Padres ricos, hijos «pobres»
abril 13, 2017 · Imprimir este artículo
Padres ricos, hijos «pobres»
WASHINGTON — ¿Qué tienen en común Sting, Bill Gates y Warren Buffett? Los tres tienen inmensas fortunas y ninguno de ellos piensa dejárselas a sus hijos.
Sting acaba de revelar que la mayor parte de sus 300 millones de dólares no terminará en manos de sus seis hijos adultos. «Estoy seguro de no querer dejarles fideicomisos que sean una carga», declaró el músico a la prensa en junio. «Que trabajen. Todos mis hijos lo entienden y rara vez me piden algo; realmente aprecio y agradezco que sea así.»
Philip Seymour Hoffman, que murió en febrero por una sobredosis de heroína, dejó indicaciones muy claras en su testamento, que se hizo público el mes pasado: su hijo debía criarse en alguna gran ciudad norteamericana y «exponerse a la cultura, a las artes y la arquitectura» que ese entorno ofrece. En su testamento, el actor deliberadamente no les dejó a sus hijos sus 35 millones porque no quería que se convirtieran en «hijos del fideicomiso».
Ese castigo a los «hijos del fideicomiso» -chicos malcriados con más dinero que sentido común- es por temor a que hagan elecciones equivocadas o lleven vidas improductivas si cuentan con acceso a una enorme herencia.
Las familias acaudaladas siempre tuvieron este problema. Pero ese mismo drama ahora toca también, en menor escala, a los millones de hijos del baby boom, que en los próximos 30 años están condenados a dejar más de 30 billones de dólares, la mayor transferencia de bienes de la historia de Estados Unidos, según la firma consultora Accenture.
Lo que solía ser un problema familiar privado se convirtió en una discusión pública sobre la riqueza, los privilegios y la responsabilidad personal. ¿Quién se queda con el pozo? ¿Deberían ser los herederos? ¿O les irá mejor sin él?
Según se sabe, Bill y Melinda Gates dejarán 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos; casi un vuelto, frente a su fortuna de 76.000 millones de dólares. Los tres hijos de Buffett tienen cada uno un fideicomiso de 2.000 millones, establecido por su papá. ¿Y el resto de su dinero? Para beneficencia, al igual que Gates y muchos otros megamillonarios que han comprometido sus fortunas para mejorar el mundo.
Como dijo Buffett con su célebre frase, la cantidad perfecta para dejarles a los hijos «es el dinero suficiente para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no hagan nada».
«Tal vez sea el problema que más nos atormenta», dice un multimillonario que se hizo de abajo. El empresario y su mujer, que tienen cientos de millones de dólares, crecieron modestamente en familias de clase media y quisieron elaborar un plan financiero que tomara en cuenta el bienestar de sus hijos sin malcriarlos, en caso de que la pareja muriera de improviso.
«Nos horrorizaba lo que podía pasar si tomaban control de mucho dinero siendo muy jóvenes», dice.
Inspirándose en el ejemplo de Buffett, crearon un fondo para cada uno de sus hijos, actualmente en edad universitaria. Cada uno de ellos tiene 2,5 millones de dólares controlados por un albacea, quien sólo puede liberar dinero para educación, cuidado de la salud o el inicio de un negocio.
Esas restricciones siguen en pie hasta que cada hijo alcance los 40 años; después de eso, el dinero es de ellos para hacer lo que quieran.
El resto de los millones de la fortuna familiar irán a una fundación, que eventualmente será administrada por los hijos.
«La verdad es que están encantados -dice el padre-. Quieren ser alguien por ellos mismos.»
Jamie Johnson estuvo toda su vida entre los muy, muy ricos. En 2000, al cumplir 21 años, el heredero de Johnson & Johnson recibió una inmensa suma de dinero -algunos estiman que la cifra ronda los 600 millones de dólares- de un fideicomiso familiar. Cada uno de sus cinco hermanos y hermanas recibieron una cantidad igual, sin restricciones para su uso. Su documental de 2003, Born Rich (Nacido rico) es un estudio del dinero de su familia y de otros amigos superricos.
«Cuando la gente inmensamente rica dice que no les va a dejar el dinero a sus hijos, no suele ser cierto», dice Johnson. Aunque los hijos no tengan acceso inmediato al efectivo, tienen la mejor educación, las mejores casas, los mejores contactos y las mejores oportunidades. «Son todas cosas que sólo las familias ricas pueden hacer. Son formas diferentes de transferir la riqueza y las influencias.»
Que sea bueno o malo que los «hijos del fideicomiso» tengan tanto dinero depende de la educación familiar que tuvieron los chicos, de sus personalidades y de qué tan bien saben lidiar con las presiones de una inmensa fortuna y el miedo a ser desheredados. Por cada chica festiva como Paris Hilton hay una Ivanka Trump, que se graduó en negocios en Wharton y aprovechó el dinero y la fama de su familia para hacerse una próspera carrera propia. Johnson usó su herencia en iniciarse como cineasta y para llevar, dentro de todo, una vida bastante normal en Nueva York.
Ocasionalmente, los padres ricos ponen estrictas condiciones de buena conducta y amenazan con desposeerlos. Se dice que Tori Spelling heredó apenas 800.000 dólares de los 600 millones de la fortuna de su padre. Las cuestiones de dinero son un problema recurrente entre ella y su madre, a cargo del control de los bienes. En una entrevista con The New York Times, este año, Candy Spelling explicó que su hija «hacía cerrar los negocios y se patinaba 50.000 o 60.000 dólares. Yo nunca hice algo así. Pero ella se volvió lisa y llanamente loca».
La maldición del dinero
Tomemos por ejemplo a los Vanderbilt. Cuando murió, en 1925, Reginald Vanderbilt se había gastado más de siete millones de dólares (unos 94 millones en la actualidad) de la fortuna que había amasado su abuelo con los trenes y los barcos. Pero todavía quedaba un fideicomiso de cinco millones para sus dos hijas. Una de esas hijas, Gloria Vanderbilt, amasó su propia fortuna de 20 millones con sus diseños de ropa y decoración.
Gloria le dijo a su hijo, Anderson Cooper, que no piensa dejarle un centavo. «Mamá me dejó muy claro que no hay fideicomiso para mí», le dijo a Howard Stern hace unos meses. Y Anderson lo acepta: el dinero no ganado, dijo, es una maldición.
Entonces ¿qué tiene que hacer un padre que ama a sus hijos?
Tradicionalmente, los ricos les dejaban su dinero a sus hijos y nietos, y esperaban lo mejor. Los hijos del baby boom, dice el director ejecutivo de Accenture, Bob Gach, viven hasta mayor edad y hacen esfuerzos por equilibrar las necesidades de su propio retiro y sus inclinaciones benéficas con el bienestar de sus hijos.
En 2012, Accenture divulgó un influyente informe sobre los alrededor de 12 billones de dólares que los hijos de los baby boomers están heredando actualmente de sus padres, y de los 30 billones estimados que les dejarán a sus herederos y a las organizaciones de ayuda. Se trata de los más afortunados: no los toca la recesión y siguen provechosamente empleados o se han jubilado con jugosos ahorros.
Los baby boomers son diferentes de las generaciones anteriores: más proclives a dar dinero en vida y más preocupados por el futuro laboral de sus hijos adultos. El excedente de bienes suele colocarse en fondos protegidos de los impuestos, que pueden ser pródigos o muy restringidos.
«Algunos dicen que se rompieron el alma trabajando para ganar todo ese dinero y que no quieren que sus hijos lo usen para vivir panza arriba en el Caribe, sino que quieren que les sirva como red de seguridad», dice Nancy Fax, experta en fideicomisos de la ciudad de Bethesda, Maryland. «Y otros dicen que no quieren seguir controlando todo desde la tumba. Pero hay excelentes razones para dejar las cosas arregladas de manera inteligente, y formas de alentar, con el dinero, estilos de vida productivos y saludables en los hijos.»
Muchos fideicomisos están diseñados para que el heredero tome posesión de la herencia al cumplir determinada edad. Una práctica muy común es entregar un tercio a los 25 años, otro tercio a los 30, y lo demás a los 35. Algunas herencias son constituidas como «fondos de incentivo», que exigen a los herederos recibirse de la universidad, casarse o conservar un trabajo durante cierta cantidad de años antes de poder acceder a los bienes. Pero Nancy Fax no está de acuerdo: el futuro es impredecible y los fondos de incentivo dejan muchas lagunas. «Es muy difícil de controlar y de definir.»
Una lección para sus hijos
Sting. Músico británico
Dijo que no dejará su fortuna de 300 millones de dólares a sus seis hijos. «Tienen que trabajar. Todos mis hijos saben eso y raramente me piden cosas», sostuvo el músico.
Bill Gates. Empresario norteamericano
Bill y Melinda Gates eligieron dejarles 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos; casi un vuelto, frente a la fortuna del fundador de Microsoft, de 76.000 millones de dólares.
Warren Buffett. Empresario norteamericano
Sus tres hijos tienen cada uno un fideicomiso de 2000 millones creado por él; Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, dijo que donará el resto de su fortuna.
Traducción de Jaime Arrambide.
Fuente: La Nación, 24/08/14.
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