Por Florencia Tuchin.
¿Por qué algunas personas tienen facilidad para lidiar con los números y a muchas otras les resulta tan difícil dominarlos? La matemática es una ciencia que usamos en la cotidianidad, pero a medida que su dificultad aumenta, no todos se consideran en condiciones de entenderla. El reconocido experto en el estudio de las bases cerebrales de las principales operaciones intelectuales humanas Stanislas Dehaene se dedicó a investigar la capacidad humana para representar cantidades y, con un poco de esfuerzo y otro de educación, para entender esos símbolos abstractos y aplicarles cálculos. Los resultados de su investigación los desarrolla en el libro El cerebro matemático, publicado por la editorial Siglo XXI.
El neurocientífico francés descubrió que ciertos animales como ratas, palomas y chimpancés pueden realizar algunos cálculos sencillos. También los bebés poseen una intuición innata para reconocer cantidades y comparar magnitudes. Cuenta que hay pacientes con lesiones cerebrales que son incapaces de operaciones mentales simples y hasta de valerse por sí mismos, pero pueden ser genios en matemáticas.
“Todos los chicos comienzan la vida escolar con un bagaje, de lo que yo llamo la protomatemática. Es un conjunto de conocimientos intuitivos e innatos, que se desarrollan muy rápido en los primeros años de infancia. Un bebé puede identificar la diferencia entre cuatro y ocho objetos. Tiene lo que se conoce como noción de número, de espacio y de geometría. ¿Por qué algunos chicos desarrollan más habilidades matemáticas que otros? Creo que depende de si fueron motivados o desalentados. Algunos niños aprenden a odiar las matemáticas porque piensan que los números no son para ellos y no van a poder aprobar. Hay chicos que tienen una verdadera dificultad como la discalculia, que es una condición cerebral que afecta la habilidad de entender y trabajar con números y conceptos matemáticos. Este grupo sólo representa un 5%. La mayoría de los chicos que tienen dificultades es porque el sistema escolar los desalienta. Se muestra la matemática como algo inabordable, inalcanzable e inaccesible. Creemos que la matemática está reservada a una elite, pero la realidad es que todos tenemos la capacidad porque es muy pequeña la diferencia entre los cerebros”, explica Dehaene.
En el ideario colectivo, la matemática contiene algo mágico. Dehaene desmiente este prejuicio y explica que esa idea proviene de una construcción cultural. Dice: “Todos tenemos un cerebro matemático y una progresión por la cual uno se puede convertir en un profesional en esta ciencia”.
Otra construcción cultural es diferenciar a los niños de las niñas. Se hizo un experimento, donde se acercó un problema a un grupo de mujeres y luego el mismo a los varones. Cuando a las chicas les decían que era un ejercicio matemático, la mayoría fallaba y cuando les decían que tenían que copiar la figura de un dibujo, no tenían dificultades. Lo mismo pasaba con los niños, pero en el sentido contrario. “Hay una investigación muy interesante que muestra que niñas pequeñas de cuatro o cinco años ya deciden que las matemáticas no son para ellas”, explica el científico francés.
También puede encontrarse una diferencia a la hora de aprender matemáticas entre niños de contextos vulnerables y otros de contextos socioeconómicos más favorables. “Creo que algunos chicos fueron privados de la interacción con lo que llamo la protomatemática. La investigación muestra que jugar a juegos de mesa como Serpientes y Escaleras o El Juego de la Oca, por más simples que sean, desarrolla la noción de números en los niños. Meten en relación el número con la posición de la ficha. Eso le enseña al chico que hay igual distancia entre 1 y 2 y entre 8 y 9. Hay chicos de contextos socioeconómicos vulnerables que no tienen los juegos ni padres que jueguen con ellos. Una solución sería que el gobierno regale estos juegos de mesa, que no cuestan más de cinco euros”, explica Dehaene.
“Vengo de hacer una investigación de laboratorio, donde se escaneó a matemáticos profesionales. Nos preguntamos qué región del cerebro utilizaban para hacer los cálculos. La respuesta es muy simple: ellos usan para hacer matemática la misma región que usamos todos para hacer cálculos mentales. Hay zonas especializadas del cerebro para los números y otras para las letras. Muy rápido este órgano separa esos objetos. Encontramos pacientes que no saben leer pero sí calcular; para mí, esos son descubrimientos extraordinarios”, detalla el doctor en Psicología Cognitiva.
La influencia del lenguaje también es determinante en el cálculo. Por lo general, los alumnos chinos tienen más éxito con las matemáticas que sus pares occidentales. Dice Dehaene: “La diferencia más importante entre ellos es la lengua. El idioma chino es mucho más claro en relación con los números. Los chinos aprenden a contar con más facilidad que los angloparlantes”.
A modo de reflexión, el autor de El cerebro matemático agrega: “La gente no considera la matemática como parte de la cultura, ya que a ésta se la suele relacionar con el arte y la literatura. Hay gente de alto nivel intelectual que dice que es mala en matemática. La cultura matemática puede transformar nuestra sociedad. Hay que cultivar la curiosidad por la matemática, y tenemos que hacer entender que es una ciencia intuitiva y divertida”.
Para no perderse en el laberinto financiero
El mundo de las finanzas está íntimamente ligado a la matemática, la cual sirve para calcular el valor del dinero en el tiempo, a través del uso de tasas de interés. Por este motivo, también se suele pensar a la actividad financiera como una cuestión cerrada a una elite. La realidad es que no hay que ser un experto matemático para poder administrar las finanzas personales. Todos los actores de la sociedad están atravesados por las deudas y los créditos, son cuestiones de la vida cotidiana.
Por lo general, los sectores populares no se sienten identificados con prácticas financieras. Muchas personas no dicen que ahorran, sino que separan dinero. “Cuando les preguntamos por el ahorro, respondían que ellos no ahorran, que eso lo hacen los ricos. Esto remite a la idea de que el ahorro solo es lo que sobra y que si sos pobre no te sobra nada. Por lo tanto, se deja de lado lo que realmente es la práctica de ahorro que es lo que separas para comprar algo más adelante. El acceso al crédito de sectores populares tiene varias formas: una incipiente son los microcréditos que tienen un nivel de cobertura muy bajo; hay préstamos familiares; y las cuevas, donde las tasas de intereses son usureras. Un factor del sobreendeudamiento de los sectores populares es el momento en que muere alguien. En ese momento, recurren a usureros para préstamos de corto plazo y se endeudan por años”, cuenta Alexandre Roig, Doctor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en sociología económica del desarrollo, decano del IDAES y coeditor del libro El Laberinto de la moneda y las finanzas.
Experiencia. “Los sectores populares tienen tasas de intereses que pueden llegar a un 200% anual, mientras las clases las medias pueden acceder a tasas de interés cero. Hicimos una investigación donde damos cuenta que cerca del 20% de los ingresos de los sectores populares van a tasa de interés. Hay una explotación financiera dentro de los más vulnerados de la sociedad. Es muy importante entender como las finanzas son un gran articulador de la experiencia vital en todas las clases sociales, dando cuenta que las clases altas pagan menos tasas de interés que los otros sectores. Es un mundo muy jerarquizado el de las finanzas y las mismas participan de la desigualdad social”, dice Roig.
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