Las respuestas a Las incógnitas más resonantes respecto del dólar
Por Nicolás Sanz.
Reportaje a un especialista en finanzas. .
En un día donde el dólar culminó por explotar, se propagaron muchas incógnitas, algunas de ellas las respondió el ingenieroGustavo Ibáñez Padilla al ser consultado por Tribuna de Periodistas.
Lo primero que se le consultó al especialista en finanzas, fue sobre las razones por las cuales el dólar aumenta sin control, a lo que supo responder pormenorizadamente: “La cotización del dólar (si no hay intervención del BCRA) surge de la libre interacción de la oferta y la demanda.
Por diversas razones la oferta ha sufrido una importante disminución: La sequía afectó los resultados de la cosecha, la suba de tasas de la FED (Banco Central de los Estados Unidos) quitó fondos a los mercados emergentes, la crisis de confianza en la Argentina cortó el flujo de financiamiento externo.
Al mismo tiempo aumentó la demanda, por causa de: El temor de los ciudadanos comunes que históricamente se refugian en el dólar cuando hay crisis, grandes operadores están apostando en contra del peso, la falta de claridad en el Plan Económico siembra dudas en el mercado y los temores sobre la capacidad de pago del Estado argentino, ponen más presión sobre el tipo de cambio, la acción interesada de políticos opositores que pugnan por desestabilizar al gobierno alimenta los temores del mercado. El resultado de esta ecuación es el aumento del tipo de cambio”.
También se le ha inquirido sobre qué puede pasar con la divisa norteamericanarespecto de si va a seguir aumentando o si hay probabilidades de que empiece a disminuir en comparación al devaluado peso argentino: “No sabemos cuál va a ser el punto de equilibrio. El tipo de cambio flotante actúa como un regulador de la economía nacional. Al subir el dólar inmediatamente mejora nuestra balanza comercial y el problema comienza a solucionarse.
No hay que entrar en pánico. El plan que debe cumplir el gobierno no es muy difícil de llevar a cabo. La situación es mucho mejor que la de crisis anteriores. No hay descalce entre pesos y dólares. Hay un Gobierno más fuerte de lo que parece. Cambiemos comenzó en una situación débil pero se fue afirmado con el paso de las elecciones. No hay una fuerza opositora unida que pueda desbancar al Gobierno, el peronismo está en proceso de degradación y muchas de sus principales figuras están a un paso de ingresar a la cárcel.
Lo que sí hay es un conjunto de fuerzas e intereses que procuran desestabilizar al Gobierno y generar una crisis, por aquello de `a río revuelto ganancia de pescadores´. Hay muchas personas que cuentan con fondos de origen ilícito dispuestas a invertir una parte para hacer caer al Gobierno de Macri, a fin de evitar terminar en prisión. La diferencia es que ahora hay también una enorme cantidad de personas dispuestas a defender el proceso de depuración de la República, que se expresan por las redes sociales, las marchas en la vía pública y también en las urnas. Aquí está la fortaleza del actual Gobierno que no tenían los anteriores”.
Otra de las preguntas que precisaba una respuesta concisa, refiere al impacto del día a día en el bolsillo de la gente de a pie, a lo que el consultor financiero respondió escuetamente: “El aumento del dólar afecta en forma directa a todo aquello que provenga del exterior. La disminución del gasto en bienes importados y la caída de los viajes al exterior son el primer efecto. Como contrapartida también aumentarán nuestras exportaciones e ingresarán dólares de los turistas que vengan a la Argentina atraídas por la mejora en nuestros precios relativos. Es así como el sistema busca su equilibrio.
Otro asunto es el traslado de la suba del dólar a los precios en general, esto ocurre sólo si lo convalida el Banco Central con una creciente emisión. Si el gobierno hace sus deberes y se toma en serio la necesidad de bajar el déficit fiscal, achicando el gasto público, es de esperar entonces que el impacto sobre los precios sea menory la mejora del tipo de cambio real permanezca en el tiempo.
Si los argentinos somos capaces de aprender de nuestros errores, ajustándonos el cinturón cuando es necesario, controlando a los políticos para que deban ser honestos, exigiendo a la Justicia el pronto castigo de los corruptos y trabajando en forma disciplinada y persistente, entonces y sólo entonces podremos disfrutar de un merecido éxito”.
Por último, en el marco del viaje que Dujovne prepara a Washington para renegociar con el FMI los aspectos del adelanto del préstamo que la entidad ya había otorgado, en parte, en mayo último, a Ibáñez Padilla se le requirió una explicación sobre cómo beneficiaria a la Argentina dicha medida: “Sería muy favorable que el FMI adelante el cronograma de fondos, esto le daría más oportunidades al Gobierno para sobrellevar la crisis y tiempo para esperar los efectos favorables de la mejora del tipo de cambio. Macri cuenta con el apoyo del FMI y de Donald Trump en esta crisis, lo cual fortalece su posición”.
30/08/18 Ejemplo de Campañas de rumores con intención de infundir temor respecto del dólar:
Fuente: Twitter, 30/08/18.
Esto es un ejemplo típico de guerra psicológica (uso de rumores, propaganda y acción psicológica a fin de direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social).
Alertados por la noticia de que el juez federal Rodolfo Canicoba Corral no tiene previsto citar al ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, ni a los directivos del INDEC por la escandalosa denuncia sobre la evidente y pública manipulación de datos del índice de precios al consumidor iniciada en 2007, es que retomamos la posta y volvemos a insistir con el tema. (…)
El engaño y la manipulación estadística orquestada a través de la ilegítima intervención del INDEC resultan evidentes para todos los ciudadanos de bien que habitan el suelo argentino, con excepción de los funcionarios públicos corruptos que ya todos conocemos. Es hora de que los argentinos honestos abandonen su zona de comodidad y tomen acción para terminar de una vez por todas con este ‘abuso intelectual’ al cual nos vemos sometidos. Si así no lo hiciéramos que Dios y la Patria nos lo demanden.
La oficina en el celular: cómo afecta la transformación digital a las empresas donde trabajamos
En la cumbre VMworld, en Las Vegas, se presentaron las novedades en digitalización del ámbito laboral.
Por Maximiliano Fernandez.
(Enviado especial a Las Vegas) Un local de ropa que utiliza tablets en los probadores para evitarle al cliente, disconforme con alguna de las prendas que tomó, tener que salir. En su lugar, elige en el dispositivo los nuevos productos que desea en el catálogo y un asistente se los lleva. O una empresa que alquila autos y la da al cliente un celular con distintas aplicaciones, GPS o reproductores de música, y -garantiza- no almacena rastro alguno de los datos personales… O una minera que utiliza sensores en los tractores para monitorear la seguridad de los obreros.
Son algunos de los casos en los que Latinoamérica se presenta como referencia. Hay muchos otros. En todos coinciden distintos factores: optimizar recursos, mejorar la experiencia de usuario, bajar costos y garantizar la seguridad.
Son solo un puñado de los casos mencionados en la VMworld, que cada año organiza VMware. Se trata de uno de los eventos tecnológicos más grandes de su tipo, que reúne a más de 20 mil personas en Las Vegas, entre directivos, empleados, clientes, oradores y periodistas.
«Los latinoamericanos particularmente son muy creativos. Se les ocurren soluciones que no he visto en Estados Unidos. En general, son los propios equipos de innovación los que empujan las transformaciones. Con la nueva plataforma que ofrecemos, mejoramos el tiempo de reacción ante eventuales fallas para amortiguar pérdidas de clientes y potenciar la experiencia de usuario», le dijo a Infobae Edna Massuda, directora de cómputo de usuario final para Latinoamérica de VMware, la compañía que lidera el mercado de soluciones digitales para el mundo del trabajo, con más de 500.000 clientes.
La plataforma a la cual la ejecutiva hace referencia es Workspace ONE. Pat Gelsinger, el CEO global de la compañía, ofició de anfitrión en la conferencia donde se hicieron los anuncios más rimbombantes. Para graficarlo, Gelsinger enumeró: celulares, computadoras, tablets, impresoras, scanners, relojes inteligentes, aplicaciones, sistemas operativos diferentes. Y se detuvo. «El caos se acabó», remarcó.
Según sostienen desde la compañía, el diferencial que ofrece la plataforma es la convergencia. Los distintos dispositivos y aplicaciones confluyen en un solo sistema. «Hay un ecosistema enorme de diferentes tecnologías que complejizaban el trabajo del CIO (chief information officer). Hoy no existe la separación y conviven los dos mundos: el celular y la tradicional computadora de escritorio», explicó Marcelo Pardo, ingeniero responsable del usuario final.
El equipo no está destinado a una industria específica. Se puede adaptar de acuerdo a las distintas necesidades. De la customización se producen las alertas. Las empresas seleccionan qué puntos de su negocio quieren monitorear y cuando se presenta un error o desvío, el sistema se los hace saber.
La nueva generación de trabajadores, los tan mencionados millennials, empujan los cambios que se suceden en el ámbito laboral. «Nuestras conversaciones han cambiado con los clientes. Hoy las áreas de tecnología están compuestas por gente joven que maneja la tecnología quizás mejor que cualquiera de nosotros. Piden rapidez, flexibilidad y poder trabajar desde cualquier lado. Desde la oficina, desde la casa, viajando. Poder tener la misma información sin importar donde esté», expresó Rolando Lucini, gerente de ventas de VMware para la región SOLA, es decir, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.
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Hay conceptos clave que se repiten en los nuevos ámbitos laborales: nube híbrida, movilidad, redes, virtualización, machine learning, automatización, seguridad. Los espacios físicos convencionales ceden ante el avance de las nuevas tecnologías. La descentralización es tal que hoy la oficina es el hogar, es el transporte público, es un bar.
Los cambios de paradigmas conllevan, a su vez, procesos de transformación interna. Las empresas que no migren hacia la economía digital, aseguran, no se podrán sostener en el tiempo. En ese plano, Latinoamérica sigue el pasado de la innovación. «No está atrasada. No es verdad que en Latinoamérica llega todo más tarde. Hoy, como el mundo está globalizado, lo que sabe un CEO de Estados Unidos lo sabe también un CEO de Panamá. Están al mismo nivel», consideró Fernando Mollón, vicepresidente de la compañía para América Latina.
Puntualmente en Argentina la adopción de las nuevas tecnologías suele ser más lenta. Las empresas locales prefieren esperar. Recién optan por invertir en soluciones cuando ya tienen el certificado de éxito en otros países. Hoy el punto que más les preocupa, advierten, es la seguridad: evitar filtraciones de datos, protegerse de los ciberataques.
Pese a la descentralización, los gerentes buscan mantener el control, tener información pormenorizada de lo que sucede en cada segmento de su negocio. Basta con que desbloqueen su smartphone para contar con todas las herramientas de gestión, lo cual se traduce en menos tiempo y costos, en más eficiencia y productividad.
En la VMworld saben que el cambio es día a día. En la industria IT, lo que ayer fue una novedad, hoy ya está rezagado y mañana quedó obsoleto. De adelantarse se trata.
El capital inversión, en idioma inglés Private equity, es un tipo de actividad financiera que consiste en la adquisición, por parte de una entidad especializada en capital inversión (private equity), del paquete mayoritario de acciones de una sociedad. La entidad de capital inversión se convierte de esta manera en el propietario mayoritario de la sociedad, normalmente de forma temporal, ya que transcurrido un tiempo se suele realizar la venta de las acciones compradas. El plazo de mantenimiento de la inversión es variable, normalmente en función del éxito de la actividad desarrollada, ya que el objeto de la inversión no es la tenencia en sí de las acciones sino la obtención de una rentabilidad en la operación. Esta actuación no tiene por qué suponer la captación de nuevos fondos para la sociedad transmitida.
Las operaciones de capital inversión suelen estar dirigidas a empresas maduras con flujos de caja estabilizados, en las que los anteriores propietarios desean vender su participación bien sea por desavenencia entre los antiguos accionistas, problemas en la sucesión de empresas familiares o desinversión de filiales no consideradas estratégicas en grupos industriales. En algunos casos la operación conlleva la salida del mercado de valores de la empresa transmitida
El capital inversión tiene unas nociones ligeramente distintas al anterior concepto. Sirve para denominar la adquisición por parte del inversor del capital riesgo de las acciones de los actuales accionistas. Esta vez no se da una entrada de dinero vía ampliación de capital, sino que el capital riesgo se convierte en el propietario mayoritario, siendo los casos más habituales problemas sucesorios en empresas familiares o desinversión de divisiones que dejan de ser prioritarias en el caso de grandes conglomerados de empresas. Además, dentro de este grupo se encuentran las operaciones conocidas como adquisición por la dirección (MBO), donde los gestores, con la ayuda del capital riesgo, compran la empresa a sus actuales propietarios, pasando a ser ellos mismos, junto al fondo de capital riesgo, los nuevos dueños de la empresa.
Principales formas de actuación
Capital riesgo: se invierte en un negocio nuevo o se expande uno de tamaño pequeño;
Buy-out: se adquiere una empresa o al menos una parte significativa de la misma de un tamaño importante;
Situaciones extraordinarias: se invierte en empresas que pasan por dificultades financieras o cambios importantes, tales como cambios regulatorios o en la tendencia del mercado.
Ranking
A continuación se detallan las 10 empresas de capital inversión más grandes del mundo según una clasificación de 2014 creada por la revista de la industria Private Equity International:
Los billetes de alta denominación alimentan la corrupción y la delincuencia.
Por Kenneth Rogoff.
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Comentario de EconomiaPersonal.com.ar: Es un enorme peligro eliminar el dinero en efectivo, podemos literalmente vernos inmersos en un mundo orwelliano donde los gobiernos puedan controlar literalmente cada compra, transacción, y movimiento económico, de cada persona.
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Cuando le digo a la gente que he estado estudiando por qué el gobierno debería reducir drásticamente la circulación de papel moneda, la reacción inicial más habitual es el desconcierto. ¿Para qué ocuparse de esas nimiedades? Pero lo cierto es que el dinero en efectivo está en el centro de algunos de los problemas monetarios y de finanzas públicas más complejos de la actualidad. La eliminación de la mayor parte del efectivo circulante —es decir, el avanzar hacia una sociedad donde el dinero se use con menos frecuencia y principalmente pequeñas transacciones— podría ser una gran ayuda.
Las fuerzas del orden tienen muy pocas dudas de que el papel moneda (especialmente billetes de alta denominación como el de cien dólares), facilita la delincuencia en la forma de chantaje, extorsión, lavado de dinero, tráfico de drogas y de personas y corrupción de los funcionarios públicos, por no hablar de terrorismo. Hay sustitutos del efectivo, como las criptomonedas, los diamantes en bruto, las monedas de oro, las tarjetas de prepago, pero para muchos tipos de transacciones criminales, el dinero en efectivo sigue siendo el rey. Ofrece un anonimato absoluto, portabilidad, liquidez y es casi universalmente aceptado. No es casualidad que cada vez que hay un gran operativo policial antidrogas, las autoridades suelen encontrar grandes fajos de billetes.
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El efectivo también está profundamente implicado en la evasión de impuestos, que le cuesta al gobierno federal de EE.UU. unos US$500.000 millones al año en ingresos. De acuerdo con el Servicio de Impuestos Internos (IRS), gran parte de la evasión se concentra en pequeñas empresas, que usan el efectivo intensivamente, lo cual dificulta la verificación de sus ventas y declaraciones de ingresos. Por el contrario, las empresas que hacen la mayoría de sus pagos con cheques, tarjetas de crédito o transferencias electrónicas saben que es mucho más fácil que las autoridades fiscales detecten cualquier irregularidad. Aunque hay menos datos sobre los gobiernos estatales y locales, es probable que estos pierdan hasta US$200.000 millones al año por este concepto en EE.UU.
Obviamente, reducir la cantidad de efectivo no va a cambiar la naturaleza humana y hay otras maneras de evadir impuestos y gestionar empresas ilegales. Pero es indudable que inundar la economía informal con papel moneda alienta el comportamiento ilícito.
El efectivo también se encuentra en el núcleo del problema de la inmigración ilegal. Si los empleadores estadounidenses no pudieran pagarle tan fácilmente en efectivo a los trabajadores indocumentados al margen de los libros, el atractivo del empleo disminuiría y el flujo de inmigrantes ilegales se reduciría drásticamente. Es obvio que la eliminación de la mayor parte del efectivo sería una forma mucho más humana y sensata de desanimar la inmigración ilegal que construir un muro gigantesco.
Para que quede claro, estoy proponiendo una sociedad con “menos efectivo”, no una sin efectivo, al menos en el futuro previsible. La primera etapa de la transición implicaría la eliminación gradual de los billetes de alta denominación que constituyen el grueso del circulante. De los más de US$4.200 en efectivo por cada persona que circulan fuera de las instituciones financieras en EE.UU., casi 80% está conformado por billetes de US$100. Los billetes de US$50 y US$20 también deberían ser eliminados gradualmente, aunque los de US$10, US$5 y US$1, que apenas constituyen el 3% del dinero circulante, deberían ser mantenidos indefinidamente.
El objetivo de deshacerse de los grandes billetes es dificultar el transporte y almacenamiento de grandes montos de dinero. Un millón de dólares en billetes de US$100 pesa poco menos de 10 kilos y puede caber cómodamente en una bolsa de compras. Hacer lo mismo con billetes de US$10, no es tan fácil: piense en cargar un baúl de 100 kilos. Los acaparadores y los evasores de impuestos encontrarían proporcionalmente más costoso contar y almacenar billetes de baja denominación. El uso de dinero en efectivo podría ser desalentado aún más poniendo restricciones al tamaño máximo de los pagos en efectivo permitidos en las ventas al por menor.
El hecho de que los grandes billetes se utilicen mucho más en las actividades ilegales que en las legales ha penetrado desde hace mucho en la televisión, el cine y la cultura popular. Los espectadores de “Breaking Bad”, la serie de TV sobre un profesor de química de secundaria transformado en traficante de metanfetaminas, mostró una idea bastante clara de cómo el dinero se gana, se gasta y se lava en las actividades delictivas.
Los diseñadores de políticas han sido mucho más lentos en reconocer esta realidad. Destacan la popularidad del dólar en el exterior, especialmente en algunos países con gobiernos problemáticos como Rusia, donde no es inusual pagar por un apartamento con un maletín lleno de billetes de US$100. En un momento, la Fed y el Departamento del Tesoro insistían en que la demanda externa explicaba hasta 70% de la demanda de dólares estadounidenses, pero este argumento ha sido contrariado por la evidencia que sugiere que al menos una gran proporción de dólares debe ser mantenida en la economía informal de EE.UU. (como he mostrado en un trabajo de investigación hace casi dos décadas). La propia Fed estima ahora que menos de la mitad de todos los dólares en efectivo circula fuera de EE.UU.
Si el dinero en efectivo es tan nocivo, ¿por qué quedarse con los billetes de US$10 y menos? Por un lado, el efectivo sigue representando más de la mitad de las compras minoristas inferiores a US$10. Este porcentaje cae abruptamente a medida que crecen los montos de las transacciones y el uso de tarjetas de débito, de crédito, transferencias electrónicas y cheques. Estos medios de pago exceden al efectivo para los compromisos superiores a los US$100, que son además legales y pagan impuestos.
Muchas personas de escasos ingresos todavía dependen en gran medida del efectivo, aunque por supuesto no son los que cargan fajos de US$100. No costaría mucho que el gobierno o las instituciones financieras les proporcionaran tarjetas de débito. Esto también haría más sencillo, más seguro y menos costoso para el gobierno hacer transferencias a los más necesitados. Varios países escandinavos ya han dado este paso.
Retener los billetes de baja denominación alivia una serie de problemas que podrían surgir si el efectivo fuera eliminado por completo. Por ejemplo, el efectivo sigue siendo útil cuando un huracán u otro desastre natural deja fuera de servicio la red eléctrica. La mayoría de los manuales de preparación de desastres piden a la gente que conserve un poco de dinero a mano, advirtiendo que los cajeros automáticos podrían estar paralizados.
Pero los tiempos están cambiando. Hoy, las torres de celulares y las grandes tiendas minoristas normalmente tienen generadores de respaldo, lo que les permite procesar tarjetas bancarias durante un apagón. Y siempre hay cheques. A su debido tiempo, es probable que la tecnología de teléfonos inteligentes supere al resto de los demás medios de comunicación, y uno siempre pueda mantener un repuesto de recarga en caso de emergencia.
Tal vez la objeción más difícil y fundamental para deshacerse del dinero en efectivo tiene que ver con la privacidad, nuestra capacidad para gastar de forma anónima. Pero, ¿dónde trazar la línea entre el derecho individual y la necesidad del gobierno de gravar, regular y hacer cumplir la ley? La mayoría de nosotros no quiere socavar al derecho de una persona para hacer una compra ocasional de US$200 con total privacidad. Sin embargo, ¿qué pasa con un auto de US$50.000 o un apartamento de US$1.000.000? Deberíamos ser capaces de limitar los problemas que he descrito aquí, garantizando al mismo tiempo que la gente común pueda seguir utilizando billetes pequeños para mayor comodidad en sus transacciones cotidianas.
¿No encontrará el sector privado nuevas maneras de hacer transferencias anónimas que eludan las restricciones del gobierno? Ciertamente. Pero mientras el gobierno evite que estos vehículos alternativos sean utilizados fácilmente por las tiendas al por menor o por los bancos, no podrán desempeñar el papel que hoy tiene el efectivo. Obligar a delincuentes y evasores de impuestos a recurrir a alternativas más arriesgadas y costosas complicará sus vidas y mermará la rentabilidad de sus negocios.
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Algunos podrían sostener que la menor circulación de dólares estadounidenses sólo funcionará si existe una coordinación entre todas las grandes economías, ya que los delincuentes y evasores de impuestos estadounidenses podrían sencillamente convertir sus dólares a euros. Esto es muy improbable. Pocos puntos de venta de Estados Unidos aceptan euros, los bancos tienen que presentar informes sobre grandes depósitos en efectivo, y hay un tope de US$10.000 para la cantidad de dinero que se puede traer a o sacar de EE.UU. sin presentar un formulario de aduanas.
Es cierto que el gobierno estadounidense ahorra costos de financiamiento al imprimir una gran cantidad de dinero en lugar de, por ejemplo, emitir bonos del Tesoro que pagan intereses. Pero esa inundación de fondos en efectivo facilita la vida de los oligarcas rusos, los narcotraficantes mexicanos y los responsables del tráfico de personas a nivel mundial. El mayor ingreso que el gobierno conseguiría al eliminar el efectivo (y por lo tanto, reducir mucha evasión de impuestos) probablemente excederá los ingresos que el Tesoro de EE.UU. obtiene actualmente de engrasar las ruedas de la delincuencia mundial, sin tomar en cuenta los enormes beneficios directos e indirectos de tasas de delincuencia más bajas. En cualquier caso, si EE.UU. toma la delantera, otras economías avanzadas acabarían haciendo lo mismo por vergüenza.
El ángulo fiscal y la delincuencia son razones suficientes para destrozar las montañas de papel moneda del mundo. Hay, sin embargo, un motivo muy diferente y quizás sorprendente, que tiene que ver con la capacidad de los bancos centrales para hacer frente a las crisis financieras y recesiones profundas. ¿Por qué? Porque pese a toda la polémica en torno a la política fiscal, la política monetaria sigue siendo la primera línea preferida de defensa contra las recesiones.
La reducción de las tasas de interés proporciona un estímulo rápido y eficaz dando a los consumidores y a las empresas un incentivo para endeudarse. También eleva el precio de las acciones y de las viviendas, lo que hace que las personas se sientan más prosperas y quieran gastar más. La política monetaria anticíclica tiene un largo historial, mientras que las discusiones políticas siempre van a interferir con un estímulo fiscal oportuno y eficaz.
Desde 2008, sin embargo, la política monetaria ha comenzado a lucir cada vez menos ágil. La mayoría de los bancos centrales se ha encontrado que una vez que recortaron las tasas de interés a alrededor de cero, sus opciones eran bastante limitadas. Esto ha hecho que muchos bancos centrales deseen tener la capacidad de reducir las tasas de interés por debajo de cero.
¿Qué significa eso? Cuando un préstamo tiene una tasa de interés negativa, los pagos del deudor en realidad suman menos que la deuda original. Varios bancos centrales (como el Banco Central Europeo y el Banco de Japón) han experimentado con este tipo de medidas. Para los ahorradores, tiene el efecto contrario: El dinero que queda en un depósito bancario o en un fondo del mercado monetario sigue disminuyendo debido a las tasas de interés negativas.
En teoría, recortar las tasas de interés por debajo de cero debería estimular el consumo y la inversión de la misma forma en que lo hace la política monetaria normal, al fomentar el endeudamiento. Por desgracia, la existencia de dinero en efectivo entorpece este mecanismo. Si usted es un ahorrador, simplemente retirará sus fondos del banco y los convertirá en efectivo en lugar de ver que se reduzcan con rapidez. Enormes sumas pueden ser retiradas para evitar tales pérdidas, lo que podría hacer que sea difícil para los bancos hacer préstamos, anulando por lo tanto el propósito de la política.
Eliminar el efectivo o hacer que el costo de acapararlo se vuelva suficientemente alto, sin embargo, allanaría el camino para que los bancos recorten las tasas a territorio negativo tanto como sea necesario en una recesión severa. Las personas podrían acaparar billetes pequeños, pero los costos probablemente serían prohibitivos para cualquier tasa de interés negativa realista. Si es necesario, los bancos centrales también podrían fijar cuotas temporales para los grandes retiros y depósitos de papel moneda.
A los economistas en general les gusta la idea de agregar las tasas de interés negativas al arsenal de herramientas de los bancos centrales. John Maynard Keynes la consideró en su gran obra “La teoría general del empleo, el interés y el dinero” (1936). Pero Keynes escribía en una era anterior a la banca electrónica, por lo que veía las tasas negativas como una idea totalmente poco práctica.
No todos son partidarios de las tasas negativas. La resistencia es particularmente fuerte en el sector financiero, al que le preocupa la dificultad de traspasarlas a los pequeños depositantes. Sin embargo, estas preocupaciones pueden ser aliviadas significativamente. Los bancos podrían ser compensados por permitir depósitos de tasa de interés cero de hasta, digamos, US$2.000 por persona.
A otros les preocupa que las tasas negativas lleven a los bancos y a todo el sector financiero a asumir riesgos imprudentes, lo cual ya es suficiente amenaza con tasas de interés en cero. Pero si una fuerte dosis de tasas negativas puede sacar a una economía de una recesión, debería poder hacer subir la inflación y las tasas de interés a niveles positivos con relativa rapidez, reduciendo posiblemente la vulnerabilidad a las burbujas en vez de aumentarla.
En resumen, hay numerosos temas a tener en cuenta, pero si se hace de forma gradual y adecuadamente, el balance de los argumentos se inclina claramente a favor de que pasemos a ser una sociedad que dependa mucho menos del dinero en efectivo.
¿Será alguna vez realidad? Creo que ha llegado el momento. Los ministerios de Hacienda están desesperados por recaudar más ingresos fiscales sin subir los impuestos, las agencias de seguridad interna están preocupadas por la forma en la que el dinero facilita la financiación del terrorismo, los ministerios de Justicia están más preocupados que nunca sobre el papel del efectivo en la delincuencia. Para las autoridades de inmigración, mientras tanto, reducir el efectivo seguramente es mucho mejor que la idea de erigir muros.
El efectivo es algo que conocemos íntimamente: forma parte de la trama de nuestras vidas y de nuestras experiencias como consumidores y empresarios. Pero los gobiernos han dejado que los suministros de dinero en efectivo se descontrolen, en beneficio de los delincuentes y los evasores de impuestos en todas partes. Es hora, por fin, de deshacerse de todos los billetes de US$100.
—Kenneth Rogoff es el profesor de Políticas Públicas Thomas D. Cabot de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. Este ensayo es una adaptación de su nuevo libro, ‘The Curse of Cash’, algo así como ‘La maldición del efectivo’, que será publicado en EE.UU. en septiembre por Princeton University Press.
El uso de la tecnología para crear una moneda digital implica el enorme riesgo de que el Estado transforme el sistema tributario en violatorio de los derechos individuales, al exigir al contribuyente que le proporcione información privadísima para fiscalizarlo.
Hace diez años, la idea de meterse en el coche de un extraño, o de entrar en casa de un desconocido, habría parecido extraña y peligrosa, pero hoy en día es tan común como comprar un libro on line. Uber y Airbnb han marcado el comienzo de una nueva era: la redefinición de barrios, desafiando la forma en que los gobiernos regulan los negocios y cambiando la forma en que viajamos. Siguiendo el espíritu de iconos del Silicon Valley como Steve Jobs y Bill Gates, otra generación de empresarios está utilizando la tecnología para convencer e irrumpir en industrias enteras. Lo que viene es la historia definitiva de dos nuevos titanes de los negocios y de una era naciente de conflicto y riqueza.
El malvertising, el secreto mejor guardado de la publicidad engañosa
Por Wandy V. Ernández G.
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¿Alguna vez has abierto una página y ha aparecido algún anuncio de una publicidad que no es de tu interés y con un aspecto sospechoso? Si la respuesta es sí, eres una víctima más afectada por el malware, un software malicioso que puede perjudicar a tu computadora.
Este tipo de software tiene como objetivo infiltrarse o dañar una computadora o sistema de información sin el consentimiento de su propietario. Muchos informáticos se han esforzado por erradicar esto e inclusive algunos afirman que para activarlo hace falta tan solo un clic.
Uno de los aspectos más curiosos en el mundo de la publicidad engañosa es que existen múltiples técnicas o procesos para infiltrar en malware en un ordenador, la más famosa en la actualidad es el malvertising.
Malvertising es una nueva técnica que ha surgido para “robar” información de los consumidores sin que estos estén al tanto. Este procedimiento se lleva a cabo mediante un mecanismo que es muy común en la publicidad, el cual es el intercambio de datos de los usuarios; es decir, las empresas de publicidad venden la información de sus consumidores a otras empresas, el problema recae en que muchas veces estas otras inyectan malware en la publicidad y de esta forma logran acceder a las computadoras de cualquier persona.
El principal riesgo del malvertising es que este sucede de manera silenciosa, no es necesario que alguien haga clic en una publicidad o anuncio para que empiece a inundar de información maliciosa su sistema y adquirir información delicada.
Este fenómeno ha estado últimamente afectando más de lo normal, especialmente a grandes compañías, debido a que ha encontrado una nueva forma de sumergirse en los ordenadores de las personas clandestinamente.
Múltiples medios de comunicación, desde el New York Times hasta la web en inglés de la BBC o el portal de noticias de MSN se han visto inmersos en problemas con sus usuarios debido a esta nueva práctica. Asimismo, plataformas reconocidas comoYahoo, YouTube, Amazon y Spotify.
Gracias a investigadores y a especialistas del área informática se han logrado encontrar formas de prevenir los ataques de este “virus”. Si quieres evitar ser la próxima víctima considera las siguientes recomendaciones:
Instala un bloqueador de anuncios, un buen ejemplo es Adblock.
Utiliza en todo momento la última versión de tu navegador.
Actualiza Java desde su página oficial.
Habilita la función «click-to-play» en tu navegador, de manera que antes de ejecutar cualquier plugin debas dar permiso para ejecutarlo.
A Mario Vargas Llosa, en una de sus visitas a Buenos Aires, le preguntaron si era progresista. Sonó agresiva la consulta, como si se infiriese a priori que no lo era. Así se desnudaba antes a quien era negro, judío, gitano, homosexual o alguna de las muchas condiciones que se discriminaban (y discriminan) en el mundo. Ahora, no ser «progre» implica un estigma infernal. El escritor se limitó a una respuesta educada. Hubiera sido conveniente que preguntase a la entrevistadora qué entendía ella por progresismo . Entonces le hubiera transferido la carga de explicar algo que se ha convertido en un nudo gordiano.
En efecto, el progresismo se asocia a los partidos políticos llamados de izquierda, en oposición a los conservadores, llamados de derecha. Preconizan el progreso (valga la redundancia) en todos los órdenes. Pero resulta que muchos de los partidos y líderes que se proclaman de izquierda llevan a cabo políticas crudamente opuestas al progreso: tiranizan sus naciones, cercenan la libertad de opinión, generan pobreza, someten la justicia a los miserables intereses del grupo dominante, son hipócritas, desprecian la dignidad individual, corrompen la democracia, quiebran la recta senda del derecho y otras calamidades por el estilo.
No obstante, por el hecho de proclamarse «de izquierda» o «progresistas», quedan protegidos por el escudo de una excepcional impunidad. Sin ese escudo, hubieran sido objeto de impugnaciones muy severas. Imaginemos que el gobierno actual de Venezuela estuviese compuesto por figuras que no se llaman a sí mismas «progres» y se las considerase «de derecha». Y que, como el actual, haya surgido de elecciones poco claras. Supongamos que un gobierno desprovisto del maravilloso título de «progre» cercena el disenso, mete en la cárcel a los opositores, cierra medios de comunicación que le resultan molestos, reprime manifestaciones en las que mueren decenas de ciudadanos en la calle. ¿Qué ocurriría? Seguro que habría incontables y muy sonoras expresiones de condena. Líderes que en este momento son tibios o cómplices activarían a las organizaciones internacionales para detener los abusos de ese poder satánico. Se enviarían comisiones investigadoras, se escucharía a los disidentes, se difundirían con más intensidad los crímenes, se implementarían sanciones políticas y económicas. No hay duda de que se haría todo eso y aún más. Pero resulta que el gobierno de Venezuela se llama «progre». Nació con la arrogante pretensión de crear un hombre nuevo (pretensión mesiánica que se repite de tanto en tanto y adquirió febril intensidad en 1917, con la fundación de la Unión Soviética). Cambió el nombre de la nación con el agregado de «bolivariana» y se proclamó adalid del «socialismo del siglo XXI», que sanaría las fallidas experiencias autoritarias del pasado. Desgraciadamente, igual que en las experiencias anteriores, fue hundiendo al país en las ciénagas de una dictadura empobrecedora, ignorante y brutal, que sólo mantiene como fachada la convocatoria a elecciones, a las que se contamina de fraude antes de que se realicen.
La revolución cubana también fue «progre». Muy «progre». Millones creyeron en ella con juvenil esperanza. Modestamente, yo también. Pero los ideales sólo flamearon en los discursos y las racionalizaciones. La gran revolución que devastó esa hermosa isla y ensangrentó con aventuras guerrilleras América latina, África y otros continentes degeneró pronto en una dictadura unipersonal férrea, asesina y estéril. Los hermanos que la conducen son los tiranos más viejos del mundo, son los que más duran en el poder, sin amagos de una mínima consulta popular. Pero a ese gobierno inepto, delirante, corrupto y asesino se lo sigue considerando «progre», es decir, de izquierda. La razón es simple: como se ha proclamado «progre» y sigue diciendo que es «progre», brinda certificado de «progre» a quienes lo apoyan, aunque ese apoyo cause náuseas. Hace poco desfilaron ante el senil monstruo que supo engañar a su pueblo y a la humanidad casi todos los presidentes de América latina. Fue un espectáculo bochornoso que ofende el concepto de democracia que se pretende cultivar. Fue una traición y una mofa a ese concepto.
Corea del Norte es una dictadura que ha elegido el aislamiento monacal. Es de izquierda porque nació con las bendiciones de la URSS y China, y sus líderes se proclaman marxistas-leninistas. Pero su socialismo ha optado por una forma de sucesión que debe convulsionar los huesos de Marx y Lenin, porque impuso el reaccionario modelo de la monarquía absoluta. Algo que ni siquiera en estado de delirio aquellas grandes cabezas hubieran sospechado. El Abuelo fundador fue seguido por su Hijo consolidador y su Nieto con cara de bebe perverso. Corea del Norte funciona como un colchón entre China y Corea del Sur y quizás por eso la dejan sobrevivir. El pueblo tiene hambre y debe mendigar comida, pero se gastan enormes cifras en bombas atómicas. Contra ese régimen no hay manifestaciones universitarias, ni políticas, ni de organismos humanitarios, porque evidencia su condición de «progre» mediante su odio al gran enemigo que encarna el imperialismo yanqui. Desde hace décadas ser enemigo de Estados Unidos condecora de inmediato con la credencial de «progre». No hace falta más. No importa si prevalece un salvajismo equivalente a las etapas más primitivas de la humanidad. No importa que el Amado Líder, para consolidar su fuerza basada en el terror, haya hecho devorar vivo por perros hambrientos a su tío.
Llama la atención la escasa fortuna que ha tenido una obra mayúscula como El libro negro del comunismo. Con una documentación farragosa y estilo subyugante, pasa revista a las experiencias de izquierda, «progres», que se concretaron desde comienzos del siglo XX. Los conflictos entre los reformistas socialdemócratas y los revolucionarios comunistas dieron por mucho tiempo ventaja a los comunistas. Tanta ventaja que ahora, cuando el comunismo ya está desenmascarado como una corriente ciega, que en la práctica nunca genera más libertad ni justa inclusión, todavía sigue gozando de tolerancia o silencio. No abundan las condenas a Stalin, a los gulags, a Mao, a Pol Pot y a los dictadores de las mal llamadas «democracias populares». No son recordados como etapas tenebrosas de las que se deben sacar enseñanzas para no repetirlas ni por asomo.
Con gran acierto, Horacio Vázquez Rial calificó a estos «progres» como la «izquierda reaccionaria«. ¡Gran definición! Los discursos de esa izquierda son falsos y engañosos, aunque no usen la palabra comunismo, sino socialismo, progresismo, nac&pop u otras variantes. No conducen a una mejor democracia ni a la consolidación de los derechos individuales, ni estimulan el pensamiento crítico, no consiguen un desarrollo económico sostenido, faltan el respeto a las opiniones diversas, destruyen la meritocracia en favor de la burocracia y la ineptocracia nutridas por el poder de turno. Operan como la trampa de almas ingenuas u oportunistas, que no son pocas. Sigue operando la palabra «progre» como el ademán hipnótico de un desactualizado Mandrake.
Como observación final, hago votos para que la palabra progresismo sólo se aplique a quienes de veras quieren el progreso (no lo contrario), la modernidad, la justicia, la decencia, el respeto, la ética, las instituciones de una vigorosa democracia y los derechos asociados siempre a las obligaciones.
El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión (1997) es un libro escrito por profesores universitarios y experimentados investigadores europeos y editado por Stéphane Courtois, director de investigaciones del Centre national de la recherche scientifique (CNRS), la mayor y más prestigiosa organización pública de investigación de Francia. Su propósito es catalogar diversos actos criminales (asesinatos, tortura, deportaciones, etc.) que el libro argumenta son el resultado de la búsqueda e implementación del comunismo (en el contexto del libro, se refiere fundamentalmente a las acciones de estados comunistas). El libro se publicó originalmente en Francia con el título Le Livre noir du communisme : Crimes, terreur, répression. En español fue publicado en 1998 por las editoriales Espasa Calpe y Planeta en 1998 (ISBN 84-239-8628-4), traducción de César Vidal. En 2010 Ediciones B publicó una nueva edición (ISBN 978-84-666-4343-6).
Contenidos
La introducción, a cargo del editor, Stéphane Courtois, mantiene que «…el comunismo real […] puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno». De acuerdo con las estimaciones realizadas, cita un total de muertes que «…se acerca a la cifra de cien millones». El análisis detallado del total es el siguiente:
20 millones en la Unión Soviética,
65 millones en la República Popular China
1 millón en Vietnam
2 millones en Corea del Norte
2 millones en Camboya
1 millón en los regímenes comunistas de Europa oriental
150.000 en Cuba y otros países de Latinoamérica
1,7 millones en África
1,5 millones en Afganistán
10.000 muertes provocadas por «[el] movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder».
La introducción proporciona también un listado más detallado de los actos criminales descritos en el libro:
Unión Soviética: fusilamiento de rehenes o personas confinadas en prisión sin juicio y asesinato de obreros y campesinos rebeldes entre 1918 y 1922; la hambruna de 1922; la liquidación y deportación de los cosacos del Don en 1920; el uso del sistema de campos de concentración del Gulag en el periodo entre 1918 y 1930; la Gran Purga de 1937-1938; la deportación de los kuláks de 1930 a 1932; la muerte de seis millones de ucranianos (Holodomor) durante la hambruna de 1932-1933; la deportación de personas provenientes de Polonia, Ucrania, los países bálticos, Moldavia y Besarabia entre 1939 y 1941 y luego entre 1944 y 1945; la deportación de los alemanes del Volga en 1941; la deportación y abandono de los tártaros de Crimea en 1943; de los chechenos en 1944 y de los ingusetios en 1944.
Camboya: deportación y exterminio de la población urbana de Camboya.
China: destrucción de los tibetanos.
El libro, entre otras fuentes, usó material de los entonces recientemente desclasificados archivos del KGB así como de otros archivos soviéticos.
Los autores, o al menos la mayor parte de ellos, afirman ser de izquierdas, ofreciendo como motivación de su trabajo que no deseaban dejarle a la extrema derecha el privilegio de acaparar la verdad (pg. 14 y 50 de la edición finlandesa del libro, 2001).
El matemático que rechazó 100.000 dólares de Mark Zuckerberg gana el «Nobel» de las matemáticas
Peter Scholze ha recibido, junto a otros tres galardonados, la medalla Fields.
El alemán Peter Scholze ha recibido una de las cuatro medallas Fields, consideradas los «nobel de los matemáticos», para los menores de 40 años. Este premio es la culminación de una carrera en la que, a pesar de su juventud, no faltan los reconocimientos. El matemático, de 30 años, es actualmente el director del Instituto de Matemáticas de Bonn y es catedrático de la universidad de Bonn.
También, durante su trayectoria, el matemático, ha recibido premios como el reconocimiento por parte de la Fundación Clay, el premio Cole de álgebra por parte de la Sociedad Matemática Americana e incluso el premio «New Horizons» (entregado y financiado por Mark Zuckerberg) el cual rechazó Scholze, y que estaba dotado de 100.000 dólares. Si bien él no explicó los motivos, se cree la razón por la que lo rechazó fue que es un premio para jóvenes prometedores, y en ese momento, con 27 años, él ya sobresalía en su disciplina.
Tardó solo tres semestres en finalizar el Grado de Matemáticas y el máster, en dos semestres más. Se convirtió así en el catedrático más joven de la historia de Alemania
Los matemáticos Akshay Venkatesh (36 años), catedrático de la Universidad de Stanford en Estados Unidos; Alessio Figalli (34), catedrático de la ETH en Zúrich (Suiza); y Caucher Birkar (40), catedrático de la Universidad de Cambridge en Reino Unido, han sido el resto de ganadores de este reconocimiento.
«Son investigadores de enorme prestigio en sus respectivos campos, entre los que predominan la geometría algebraica y la teoría de números», explica Alberto Enciso, científico titular en el instituto de Ciencias Matemáticas (Icmat).
El anuncio se dio a conocer este lunes en el XXVIII Congreso Internacional de Matemáticos (ICM), el evento de mayor importancia de esta disciplina, que ha arrancado en Río de Janeiro (Brasil).
Cuatro ganadores
Nacido en India en 1981, Akshay Venkatesh creció en Australia y actualmente es catedrático en la Universidad de Stanford tras haber presentado su tesis en la de Princeton en 2002 con tan solo 21 años.Su trabajo está relacionado con el estudio del comportamiento promedio a largo plazo de sistemas dinámicos y con acciones de grupos, que son funciones definidas sobre grupos algebraicos.
El italiano Alessio Figalli, de 34 años y catedrático en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich desde 2016, trabaja en el área de cálculo de variaciones y ecuaciones diferenciales parciales y ha hecho contribuciones fundamentales a la llamada teoría de regularidad del problema del transporte óptimo.
De origen Kurdo y nacionalizado inglés, Caucher Birkar, de 40 años es catedrático en la Universidad de Cambridge y sus contribuciones más destacadas pertenecen a la geometría algebraica, una de las ramas más clásicas de las matemáticas.