Así comienza el artículo que el propio Jordan Belfort (más conocido como el Lobo de Wall Street) ha escrito en su blog personal, donde muestra su arrepentimiento por pasarse al lado más sombrío del éxito, y donde intenta explicar cómo empezó todo.
«Me gustaría poder volver atrás en el tiempo y decirle al Jordan Belfort de principios de la década de 1990 que ceder ante la codicia y la corrupción no es la forma de hacer dinero. Decirle que puede ser el Lobo, pero no de esa manera».
Antes de convertirme en ese lobo despiadado, yo era un buen hombre. Me crié con altos estándares éticos, con padres cariñosos y mi brújula moral estaba firmemente dirigida hacia la dirección correcta.
Yo era un joven, incluso aún más guapo que Leonardo DiCaprio, y sabía que iba a tener éxito. Cuando comencé a trabajar para una de las mayores firmas de Wall Street, pensé que mi futuro laboral ya estaba decidido.
Pero mi primer día de trabajo fue, literalmente, el día en que el mercado de valores se derrumbó, y en lugar de trabajar en los imponentes rascacielos de Wall Street, me encontré trabajando en una pequeña empresa de corretaje en Long Island.
Y lo cierto es que este revés sufrido en la carrera de una persona, coincidiendo con la mayor caída bursátil que los mercados han sufrido en toda su historia, y en un momento donde Wall Street despedía a gente en lugar de contratar, hubiera sido el final de la carrera de la mayoría de jóvenes, pero no fue el final inmediato de Jordan Belfort.
Al menos en este punto, Belfort no se dio por vencido.
Tuve la oportunidad de tomar las ideas de negocio de las principales empresas y mezclarlas con la sensibilidad de una empresa más pequeña para crear la mayor firma de inversión de propiedad independiente en el país. El dinero estaba llegando.
El nacimiento y la caída del lobo.
El dinero no es malo. El dinero no te cambia. Cedí a la avaracia y mi brújula moral comenzó a girar fuera de su eje. Tenía 24 años y hacía 50 millones, pero algo había cambiado. Yo estaba cogiendo a gente con pocas o ningunas habilidades de venta y los convertía en estrellas, pero comencé a hacer lo que fuera para hacer más dinero.
A pesar de que hacíamos una gran cantidad de dinero legal, comencé a manipular las acciones. No se puede tomar ventaja de la gente y romper todas las reglas sin tener que pagar un precio. El lobo fue capturado en una trampa y fue enviado a la cárcel durante casi 2 años por fraude de valores y blanqueo de dinero.
Coches, barcos y muchos de los amigos que había hecho a lo largo de los años, se habían ido de repente, y únicamente me quedé con un móvil y mis propios pensamientos. Un hombre tiene mucho tiempo para reflexionar sobre su pasado en la cárcel.
Escribí el libro «El Lobo de Wall Street» cuando salí de la cárcel, no sólo como un cuento de moralejas, sino para demostrar que se puede estar en el fondo de un pozo, y aún así volver más fuerte que nunca.
La gente me pregunta si realmente puedo cambiar. ¿Puede un leopardo cambiar sus manchas?… Una vez fui un buen hombre, pero me transformé. Y ahora, muchos años después, he sido capaz de encontrar la bondad de nuevo. El lobo se ha ido, pero eso no quiere decir que no me guste ser rico, y no hay ninguna razón por la que tú no deberías ser rico también.
¿En qué momento Jordan Belfort cambió?
Cuando hablábamos de la famosa ecuación de Lewin, veíamos cómo el entorno podía afectarnos. y lo cierto, es que puestos a analizar la trayectoria de Belfort, podríamos llegar a la conclusión de que no hay un cambio brusco de hombre a lobo.
Belfort no fue el principio, sino la continuación de sus anteriores empresas en versión mejorada. La figura del mentor es muy importante en la carrera de toda persona. Aunque en la película, el personaje que interpreta Matthew Mcconaughey haya sido un corto fragmento pasajero, este personaje, probablemente fuera el detonante del lobo, pues un alto mando de una importante firma de inversión con bajos valores morales y éticos, adicto a la cocaína, pero con éxito, fue el que le envió la señal de que en Wall Street todo vale mientras seas capaz de ganar dinero; «si el cliente no lo gana, ese es su problema».
Con su segunda empresa, no tuvo más suerte, pues fue una cutre firma de corretaje especializada en la venta de las penny stocks, por lo que esa empresa, en cierto modo ya engañaba en las ventas para colocar esas acciones. Belfort simplemente fue mejor vendedor a la hora de colocar estas acciones.
Y como suele ocurrir en la vida misma, una vez que cruzas una línea, no sufres consecuencias y además obtienes un beneficio, te lanzas a cruzar una segunda línea. Y una tercera. Una cuarta. Y nadie te sanciona por ello. Poco a poco te vas sintiendo intocable. Aumentas tu nivel de vida, y el dinero viene solo. Pero cada vez quieres más, y cada vez tu nivel de vida es más alto. Ya te sientes invencible.
Llega un momento en el que eres consciente de que has cambiado. Te has perdido por completo, y dejaste de ser esa persona que un día fuiste. Pero ya no hay marcha atrás.
Independientemente de la persona que Belfort fue, ha sido o es, sin duda es una persona que tiene mucho que aportar y del que se puede/debe aprender.
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