Octubre: el mes para planificar tu futuro financiero

octubre 16, 2025 · Imprimir este artículo

Octubre tiene fama de mes complicado para los mercados. Desde el célebre Martes Negro de 1929 —cuando el desplome de Wall Street arrasó con fortunas enteras y marcó el inicio de la Gran Depresión—, los inversores observan con cautela cada gráfico que sube o baja en este tramo del año. Pero, paradójicamente, ese mismo mes se ha convertido en una invitación global a hacer exactamente lo contrario de lo que dicta el miedo: Planificar con cabeza fría.

Por eso, octubre es hoy reconocido como el Mes de la Planificación Financiera, una oportunidad para revisar presupuestos, afinar objetivos, evaluar riesgos y fortalecer la protección patrimonial. Una época que busca transformar el temor en estrategia, y la incertidumbre en acción.

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Del susto al control: la historia detrás del mes

No es casual que la planificación financiera tenga su mes propio justo en octubre. El calendario financiero tiene memoria, y la historia está plagada de lecciones. Tras la crisis de 1929, millones de personas aprendieron —a un costo altísimo— que no basta con ganar dinero: hay que saber administrarlo, protegerlo y hacerlo crecer.

La volatilidad de los mercados no distingue épocas. Lo que sí puede cambiar, y depende de cada uno, es la capacidad de anticiparse y actuar con método.

“No planificar es planificar el fracaso”, advertía el célebre Benjamin Franklin hace más de dos siglos. La frase sigue tan vigente como entonces. Hoy, cuando la inflación erosiona sin descanso el poder adquisitivo, los sistemas de jubilación se vuelven inciertos y los hábitos de consumo cambian, la planificación deja de ser una opción para convertirse en un acto de supervivencia financiera.

El espejo de septiembre: protección antes que reacción

El mes anterior, septiembre, se dedica tradicionalmente a la concientización sobre el Seguro de Vida, una pieza inseparable del rompecabezas financiero. Si septiembre invita a reflexionar sobre la protección, octubre propone pasar a la acción: diseñar un plan que integre esa protección dentro de una estrategia integral.

Ambos meses funcionan como un tándem. El seguro de vida es el cinturón de seguridad; la planificación financiera, el mapa de ruta. Uno protege ante lo imprevisto; el otro previene que lo imprevisto arrase con todo.

En palabras de Warren Buffett: “El riesgo proviene de no saber lo que estás haciendo.” Entender cómo funciona el dinero, los instrumentos financieros y los seguros no es una tarea para expertos, sino una necesidad para cualquier persona que aspire a estabilidad y libertad.

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Planificar es conocerse a uno mismo

La planificación financiera no es un documento técnico, sino un espejo. Implica revisar quiénes somos hoy y quiénes queremos ser en el futuro.

¿Tenemos un fondo de emergencia? ¿Ahorramos con propósito o solo cuando sobra? ¿Nuestra jubilación dependerá exclusivamente del Estado?

Responder esas preguntas, por duras que parezcan, es el punto de partida.

Dustin Wolk, planificador financiero certificado de Crescent Grove Advisors, explica que “esta época del año brinda el equilibrio perfecto entre saber lo que ya ha sucedido y aún tener tiempo para tomar decisiones inteligentes”. Por eso, recomienda aprovechar octubre para revisar portafolios, estrategias fiscales y objetivos anuales antes de que sea tarde.

Su consejo es claro: “Cuando tu contador recibe tus datos fiscales en marzo, ya es demasiado tarde para hacer cambios reales.”

El también gestor de patrimonios Denis Poljak, de Steward Partners, coincide. Para él, los últimos tres meses del año son el momento ideal para ser proactivo, no reactivo. Ajustar inversiones, reequilibrar carteras, aprovechar beneficios impositivos y maximizar aportes jubilatorios son decisiones que marcan una diferencia real en el resultado financiero de una persona o empresa.

El dinero sin plan es como un barco sin brújula

Russell Hackmann, presidente de Hackmann Wealth Partners, advierte que hoy la longevidad y la inflación son dos variables que redefinen la ecuación del retiro. “Las parejas tienen un 50 % de probabilidades de que uno de sus miembros viva hasta los 95 años y un 20 % de que uno de ellos viva hasta los 100”, señala. Eso significa que el dinero debe durar más tiempo, en un contexto de precios crecientes y rendimientos inciertos.

Por eso recomienda incluir instrumentos financieros con protección del capital y flujo de caja garantizado, junto con estrategias de crecimiento. Es decir, combinar seguridad con rentabilidad, sin dejarse llevar por la euforia ni por el miedo.

Su consejo tiene una raíz clásica: diversificación, análisis fiscal y revisión periódica del presupuesto. Algo que muchos descuidan hasta que los sobresaltos económicos obligan a reaccionar.

El déficit invisible: falta de educación financiera

El informe de U.S. Bank Wealth 2025 reveló que solo el 37 % de los adultos no jubilados se prepara activamente para su retiro, y que el 63 % teme no poder dejar de trabajar. Ese dato, lejos de ser una curiosidad estadística, expone un problema cultural: la educación financiera sigue siendo escasa incluso en países desarrollados.

La consecuencia es doble: la gente trabaja más, se endeuda más y ahorra menos. En América Latina, la situación es aún más delicada. Según la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el caribe), menos del 35 % de los adultos lleva un registro formal de sus ingresos y gastos, y solo un 20 % tiene un fondo de emergencia equivalente a tres meses de gastos.

Sin planificación, cualquier golpe —una crisis, una enfermedad, un cambio laboral— puede transformarse en una catástrofe económica familiar.

Pequeñas acciones, grandes resultados

La planificación no se trata de grandes fortunas, sino de hábitos sostenidos. Un ejemplo clásico: pagarse primero a uno mismo. Es decir, destinar una parte del ingreso mensual al ahorro antes de cubrir gastos. Este principio, popularizado por el libro El hombre más rico de Babilonia de George S. Clason, sigue siendo uno de los pilares más eficaces de la gestión personal.

Otro caso emblemático es el de John D. Rockefeller, quien comenzó anotando cada gasto en un cuaderno desde su adolescencia. Ese ejercicio de control y disciplina lo acompañó durante toda su vida y fue clave en la construcción de su imperio.

En la era digital, la tecnología ofrece nuevas herramientas para planificar: aplicaciones de presupuesto y finanzas, plataformas de inversión diversificada y simuladores de retiro. Pero ninguna aplicación reemplaza la conciencia financiera. Como afirmaba Peter Drucker, “lo que no se mide, no se puede gestionar”.

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El vínculo entre planificación y libertad

Planificar no es un acto de control obsesivo, sino una herramienta para ganar libertad. Permite decidir con criterio cuándo trabajar, cuándo descansar, cuánto arriesgar y qué proteger. La planificación no mata la espontaneidad: la hace sostenible.

Por eso octubre no debería ser visto solo como un recordatorio simbólico, sino como una oportunidad concreta para detenerse, analizar y ajustar. Al igual que el mantenimiento de un vehículo o un chequeo médico, revisar las finanzas personales como mínimo una vez al año puede prevenir problemas mucho mayores.

Del diagnóstico a la acción

Los pasos básicos son sencillos, pero requieren compromiso:

1. Evaluar la situación actual. Revisar ingresos, gastos, deudas y patrimonio neto.

2. Actualizar el presupuesto. Ajustar rubros, eliminar gastos innecesarios y reasignar recursos.

3. Establecer metas claras. Corto, mediano y largo plazo: un fondo de emergencia, la compra de una vivienda, la jubilación.

4. Revisar la protección financiera. Asegurarse de que los seguros de vida, salud y patrimonio estén actualizados.

5. Ahorrar e invertir con propósito. Aprovechar vehículos de inversión adecuados al perfil y horizonte.

6. Buscar asesoramiento. Un buen plan financiero no es un documento estático, sino un proceso que requiere guía profesional.

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Octubre, el mes para tomar el control

Octubre puede ser un mes de sustos en la bolsa, pero también puede ser el mes en que miles de personas decidan dejar de vivir con miedo financiero. No se trata de predecir el futuro, sino de prepararse para él.

En palabras de Peter Lynch, uno de los gestores más exitosos de la historia: “El mejor momento para invertir fue ayer; el segundo mejor es hoy.”

Esa frase podría ampliarse a toda la vida financiera. El mejor momento para planificar fue cuando comenzaste a trabajar; el segundo mejor, sin duda, es ahora.

Así que, en este octubre, mientras algunos se disfrazan para Halloween, otros pueden optar por ponerse otro tipo de traje: el de arquitectos de su futuro económico.

Porque quien planifica, no teme.

Y quien se ocupa de su economía personal, se libera.

Este octubre, date el regalo más valioso: el control consciente de tu futuro financiero.

Fuente: Ediciones EP, 16/10/25.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla


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