Naturaleza y Capitalismo en el siglo XXI

enero 23, 2018 · Imprimir este artículo

Nuevo lazo entre naturaleza y capitalismo en Estados unidos

Por Jorge Castro.
Nuevo lazo entre naturaleza y capitalismo en Estados unidos

«La naturaleza ha comenzado a crecer orgánicamente en EE.UU. a un ritmo superior a su conversión en insumos», dice el autor.
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USA banderaLa caída de la intensidad energética por unidad de producto —más de 30% desde 2001— es la manifestación principal de la revolución tecnológica del procesamiento de la información en el sistema productivo estadounidense. También es la causa esencial de la disminución por la mitad de la emisión de dióxido de carbono (CO2) experimentada en este periodo.

La industria norteamericana consume ahora menos materias primas y fuerza de trabajo por unidad de producto.

La caída de la intensidad energética en EE.UU. expresa el proceso acelerado de intensificación del capital, que caracteriza su condición de país-frontera del sistema, en que el futuro por definición llega primero. En el límite, este proceso adquirió una intensidad tal que ha forjado una nueva relación entre el capitalismo y la naturaleza. De ahí que la recuperación de la naturaleza (crecimiento orgánico), provocada por el cambio tecnológico que utiliza menos materias primas como insumos productivos, es superior al nivel de su consumo.

La naturaleza ha comenzado a crecer orgánicamente en EE.UU. a un ritmo superior a su conversión en insumos. Ha dejado de ser depredada (convertida en objeto) como ha sido la regla en el capitalismo industrial de los últimos 100 años.

El resultado ha sido una drástica modificación de la ecuación ecológica del sistema, lo que ha cambiado el posicionamiento norteamericano en relación con el cambio climático, el gran desafío del siglo XXI.

En el agro norteamericano se ha producido una separación estructural entre la tierra sembrada y el rendimiento por hectárea a partir de la década del 40. Desde entonces, los farmers han multiplicado por 5 la producción de maíz, con la misma superficie de tierra sembrada. Lo decisivo ha sido que el alza de los rendimientos fue acompañada por una disminución creciente en el uso de fertilizantes, incluso los nitrógenos, fosfatos y el agua.

Hay una caida del 37% en uso de pesticidas químicos entre 1940 y 2015, y los rendimientos agrícolas aumentaron 22% en este periodo. En términos globales, no se requiere más tierra fértil en la explotación agrícola, a pesar del aumento de 2.500 millones de personas a la población del mundo en 2050.

Más de 30% de la producción mundial de alimentos se desperdició en 2017 (1.300millones de toneladas). En la India, con la mayor población desnutrida del mundo, esa pérdida es de más de 40%. El problema de la alimentación es hoy una falla del sistema de distribución, no de la capacidad productiva.

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Si este flagelo se eliminara, un área semejante al subcontinente indio podría ser sustraída a la producción agrícola en los próximos 33 años, a un ritmo de 2 millones de hectáreas cada 12 meses.

El calentamiento de la atmósfera está impulsando la reforestación de EE.UU. Una hectárea de los bosques helados producía 3,6 m3 de madera por año, y ahora —cambio climático mediante— provee 7,4 m3.

Lo que está ocurriendo es que hay un aumento acelerado de la biósfera en la superficie terrestre debido al calentamiento global. Se está desplegando un verdor creciente, que equivale a más de 2.000 millones de toneladas por año. El dióxido de carbono les permite a las plantas crecer más, con menor consumo de agua.

De ahí que los veranos, y en general los ciclos productivos, se extiendan y por eso aumenta la bioatmósfera, y por consiguiente las plantas crezcan debido a una mayor absorción de dióxido de carbono. Esta es la tendencia ecológica central de la segunda década del siglo XXI.

Hace más de 20 años que cae en EE.UU. la utilización de las 9 principales materias primas, encabezadas por el cobre, el mineral de hierro y el acero, y baja incluso el consumo de agua. Entre 1970 y 2000, la población aumentó en 80 millones, pero el consumo de agua retrocedió en términos absolutos. La producción de maíz se ha triplicado en este periodo, pero ahora requiere menos agua que 30 años atrás.

Todo indica que la nueva revolución industrial va a acelerar esta tendencia, que la producción se está “desmaterializando” y que aumenta exponencialmente el contenido de inteligencia e innovación.

Se trata de tendencias globales que, como es usual, se despliegan primero en EE.UU. La regla en el capitalismo es que “la humanidad se plantea solo problemas que puede resolver”, avalando el sesgo profundamente antiutópico de la inteligencia práctica (teoría, acción, resolución) del hombre moderno.

La nueva revolución industrial sienta las bases de un sistema productivo sustentable en el largo plazo, profundamente desmaterializado y basado en una nueva relación con la naturaleza. Torna real a lo posible y fusiona el futuro con el presente, que es la única categoría temporal que realmente importa.

El siglo XXI recién comienza.

Fuente: Clarín, 21/01/18.


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