Argentina K: Nepotismo y Militancia rentada

mayo 13, 2015 · Imprimir este artículo

Sin límites para el nepotismo y la militancia rentada

Al crecimiento del empleo público para recompensar a militantes del kirchnerismo, se suma la tendencia a dar refugio laboral a familiares.

nepotismo 01Entre los legados de los 12 años de gestión kirchnerista, el futuro presidente de la Nación heredará una administración pública desbordada de burócratas, entre los que se encuentra un elevado porcentaje de militantes rentados. Pero, por si esto fuese poco, el kirchnerismo no ha morigerado, sino que ha profundizado un vicio de la vieja política como el nepotismo.

Si como muestra basta un botón, puede citarse el ejemplo del presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Alejandro Vanoli, quien les hizo un lugar en ese organismo a su pareja y a su hijo, cineasta, quienes fueron empleados para colaborar en el desarrollo del área de educación financiera de la entidad monetaria.

Vanoli defendió su decisión esgrimiendo que las dos personas designadas están «capacitadas» y cuentan con «antecedentes». No dijo, en cambio, que probablemente haya muchas otras personas igual o mejor preparadas que no tuvieron las mismas posibilidades que sus familiares.

El argumento del titular del BCRA es similar al que vienen utilizando otros funcionarios para justificar las prácticas nepotistas y que olvidan que las dependencias del Estado nacional y de los organismos oficiales descentralizados deben manejarse con criterios de transparencia mayores incluso a los de cualquier empresa privada.

El artículo 16 de la Constitución Nacional expresa que la Argentina «no admite prerrogativas de sangre ni de nacimiento» y que «todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad».

nepotismo 02Pero la tentación de nuestra clase política por olvidarse de la idoneidad y llenar de militantes, parientes y amigos la función pública no ha cedido en estos últimos años, ni en el orden nacional ni en las esferas provinciales y municipales.

Tanto es así que cuando Néstor Kirchner arribó a la Casa Rosada, en 2003, había 266.165 empleados permanentes y transitorios en la administración central, los organismos descentralizados y las instituciones de seguridad social. Al promediar 2014, ese número de agentes públicos era de 377.225, según datos del Indec, y para cuando concluya el mandato de Cristina Fernández de Kirchner podría tranquilamente estirarse hasta cerca de 400.000, según cálculos privados. De este modo, al cabo de 12 años de gestión nacional del kirchnerismo, la cantidad de empleados del Estado podría sufrir un aumento cercano al 50 por ciento. Y, curiosamente, el mayor incremento se habrá producido durante los dos últimos años.

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El copamiento del aparato estatal es una de las formas que ha hallado el grupo gobernante para perpetuar a una militancia rentada, en la cual se destacan los adherentes a La Cámpora y otras agrupaciones partidarias, que han colonizado diversas reparticiones públicas, entre las que pueden mencionarse la Cancillería, el Ministerio de Justicia y la Inspección General de Justicia, el Ministerio de Cultura y empresas con participación estatal mayoritaria, como Aerolíneas Argentinas.

La retirada del poder del cristinismo también ha sido cubierta con las designaciones de fiscales y jueces alineados con el kirchnerismo.

nepotismoClaro que el uso político del Estado y sus derivaciones nepotistas distan de ser exclusivas del sector público nacional. El crecimiento del empleo estatal se ha verificado también en las provincias, a tal punto que, de acuerdo con cifras oficiales del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que se remontan a 2012, el número de agentes del sector público en todo el país equivalía al 21,6% de toda la población ocupada. Se trata de un porcentaje que sólo es superado por cinco países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Francia. La gran diferencia es que en estas cinco naciones, el Estado cumple un papel activo y eficiente en cuestiones primordiales como la salud, la educación y la seguridad, donde la Argentina ofrece severas falencias.

Otro dato del elefantiásico crecimiento del sector público es el hecho de que, desde 2007 -año en que asumió el gobierno Cristina Kirchner- hasta la actualidad, el crecimiento del total del personal registrado en el sector público prácticamente triplicó al que se produjo en el sector privado.

El avance del populismo y el nepotismo, que en los últimos años ha encontrado sus peores expresiones en provincias como Santiago del Estero y Tucumán, de la mano de caudillos feudales como Gerardo Zamora y José Alperovich, es lamentablemente una realidad en el orden nacional y un lastre que sólo podrá superarse con una profunda renovación en la dirigencia y en la forma de hacer política. Una forma que deje atrás la irracionalidad, la demagogia y la desmesura y que, de una vez por todas, nos convierta en un país serio.

Fuente: La Nación, 13/05/15.

 

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