México, al borde del abismo

mayo 15, 2025 · Imprimir este artículo

Crimen organizado, narcotráfico y corrupción en un Estado que se desangra.

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

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En México, la violencia dejó de ser un fenómeno aislado para convertirse en el corazón de un sistema fallido. El país se ha transformado, en menos de tres décadas, en un laboratorio de criminalidad compleja, donde convergen el narcotráfico, el terrorismo, la trata de personas y la corrupción política. Las cifras estremecen: más de 180 mil homicidios dolosos durante la administración de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), a razón de un asesinato cada 15 minutos, según el informe de la empresa TResearch con base en datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y el INEGI.

Este nivel de violencia no es casual, ni coyuntural. Es el síntoma más evidente de una enfermedad crónica que carcome el tejido institucional del país y amenaza con desbordar sus fronteras. México no es aún un “Estado fallido” en términos formales -mantiene soberanía, elecciones y relaciones diplomáticas-, pero en vastas regiones del país el Estado ha perdido el monopolio de la fuerza, dejando el control territorial, económico y social en manos del crimen organizado.

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El triángulo de la muerte: narco, política y corrupción

La relación entre el narcotráfico y la política en México no es nueva, pero se ha vuelto más sofisticada y letal. Hoy no se trata sólo de políticos cooptados por los carteles: hay estructuras institucionales enteras infiltradas, que operan en sincronía con los intereses criminales. Desde municipios controlados por bandas armadas, hasta policías locales que responden más al narco que al Estado, el sistema ha sido corroído desde dentro.

En este contexto, la corrupción no es una anomalía sino el lubricante que permite que la maquinaria criminal siga funcionando. Las redes de complicidad van desde alcaldías rurales hasta organismos federales, pasando por fuerzas de seguridad y órganos judiciales. El resultado es una impunidad estructural: el 94% de los delitos en México no se investigan ni se castigan, según cifras de la organización México Evalúa.

La consecuencia más visible de este entramado es la violencia, pero hay otras igual de devastadoras: Trata de personas, Tráfico de armas, Lavado de dinero, Migración forzada, y un auge del Terrorismo local -acciones armadas con fines de control territorial y dominación social-, muchas veces ejecutadas con tácticas propias de la insurgencia irregular.

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Un caldo de cultivo para la anomia

México padece una anomia estructural, un vacío de normas efectivas que regulen la vida social. En muchas comunidades, las leyes del narco reemplazaron a las del Estado. Esto ocurre no solo por la violencia explícita, sino también por la instalación de un “Estado paralelo” que proporciona empleos, seguridad, justicia (a su manera) y hasta asistencia social.

Las causas son múltiples y se retroalimentan: pobreza estructural, desempleo juvenil, desigualdad territorial, sistemas judiciales inoperantes, y una cultura de impunidad que desincentiva la denuncia. A esto se suma un discurso oficial, en el caso del gobierno de López Obrador, que optó por la estrategia de “abrazos, no balazos”, una política que en los hechos abandonó la lucha frontal contra los Carteles, cediendo espacios bajo una supuesta lógica de pacificación.

El resultado ha sido el contrario: más violencia, más control narco, más miedo. Estados como Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Baja California son ejemplos de regiones donde la soberanía estatal ha colapsado en manos de grupos como el Cartel Jalisco Nueva Generación o el Cartel de Sinaloa. En Guanajuato, por ejemplo, se registraron casi 22 mil homicidios en el sexenio de AMLO, y fue el estado con más policías asesinados.

Técnicos forenses trabajan en el lugar de un ataque con coche bomba en Jerécuaro,
Estado de Guanajuato, México. El 24 de octubre de 2024. Reuters.

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El riesgo geopolítico regional

La crisis mexicana no es un problema local. Es un foco de inestabilidad regional que afecta directamente a América Latina y, en especial, al Cono Sur. Las rutas del narcotráfico, por ejemplo, ya cruzan desde Centroamérica hacia Argentina, utilizando puertos como Rosario y Zárate para exportar cocaína a Europa y Asia. El riesgo de “mexicanización” de la violencia no es retórico: los Carteles ya operan fuera de sus fronteras, expandiendo su modelo de negocio y su lógica de terror.

En este contexto, Argentina no puede mirar para otro lado. El crecimiento de economías ilícitas, el aumento de la violencia narco en provincias como Santa Fe, el debilitamiento del sistema judicial y las señales de corrupción política son indicadores tempranos de una pendiente peligrosa. Aprender de los errores mexicanos no es una opción: es una necesidad estratégica.

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Seguridad Multidimensional: una respuesta integral

El concepto de Seguridad Multidimensional, desarrollado en la Organización de Estados Americanos (OEA), plantea que la seguridad no se limita al ámbito militar o policial, sino que incluye dimensiones sociales, económicas, ambientales y políticas. Aplicado a la situación actual, implica reconocer que la lucha contra el narcotráfico no se gana solo con balas, pero tampoco se gana con brazos cruzados.

Argentina debe desarrollar una estrategia preventiva y ofensiva que articule inteligencia criminal, cooperación regional, fortalecimiento institucional, inversión social y reformas estructurales. Algunas líneas de acción imprescindibles son:

─Reforzar la Justicia Federal con recursos, capacitación y autonomía real.

─Blindar las fronteras y puertos estratégicos con tecnología y personal especializado.

─Erradicar la corrupción institucional mediante controles cruzados y sistemas de monitoreo ciudadano.

─Articular una política de drogas integral, que incluya prevención, reducción de daños y alternativas socioeconómicas en comunidades vulnerables.

─Impulsar la cooperación regional con países vecinos y organismos multilaterales para compartir inteligencia, coordinar operativos y frenar el flujo de armas y dinero ilícito.

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El tiempo se agota

México ofrece una advertencia clara: cuando el Crimen organizado penetra las estructuras del Estado, la recuperación se vuelve titánica. La anomia se instala, la ciudadanía se desmoviliza, y el miedo se convierte en norma. No se trata de alarmismo, sino de realismo: si Argentina no actúa ahora, corre el riesgo de transitar el mismo camino.

La historia mexicana muestra que no hay atajos ni soluciones mágicas. La única vía es la reconstrucción paciente del Estado, la justicia y el tejido social. Pero esa tarea no puede empezar mañana. Debe comenzar hoy.

Porque cada minuto que pasa, en algún lugar del continente, alguien está siendo asesinado, secuestrado o esclavizado por organizaciones que no conocen fronteras, ni respetan derechos. Y si no construimos un muro de legalidad, justicia y democracia, seremos todos parte del próximo informe de TResearch.

Antes de que sea tarde, Argentina debe aprender, prevenir y actuar.

Fuente: Ediciones EP, 15/05/25.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla



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