes de cerdo aumentaron 600% anual en los últimos 5 años y los farmers se han convertido en proveedores esenciales de proteínas cárnicas de la población china.

El déficit norteamericano en la balanza bilateral (US$ 301.600 millones en 2011) es un fenómeno de restricción óptica. El saldo negativo de EE.UU. con Asia, incluyendo China, es el mismo que hace 10 años. También desapareció la subvaluación del renminbi (RMB), que se ha apreciado 30% desde 2005, y a medida que se valorizaba, el comercio bilateral aumentaba cada vez más.

China es el principal acreedor externo de EE.UU., y el segundo interno, después de la Reserva Federal. No hay país en el mundo más interesado en el éxito económico de EE.UU. que la República Popular.

El Banco Mundial estima que el consumo chino se incrementaría 6 veces hasta 2027 (US$ 10 billones por año) y la clase media ascendería a 575 millones de personas en 2020, el doble que la población estadounidense. Por eso, las firmas manufactureras norteamericanas instaladas en China multiplicarían por 3/4 sus ventas en el territorio continental.

La necesidad histórica –globalización/revolución tecnológica– impone la cooperación estratégica entre EE.UU. y China.

Es el hecho geopolítico que obliga a colaborar estratégicamente a los dos principales países del mundo actual, así como la amenaza soviética selló el mutuo respaldo entre Richard Nixon y Mao Tse Tung en 1972, con la mediación de Henry Kissinger.

El siguiente paso, probablemente discutido en la reunión californiana, es la elaboración de una visión estratégica común de alcance global, que perciba en forma compartida el sentido –dirección, significado– de los acontecimientos mundiales.

La cooperación estratégica basada en una visión común entre ambos países es el escudo que protege su integración estructural, así como la unipolaridad hegemónica estadounidense permitió el despliegue de la globalización entre 1991 y 2008. L a prioridad estratégica de EE.UU. está ahora en Asia, no más en Medio Oriente, Europa o América del Sur (salvo Brasil). La conversión del continente asiático en el punto principal de la agenda norteamericana tiene un significado esencialmente político, antes que económico o comercial, porque EE.UU.

no ejerce más la unipolaridad hegemónica del sistema mundial.

China crece sobre la base de su demanda doméstica y el consumo individual y a medida que lo hace, profundiza su integración en Asia, a través de las cadenas trasnacionales de producción, y en este camino se convierte en el eje de la demanda global.

Mao dijo que en el diagnóstico estratégico lo esencial es “descubrir la dirección de los acontecimientos (…), su energía potencial”. Su visión estratégica tiene un significado holístico, que integra en toda situación pasado y futuro, fuerza y debilidad, lejanía y cercanía. Presume que “el mundo nunca puede ser dominado, y que sólo se puede armonizar con sus tendencias centrales”. En esta escuela se ha formado Xi Jinping, el interlocutor de Obama esta semana.

Fuente: Clarín, 09/06/13.

Jorge Castro

Fundación Argentina de Networking

junio 9, 2013

Entrevista de Elba Torrado a Gustavo Ibáñez Padilla. Programa «Se hace camino al andar».

www.fundacionargentinadenetworking.org

El ascenso del continente americano

junio 6, 2013

El ascenso del continente americano
Por Joe Biden

La semana pasada, durante un viaje de cinco días por América Latina y el Caribe, visité un cultivo de flores cerca de Bogotá, Colombia, un trayecto de una hora en auto desde el centro que hubiera sido imposiblemente peligroso hace 10 años. En el camino, pasé por complejos de oficinas, salas de cine y parcelas, intercaladas con pequeñas fincas y empresas familiares. En el cultivo de flores, un cuarto de los trabajadores son mujeres que son cabeza de familia. Los claveles y las rosas que cortaban llegarían a tiendas en Estados Unidos en cuestión de días, libre de impuestos.

Lo que vi en el cultivo fue solo una señal del florecimiento económico registrado en el año desde que entró en efecto un acuerdo de libre comercio entre EE.UU. y Colombia. Durante ese período, las exportaciones estadounidenses al país han aumentado 20%.

La experiencia de EE.UU. con Colombia refleja un auge económico más amplio en el Hemisferio Occidental que ofrece muchas oportunidades emocionantes de alianzas para empresas estadounidenses. En Rio de Janeiro, me reuní con líderes empresariales de EE.UU. y Brasil —que representaban los sectores aeroespacial, de energía, de construcción y manufactura— y quienes presentaron una visión impresionante de la prosperidad que cubre al continente americano. Como indicaron estos líderes empresariales, América Latina hoy es una región transformada. Las elecciones, que antes eran una excepción, son ahora la norma. En un creciente número de lugares, los conflictos entre izquierda y derecha han dado paso a una forma de gobierno pacífica y práctica. Y en el proceso, la clase media de América Latina ha crecido 50% solamente en la última década. Según ciertos cálculos, es casi del tamaño de la población equivalente en China.

Hay un potencial enorme —económica, política y socialmente— para EE.UU. en sus relaciones con los países del Hemisferio Occidental. Y por eso, el gobierno del presidente Barack Obama ha lanzado el periodo más prolongado de diálogo de EE.UU. con el continente americano en mucho tiempo, que incluye el viaje del presidente a México y Costa Rica el mes pasado; mi propio viaje reciente a Colombia, Trinidad y Brasil; la participación del secretario de Estado, John Kerry, en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos en Guatemala; la visita del presidente de Chile a Washington esta semana y una visita programada a Washington del presidente de Perú. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, llegará a Washington en octubre para su primera visita de Estado durante su segundo término.

Conforme los líderes de la región trabajan para sacar a sus ciudadanos de la pobreza y diversificar sus economías desde un crecimiento encabezado por los commodities, EE.UU. cree que la mayor promesa —para los estadounidenses y para sus vecinos— depende de una integración y apertura económica más profunda.

El proceso está más avanzado de los que se podría pensar. No solo EE.UU. está profundizando lo que ya es una relación comercial de US$1 billón (un millón de millones) con México y Canadá, también tenemos acuerdos de libre comercio que se extienden casi de manera continua desde Canadá hasta Chile.

Uno de los avances más prometedores es la Alianza del Pacífico entre Chile, Colombia, Perú y México. Este pacto, que abarca a los países de crecimiento más rápido de la región, ahora cuenta con naciones de todo el mundo que buscan participar o ejercer un papel positivo de apoyo. Nosotros somos una de esas naciones. Con un compromiso de disminuir los aranceles e integrar los intereses comerciales y diplomáticos, los miembros de la alianza están demostrando que el pragmatismo, y no la ideología, es el secreto del éxito. El esfuerzo también sirve de recordatorio de los profundos vínculos entre nuestra mayor integración en este hemisferio y nuestro reequilibrio Asia-Pacífico.

Para Brasil, como para EE.UU., una de las áreas más importantes es la energía. Desde el biocombustible hasta las reservas petroleras en aguas profundas pasando por el gas de esquisto y la hidroelectricidad, Brasil es rico en energía, y eso tiene implicaciones gigantes a nivel global. Brasil ya es un país experto en la energía renovable y la extracción en aguas profundas, pero ambos países pueden llegar más lejos si trabajan juntos. Sé por mi reunión con la presidenta Rousseff que Brasil está igualmente comprometido con una alianza de energía.

Al fin de cuentas, todas estas oportunidades económicas son sostenidas por las protecciones democráticas y la seguridad de la ciudadanía. A través de la Carta Democrática Interamericana, las naciones del hemisferio se comprometieron a promover y defender la democracia representativa; este compromiso sigue siendo tan importante como nunca para el éxito del continente. Y desde México al Caribe hasta llegar a Colombia, seguimos participando en alianzas a largo plazo de seguridad. EE.UU. permanecerá junto a Colombia conforme busca poner fin al conflicto de mayor duración del continente e inspira a otros países en la región a superar sus propios retos.

Eso implicará algunas conversaciones honestas como la que se llevará a cabo la próxima semana en la Asamblea General de la OEA sobre las políticas contra las drogas. Igualmente, muchos países tienen serias preocupaciones sobre el flujo de armas desde EE.UU. y están molestos con nuestra política de deportación de criminales por su falta de transparencia. No nos alejaremos de este tipo de debates difíciles.

Aquí en EE.UU., necesitamos reformar nuestro sistema inmigratorio porque es lo adecuado para nuestro propio país. Pero también fortalecerá nuestra postura en el hemisferio. El éxito en las relaciones internacionales, como cualquier otra relación, depende del respeto. Y satisfacer por entero el potencial de estas nuevas relaciones implicará tratar a personas de otras naciones que viven dentro de nuestras fronteras con respeto.

Los cambios en curso invitan a EE.UU. a ver a América Latina y el Caribe de una forma muy distinta. La pregunta clave para la política de EE.UU. ya no es «¿qué podemos hacer por el continente americano?» Es «¿qué podemos hacer juntos?»

En la década de los 90, imaginamos a una Europa integrada, libre y en paz. Ahora, pienso que podemos creíblemente concebir un continente americano con una clase media sólida, y que es seguro y democrático, desde el Circulo Ártico hasta Tierra del Fuego y en todos lados en el medio.

— Joe Biden es el vicepresidente de Estados Unidos.

Fuente: The Wall Street Journal, 05/06/13.

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